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Estudios sociológicos

versão On-line ISSN 2448-6442versão impressa ISSN 0185-4186

Estud. sociol vol.39 no.117 Ciudad de México Set./Dez. 2021  Epub 04-Abr-2022

https://doi.org/10.24201/es.2021v39n117.2234 

Reseñas

Lo que el voto se llevó. La des-composición del pacto posrevolucionario en México

María Marván Laborde1 
http://orcid.org/0000-0001-9706-8017

1Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ), Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), mmarvanl@unam.mx

Lo que el voto se llevó. La des-composición del pacto posrevolucionario en México. Sonnleitner, Willibald. 2018. Ciudad de México: El Colegio de México, 395p.


El libro escrito por Willibald Sonnleitner es, quizás, el estudio más completo y minucioso sobre la sociología del voto mexicano que se haya escrito jamás. A través de una metodología creativa con un enfoque verda deramente multidisciplinario el autor hace una serie de radiografías del voto que nos permite ver tendencias macro y comportamientos micro que han conformado un complejo mosaico de la realidad nacional que se refleja elección tras elección a lo largo de cinco décadas. El estudio comprende desde 1961, fecha de la creación de los llamados diputados de partido, primera apertura del sistema de partido hegemónico consagrado gracias a la Ley Federal Electoral de 1946. El análisis de los resultados a micro nivel de las secciones electorales sólo puede partir de la elección federal de 1991, el punto de quiebre marcado por la creación del Instituto Federal Electoral (IFE) en 1990. Es de suponer que antes de esa fecha no están disponibles los datos de los resultados electorales sección por sección; es mérito del IFE (ahora Instituto Nacional Electoral) la organización y disponibilidad de la información que permiten a políticos y académicos estudiar el sistema electoral con el detalle al que llegó Sonnleitner. El análisis concluye con la elección federal intermedia de 2015.

Es poco común iniciar una reseña crítica haciendo un comentario sobre la metodología empleada; sin embargo, la valía de la aproximación metodológica que ha escogido nuestro autor me lleva a empezar por ésta. Parte de una intuición que lleva hasta sus últimas consecuencias con buenos resultados. El aspecto más innovador del estudio estriba en la importancia de analizar los datos en diversas escalas geográficas. Reconstruye las características del voto en la dimensión nacional, estatal, municipal, distrital para llegar hasta el microcosmos de las secciones electorales. A partir de estas divisiones geográficas comprueba que no hay afirmaciones absolutas que sirvan para describir un único comportamiento electoral de las y los mexicanos. Algunas características que observadas de manera clara en el ámbito nacional se vuelven evanescentes mientras va reduciéndose la escala y viceversa; a partir del análisis detallado del microcosmos de una pequeñísima sección electoral descubrimos algunos patrones de conducta imposibles de identificar en escalas más amplias.

En la obra se estudia la evolución histórica de la realidad socio política mexicana, desde la hegemonía monopartidista del México posrevolucionario en el que dominó por décadas el voto corporativo hasta desembocar en un innegable pluralismo político con una fragmentación creciente, débil identidad partidaria y una marcada volatilidad del voto. Los resultados agregados en diferentes escalas hacen evidentes algunas de las limitaciones de los autores clásicos cuando se emplean acríticamente para entender la realidad mexicana. Es mérito del autor la lectura crítica de quienes han estudiado los sistemas de partidos y su relación con los sistemas electorales para probar la validez de sus afirmaciones en la realidad mexicana, de donde rescata lo que aplica a México y distingue las particularidades para ofrecer las explicaciones pertinentes.

Sonnleitner abre a la ciencia política nuevas veredas de pensamiento que desmitifican la autenticidad de verdades en ocasiones presentadas como si fuesen absolutas. Observa la evolución de los comportamientos electorales a partir de un análisis multidimensional y multidisciplinario, demuestra de manera fehaciente que para estudiar por qué una de ter minada comunidad, un distrito, un Estado o un país vota como vota, se torna indispensable recurrir a la sociología, la psicología social, la economía, la antropología; dichos cruces interdisciplinarios los contextualiza mediante la geografía en espacios cuyas fronteras políticas dependen de los límites en los que se ha subdividido el territorio nacional.

