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Dilemas contemporáneos: educación, política y valores

versão On-line ISSN 2007-7890

Dilemas contemp. educ. política valores vol.8 no.3 Toluca de Lerdo Mai./Ago. 2021  Epub 11-Jun-2021

https://doi.org/10.46377/dilemas.v8i3.2650 

Artículos

Secuencia de acciones discursivas como recursos del ponente para las prácticas discursivas en actos públicos formales

Sequence of discursive actions as resources of the speaker for discursive practices in formal public events

Alejandro Arturo Ramos Banteurt1 

Yhoan Estilita Lugo Baró2 

María Nila Blanch Milhet3 

1Profesor Titular. Licenciado en Letras, especialidad Lingüística Hispánica y Doctor en Ciencias Pedagógicas. Pertenece al Tribunal de Grado Científico en Ciencias de la Educación y miembro del Comité Académico de la Maestría Lengua y Discurso y del doctorado de Lingüística y Literatura de la Universidad de Oriente. Correo electrónico: alejandroarturo@uo.edu.cu

2Profesora Titular y Licenciada en Educación, en la especialidad Español-Literatura. Es Máster en Ciencias de la Educación. Actualmente es profesora de la Universidad de Oriente. Ha incursionado fundamentalmente en investigaciones asociadas, por un lado, a la labor educativa de los estudiantes a partir de la lectura, y por otro, a los estudios teóricos literarios y didácticos. Correo electrónico: yhoan.lugo@uo.edu.cu, yhoanestilitalugobaro@gmail.com

3 Profesora Consultante. Licenciada en Educación en la especialidad Biología y Máster en Ciencias de la Educación. Doctora en Ciencias Pedagógicas. Actualmente es profesora de la Universidad de Oriente. Ha incursionado en temas como la sistematización de conceptos y su relación con el discurso de investigación. Correo electrónico: maria.blanch@uo.edu.cu


Resumen:

Se precisa del empleo de mecanismos que contribuyan a perfeccionar las prácticas comunicativas en la presentación de resultados científico-tecnológicos y económico-sociales. Para alcanzar esta meta, se pretende responder a la interrogante ¿cómo elevar la calidad de las prácticas discursivas en actos formales de presentación de resultados? De acuerdo con esta preocupación, el objetivo radica en proponer una secuencia de acciones discursivas (SAD) para el perfeccionamiento de estas prácticas en los profesionales, cuyas manifestaciones de comunicación ocurren en actos formales de exposición de resultados: dígase eventos, presentaciones, conferencias y ejercicios de exámenes en sus variantes de defensas de maestría, especialidad, doctorado y cambios de categorías docentes, entre otros. En la SAD se reconoce su enfoque sistémico, que significa advertir sus aspectos componentes, estructurales, funcionales e integradores.

Palabras claves: secuencias de acciones discursivas; prácticas discursivas; estrategia de organización del discurso; actos de oratoria

Abstract:

It is necessary to use mechanisms that help to improve communication practices in the presentation of scientific-technological and economic-social results. To achieve this goal, it is intended to answer the question, how to raise the quality of discursive practices in formal acts of presentation of results? In accordance with this concern, the objective is to propose a sequence of discursive actions (SAD) for the improvement of these practices in professionals, whose communication manifestations occur in formal acts of presentation of results: say events, presentations, conferences and exercises of examinations in their variants of defenses of masters, specialty, doctorate and changes of educational categories, among others. The SAD recognizes its systemic approach, which means noting its component, structural, functional and integrating aspects.

Key words: discursive practices; discourse organization strategy; acts of oratory; sequences of discursive

Introducción

Ya en el umbral de la tercera década del siglo XXI, no hay dudas de que las transformaciones tecnológicas acompañan los nuevos modos en que las personas comunican sus ideas; sin embargo, ambas partes no marchan a la par; por un lado, los recursos de la informatización del conocimiento avanzan; por otro, los usuarios de la comunicación pugnan entre un estilo tradicional de exponer sus ideas y la necesidad de transitar comunicativamente junto a esos adelantos tecnológicos.

