La travesía de Chahk en el Códice de Dresde
El Códice de Dresde, conocido así por la ciudad donde se encuentra en resguardo hoy en día, en Dresde, Alemania, tiene 74 páginas en total y se encuentra dividido en distintas secciones temáticas, cada una con su propia integridad interna y cuyo contenido es exclusivamente religioso, ritual, adivinatorio y astrológico. De acuerdo con los especialistas, este manuscrito maya prehispánico “pudo haberse elaborado en una época no muy lejana a la Conquista (tal vez en el siglo XIII), pero tiene pasajes cuyos originales son de siglos anteriores (entre el V y el XII)” (Velásquez, 2016: 11). Varias secciones del Códice están dedicadas al dios de la lluvia Chahk y su poder sobre las tempestades y tormentas (Thompson, 1988), y es sobre un par de dichos pasajes en el que se centra esta investigación.
En las páginas 65b-69b se encuentra una secuencia de imágenes en las que aparece el dios Chahk en diferentes momentos y lugares de lo que parece ser un viaje que inicia o termina con este dios navegando en su canoa sobre el mar. Dependiendo de dónde se localice, o que actividad realice, se encuentra un augurio específico en cada texto y también se indica la ofrenda o el don que se le dedica. En los textos de esta sección del Códice (veánse Figuras 1-13 en el Anexo), la información de los cartuchos glíficos segundo y tercero (A2 y B1) sin duda se identifica en la iconografía. El tercer cartucho es invariable y se trata del nombre del personaje que aparece en las imágenes, que es el dios Chahk. Este cartucho contiene la sílaba cha y la sílaba ki, transliterando cha-ki. El segundo cartucho (A2) cambia constantemente, dado que es con el que las imágenes de cada texto están asociadas, pues en él se identifican los diferentes lugares en los que se localiza al dios Chahk.
El primer cartucho de los textos en estas páginas del Códice es invariable. Este cartucho tiene un glifo central (T667) y dos complementos fonéticos, uno prefijado y otro sufijado. El prefijo se lee como ʔa y el sufijo se lee como na. El glifo principal comparte características formales con el glifo T712, que se lee CH’AB, y con el glifo T617, que forma parte del glifo introductorio de la llamada “Secuencia Primaria Estándar” (PSS, por sus siglas en inglés), también conocida como “frase dedicatoria”, que comúnmente vemos pintada sobre cerámica. Lo que tienen en común T667, T712 y T617 es que todos tienen el signo de “espejo” que comúnmente es observado en el cuerpo de dioses (Schele y Miller, 1986: 43), frutos, joyas de jade, espejos, el cielo y otros objetos pulidos, brillantes o con superficies reflejantes.
No se conoce aún una lectura certera para el glifo central, pero es posible que los complementos fonéticos estén dando una escritura silábica de este glifo. Ya desde 1997, Linda Schele y Nikolai Grube leían como an el glifo T667 en los almanaques que nos conciernen, dándole el significado de ‘existir’. Si bien no hay un análisis lingüístico formal de las cláusulas jeroglíficas en cuestión, hay que recalcar que ya se tenía la noción de que T667 se trataba de un predicado existencial o locativo. Hay que hacer notar que es poco común que un logograma sea complementado con silabogramas al principio y al final. El glifo que en tiempos clásicos fue usado comúnmente para escribir el existencial a’n (a’n en la escuela europea y aan en la escuela americana) es el llamado glifo “hoja numerada”. El glifo hoja numerada aparece comúnmente en las cláusulas de personificación de dioses en cuyos contextos sigue el patrón de complementación ʔa-nu, AN-nu, ʔa-AN-na, ʔa-AN o simplemente AN sin complementación (Kettunen y Helmke, 2010: 95). El sufijo que usualmente toma es una sílaba nu, sólo en una ocasión es na, y es el único caso en el cual se encuentra prefijado y sufijado por complementos fonéticos.
Entre las lenguas mayas modernas relacionadas con la lengua de las inscripciones encontramos varias palabras que expresan el predicado existencial. Tenemos, por ejemplo, ay en tseltal, oy en tsotsil, ayan en ch’orti’, yaan/yan en lenguas yucatecanas, an/ayan en chontal y añ en ch’ol. Kaufman (2003: 1414) reconstruye *ʔay. aan (del protomaya *ʔar) como la forma original que debió de haberse difundido entre las lenguas de las Tierras Bajas mayas. Basándose en esta reconstrucción, es posible observar la erosión fonológica que, excepto por el ch’orti’ y el chontal, el existencial ha sufrido en la mayoría de estas lenguas.