El trabajo abreva tanto de metodologías cualitativas como cuantitativas. Cuando encuentra una correlación, desconfía de ella y cuestiona si ésta se sostiene por una causalidad empíricamente comprobable o no. A partir de la sistematización de estos cuestionamientos científicos desecha algunas hipótesis que otros autores han dado por válidas. Pareciera una obviedad afirmar que los fenómenos sociopolíticos son multidimensionales. Lo que no es sencillo es encontrar las “correlaciones escondidas” que nos puedan explicar aquello que se observa prima fascie. Así, el juego que establece con las diversas escalas geográficas se convierte en una herramienta útil para encontrar o negar algunas de esas correlaciones que de otra manera habrían pasado inadvertidas.

Como el título sugiere, Lo que el voto se llevó. La des-composición del pacto posrevolucionario en México, Sonnleitner hace una reconstrucción socio-histórica de lo que significaba el voto en la época dorada de la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI), su evolución a lo largo de medio siglo y los múltiples significados y determinaciones de los muy diversos comportamientos que coexisten en el mundo electoral en México en el siglo XXI.

El libro incluye dos capítulos introductorios y después se divide en dos grandes partes: cada una tiene su propia introducción y tres capítulos. La obra cierra con un capítulo de conclusiones en el que el autor resume las muchas razones esgrimidas por las que es indispensable abordar el estudio del voto desde un enfoque plural.

En la parte introductoria se nos ofrece un primer capítulo, Paradojas electorales: ¿elecciones competitivas sin legitimidad?, cuya revisión general de la literatura comparada sobre el comportamiento electoral escudriña las razones de una de las grandes paradojas del proceso de transición a la democracia de México: no obstante la evolución de las reglas y de las autoridades electorales, a pesar de la creciente competitividad de los partidos políticos en México, de la creación y desaparición de muchos, hay un déficit de legitimidad del sistema en el que priva la desafección política y en el que además parece incrementarse la desconfianza de la ciudadanía hacia las élites políticas. Esta paradoja es clave en el trabajo.

La parte I, denominada Transiciones inconclusas, se propone dar cuenta del lento pero persistente resquebrajamiento del sistema hegemónico del Partido Revolucionario Institucional, caracterizado por el voto corporativo hasta desembocar, cincuenta años después, en un sistema multipartidista cada vez más fragmentado y caracterizado por la volatilidad de las preferencias electorales, sujeto a la incertidumbre, no sólo en los resultados electorales, sino en las muy diversas y frecuentemente contradictorias motivaciones de las y los votantes que se resisten a ser englobados en una sola categoría o tendencia.

Desde la originalidad del análisis socioterritorial, esta primera parte se concentra en el análisis de los grandes espacios. Principia con el estudio de resultados nacionales, luego trabaja por estados, y llega, en el cuarto capítulo, al estudio de los 300 distritos electorales1, de esta manera nos dibuja las grandes tendencias y su evolución y pinta con brocha gorda lo que llamamos realidad nacional. Por esta razón puede ofrecernos un panorama general de lo que ha sucedido a lo largo de 54 años de historia electoral. Es de suponerse que no se cuenta con datos desagregados a nivel de sección electoral entre 1961 y 1990, es decir, en la época anterior a la fundación del Instituto Federal Electoral (IFE)2, quizás este principio de realidad fue determinante para que el autor hiciera de las escalas geográficas el punto clave de sus decisiones metodológicas.

El capítulo 2 expone la lenta transformación de las reglas electorales que tuvo como consecuencia la des-composición del pacto revolucionario. En el capítulo 3 el autor se pregunta por qué los pobres votan tanto en México. La singularidad de este fenómeno exige algunas explicaciones que se construyen a lo largo del capítulo y de esta manera nos plantea algunas de las peculiaridades de la vida electoral mexicana.