Estas alternativas constituyen una expresión fehaciente de que se está evaluando un proceso histórico, social y cultural, cuyo análisis tiene su base en la dinámica del comportamiento de las personas durante las prácticas comunicativas. Es precisamente esta circunstancia la que permite advertir los medios y modos que son utilizados con el fin de comunicar. De manera concreta, este trabajo centra su atención en las manifestaciones de comunicación de los profesionales en actos formales de exposición de resultados: dígase eventos, presentaciones, conferencias y ejercicios de exámenes en sus variantes de defensas de maestría, especialidad, doctorado y cambios de categorías docentes, entre otros.

La sociedad cubana actual ha logrado un incremento de su población universitaria, con la incidencia de la universalización del conocimiento -iniciada con la Campaña de Alfabetización (1961). Un realce a partir de los años 2000, dada la masivización de las universidades en los municipios, permitió a miles de jóvenes alcanzar el pretendido título universitario. Gradualmente nuestros centros de altos estudios consiguen insertar profesionales en la solución de problemas de las empresas y comunidades, enfocados en los perfiles, cuyos objetivos estratégicos contribuyen al desarrollo sostenible.

Las circunstancias previamente descritas marcan signos de progreso cultural en la población cubana, a partir de 1959. Sin embargo, se ha observado en parte de los profesionales algunas manifestaciones: en ocasiones, es algo densa la información escrita para una exposición oral; existe escasa discriminación del conocimiento adquirido respecto de lo esencialmente comunicable; es insuficiente el apoyo en recursos gráficos e icónicos para la progresión del acto discursivo; es poca la integración del tiempo cronológico con el tiempo de pertinencia.

Todo esto denota que aún es débil la productividad discursiva, porque los recursos con que cuenta el profesional no son suficientemente armónicos para su uso eficiente en un momento dado. Esta limitación atenta contra el mejor efecto de apropiarse de la intención comunicativa; pues no queda adecuadamente balanceado lo que se transfiere a través de la comunicación: por tanto, se precisa del empleo de mecanismos que contribuyan a perfeccionar las prácticas comunicativas en la presentación de resultados para el desarrollo científico-tecnológico y económico-social. En este propósito, la lingüística, la semiótica, la pedagogía, la educación y la psicología tienen un crucial papel que desempeñar, con el fin de aumentar los niveles de cultura a que se aspira.

Para alcanzar esta meta, se pretende responder a la interrogante ¿cómo elevar la calidad de las prácticas discursivas en actos formales de presentación de resultados? De acuerdo con esta preocupación, el objetivo radica en proponer una SAD para el perfeccionamiento de estas prácticas en los profesionales.

Esta temática consigna entre sus antecedentes a Teun van Dijk (2005) y Pérez y Aymá (2015). El primero ofrece variadas avenidas de sentido para el análisis del discurso, y las autoras brindan las principales perspectivas para comprender las prácticas discursivas sociales desde un enfoque del análisis del discurso.

También el presente estudio está precedido por los escritos de Ramos, A. (2017), Ramos y Silva (2019) y Ramos, A., M. Blanch y H. Álvarez (2019). Ellos atienden situaciones del discurso como red de actos estratégicos, como competencia de investigación-comunicación y como procedimientos para la calidad discursiva, respectivamente.

El presente artículo se intitula “Secuencia de acciones discursivas como recursos del ponente para las prácticas discursivas en actos públicos formales”. Esta sucesión de operaciones resulta básica en el logro de una estrategia que perfecciona la actuación del ponente. Cumplir con el fin propuesto, requiere como premisa que una secuencia de acciones discursivas (SAD) constituya un encadenamiento pragmalingüístico por el ponente u orador para el perfeccionamiento de la práctica discursiva en actos formales de presentación de resultados.