Si bien se ha propuesto que el Códice de Dresde proviene de la región de Chichén Itzá, en la península de Yucatán (Thompson, 1988), hay consenso en que en la lengua representada en él “existen abundantes elementos de idiomas cholanos, que se asocian con la tradición escrita del Clásico, pero [los especialistas] no estaban seguros de cuál era la lengua yucatecana vernácula de sus escribas, si maya yucateco, itzá o mopán” (Velásquez, 2016: 11). Efectivamente, la evidencia fonética, léxica y gramatical apunta a que la lengua predominante en el Códice de Dresde es una lengua cholana, aunque no hay que perder de vista que la hipótesis de una lengua cholana pura sería insostenible y la presencia de elementos yucatecanos es evidente (Wald, 2004).
Por todo lo anterior, es probable que el existencial en este códice tuviera la forma ayan y no la forma an asumida por Schele y Grube (1997). El glifo A1 de la página 31c izquierda parece confirmar esta lectura con el deletreo T667-ya-na (véase Figura 17 en el Anexo) que quizá debamos comenzar a transliterar como AY-ya-na en este caso en particular, y ʔa-AY-na en el caso que nos atañe.
Además de estos patrones de complementación fonética, el principal argumento por el cual proponemos un valor AY para T667 (con el cual se forma la palabra ayan) es sintáctico. Los elementos lingüísticos representados por A2 y B1 en los textos de las páginas 65b-69b refuerzan las propuestas epigráficas de tratar T667 como un predicado existencial, puesto que estarían representando constituyentes sintácticos que forman parte de construcciones locativas. Con un par de excepciones, el segundo cartucho glífico en los textos de este pasaje contiene una frase preposicional que es la que indica la ubicación en la que se encuentra el dios Chahk. Con ello, es factible inferir que el primer cartucho representa un predicado existencial en una construcción locativa que requiere una frase nominal sujeto (el nombre del dios) y una frase preposicional que funcione como adjunto locativo.
Predicación existencial y locativa en lenguas mayas
Tomando como telón de fondo lo dicho en el apartado anterior sobre la identidad de la lengua representada en el Códice de Dresde, en este apartado se analizan las características sintácticas y semánticas de las construcciones existenciales y locativas de dos lenguas mayas del subgrupo cholano (ch’ol y ch’orti’) con el fin, en primer lugar, de ejemplificar estos tipos de construcción y, en segundo lugar, de identificar alguno de estos rasgos en la lengua objeto de estudio, es decir, la lengua representada en los pasajes del códice aquí tratados. Veremos, en primer lugar, la diferencia entre las construcciones existenciales y las locativas, ya que, si bien en varias lenguas mayas se forman con el mismo elemento como núcleo predicativo, éstas muestran características semánticas, morfológicas y sintácticas distintas.
Construcciones existenciales
Una construcción existencial predica la existencia de una entidad. De acuerdo con Payne (1997: 123), si bien en muchas lenguas pueden encontrarse cláusulas existenciales donde no se expresa un adjunto, este tipo de construcciones los requiere típicamente, ya sea un adjunto locativo o uno temporal.
En la lengua ch’ol, el predicado existencial es añ. En las construcciones existenciales de esta lengua observamos que aparece en primer lugar el predicado existencial seguido por la entidad cuya existencia se predica, y a final de cláusula se encuentra el adjunto locativo el cual se introduce por la preposición tyi.
En la lengua ch’orti’ el predicado existencial es ayan. En los ejemplos de (2) se observa que en la construcción existencial el adjunto temporal o locativo se introduce con la preposición ta o tama. El adjunto puede ir a inicio o final de cláusula, pero el nominal o la entidad cuya existencia se predica siempre aparece después del predicado existencial.
Construcciones locativas
Las construcciones locativas son aquellas en las que existe una relación entre una entidad que se localiza, la cual es la figura en esa relación, y una entidad localizante o espacio de referencia, que funciona como base (García-Miguel, 2006: 2). Sintácticamente, en estas construcciones la entidad localizada es una frase nominal que funciona como sujeto, y el espacio de referencia es una frase preposicional que funciona como adjunto locativo.
En las lenguas mayas que utilizan el mismo elemento como núcleo predicativo, las construcciones locativas se oponen a las existenciales de varias maneras. Una de esas maneras se refiere al carácter semántico del sujeto. Para el tseltal, por ejemplo, Polian (2013) explica que en las predicaciones existenciales el carácter semántico del sujeto es indefinido mientras que en las construcciones locativas es definido. Este mismo carácter semántico del sujeto se observa en las construcciones existenciales y locativas en las lenguas mayas acá exploradas.
En (3), vemos que en ch’ol la construcción locativa se opone a la existencial, en primer lugar, por el carácter de definido del sujeto, que se marca con el determinante jiñi, y, en segundo lugar, por el orden de constituyentes, que es más libre.
En ch’orti’, ayan no se utiliza como núcleo predicativo en las cláusulas locativas. En estas construcciones se utiliza un participio del verbo posicional wa’r ‘parado, estar parado’, que es el que funciona propiamente como un predicado locativo para entidades paradas o verticales, mientras que un participio del verbo posicional ch’a’r ‘acostado, estar acostado’ se utiliza para localizar entidades horizontales. Se observa la definitud de la entidad localizada, la cual se marca con el ergativo en función de posesivo en (4a), y con el determinante en (4b) y (4c). En esta lengua vemos que el orden de los constituyentes en esta construcción es bastante flexible.
