Introducción
El propósito de esta investigación es evaluar la fuerza electoral de MORENA (Movimiento Regeneración Nacional), partido político, en su primera participación, la elección de diputados federales, de junio de 2015, en el marco mayor de las elecciones intermedias que van de 1997 a 2015.1 El estudio muestra que la aparición de nuevos partidos en el sistema político ha conducido a una cada vez mayor distribución de escaños, como ocurrió con la irrupción electoral de MORENA en 2015, en que se convirtió en la cuarta fuerza política nacional por el porcentaje de votos obtenidos, pero sin que eso incremente el grado de competitividad del sistema de partidos en su conjunto.
Este texto propone una manera de ordenar los resultados electorales por medio de categorías y dimensiones que ubican la presencia electoral de MORENA en esa elección federal. Apoyados en la comparación, se recurre a indicadores e índices de medición de los votos y sus porcentajes en los distritos federales agrupados por estado. Algunas preguntas iniciales son: ¿Cómo ha variado la distribución de escaños en la Cámara de Diputados con el surgimiento de nuevos partidos? ¿Cómo está distribuida la presencia electoral de MORENA? Para responder, se analiza el Número Efectivo de Partidos (NEP), el Índice Compuesto de Competitividad (ICC) y el Coeficiente de Desempeño Electoral (CDE), de donde resulta que el surgimiento de una nueva fuerza competitiva, como MORENA, no necesariamente modifica la competitividad del sistema de partidos.
La fundación de MORENA se explica por el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador.2 De ahí que esta organización surja con características civiles-personalistas, algo que comparte con el PRD: en su origen, ambos dependen del liderazgo carismático de sus fundadores, quienes desarrollan capacidad de interlocución para distribuir espacios y candidaturas a los miembros de la organización (Espinoza y Navarrete, 2013), aunque esto no significa que controlen en exclusiva el aparato del partido. En sentido contrario, sería desatinado considerar que el líder no representa algún tipo de influencia, a condición de admitir que está acotada por los miembros de la coalición dirigente. El reparto formal e informal del poder que asegura el líder fundador, se comparte también con otros dirigentes del partido, parlamentarios o miembros en cargos de gobierno y dirigentes intermedios o locales (Reveles, 2004: 21 y 2008: 77), lo que no niega que el polo de atracción electoral fue López Obrador.3
En las elecciones federales de junio de 2015 compitieron diez ofertas en un espacio tradicionalmente dominado por tres organizaciones: Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Con base en el tamaño del partido, después de las elecciones de junio de 2015, el sistema de partidos quedó integrado por dos partidos grandes, dos partidos intermedios y cinco partidos pequeños.4 La competitividad en las entidades ofrece un cuadro más variado que el del nivel nacional,5 pues se configuran distintas modalidades que van desde formas que pueden ser de partido predominante o bipartidistas hasta de pluralismo moderado.6 Para su análisis, se toma en cuenta la fuerza, recursos, estrategias y experiencia que permiten a unos ganar con mayor amplitud; esto es, la competitividad definida como el estado concreto del juego (Sartori, 2005: 264), lo que va más allá de las reglas formales. MORENA tomó parte en este proceso, por vez primera, luego de haber obtenido su registro como partido político en 2014, y conquistó la cuarta posición nacional, aunque con fuertes variaciones en los estados de la Federación en esa elección federal.
Para cumplir con el objetivo planteado, el trabajo se organiza en cuatro apartados: I. El fin de la concentración tripartita en la Cámara de Diputados, II. Elecciones federales de mediana competitividad, III. La competitividad de MORENA en distritos agrupados por estado, IV. El focalizado desempeño electoral de MORENA.
I El fin de la concentración tripartita en la Cámara de Diputados
Las tres elecciones intermedias consecutivas de 1997, 2003 y 2009, se caracterizaron por el castigo al partido del Presidente, pero 2015 ofreció un resultado atípico que modificó esa tendencia: las curules ganadas por el PRI interrumpieron tres procesos intermedios consecutivos en los cuales los votantes castigaron fuertemente al partido del Presidente, lo cual, sin embargo, no impidió una nueva configuración del sistema de partidos.
En las elecciones de 1994, el PRI obtuvo mayoría absoluta para realizar reformas legales sin contratiempos, al conseguir 300 escaños; el PAN logró 89, el PRD, 41, el Partido Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRN) alcanzó 23, y el Partido Popular Socialista (PPS), 12 curules (Sánchez Gutiérrez, 1995: 267). Esa composición mostraba un sistema electoral con un partido gobernante bastante abrumador: en la LVI Legislatura (1994-1997), el PRI sólo necesitaba 35 diputados para alcanzar la mayoría calificada. Ese predominio cambió en las elecciones intermedias de 1997, en las cuales los partidos de oposición equilibraron gradualmente la fuerza del partido del Presidente.
En la elección de 1997, los votantes optaron por castigar al PRI. El resultado fue “la transformación significativa de dos pilares del sistema político mexicano: el presidencialismo y la hegemonía del partido dominante” (Molinar, 1999: 607). Cuando el PRI mantenía el predominio de la Cámara, las preferencias de la oposición tenían escasas posibilidades de convertirse en política legislativa (Ugalde, 2000: 164). El presidente Ernesto Zedillo perdía la aplastante mayoría y su partido se ubicaba en 239 escaños, 61 diputados menos en comparación con la Legislatura anterior.