Vale decir, que aquí se aprovecha la diversidad de circunstancias y modalidades en que puede asumirse la manifestación discursiva para poner su mirada en las prácticas comunicativas, las cuales son consideradas por Gounter y Theo van Leeuwen (2001) como uno de los ejes de la teoría multimodal, junto a los recursos semióticos de la comunicación (los medios y los modos), y esta idea resulta básica para reflexionar acerca de la propuesta que aquí se expone.

Lo antes enunciado favorece reconocer en esta investigación la oportunidad de orientar, motivar y sensibilizar a profesores, investigadores y otros profesionales asociados a la difusión científica, en relación con la progresión del campo de discursividad. Reconocido este como el espacio social, histórico y dinámico en el que se conforman y reproducen los valores ideológicos sobre los que se estructuran las prácticas sociales donde ocurren las transformaciones de esos valores, según las posiciones que los sujetos asuman frente a sus propios enunciados y a los de otros (Pérez y Aymá, 2015).

Este espacio tiene un carácter especial en pedagogía, debido al nivel de influencias de los profesores en el desarrollo de la educación. De manera particular, en Cuba, la Universidad de Oriente refuerza el valor social de los procesos pedagógicos con la observación del comportamiento de algunos docentes durante la exposición de resultados investigativos. Este enfoque garantiza el énfasis en atender mejor los impactos de la promoción y difusión del desarrollo científico-tecnológico y económico. También corrobora su efecto en las trilogías Estado-Gobierno-Universidad y Universidad-Empresa-Sociedad.

Es un estudio de carácter cualitativo mediante una investigación exploratoria, explicativa y descriptiva. Se utiliza la experiencia vivencial y la vía no experimental, en la cual sobresalen como métodos de investigación: el analítico-sintético, la inducción-deducción, la observación participante y el hermenéutico.

Desarrollo

La problemática antes declarada demanda una respuesta investigativa, que tome en cuenta las prácticas discursivas de los profesionales con una sucesión de operaciones que perfeccione su estrategia como ponente.

El destacado investigador colombiano Nelson Cubides (2010), en una de sus conferencias aporta cinco pasos para la estructuración del discurso político en función del éxito del liderazgo. En su contenido considera esenciales la clasificación de la audiencia, la proyección de una imagen positiva, el manejo de la comunicación no verbal inconsciente, la presentación de materiales nuevos o difíciles y el conocimiento de las partes del discurso. Puede observarse que toma en cuenta, tanto aspectos internos como externos del discurso, pero que son entendidos aisladamente y no dentro de una secuencia de acciones para ese fin.

Por otra parte, Gunther y Theo van Leeuwen (2001) reconocen los ejes de la teoría multimodal, que contribuyen al análisis de las prácticas discursivas. Ambos autores refieren que los recursos semióticos intervienen en el proceso de producción, con el uso de los medios (naturales y tecnológicos) y los modos, que son aquellos requerimientos que apoyan la realización de los discursos. A favor de esta lógica idea, los autores de este artículo advierten que los modos son la esencia para que se produzcan los recursos discursivos.

En este sentido, definen los recursos discursivos como el conjunto de elementos que intervienen en la estrategia de organización, diseño y producción del discurso por el sujeto, para su interacción comunicativa, al transitar de la práctica discursiva a la interpretación de las condiciones culturales específicas, a la producción. Este comportamiento acentúa el carácter multimodal que se manifiesta durante las acciones del sujeto mientras usa el lenguaje en sus actos de oratoria.

Esta definición, de alguna manera, implica considerar la lógica que plantea la relación entre lenguaje y acción. Pues, en el proceso de organizar una estrategia discursiva está involucrado el hacer. A la vez que se habla, son ejecutadas las acciones de seleccionar recursos, definir los sentidos posibles para un determinado objeto, buscar los matices adecuados, los tonos de voz, los gestos faciales y corporales, entre otras. Al mismo tiempo, el interlocutor debe aprovechar de manera óptima el uso del medio tecnológico en el cual se apoya. Esto apunta a la eficacia discursiva modal, donde el destinatario se favorece del beneficio comunicativo, con mínima o ninguna incidencia contraproducente.