Destaco entre las más importantes la pasmosa continuidad de los procesos electorales. A pesar de la aparente inutilidad del rito de las elecciones mexicanas, desde 1934 hasta la fecha no se ha interrumpido un solo proceso electoral federal. Cada seis años han tenido lugar la sucesión presidencial y la renovación del Senado, y cada tres años se ha renovado la Cámara de Diputados: éste es un fenómeno verdaderamente excepcional no sólo en comparación con cualquier otro país de América Latina; sabemos que ni Estados Unidos, ni muchos países europeos, podrían hacer gala de semejante suceso3. Como bien señala el autor, las campañas electorales del periodo de la hegemonía del PRI no eran “inútiles”; si bien no tenían el propósito de alterar las preferencias del electorado, sí servían para legitimar el proceso y facilitar que el candidato del PRI se familiarizara con el país al que iba a gobernar después de las “innecesarias” elecciones. Actualmente, en el México plural las elecciones son eventos competitivos en el que partidos y candidatos buscan influir en las preferencias electorales porque su resultado es hasta cierto punto impredecible y predomina la volatilidad sobre lo que podríamos llamar el voto duro de los grandes partidos.

En el último capítulo de esta primera parte se abordan los resultados electorales en el plano distrital. A partir de este análisis se puede observar cómo fue fraguándose la desarticulación del antiguo régimen que siguió diferentes ritmos en las diversas regiones del país; hay distinción entre el norte y el sur, así como contrastes entre las zonas urbanas y el México rural; además, en el examen de las zonas con mayor y menor desarrollo económico y humano se aprecian diversas dinámicas convergentes que transforman las conductas de múltiples electorados.

La segunda parte del libro se basa en el análisis de las microrregiones. En 1990 el país se dividía en 61 983 secciones electorales que incrementaron hasta 67 583 en 20154. En la introducción se aborda el tema de la integridad electoral y el persistente cuestionamiento de la calidad del voto sostenida en gran medida por la construcción interesada de imaginarios que no demuestran sus afirmaciones con datos duros que emanen de un análisis empírico integral. Sonnleitner demuestra que esto es posible.

El capítulo 5, La calidad de las elecciones de 2012 bajo la lupa, cumple exactamente lo que el título promete. Al estudiar el proceso electoral a través de la documentación que deja cada uno de los pasos, desde las actas de casilla, las actas de los recuentos distritales y la declaración de las y los ganadores, rompe con dos de los mitos más arraigados en el estudio de la realidad electoral mexicana de las últimas tres décadas; tan errados están quienes consideran que la organización de las elecciones en México sigue siendo un fraude monumental que implica como cómplices lo mismo a partidos, candidatos y autoridades electorales, como a quienes pregonan que el sistema electoral mexicano es perfecto y sobre todo infalible. Este análisis científico es capaz de demostrar las fortalezas, pero también las debilidades del sistema electoral mexicano. Hoy no podemos afirmar que las autoridades electorales estén coludidas con determinado partido o coalición y que trabajen para asegurarles un triunfo al margen de la voluntad popular, pero tampoco podríamos decir que no hay errores en las elecciones e inclusive algunas decisiones de las autoridades electorales que ponen en duda su imparcialidad.

En el capítulo 6, el autor afirma, con pruebas científicas irrefutables, tres cosas. Primero, la complejidad de las leyes electorales ha hecho el proceso electoral mexicano extremadamente intrincado, lo que acarrea como consecuencia que los funcionarios de casilla y los funcionarios distritales cometan muchos errores. Segundo, el exceso de pasos redundantes en el conteo y recuento de los votos permiten identificar y corregir esos errores en la mayoría de los casos. Tercero, los errores son eso, simples errores humanos cometidos por las y los funcionarios de casilla, ya que por diseño legal los funcionarios siempre son escogidos al azar de entre los avecindados alrededor de la casilla, lo que tiene la ventaja de que sean imparciales al momento de contar los votos, pero la desventaja de que la capacitación no siempre obtenga resultados óptimos para implementar a la perfección los múltiples procesos que supone recibir y contar los votos en las casillas. A pesar de que los errores sean abundantes en cantidad, Sonnleitner demuestra que resultan irrelevantes porque las equivocaciones se distribuyen aleatoriamente, de tal manera que no inciden en los resultados finales. Su conclusión es que se puede demostrar mayor integridad electoral de la que les conviene reconocer a los responsables de propagar la narrativa del fraude, casi siempre impulsada por partidos interesados en justificar de esta manera su derrota.

