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Historia mexicana

versão On-line ISSN 2448-6531versão impressa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.72 no.2 Ciudad de México Out./Dez. 2022  Epub 14-Set-2022

https://doi.org/10.24201/hm.v72i2.4154 

Reseñas

Sobre Carlos Illades, En los márgenes. Rhodakanaty en México

Daniel Medel Barragán1 

1El Colegio de México

Illades, Carlos. En los márgenes. Rhodakanaty en México. México: Fondo de Cultura Económica, 2019. 167p. ISBN: 978-607-166-494-5.


El socialismo como verdad y saber ha tenido distintos tratamientos a lo largo de la historiografía. Desde la lectura en clave de filosofía política elaborada por John Dunn (The Politics of Socialism. An Essay in Political Theory), hasta la revisión republicana de la tradición socialista propuesta por Antoni Domènech (El eclipse de la fraternidad), el socialismo viene a problematizar lo que Karl Mannheim (Ideología y utopía) señalara en su momento como la relación entre los estilos de pensamiento -configurados dentro de una matriz social, fraguados al calor de las discusiones políticas- y la intención de transformar la vida social.1 En México, el estudio del socialismo coadyuva a complicar el espectro de las ideologías políticas al introducir cuestiones puntuales relativas a un sentido particular de lo social a partir de un nuevo contrato social concebido en términos de equidad y justicia. Cuestiones no menores, como la democracia social, la recuperación de los derechos negados a las mujeres, los indígenas y los trabajadores, la igualdad entre mujeres y hombres, y los proyectos de la república del trabajo y de una reforma agraria, fueron preocupaciones del socialismo romántico.

Al explorar las distintas dimensiones de la vida de Plotino Constantino Rhodakanaty (Atenas, 14 de octubre de 1828), Carlos Illades atiende a la complejidad del debate intelectual y político en el siglo XIX, otrora abordado en términos de la disputa entre liberales y conservadores. Si bien En los márgenes. Rhodakanaty en México puede insertarse en una tradición historiográfica que ha dedicado sus esfuerzos al estudio de las expresiones socialistas -identificable en los trabajos de García Cantú, Mason Hart, Teo Romvos y Pierre-Luc Abramson, entre otros- la pluma de Illades opera con un talante crítico al señalar las ambigüedades interpretativas de los análisis previos sobre el ateniense. Y es que, según el autor de Las otras ideas, no es posible establecer una identidad ideológica a priori de Rhodakanaty. Las múltiples adjetivaciones sobre sus tendencias e “influencias” (socialista antiautoritario, según Valadés; libertario, apunta García Cantú) son parte de los límites historiográficos que En los márgenes intenta subsanar.

Es así como, a lo largo de cinco capítulos, Illades entreteje los episodios de la vida del ateniense con los distintos escenarios de los cuales fue partícipe: los ámbitos político, social, educativo, e, incluso, en la esfera religiosa del mormonismo. Temas puntuales como la emancipación social, el “orden divino” y la disímil relación de Rhodakanaty con la religión son objeto de los primeros tres capítulos. En los siguientes dos capítulos de En los márgenes, podemos encontrar los pormenores de la interacción de Rhodakanaty con la filosofía mexicana. Como persona que funda partidos (La Social) y espacios de conocimiento (Escuela de Filosofía Trascendental), el griego se incorporó al margen del campo filosófico mexicano en sus intenciones de implementar una cátedra dedicada a la psicología en la Escuela Nacional Preparatoria. La pluralidad de facetas expuestas por Rhodakanaty a lo largo de su vida llegaron a tocar los saberes de la medicina, la homeopatía y la frenología.

La fundación de La Social, partido socialista, el 20 de marzo de 1871, condensa en parte los objetivos de la emancipación social y el carácter internacional del socialismo, además de la utopía militante de Rhodakanaty. Su proyecto, plasmado en el periódico La Internacional, perseguía la regeneración “universal” desde el desarrollo paulatino de las “virtudes” de la “salud, la higiene y la moralidad”, a la par de la “belleza, la virtud y la ciencia”. Aspectos puntuales relativos a la organización de la política y lo económico fueron incluidos en las intenciones socialistas de formar un sistema basado en el municipalismo autonómico y la equidad en la propiedad. Otras propuestas en consonancia fueron las de fundar un falansterio societario, crear instituciones bancarias “territoriales” que diesen cuenta justa del trabajo (fundamento por excelencia de la sociedad) y el mercado, además de una “zona libre” con miras a la apertura mundial del mercado.