Debe precisarse que los modos se representan en el metalenguaje del interlocutor, que para su enseñanza y organización adquiere normalización y teorización. Constituyen manifestaciones de la formación social y la cultura que se comparte en diversos entornos. Pérez y Aymá (2015, p. 10) los identifican como “entramado de construcción de significados compartidos”.

Esto genera el campo de discursividad, que se identifica en el espacio social, histórico y dinámico de los procesos de conformación y reproducción de valores ideológicos. En estos procesos se estructuran las prácticas sociales y ocurren las transformaciones de esos valores. Para ello, los sujetos adquieren posiciones frente a sus propios enunciados y la de los otros. De esta manera se origina la productividad del sentido en el cual se centra el análisis del discurso como campo de estudio.

De lo anterior se colige que estas condiciones favorecen la construcción de significados, la producción de ideas y la creatividad, como partes del funcionamiento del lenguaje. Así, dadas sus implicaciones desde cada perspectiva de emisión y recepción, se manifiesta el carácter complejo del discurso. Pérez y Aymá (2015, p. 11) lo definen como “espacio inestable, surcado por relaciones de poder, conflictos y tensiones, en el que los sujetos luchan por la construcción de su sentido”.

Puede decirse, entonces, que el discurso está marcado por hechos problémicos que compelen a aplicar la dinámica necesaria de intentar el poder con la palabra, lo cual implica situaciones de esfuerzos o presiones. He aquí donde el lenguaje dimensiona su valor ideológico y social. Esto se debe a que la práctica social y la discursiva se coordinan, como expresión de voluntad compartida en el mismo sujeto que comunica.

También se debe a que lo discursivo y lo ideológico y las relaciones de poder se atienen a una lucha de contrarios; por tanto, las prácticas discursivas constituyen el conjunto de patrones reconocidos y las experiencias históricamente irrepetibles de los usuarios de la lengua en la construcción de sentidos preponderantes, que en los enunciados imponen un juicio o tratan de defender otro, a partir del sistema de creencias y conocimientos.

Son precisamente los enunciados, como unidad mínima de análisis del lenguaje humano, los que garantizan la hegemonía discursiva. A través de ellos participa cada sujeto en las diversas prácticas de la vida, según el tema, las expresiones y las emociones. Así, el sujeto que comunica (de forma oral o escrita) desarrolla su actividad valorativa mediante un tema determinado. Según Bajtín (1988) los tipos de enunciados que resultan relativamente estables en una esfera de la actividad humana son los que se identifican como géneros primarios o secundarios.

Los primarios ocurren en la comunicación discursiva inmediata, y a partir de su comprensión generan flexibilidad y dinamismo que aportan carácter multimodal a los enunciados. De esta manera, contribuyen a la producción o reelaboración de los enunciados secundarios, los cuales crean géneros discursivos literarios (novelas, dramas, etc.), o de investigación científica, o periodísticos, entre otros. Todorov (1988) comparte con Bajtín que el enunciado es una unidad de análisis de la discursividad. Reconoce que su interpretación se determina tanto por la frase con que se enuncia, como por su misma enunciación. Agrega que esta enunciación representa al discurso en sí mismo porque en ella se incluye un interlocutor que enuncia, un destinatario a quien dirigirse, un tiempo, un lugar y un discurso que precede y otro que continúa.

De esta idea se desprende que la enunciación participa en la codificación de las propiedades discursivas, dígase su carácter pragmático y su institucionalidad. Lo primero se identifica por la situación discursiva en un momento y contexto dados. Lo segundo es la marca de expectativas que tiene el lector o el modelo de escritura para los autores, según Todorov (1988); es decir, tratar recursos discursivos exige considerar el carácter natural de los géneros en la actividad humana. Con ello se manifiesta que esa actividad es modal, dada la variedad de formas con las que cuenta el sujeto para comunicar. Además, sus actos comunicativos tienen una implicación en la calidad discursiva, y esta eficacia se concreta en las maneras que tienen los usuarios de convencionalizar y tipificar determinadas situaciones retóricas. Cuando se repiten en las actividades discursivas, se identifican como género o formas discursivas. Esta idea la corrobora Miller (1984) al plantear: “Los géneros tienen formas convencionales en cuanto a estructuras y elementos que representan en situaciones similares porque (las formas) responden de manera similar, habiendo aprendido con anticipación lo que es apropiado y lo que los efectos de sus acciones pueden sobre otras personas” (Miller, 1984, p. 25).

