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Agricultura, sociedad y desarrollo

versão impressa ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.11 no.4 Texcoco Out./Dez. 2014

 

Reseña

 

Yanes Díaz Gonzalo y Ríos Elorza Serafín (coords). 2014. Arquitectura Regional: La hacienda poblana y su potencial turístico de desarrollo local

 

M. Lourdes Hernández-Rodríguez

 

Editorial El Colegio de Tlaxcala, A.C., CONACyT y Secretaría de Turismo de Puebla. ISBN 978-607-7673-37-8. 238 p

 

Centro de Estudios en Medio Ambiente y Sustentabilidad, El Colegio de Tlaxcala, A.C. (lourher@gmail.com).

 

El libro es un esfuerzo de 14 especialistas, entre ellos los coordinadores del mismo, que como resultado de un proyecto financiado por FOMIX-Puebla-CONACyT y El Colegio de Tlaxcala hacen referencia al surgimiento de la hacienda en México, y particularmente a la poblana, con la intención final de establecer una estrategia que haga de ella un espacio lúdico en el que se pueda apreciar y disfrutar de su riqueza arquitectónica-paisajística bajo un enfoque de turismo cultural sustentable.

El libro tiene tres capítulos y cinco anexos; los primeros se refieren a la caracterización de la Hacienda mexicana y al origen, desarrollo, consolidación y desintegración de las haciendas poblanas entre los siglos XV-XX, así como al proceso de reconversión y diversificación turística de la hacienda. Los segundos constan de dos censos de haciendas en Puebla hasta 1910; en el tercero se incluyen 148 fotografías que dan fe de la diversidad arquitectónica de la hacienda poblana, con nueve mapas que ubican geoespacialmente a las exhaciendas y ranchos vigentes y, por último, un glosario de términos utilizados en el argot de las haciendas y ranchos.

En el capítulo "La caracterización de la hacienda mexicana", Gonzalo Yanes Díaz, Bertha L. Morales Tovar, Concepción López Téllez y Gonzalo Yanes Gómez presentan un bosquejo histórico-ambiental en el que se ubica la hacienda, la cual se inicia en el siglo XVI con el sistema de La Encomienda y la apropiación (despojo) de las comunidades en el país, ya fuese por compra-empeño de tierras o por el otorgamiento de mercedes de tierra y agua para indemnizar a los expedicionarios o asegurar la producción de alimentos para los españoles llegados a México. Por ello se consideró a la hacienda como el tipo de propiedad territorial, fuente de riqueza y unidad económica más prestigiada de la Nueva España, ya fuese ésta cerealera, ganadera, azucarera, pulquera, minera, algodonera, cafetalera, henequenera o mixta.

En este capítulo Yanez Díaz et al. revelan que la hacienda no sólo fue propiedad de laicos, sino también de religiosos, destacando la posesión de la orden jesuita como uno de los principales hacendados de Veracruz, Ciudad de México y Puebla, quienes se especializaron en la producción de alimentos y ganado, a la vez que describen el marco cultural y legal que le da sustento a la hacienda en materia patrimonial, mientras que Bertha Morales hace una descripción arquitectónica de la hacienda con base en lo que ella llama sus características estéticas, expresivas, ambientales y formales, tomando en cuenta las zonas habitacional y de producción, haciendo una exhaustiva diferencia por tipo de actividad; por ejemplo, la azucarera tiene chacuaco; la ganadera, corrales, abrevadero y talleres de herrería-carpintería; o las cerealeras, con su era o patio para trillar grano.

Por su parte, Jorge Aníbal, Concepción Téllez y Gonzalo Yanes Gómez se encargaron de describir el ambiente natural en el que se establecieron las haciendas poblanas, pormenorizando tanto aspectos físicos-climáticos como de flora y fauna.

En el capítulo dos, Vicente E. Maceda proporciona un panorama histórico de la hacienda, desde su origen hasta su desintegración en el siglo XX. El autor cita a 1520 como el año en que se establece la primera encomienda en lo que hoy son los valles de Atlixco, Huejotzingo y Calpan. Describe al fenómeno del arrendamiento como uno de los primeros factores que dieron origen a la hacienda y a los ranchos, al dar pie a que capitanes del ejército español, clérigos y avecindados, primero rentaran y después despojaran a los dueños originales de sus tierras mediante pleitos judiciales.

El concepto de hacienda se empieza a usar en 1642, aproximadamente, para referirse a las unidades productivas relacionadas con la agricultura, la ganadería y la regulación jurídica de la propiedad de una persona física o moral que acreditaría ser el dueño mediante un instrumento público; por ejemplo, la Compañía de Jesús pudo acreditar en esos años la propiedad de más de 3000 ha de tierra de labor en la provincia de Tehuacán, Puebla, mientras que en la región de la mixteca se asentaron las haciendas ganaderas, como la de cabras en Petlalcingo, de yeguas en Santa Ana o de Carneros en Zoyamazalco. En esta etapa el libro muestra que en Puebla, en 1972, ya había 480 haciendas y 605 ranchos en 21 provincias, y cómo en 1990 ya sólo existían 108 haciendas, como resultado de una política gubernamental en oposición a la concentración de la tierra, que se instrumentó desde Francisco I. Madero hasta Salinas de Gortari.

De acuerdo con Raúl Valdez, esa situación propició que para el siglo XX la hacienda se incorporara al desarrollo de estrategias de conservación de su patrimonio que han derivado en su reconversión a empresas turísticas, para lo cual propone un esquema de trabajo que denomina "Clúster turístico o sistema productivo local", enfoque que mediante la concentración de empresas opera en negocios similares o relacionados que forman micro-nódulos de atractivos turísticos. El autor menciona su experiencia en 15 haciendas con potencial turístico, ubicadas en las regiones norte, centro oriente, centro poniente y sur poniente del estado de Puebla. La metodología de micro-nódulos tuvo dos propósitos: a) lograr la funcionalidad territorial del espacio donde se ubica la hacienda; y b) dar a la hacienda una unidad conceptual con valor turístico, con base en los seis atractivos turísticos más cercanos a la hacienda en cuestión (siendo ésta el atractivo principal), así como la calidad y cercanía de hoteles, restaurantes y otro tipo de espacios para alimentación, tiendas o misceláneas, servicios de salud, de información turística, bancarios, vigilancia, transporte y vías de comunicación terrestre.

Por último, en el tercer capítulo, Ríos Elorza, González Yanes y Betancourt muestran cómo, bajo el enfoque de desarrollo local, es necesario y posible rescatar las capacidades instrumentales y organizacionales de los empresarios, instituciones y comunidades receptoras, a partir de lo que ellos llaman los componentes económico, socio-cultural y político-administrativo, mediante una propuesta de reconversión y diversificación turística de la hacienda, hasta llegar a la elaboración de un Plan de Negocios que ejemplifican con el caso de la Ex-Hacienda Amoltepec, para finalmente concluir que la reconversión productiva de la hacienda debe cumplir primero con una fase de financiamiento a las actividades productivas primarias y, segundo, con una fase de financiamiento para el rescate y restauración del patrimonio edificado.

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