Mediante la Cartilla socialista el griego -señala Illades- dio cuenta de conceptos claves para el proyecto del socialismo romántico. La armonía, en tanto que deriva de la fraternidad, fue semantizada a la manera de un concepto bifronte en el intento de retornar a la naturaleza buena del hombre, horadada por el actuar deficiente de las condiciones sociales. La regeneración social se lograría por medio de la justicia distributiva -teorizada por Fourier- en el trabajo comunitario y el reparto equitativo de las riquezas. Lo armónico funcionaba como horizonte utópico a alcanzar, ya sea por medio de la “introspección individual” o por la “acción colectiva”. Entre ambas vías, el ateniense sostenía la importancia de la educación mediante el falansterio y la escuela societaria como forma de alcanzar el “objetivo supremo de la razón humana”, esto es, “la realización de la asociación universal de los pueblos, bajo el supuesto según el cual únicamente un orden basado en la asociación podría acabar con el conflicto que enfrentaba a los individuos entre sí y a familias, pueblos y clases unos con otros” (p. 27).

La transformación necesaria en la regeneración de lo social y lo político tendría por condición, en el pensamiento de Rhodakanaty, el convencimiento de la “colectividad” sobre la mejor forma de organizar la vida en comunidad. Una vez logrado esto por medio de los aspectos prácticos mediados por la propaganda (las iglesias serían un vector de expansión) y la educación, el cambio entre regímenes políticos sería parte de un cambio natural. La comunión de los planos trascendental e inmanente formará, como Illades también señala, parte de la “imposible síntesis” entre metafísica y ciencia planteada por el heleno, esto será recuperado por pensadores como Peña y Troncoso y Ceballos Dosamantes como vía práctica y científica para la “selección adecuada de los trabajadores con base en sus aptitudes, la distribución racional de los bienes y la organización óptima de los elementos productivos” (p. 138).

Es importante, a su vez, entender la recuperación particular del ateniense de los conceptos rousseunianos -“crítica radical de la civilización moderna”, menciona Illades- como la “voluntad general” en el proyecto socialista. El hombre, otrora entendido de forma abstracta e individual, será devuelto a la comunidad, al sentido social. Sin embargo, según Rhodakanaty, éste no puede entenderse como una variante de la “igualdad formal” -condición propicia para el individualismo- en el pacto social. El principio del “contrato social” donde la libertad es cedida al Estado puede conducir a un estado de despotismo. Para el heleno, en la situación contractual la libertad se reduce a un mero estado de “voz y voto”, subyugada a la ley de la mayoría.

A partir de las nociones anteriores es posible comprender la cautela de Rhodakanaty respecto de las posturas economicistas (la economía política, por ejemplo) que someten al “pobre pueblo en nombre de la ley” y del comunismo -el “gobierno de todos, por todos”-. En ambos casos es amenazada la armonía como fundamento (perfectible, en su lectura de Leibniz) de lo social y el principio constitutivo de hombres y mujeres: el sentimiento.

La lectura puntual de la vida de Rhodakanaty abre, en paralelo con los trabajos previos de Illades (Rhodakanaty y la formación del pensamiento socialista en México, Las otras ideas. El primer socialismo en México, 1850-1935), rutas interpretativas a explorar en trabajos futuros: la circulación global del socialismo, la función de mediación que actores transnacionales como Rhodakanaty tuvieron en la difusión de dicha ideología, la composición del campo filosófico mexicano decimonónico y, finalmente, la “traducción” entre contextos de pensamiento distintos como el alemán y el mexicano. No por nada, señala Illades en su libro, Rhodakanaty fue un receptor activo del socialismo y el romanticismo a lo largo de su recorrido geográfico en los años formativos del griego. El acto de relacionar contextualmente el pensamiento político con el entramado de lugares (enunciativos) hace de En los márgenes un ejercicio saludable de historia intelectual que muestra la relación entre los acontecimientos de las revoluciones de 1848 y la Comuna de París con la recepción y posterior difusión del socialismo en América Latina. El recorrido de Rhodakanaty por los distintos espacios (textuales, incluso, a decir de su participación en La República, El Combate, La Verdad y La Reforma Social) se integra, de esta manera, en la pléyade de pensadores latinoamericanos que expandieron el socialismo romántico: Juan Bustamante en Perú, Manuel María Madiedo en Colombia; en Chile, Francisco Bilbao y, en Uruguay, Esteban Echevarría. Por su parte, José Ignacio Abreu y Benoît Jules Mure serían los mediadores del socialismo á la Fourier en Brasil.