En resumen, los recursos discursivos constituyen la conjugación de elementos lingüísticos, uso de la voz y tonalidades, perspectiva visual, gestos corpóreo-faciales y herramientas retóricas. Con ello el usuario de la lengua puede interactuar en una actividad social situada, tomando en cuenta la audiencia, el contexto y el tipo de lenguaje necesario. De tal suerte, esta aglutinación representa el género discursivo en su manifestación individual, porque la acción social queda centrada en un contexto situacional específico; de manera, que todo se enfoca en acciones socioculturales que sean pertinentes y efectivas en ese entorno comunicativo.

Ahora bien, resulta una necesidad establecer el vínculo entre estos recursos y las prácticas discursivos en cuya razón están los públicos formales; es decir, se requiere de una conexión en la que se implican la experiencia o destrezas del usuario con la exigencia de responder ante una audiencia determinada, y este vínculo se concreta cuando este logra conjugar su disposición de actividad comunicativa con la concreción de las potencialidades de sus recursos; sin embargo, el profesional como usuario de la lengua, aun consciente de su papel en determinada situación comunicativa, no siempre logra aprovechar las vías o recursos para alcanzar su fin en el acto discursivo. Esto se debe a la insuficiente articulación de las potencialidades de los factores pragmalingüísticos y las prácticas discursivas.

Esta insuficiencia, apreciada en algunos profesionales, a través de sus presentaciones, tiene como fortaleza que son reconocidas por los propios emisores, y que poseen la voluntad de transformar la situación. De esta manera, se considera que una SAD puede incidir en el encadenamiento de los factores pragmalingüísticos, cuyos recursos actúan a favor de la práctica discursiva en actos formales de presentación de resultados por los profesionales.

En el Diccionario Larousse (2008), entre las acepciones de “secuencia” se registran: serie ordenada de cosas que guardan entre sí cierta relación; sucesión ininterrumpida de imágenes y escenas que forman un conjunto y que se refieren a una misma parte o aspecto del argumento; sucesión de fases operatorias de un automatismo secuencial. Aunque los tres significados recogen la esencia de encadenamiento, las dos últimas distinguen rasgos de sentido: una prioriza lo simbólico y la otra lo contiene, a la vez que enfatiza los procesos automatizados. Así, para este artículo, se considera el último de los juicios.

El Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria (2000) apunta que una secuencia es una serie ordenada de elementos que pertenecen a un sistema; por tanto, de la secuencia se considera su carácter sistémico, las implicaciones concomitantes y la automatización de sus operaciones para actos estratégicos que garantizan las funciones de un proceso. En específico, una secuencia discursiva responde a acciones seriadas o continuas de un proceso dinamizado por operaciones que marcan la autorregulación del sujeto en su práctica discursiva, a partir de la utilización de determinados recursos.

Pensar en esta secuencia ayuda a explicar el rasgo continuo de la producción y la comprensión de los enunciados, y detectar cualquier momento de no correspondencia entre lo sintáctico y lo semántico para la reconsideración del juicio. A la vez, facilita reflexionar en las secuencias articulatorias al pronunciar. Por consiguiente, en lo adelante se expone la SAD como encadenamiento pragmalingüístico, en función del perfeccionamiento de la práctica discursiva en actos formales de presentación de resultados. Dichas secuencias constituyen, de conjunto, los recursos discursivos que se requieren para el propósito de este artículo.

