Introducción
En Argentina, el Ejecutivo nacional decretó Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio-aspo (Decreto 297/2020) el 20 de marzo de 2020, nueve días después de que la pandemia de la covid-19 fuera declarada por la Organización Mundial de la Salud-OMS (World Health Organization, 2020); desde entonces se observó un aumento de la circulación de noticias falsas sobre el tema, difundidas en las redes sociodigitales como WhatsApp (Zarocostas, 2020). Tal fenómeno ha provocado que políticos, científicos, autoridades judiciales y los medios de comunicación se vean desafiados a combatir la desinformación. Los soportes de comunicación digital, de televisión y de radiodifusión gestionados por el Estado argentino, además de las pautas inherentes a la pandemia, se ocuparon de aclarar noticias falsas publicadas en blogs “alternativos” y en medios tradicionales (Marangoni, 2020).
Una de las iniciativas gubernamentales más destacadas fue la plataforma Confiar, creada por la Secretaría de Medios y Comunicación Pública y desarrollada por la Agencia Nacional de Noticias Télam con el objetivo de “controlar la infodemia (epidemia informativa) que invade con noticias poco confiables, maliciosas o falsas que aumentan el pánico, alimentan la angustia o promueven conductas incorrectas” (Télam, 2020).
En este contexto, el grupo de investigación en comunicación de riesgo y pandemia de la covid-19 de la Universidad de Flores (Argentina), la cual forma parte del International Covid-19 Awareness and Responses Evaluation Study (ICARE)-Canadá (ICARE, 2022), consideró importante estudiar la producción de contenido desinformativo sobre la pandemia en Argentina a partir de la observación de las notas publicadas por Confiar a lo largo de 2020. Este artículo presenta la investigación realizada entre los días 10 de septiembre de 2020 y 28 de febrero de 2021, donde el objetivo general es analizar la difusión de las noticias falsas en el marco de la estrategia de comunicación de riesgo implementada durante la pandemia de la covid-19 por el gobierno en Argentina. Los objetivos específicos son: 1) clasificar las noticias falsas desmentidas por la plataforma Confiar durante el primer año de la pandemia; 2) identificar y describir las temáticas de las fake news que circularon en el periodo.
El recorrido teórico, metodológico y los resultados, están aquí explicitados bajo la siguiente organización textual: luego de esta introducción, se efectúa una revisión de la literatura sobre los conceptos de fake news, Infodemia y Comunicación de Riesgo. A continuación, se delimita el problema y la descripción del objeto de estudio para así presentar el método de relevamiento y análisis. Finalmente, dase a conocer el análisis en sí mismo, los resultados obtenidos, la discusión y la conclusión.
Base conceptual
Fake News y desinformación: concepto y síntomas
A partir de la popularización de internet en la década de 1990, y más precisamente con el surgimiento de los sitios de redes sociales (mediados de la década 2000), la desinformación se sistematizó; ganó formas metodológicas nunca vistas, pues la facilidad de intercambio de relatos se hizo exponencial, sobre todo como resultado del uso de mecanismos de popularidad entre los usuarios, donde la polémica sirve como impulsadora de las interacciones (McPherson, et al., 2001). En ese movimiento, la producción y la difusión de noticias falsas escalaron frenéticamente, tanto que el término fake news fue creado para explicar esa práctica y, en 2017, fue elegido “palabra del año” por el Collins Dictionary.2
A saber, el vocablo fake news es usado para describir un tipo de noticia producida con la clara intención de conducir una narrativa parcial o totalmente errónea como si fuera correcta; para desinformar, producir entendimientos erráticos o simplemente generar pánico (Allcott y Gentzkow, 2017; Bounegru, et al., 2018; Bertolini, 2017; Kovach y Rosenstiel, 2011; Shu, et al. 2017; Shudson, 2003). En ese contexto, llama la atención el carácter comunitario de la difusión de noticias en las redes sociales virtuales y la influencia de determinados individuos en las “burbujas” que se forman en las plataformas web, aludiendo al poder socializador del intercambio virtual de la desinformación. Al mismo tiempo, es notable la tendencia de los usuarios a fijar y difundir relatos que confirmen visiones de mundo compartidas, creando un ambiente favorable a la desinformación, ya que la identificación con los mensajes baja la guardia de los receptores/ remitentes. Un comportamiento que deja poco espacio para la duda y para el sentido crítico (Baldaci, et al., 2017).