A partir de lo observado puede decirse que lo que ambas lenguas tienen en común es que el orden de los constituyentes es más restringido en las construcciones existenciales que en las locativas. En estas dos lenguas el sujeto de las construcciones existenciales siempre ocurre después del existencial, aunque, como vimos, en ch’orti’ el adjunto locativo o temporal puede ir en posición final o inicial de cláusula. En ch’ol, la posición del adjunto parece ser siempre la de final de cláusula. En las construcciones locativas, tanto el ch’ol como el ch’orti’ permiten que tanto el sujeto como el adjunto locativo puedan ocurrir después del predicado.
Predicación locativa en las páginas 65b-69b del Códice de Dresde
Las frases preposicionales expresadas en A2 en los primeros tres cartuchos glíficos de las páginas 65b-69b del Códice de Dresde (excepto en 67b (centro) y 68b (centro) donde encontramos únicamente frases nominales) pueden considerarse adjuntos locativos (Tabla 1). Esto significa que el cartucho glífico B1, que expresa el nombre de Chahk es una frase nominal que tiene la función sintáctica de sujeto y que el predicado existencial/locativo está representado en A1, cuyo glifo central, proponemos, debe tener el valor AY. El orden de los constituyentes de las cláusulas muestra un patrón similar al de las construcciones locativas del ch’ol, en cuanto a que el adjunto locativo aparece siempre inmediatamente después del predicado existencial. No obstante, a diferencia del ch’ol, en las construcciones del Códice el sujeto aparece invariablemente a final de cláusula.
65b (izq.) | A2 | ta-KAB-ba | FP → PREP+FN |
ta kab | |||
‘en la tierra’ | |||
65b (cen.) | A2 | ta-o-me | FP→ PREP+FN |
ta o[h]m1 | |||
‘en la espuma’ | |||
65b (der.) | A2 | ta-bi-hi | FP → PREP+FN |
ta bih | |||
‘en el camino’ | |||
66b (izq.) | A2 | ta-CHAN-na | FP → PREP+FN |
ta chan | |||
‘en el cielo’ | |||
66b (cen.) | A2 | ta-wi-tzi | FP → PREP+FN |
ta witz | |||
‘en el cerro’ | |||
66b (der.) | A2 | ta-? | FP → PREP+FN |
ta ¿? | |||
67b (izq.) | A2 | ti-YAX-TE’ | FP → PREP+FN |
ti yaxte’ | |||
‘en la ceiba’ | |||
67b (cen.) | A2 | SAK-KAB-ba | FN |
Sak Kab2 | |||
‘(en) la cantera’ | |||
67b (der.) | A2 | ta-HA’-ʔa | FP → PREP+FN |
ta ha’ | |||
‘en el agua’ | |||
68b (izq.) | A2 | K’AY-ti | FP → PREP+FN |
ti k’aay | |||
‘en el canto’ | |||
68b (cen.) | A2 | AJ-ʔa-ta-na | FN |
aj atan3 | |||
‘casado’ | |||
68b (der.) | A2 | ta-to-to | FP → PREP+FN |
ta tot | |||
69b (izq.) | A2 | ta-AKAN? | FP → PREP+FN |
ta [akan] | |||
‘en la sabana/zacatal’? |
Otra característica que permite identificar estas cláusulas como construcciones locativas es el carácter semántico del sujeto, que es definido, pues, si bien no se encuentran determinantes en la frase nominal, no se predica simplemente la existencia de una entidad cualquiera en una ubicación, sino que se localiza a un dios específico.
En (5) se presentan las transcripciones de las cláusulas jeroglíficas en cuestión. Excepto por (5k), podemos caracterizarlas a todas como construcciones locativas, incluyendo la encontrada en (5j).
Especialmente, estas cláusulas no requieren un deíctico en el predicado existencial como soporte semántico para la predicación locativa, así como tampoco requieren utilizar otra palabra para expresar propiamente el predicado de locación. En (5j) tenemos un caso muy interesante. La transcripción de esa cláusula jeroglífica se lee ayan ti k’aay Chahk, como hemos propuesto. Literalmente podríamos traducirla como “El dios de la lluvia está en el canto”. No obstante, esta cláusula parece encajar perfectamente en un proceso semántico que se observa en la lengua tseltal: el de las extensiones metafóricas de la construcción locativa. De acuerdo con Polian (2013: 596), en tseltal “el predicado ay se usa en gran número de expresiones que no son propiamente locativas, sino que se explican por tratar metafóricamente otra cosa como un lugar.” De esta manera, se utiliza esta construcción “para ciertos estados o funciones, también tratados metafóricamente”, como se observa en (6).
