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Historia mexicana

versão On-line ISSN 2448-6531versão impressa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.72 no.1 Ciudad de México Jul./Set. 2022  Epub 20-Jun-2022

https://doi.org/10.24201/hm.v72i1.4488 

Artículos

La diplomacia obrera: la estrategia sindical y las relaciones México-Estados Unidos durante los años posrevolucionarios

Workers’ diplomacy: union strategy and Mexico-United States relations in the post-revolutionary years

Sergio Miguel Cedillo Fernández1 

1Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa


Resumen.

El texto analiza el papel que desempeñó un colectivo del movimiento obrero mexicano (Grupo Acción) en la arena política durante el periodo comprendido desde 1918 hasta 1928, destacando su participación en la política exterior desplegada por los gobiernos posrevolucionarios, en especial en lo relativo a las relaciones bilaterales entre México y Estados Unidos, también se abordan los esquemas que estructuraron los vínculos entre la esfera sindical y el régimen político, ubicando a la alianza que establecieron la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) y la American Federation of Labor (AFL) como un factor determinante en los procesos antes referidos. El artículo se integra con información recabada en fondos públicos y privados (Archivo General de la Nación, Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca y Fondo Luis N. Morones), notas de periódicos de México y Estados Unidos, así como en documentos y publicaciones, tanto de divulgación histórica como de carácter académico.

Palabras clave: sindicatos; Grupo Acción; posrevolución; política exterior y movimiento obrero

Abstract.

This article analyzes the role played by a Mexican workers’ collective (Grupo Acción) in the political arena during the 1918-1928 period, placing emphasis on its participation in the foreign policy of the post-revolutionary governments, particularly in terms of bilateral relations between Mexico and the United States, as well as the structure of the relationship between unions and the government. It argues that the alliance between the Regional Confederation of Mexican Workers (CROM) and the American Federation of Labor (AFL) was a determining factor in these processes. This article is based on information collected in public and private archives (the General Archive of the Nation and the Plutarco Elías Calles, Fernando Torreblanca and Luis N. Morones archives), newspaper articles in Mexico and the United States and other documents and publications, from popular histories to academic texts.

Keywords: Unions; Grupo Acción; Post-Revolutionary Period; Foreign Policy and the Labor Movement

Las relaciones entre el movimiento obrero y el régimen político que emergió de las luchas revolucionaras desarrolladas durante la década de 1910 son un tema profusamente abordado; destacan los trabajos de Marjorie Ruth Clark, Barry Carr, Rocío Guadarrama, Jaime Tamayo, Pablo González Casanova, José Rivera, Jean Meyer, Anna Ribera, Guillermina Baena, Arnaldo Córdova, Fabio Barbosa, José Luis Reyna, John M. Hart, Jorge Basurto, Gregg Andrews, entre muchos otros. La mayoría de los autores citados apuntan que los vínculos entre la esfera sindical y las estructuras políticas derivaron en la incorporación de los trabajadores en las bases de apoyo y legitimidad del sistema político, así como en el control de las relaciones entre el capital y el trabajo, lo que permitió la inclusión de un conjunto de dirigentes sindicales en los espacios de gobierno y representación legislativa. También coinciden en señalar que la clase política del periodo posrevolucionario necesitaba de las agrupaciones obreras para hacer contrapeso a otros grupos de poder como la milicia, los caudillos regionales y la Iglesia católica, al igual que para sortear las tensas relaciones que se tenían con el gobierno estadounidense.

El otro punto de coincidencia entre aquellos que han estudiado el movimiento obrero mexicano es la crítica a los líderes que dominaron la esfera sindical desde 1918 hasta 1928 y que conformaron el Grupo Acción, el Partido Laborista Mexicano (PLM) y la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM). En la historiografía mexicana se reconoce la relevancia de las tres estructuras mencionadas, pero se puntualiza que fueron utilizadas por sus dirigentes, más para obtener beneficios personales,que en la mejoría de las condiciones de sus representados, a la par que construyeron un discurso de carácter contradictorio, que por un lado enarbolaba una retórica radical y combativa, y por otro, planteaba que los conflictos entre los factores de la producción se resolvieran por medio de negociaciones y acuerdos.

Las alianzas que las organizaciones obreras mexicanas establecieron con sus contrapartes de otros países es otro de los temas abordados por los estudiosos del sindicalismo en México. En esta línea de análisis destacan las relaciones entre la American Federation of Labor AFL y la CROM, así como la influencia ejercida por la Industrial Workers of the World (IWW) en la conformación de sindicatos y movimientos huelguísticos. Pero también se señala el abierto anticomunismo de los líderes cromistas y los vínculos que la Confederación General de Trabajadores (CGT) estableció con las agrupaciones sindicales comunistas, así como el intenso activismo internacional desplegado por los dirigentes de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) durante las décadas de 1930 y 1940.

El presente artículo busca analizar el papel que desempeñaron los integrantes del Grupo Acción en la política exterior de los gobiernos de Venustiano Carranza, Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, en particular en las relaciones entre México y Estados Unidos, planteando la intervención de dicho colectivo en la arena diplomática como parte del proceso en el que se articularon los vínculos entre una fracción del movimiento obrero y el sistema político mexicano. El texto se estructura en tres apartados. En el primero se mencionan el surgimiento de la Casa del Obrero Mundial en 1912 y los nexos que sus dirigentes establecieron con los constitucionalistas y la AFL. El segundo abarca la conformación de la CROM, el Grupo Acción y el PLM y su posicionamiento dentro de la política posrevolucionaria, ubicando sus vínculos con Samuel Gompers como un factor determinante en este proceso. El tercero se refiere a la participación de los integrantes del Grupo Acción en la esfera sindical y política durante el cuatrienio callista, destacando el papel que desempeñaron en la política exterior, en el cuarto apartado se incluyen las conclusiones.

Los inicios

El periodo comprendido entre la caída de Porfirio Díaz y el ascenso de Francisco I. Madero a la presidencia de la República fue la coyuntura de la que emergieron diversos movimientos sindicales y gremiales en todo el país, particularmente en la capital mexicana. En 1911 en la ciudad de México fue conformado el Grupo Luz; entre sus integrantes destacaban el colombiano Juan Francisco Moncaleano y los mexicanos Eloy Armenta, Luis Méndez, Pioquinto Roldán y Jacinto Huitrón, quienes en su mayoría profesaban los ideales del anarquismo. En los meses siguientes desplegaron un incesante activismo que incluyó desde la impresión de periódicos y panfletos hasta la organización de cursos y conferencias, pasando por la conformación de sindicatos. En septiembre de 1912 fundaron la Casa del Obrero (posteriormente se incluiría la palabra Mundial), dando continuidad a los trabajos iniciados un año antes, los cuales se mantuvieron aun después de la caída del gobierno maderista en febrero de 1913, pues fueron tolerados por Victoriano Huerta, pero solamente por un tiempo, porque en 1914 las instalaciones en donde realizaban sus actividades fueron clausuradas.1

Tras la disolución del régimen huertista y la entrada del ejército constitucionalista a la ciudad de México en el verano de 1914, la Casa del Obrero Mundial fue reabierta, recibiendo apoyos económicos y materiales por parte del general Álvaro Obregón, quien vio en esta agrupación un potencial apoyo para la causa del constitucionalismo.2 Pero Obregón no sería el único interesado en establecer vínculos con la agrupación fundada en 1912. En Estados Unidos, Samuel Gompers, secretario general de la AFL, tenía un interés particular en conocer el proceso revolucionario que se vivía en México, pero sobre todo en lo que ocurría en la esfera sindical y gremial. En especial le inquietaba que la IWW incidiera en las agrupaciones obreras mexicanas.3 Las inquietudes de Gompers no eran infundadas, porque los activistas de la IWW, conocidos como wobblies, habían influido considerablemente en los procesos organizativos de los trabajadores ferrocarrileros, mineros y portuarios mexicanos desarrollados a principios del siglo XX.4 Por ello, en 1915 Samuel Gompers, por medio de John Murray, estableció canales de comunicación con los dirigentes de la Casa del Obrero Mundial y con el alto mando del constitucionalismo.5

