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vol.5 número2Ramón Zacarías Ponce de León, Rivalidad entre esquemas de formación de palabras, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2016, 214 pp. ISBN: 978-607-02-7350-6James P. Blevins, Word and Paradigm Morphology, Oxford/Nueva York, Oxford University Press, 2016, 288 pp. índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
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Anuario de letras. Lingüística y filología

versão On-line ISSN 2448-8224versão impressa ISSN 2448-6418

Anu. let. lingüíst. filol. vol.5 no.2 Ciudad de México Jul./Dez. 2017  Epub 24-Jan-2022

https://doi.org/10.19130/iifl.adel.5.2.2017.1459 

Reseñas

Zeki Hamawand, Semantics: A Cognitive Account of Linguistic Meaning, Bristol, Equinox, 2016

Anselmo Hernández Quiroza 

aUniversidad Nacional Autónoma de México, Posgrado en Lingüística

Hamawand, Zeki. Semantics: A Cognitive Account of Linguistic Meaning. Bristol: Equinox, 2016.


Se trata de un libro de texto de nivel licenciatura que analiza la semántica del inglés desde el enfoque de la Semántica Cognitiva. Es un texto introductorio que vincula sucintamente teoría y práctica. Contiene un glosario mínimo, una selección de lecturas avanzadas sugeridas y una sección con respuestas a los ejercicios planteados a lo largo del texto. Se divide en tres apartados: Fundamentos (tres capítulos: La naturaleza del significado, Semántica léxica y Semántica oracional); Apuntalamientos (tres capítulos: Postulados básicos, Estructuras conceptuales y Mecanismos conceptuales); y Operaciones (tres capítulos: Categorización, Configuración y Conceptualización). Considero que es un buen texto introductorio, aunque difícilmente sería útil como un recurso directo para alumnos de licenciatura en nuestro país. En este sentido, sería encomiable tener un texto similar que analice la semántica del español de manera sucinta y preliminar.

Respecto a la naturaleza del significado, el autor resume cinco posturas corrientes bajo las etiquetas de “referencial”, “relacional”, “composicional”, “conceptual” y “primitiva”, antes de presentar su propia postura que denomina “representacional”: “The meaning of a linguistic expression derives from its mental representation of the external world which is subjectively experienced” (2016: 22). Las primeras cinco etiquetas anteriores las subsume bajo la etiqueta de “formal” vs. “funcional”, siendo solamente su propia perspectiva la que cae dentro de un enfoque netamente funcionalista. Sin embargo, su concepción del significado parece ser en muchas instancias componencial: “An expression is a meaningful unit of language such as an affix, word, phrase or sentence” (2016: 5). Esto es, no termina de desligar una perspectiva en la que se considera más prominente la representación holística de un concepto que su estructura parcialmente compuesta. Esto se hace patente cuando aborda la semántica léxica: “Words may be simple, composite or compound” (2016: 23) y la oracional “A sentence is a well-formed string of words put togheter by the gramatical rules of language” (2016: 39).

En el capítulo de postulados básicos la noción de la composicionalidad del significado vuelve a hacerse patente. Por ejemplo, el autor trata de mostrar con respecto al sufijo del inglés -able que no sólo significa ‘posibilidad’ en sentido positivo, sino también ‘posibilidad’ como ausencia de una restricción, como en el caso de eatable fungus donde por el contexto se entiende no precisamente un hongo ‘comestible’ sino que ‘puede comerse’ sin menoscabo de la salud: “The context is the root to which it [the suffix] is attached” (2016: 69). Sin embargo, esto implica que se está cargando la polisemia a los afijos: “Not only sentences have meanings. Articles, affixes and prepositions, which are considered by some theories to be empty of information, contribute something specific to the meanings of utterances in which they occur and can thus be legitimately considered as having meanings in their own right” (2016: 69).

En mi opinión, el problema subyacente respecto al empleo de nociones como ‘morfema’, ‘estructura interna’ o ‘direccionalidad’ en el análisis morfológico, es el compromiso estructuralista que se desea retener, incluso en el ámbito cognitivo, al dotar a ciertos segmentos fonológicos inferiores a la palabra de cualidades morfológicas, cuando justamente la relación unívoca entre forma-significado ocurre sólo a nivel de la palabra acabada (completa, con flexión, concreta, dispuesta oracionalmente). Y el hecho de que a menudo pueda abstraerse un segmento fonológico que parece corresponder a una unidad morfológica, debe entenderse a la luz del hecho de que varios tipos de abstracción son posibles, sin que estos sean necesarios, ni motivados del todo.