Al mismo tiempo, son de sumo interés las consecuencias en el pensamiento que se derivan de una vida situada en los márgenes pues, como el título lo expresa, las elaboraciones críticas del ateniense tuvieron por lugar social de producción un plano alejado, tanto del centro intelectual, como de la abundancia económica. Llegado a México en 1861, Rhodakanaty se encontró con un contexto que ya había recibido e incorporado parte del romanticismo y el “primer socialismo”. El cultivo del primero, entendido en tanto intento utópico de recuperar el espíritu humano -perdido con la Ilustración- y como una forma más de conocer el funcionamiento de la naturaleza, tuvo por soporte material las instituciones de la Academia de Letrán y el Liceo Hidalgo. Por otro lado, serían Sotero Prieto y José Indelicato, por medio de las publicaciones La Linterna de Diógenes y El Socialista, quienes difundirían el “primer socialismo” en México.

En términos de espacios controversiales, el ateniense participó, desde los márgenes, de algunas polémicas condicionadas por el contexto del pensamiento político mexicano. Rhodakanaty se posicionó frente a tres posturas ideológicas con proyectos distintos relativos al camino que la sociedad debía seguir. La tríada partidista configurada por el conservadurismo, el liberalismo y el socialismo puede definirse, una vez más desde Mannheim, como el disenso entre formas distintas de conducir la utopía y el tiempo histórico. Así, los conceptos de estabilidad y progreso vendrían a identificar tales posturas: si la estabilidad de lo social constituía una condición cara al pensamiento conservador, el “movimiento” o “progreso” sería el corolario del partido liberal. Por su parte, el socialismo, “superior en talento y capacidad que los precedentes, ignoraba los medios científicos para lograr el progreso sin sacrificar la estabilidad, presa todavía de un “vago e infructuoso empirismo revolucionario” (p. 29).

Por otro lado, Rhodakanaty entabló un diálogo crítico con las posturas positivistas heredadas de Gabino Barreda y esgrimidas por Alfonso L. Herrera. El espacio de controversias sobre el positivismo había sido abierto a propósito de un conflicto de traducciones y lecturas sobre los libros de texto dedicados a la enseñanza de la Lógica y la traducción de Guillaume Tiberghien, erudito belga, por José María del Carrillo Velasco. La polémica, que incluiría a Altamirano, Justo Sierra, Porfirio Parra y José María Vigil, entre otros, allanaría el camino para la controversia particular de Rhodakanaty con el positivismo. Junto con él, las voces de Nicolás Pizarro, Santiago Sierra o el propio Vigil mantendrían una tensión crítica frente a la ideología de Comte.

Así, a partir de la lectura particular -matizada por el “orden divino”- de un amplio acervo filosófico conformado por Eduard von Hartmann, Spinoza, Vico, Leibniz, Kant, Schelling, Fichte o Hegel, los argumentos del griego contrastaron críticamente con el positivismo (considerado como “sensualista en su epistemología; materialista en filosofía; autoritario en política; liberal en economía”) (p. 118) y el espiritualismo, especulativo en su naturaleza. Ambos, señalaba el socialista, eran ideologías escasamente adecuadas a las necesidades sociales de México.

Es posible considerar, en una lectura alterna, que los objetivos del socialismo romántico son parte de un pliegue en la modernidad dada la crítica sobre las consecuencias negativas de la civilización -una crítica a un tipo específico de modernidad- y, al mismo tiempo, su participación misma en el tropo de lo moderno. La recuperación elaborada por Carlos Illades del recorrido intelectual de Plotino Constantino Rhodakanaty puede hacernos partícipes de la exploración de vías alternas -proyectos utópicos- en un sentido distinto de lo social. Para una historia crítica de las izquierdas, el texto de Illades posee una actualidad que permite pensar en caminos distintos al de una melancolía del siglo XX.

Ya sea desde el problema de la “desigualdad material de la sociedad” o la conceptualización socialista del “pueblo” frente a las nociones representativas del “cuerpo social” propias del liberalismo, el diferimiento entre los sentidos de lo social propuestas desde distintos polos ideológicos puede, en un futuro historiográfico, pluralizar la comprensión de la historia social e intelectual. E incluso, al ir más allá y situar históricamente (en contingencia) los modelos de sociedad, es posible elaborar nociones críticas del sentido común contemporáneo, esto es, lo evidente y lo natural, en una deriva brechtiana.

1John Dunn, The Politics of Socialism. An Essay in Political Theory, Cambridge University Press, 1984; Antoni Domènech, El eclipse de la fraternidad. Una revisión republicana de la tradición socialista, Madrid, Akal, 2019; Karl Mannheim, Ideología y utopía. Introducción a la sociología del conocimiento, México, Fondo de Cultura Económica, 2019.

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