El trabajo de Sonnleitner cuestiona seriamente los resultados de algunas investigaciones académicas que metodológicamente renuncian al uso de datos duros para tratar de entender la penetración del voto clientelar, o medir la magnitud de las presiones de grupo en la definición del voto. Un buen ejemplo, aunque no el único, es la Encuesta de Expertos en Percepción de Integridad Electoral que simplifica la compleja realidad nacional. Mucho se ha escrito sobre las limitaciones de las encuestas de percepción. A las críticas tradicionales habría que agregar que en el caso de los patrones de conducta electoral coexisten en México muchos comportamientos no sólo divergentes, sino francamente contradictorios. Podemos hablar simultáneamente de votantes racionales que saben y pueden usar su voto de manera estratégica, otros que anulan su voto como una forma de protesta, y sí, ciertamente en ciertas secciones electorales, algunas rurales, otras urbanas, hay indicios claros de clientelismo, inclusive de coacción del voto. Si bien ha desaparecido el voto corporativo que respondía a la presión mono-céntrica ejercida desde el PRI para su propio beneficio, ahora en los espacios en los que opera el clientelismo los operadores políticos pueden inclinar la balanza electoral para favorecer a diferentes partidos.

En el capítulo 7 el autor demuestra la validez de su hipótesis principal. El fin de la hegemonía del PRI, lo que él llama la descomposición del pacto posrevolucionario, ha dado lugar a múltiples comportamientos electorales que deben analizarse por medio de la descomposición de todas las escalas geográficas y desde una perspectiva multidimensional. En este capítulo el autor contrasta diversos comportamientos en secciones electorales que aparecen como semejantes, y sin embargo acusan comportamientos claramente diferenciables. El análisis comparativo a nivel microsociológico demuestra que la desaparición del voto corporativo fue un proceso lento y heterogéneo.

Entre 2000 y 2015 prácticamente han desaparecido las zonas de voto duro; cada vez son más reducidos los espacios donde uno u otro partido tienen asegurado el triunfo. Es más común identificar secciones bipartidistas, otras tripartidistas y unas más en las que el voto se reparte entre más de tres partidos.

En la elección de 2015, sólo 1.6% de las secciones electorales arrojaron una preferencia monopartidista, y 12.2 bipartidista, es decir en 86.2% de las secciones votaron por tres o más partidos. Hay espacios de estabilidad que contrastan con otros sumamente inestables. El abstencionismo, el voto estratégico o dividido y el voto nulo también los analiza nuestro autor sección por sección.

En las conclusiones, Sonnleitner sintetiza los hallazgos del estudio completo. Por decirlo de manera muy simple: “De un régimen corporativo autoritario singularmente estable y consensual, se pasó a un juego político cada vez más disperso, volátil e incierto, controvertido y desacreditado. La complejidad de este cambio radical se refleja en las modalidades inestables de la movilización electoral y en el ejercicio heterogéneo del voto, cuyo estudio requiere enfoques multidimensionales y plurales”. El texto analiza no sólo el comportamiento electoral, también se nos ofrecen pistas para explicar la decepción de la ciudadanía hacia los partidos, los procesos electorales y, sobre todo, la democracia.

El autor demuestra que el voto es simultáneamente un proceso colectivo e individual; un acto emocional y racional; hay presiones colec tivas, corporativas y comunitarias, y al mismo tiempo, autonomía del votante; encontramos garantía sobre la secrecía del voto y también presiones sobre pequeñas comunidades donde la gente puede saber, o al menos intuir, quiénes fueron a votar y por quién. El voto es una relación social, una transacción donde pesa tanto el sentido de pertenencia como la convicción y el sentimiento de lealtad; puede ser un intercambio entre el votante y las élites políticas, pero también una forma de expresar una opinión positiva del partido o el candidato al que se favorece con el voto. Asimismo, se hallan ejemplos donde se utiliza el voto como poderosa arma de castigo. La intrínseca complejidad del voto, las inacabables diferencias entre las y los votantes de los diversos y contradictorios electorados van descubriéndose mediante los múltiples espacios geográficos analizados por el autor.

