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Latinoamérica. Revista de estudios Latinoamericanos

versão On-line ISSN 2448-6914versão impressa ISSN 1665-8574

Latinoamérica  no.66 Ciudad de México Jan./Jun. 2018

https://doi.org/10.22201/cialc.24486914e.2018.66.56958 

Reseñas

Rodríguez Iturbe, José. Los gatos pardos. Visión histórica del contexto jurídico-político latinoamericano (siglos XX-XXI). Colombia: Universidad de La Sabana, 2016. 246.

Andrés Felipe Agudelo González* 

*Universidad de La Sabana

Rodríguez Iturbe, José. Los gatos pardos. Visión histórica del contexto jurídico-político latinoamericano (siglos XX-XXI). Colombia: Universidad de La Sabana, 2016. 246,


El objetivo de este libro es realizar un recorrido panorámico por la historia de América Latina, presentando como hilo conductor una critica a las élites gobernantes de nuestros países que el autor define como “gato pardos”. Lo anterior se entronca en la discusión -todavía inacabada- propia de la modernidad que contiene una tensión entre la construcción de las identidades nacionales y el desarrollo del Estado como elemento central de gobierno. Para el autor, el liderazgo político latinoamericano puede simbolizarse en la figura de un gato pardo,1 un dirigente vanguardista que pretende encabezar procesos políticos, económicos y sociales buscando que todo cambie, para que todo siga igual.

En ese sentido, se deben destacar dos propuestas que aglutinan la idea central del libro: en primer lugar, el autor sustenta que el liderazgo político latinoamericano ha estado marcado por una trilogía perversa caracterizada por el caudillismo, el jacobinismo y el militarismo, lo que ha dificultado la adaptación de la modernidad política en el continente desde los procesos independentistas hasta nuestros días. En segundo lugar, Rodríguez Iturbe afirma que en América Latina se vivió un proceso de hegelianismo al revés, caracterizado por el forzamiento de la construcción nacional a través del Estado. En palabras del autor:

Fue un intento de resultados disímiles a lo largo de nuestra América, con el denominador común de poner la carreta delante de los bueyes. En esos años, se buscó en el dominio del Estado, en América Latina, por causes diversos, el instrumento necesario para la modernización, y no pocos consideraron elemento imprescindible el uso de la fuerza militar y la violencia revolucionaria. Así, el Estado no fue solo la personificación jurídica de la nación, sino el instrumento para cristalizar una nación que hasta entonces (según las élites dirigentes lanzadas a la búsqueda del poder) un proyecto inacabado y el riesgo de evaporación por un largo, contradictorio y a menudo, regresivo stand by en la crisis (166).

El lector encontrará dos líneas de análisis de la propuesta de Rodríguez Iturbe: por un lado, un abordaje teórico referente al elitismo como fenómeno político en América Latina y, por el otro lado, un repaso histórico a los principales fenómenos políticos que el continente vivió desde finales del siglo XIX hasta los albores del siglo XXI. A continuación se señalan las generalidades de cada una de las líneas propuestas.

El planteamiento teórico de Rodríguez Iturbe parte de la crítica al liderazgo político latinoamericano que se ha decantado por el caudillismo, caracterizado por el culto al líder, el personalismo y el militarismo; fenómeno contrapuesto a la carencia de verdaderos estadistas que incentivaran los valores republicanos en el continente. El origen del fenómeno caudillista puede rastrearse como una herencia de cesarismos civiles y políticos emanados de los procesos independentistas y que, paradójicamente, resultan como reemplazo subconsciente del vacío político dejado por la figura del monarca español en las primeras décadas del siglo XIX.

Uno de los principales efectos de la emergencia caudillista en América Latina ha sido la construcción de mitos políticos por parte de las élites que encabezaron procesos políticos y culturales que impusieron la ficción de la necesidad de liderazgos políticos autoritarios y nacionalistas que encausaran ideales de progreso y modernidad. Lo anterior, rasgo propio del “gatopardismo”, significaría la ausencia del cultivo de una conciencia ciudadana que nutra una conciencia de Estado en el marco de repúblicas que nunca lograron cuajar en las sociedades latinoamericanas. Por lo que, explica Rodríguez Iturbe, permite entender que muchos de los procesos de modernización y revolucionarios en América no se hicieron con o para el pueblo sino en contra del mismo.

Otro de los efectos del caudillaje “gatopardista” en América Latina fue la interpretación de la modernidad y el positivismo llevado a cabo por parte de las élites, caracterizado por una negación perenne de la herencia hispánica. Las vertientes liberales en América se dividieron entre la indiferencia con respecto a los asuntos religiosos y la lucha enconada contra el “trasfondo religioso de la cultura católica”, fenómeno que el autor encasilla en un jacobinismo que intentó imponer una laicidad no positiva, afianzando más la distancia entre las élites gobernantes y oligárquicas y el pueblo llano.

La inestabilidad política de América Latina en el siglo XX puede explicarse por el distanciamiento de los modelos impuestos por las élites civiles y militares y las realidades estructurales de los países. La lucha por el dominio del aparato estatal por parte de los “gatos pardos” y la imposición de directrices modernizantes en sociedades incomprendidas en su diversidad, evidencian resultados graves como la ausencia de tradiciones republicanas, la marginación de liderazgos políticos anti oligárquicos (Jorge Eliecer Gaitán en el caso colombiano), la violencia feroz ejercida contra opositores políticos y una constante tentación autoritaria, vigente hasta la actualidad.