La alternancia en la presidencia de la República no modificó la tendencia. En las elecciones intermedias de 2003 y 2009, ocurrió un descenso del partido del presidente en número de escaños: Vicente Fox y Felipe Calderón vieron disminuida la presencia del PAN en la Cámara de Diputados. En el 2000, el PAN obtuvo 213 diputados, pero en 2003, descendió a 151, una pérdida de 29.10% (Paoli, 2012b: 41). En el 2006, el PAN lograba mantenerse en la presidencia y en la Cámara baja obtenía 206 escaños, sin embargo, en 2009 descendió a 143, una pérdida de 30.58%, lo cual se explica por el reposicionamiento del PRI que evitaba conflictos internos como los que afectaban al PAN y al PRD (Chaires y Lam, 2009: 390).
El proceso electoral de 2015 se desarrolló en momentos de fuerte deterioro de la imagen del Presidente Enrique Peña Nieto, derivado tanto de los escándalos de corrupción como de la inoperancia de las reformas del Pacto por México. Al inicio del sexenio, el PRI obtuvo 213 diputados, y a pesar de la baja popularidad del Presidente, que rondaba el 30%, en 2015 su partido consiguió 208 escaños, sólo cinco menos que en la LXII Legislatura (2012-2015), una pérdida de 2.34%. La disminución no fue significativa si se toma en cuenta, además, que no se trató de elecciones presidenciales y un resultado por demás sorprendente si se compara con las tres elecciones intermedias anteriores. Se podría interpretar como “un voto conservador” que favoreció al PRI (Jesús Silva-Herzog, Reforma, 15 junio 2015), pero la opinión dominante lo atribuye a mecanismos extralegales de inducción y compra del voto (Jorge Alcocer, Reforma, 9 de junio de 2015; Alberto J. Olvera, Reforma, 18 de junio de 2015).
En la dimensión electoral, el Número Efectivo de Partidos (NEP) también se modificó en 2015.7 Las tres elecciones intermedias previas mostraron la preeminencia de tres partidos fuertes. El NEP en 1997 fue 2.93, en 2003 se ubicó en 3.05, mientras en 2009 quedó en 3.01 (Valencia, 2013: 16). La novedad en 2015 fue el debilitamiento del PRD y la incursión de MORENA como fuerza competitiva: el NEP quedó en 6.44, con diez ofertas,8 el más alto de elecciones intermedias desde 1997.Desde el principio, MORENA se ha diferenciado del PRD en la forma de presión política y en su postura ante el gobierno federal, necesario en un ambiente en que la percepción de un sector de los ciudadanos es que todos los partidos son iguales y solo están interesados en los votos (Linz, 2007: 287-288).
Con el 8.37%, MORENA superó incluso al PRD en 1991, cuando obtuvo 7.91% de votos en su primer proceso electoral, y a todos los partidos nuevos, de 1991 a 2015.9La encuesta de Reforma, del 28 de junio de 2015, anticipaba el éxito de MORENA. Movimiento Ciudadano (MC) también registró su máximo histórico al alcanzar 6.09%, otro de los partidos beneficiados con la pérdida de preferencias en el PRD (Animal político, 10 junio 2015).MORENA se ubicó en la cuarta posición en la captación de votos y alcanzó una bancada de 36 diputados,10 15 de MR y 21 de RP; el PVEM obtuvo menos votos (6.91%) que MORENA, pero consiguió más diputados (42 en total, 24 de MR y 18 de RP). El PRD, por su parte, obtuvo 60 diputados, 33 de MR y 27 de RP (Cámara de Diputados, 2016). Las elecciones de 2015 produjeron un realineamiento de la izquierda con la emergencia de MORENA y la drástica caída del PRD (Reyes del Campillo, 2015: 7), en el sentido de que el dato significativo no fue el arribo de nuevos votantes de izquierda, sino más bien un desplazamiento de simpatizantes en favor de López Obrador y MORENA como opción política, en detrimento del PRD.
Los resultados de 2015 condujeron a un reparto más diferenciado de escaños en la Cámara baja. El pluralismo moderado-excluyente, centrado en tres fuerzas políticas fuertes (PRI, PAN y PRD), empezó a ser modificado por la emergencia de una cuarta fuerza política competitiva (Sartori, 2005: 224-238; Espinoza y Meyenberg, 2001: 359): MORENA. Desde 1994, esos tres partidos habían concentrado la mayoría de escaños en la Cámara baja: en 1997 reunieron el 95% del total; en 2003 y 2009, el 89%, que en 2015 se redujo a 74.2% (Anexo 1). Con este resultado, PRI y PAN11quedaron como partidos grandes; PRD y MORENA como partidos intermedios y, como pequeños, el PVEM, PANAL, MC, PES y el PT (Anexo 2). Contrariamente a lo que parece, la elección no fue más competitiva que las anteriores. Al ser evaluada con el Índice Compuesto de Competitividad (ICC), no supera la mitad de la tabla, como veremos a continuación.
II Elecciones federales de mediana competitividad
El Índice Compuesto de Competitividad (ICC) sirve para evaluar la elección en su conjunto (Méndez, 2003: 147),12 con los datos de los 300 distritos de mayoría, a partir de cuatro categorías: no competitivo, baja competitividad, competitividad media y alta competitividad. Para realizarlo, se utiliza el margen de victoria (MV), el índice de fuerza de la oposición (FO) y la diferencia entre el número de victorias por partido (DV), todos en un rango de 0 a 100 (Anexo 3). Se observará que el grado de competitividad de las elecciones de 2015 se ubicó en un nivel medio, igual que en las de 1997, 2003 y 2009.