La SAD que se propone está formada por cuatro fases: (1) proyección del acto de oratoria, (2) diseño de la estrategia de organización del discurso, (3) automatización de las prácticas discusivas, (4) despliegue de la estrategia de organización del discurso.

La proyección del acto de oratoria se concreta en la preparación del ponente u orador, caracterizada por la mezcla del dominio del contenido con las emociones, el contacto, el metalenguaje, la empatía y el auditorio. Esta fase es el punto de partida del éxito porque toma como base el poder y la autoridad emanados de la enunciación del usuario.

El diseño de la estrategia de organización del discurso responde a la representación gráfica o ideal de la estrategia de organización. Aquí se considera que cada sujeto es capaz de elaborar previamente un mapa mental de sus acciones, cuando actúa sobre una base de reflexión y para el anclaje de juicios que necesita exponer, imponer o defender en su lógica.

La automatización de las prácticas discursivas pone de manifiesto el nivel de autorregulación del disertante, que denota su disposición para discurrir en un acto público formal, y sus posibilidades de interpretar el contexto a favor de cumplir sus propósitos.

El despliegue de la estrategia de organización del discurso obedece a la multimodalidad asumida por el ponente, en que manifiesta diversas habilidades: saber sonreír con prudencia, determinar las pautas equilibradas del ritmo y la velocidad de exposición, seleccionar los conectores lógicos del discurso, controlar las emociones que se expresan facial y corporalmente, entre otras.

De conjunto, cada una de las fases de la SAD contiene sus operaciones específicas correspondientes (ver gráfico). Así, la proyección del acto de oratoria está concebida desde la visión pragmalingüística, donde el proceder estratégico del disertante evidencia su preparación para construir el discurso. Es decir, esta proyección está constituida por un entramado de perspectivas en que predominan el público meta y la calidad del mensaje, expresada en la enunciación y el propósito planteado. Todo lo anterior significa que le corresponde al profesional enfocar mejor su punto de vista de acuerdo con el contexto y los destinatarios.

Gráfico de elaboración propia, que representa la disposición de las fases en la Secuencia de Acciones Discursivas (SAD). 

El diseño de la estrategia de organización del discurso se integra por el tiempo, el contenido y los medios de exposición. Con estas partes, el ponente puede representarse qué va a hacer y cómo. El tiempo (cronológico y de pertinencia) significa la organización temporal de la exposición, en función de la síntesis comunicativa. El contenido es el conglomerado cultural, previamente elegido para determinado contexto y situación comunicativa. Los medios (naturales y artificiales) responden a la circunstancia, por tanto, dinamizan los modos discursivos del usuario. Este puede decidir qué y cómo actuar con su voz y con los medios tecnológicos tradicionales y modernos a su alcance.

La automatización de las prácticas discursivas se manifiesta en la capacidad de autorregulación en circunstancias típicas, del uso de la lengua. Sus componentes responden, por un lado, a factores internos de comportamiento y actitud; por otro, a objetivo, hábitos, habilidades y operaciones.

El despliegue de la estrategia de organización del discurso se produce con la conjugación de factores de carácter multimodal: los modos de inicio, los modos enfáticos para los juicios, los modos de concatenación de las ideas, los modos de demandar atención, los modos de proyectar la imagen pública y los modos de hacer conclusiones.

Por todo lo antes referido acerca de la SAD, se requiere de tener dominio de cómo operar con esta continuidad de fases. En lo adelante, se explica el modo de proceder, con lo cual se da respuesta al problema planteado en este artículo. Se reconoce su enfoque sistémico, que significa advertir sus aspectos: componentes, estructurales, funcionales e integradores.

Los aspectos componentes fueron expuestos a partir de reconocer que la SAD la constituyen cuatro fases; al describirlas se distinguen sus elementos internos. Los aspectos estructurales se identifican en la organización de las cuatro fases, cuya distribución indica los niveles de coordinación y de subordinación. Los aspectos funcionales se verifican en la particularidad que diferencia a cada fase. Los aspectos integradores responden al entramado cíclico del conjunto de hábitos, habilidades, acciones y operaciones que se conjugan para conseguir el éxito del discurso en presentaciones formales.