Aludiendo a “infraestructuras mediadoras, plataformas y culturas participativas que facilitan su circulación” se observa un fenómeno de carácter “sociológico-online”, que hace que la circulación de noticias falsas sea menor fuera del entorno virtual (Bounegru, et al., 2018).
Otro punto llamativo es que la información deliberadamente errónea comienza a ser considerada fake news cuando se “viraliza”, es decir que llega a un número amplio de receptores (Bounegru, et al., 2018); por lo tanto, es construida para impactar a una comunidad considerable, con intención de mover amplias audiencias. Este entendimiento se aproxima a la definición de que dos características claves distinguen este tipo de contenido de lo que es producido por el periodismo profesional: 1) la falta de autenticidad y 2) el propósito de engañar.
En este sentido, los errores que eventualmente cometen los periodistas se exceptúan de este concepto (Shu, et al., 2017). Asimismo, existe una apropiación del hacer periodístico en la producción de las fake news: los productores de noticias total o parcialmente falsas “toman prestada” la credibilidad de los medios tradicionales empleando lenguaje y recursos narrativos comúnmente usados por ellos (Shudson, 2003). Es decir, la desinformación es un objetivo para los productores de noticias falsas (Bertolini, 2017), ellos no son víctimas de fuentes malintencionadas ni de sus sesgos al escribir una nota, sino que su propio modus operandi les denuncia la intención de desinformar al público (Kovach y Rosenstiel, 2011).
También vale destacar el aspecto politizado de la desinformación, verificado con más atención por la comunidad científica a partir del 2016, durante la elección presidencial en Estados Unidos, cuando las fake news fueron parte de la retórica en la corrida por la Casa Blanca (Tambuscio, 2018). Y el tema se refiere tanto a las capacidades cognitivas e intelectuales para diferenciar la información correcta de la tergiversada como a los sesgos ideológicos que influyen en el enganche con noticias descontextualizadas, imprecisas o deliberadamente falsas (Tandoc, 2021).
Las preocupaciones alrededor de ese fenómeno vienen justamente de los impactos negativos que las publicaciones con informaciones total o parcialmente falsas provocan en la opinión pública y, luego, en el actuar de la sociedad. Sarah Evanega y colaboradores (2020) llaman la atención para el potencial de las fake news en generar engaños que llevan a las personas a intentar tratamientos no científicos, aumentando el riesgo de propagación del virus. En su investigación, donde evaluaron más de 38 millones de piezas de contenido publicadas por medios tradicionales en lengua inglesa, entre el 1 de enero y el 26 de mayo de 2020, estos autores identificaron que más de 1,1 millón de noticias (2,9% del total analizado) difundieron, amplificaron o debatieron sobre fake news relacionadas con la pandemia.
A nivel regional, el estudio emprendido por Cerón y colaboradores (2021) entre enero y julio de 2020 pone luz sobre la “epidemia desinformativa” en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Venezuela. Por medio del análisis de 102,379 tweets publicados por organizaciones verificadoras de hechos (Chequeado, Agência Lupa, Mala Espina Check, ColombiaCheck, El Sabueso y Efecto Cucuyo), los autores buscaron patrones de comportamiento de difusión de noticias falsas en los seis países y, al mismo tiempo, evaluaron la efectividad de los servicios de fact-checking. Y entre los resultados, se destaca el entrelazamiento de las disputas políticas con la crisis sanitaria como eje de la infodemia: se observó que las agencias de fact-checking se ocuparon de desmentir un gran volumen de noticias falsas con fondo político, destacándose Brasil donde el jefe del Ejecutivo fue identificado como difusor de desinformación.