De esta manera, podemos traducir la cláusula de (5j) como: “El dios de la lluvia está cantando”. Sin embargo, existe otra posibilidad de análisis para esta cláusula, y es pensar que la posición que ocupa la sílaba ti no se deba a cuestiones estéticas, sino que deliberadamente se haya pospuesto al glifo central. Esto nos daría una lectura sintáctica como la que se presenta en (7) e implicaría que se trata de una construcción existencial con una semántica de predicación posesiva.
EXIS-ABS3 canto PREP dios de la lluvia
‘El dios de la lluvia tiene el canto.’ [Lit. Hay canto /Está el canto en el dios de la lluvia.’]
Un caso un tanto más problemático se presenta en (5k) dado que en A2 no parece haber un adjunto locativo. Para nosotros, la explicación más plausible es que aj atan signifique “casado que tiene mujer” (Arzápalo, 1995: 1441), o ‘el de la esposa’. De esta manera, esta cláusula parece ser puramente existencial, es decir, se predica la existencia de un Chahk casado, lo que nos dejaría una lectura como la presentada en (8).
Otra probable lectura para T667
Es importante hacer notar que el glifo T667 nunca se presenta sin complementación fonética. Esto nos invita a pensar que este glifo debe de tener más de una lectura y, por ello, dependiendo de la lectura del glifo, se utiliza una complementación fonética determinada. De esta forma, la complementación doble que siempre observamos para T667 estaría plenamente justificada y no sería una anomalía en las convenciones de escritura. Hacemos esta propuesta debido a que en otras páginas del códice observamos que el T667 aparece con diferentes patrones de complementación.
T667 como deíctico proximal (LAY)
En las páginas 29c-30c del Códice de Dresde (véase Figuras 14 y 15 en el Anexo), observamos un almanaque muy similar al ya tratado en el que también se encuentra una secuencia de imágenes del dios de la lluvia. En este almanaque el patrón de complementación de T667 es un tanto distinto al visto anteriormente en las páginas 65b-69b. En la página 29c, vemos que el primer cartucho glífico es a-T667-ya en los tres ejemplos. Si seguimos la misma lógica de complementación tendríamos que en este caso T667 podría leerse como AY.
Sin embargo, en este punto donde debemos recordar la similitud que tiene T667 con T617, el elemento principal del glifo introductorio de las “frases dedicatorias” encontradas en vasijas. Mo Isem (2010) ha propuesto que el glifo introductorio de la frase dedicatoria en el Clásico Temprano debió leerse como ayal; sin embargo, también señala que en el cambio al Clásico Tardío el conjunto glífico fue reanalizado por los antiguos escribanos como alay, reflejando en su deletreo este cambio. La propuesta de Mo Isem (2010) es que AY debería ser la lectura del glifo T617 y sus variantes en el contexto de la Secuencia Primaria Estándar; en este caso ella considera este glifo como un predicado existencial.
La propuesta que tenemos para T667 en el contexto de la página 29c es que su lectura debe ser LAY, con lo que la transliteración del glifo A1 en esta página quedaría a-LAY-ya transcribiéndola como alay. La forma lay la encontramos en yucateco colonial, el Calepino de Motul le asigna la función de demostrativo y la traduce como “este, esto, aquél” (Arzápalo, 1995: 1857). Igualmente, en esta lengua el pronombre libre de tercera persona de singular se forma con lay y con el locativo ti’: layti > leti’. Este demostrativo se desarrolló en maya yucateco moderno como el determinante le. En la variedad norteña de lacandón, la forma lay del yucateco colonial se encuentra en el demostrativo älay ‘este, ese’, que se forma con el determinante {ä-}, cuya cognada correspondiente es ara’ ‘este’ en la variedad del sur.
En lenguas ch’olanas es posible encontrar probables cognados de la forma yucatecana alay. En ch’ol, por ejemplo, encontramos el pronombre demostrativo iliyi ‘éste, esto, ésta’ y el adverbio demostrativo ilayi ‘aquí’ (Aulie y Aulie, 1978). A nuestro parecer, la palabra alay en ch’olano y yucatecano clásicos debe de tratarse de un deíctico proximal, es decir, que implica cercanía (tal como lo hacen los recién vistos en ch’ol) que, además, tiene la posibilidad de funcionar como núcleo de una predicación. De esta manera, tanto lay como alay podrían tener el significado de ‘aquí/éste’, y como núcleo predicativo de una cláusula podría tener un significado aproximado a ‘he aquí a/éste es’.