En general, el MV mide la distancia entre el primero y segundo lugar.13 Algunos estudios recurren a tres categorías: alta competencia, media competencia y nula competencia (Peña González, 2013: 135), otros utilizan cuatro: muy alta competencia, alta competencia, mediana competencia y baja competencia (Morales, 2014: 258). Tomamos la segunda propuesta para analizar las elecciones federales intermedias porque permite situar con mayor precisión la distancia entre el primero y segundo lugar, con base en los porcentajes de votación correspondientes a los 300 distritos de mayoría en 1997, 2003, 2009 y 2015. En todos los casos, cuando más estrecha es la diferencia entre el primero y segundo lugar, más competitiva es la elección.
En 1997, el PRI consiguió el 38% de los votos y el PAN el 25.9%, por lo que el MV quedó en 12.14 puntos, de alta competencia.14 En el proceso intermedio de 2003, el PRI en alianza con el PVEM15 obtuvo el 36.8% y el PAN el 30.5%, por lo cual el MV fue de 6.24 de diferencia, que corresponde a alta competencia. En 2009, una vez más el PRI se colocó en el primer lugar con 36.8% y el PAN ocupó el segundo lugar con 28%, del que resulta un MV de 8.75,16 también de alta competencia. En la elección de 2015, el PRI fue nuevamente el partido que más votos obtuvo (29.10%), mientras el PAN ocupó la segunda posición (20.10%): el MV fue de 8.21 puntos de diferencia, es decir, una elección con alta competencia. La constante en estos procesos electorales es que el PRI y el PAN fueron los partidos con mayor presencia en los 300 distritos de mayoría. Como se puede observar, las cuatro elecciones intermedias referidas (1997, 2003, 2009 y 2015) entran en la categoría de alta competencia, consistente en una diferencia entre el primero y segundo lugar en un rango que va de 5.01 a 15.00 puntos.
Como observamos el MV mide la diferencia entre el primer y segundo lugar de la siguiente manera: cuando menor es esa distancia, más alta es la competencia, y las de 2015 fueron altamente competidas. El índice de fuerza de la oposición (FO) mide el peso electoral de todos los partidos de oposición respecto del partido mayoritario: entre más alta es la puntuación, más fuerza tienen los partidos opositores. En 2015, el resultado es de 38.18 puntos, por lo que la fuerza de la oposición es moderada, explicable al considerar los 160 distritos ganados por el PRI, en comparación con los 56 del PAN, 33 del PRD, 24 del PVEM, 15 de MORENA, 10 de MC y uno del PANAL (Cámara de diputados, 2016). El grado de concentración de los triunfos electorales en los partidos (DV) también se mide en un rango que va de 0 a 100: entre más alto, menos concentradas están las victorias en un solo partido. El 2015 arroja un resultado de 47.34 puntos, casi la mitad: la concentración de escaños muestra una preeminencia del PRI, si bien insuficiente para lograr mayoría absoluta por sí mismo, le permite establecer coaliciones ganadoras con el PVEM y el PANAL.17
Una vez calculadas por separado las variables del ICC, se aplica la fórmula y el resultado se interpreta a partir de las cuatro categorías que miden el grado de competitividad de la elección en su conjunto: No competitivo: de 0 a 25.99%; Baja competitividad: de 26.00 a 50.99%; Competitividad media: de 51.00 a 75.99%, y Alta competitividad de 76.00 a 100%. El resultado del ICC es de 59.10 puntos. La elección de junio de 2015 para la renovación de los 300 escaños en la Cámara de Diputados, se ubicó en un nivel medio de competitividad, debido a la fuerza del PRI y del PAN, partidos que concentraron más del 71% de los distritos. Un dato significativo es que los partidos de izquierda suman 58 escaños de los 300, un destacado 19.33% del total, con la desventaja de la fragmentación de la izquierda en varios partidos, lo cual acaba debilitándola.
Ahora bien, vale la pena evaluar qué tan competitivas fueron las elecciones intermedias de 1997, 2003 y 2009, en comparación con las de 2015. Podemos establecer que en las últimas cuatro elecciones intermedias no ha variado drásticamente el grado de competitividad de la elección de diputados federales en los 300 distritos del país, a pesar de la emergencia de nuevos partidos. En términos generales, se ha mantenido la fuerza del PRI, pues aunque perdió la Presidencia en el 2000, conservó suficiente peso electoral para fungir como el partido con mayor simpatía en los distritos. En esas cuatro elecciones, el ICC no superó los 60 puntos y está lejos de los 76 que se requieren para considerarlos como de alta competencia. Ni la irrupción de MORENA como cuarta fuerza en captación de votos ni la nueva distribución de los escaños de la izquierda, hizo que la elección de 2015 fuera más competitiva. El PRI y el PAN son los partidos que más distritos ganan de los 300 en disputa: en 1997: PRI (165) + PAN (64) =229; en 2003: PRI (161) + PAN (80) = 241; en 2009: PRI (188) + PAN (68) = 256 y en 2015: PRI (160) + PAN (56) = 216. La fuerza del PAN es significativa en los distritos de estados como Baja California, Aguascalientes, Guanajuato y Puebla. Aunque los escaños de la izquierda se repartieron entre tres partidos: PRD, MORENA y MC, no lograron debilitar la fuerza del PRI y el PAN.