Infodemia: la epidemia informativa
Para estudiar la maraña informativa actual, con el boom de desinformación que se observa, es fundamental comprender el concepto de infodemia, que la Organización Panamericana de la Salud-OPS (2020) caracteriza como
[…] un gran aumento del volumen de información relacionada con un tema particular, que puede volverse exponencial en un período corto debido a un incidente concreto como la pandemia actual. En esta situación aparecen en escena la desinformación y los rumores, junto con la manipulación de la información con intenciones dudosas. En la era de la información, este fenómeno se amplifica mediante las redes sociales, propagándose más lejos y más rápido, como un virus. (OPS, 2020, p. 2)
La OPS usa el neologismo infodemia creado por David J. Rothkopf en un artículo publicado en 2003 en el diario The Washington Post. En aquel entonces, el autor percibió un aumento exponencial de informaciones desencontradas sobre la epidemia de Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) que ocurrió entre 2002 y 2004; acuñando el término con la explicación que se trata de “hechos mezclados con miedo, especulación y rumores, amplificados y transmitidos rápidamente en todo el mundo por las modernas tecnologías de la información”; y declarando que la infodemia “afectó las economías, la política e incluso la seguridad nacional e internacional de formas totalmente desproporcionadas a las realidades básicas” (Rothkopf, 2003, párr. 3).
Además, la generación de pánico es un síntoma bastante claro de la infodemia, observada en distintas temporadas, incluso desde los inicios de la “guerra contra el terrorismo”, después del 11 de septiembre. En este sentido, la epidemia informativa tiene el poder de marear la comprensión de los hechos y, con eso, moldear negativamente la opinión pública y afectar decisiones colectivas. Mientras que los períodos infodémicos se caracterizan por generar “distorsión, confusión y una incongruencia a veces profunda entre los hechos subyacentes y sus implicaciones” (Rothkopf, 2003, párr. 8).
También es característica de la infodemia la escalada de teorías de la conspiración (Rothkopf, 2003) que suelen aparecer con más frecuencia en períodos en que los individuos se sienten impotentes, con poco espacio para expresarse, o cuando el sentimiento de desventaja gana fuerza en las sociedades (Swami, 2012). Dentro de este escenario, las noticias falsas con tono conspirativo aluden a una trama urdida por poderes que actuarían de manera oculta para fines pérfidos; y son producidas o difundidas por grupos de creyentes o de personas susceptibles a creer en supuestos hechos paranormales que no serían relatados por los medios tradicionales, en contra de los cuales se debe luchar, especialmente difundiendo “la verdad” (Swami, 2012).
Por fin, es pertinente pensar los retrocesos científicos que la infodemia puede causar. Marangoni (2020) declara que “esta enorme proliferación de información constituyó un verdadero bombardeo indiscriminado de consejos, de guías de conductas” (párr. 3). Los efectos de la epidemia informativa alrededor de la covid-19, dice el autor, demandaron respuestas rápidas, lo que hizo que un par de revistas científicas pusiesen su credibilidad en juego, por ejemplo, al acelerar la revisión por pares abriendo un mayor margen de errores que tardan mucho para ser corregidos.
Comunicación de riesgo: prevención, contraataque y mitigación de daños
Entrando en los esfuerzos gubernamentales para combatir la desinformación, se observa que ellos son estratégicos cuando están bajo el concepto de Comunicación de Riesgo (Covello, et al., 1989), que remite a paradigmas diversos, con especial atención al psicométrico del riesgo individual y colectivo con lugar en entornos políticos, sociales y económicos de urgencia (Abraham, 2009; Slovic, et al., 1979; Slovic, 1987).