Pensamos que debido a esta relación semántica de locación entre el predicado existencial y el deíctico proximal (pues no parecen tener una misma etimología) es que se decidió utilizar T667 tanto para la lectura AY como para la lectura LAY. De acuerdo con lo observado en la página 29c, los cuatro cartuchos glíficos parecen estar formando una cláusula donde A1 es el núcleo predicativo y los otros tres cartuchos corresponden al mismo argumento, al dios Chahk con sus respectivos títulos (que estarían funcionando como modificadores del sustantivo Chahk dentro de una frase nominal). Estas cláusulas no son predicaciones existenciales ni locativas, en especial porque no se encuentra ningún adjunto locativo; en este caso, alay estaría funcionando como el núcleo de una predicación demostrativa, muy similar a como funciona el adverbio wä’an del ch’ol, el cual se forma con la raíz wä’ ‘aquí’ y que tiene el significado de ‘aquí está’ (Aulie y Aulie, 1978), o el pronombre demostrativo aje’ra’ ‘esto, éste, aquí está’ en el lacandón de Lacanjá: aje’ra’ xiib’ ‘este hombre/éste es hombre’ (Hofling, 2014: 61).
Así, en 29c izquierda se leería ʔa-LAY-ya XAMAN SAK-XIB cha-ki que transcribimos Alay Xaman Sak Xib Cha[h]k, ‘He aquí a/Este es el Dios de la Lluvia, Varón blanco del Norte’. En 29c centro transliteramos ʔa-LAY-ya chi-K’IN-ni IK’-XIB cha-ki, es decir, Alay Chik’in I[h]k’ Cha[h]k, ‘He aquí a /Este es el Dios de la Lluvia, Varón negro del Poniente’. En 29c derecha leemos ʔa-LAY-ya no-NOJ K’AN-XIB cha-ki que transcribimos Alay Noj[ol] K’an Xib Cha[h]k, ‘He aquí a /Este es el Dios de la Lluvia, Varón amarillo del Sur’. Finalmente, en 30c izquierda, se lee ʔa-LAY-ya la-K’IN-ni CHAK-XIB cha-ki que transcribimos como Alay Lak’in Chak Xib Cha[h]k, que podemos traducir como ‘He aquí a /Este es el Dios de la Lluvia, Varón rojo del Oriente’.
En 30c izquierda vemos que los cartuchos glíficos A2, B1 y B2 siguen el mismo patrón que los de la secuencia de la página anterior (29c); sin embargo, en todo el pasaje se lee ʔu-T667-wa la-K’IN-ni CHAK-XIB cha-ki. Si bien en A1 el glifo central es T667, el patrón de complementación es diferente al de la página anterior, pues no es a-T667-ya, sino u-T667-wa. Esto muy probablemente se deba a un error del escribano, puesto que la escena de 30c izquierda definitivamente forma parte de lo que parece ser una presentación de las cuatro facetas del dios de la lluvia (iniciada en 29c izquierda), cada una asociada a un rumbo del universo y a un color.4
El patrón de complementación ʔu-T667-wa en las páginas 30c-31c
El patrón de complementación ʔu-T667-wa, que es más típico de los verbos transitivos, también se encuentra en la secuencia que va de la página 30c a la 31c (véanse Figuras 16-19 en el Anexo), la cual es una continuación de la secuencia anterior, sólo que en lugar de presentar un Chahk en cada punto cardinal, se ubica a cada uno en un árbol cuyo color se asocia con un rumbo del universo. En este caso, el patrón de complementación ʔu-T667-wa también debe tratarse de un error del escriba dado que es muy claro que se está ubicando al dios en locaciones específicas. Lo más probable es que, en estos textos, A1 deba tener el patrón de complementación que se encuentra en 31c (izquierda), es decir, T667-ya-na que, de acuerdo con nuestra propuesta, en este contexto el glifo central tendría el valor AY.
Así, en 30c derecha tenemos ʔu-T667-la-wa cha-ki CHAK-TE’-ʔe ti-la-K’IN-ni: ...Cha[h]k Chakte’ ti Lak’in, ‘...Chahk (en) el Palo Colorado en el Oriente’; en 31c izquierda T667-ya-na cha-ki SAK-HAB XAMAN: ...Cha[h]k Sak Ha’b[in] Xaman, ‘Chahk está (en) el jabín blanco, (en) el Norte’; en 31c centro se lee ʔu-T667-la-wa cha-ki IK’-TE’ chi-K’IN-ni: ...Chahk I[h]k’te’ Chik’in, ‘...Chahk (en) el árbol negro (en) el Poniente’; y en 31c derecha tenemos ʔa-T667-wa cha-ki ti-K’AN-TE’ no-NOJ: ...Chahk ti K’ante’ Noj[ol], ‘...Chak en el árbol amarillo (en) el Sur’. Con bastante claridad vemos que, ortográficamente, el signo ti, que funciona como preposición, puede omitirse en ambos adjuntos locativos, esto es, tanto en el cartucho glífico que identifica al árbol como al que identifica al punto cardinal. Con esto vemos que lo más probable es que, al igual que en la secuencia de las páginas 65b-69b, en este pasaje los primeros tres cartuchos glíficos representen cláusulas locativas, y por eso el valor AY en este contexto. En cambio, en la secuencia anterior, es decir, la de las páginas 29c-30c, donde no hay predicación locativa ni adjuntos locativos y sólo se señala al dios, el valor del signo central es LAY.
