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Cuicuilco. Revista de ciencias antropológicas

versão On-line ISSN 2448-8488versão impressa ISSN 2448-9018

Cuicuilco. Rev. cienc. antropol. vol.30 no.86 Ciudad de México Jan./Abr. 2023  Epub 25-Set-2023

 

Reseñas

Antropólogos buscan rastros del proyecto de nación

Roger Bartra1 

1Instituto de Investigaciones Sociales. UNAM

Garduño, Everardo; Gasparello, Giovanna. ¿Hacia un nuevo proyecto de nación? Patrimonio, desarrollismo y fronteras. 2022. BajoTierra Ediciones, México:


En febrero de 2020 la antropóloga Viki Novelo convocó a los autores de este libro, cuando acaso comenzaba a apagarse su entusiasmo por la llamada cuarta transformación (4T). Ella misma aún tenía esperanzas de que el nuevo gobierno aceptase sus propuestas para una nueva ley que protegiese los derechos de los autores colectivos de artesanías, una tarea importante que desde luego no ha sido emprendida. La ley federal implementada se topa con la realidad de empresas capitalistas voraces y del propio gobierno que manipula el patrimonio cultural de los indígenas para fines nacionalistas de legitimación, como pudo observarse en la escenografía y coreografía hechas por Jesusa Rodríguez –una vieja actriz y activista, no precisamente indígena –del acto simbólico de toma de posesión del presidente en el Zócalo, poder otorgado supuestamente por indígenas que le entregaron el bastón de mando. La construcción del Tren Maya acabó de destruir la ilusión de que se estaba construyendo un nuevo proyecto de nación, como se muestra en este libro.

El libro refleja una gran desilusión. Lo que prometió el presidente ese 1° de diciembre, cuando unos indígenas lo invistieron como el nuevo tlatoani transformador no se cumplió. Los programas del gobierno no han tenido como preferente a la población indígena, como se anunció. Para los antropólogos que creyeron en la 4T esto ha sido una gran decepción, sea que lo observen desde las orillas o desde el centro. Lo que estamos viendo es la continuación de una política gubernamental que, como dice Margarita Hope, continúa la vieja patrimonialización y la marchita folklorización de la alteridad. Es la restauración de un indigenismo de Estado. Ella propone mirar la alteridad sin el Estado, lo que me parece que es tan difícil y atractivo como mirar al otro sin el yo. El problema, como señala Florencia Mercado, es que el paradigma nacionalista considera al patrimonio cultural indígena como dominio público. Ana Cecilia Arteaga observa que hay una gran subrepresentación de mujeres indígenas en el gobierno y que ha habido mucha molestia de las feministas por la política del gobierno.

Los antropólogos no pueden menos que sorprenderse (y alarmarse) de que el principal proyecto de infraestructura de la 4T sea el Tren Maya. Ya es extraño que un plan turístico con nombre indígena sea el proyecto central de un gobierno que algunos creyeron que era de izquierda. Para mayor asombro, el eje de los proyectos transformadores se completa con una refinería de petróleo en Dos Bocas, un aeropuerto internacional en una antigua base militar y un corredor comercial transístmico. Nada de eso parece responder a un proyecto avanzado y progresista. Salvo la refinería, que es una procesadora de recursos fósiles no renovables, el resto tiene que ver con sistemas de transporte. No voy a examinar aquí el carácter arcaico de estas propuestas, que no parece que se puedan convertir en detonadores del desarrollo socioeconómico. Como lo señala Francisco Zapata, son un regreso al desarrollismo típico de los años previos a la expansión de la política neoliberal, con inversiones faraónicas que se han logrado gracias a la aplicación de una austeridad brutal y no mediante una reforma fiscal que aumente los impuestos a los sectores más ricos y a las ganancias de los grandes capitales.

El proyecto del Tren Maya ha preocupado especialmente a los autores del libro, que se proponen hacer una antropología desde las orillas. La construcción de este tren se inicia con una serie de ceremonias de petición de permiso a la Madre Tierra, comenzando por la que se realizó en Palenque. Desde luego llama la atención el carácter kitsch, ridículo y demagógico de estas ceremonias supuestamente indígenas. Eso ya parece anunciar la catástrofe que se avecina con la creación de nuevos centros urbanos y la invasión de masas de turistas orientales que se pretende atraer. Tiene razón Luis Varguez cuando afirma que el Tren Maya es producto de un inexistente nuevo proyecto de nación, un espacio imaginario donde “el gran sacerdote de la 4T y sus acólitos” dicen que están construyendo un futuro prometedor para los pobres.