La ruptura entre las fracciones revolucionarias ocurrida en el invierno de 1914 orilló a que los dirigentes de la Casa del Obrero Mundial tomaran una decisión que marcaría el derrotero del movimiento obrero mexicano. En los primeros días de enero de 1915 determinaron establecer un acuerdo con el bando constitucionalista; entre los compromisos asumidos, destacaba la conformación de contingentes de trabajadores denominados Batallones Rojos; a cambio, los constitucionalistas darían todas las facilidades para que en el territorio que dominaban pudiesen desarrollar sus actividades organizativas y de propaganda. En estas mismas fechas ocurrió otro hecho que tendría repercusiones en la arena sindical mexicana. En el mes de febrero de 1915 el mando constitucionalista requisó la Compañía Telefónica y Telegráfica, que se encontraba en huelga, entregándola para su administración a sus trabajadores, quienes eligieron a Luis N. Morones como gerente de la empresa intervenida, cargo en el que duraría poco más de un año, pero que le permitiría consolidarse como una figura importante dentro de la esfera sindical.6

La alianza entre el constitucionalismo y la Casa del Obrero Mundial comenzó a perder fuerza cuando el bando encabezado por Venustiano Carranza derrotó en las batallas del Bajío a los ejércitos de la División del Norte y replegó en Morelos a las tropas del Ejército Libertador del Sur. Ante la erosión de las relaciones con el constitucionalismo y las organizaciones obreras, en enero de 1916 un grupo de líderes sindicales capitalinos, entre los que se encontraba Morones, fundaron la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal (FSODF). En este mismo año, sus dirigentes recibieron una misiva signada por Samuel Gompers, invitándolos para que acudieran a una reunión que se desarrollaría en Saint Paul, Minnesota, Estados Unidos. La propuesta fue analizada y los destinatarios determinaron enviar una comisión, en la que iban Luis N. Morones y el pintor Gerardo Murillo, Dr. Atl, quien se desempeñaba como agente del constitucionalismo. La convocatoria de Gompers cobraba relevancia, porque en ese momento las relaciones entre México y Estados Unidos atravesaban por una situación crítica, provocada por la incursión de Francisco Villa a territorio estadounidense, sumado a que el gobierno de Estados Unidos se negaba a reconocer a Venustiano Carranza como gobernante.7

Para los constitucionalistas era necesario contar con aliados externos, por lo que a pesar de que se habían distanciado de las agrupaciones obreras, facilitaron recursos económicos para que los delegados acudieran a la reunión convocada por el líder de la AFL. En junio de 1916 los representantes mexicanos arribaron a Estados Unidos y se reunieron con Gompers, quien sondeó las posiciones políticas de la comitiva, encontrando en Morones al interlocutor ideal, alejado de cualquier tendencia radical. Tras dicho encuentro, los dirigentes estadounidenses y mexicanos acordaron organizar otras conferencias y explorar la posibilidad de conformar una agrupación sindical continental y también enfatizaron que, en caso de que se desatara un conflicto entre los dos países, las reuniones se desarrollarían en la capital estadounidense, haciendo un llamado para que cualquier diferendo entre los gobiernos de Estados Unidos y México se resolviera pacíficamente.8 Los encuentros citados fueron de utilidad tanto para los mexicanos como para Gompers, quien pudo conocer a detalle lo que pasaba en México, además de presentarse ante los políticos estadounidenses como un personaje con influencia en otro país. Por lo que respecta a los representantes mexicanos, ellos comprendieron que la vinculación con las agrupaciones sindicales estadounidenses era un activo que, sabiéndolo aprovechar, les podría servir para reconfigurar sus relaciones con los constitucionalistas.

Jefes, masas y partido

En los primeros meses de 1918 el gobernador de Coahuila convocó a la celebración de un congreso obrero para el mes de mayo en la ciudad de Saltillo, comisionando a Juan Lozano para la organización del acto, porque conocía a los liderazgos sindicales, pues había participado activamente en la Casa del Obrero Mundial, siendo incluso uno de sus fundadores. En marzo de 1918 Juan Lozano se reunió con los integrantes de la plana mayor de la FSODF y los invitó al congreso en cuestión. La propuesta generó polémica: unos estaban en favor de asistir y otros la rechazaban, pues no estaban de acuerdo en que el acto fuera convocado por el mandatario coahuilense. Para zanjar el debate, se propuso dejar en libertad a las organizaciones la decisión de asistir, lo cual fue aceptado. La representación de la capital del país estuvo conformada por Fernando Rodarte, Ezequiel Salcedo, Jacinto Huitrón y Luis N. Morones. El congreso arrancó sus trabajos en los primeros días de mayo y contó con la participación de 120 delegados, quienes resolvieron conformar la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), eligiendo a Luis N. Morones como secretario general.9

En el congreso de Saltillo también estuvieron presentes James Lord de la AFL, Santiago Iglesias, presidente de la Federación Libre de Trabajadores de Puerto Rico, y John Murray, secretario del Comité Pro Conferencia de la Federación Panamericana del Trabajo, quienes habían acudido con la finalidad de invitar a las agrupaciones mexicanas para que participaran en un encuentro convocado por Gompers y que se realizaría a finales del mes de junio en Minnesota, Estados Unidos. La comitiva mencionada se trasladó a la ciudad de México para exponer su propuesta a la FSODF, cuyos dirigentes se manifestaron en contra de asistir al acto.

A pesar del rechazo de la FSODF, la dirigencia cromista envió un comunicado a la AFL, en el que decía que dentro de su programa de acción tenían “perfectamente determinada la tendencia a laborar por el acercamiento de los organismos obreros cualquiera que sea la localidad o continente en que se hallen” y también manifestaron que a “la creciente organización capitalista correspondía la organización obrera”, aunque después matizaron su posición, informando que no tenía facultades para hacer el nombramiento de una delegación, por lo que era necesario que las organizaciones designaran a sus representantes o, en su caso, le dieran facultades al comité central para hacerlo, pero que ante la falta de tiempo, atenderían la propuesta enviando una comisión de cortesía, encabezada por su secretario general.10

El 27 de junio de 1918 la comitiva encabezada por Morones tuvo un encuentro con Gompers y determinaron convocar a otra reunión para el mes de noviembre, en Laredo, Texas.11 En dichas conferencias, los representantes mexicanos se manifestaron en contra de la IWW y lo hicieron, en parte, porque veían la presencia de esta organización en las agrupaciones obreras mexicanas como un riesgo para la consolidación de la CROM, pero también para apuntalar su alianza con Gompers. Por esta misma razón, respaldaron abiertamente la propuesta de crear la Confederación Panamericana del Trabajo, la cual quedó constituida por Estados Unidos, México, Guatemala, Colombia, Puerto Rico y El Salvador.12 Para participar en este encuentro, Luis N. Morones recibió el respaldo institucional del gobierno carrancista y hasta es posible que también económico.13

Durante su estancia en territorio estadounidense, Morones conoció a Robert Haberman, militante del Partido Socialista de Estados Unidos y también cercano a Felipe Carrillo Puerto, quien por esa época no dudaba en manifestar su simpatía por el pensamiento socialista y las acciones radicales. Haberman había sido uno de los organizadores del congreso socialista celebrado en 1918 en Motul, Yucatán, y en los años siguientes participaría en el despliegue de acciones diplomáticas para apuntalar al régimen posrevolucionario.14

En la perspectiva de Morones los vínculos con el exterior no deberían ser solamente con la AFL, sino también era necesario entablar contactos con las agrupaciones europeas. En enero de 1919 viajó a Europa para participar en el Gran Congreso Socialista que se celebró en Berna, Suiza, y aunque no fue acreditado como delegado, sí pudo estar presente en las sesiones de trabajo.15 Para realizar este viaje tuvo el apoyo del gobierno carrancista, cuyo representante especial para Estados Unidos y Europa, el general Cándido Aguilar, envió sendas misivas a los diplomáticos mexicanos informándoles del periplo de Morones. El respaldo gubernamental iba acompañado de un documento expedido por la AFL en el que se mencionaba que había sido un elemento determinante para que se conformara la Confederación Panamericana del Trabajo.16 Durante su travesía en el viejo continente, Morones conoció a Joseph H. Retinger, quien aunque era originario de Polonia radicaba en Londres, en donde frecuentaba los círculos intelectuales y políticos británicos, además de estar interesado en lo que ocurría en México.