Fundamentalmente, describen Murdock et al. (2003), la Comunicación de Riesgo es efectiva cuando la llevan a cabo instituciones políticas y formuladores de políticas, científicos y comunidades especializadas en asociación con corporaciones, movimientos sociales, partidos de oposición, medios de comunicación. En este sentido, estos actores compiten por la atención del público -que no es de todo pasivo y, a la vez, espera direccionamientos-, emitiendo opiniones y orientaciones y, al mismo tiempo, desvelando percepciones en un intento de dominar la agenda social y política a través de las interpretaciones que ofrecen.
En una dimensión aún más práctica, la Organización Mundial de la Salud (2020) define que la comunicación de riesgo en periodos epidémicos o pandémicos “se refiere al intercambio en tiempo real de información, consejos y opiniones entre especialistas y personas que enfrentan una amenaza (peligro) para su supervivencia, salud o bienestar económico o social. Su objetivo final es que todas las personas en riesgo puedan tomar decisiones informadas para mitigar los efectos de la amenaza, como el brote de una enfermedad, y tomar medidas preventivas y de protección”.
Thomas Abraham (2009) destaca que, en sus directrices comunicacionales desarrolladas durante el brote de SARS en 2003, la OMS determinó que la comunicación de riesgo debe llevar en consideración cinco principios básicos: 1) generar confianza; 2) anunciar temprano; 3) ser transparente; 4) respetar las preocupaciones del público; 5) ser planificada con anticipación. Ese enfoque está direccionado a la amplitud de las crisis sanitarias, conllevando aspectos sociológicos, políticos, económicos y culturales involucrados en ellas.
En suma, la comunicación de riesgo es una táctica a ser utilizada por los Estados modernos en los cuales la amplitud de acceso a la información genera desafíos como los que están en el entorno de la infodemia observada en la crisis sanitaria de la covid-19. Es decir, los esfuerzos planeados y metodológicamente ejecutados para informar a la población y al mismo tiempo combatir las noticias falsas deben pasar por estrategias de comunicación de riesgo (Abraham, 2003).
Delimitación del problema y presentación del objeto de análisis
Fake News sobre la pandemia en Argentina: un problema social
Frente a la pandemia de covid-19 (SARS-CoV-2), una vez más se verificó que la información es, además de un derecho, una necesidad sanitaria al igual que la atención médica y las políticas públicas. Brindar información confiable a la población es preventivo (Abraham, 2003), especialmente en el tiempo de amplia comunicación que estamos viviendo: con internet banda ancha, teléfonos inteligentes y aplicaciones fáciles de operar, todo ciudadano conectado a la web es un informante potencial, que actúa como receptor en la misma medida que es emisor de mensajes. Por lo que la mediación tradicional se enfrenta al desafío de lidiar con un gran volumen de noticias no claras, poco contextualizadas e incluso deliberadamente falsas (Zarocostas, 2020).
En este contexto, la infodemia (Rothkopf, 2003) es bastante peligrosa dado que el gran flujo de contenido sin legitimidad puede restar importancia a los protocolos sanitarios definidos por la comunidad científica y las autoridades, que son cruciales para contener los contagios y preservar la sanidad de las poblaciones (Allcott y Gentzkow, 2017; Marangoni, 2020).
En este estudio el interés es por los engendros de la producción y difusión de fake news alrededor de la pandemia de la covid-19, que en Argentina se mostraron muy presentes en el periodo analizado: a partir de la declaración de pandemia por la OMS desde el 11 de marzo hasta el 31 de diciembre de 2020 (Marangoni, 2020).
Plataforma Confiar: chequeo de hechos y Comunicación de Riesgo
La plataforma Confiar3 es un portal web interactivo creado por la Secretaría de Medios y Comunicación Pública y mantenido por la Agencia Nacional de Noticias Télam para servir a la población como un sitio donde se puede verificar información sobre la pandemia de covid-19. También provee contenido para la programación de la Televisión Pública Argentina (Canal 7) e, indirectamente, pauta otros medios de comunicación en el país.