El estudio de Giovanna Gasparello destaca el hecho de que el Tren Maya es principalmente un proyecto turístico asociado a la creación y articulación de centros urbanos. Considera que este tren en realidad es un proyecto típicamente neoliberal y desarrollista, lo que en la terminología de Marx se llamaría un proceso de acumulación originaria o primitiva de capital, con la consiguiente descampesinización que forzosamente acarrea. Pero el motor de esta acumulación no es la industria sino las empresas turísticas y el comercio asociado a ellas. El reordenamiento territorial que propone el proyecto es esencial y tiene razón Gasparello al señalar que es la aplicación de la vieja idea de Redfield sobre el continuum folk-urbano montado sobre las ruedas de un ferrocarril turístico. ¿El futuro de los nuevos polos urbanos de desarrollo, se pregunta ella, será como Palenque o como Cancún? Cualquiera que conozca esas ciudades puede comprender que es un futuro poco prometedor y que no tiene nada que ver con un proyecto de nación de izquierda.

Gustavo Marín observa que este proyecto es la aplicación de un modelo de patrimonialización que se aprovecha de elementos culturales y naturales para revalorarlos como una lucrativa serie de empresas turísticas exitosas. El gobierno de la 4T simplemente ha continuado ese proceso iniciado en los años setenta del siglo pasado. Pero hay que considerar que el turismo de playa y sol es muy diferente del que tiene una orientación cultural o ecológica. Este último no suele detonar una urbanización espectacular como la de Cancún, sino una expansión como la de Palenque, mucho más modesta y muy problemática. Para el Tren Maya se dice que se invertirán 200 mil millones de pesos, pero es probable que se rebasen los 500 mil millones de pesos. Para que el tren sea rentable se requerirá que transporte entre seis y nueve millones de pasajeros anuales, además de una enorme cantidad de carga. Habrá que ver si como inversión no resulta un desastre en manos, no de empresarios, sino del ejército.

El gobierno de la 4T dio un temprano golpe de timón en materia migratoria, según explica Everardo Garduño. El cambio ocurrió a comienzos de 2019, pocos meses después de instalado el nuevo gobierno. Con el golpe se destituyó al comisionado del Instituto Nacional de Migración, un respetado académico conocedor del problema, y se inició la implementación de una política migratoria de tipo policiaco y militar. El discurso gubernamental cambió y se empobreció. La represión a los migrantes se disfrazó de una supuesta “protección” para que no caigan en manos de traficantes de personas. El migrante es ahora visto como un extraño molesto o peligroso que es necesario detener y deportar. Un religioso fanático de la 4T, Alejandro Solalinde, habló de una “caravanización” del éxodo migratorio que no debía permitirse. Se comenzó a construir la imagen de unos otros peligrosos, molestos y dañinos que amenazan a la población normal. México aceptó sumisamente el rol de tercer país seguro que le asignó el gobierno de Trump. Con razón, Garduño concluye que la política migratoria de la 4T está lejos de ser de izquierda. Cuando el gobierno de Estados Unidos presionó en diciembre de 2018, de inmediato la secretaria de Gobernación aceptó que el gobierno debía fortalecer la frontera sur para garantizar un ingreso “ordenado” al país, es decir, que filtraría el flujo migratorio. Un año después, la misma secretaria de Gobernación, declaró que lamentaba y pedía disculpas por las expulsiones de migrantes chinos a comienzos del siglo pasado, una afirmación llorosa de la hipocresía gubernamental que no me parece que abra la posibilidad de la construcción de una mexicanidad diferente e incluyente, sin racismo, como sugiere Federico Besserer. A lo largo del siglo XX ya tuvimos que soportar la mexicanidad construida desde el gobierno.

Quiero terminar recomendando la lectura de este libro y haciendo una franca invitación a leer los ensayos que contiene porque nos llevan a reflexionar sobre las peculiaridades del gobierno llamado de la cuarta transformación. Nos llevan a pensar y a interpretar el sentido de la política gubernamental. A mí me llevaron a reafirmar mi idea de que estamos ante un gobierno populista de derecha, como lo he expresado en varios ensayos. Los autores no usan esta expresión, pero describen y analizan una singularidad política que ha generado mucha confusión, pero también muy buenos análisis. El libro que han compilado Gasparello y Garduño es una importante contribución que servirá para entender los misterios de un nuevo proyecto de nación que parece haber desaparecido o que nunca existió.

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