El Cuadro 1 presenta el ICC de las elecciones intermedias analizadas.
En el Cuadro 1 se muestra un MV muy similar en 2003, 2009 y 2015. Con base en los resultados de los distritos, la fuerza de la oposición va de moderada a baja. En la distribución de las victorias de un solo partido (DV), en las cuatro elecciones el PRI ganó más de la mitad de los 300 distritos en disputa: en 1997, el 55%; en 2003, el 53.6%; en 2009, el 62.6%, y en 2015, el 53.3%. Esto hace del PRI, el partido con mayor voto “duro” en los distritos en todo el país.
En cuanto al nivel de participación18 desde 1997, en general, el porcentaje de ciudadanos que ejercieron su derecho a votar fue muy similar en las últimas tres: 2003, 41.19%; 2009, 44.61%; 2015, 47.72%, un rango ubicado entre el 41 y 47% de participación (Reporte Legislativo 1, 2015: 5). La única elección que superó ese porcentaje fue la de 1997, que se alzó con el 57.02%, seguramente por la expectativa de apertura democrática que generó la reforma política de 1996. En lo que se refiere al voto nulo, entendido como aquel en el que se ejerce el derecho a votar, pero no se le otorga a ningún candidato ni partido, tenemos: en 1997, 2.83%; 2003, 2.67%, mientras en 2009, 5.71% y, en 2015, 4.76% (Reporte Legislativo 1, 2015: 6). Podemos encontrar similitudes si se agrupan por pares, por ejemplo, los votos nulos fueron similares en 1997 y 2003, elecciones en las cuales no superó el 3%, mientras en 2009 y 2015 los resultados fueron parecidos. A pesar de la promoción del voto nulo como castigo hacia los partidos, en 2015hubo solo un poco menos que en 2009, una diferencia de apenas 0.95 puntos.19
El porcentaje de votos obtenido por MORENA en los distritos federales, ubicados por estados de la República, en la elección de diputados federales de 2015, confirma su inicial, pero competitiva posición.
III La competitividad de MORENA en distritos federales agrupados por estados
Para ubicar la actuación de MORENA, la votación se clasifica en cuatro categorías: competitiva: 23.59% al 10.00%; moderada: 9.9% al 5.0%; mínima: 4.99% al 3.00% y no competitiva, menos de 3%, con datos de los 300 distritos de mayoría agrupados por entidad federativa. Con este análisis, la fuerza de MORENA en la elección de diputados federales de 2015 se ubica en el cuarto lugar.
1. Competitivo en nueve estados
El estudio del comportamiento electoral de los ciudadanos recurre a muy diversos aspectos sin que hasta ahora haya una escuela o única explicación convincente acerca de por qué los ciudadanos mantienen o modifican sus preferencias electorales. La escuela de Columbia, la de Michigan y la teoría de la elección racional, defienden posturas distintas acerca de por qué los ciudadanos votan o se abstienen.20 Mientras para unos el voto depende de aspectos estructurales, para otros lo determinante son los elementos coyunturales ligados a la identificación psicológica y otros más lo explican por consideraciones de costo-beneficio en torno a los incentivos que recibe el votante (Rivera, 2013: 119). Lo más acertado parece ser una combinación variable de las tres posturas.
Medir la participación de MORENA como partido de reciente creación, toma como referencia el máximo y mínimo de votación recibida en los estados. Buscamos identificar dónde obtuvo más votos y dónde registró poca presencia electoral. La clasificación incluye cortes de votación que van desde el 2.05 hasta el 23.59%, organizados por categorías para determinar el tipo de participación (Cuadro 2). Como fue la primera contienda electoral de MORENA, no hay datos anteriores para elaborar un estudio comparado de cuánto creció o perdió.
Fuente: elaboración propia con base en la votación de MORENA. El 2.05% corresponde al mínimo de votación obtenida en Colima y el 23.59% máximo obtenido en el Distrito Federal. Fuente:PREP/INE/2015.
En el primer grupo se encuentran los nueve estados con mayor votación para MORENA, en los cuales se le considera como competitivo, ya que estuvo por encima del 10.00% de la votación. Las entidades que entran en esta categoría son la Ciudad de México, Oaxaca, Quintana Roo, Tlaxcala, Baja California, Tabasco, Campeche, Veracruz y Estado de México. El rango máximo se presentó en la Ciudad de México con el 23.59%, seguido de Oaxaca con el 14.38%; en los otros siete estados su rango fue entre 13 y 10%, superior a la votación nacional, que fue de 8.37%. MORENA ocupó el primer lugar en la CDMX, segundo lugar en Quintana Roo; tercer lugar en Oaxaca, Tlaxcala, Baja California, Campeche y Veracruz, y cuarta posición en Tabasco.
Competitivo en la captación de votos, fue bastante débil para triunfar en distritos de mayoría fuera de la CDMX. Los resultados dan cuenta de los retos organizativos de MORENA para consolidar su posición. En el Cuadro 3 se muestran datos que ubican el impacto general de MORENA, que incluye la votación por entidad, el lugar que ocupó entre los diez partidos, los distritos de mayoría ganados así como el tipo de partido y de participación.