Al acceder a la plataforma, la página principal muestra un letrero que dice “Infodemia: la epidemia informativa de la pandemia”. Luego, abajo, están destacadas tres opciones de navegación inmediata:
“Verdadero o Falso - todo lo que necesitás saber del Covid-19”;
“Fake News - las noticias falsas acerca del coronavirus al descubierto”;
“Caja de Herramientas - herramientas para detectar la información falsa”.
El sitio web interactivo también presenta un menú donde repite las mismas opciones de navegación y se suman “Noticias” (de Argentina y del mundo), “Info covid-19” (informes oficiales del Ministerio de Salud) y el submenú “covid-19 en Números” (estadísticas). Además de eso, la página permite navegar por informes de prensa, videos y un podcast; abre espacio para el envío de consultas y permite hacer búsquedas en sus contenidos a partir de palabras clave.
También puede ser caracterizada como una herramienta fact-checking o chequeo de hechos (Uscinski y Butler, 2013) que, en síntesis, es una práctica periodística que abarca métodos de verificación de los hechos (Lotero-Echeverri, et al., 2018) para determinar la confiabilidad de las noticias publicadas, especialmente en el ámbito digital (Seibt, 2020).
Dada su naturaleza (iniciativa del Estado) y objetivo (Comunicación de Riesgo), y por lidiar con las fake news que han sido ampliamente compartidas en redes sociales y aplicaciones como WhatsApp, consideramos que Confiar reunió un muestreo representativo de la infodemia en el país.
Metodología
Esta investigación tuvo un enfoque cualitativo y de análisis de contenido. También, fueron complementados los resultados con datos cuantitativos (triangulación de los datos) (Bericat, 1998), con lo cual la búsqueda fue por las inferencias válidas de los datos con respecto a sus contextos, a partir del establecimiento de categorías y de la evaluación atributiva de las informaciones (Hernández, 2018). Posteriormente, la investigación se concentró en identificar los significados y padrones discursivos enmarcados en las noticias falsas desmentidas por la plataforma Confiar entre el 01 de abril al 31 de diciembre de 2020.
Para el análisis cuantitativo, se realizó la recolección de todos los links de las publicaciones listadas en el menú “Fake News”, ordenándolos por fechas de publicación (en tres etapas de recolección así datadas: 10 de septiembre, 13 de diciembre de 2020 y 11 de enero de 2021). Fueron excluidas del análisis las publicaciones listadas en los menús “Verdadero o Falso”, “Noticias” y “Info covid”, pues las publicaciones allí archivadas no se enfocan exclusivamente en noticias falsas del Universo de Análisis (Hernández, 2018).
A partir de allí fueron definidas las categorías y subcategorías como segmentos específicos para codificación y empleo de frecuencias a ser calculadas y posteriormente para representación numérica (porcentaje). La categorización (Bardin, 1977), que se define por la clasificación de elementos constitutivos de un conjunto a través de la diferenciación, siendo resultado de la agrupación por analogía con criterios previamente definidos, se formó siguiendo el modelo planteado por Wardle (2017). Y la subcategorización, con la que se alcanzó a las temáticas de las fake news, se emprendió a partir de la repartición de volúmenes ecuánimes de notas que fueron analizadas individualmente y revisadas después por algunos miembros del grupo de investigación, actividad que fue seguida por debates entre todos.
En cuanto a la codificación que llevó a las subcategorías, fue emprendida la validez cualitativa con base en los constructos diseñados según la triangulación de datos (variedad de datos derivados de diferentes fuentes de información) y triangulación de investigadores (participantes/ investigadores con formación y experiencia en diferentes áreas-Grupo ICARE). La confiabilidad interna se basa en la presencia de varios investigadores, buscando un equilibrio en el análisis e interpretación de los datos. La confiabilidad externa se presenta en la explicación del método utilizado para la recolección de la información, de modo que pueda ser replicable en otros estudios (Wardle, 2017).