T667 en el Códice de París
Si bien el códice que nos compete es el de Dresde, es necesario abordar ahora el de París, puesto que en la página 16, sección B, centro (véase Figura 21 en el Anexo), encontramos en A1 el glifo T667. En cuanto al patrón de su complementación fonética, vemos que tiene prefijada la sílaba ʔa y, dado que en este códice la caligrafía simplifica muchas formas, en realidad es complicado distinguir si se encuentra sufijada la sílaba na o la sílaba li. Sin embargo, debido a que existen ejemplos en los que se confunden ambas sílabas (lo que quizá llevó a un mal copiado) asumimos que la sílaba sufijada debe ser na.
Entonces, para los seis cartuchos glíficos de ese pasaje transliteramos ʔa-T667-na K’UH ti-YAX-TE’ YAX-bi ba-YAX-bi ʔa-cha-ki que transcribimos como Ayan K’uh ti Yaxte’, [ti] Yax Bih. [ti] ba[h] Yax Bi[h] a Cha[h]k. Definitivamente pensamos que aquí T667 también debe representar un predicado con una semántica locativa, aún si lo que se lee en A2, B1 y B2 no tiene exactamente el mismo orden de constituyentes que las cláusulas vistas en las páginas 65b-69b del Códice de Dresde.
De esta forma, en A2 tenemos al sujeto, que es el nominal K’uh, y en B1 y B2 tendríamos los adjuntos locativos ti Yax Te’, [ti] Yax Bi[h]. Con respecto a estos adjuntos, es interesante notar que las dos frases preposicionales tienen el mismo referente. Lo que ocurre es que se está utilizando un recurso discursivo, el del uso pareado de palabras, en donde la palabra Yax Bih ‘camino verde’ hace alusión a la ceiba (Yax Te’ ‘árbol verde’) mencionada previamente. En las lenguas mayas, este recurso se encuentra especialmente en el discurso ritual (Arzápalo, 1984; Laughlin, 2007).
Los cartuchos C1 y C2 no parecen formar parte de esta cláusula, pues en ellos se lee ba-YAX-bi ʔa-cha-ki que transcribimos [ti] bah Yax Bi[h] a Chahk. Esto merece entrar en más detalle. En esta misma página y sección, a la izquierda (véase Figura 20 en el Anexo), vemos que A1 parece tener los mismos glifos que en 16c centro, y que también parece estar expresando algún tipo de predicado locativo, puesto que en A2, B1 y B2 encontramos K’UH ti-ba ?. No conocemos una lectura para el logograma de B2, pero en la imagen podemos observar al personaje mencionado en el texto que está sentado en una ceiba, cuya copa se encuentra arriba de este glifo.5 La sílaba ba, con el significado de ‘arriba’, podría, en este caso, más bien formar parte de una frase preposicional. En tsotsil, por ejemplo, encontramos la frase preposicional ta ba que significa “encima de, sobre’ (Laughlin, 2007: 171).6 En esta lengua, el sustantivo ba parece ser una forma arcaica para referirse a la cara, aunque sólo se conserva con tal significado en el discurso ritual, como se ilustra en (9), donde se usa de forma pareada con sat ‘cara’.
a-nichimal ba, a-nichimal sat
ERG2-florido rostro ERG2-florido cara
(Laughlin, 2007: 171)
Sin embargo, este sustantivo parece haberse gramaticalizado ya como una preposición con el significado de ‘sobre, encima’, aunque también funciona como un merónimo para referirse a la parte superior de las cosas, como en los ejemplos de (10a-10d) y, por extensión, puede tener otros significados como ‘primero’ o ‘principal’ como en (10e).7
De esta manera, el cartucho B1 estaría representando la frase preposicional ti bah ‘en la cima, en la copa, etc.’. Los cartuchos C1 y C2 son espacios en los que generalmente se indica la ofrenda o el don que se le dedica a la deidad asociada, en C1 vemos lo que parece ser un pan de iguana, y en C2 se encuentra el punto cardinal chik’in ‘el Poniente’. En los cartuchos C1 y C2, pero de 16b centro, se lee ba-YAX-bi ʔa-cha-ki que transcribimos como [ti] ba[h] Yax Bi[h] a Cha[h]k. En este caso es probable que igualmente se esté omitiendo la preposición ti, y no que la forma bah esté funcionando plenamente como una preposición. Esta expresión se traduciría entonces como ‘sobre el Camino Verde (ceiba) Chahk’. Notamos que el primer glifo es el mismo glifo ʔa que encontramos en el cartucho A1 de las páginas 65b-69b del Códice de Dresde.8 Pensamos que es probable que se trate de un determinante a(’)-, como el que se encuentra en lacandón, itzaj y mopan. El análisis sintáctico de las cláusulas de esta sección queda como se muestra en (11).
(11) Códice de París
16b (izquierda)
a. ayan K’uh ti bah ?