Tras regresar de Europa, Morones convocó a varios dirigentes sindicales, en su mayoría de agrupaciones pertenecientes a la CROM, a quienes les propuso asumir los principios de la acción múltiple, planteamiento organizativo que combinaba el activismo sindical con la incorporación en los procesos políticos. La propuesta planteada contrastaba con la denominada acción directa, que, en otros aspectos, establecía un rechazo total a la participación de los sindicatos en las elecciones, así como el uso de medidas radicales como la huelga y el boicot. La posición de Morones no era nueva, porque desde 1917, él y otros líderes obreros, como Jacinto Huitrón y Ernesto Velasco, se habían postulado en las contiendas municipales y legislativas.17

Tras varias reuniones, los dirigentes cromistas tomaron la decisión de conformar el Grupo Acción y el Partido Laborista Mexicano (PLM). El Grupo Acción fue conformado durante la primavera de 1919 y lo integraron: Luis N. Morones, Salustio Hernández, Salvador Álvarez, Cayetano Pérez Ruiz, Adalberto Polo, Fernando Rodarte, Ezequiel Salcedo, Eduardo Moneda, Raymundo Valdés, Ricardo Treviño, José F. Gutiérrez, Samuel Yúdico, Pedro Rivera Flores, Eulalio Martínez, José López Cortés, Reynaldo Cervantes, Celestino Gasca, Juan Rico y Juan B. Fonseca, quienes en el mes de diciembre de 1919 fundaron el PLM.18

Los hombres que conformaron el Grupo Acción no eran novatos en el ámbito de la acción sindical y política. Por el contrario, varios de ellos eran de cuadros directivos experimentados. Samuel Yúdico y Celestino Gasca habían sido dirigentes de la Casa del Obrero Mundial, en tanto que Ricardo Treviño estaba fogueado en las luchas gremiales en el puerto de Tampico, Tamaulipas, mientras que Pedro Rivera comenzó su trayectoria en la organización sindical en los centros mineros hidalguenses y Eulalio Martínez en los corredores fabriles veracruzanos; por lo que respecta a Fernando Rodarte, José López Cortés, Juan Rico y Ezequiel Salcedo, habían participado en la formación de sindicatos de tallares gráficos e imprentas.19

Durante el segundo semestre de 1919 los integrantes del Grupo Acción iniciaron negociaciones con los posibles candidatos presidenciales: Álvaro Obregón, Pablo González e Ignacio Bonillas. Pero terminaron decantándose por el divisionario sonorense, aunque le condicionaron su apoyo a que firmara un pacto. En agosto fue signado el acuerdo, en el que los dirigentes sindicales se comprometían a respaldar al divisionario sonorense a cambio de que durante su mandato se apoyara el trabajo de la CROM, además de que cuadros de esa confederación fueran incorporados en el gobierno.20

En paralelo a los dirigentes cromistas, otros grupos también decidieron conformar una agrupación política. En marzo de 1919 fue convocado el Primer Congreso Nacional Socialista. En el comité promotor del acto participaban, además de líderes sindicales y gremiales de la capital del país, el estadounidense Linn A. Gale y el hindú Manabendra Nath Roy, quien se ostentaba como representante de la Internacional Comunista (Komintern). El 25 de agosto de 1919 arrancaron los trabajos del congreso citado, con un total de 30 delegados presentes, entre los que se encontraban los activistas extranjeros mencionados y los mexicanos Diego Santibáñez, Jacinto Huitrón, Vicente Ferrer, José Allen, José I. Medina, Timoteo García, estos dos últimos conocidos de Morones, quien hizo acto de presencia acompañado de Samuel Yúdico, lo que generó la inconformidad de algunos delegados. Tras una breve discusión, se aceptó la participación de Morones, quien se incorporó a los debates, pero terminó retirándose, argumentando su desacuerdo con la conformación de un partido que se afiliara a la Komintern. En la sesión del 4 de septiembre se aprobó la creación del Partido Socialista Mexicano (PSM), el cual tuvo una vida efímera, porque en el mes de noviembre sus dirigentes tomaron la decisión de cambiar el nombre por Partido Comunista Mexicano (PCM).21

En el primer semestre de 1920 la sucesión presidencial entró en crisis con la confrontación entre el presidente Carranza y el denominado Grupo Sonora. En el mes de abril el gobernador de Sonora, Adolfo de la Huerta, se rebeló contra el gobierno carran cis ta, que intentaba someterlo con la restricción de recursos económicos y el envío de tropas federales. El levantamiento del mandatario sonorense fue secundado por jefes militares y caudillos regionales, colocando en una situación crítica al gobierno carrancista. Durante la insurrección los integrantes del Grupo Acción se trasladaron a Chilpancingo, Guerrero, para acompañar al general Obregón, quien se había refugiado en esta ciudad, tras burlar un intento de aprehensión. Desde la capital guerrerense llamaron a las organizaciones afiliadas a la CROM a secundar la insurrección, además de que Luis N. Morones viajó a San Francisco, California, con el objetivo de buscar apoyos para la causa rebelde en territorio estadounidense.22

Tras la muerte de Venustiano Carranza, ocurrida en mayo de 1920, Adolfo de la Huerta fue designado presidente interino; él dio cumplimiento a parte de los compromisos establecidos entre el Grupo Acción y el general Obregón, siendo Luis N. Morones designado jefe de Establecimientos Fabriles y Militares, mientras que Celestino Gasca fue nombrado gobernador del Distrito Federal, en tanto que Samuel Yúdico quedó como responsable de la distribución de tierras en San Luis Potosí. La inclusión de los dirigentes sindicales en el bloque gobernante cobró mayor relevancia por la alianza que la CROM tenía con la AFL, porque Adolfo de la Huerta no era reconocido por el gobierno estadounidense. Ante esta situación, el gobierno delahuertista proporcionó los fondos suficientes para que Morones viajara constantemente a territorio estadounidense para pedirle a Samuel Gompers que abogara en favor del reconocimiento diplomático.23

El primero de diciembre de 1920 el general Álvaro Obregón rindió protesta como presidente de la República, ratificando a los miembros del Grupo Acción en las posiciones que ocupaban dentro de la administración pública federal, desde las cuales consolidaron sus estructuras organizativas, además de ampliar sus vínculos y contactos, para lo cual reclutaron a personajes destacados de la vida pública, como el joven abogado Vicente Lombardo Toledano, quien en los años posteriores se convertiría en uno de los cuadros más notables y destacados de la CROM y el PLM.24 Durante el gobierno obregonista Luis N. Morones, con recursos provenientes del erario público, consolidó la alianza con la AFL, cuyo veterano dirigente fue uno de los apoyos más importantes del caudillo sonorense en territorio estadounidense, como se lo hizo saber el propio Álvaro Obregón a Samuel Gompers.25