Resultados
Construcción de las categorías de análisis
Según relevamiento en la plataforma Confiar, desde el 1 de abril hasta el 31 de diciembre de 2020, fueron publicados 74 (setenta y cuatro) artículos desmintiendo noticias falsas sobre la pandemia en Argentina. Esas notas contratacaron afirmaciones o insinuaciones difundidas en diferentes blogs y, en algunos casos, también en medios tradicionales, reconocidos como legítimos por la sociedad argentina.
Con la categorización primaria de las publicaciones recolectadas, fueron clasificadas según los tipos de fake news desmentidos por Confiar. Para tal propósito, se recurrió a lo planteado por Claire Wardle (2017), que señala siete tipos comunes de noticias falsas (Tabla 2).
CATEGORÍAS | DEFINICIÓN |
Sátira o parodia | Notas cuyo objetivo primordial es satirizar/ironizar un hecho, pero tienen potencial de inducir interpretaciones sesgadas o erróneas cuando el público no tiene claridad de la intensión humorística del contenido |
Conexión falsa | Notas cuyos titulares no resumen con exactitud el contenido presentado, objetivando llamar la atención del lector, muchas veces de manera sensacionalista, llevando a interpretaciones equivocadas sobre todo por aquellos que no se profundizan en el cuerpo del texto |
Contenido engañoso | Notas cuyo objetivo es deliberadamente engañar, enmarcando la interpretación errada de un tema o presentando hechos que no pasaron perjudicando a una persona o a un grupo de personas |
Contexto falso | Notas cuyo contenido es genuino, pero está enfocada en contextos sesgados o deliberadamente erróneos; descontextualizaciones intencionales para conducir la audiencia al error |
Contenido impostor | Notas en las cuales las fuentes genuinas son suplantadas, dificultando que los lectores tengan acceso a opiniones calificadas |
Contenido manipulado | Notas cuyas informaciones, imágenes o audios genuinos son manipulados gráficamente, o editados a tal punto de conducir una interpretación totalmente distinta de la pretendida originalmente |
Contenido inventado | Notas cuyo contenido es totalmente falso, producido con el deliberado objetivo de dañar o engañar |
Fuente: Elaboración a partir de Claire Wardle (2017).
A partir del análisis cualitativo y tras la categorización de las noticias, se detectó la no ocurrencia de ‘sátira o parodia’ y de ‘conexión falsa’ en las notas desmentidas por Confiar. También se realizó una subcategorización propia agrupada de manera sintética las temáticas de las notas difundidas en línea y desmentidas por Confiar. De ese ejercicio resultaron seis subcategorías (Tabla 3).
SUBCATEGORÍAS | DEFINICIÓN |
Falsas declaraciones de autoridades políticas y/o científicas | Notas que acreditan opiniones o recomendaciones falsas o tergiversadas de científicos, políticos, gestores de salud o figuras públicas. |
Informaciones falsas sobre políticas públicas | Notas que presentan falsas comunicaciones del gobierno o que tergiversan sobre lo planteado por los órganos públicos encargados de dar respuestas y soluciones a la sociedad. |
Informaciones incorrectas sobre el contagio | Notas cuyo tema son orientaciones incorrectas de la manera que los individuos se pueden contaminar con el virus. |
Informaciones incorrectas o falsas sobre el virus | Notas que presentan equivocadamente las características del virus o sus causas, síntomas, entre otros temas relacionados. |
Tratamientos no reconocidos por la ciencia | Notas que presentan recomendaciones de cuidados caseros o prometen curas “milagrosas”, que no tienen respaldo de científicos del tema. |
Teorías de la conspiración | Notas que prometen revelar tramas urdidas por poderes ocultos o “verdades que no quieren que se conozcan”. |
Fuente: Elaboración propia.
