Introducción
Los quistes paratubáricos gigantes son en su mayoría tumores benignos, con una incidencia del 10%. La tasa de incidencia de neoplasias es del 2% al 3%, incluyendo carcinoma papilar y neoplasias papilares serosas. Suelen medir entre 1 y 8 cm. Los quistes gigantes son extremadamente raros y su diagnóstico preoperatorio es complicado; se encuentran en el ligamento ancho del útero, entre el ovario y la trompa de Falopio, muestran un crecimiento lento y progresivo, y surgen de los restos embrionarios1,2.
El curso de la enfermedad comienza con dolor abdominal o aumento en el tamaño del hemiabdomen inferior, complicándose en aproximadamente el 3% de los casos. Estas lesiones se clasifican según su histología en quistes serosos o simples, y según su origen embrionario en quistes mesoteliales (68%), mullerianos (30%) y wolffianos (2%). Se diagnostican con mayor frecuencia entre los 30 y 40 años de edad2,3.
El diagnóstico se realiza con ecografía transabdominal o transvaginal, tomografía computarizada (TC) abdominopélvica y resonancia magnética. Las complicaciones son crecimiento rápido, hemorragia, perforación con hemoperitoneo y torsión. El diagnóstico diferencial incluye apendicitis, hidrosálpinx, hernia encarcelada, embarazo ectópico, quiste mesentérico y linfangioma abdominal.
Caso clínico
Mujer de 35 años, con hipotiroidismo diagnosticado hace 8 años en tratamiento con levotiroxina, adenoma pituitario diagnosticado hace 8 años en tratamiento con cabergolina durante 5 años, alérgica al medio de contraste y a la indometacina. Inicia su padecimiento actual hace 3 años durante el embarazo con diagnóstico de quiste en anexo derecho. Hace 4 meses comienza con urgencia urinaria, dolor abdominal y sensación de masa abdominal. Exploración física: Glasgow 15, abdomen distendido, peristaltismo normal, presencia de masa abdominal en el flanco derecho, bien definida, dolorosa a la palpación. Laboratorios: leucocitos 7 k/ul (miles por litro cúbico), hemoglobina 14 g/dl, plaquetas 328.0 k/ul (miles por litro cúbico), creatinina 0.6 mg/dl, sodio 140 mmol/l, potasio 3.9 mmol/l, examen de orina no patológico. La TC simple (Figs. 1 y 2) reporta lesión hipodensa, septos delgados ocupando la cavidad pélvica y abdominal, depende de la fijación correcta en relación con el cistoadenoma seroso, comprime la vejiga y desplaza las estructuras adyacentes.
Por los resultados de la exploración física y la TC con impresión diagnóstica de cistoadenoma seroso, al tener sospecha de un componente probablemente maligno y acorde a los recursos de hospital de segundo nivel, se optó por un abordaje abierto y se realizó laparotomía exploratoria con salpingooforectomía derecha (Figs. 3 y 4), con sangrado de 50 cc durante el procedimiento, sin complicaciones. Se deja a la paciente en vigilancia, comenzando dieta a las 8 horas, y es egresada sin complicaciones a las 24 horas del procedimiento.
El estudio histopatológico reporta tejido quístico de 17 × 17 × 3 cm, superficie externa lisa de color marrón claro brillante, con líquido transparente en su interior; la superficie interior de la cápsula también de color marrón claro, consistencia suave, superficie lisa y vascularizada; en la pared interna del quiste se encuentra estroma revestido por células epiteliales cilíndricas, sin excrecencias ni pleomorfismo; no se encuentran células neoplásicas malignas en el material estudiado. Se integró el diagnóstico de quiste simple parasalpíngeo derecho.
Discusión
Los tumores de anexos son una de las causas más comunes de cirugía ginecológica. El 75% se encuentran en el ovario, el 10-17% en las salpinges y solo el 5-10% son paratubáricos. Pueden ser tumores benignos o malignos1. Dependiendo de su origen embrionario, pueden ser quistes mesoteliales (68%), mullerianos o paramesonéfricos (30%), o wolffianos o mesonéfricos (2%). Hay pocos casos descritos de tumores gigantes.
Los cistoadenomas son tumores benignos (80%), generalmente pequeños, quistes simples en el ligamento, más a menudo en mujeres fértiles3. Las manifestaciones clínicas son el resultado del crecimiento del quiste (hinchazón y dolor abdominal), torsión, sangrado, infección o perforación del quiste, que causan dolor abdominal agudo4,5. El diagnóstico requiere exploración física y pruebas por imágenes (ecografía, TC y otras). La ecografía es el primer estudio que se realiza, y la tomografía define el tamaño6,7. Siempre es necesaria la extirpación de dichas neoplasias, sin importar el tamaño, por las posibles complicaciones, como riesgo de embarazo ectópico o torsión tubárica, debiéndose realizar una intervención quirúrgica de urgencia. El tratamiento de elección actual es extirpar los quistes por vía laparoscópica, ya que se han demostrado menor morbilidad, menor riesgo de adherencias, reducción del dolor posoperatorio y mejor resultado estético8. Siempre y cuando la sospecha de malignidad sea baja, ante la duda de un componente mixto y sospecha de malignidad no se debe elegir una técnica laparoscópica, optando por la vía abierta sin retrasar el diagnóstico y el tratamiento1,5.
Conclusiones
La incidencia del quiste paratubárico gigante se reporta en un 10%, con un riesgo de malignización del 2.9%. El cuadro clínico se caracteriza por dolor abdominal y sensación de masa. Los estudios paraclínicos no confirman el diagnóstico; es necesario un diagnóstico posquirúrgico e histopatológico. En el presente reporte de caso se encontró que un procedimiento quirúrgico abierto sigue siendo una opción terapéutica factible cuando se tiene sospecha de malignidad o recursos limitados, evitando retrasar el tratamiento, con adecuada evolución posoperatoria, sin complicaciones y pocos días de estancia hospitalaria.