Los apoyos para cultivar las relaciones con la AFL y su gerifalte no se limitaban únicamente a los reconocimientos presidenciales y las subvenciones para los viajes de Morones. En enero de 1921, financiado por el gobierno obregonista, se realizó en la ciudad de México el Tercer Congreso de la Confederación Panamericana, en el que participaron delegados de Estados Unidos, México, República Dominicana, Puerto Rico, Guatemala y El Salvador, destacando la presencia de Samuel Gompers, Mateo Woll, vicepresidente de la AFL, J. Todin Terrasurer, de la International Molders Journal de Cincinnati y Mary Harris Jones, veterana activista estadounidense. La presencia de Mary Harris Jones, a quien apodaban, Mother Jones, fue particularmente relevante, porque además de ser en ese momento un ícono del sindicalismo estadounidense, había sido una de las defensoras más decididas de Ricardo Flores Magón y sus compañeros cuando fueron perseguidos en territorio estadounidense.26

El líder estadounidense agradeció el apoyo brindado para el acto, declarando que “para pronunciar el nombre de Obregón necesitaba quitarse el sombrero” y también dejó clara su posición política diciendo que los congresistas eran enemigos de los bolcheviques, lo que generó la reacción de las grupos anarquistas y comunistas nacionales, quienes emitieron sendos comunicados de protesta, lo cual no impidió que el congreso se desarro llara del 10 al 19 de enero de 1921, al que acudieron varios miembros del gabinete presidencial, destacando el general Plutarco Elías Calles.27 Tras clausurar el congreso, Gompers regresó a su país haciendo elogiosas declaraciones en favor del gobierno del general Obregón, lo cual contribuyó a disipar la imagen de que México estaba controlado por un régimen radical.28

El respaldo de Samuel Gompers al caudillo sonorense fue más allá de las declaraciones. En 1922 la dirigencia de la AFL emitió un resolutivo en el que solicitaban formalmente al gobierno estadounidense que reconociera a su contraparte mexicana.29 Ante los resultados obtenidos, Obregón continuó facilitando recursos económicos y apoyos institucionales para que Morones mantuviera en los mejores términos y condiciones su alianza con el gerifalte de la AFL. Pero las actividades del Grupo Acción no se concentraron únicamente en Estados Unidos, pues también comenzaron a buscar aliados entre los europeos.30

Ante la creciente influencia del Grupo Acción, sus detractores comenzaron a organizarse. El 5 de septiembre de 1920, representantes de diversas agrupaciones gremiales y sindicatos capitalinos fundaron la Federación Comunista del Proletariado Mexicano (FCPM), cuya directiva organizó en febrero de 1921 la denominada Convención Nacional Roja, en la que se lanzaron duras críticas a la “regional”, además de que los participantes reivindicaron los planteamientos de la acción directa revolucionaria, rechazando cualquier relación con los partidos políticos, a menos que sus líderes manifestaran la necesidad inmediata de la destrucción del sistema capitalista. Pero el resolutivo más importante fue la conformación de la Confederación General de Trabajadores (CGT), cuya directiva solicitó adherirse a la Internacional Roja de Sindicatos y Uniones de Trabajadores.31 En respuesta, Morones y sus compañeros les lanzaron sendas amenazas, que en el corto plazo se hicieron efectivas, como ocurrió con los tranviarios, cuyo sindicato estaba afiliado a la CGT y que al despuntar 1923 iniciaron un movimiento huelguístico que fue sometido a sangre y fuego por los cromistas, apoyados por el ejército y la policía del Distrito Federal.32

Durante el segundo semestre de 1923 arrancó el proceso para definir al sucesor del general Obregón; los candidatos con posibilidades reales eran el secretario de Hacienda, Adolfo de la Huerta, y Plutarco Elías Calles, secretario de Gobernación. En este contexto, los integrantes del Grupo Acción se manifestaron abiertos partidarios del responsable de la política interna, a quien veían con simpatía porque en 1918, siendo secretario de Industria y Fomento, había apoyado las huelgas encabezadas por organizaciones afiliadas a la CROM. En el verano de 1923 la sucesión presidencial parecía estar definida en favor de Plutarco Elías Calles, pero en el mes de noviembre Adolfo de la Huerta anunció que lanzaría su candidatura.

La situación política hizo crisis en diciembre, cuando Adolfo de la Huerta, junto con algunos políticos afines, se trasladó al puerto de Veracruz, llamando a un levantamiento armado, el cual fue secundado por importantes jefes militares. Al iniciar 1924 los rebeldes controlaban la mayor parte del territorio nacional, en tanto que las fuerzas leales al gobierno, aunque de menor número, estaban mejor organizadas y pertrechadas, por lo que pudieron desplegar una eficaz ofensiva contra los levantados. Los miembros del Grupo Acción se incorporaron en contingentes para combatir a la denominada rebelión delahuertista. Pero la aportación más importante fue en el ámbito internacional, porque Morones envió a Haberman a Estados Unidos, en donde junto con Gompers articularon un eficiente trabajo de cabildeo en favor del gobierno mexicano, cuyos resultados fueron el apoyo con armas y asistencia militar, así como el bloqueo de suministros y pertrechos para los rebeldes, que incluyó la negativa de sindicatos estadounidenses y europeos para transportarlas.33

Pero también durante los primeros meses de 1924 Morones estuvo involucrado en un episodio sangriento que tendría impacto en la política exterior. En el mes de enero fue asesinado el senador por Campeche Francisco Field Jurado; su muerte cobró relevancia porque, además de apoyar a la rebelión delahuertista, operaba para detener la aprobación de los denominados Tratados de Bucareli, los cuales eran una serie de compromisos entre los gobiernos de México y Estados Unidos que incluían, entre otros aspectos, la conformación de comisiones para atender los reclamos de los ciudadanos estadounidenses afectados por las luchas revolucionarias y las expropiaciones de tierras. Los acuerdos en cuestión formaban parte de las gestiones desplegadas por el gobierno obregonista para obtener el reconocimiento diplomático estadounidense, por lo que era sumamente importante que la Cámara de Senadores los aprobara, lo cual ocurrió tras la muerte del legislador campechano, hecho del que fue acusado Morones, porque semanas antes había amenazado a Field Jurado, aunque la acusación no tuvo consecuencias legales, pero sí políticas, porque Álvaro Obregón criticó públicamente la actitud de Morones, lo que marcaría un distanciamiento entre ambos personajes.34

Los obreros al poder

En los últimos días de marzo de 1924 la rebelión delahuertista estaba prácticamente liquidada, por lo que la campaña presidencial se desarrolló sin complicación alguna. El 6 de julio se llevaron a cabo las votaciones para la elección de presidente, senadores y diputados, resultando victorioso Plutarco Elías Calles, quien rindió protesta el 1o de diciembre de 1924. En su gabinete fue integrado como secretario de Industria, Comercio y Trabajo Luis N. Morones, pero no fue la única posición que obtuvo el Grupo Acción, pues Celestino Gasca fue designado jefe del Departamento de Establecimientos Fabriles y Militares y Eduardo Moneda fue nombrado director de los Talleres Gráficos de la Nación, en tanto que José F. Gutiérrez, Samuel Yúdico, Ricardo Treviño y Vicente Lombardo Toledano fueron electos diputados federales, mientras que Fernando Rodarte y Ezequiel Salcedo alcanzaron un espacio en el Senado de la República.35 Al iniciar el cuatrienio callista, junto con las posiciones en la administración pública y en el Congreso de la Unión, el Grupo Acción controlaba varios gobiernos estatales y municipales importantes, entre los que destacaba el Ayuntamiento de la ciudad de México.