La Ciudad de México fue el principal bastión de MORENA y el PRD quedó como la segunda fuerza. En esta entidad los dos partidos prácticamente se dividieron las preferencias. En la elección de 2012, el PRD había obtenido el 31.62%, mientras en 2015 alcanzó el 19.85%, una reducción de 11.87% de las preferencias. De los 27 distritos, MORENA ganó 12, el PRD nueve, el PAN tres, el PVEM dos y el PRI uno. En Quintana Roo, MORENA quedó en segundo lugar con el 13.21%, aunque no le alcanzó para ganar en ninguno de los tres distritos, ubicándose detrás del PRI, que obtuvo el 31.34%. En ese estado, MORENA desplazó al PAN y al PRD. En Tlaxcala, Baja California, Campeche y Veracruz, MORENA se colocó en el tercer lugar, desplazando al PRD, aunque tampoco logró obtener distrito alguno. En Tabasco y el Estado de México logró los votos necesarios para colocarse en el cuarto lugar, detrás de PRI, PAN y PRD. El balance en general de MORENA en estos nueve estados es de un partido competitivo, a pesar de ser de reciente creación (el PVEM logró ubicarse dentro de los primeros cuatro lugares en el estado de Tabasco). MORENA aparece como partido grande y competitivo sólo en una entidad, mientras en ocho estados se ubica como partido intermedio, pero competitivo.
Con base en la distribución de los Distritos, dos estados se ubican en un sistema de partido predominante: Tlaxcala (PRI) y Baja California (PAN); cuatro con características bipartidistas como Oaxaca (PRI/PRD), Quintana Roo (PRI/PVEM), Tabasco (PRD/PRI) y Campeche (PRI/PAN). Tres estados presentan una distribución de los distritos en tres o más partidos, correspondiente al pluralismo moderado: CDMX (MORENA/PRD/PAN), Veracruz (PRI/PRD/PAN/MORENA) y Estado de México (PRI/PAN/PRD/MORENA).
2. Votación moderada en once estados
En este segmento de votación se ubican 11 estados: Puebla, Morelos, Zacatecas, Hidalgo, Chihuahua, Baja California Sur, Chiapas, Querétaro, Aguascalientes, Durango y Coahuila. En estas entidades, la votación de MORENA cumplió con expectativas cercanas a su promedio nacional (8.37%). En siete de estos estados, el PRI se mantuvo como la primera fuerza, el PAN en tres y el PVEM en uno (Chiapas). En este segmento, el impacto de MORENA fue menor que en el anterior, ya que son entidades con un voto consistente a favor de PRI, PAN y PVEM. En promedio, MORENA ocupó el quinto lugar de diez partidos. En Puebla, Morelos, Zacatecas e Hidalgo, MORENA se ubicó como partido intermedio, aunque con una categoría de participación moderada. En Puebla, la batalla electoral se presentó entre el PRI y el PAN (Unión de Puebla, 8 de junio, 2015), caso distinto al predominio del PRI en Hidalgo (Unión de Hidalgo, 9 de junio, 2015) o a la fuerza del PAN en Aguascalientes (Excélsior, 7 de diciembre, 2015). (Cuadro 4).
En Chihuahua, Baja California Sur, Chiapas, Querétaro, Aguascalientes, Durango y Coahuila, su votación osciló entre el 6.52 y el 5.0%, que está por debajo de su promedio nacional. En ellos, MORENA se ubicó en la categoría de partido pequeño con una participación moderada. De esos, el PRI ocupó el primer lugar en siete estados, el PAN en tres y el PVEM en uno. La posición más relevante de MORENA fue el tercer lugar en Puebla y Chiapas. De ahí, fue cuarta posición en Morelos, Chihuahua, Querétaro y Coahuila, y quinto lugar en Hidalgo, Baja California Sur, Aguascalientes y Durango. Finalmente, quedó en sexto lugar en Zacatecas. La constante fue que en estos 11 estados no ganó ningún distrito.
En el balance general, destaca el voto “duro” del PRI al ganar los siete distritos de Hidalgo (uno en alianza con el PVEM) y los cuatro de Durango. El PAN obtuvo los dos distritos en Baja California Sur y tres de Querétaro. Quedó la duda sobre el sorprendente triunfo del PVEM al arrasar en los 12 distritos de Chiapas, cinco en alianza con el PRI, estado gobernado precisamente, por el Verde.
Existen seis estados con un partido predominante, de los cuales tres del PRI (Zacatecas, Hidalgo y Durango), dos del PAN (Baja California y Querétaro) y el PVEM-PRI en Chiapas. En cuatro estados se observa un sistema bipartidista PAN/PRI: Puebla, Chihuahua, Aguascalientes y Coahuila. Finalmente, un estado, Morelos, con un sistema de pluralismo moderado (PAN/PRD/PRI/PANAL).
3. Votación mínima en nueve entidades
En este grupo se encuentran nueve entidades en las que la votación de MORENA osciló entre el 4.99 y el 3.00%, situándolo como partido pequeño con una participación mínima. Los votos van desde el 4.74% en Michoacán hasta el 3.30% en Guanajuato. En estos estados la tarea fue complicada, pues compitió con partidos grandes e intermedios, además de los partidos pequeños mejor posicionados. Ocupó el tercer lugar en Sonora, cuarta posición en Nayarit, Sinaloa y Yucatán, quinto lugar en San Luis Potosí y Michoacán, y sexto en los estados de Guerrero, Tamaulipas y Guanajuato (Cuadro 5).