EXIST K’uh PREP arriba ?
b. ‘K’uh está encima de X.’
16b (centro)
b. ayan K’uh ti Yax Te’, [ti] Yax Bih
EXIST K’uh PREP verde árbol verde camino
‘K’uh está en la ceiba, (en) el camino verde.’
c. ayan ti bah Yax BihʔA Chank
EXIST prep arriba verde camino DET dios de la lluvia
‘El dios de la lluvia está sobre el camino verde (ceiba).’
Más ejemplos de este tipo se encuentran en las páginas 15b, 17b y 18b del Códice de París, aunque se omiten mucho las preposiciones. Incluso, en los pasajes de esas páginas, además de las ceibas, en la página 18b (centro) se ubica en B1 el mismo lugar que en 69b (izquierda) del Códice de Dresde, el cual varios epigrafistas han propuesto que debe leerse como AKAN.
Consideraciones finales y conclusiones
A pesar de los deletreos anómalos (por error del escribano) en los que puede encontrarse el glifo T667, el análisis de los patrones de complementación fonética sugiere que, en los códices, este signo es polivalente. Como hemos podido observar, los significados de las dos lecturas aquí propuestas se relacionan semánticamente, pues hacen referencia ya sea a un predicado existencial, o a un deíctico proximal que puede funcionar como predicado no verbal.
El análisis sintáctico de las cláusulas del Códice de Dresde aquí presentado apunta fuertemente a que, en los contextos de las páginas 65b-69b y 30c-31c, la semántica del glifo T667 es la de un predicado existencial con el que se forman construcciones locativas. En estos casos, demostramos que las frases preposicionales que acompañan en los textos a este glifo pueden considerarse adjuntos locativos, y que el nombre de Chahk puede considerarse una frase nominal con la función de sujeto. Para este caso, la lectura sugerida de T667 es AY, que epigráficamente se apoya en los patrones de complementación T667-ya-na y ʔa-T667-na, con los cuales, consideramos, se representa el predicado existencial ayan. Por otro lado, en el contexto de las páginas 29c-30c, el análisis sintáctico apunta a que la semántica del glifo T667 es la de un deíctico proximal, cuya lectura sugerida es LAY, y que consideramos se representa con el patrón de complementación ʔa-T667-ya para formar el pronombre demostrativo alay ‘este/éste es’.
En este punto es necesario resaltar las diferencias de nuestra propuesta con propuestas previas sobre las lecturas para T667. Al respecto, Prager (2013: 212) escribe que este signo: “Se utiliza como predicador locativo, por lo que los epigrafistas de hoy coinciden en que T667 es yaan, an o ayan, y que puede traducirse como ‘aquí está’, es decir, ‘existe’ ”.9
Lo primero a considerar es que en este trabajo se proponen dos lecturas específicas para el logograma T667 en contextos de locación y deixis en el Códice de Dresde, siendo AY una de ellas, la cual, con la complementación fonética correspondiente, forma la palabra ayan que codifica el predicado existencial. De acuerdo con nuestra propuesta, eso significa que, en el idioma representado en esta sección del códice, ayan es la palabra que codifica el predicado existencial, no ay ni an, pues al proponer una u otra forma para este predicado pueden tenerse implicaciones sobre la identidad de dicha lengua. Como indicamos en la introducción, al estar escrito el Códice de Dresde en una lengua cholana, consideramos la forma ayan principalmente por el patrón de complementación T667-ya-na y, dada la posición de los silabogramas, consideramos que el valor logográfico debe ser AY. En general, los epigrafistas parecen darle indistintamente los valores AN, YAAN, AYAN, todos al mismo tiempo, a este signo.
En segundo lugar, parece haber cierta confusión en la interpretación que los epigrafistas suelen hacer del significado del predicado existencial. Como vemos, Prager (2013: 212) menciona que suelen traducirlo como ‘aquí está’ o ‘existe’. Tal como se expuso a lo largo de este artículo, el significado de deíctico proximal (que traducimos como ‘aquí’) en el Códice de Dresde corresponde solamente a la lectura LAY de T667. Para el valor logográfico AY, el significado que proponemos es, justamente, el de predicado existencial (una categoría semántica), y estamos siendo conscientes de que, en realidad, no es tan sencillo afirmar que dicha palabra significa: ‘haber’ o ‘estar’, pues definitivamente dependerá del contexto sintáctico y semántico en el que la palabra se encuentre, es decir, si se ubica en una construcción locativa, en una existencial o incluso, por extensión metafórica, en una posesiva. Las palabras ‘haber’, ‘estar’ y ‘tener’ son, pues, traducciones libres (en español) de los significados que la palabra ayan puede matizar en cada una de las construcciones. Por el momento es aún complicado proporcionar a la forma ayan, en la escritura jeroglífica maya, una categoría sintáctica o gramatical certera.