Por último, es necesario apuntar que el mito de la polarización social que reina en México también queda hecho añicos. Los resultados electorales vistos en conjunto con los hechos y los dichos de las campañas electorales limitan el fenómeno de la polarización a las élites políticas que han sucumbido a la fuerza centrífuga que ellas mismas han creado. Por el contrario, la sociedad mexicana tiende a moverse por una fuerza centrípeta que ha resistido a la violencia discursiva empleada por las y los candidatos en las campañas electorales. Esto provoca un desencuentro entre los políticos y la sociedad reflejada en la desafección democrática creciente y el rechazo de la ciudadanía a los partidos y la clase política.

No será sencillo escribir un epílogo del texto, ya que la elección de 2018 fue más disruptiva de lo que podía parecer una tendencia consolidada del (los) comportamiento(s) electorales observados. Está por verse si los procesos electorales de 2021 confirman que 2018 representó una nueva tendencia hacia la disminución del pluralismo, o reducen el fenómeno de López Obrador a la fuerza de un líder carismático de tendencia populista.

Concluyo con una idea del prólogo que José Woldenberg hizo al texto. La realidad electoral de México es cambiante y las transformaciones son multicausales; por lo mismo, se dan con diferentes ritmos, y en ocasiones, inclusive, en sentidos encontrados. La única verdad contundente es que la vida electoral de México es aprehensible en toda su riqueza y complejidad cuando un estudio está bien diseñado y ejecutado con honestidad intelectual y paciencia científica.

1A partir de la reforma electoral de 1977, el número de distritos electorales en el ámbito federal se fija en 300. Anteriormente los distritos cambiaban conforme incrementaba la población.

2La reforma electoral de 1990 crea el Instituto Federal Electoral, que en 2014 se transformó en Instituto Nacional Electoral (ine).

3En Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt murió siendo presidente en 1945 y ganó cuatro elecciones presidenciales consecutivas (1933-1945), lo que en sí mismo fue una excepción ya que la reelección tradicionalmente se había limitado a dos periodos consecutivos de cuatro años cada uno. Después de Roosevelt se hizo una reforma constitucional para que la limitación quedase inscrita en la Ley Suprema. Años más tarde, John F. Kennedy fue asesinado en 1963 siendo presidente. El periodo posterior a la Gran Crisis de 1929 y la Segunda Guerra Mundial fueron causa de que en muchos países europeos, incluidos Alemania, Italia, España y Francia, por sólo mencionar algunos, hubiera una innegable disrupción de los procesos democrático-electorales.

4La sección electoral es la unidad más pequeña de la división del mapa electoral. En teoría, a cada sección electoral corresponde una casilla; sin embargo, el incremento de las secciones ha sido relativamente bajo entre 1990 y 2015 en relación con el incremento poblacional porque en algunas secciones, fundamental pero no exclusivamente urbanas, se han instalado casillas contiguas para evitar rehacer en su totalidad la división en secciones, pues se enfrentaría el proceso más caro de rehacer la geografía electoral.

Acerca de la autora de la reseña

María Marván Laborde es investigadora en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Estudió sociología en la UNAM y se graduó de maestría y doctorado en la New School for Social Research de Nueva York. Se ha especializado en temas de política, cuestiones electorales, transparencia, acceso a la información, protección de datos personales y desarrollo democrático en México.

Entre sus últimas publicaciones se encuentran: Tensión democrática entre la libertad de expresión y la equidad (2020), en Revista Mexicana de Sociología, 82(4); Emergencia sanitaria por covid-19. Democracia y procesos electorales. Serie Opiniones Técnicas sobre temas de relevancia #21 (2020); coordinó el libro Sentencias a debate, en el que escribió el artículo El Bronco, candidato electoral por virtud de una sentencia, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación/Instituto de Investigaciones Jurídicas-UNAM.

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