El PRI dispone de votantes cautivos en Michoacán, Nayarit, Sinaloa, Guerrero, Sonora, Yucatán y Tamaulipas, en los cuales su votación estuvo por encima del 37%. El PAN mantuvo un fuerte arraigo en San Luis Potosí, Guanajuato, Nuevo León y Colima, con una votación por encima del 33.52%. Destaca la victoria del PAN en nueve distritos de Guanajuato y la del PRI en los ocho de Tamaulipas y los tres de Nayarit (Excélsior, 9 de junio, 2015).
En cuanto a los partidos, dos estados presentan un sistema de partido predominante: en Nayarit y Tamaulipas, el PRI ganó todos los distritos en disputa; tres estados tienen un sistema bipartidista PAN/PRI: Sonora, Yucatán y Guanajuato, y en cuatro estados se registra un pluralismo moderado: Michoacán (PRI/PRD/PAN), Sinaloa (PRI/PAN/PVEM), San Luis Potosí (PRI/PRD/PAN) y Guerrero (PRI/PRD/PVEM).
Los resultados electorales de MORENA son positivos por tratarse de la primera batalla, pero su presencia es muy variada en los estados. Este buen inicio no puede hacer perder de vista que la diferencia en porcentajes entre MORENA y el PRD, no fue muy grande, de 2.43 puntos porcentuales. En las nueve entidades referidas en este corte, la votación de MORENA estuvo por debajo de su promedio nacional, de 8.37%, correspondiente a una votación mínima. En Michoacán, por ejemplo, quedó en el quinto lugar de diez competidores, pero la distancia entre el primero y segundo lugar respecto a la quinta posición, fue muy amplia: el PRI obtuvo el 28.01% y el PRD 25.40%, mientras MORENA consiguió sólo 4.74% de los votos. En San Luis Potosí ocurrió algo similar.
En Nayarit, MORENA se ubicó en la cuarta posición, sin embargo, el porcentaje de votos que separa al primer lugar (PRI) del segundo (PAN), es de 20 puntos. Aquí, la disputa fue más cerrada entre el PAN y el PRD. La distancia entre el PRD, como tercer lugar, y MORENA como cuarto, también fue amplia, de 11.71 puntos de diferencia. En Sinaloa y Yucatán se repite el patrón de Nayarit. En Guerrero, Tamaulipas y Guanajuato, la distancia de MORENA con los partidos más fuertes, PRI y PAN, es muy amplia. Al PRD no le fue mejor, a pesar de haber gobernado en Guerrero.
4. Votación no competitiva en tres estados
En Jalisco, Nuevo León y Colima, MORENA no superó el 3% de los votos, quedando en la séptima posición en Jalisco y Colima y en la novena en Nuevo León. De manera inusual, en Jalisco el primer lugar se lo llevó MC con el 28.79% (Cuadro 6).
En estos tres estados, los resultados de MORENA fueron poco alentadores: sin el 3% de los votos, MORENA quedó como partido no competitivo. En cuanto a la fuerza de los partidos, dos estados registran un sistema bipartidista: Nuevo León (PAN/PRI) y Colima (PRD/PAN), y uno se perfila con un pluralismo moderado: Jalisco (MC/PRI/PVEM/PAN).
Si, en efecto, en esta primera aparición MORENA no generó nuevos votantes, sino más bien creció a costas del PRD (El Economista, 20 de octubre, 2015), ahí donde la fuerza del Partido del Sol Azteca fue limitada, como en estos tres estados el efecto MORENA también lo fue. Este fenómeno se observaba ya en los apartados anteriores, a excepción de Michoacán. MORENA tiene una presencia limitada en los tres estados comentados, en los cuales registra una votación no competitiva y mínima, un reto organizativo que, como en el resto de la República, requiere construir referentes que ubiquen el atractivo de MORENA ante votantes independientes y entre los recién integrados al padrón electoral (para un balance general de los cuatro cortes de votación, véase el Anexo 4). Atraer nuevos votantes, en vez de sólo realinear a los del PRD, depende del necesario proceso de institucionalización de las rutinas organizativas (Panebianco; Sartori, 2005: 386).
El carácter competitivo del recientemente fundado MORENA se confirma también por el Coeficiente de Desempeño Electoral (CDE), si bien con presencia geográfica fuerte focalizada en algunas entidades.
IV. El focalizado desempeño electoral de MORENA
El CDE mide los votos del partido contra sí mismo en los espacios de competencia (Valdés, 2016), adecuado para clasificar la participación de MORENA en las elecciones federales de 2015. El criterio seguido es agrupar los resultados de los distritos federales por cada uno de los estados. Sorprendente para un partido de nueva creación, en su primera participación electoral MORENA tuvo un desempeño destacado en 12 estados de la República.
Valdés señala que el desempeño diferenciado se puede cuantificar a partir de un indicador de proporciones: el CDE trata de relacionar la proporción de votos obtenida por cada partido en los estados con su proporción de votos a nivel nacional. Dicho de otra manera, es una medición de la presencia electoral del partido, independientemente del lugar que alcanzó en una entidad por el porcentaje de votos: el partido compite contra sí mismo en términos de su implantación electoral en cada uno de los estados e indica dónde tuvo mayor o menor impacto electoral.
La fórmula es la siguiente: CDE = (vi/p)/(Vi/P)
Donde:
vi: es la votación obtenida por el partido i en cada uno de los estados;
p: es el número de ciudadanos empadronados en cada estado;
Vi: es la votación nacional del partido i, y
P: es el padrón nacional total.