El autor podría haber recurrido a Langacker quien reconoce y afirma con toda claridad que los morfemas “no preexisten a las palabras” (1999: 131-135). No obstante, en la breve descripción que hace Langacker de la formación de palabras, emplea unidades convencionales que califica explícitamente como “degeneradas” y que participan en ensambles “defectivos” que presentan solamente, ora estructuras semánticas, ora estructuras fonológicas. Ante esto, uno podría preguntarse, ¿cuál es el valor cognitivo que puede haber en postular la categorización de un esquema cuyos componentes son requeridos más bien para cubrir una norma, o para dar soporte a una concepción ideal, que para dar una descripción empírica de la lengua? (por ejemplo, Langacker 1999: 155).

Por otro lado, uno de los puntos a favor es que el autor deja en claro que el significado de ‘cognitivo’ quiere decir que “the knowledge of language is based on experience” (2016: 81), lo cual hace que su descripción entre en consonancia con el postulado de “basado en el uso”. Respecto a la metonimia, considera que esta es un mapeo entre dos cosas que están en la misma área de conocimiento “where the name of one is substituted for the name of the other with which it is connected in some respect” (2016: 90). Quizá sería bueno haber incluido -aunque fuera solamente en una tabla- la perspectiva acerca de la metonimia que parte del prototipo de contigüidad espacial parte&todo de Peirsman y Geeraerts (2006).

Es de notar que este autor define la “integración” como “the combination of the component subparts of a composite symbolic structure into a linear sequence” (2016: 103). Esta concepción de corte langackeriana vuelve a hacer patente el compromiso estructural que hay en su postura cognitiva. Cuando discute el afijo del inglés -er como en observer se traiciona a sí mismo admitiendo que hay partes autónomas (A) y partes dependientes (D) que no existen por separado en el discurso: “It is possible to conceptualize it [observer] wihout making any necessary reference to anything outside the concept itself. By contrast, the bound morpheme -er represents de D subpart. Phonologically, it cannot exist as an autonomous form. Semantically, it cannot exist as a fully acceptable expression” (2016: 107). Esta observación debería haberlo llevado a postular las palabras como existentes por sí, en tanto que los morfemas tendría que haberlos tratado como abstracciones que se hacen, si acaso. Pero, en cambio, asume la postura acrítica según la cual los hablantes segmentan morfológicamente las palabras de manera “natural”, por ejemplo, respecto a la palabra farmer: “The speaker is aware of its two subparts farm and -er” (2016: 116).

Por último, sólo quiero hacer notar que la forma en que presenta los conceptos relevantes (como por ejemplo polysemy) como procediendo directamente del lenguaje griego, es un tanto ingenua (“The name comes from Greek poly ‘many’ and ‘semy’ meaning”, 2016: 27). Me parece que su intención es emplear esta manera de proceder como un recurso didáctico, el cual, no obstante, puede hacer creer al alumno de manera equívoca que la jerga lingüística actual es simplemente una cuestión de invención de nombres técnicos en un lenguaje prestigioso utilizado de manera artificial. Más importante a este respecto es la presentación que se hace de pasada de la teoría de la categorización, según condiciones necesarias y suficientes como datando desde Aristóteles (2016: 126). En mi opinión, si se lee con cuidado la perspectiva de Aristóteles, uno puede darse cuenta de que su conceptualización de las diez Categorías es una teoría lógica-ontológica que delimita las posibles predicaciones de los entes de manera general: “…[E]n su uso filosófico en la lengua griega, katēgoría no tiene el significado que podría sugerir su castellanización como categoría, sino el de predicado” (Aristóteles, 2009: XII-XIII). En todo caso, cabría ser más cuidadoso con el hecho de querer vincular una teoría moderna con el pensamiento antiguo.

En suma, considero que este texto introductorio es sucinto, ameno y actualizado. Podría ser más útil a los profesores de licenciatura que a los alumnos, sobre todo a los profesores que desean conocer el estudio de la semántica de un lenguaje en particular desde la perspectiva de la Lingüística Cognitiva.

Bibliografía

Aristóteles (2009), Categorías (trad., notas e introducción de Eduardo Sinnott), Buenos Aires, Colihue Clásica. [ Links ]

Langacker, Ronald W. (1999), Grammar and Conceptualization, Berlín, Mouton de Gruyter. [ Links ]

Peirsman, Yves y Dirk Geeraerts (2006), “Metonymy as a prototypical category”, Cognitive Linguistics, 17, 3, (October) pp. 269-316. 10.1515/COG.2006.007 [ Links ]

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