Estos cuatro aspectos expresan la constitución de los rasgos distintivos de las fases; lo cual significa la armonía requerida para que el profesional exprese sus juicios a través de sus prácticas discursivas, en una sucesión de acciones y operaciones estratégicas. Sin embargo, algunos usuarios pueden frustrarse en el momento de exposición de resultados, porque se les dificulta la concreción, se les hace densa la información, se contrarían al apoyarse en recursos gráficos e icónicos y al intentar el uso racional del tiempo.

La solución a estas limitaciones puede solventarse cuando se pone en práctica el modo en que funciona la SAD. Lo primero es su concepción integrada, que garantiza el equilibrio del disertante. Con ello se acredita la autorregulación y la seguridad; por tanto, es posible la automatización de operaciones discursivas. Si hasta este momento las fases se han presentado por separado, ha sido solo por razón metodológica. Su funcionamiento ocurre en una continuidad cíclica, en que se integran todas las acciones y operaciones, según el modo personológico en que cada sujeto despliegue sus estrategias.

La proyección del acto de oratoria tiene una fuerte carga sociolingüística, porque el profesional en el ejercicio de presentación de resultados, en actos públicos formales, debe considerar las personas que tendrá como destinatarias, el contexto, la situación comunicativa, el modo de concretar la enunciación y los tonos con que conseguirá empatía. Estas acciones, en la medida que se automatizan, se convierten en operaciones para su acto de oratoria.

Estas condiciones, propiciadas por el mismo disertante, conducen a que este diseñe su estrategia de organización del discurso; es decir, el profesional debe contar con un momento previo para representarse mentalmente cómo va a asumir su momento de exposición de resultados; por ello, debe concebir operaciones que le permitan precisar cómo va a iniciar, de acuerdo con los imprevistos de última instancia; esto es, debe saber dar giros retóricos en que se proteja el ethos, el pathos y el logos de su información.

La automatización de las prácticas discusivas concreta su modo de incidencia para el perfeccionamiento de la calidad del disertante, cuando se sintetizan las funciones metacognitivas que permiten verificar el modo en que se internalizan esas prácticas; cuando ocurren asunciones irrepetibles, sinceras, espontáneas, naturales y de dominio del contenido, del tiempo, del escenario, de las situaciones y del contexto. Esta automatización tiene un carácter relativo porque depende de las reales situaciones que acontezcan.

Así, las estrategias de organización se concretan cuando el disertante sabe poner énfasis en aquellos juicios que garantizan la esencia de su propuesta; cuando demuestra un modo óptimo de concatenación entre las problemáticas, el objetivo, las premisas y propuestas; cuando consigue del destinatario una movilización que implica reflexión, convenio, cuestionamiento, etc.; y cuando en su lógica de enunciación conjuga la proyección de imagen pública con la emisión de convicciones, creencias y conocimientos.

Conclusiones

La lógica concebida a través de la SAD como recursos del ponente para las prácticas discursivas en actos públicos formales, contribuye al encadenamiento de los factores pragmalingüísticos, cuyos recursos favorecen la práctica discursiva en actos formales de presentación de resultados por los profesionales.

En este trabajo se ofrecen vías para el perfeccionamiento de las prácticas discursivas de los profesionales en actos formales de exposición de resultados: en eventos, presentaciones, conferencias y ejercicios de exámenes en sus variantes de defensas de maestría, especialidad, doctorado y cambios de categorías docentes, entre otros.

El enfoque de sistema de la SAD contribuye a comprender cómo este influye en el encadenamiento de los factores pragmalingüísticos, a través de las cuatro fases que favorecen el progreso de la calidad de las prácticas discursivas en actos formales de presentación de resultados por los profesionales.

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Recibido: 05 de Enero de 2021; Aprobado: 02 de Febrero de 2021

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