En la agenda de la secretaría que encabezaba Luis N. Morones, el petróleo era uno de los temas más relevantes. A finales de diciembre de 1924 en la Cámara de Senadores arrancó la discusión de la ley reglamentaria del artículo 27 constitucional en materia de hidrocarburos. La producción petrolera representaba una de las fuentes más importantes de las finanzas gubernamentales; tan sólo en 1924, los impuestos cobrados a este sector representaron 21% de los ingresos del gobierno. Los senadores aprobaron la iniciativa referida el 31 de diciembre, enviándola inmediatamente a la Cámara de Diputados, cuyos integrantes determinaron conformar una comisión que analizara el tema.36

En enero de 1925, con la denominada Ley Petrolera discutiéndose en la Cámara de Diputados, Morones declaró que serían revisadas las concesiones petroleras, lo que generó preocupación entre los empresarios del sector y los funcionarios de primer nivel del gobierno estadounidense, quienes no vieron con agrado los intentos por establecer controles sobre la explotación de hidrocarburos, por lo que comenzaron a mover sus piezas y hacer frente a cualquier eventualidad. En febrero de 1925 el embajador estadounidense Charles B. Warren fue sustituido por James R. Sheffield, quien era un hombre profundamente racista que veía con desprecio a los mexicanos y que trabajaba como consultor de empresas petroleras. En los informes que enviaba al secretario de Estado mencionaba que el presidente Calles era una mezcla de “armenio e indio”, en tanto que el secretario de Industria y Comercio tenía “más sangre blanca, pero no de la mejor”.37

Ante lo que parecía un escenario complicado en la relación con Estados Unidos, Calles y Morones implementaron una serie de medidas para hacerle frente. El 14 de febrero de 1925 fue anunciada la creación del puesto de “agregado obrero” en las representaciones diplomáticas de México, el cual, aunque estaría adscrito a la Secretaría de Relaciones Exteriores, tendría que rendir informes de sus actividades a la Secretaría de Industria y Comercio.38 Cabe resaltar que esta idea había sido propuesta a Plutarco Elías Calles por Robert Haberman en 1921.39 Entre las funciones que tenía que realizar destacaban las siguientes:

a) Procurar estrechar las relaciones entre representantes de las agrupaciones obreras del país en el que residan; b) Aprovechar cuanta relación y conocimiento establezcan para hacer estudios de carácter social del país en el que residan, e informar sobre el particular al Departamento; e) Exhibir películas que haya, relacionadas con las actividades económicas y obreras de México; f) Recopilar toda clase de datos referentes a las relaciones entre el Capital y el Trabajo, de las relaciones económicas que guardan los trabajadores, salarios, costos de vida, procedimientos del trabajo, perfeccionamiento del ma quinismo, materias primas, industrias establecidas y leyes del trabajo y previsión social, enviándolas oportunamente al Departamento.40

En mayo de 1925 se publicaron los nombres de los representantes obreros; entre los designados se encontraban Juan Fonseca, quien fue enviado a Francia, mientras que a Ezequiel Salcedo le correspondió la representación en Alemania y a José F. Gutiérrez en Italia, en tanto que a Carlos L. Grácidas lo comisionaron a la República de Argentina.41

Mención aparte merece Carlos L. Grácidas, quien tuvo un papel destacado porque fue un incansable promotor del gobierno callista. En sus informes dio cuenta de reuniones con dirigentes sindicales argentinos, visitas de trabajo a varias ciudades, así como la difusión de material gráfico y proyección de películas en las que se mostraban los avances realizados por el régimen emanado de la Revolución.42 En contraste, los otros delegados se limitaron a enviar notas en las que exponían la situación en la que se encontraban los países a los que habían sido enviados.43 La influencia en la política exterior del Grupo Acción también incluyó la designación de embajadores, siendo el caso de Manuel Téllez, quien fue nombrado embajador en Washington por petición del secretario de Industria, Comercio y Trabajo.44

Desde su posición como secretario de Estado, Morones se dedicó de lleno a promover una imagen positiva de la administración callista en los círculos políticos y financieros estadounidenses y de paso robustecer al máximo su alianza con la AFL. Durante una gira por Estados Unidos, realizada en el mes de agosto de 1925, declaró que el gobierno mexicano no era comunista y que destinaría montos considerables para la construcción de infraestructura. También sostuvo reuniones con los dirigentes de la AFL, quienes estaban muy agradecidos porque, por medio de la CROM, recibieron recursos económicos para arrancar las operaciones de una institución bancaria que habían formado: The Federation Bank of New York. También ofreció entrevistas en las que promovió la labor de reconstrucción del gobierno mexicano, resaltando la importancia de la inversión extranjera, particularmente la estadounidense.45 La estrategia para combatir la imagen de que en México dominaban tendencias radicales fue completada con el compromiso de la CROM de “luchar para aniquilar el comunismo” porque, según la plana mayor cromista, los simpatizantes de esta corriente ideológica sólo querían dividir al movimiento obrero mexicano, aunque habría que resaltar que la posición anticomunista de la CROM había sido fijada desde 1923, cuando emitieron un resolutivo en el que expulsaban a los comunistas de las filas de las agrupaciones adheridas a la confederación.46

Para el despliegue del activismo en el plano internacional, Morones y sus compañeros contaron con el apoyo de un equipo conformado por los estadounidenses José Kelly, Robert Haberman y Joseph H. Retinger. Los primeros realizaban actividades en Estados Unidos y el tercero en Europa. Cabe resaltar que Retinger, además de su papel como enlace con las agrupaciones obreras del viejo continente, se desempeñó como una suerte de profesor de algunos de los miembros del Grupo Acción. Uno de ellos, Ricardo Treviño, registró en sus memorias que:

Lombardo y Retinger se hicieron muy amigos míos y se propusieron que yo estudiara economía política para hacerme “más completo como líder”. El Dr. Retinger, que desempeñaba un puesto en el Departamento del Trabajo a mi cargo fue el más empeñado en el propósito de que yo hiciera tales estudios y se propuso impartirme las clases necesarias […]. El Dr. Retinger […] me dedicaba una hora diaria, antes de iniciarse labores en la oficina para darme las clases […].47

Pero el activista polaco también se vinculó con otros personajes de la vida pública mexicana, pues se incorporó al Grupo Solidario del Movimiento Obrero, en el que participaban Diego Rivera, Alfonso Caso, Daniel Cosío Villegas, José Clemente Orozco, Manuel Gómez Morín.48

El equipo de agentes extranjeros que trabajaba con el Grupo Acción construyó una amplia red de agrupaciones y liderazgos sindicales de Estados Unidos y Europa. Pero estos vínculos estaban cimentados en elementos más tangibles que la retórica y la ideología. En mayo de 1926 los obreros ingleses se fueron a huelga, ante lo cual, Retinger les manifestó que la CROM simpatizaba con su causa, además de que el gobierno del presidente Calles les proporcionó 100 000 dólares a los huelguistas cuyos dirigentes agradecieron el generoso gesto de solidaridad.49 Por lo que respecta a Estados Unidos, Kelly y Haberman contaron con el financiamiento adecuado para realizar sus gestiones, las cuales incluyeron, además del trabajo con los sindicatos afiliados a la AFL, el apoyo para publicaciones y contactos con periodistas, editores y directivos de medios impresos.50

El activismo internacional desplegado por el Grupo Acción también incluyó la invitación para que líderes sindicales de otras latitudes visitaran México. El 22 de octubre de 1926, con el patrocinio del gobierno mexicano e invitados por la CROM, llegaron a territorio nacional: John Brown de la International Federation of Trade Union de Ámsterdam, Edo Finen de la International Transport Workers Federation, Gordon Clutherbusch de la International Federation of Clerical Workers, George A. Hicks de la English Trade Union y Robert Dissman, parlamentario y sindicalista alemán.51 La visita de los dirigentes europeos fue un apoyo significativo al régimen callista, particularmente por las tensiones que enfrentaba con el gobierno estadounidense por la cuestión petrolera y el conflicto religioso. Uno de ellos, el británico John Brown, en reciprocidad con el apoyo recibido durante el movimiento huelguístico, contundente declaró que:

La estabilidad de México sería un problema resuelto, si […] se viera libre y extraño a influencias exteriores y a la presión que de muchas maneras ejerce el capitalismo extranjero […] Nos hemos convencido de que el periodo destructivo del periodo revolucionario ha terminado ya. Se ha iniciado, y está muy adelantado, el periodo más difícil: el constructivo […] apoyaremos decididamente al pueblo mexicano en el desarrollo de sus esfuerzos.52

Pero la empatía hacia grupos y liderazgos de otros países tenía sus limitantes, como así lo constató la embajadora de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), Aleksándra Kollontai, quien arribó a territorio nacional a finales de 1926. La diplomática soviética llegó con indicaciones de sus superiores de fortalecer las relaciones comerciales, así como los vínculos con el gobierno mexicano, pero también le advirtieron que “la situación en México era compleja” y que, por consiguiente, “era fácil cometer errores”, por lo que “no debía sucumbir a la falsa idea de la proximidad de una revolución, de la cual México estaba todavía lejos”. Al conocer las posiciones que ocupaban los integrantes del Grupo Acción, la primera impresión que tuvo fue que el presidente Calles encabezaba un gobierno “laborista” que buscaba sacar adelante al país y que encontraba férreas resistencias en la burguesía reaccionaria y Estados Unidos. Pero esta opinión no tardaría mucho tiempo en modificarse, porque en los meses siguientes terminaría por confrontarse con el secretario de Industria, Comercio y Trabajo.53

En el mes de marzo de 1927 se presentó la película Bahía de la muerte, señalada como propaganda bolchevique y prohibida su exhibición por el gobierno de la ciudad de México. El problema de fondo no era el contenido de la película, sino el apoyo que los sindicatos soviéticos le brindaron al movimiento huelguístico que por esas fechas se desarrollaba en el sistema ferroviario mexicano. El incidente despejó cualquier duda sobre las posiciones ideológicas dentro del gobierno mexicano, pero sobre todo del integrante más destacado del Grupo Acción. Kollontai informó a sus superiores que Morones era un “oportunista”, aunque al mismo tiempo reconocía que “la única organización a nivel nacional con tinte político era la CROM”, pero que era parte de la “típica socialdemocracia oportunista”.54

Durante el cuatrienio callista estalló la denominada Guerra Cristera. En este conflicto, el Grupo Acción se convirtió en uno de los apoyos más importantes del presidente. Luis N. Morones y sus compañeros por medio de sus organizaciones y también de los recursos institucionales que tenía a su alcance; desplegaron diversas iniciativas y acciones, entre las que resaltaron desde el apoyo para que se constituyera una iglesia cismática, así como actos de masas, hasta algunas sumamente radicales, como el derribo del Cristo del Cerro del Cubilete.55 Para algunos representantes extranjeros y para la jerarquía católica, los miembros del Grupo Acción formaban parte de la fracción más radical, que estaba convencida de que “la batalla contra el clericalismo era decisiva para el régimen”. En la opinión del embajador francés, Ernest Lagarde, el presidente Calles, “prisionero de los laboristas, estaba obligado a adoptar una actitud cada vez más rencorosa hacia la Iglesia”.56 Por lo que respecta a los agregados obreros, se les pidió “vigilar constantemente la forma de prevenir la propaganda perniciosa que se hace en algunos países en contra de México y su gobierno”.57

A la par del conflicto religioso, las tensiones entre el gobierno mexicano y el estadounidense continuaban siendo un tema crítico en la segunda mitad del gobierno callista. El tema de la reglamentación petrolera generaba tensiones entre ambos países, y a pesar de que se había planteado como vía de solución el arbitraje internacional, las relaciones con el vecino del norte eran un motivo de preocupación para el presidente Calles. En este contexto, durante los meses de marzo y abril de 1927 en periódicos de México y Estados Unidos se difundió la noticia de que habían sido robados de la embajada estadounidense cerca de 300 documentos confidenciales, que incluían oficios, cartas y un supuesto plan militar para invadir México.58 Los responsables del robo nunca fueron señalados. Pero al menos desde 1926, Morones ya había filtrado un supuesto plan de intervención, por lo que para muchos, dentro y fuera de México, él había sido el autor intelectual de la sustracción de los documentos diplomáticos.59

Luis L. León, quien en esos años se desempeñaba como secretario de Agricultura y Fomento, afirmaba que el presidente Calles había ordenado “un servicio de contraespionaje”, el cual fue organizado por los cromistas “porque una parte de la servidumbre de la embajada pertenecían a la CROM”, además de que atrás de la representación diplomática instalaron “un taller para sacar copias fotostáticas a los documentos”. En cambio, Emilio Portes Gil decía que los documentos diplomáticos habían sido ofrecidos por el agregado militar estadounidense a Luis N. Morones, a cambio de que le pagaran medio millón de pesos, propuesta que fue notificada al presidente, quien autorizó el pago respectivo.60

Tras la divulgación del robo, según Luis L. León, el primer mandatario mexicano, por medio de un representante personal, le envió a su homólogo estadounidense una copia de la documentación obtenida (otras tantas fueron enviadas a diversos lugares dentro y fuera del país, para que en caso de ser necesario se dieran a conocer por todo el mundo), la cual fue entregada acompañada del siguiente mensaje: “yo sé por lo que lo traté, que usted es un hombre honrado, un hombre recto y justo; creo que usted no va permitir que por las intrigas de un individuo como Sheffield que está bajo las órdenes de los petroleros y de intereses muy personales, vayan a provocar una guerra entre dos pueblos; nosotros seremos débiles pero resistiremos hasta el final, y el mundo sabrá por qué peleamos, pero yo tengo confianza en usted y les mando estas copias para que las vea usted y conforme su juicio”. El presidente Coolidge le contestó: “no haga usted nada y en un mes yo le resuelvo la situación”.61

El escándalo provocado por la difusión del robo de los documentos diplomáticos tuvo como consecuencia directa la remoción del embajador Sheffield en junio de 1927. En su lugar fue designado Dwight W. Morrow, influyente abogado en loscírculos financieros estadounidenses, cuyo estilo afable y negociador contrastaba con la dureza de su antecesor. Morrow llegó a México en septiembre de 1927, con indicaciones directas del presidente Coolidge de recomponer los vínculos diplomáticos entre los dos países. Las señales de entendimiento continuaron en el mes de noviembre, cuando el pleno de la Suprema Corte de Justicia declaró inconstitucionales diversos artículos de la ley petrolera y Morones manifestó que el gobierno acataría el fallo.62 La resolución del máximo tribunal marcó el inicio de las negociaciones que tenían como objetivo resolver los diferendos por la cuestión petrolera. El proceso de negociación se desarrolló durante varios meses y tuvo como protagonistas principales al diplomático estadounidense y al secretario de Industria, Comercio y Trabajo.63

En los últimos días del mes de marzo de 1928 fue anunciado el acuerdo al que habían llegado los representantes de México y Estados Unidos para dirimir los diferendos en materia petrolera. Uno de los puntos de las negociaciones fue una serie de reformas a la ley de 1925, que entre otros aspectos estipulaba que el gobierno mexicano reconocería los derechos de explotación del subsuelo a las empresas cuyas concesiones fueran anteriores a 1917 y que en los casos restantes les otorgaría concesiones, las cuales tendrían un límite de 50 años. Dichas modificaciones legales no dejaron satisfechas a las empresas petroleras, pero para el gobierno estadounidense el tema estaba terminado, manifestando su beneplácito por las medidas adoptadas, haciéndoles saber que cualquier diferendo tendrían que resolverlo en los tribunales mexicanos.64

La participación de Luis N. Morones en las negociaciones del tema petrolero cerró el ciclo en el que los integrantes del Grupo Acción desempeñaron un papel destacado dentro de la política exterior mexicana. La reelección de Álvaro Obregón les configuró un escenario difícil porque, aunque lo respaldaron formalmente, lo hicieron en el último momento, sin dejar de mencionar que eran públicas las diferencia entre Morones y el invicto caudillo sonorense, cuyos seguidores incluso afirmaban que el secretario de Industria, Comercio y Trabajo ambicionaba ser candidato presidencial. Por ello, cuando Obregón fue asesinado por José de León Toral el 17 de julio de 1928, los obregonistas acusaron a Morones de ser el autor intelectual del crimen, exigiendo al presidente que lo destituyera y se investigara su responsabilidad en el magnicidio. Las presiones hicieron efecto y, en el mes de agosto de 1928, Morones y sus compañeros renunciaron a los cargos que ocupaban dentro la administración pública federal.