Análisis descriptivo
De manera general, se observa que el momento de mayor volumen de notas falsas desmentidas por Confiar a lo largo de 2020 se dio en el mes de mayo, particularmente en el día 28 (37,84%), cuando las discusiones sobre el origen del virus y también las alternativas de tratamiento/cura todavía eran bastante incógnitas (Gráfico 1).
Después de mayo (44,59%), ningún otro mes se mostró tan fructífero en desinformaciones; se observó una leve alza en el mes de julio (13,51%) que puede estar relacionada con el aumento del número de casos en el país, y también con el desgaste social causado por la continuidad del aislamiento (Gráfico 2).
Desde el análisis de los tipos de fake news, se constató la ocurrencia de notas falsas desmentidas por Confiar a partir de las categorías, con un alto porcentaje significativo de contenidos inventados (41,89%), seguidos por los contenidos engañosos (28,38%). En frecuencias inferiores, se presentó la siguiente clasificación: contenidos con contexto falso (14,86%), contenidos impostores (8,11%) y contenidos manipulados (6,76%).
Tales subcategorías se destacan con mayor intensidad bajo dos tipos específicos de noticias falsas: contenido engañoso (teorías de la conspiración, 9,46%; tratamientos no reconocidos por la ciencia, 9,46%) y contenido inventado (tratamientos no reconocidos por la ciencia, 12,16%; teorías de la conspiración 8,11%). Además, se percibe que la categoría de contenido inventado es la única que abarca todas las seis subcategorías, remarcando su incidencia diferenciada (Tabla 4).
CATEGORÍAS/SUBCATEGORÍAS | PORCENTAJE |
Contenido engañoso | 28,38 |
Falsas declaraciones de autoridades políticas o científicos | 2,7 |
Informaciones falsas sobre políticas públicas | 2,7 |
Informaciones incorrectas sobre el contagio | 4,05 |
Teorías de la conspiración | 9,46 |
Tratamientos no reconocidos por la ciencia | 9,46 |
Contenido impostor | 8,11 |
Teorías de la conspiración | 6,76 |
Tratamientos no reconocidos por la ciencia | 1,35 |
Contenido inventado | 41,89 |
Falsas declaraciones de autoridades políticas o científicos | 2,7 |
Informaciones falsas sobre políticas públicas | 1,35 |
Informaciones incorrectas o falsas sobre el virus | 5,41 |
Informaciones incorrectas sobre el contagio | 12,16 |
Teorías de la conspiración | 8,11 |
Tratamientos no reconocidos por la ciencia | 12,16 |
Contenido manipulado | 6,76 |
Falsas declaraciones de autoridades políticas o científicos | 2,7 |
Teorías de la conspiración | 2,7 |
Tratamientos no reconocidos por la ciencia | 1,35 |
Contexto falso | 14,86 |
Falsas declaraciones de autoridades políticas o científicos | 1,35 |
Informaciones incorrectas o falsas sobre el virus | 2,7 |
Informaciones incorrectas sobre el contagio | 5,41 |
Tratamientos no reconocidos por la ciencia | 5,41 |
Total general | 100 |
Fuente: Elaboración a partir de los datos de la plataforma Confiar.
En un análisis minucioso de las subcategorías, que demuestran las temáticas de los contenidos, se ve una mayor cantidad general de desinformaciones relacionadas a tratamientos no reconocidos por la ciencia (29,73%), de teorías de la conspiración (27,03%) y de informaciones incorrectas sobre las causas del contagio (21,63%) (Gráfico 3).
En particular, fueron analizados los datos de las subcategorías según los meses publicados; se constató que el mes de mayo tuvo alto porcentaje de notas relacionadas con tratamientos no reconocidos por la ciencia (13,79%), informaciones incorrectas sobre el contagio (13,79%) y teorías de la conspiración (12,07%), siendo el 28 de aquel mes el día en que Confiar más publicó desmentidos y aclaraciones de notas difundidas con eses enfoques (Gráfico 4).