(Valdés, 2016, 161-162, citado con autorización del autor).
Si el CDE es igual a 0.5, quiere decir que, en ese estado, el partido en cuestión obtuvo un porcentaje de votos igual a la mitad de su proporción nacional. En este caso, el partido es menos competitivo en una o varias entidades federativas que el promedio nacional. En un ejemplo hipotético, si un partido obtiene el 10% a nivel nacional, pero en algún estado obtuvo un CDE de 0.5, significa que obtuvo la mitad de los votos (50%) de su promedio nacional (que es 10%). Si el CDE es igual a 1, significa que en ese estado, el porcentaje de votos del partido es igual a su proporción nacional; en este caso, como el promedio nacional es de 10%, en alguna o varias entidades federativas obtuvieron el mismo 10%. Si el CDE es igual a 2, significa que en ese estado, el partido alcanzó un promedio de votación igual al doble de su promedio nacional; en ese caso, su votación en una o varias entidades federativas sería de 20%, ya que el promedio nacional es 10%. Valdés establece los siguientes parámetros: las entidades federativas donde un partido obtiene un CDE menor a 0.5, representa un mal desempeño electoral; en las que el partido obtiene un CDE mayor a 0.5 y menor a 1, su desempeño es aceptable, mientras en aquellas entidades en las que el CDE es mayor a 1 y menor a 2, su desempeño es bueno. Por último, el impulso electoral del partido en las entidades con un CDE mayor a 2, es, evidentemente, muy bueno.
Con los resultados oficiales del INE en las 32 entidades federativas, el CDE de MORENA fue malo en 20 estados, es decir, obtuvo la mitad de su proporción nacional; en ocho estados fue mayor a 0.5 y menor a 1, que corresponde a un desempeño aceptable; mientras que en tres entidades fue mayor a 1 y menor a 2, es decir, un buen desempeño. Por último, el impulso electoral del partido fue muy bueno en la CDMX, con un CDE de 2.6 (Cuadro 7).
En las mediciones derivadas del porcentaje de votos en cada estado y del CDE, el mejor resultado de MORENA se encuentra en el Distrito Federal, donde obtuvo el 23.59% de votos y un 2.6 en el CDE, correspondiente a un impulso electoral muy bueno. Su segundo mejor resultado de votos lo tuvo Oaxaca, con el 14.38%, pero el CDE fue de apenas 0.38, menos de la mitad de su promedio nacional. El porcentaje de votos en Oaxaca no refleja el impacto real de MORENA, correspondiente a un desempeño electoral malo. Su tercer mejor porcentaje de votos fue en Quintana Roo, con el 13.21%, pero un CDE de 0.38, similar a Oaxaca. Su cuarto mejor resultado fue Tlaxcala con el 13.06%, y un CDE de 0.68. Su quinto mejor resultado fue Baja California con el 12.86%, pero destaca un CDE de 0.96, que indica un desempeño aceptable, pues casi equivale a su promedio nacional.
Al comparar los mejores cinco resultados del CDE con el lugar correspondiente al porcentaje de votos, obtenemos lo siguiente: el DF queda en primer lugar, ya que el CDE es de 2.6, el mejor desempeño de MORENA de las 32 entidades federativas. Le sigue Campeche con un CDE de 1.92, que es casi el doble de su promedio nacional, entidad donde el 12.62% de los votos obtenidos es superior a su promedio nacional (de 8.37%). El tercer mejor CDE es Morelos con 1.10, por encima de su promedio nacional, estado en el cual obtuvo el 8.86% de la votación. En Hidalgo, el CDE se ubicó en 1.05, aunque su votación fue de 7.05%: en términos de proporción de votos, el resultado es bueno. El quinto mejor CDE lo tiene Baja California con 0.96, casi equivalente a su promedio nacional, a pesar de que en ese estado obtuvo 12.86% de los votos, en el CDE no alcanzó la proporción nacional.
Para terminar, en términos generales, el CDE ofrece los siguientes resultados para MORENA: una entidad con una votación muy buena, tres con una votación buena, ocho con un porcentaje aceptable y 20 en las cuales su desempeño fue malo, comparado, vale la pena insistir, con su propio promedio nacional. Si bien su porcentaje de votos no es precisamente malo en todas ellas, como se observa en el apartado III, MORENA tendrá que enfocar sus esfuerzos organizativos en esas 20 entidades. En cualquiera de los dos tipos de medición, sea por porcentaje de votos o por el CDE, la fuerza de MORENA se encuentra localizada principalmente en el DF y en cuatro estados más, indicativo de que su impacto en las otras 27 entidades federativas es aún frágil.
Conclusiones
En el proceso electoral federal del 7 de junio de 2015 participaron diez partidos políticos, tres de los cuales lo hicieron por primera vez: PES, PH y MORENA. De los tres, MORENA obtuvo el mejor resultado: 8.37% de los votos. Con base en la historia electoral desde 1991, de partidos que han tomado parte por primera vez en contiendas electorales federales, MORENA obtuvo el porcentaje más alto en 24 años, superando al PRD en su primera incursión electoral, que en las elecciones intermedias de 1991 alcanzó el 7.91%.