Desde 1928 hasta 1936 los integrantes del Grupo Acción resistieron los ataques de sus detractores y buscaron por diversos medios retornar al bloque gobernante, pero sus esfuerzos resultaron vanos y terminaron por disolver uno de los colectivos más importantes del periodo posrevolucionario. Por lo que respecta a la CROM, con la salida de sus dirigentes de los círculos del poder político se fue debilitando gradualmente y, aunque mantuvo su presencia en algunas regiones del país, en 1936 perdió definitivamente su posición como agrupación hegemónica de la esfera sindical con el surgimiento de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) dirigida por Vicente Lombardo Toledano. Así, los vínculos entre la AFL y la CROM, a pesar de que se mantuvieron hasta finales de la década de 1940, perdieron su papel estratégico, en parte porque las relaciones entre los gobiernos de Estados Unidos y México entraron en una etapa de estabilidad, pero también porque emergieron otros grupos y personajes que reconfiguraron las relaciones entre los movimientos sindicales de ambos países.

El declive del Grupo Acción no implicó el fin del activismo internacional del sindicalismo mexicano. Durante las décadas de 1930 y 1940, Vicente Lombardo Toledano desplegó un conjunto de acciones que incluyeron desde una alianza con el Congress Industrial Organization (CIO) de Estados Unidos, como la incorporación de la CTM a la Federación Sindical Internacional (FSI), pasando por el respaldo al gobierno republicano español y giras de trabajo en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), hasta el cabildeo en territorio estadounidense en favor de la expropiación petrolera y la conformación de la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL).65

Conclusión

Los integrantes del Grupo Acción establecieron las bases para las relaciones entre el movimiento obrero mexicano y el régimen político posrevolucionario. En este proceso, tuvieron la capacidad organizativa y la visión estratégica para utilizar todos los medios a su alcance e incorporarse al bloque gobernante, lo que les permitió ocupar y controlar espacios de poder público y representación legislativa, quizá como ninguno otro antes, incidiendo en forma importante en el despliegue de la política exterior mexicana, sobre todo en las relaciones entre México y Estados Unidos. En paralelo obtuvieron beneficios económicos personales, que contrastaban con las condiciones difíciles en que vivían los trabajadores a quienes aseguraban representar.

El declive del Grupo Acción fue producto de los embates de sus enemigos, pero también se debió a que las condiciones que habían posibilitado la incorporación de sus integrantes a las élites gobernantes se habían modificado sustancialmente. Durante la década de 1930 el sistema político mexicano entró en una fase de consolidación, tanto de sus instituciones y marcos normativos, como de sus prácticas informales, pero también de sus vínculos con el exterior. Los miembros del Grupo Acción fueron sustituidos por el bloque encabezado por Vicente Lombardo Toledano, quien reconfiguró la correlación de fuerzas dentro del movimiento obrero mexicano, además de comprender que el contexto internacional que se vivía en esos años requería de la diversificación de interlocutores y canales de comunicación.

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1 Ribera, La Casa, pp. 39-57.

2 Castro, Álvaro Obregón, p. 139.

3Samuel Gompers, veterano dirigente sindical estadounidense que había llegado a Estados Unidos procedente de Inglaterra en 1863, desempeñándose como obrero en la industria tabacalera, en donde se incorporó a las filas de la Cigarmakers Union y, junto con otros líderes, conformó en 1886 la AFL. También destacó por haber abogado en favor de los magonistas perseguidos en Estados Unidos; Diccionario, t. VIII, sección Internacional, pp. 164-165.

4 Caulfield, “Wooblies”; Diccionario, t. VII, sección Internacional, pp. 191-193.

5 Levenstein, Labor, pp. 13-30.

6 Taracena, La verdadera revolución mexicana (1915-1917), pp. 30-31.

7 Levenstein, Labor, p. 35; Salazar, Las pugnas, pp. 157-159.

8 Salazar, Las pugnas, p. 162.

9“El Congreso obrero que se reunirá en Saltillo. Los sindicatos de esta capital acordaron anoche no concurrir a la asamblea”, El Universal (21 mar. 1918); Araiza, Historia, p. 13.

10Oficio signado por el secretario de Gobernación: “Luis N. Morones y la persona que lo acompaña concurrirán a la Convención Obrera que tendrá lugar en San Antonio, Texas, U.S.A.”, FLNM, sección Información general, serie Manifiestos, c. 9, exp. 37 y sección CROM, serie Asuntos internos, c. 1, exp. 21.

11 CROM, Antología, pp. 131-132; LEVENSTEIN, Labor, pp. 72-75.

12 Carr, El movimiento, p. 95. “Labor Conference bars Bolshevism. Pan American Delegates Kill Resolution Favoring Release of the I. W. W.’ s.”, The New York Times (16 nov. 1918); Toth, “The Pan American”, p. 618.

13FLNM, Información general, Correspondencia, c. 8, exp. 1.

14 Andrews, “Robert Haberman”, pp. 189-191; Diccionario, t. VII, sección Internacional, pp. 168-169; Condés, Atropellado, pp. 307-312.

15“Hemos sido notificados que en breve estará en territorio mexicano, el líder obrero Luis N. Morones, caracterizado socialista, quien llevó la representación de los obreros mexicanos al Gran Congreso Socialista que se efectúo en Berna, Suiza”, El Heraldo de México (13 mayo 1919).

16FLNM, Información general, Correspondencia 1918-1932, c. 8, exp. 1.

17 Araiza, Historia, pp. 31-41.

18 Araiza, Historia, pp. 44-45.

19 Diccionario, t. III, p. 324; Escobedo, Notas, pp. 33-34, 41-42, 49-50, 59, 63-64, 89-90.

20APEC-FT, Presidentes, serie 03, exp. 4, inv. 733; Araiza, Historia, pp. 37-40 y 45-48.

21 Spenser y Ortiz, La Internacional, pp. 47-54; Carr, El movimiento, pp. 98-104; Condés, Atropellado, pp. 315-321.

22APEC-FT/ Álvaro Obregón, exp. 22/41, inv. 66, leg. 2/5; Krauze, Caudillos, p. 115; Taracena, La verdadera revolución mexicana (1918-1921), p. 200.

23AGN, Presidentes Álvaro Obregón-Plutarco Elías Calles, exp. 601-M-2, oficio con fecha 7 de agosto de 1920, dirigido al subsecretario Manuel Padrés por el secretario particular del presidente interino para que cargaran a la partida de gastos extraordinarios de la Secretaría de Gobernación 1 000 pesos que se le otorgaron a Morones por una comisión que desempeñó en Estados Unidos en julio de 1920.

24 Spenser, En combate, pp. 43-64 y 71-78.

25“OBREGON GREETS GOMPERS. Praises Moral Support Given by A. F. of L. to Mexican Cause”, The New York Times (8 sep. 1923).