Discusión y consideraciones finales
Luego del análisis del contenido de las fake news desmentidas por la plataforma Confiar desde abril hasta diciembre de 2020, este estudio observó que en Argentina la infodemia se caracterizó más intensamente por la difusión de contenidos inventados, deliberadamente falsos; engañosos, con enfoque en hechos que no sucedieron o fueron tergiversados para dañar a personas o grupos; y de contexto falso, con enfoques sesgados o que visaron manipular la interpretación de hechos reales. Se percibió que las noticias falsas de tipo impostor (fuentes genuinas suplantadas) y manipulado (edición fraudulenta), si bien se mostraron presentes, tuvieron menor incidencia en el período.
Al entrar en la observación de los contenidos en sí mismos, se observó que, durante el primer año de la pandemia, la esfera del debate público en Argentina fue permeada por recomendaciones de tratamientos no reconocidos por los científicos. La investigación detectó también una cantidad alta de fake news con afán de difundir teorías de la conspiración, por ejemplo, afirmando que hubo ocultación de estadísticas hospitalarias y gubernamentales y, además, amplificando falsas afirmaciones difundidas globalmente, por ejemplo, que el coronavirus surgió y se diseminó por cuenta del 5G; conectando el epicentro inicial de los contagios (Wuhan) con el desarrollo de esa tecnología por China.
El análisis también llegó a la detección de “olas” de fake news a lo largo del período, por ejemplo, que el mayor volumen de notas sobre supuestas curas se dio en los meses iniciales del aislamiento (mayo, sobre todo). Así mismo, que la desinformación sobre las vacunas empezó en el momento en que los laboratorios internacionales dieron a conocer los resultados de sus primeros testeos (fines de julio).
A partir de esas constataciones, este estudio considera factible afirmar que Confiar se ocupó en la mayor parte del tiempo de lidiar con comunicaciones que intencionalmente fueron producidas para llevar la opinión pública a la equivocación y al pánico. De esta manera, se percibe que la plataforma dio poco espacio para fake news con carácter puramente político-partidario, delimitando su compromiso en abrir camino para informaciones fundamentadas sobre los cuidados individuales y colectivos con la pandemia de la covid-19.
Se concluye que recolectar, categorizar y analizar el contenido de las publicaciones de la plataforma Confiar llevó a identificar tipos frecuentes de publicaciones falsas y observar la frecuencia e intensidad de determinadas temáticas.
Con eso, se considera que esta investigación trae importantes aportes en el campo del análisis de contenidos direccionado al estudio de las fake news en Argentina, pudiendo servir de base para futuros investigadores que quieran observar comportamientos de producción de noticias falsas y también la efectividad de las herramientas gubernamentales de comunicación para prevención y mitigación de daños durante períodos infodémicos.
Ahora sí, se hace prudente reconocer que el análisis de los impactos de la infodemia en la sociedad argentina quedó limitado en ese estudio, una vez que fueron aplicamos sondeos y entrevistas para, por ejemplo, dimensionar como los individuos y grupos recibieron las fake news y como ellas influenciaron en sus decisiones de cuidados personales y colectivos.
Para futuras investigaciones, este estudio recomienda avances en la evaluación de los impactos de la infodemia en la opinión pública en el país, dimensionando demográficamente la receptividad de las noticias falsas; verificando, por ejemplo, cuales grupos sociales fueron las más perjudicados por la maraña informativa del período, cómo el gran volumen de mensajes con contenido falso impactó a grupos vulnerables, como el de las personas con discapacidad; cómo los usuarios de Confiar y otras plataformas de fact-checking estatales de otros países evalúan el trabajo realizado por ellas, entre otras preguntas que pueden ser elaboradas y, a la luz de las ciencias sociales, respondidas.