Regresando a la forma lingüística que codifica el predicado existencial en los códices, podemos notar, en la siguiente cita de Prager (2013: 213-214), la diversidad de lecturas que para T667 se han sugerido:
Debido a la complementación fonética /a/ y /na/ y a la semántica locativa de la construcción T15.667:23 y sus variantes, la interpretación ayan como un verbo existencial ‘ser’ parece plausible, aunque las ocurrencias con la /u/ inicial y la /wa/ final reducen esta plausibilidad e indican un valor de sonido adicional. Debido al elevado número de complementación fonética con /a/ y /na/, los valores sonoros /AN/, /YAN/ y /AYAN/ parecen las sugerencias más prometedoras.10
En este artículo queda demostrado que en el Códice de Dresde existen contextos de locación en los que el escriba utiliza la complementación fonética u-T667-wa (ya sea por error o por un mal copiado) aparentando un verbo transitivo.
Como se expuso en el último apartado, en el Códice de París se encuentran estructuras sintácticas muy similares a las aquí estudiadas del Códice de Dresde, que incluyen el patrón de complementación a-T667-na. En este caso, se propuso que T667 igualmente debe tener el valor AY, formando la palabra ayan. Prager (2013: 214) ofrece el valor logográfico AYAN para T667 en los mismos pasajes del Códice de París (y algunos del Códice de Dresde) tratados en este artículo: “Debido al complemento fonético inicial /a/ usaré la interpretación /AYAN/ en la siguiente discusión”.11 Sin embargo, no ofrece análisis sintácticos y semánticos de las cláusulas. Algunas diferencias que es necesario resaltar en relación con el análisis de Prager (2013) conciernen a la transliteración y significado de las cláusulas representadas en 16b (izquierda y centro) del Códice de París. El caso más significativo atañe al pasaje de 16b (centro). Prager (2013: 221) escribe:
El manuscrito del texto parisino explica que K’uh está en la ceiba (ayan k’uh ti yaxte’). Los jeroglíficos que siguen se refieren de nuevo al dios de la lluvia Chahk: yax bih ha’ yax bih a Chahk ‘primer camino del agua, primer camino, A Chahk’. El significado del contenido de este pasaje final es difícil en términos de un contenido comprensible...12
La primera diferencia a resaltar es que, en este pasaje, nosotros no organizamos los constituyentes sintácticos de la misma forma. En el último apartado se mostró que este pasaje consta de dos cláusulas. La primera predica la locación de K’uh en la ceiba. A diferencia de Prager (2013), consideramos que esta primera cláusula termina con la frase [ti] Yax Bih. Otra diferencia es que pensamos que el adjetivo yax que precede a bih, es el mismo que precede a la palabra te’, esto es, consideramos que se trata del adjetivo ‘verde’ y no ‘primero’ como interpreta Prager (2013). Como señalamos, las dos frases preposicionales ti Yax Te’, [ti] Yax Bih tienen el mismo referente y se utiliza el recurso discursivo del uso pareado de palabras, en donde la palabra Yax Bih ‘camino verde’ hace alusión a la ceiba (Yax Te’ ‘árbol verde’) mencionada con anterioridad.
La segunda cláusula es la que ubica la locación del dios Chahk, y en ésta el predicado existencial está abreviado u omitido. La diferencia con la propuesta de Paguer (2013) radica en la transliteración, transcripción y significado del glifo que precede a yax bih en C1. Este autor interpreta este signo como el logograma HA’ ‘agua’. Nuestra propuesta, como se expuso, considera que se trata de la sílaba ba, que representa un merónimo que forma parte de una frase preposicional con función de adjunto locativo, lo cual cobra sentido en contextos de predicación locativa, que estos pasajes representan.
En la introducción mencionamos que es poco común que un logograma sea complementado con silabogramas tanto al principio como al final, que es la manera en la que T667 generalmente aparece en los códices. En concordancia con uno de los dictaminadores anónimos, pensamos que esto puede deberse a que “se llevó a cabo el proceso de desarrollo de tres signos diferentes [T667, T617 y T712] que durante siglos los escribanos gradualmente no diferenciaron entre ellos, sino que usaron los patrones de complementación para distinguirlos”. Estos tres signos convergen gráficamente en los códices (o en el Posclásico, como este mismo dictaminador también sugiere). La fusión de estos signos es interesante, pues, desde el punto de vista lingüístico, hay que hacer notar dos cosas: 1) la similitud o semejanza semántica del predicado existencial y el deíctico proximal como predicado no verbal; 2) la contraparte transitiva (o causativa) del predicado existencial, con el significado de ‘existir’ o ‘existente’, sería un verbo transitivo con el significado de ‘hacer existir’, esto es, ‘crear’, lo que, sabemos, es uno de los significados aceptados para CH’AB. Esto pudo haber sido parte de los factores que promovieron, en primer lugar, el hecho de que los tres signos tengan en común el llamado “espejo” y, en segundo lugar, la fusión de los signos en los códices del Posclásico.