26 Lomnitz, El regreso, pp. 264, 276-277, 353; Diccionario, pp. 173-174.

27“Los congresistas de Norteamérica enemigos del bolchevismo”, El Demócrata (10 ene. 1921); “El congreso panamericano nada tiene de ello” y “Los comunistas desconocen a los delegados personalidad para representar a los obreros del continente”, El Demócrata (11 y 13 ene. 1921); “El general Calles pronunció ayer trascendental discurso ante las delegaciones del congreso obrero Pan Americano” y “Ayer clausuró sus sesiones el inútil congreso obrero panamericano”, El Demócrata (16 y 19 ene. 1921).

28“GOMPERS PRAISES NEW MEXICAN REGIME. Criticism of Our Latin America Policy Heard and Answered at Labor Congress”, The New York Times (7 feb. 1921).

30AGN, Presidentes Álvaro Obregón-Plutarco Elías Calles, exp. 245-D1-M-2 y 239-M-5. En enero de 1922, Morones recibió 2 500 pesos, y luego de febrero, el encargado de negocios de México en Estados Unidos, Manuel Téllez, le proporcionó 3 300 dólares; posteriormente el cónsul de México en España y Portugal le facilitó 1 500 dólares y en noviembre del mismo año recibió otros 10 000 pesos.

31 Baena, “La Confederación”, pp. 119-120, 123 y 129; Araiza, Historia, pp. 56-67.

32“El Apostolado de la Vaqueta juró ayer aniquilar a los rojos e independientes”, El Demócrata (29 ene. 1921); Alessio, Desfile, pp. 8-17.

33 Andrews, “Robert Haberman”, p. 205; Castro, Álvaro Obregón, pp. 163 y 167; Taracena, La verdadera revolución mexicana (1922-1924), p. 253.

34 Alessio, Desfile, pp. 19-49.

35 Treviño, Frente, p. 50; “El Sr. Luis N. Morones se hizo cargo de la Secretaria de Industria”, El Demócrata (3 dic. 1924).

36Diario de Debates de la Cámara de Senadores, año I, periodo extraordinario, XXXI Legislatura, t. I, núm. 59 y 60 (30 y 31 de diciembre de 1924); “La comisión técnica de la Cámara de Diputados estudia la reglamentación del artículo 27”, El Demócrata (13 ene. 1925).

37“Serán revisadas las concesiones petroleras vigentes”, El Demócrata (5 ene. 1925); “GIVES CALLES OIL POLICY; Morones Says He Follows Supreme Court Rulings”, The New York Times (1o feb. 1925); Meyer, Las raíces, p. 136; Collado, Dwight, pp. 50-51.

38“Se crea el puesto de agregados obreros en todas nuestras embajadas y legaciones”, El Demócrata (14 feb. 1925).

39 Plutarco Elías Calles, pp. 43-44.

41“El proletariado nacional representado dignamente en el extranjero”, El Demócrata (15 mayo 1925).

42 Yankelevich, “Imitemos”, pp. 2-12.

43FLNM, Correspondencia, Con respuesta, c. 5, exp. 115; oficios enviados por Eduardo Moneda, secretario general de la CROM, al presidente de la República con los informes de los denominados “agregados obreros”, AGN, Presidentes Álvaro Obregón-Plutarco Elías Calles, exp. 427-L-1, c. 170.

44 Valadés, La Revolución, pp. 354-355.

45“Mexicans red few says labor leader Morones cabinet member asserts Calles has constructive labor policy”, “MEXICO LABOR HEAD DENIES CLASS RULE. Morones, Minister of Industry, Says Workers Are Now in Control, but Seek Good of All. CITES THE RISE IN WAGES Says Unemployment Ratio Is Low, With New American Plants Relieving Condition”, “MEXICO’S NEW POLICIES. As Explained by Senor Morones They Show Gains for Masses” y “SAYS MEXICAN LABOR ASKS FOREIGN CAPITAL; Secretary Morones Declares It Need Not Fear Organized Workers”, The New York Times (28 ago., 2, 10 y 27 sep. 1925); FLNM, Correspondencia, Recibida, c. 1, exp. 24, carta de Peter J. Brady, presidente del Federation Bank of New York, dirigida a Morones con fecha 4 de enero de 1926.

46 Barbosa, La CROM, pp. 375-376; “El proletariado nacional lucha para aniquilar el comunismo”, El Demócrata (21 sep. 1925).

47 Treviño, Frente, p. 40.

48 Krauze, Caudillos, p. 177; Treviño, Frente, p. 39.

49“Millones de obreros en huelga” y “La CROM ante la huelga inglesa”, El Demócrata (2 y 7 de mayo de 1926); FLNM, Correspondencia, Recibida, c. 1, exp. 28, cablegrama firmado por Alfred Purcell en el que agradece la “espléndida contribución”; FLNM, Correspondencia, Emitida con respuesta, c. 6, exp. 122, cablegramas dirigidos por Retinger a Morones; Boletín del Archivo General de la Nación, tercera serie, t. III, 4 (10) (oct.-dic. 1979), p. 54.

50Documento fechado el 19 de junio de 1926 y firmado por el cónsul de México en Nueva York en el que informa que a los personajes referidos se les pagaban 40 dólares por día; documentos fechados el 9 de febrero y 22 de noviembre de 1926 firmados por José Kelly en que informa al secretario de Industria y Comercio de las actividades realizadas en Estados Unidos, FLNM, Correspondencia, Con respuesta, c. 10, exp. 163 y 164; detalles de recursos para trabajos de la organización obrera en Los Ángeles, documento fechado el 4 de marzo de 1928, FLNM, Correspondencia, Con respuesta, c. 9, exp. 141.

51Carta de J. W. Brown a Retinger solicitando el pago del pasaje hacia México para asistir al encuentro, fechada el 16 de julio de 1926. FLNM, Correspondencia, Con respuesta, c. 10, exp. 166; “El movimiento obrero, los líderes europeos lo juzgan precursor del que se desarrolla en la América Latina”, El Universal (23 oct. 1926).

52“El movimiento social de nuestro país lo apoyarán obreros de toda Europa”, El Universal (27 nov. 1926).

53 Kollontai, Diario, pp. 33 y 54.

54 Kollontai, Diario, pp. 99, 117, 123 y 129; “Película rusa suspendida por la policía”, El Universal (27 mar. 1927).

55 Valadés, La Revolución, pp. 331-338.

56 Meyer, La Cristiada, pp. 276 y 295.

57 Yankelevich, “Imitemos”, p. 7.

58“300 documentos diplomáticos fueron los robados al gobierno de los Estados Unidos”, El Universal (9 abr. 1927); en esta nota se hace referencia a otras publicadas sobre el tema en los periódicos estadounidenses New York Herald Tribune (8 abr. 1927) y The New York Times (21 mar. 1927).

59 Meyer, “El espionaje”, p. 1; “Para aclarar lo de los documentos robados fue llamado el attaché militar de la embajada”, “El incidente se considera terminado” y “La actitud de Mr. Kellog ha cambiado”, El Universal (10, 11 y 21 abr. 1927).

60 Olivera, Testimonios, pp. 122 y 355.

61 Olivera, Testimonios, p. 355.

62 Collado, Dwight, pp. 36-38. El nuevo embajador estadounidense fue nombrado el 20 de septiembre y ratificado por el Senado de ese país el 19 de diciembre de 1927. “Un fallo trascendental de la Suprema Corte, en materia de petróleo” y “La resolución de la Suprema Corte y la Secretaría de Industria”, El Universal (18 y 25 nov. 1927).

63“El fin de la controversia se juzga cercano en Estados Unidos, conferencias entre Mr. Morrow y el Sr. Morones”, El Universal (21 mar. 1928).

64“México y los Estados Unidos se ponen al fin de acuerdo”, El Universal (28 mar. 1928); Meyer, Las raíces, pp. 158-164; Vázquez y Meyer, México, p. 160.

65 Spenser, En combate, pp. 101-110 y 157-181; Levenstein, Labor, pp. 146-168.

Recibido: 28 de Mayo de 2020; Aprobado: 21 de Enero de 2021

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