Con ese efecto, el sistema de partidos pasó del pluralismo moderado-excluyente, asentado en tres ofertas políticas, a un pluralismo con dos partidos fuertes (PRI y PAN), dos partidos intermedios (PRD y MORENA) y cinco partidos pequeños (PVEM, MC, PES, PANAL y PT), una nueva correlación de fuerzas que se expresó, también, en la integración de la Cámara de Diputados. Al comparar el Número Efectivo de Partidos (NEP) de las elecciones intermedias de 1997, 2003, 2009 y 2015, la última registra el índice más alto (6.44), lo cual se corresponde con una nueva distribución de escaños entre los partidos y la fragmentación en la competencia (Reporte Electoral 1, 2015: 1). Este escenario significó una disminución en la concentración de escaños en las tres principales fuerzas políticas (PRI, PAN y PRD): de un 98% en 1994 pasó a 74% en 2015, de los que el más afectado fue el PRD, sin que eso elevara el grado de competitividad del sistema de partidos.
En esas últimas elecciones, el PRI no perdió fuerza, al contrario de lo que le ocurrió al PAN en 2009 y 2003 con los presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, respectivamente, y en 1997, al PRI, con Ernesto Zedillo. Aunque hubo una merma para el PRI en 2015, fue mínima (de 2.34%). De acuerdo con los datos oficiales, los resultados de 2015 interrumpieron tres elecciones intermedias consecutivas con un castigo significativo al partido gobernante.
Con base en la clasificación del margen de victoria (MV), las cuatro elecciones intermedias federales revisadas (1997, 2003, 2009 y 2015) arrojan poca distancia entre el primero y segundo lugar. Paradójicamente, a pesar de la baja legitimidad del gobierno de Enrique Peña Nieto, el PRI no fue castigado por los votantes en 2015. El caso de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, los escándalos de “la casa blanca” propiedad de la esposa del presidente o el bajo crecimiento económico del país, no fueron suficientes para impulsar un voto de castigo. ¿Qué fue lo atípico? Los resultados del 2015, indican que el PAN y el PRD parecen haber claudicado a su función de oposición y hasta a la defensa de sus intereses.
A partir de la distribución de los votos (DV), la fuerza de MORENA se localiza, principalmente, en la Ciudad de México (CDMX), parte de su fortaleza y de su fragilidad. Esa fortaleza concentrada le hizo posible ganar 12 distritos federales de mayoría, aunque con una constante debilidad en buena parte del país, al obtener solamente tres distritos fuera de la CDMX. En cuanto al porcentaje de votos en distritos federales agrupados por estados, en nueve estados logró superar su promedio nacional (8.37%), una votación entre 10.00 y 23.59%; en otros 11, su fuerza se ubicó entre 5.00 y 9.9%; en nueve estados más, su votación osciló entre 3.00 y 4.99% correspondiente a su participación mínima. Finalmente, en tres entidades quedó como partido no competitivo, al no alcanzar el 3.00% de los votos.
Junto al porcentaje de votación, se calculó el índice de fuerza de la oposición (FO), que va de un rango del 0 al 100: entre más alto, más fuerza posee la oposición. El resultado obtenido fue de 25.20 puntos, un indicador ligeramente bajo, producto de los 160 diputados de mayoría que obtuvo el PRI; sus diputados de MR más los de RP sumaron 208, por lo que sólo requería 43 legisladores para conseguir la mayoría absoluta. En este escenario, sus aliados del PVEM y PANAL juegan un papel crucial en la aprobación de reformas secundarias. En la LXIII Legislatura de la Cámara de Diputados, las oposiciones parlamentarias acusan marcada debilidad.
El índice del grado de concentración de triunfos en los distritos electorales (DV), con una escala que va de 0 a 100, integra los triunfos de un solo partido: entre más alto, más concentradas están las victorias en un solo partido. El resultado fue de 48.33 puntos: el PRI requiere de muy poco apoyo para lograr la mayoría absoluta (50+1%). La combinación del margen de victoria (MV) con la fuerza de la oposición (FO) y la distribución de votos (DV), arroja un Índice Compuesto de Competitividad (ICC) de 55.10 puntos, lo cual ubica al sistema de partidos en un nivel medio, ya que los escaños se concentraron esencialmente en dos partidos, PRI y PAN.
Ahora bien, los datos de 2015 muestran un impacto moderado de MORENA en la atracción de votos, que sin embargo, afectó al PRD. En 2012, el PRD atrajo al 16.46% de los votantes, mientras en el 2015 llegó al 10.87%, 5.59 puntos menos. En términos de escaños, en 2012, el PRD consiguió 101 diputados, mientras en 2015 obtuvo sólo 60. Las preferencias electorales de la izquierda se dividieron en 2015, con dos precisiones: el candidato presidencial del PRD, en 2012, era el líder de MORENA en 2015; por otro, las presidenciales y las intermedias son elecciones de diferente tipo.
Para evaluar la presencia de MORENA en la elección federal de 2015, se utilizó el Coeficiente de Desempeño Electoral (CDE), con los siguientes resultados: en 20 estados su proporción de votos fue negativa al obtener la mitad de votos respecto a su promedio nacional; en ocho, su desempeño fue aceptable; en tres estados registra un buen desempeño y, en uno, fue muy bueno, lo que confirma que la fuerza electoral de MORENA está focalizada en algunas entidades. La capacidad de atracción de MORENA en la elección de diputados federales lo ubicó en el cuarto lugar, un emergente partido competitivo que modificó la configuración del sistema de partidos, sin que ello, como vimos, elevara el grado de competitividad del sistema en su conjunto.