El desarrollo histórico que plantea el texto es ambicioso, por lo que se propone una segmentación en tres grandes apartados: (a) Finales del siglo XIX e inicios del siglo XX; (b) El periodo de entreguerras y la Guerra civil española y (c) La Segunda posguerra y la Guerra fría.

En el primer apartado se destacan algunos procesos históricos que determinarían los caminos políticos de América Latina para el resto del siglo XX. El autor contextualiza el Caribe como una frontera imperial que serviría como escenario para el declive del poder español en América y el ascenso de Estados Unidos como hegemonía regional, asunto apuntalado por hechos como la Guerra Hispano-americana, el Manifiesto de Ostende y la Independencia panameña. También se resalta el desarrollo de proyectos de carácter liberal y republicano en distintos países latinoamericanos que terminarían chocando con la instauración de regímenes autoritarios y caudillistas como el de Vargas en Brasil, Díaz en México, Reyes en Colombia, Alfaro en Ecuador y Guzmán y Gómez en Venezuela. Además, el autor subraya la emergencia del anti-imperialismo, representado en figuras como Rubén Darío y José Enrique Rodó como una corriente de pensamiento latinoamericanista que se contrapuso a los paradigmas estadounidenses y europeos importados por las élites.

En el segundo apartado se destaca la continuidad de la consolidación del proyecto imperial de Estados Unidos en el hemisferio, evidenciado en la ocupación militar de Haití y República Dominicana. También se destaca la emergencia de partidos, movimientos y liderazgos de izquierda en países como Argentina, México, Cuba, Guatemala, Colombia, Perú y Uruguay. Son resaltables los casos mexicano y peruano, el primero inserto en las disputas internacionales entre el estalinismo y el trotskismo y el segundo con un aporte de socialismo criollo impreso por Juan Carlos Mariátegui bajo la fórmula “ni calco, ni copia”. Para Rodríguez, la Guerra civil española impactó de manera considerable en las Américas, muestra de ello es el alineamiento político por parte de la intelectualidad latinoamericana, en el texto se señalan los casos de Neruda, Vallejo y Paz.

En el tercer apartado se indica la necesidad imperante de modernización en los países latinoamericanos, asunto que se pretendió saldar con revoluciones que terminaron frustradas por el bajo sedimento de tradiciones republicanas y sepultadas por gobiernos militaristas y autoritarios. En ese sentido, Rodríguez Iturbe traza una línea de coincidencia entre los casos de Chile, Argentina, Perú, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Colombia, Brasil, Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Cuba, Venezuela, Panamá, República Dominicana y Haití; presentando como excepciones los casos de México, Uruguay y Costa Rica. En contraposición a los gobiernos de derecha, surgió la emergencia guerrillera en buena parte del continente, caracterizada por una variedad considerable en términos ideológicos y organizativos, pero con una forma de acción en común: la violencia política.

Como pionera de la oleada revolucionaria en el continente está la Revolución cubana e inserta en ella se encuentra uno de los casos paradigmáticos de “gatopardismo” tropical: los hermanos Castro Ruz. El autor le dedica varias páginas a la descripción del fenómeno cubano: las intríngulis de la política doméstica, los tentáculos que el régimen ha extendido sobre otros países, en especial Venezuela, la relación con Estados Unidos y, finalmente, el reciente proceso de “apertura” política y económica.

A manera de crítica habría que hacer dos acotaciones: en primer lugar, la literatura referida al elitismo político está supeditada a la lectura de fenómenos propios de la modernidad (el mito del héroe, el positivismo, el liberalismo), y pudo ampliarse con autores propios de la ciencia política como Pareto, Mosca y Michels. En segundo lugar, y aunque el autor lo advierte, algunos fenómenos como la Revolución mexicana, el neoliberalismo o las dictaduras del Cono Sur son tratados de manera descriptiva.

Ahora bien, el texto de Rodríguez Iturbe se diferencia diametralmente de la ingente producción académica que tiene la crítica a las élites latinoamericanas como un lugar común, porque su óptica del caudillismo no se encasilla en categorías dicotómicas (civil vs militar) o (derecha vs izquierda), sino que apunta a un problema mucho más profundo: los procesos incompletos e inacabados de modernización política en el continente que han contrariado el desarrollo de democracias robustas. Lo anterior también permite comprender por qué el caudillismo (“gatopardismo”) latinoamericano es un fenómeno transversal en términos temporales y geográficos en nuestro continente.

El autor del libro es doctor en Derecho y en Derecho Canónico por la Universidad de Navarra. Ha sido profesor de distintas universidades en Venezuela y Colombia. Fue diputado a la Asamblea venezolana y Secretario general de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA).

Referencias

Guiseppe Tomasi di Lampedusa. El Gatopardo. Madrid: Cátedra, 2006. [ Links ]

1Guiseppe Tomasi di Lampedusa. El Gatopardo. Madrid: Cátedra, 2006.

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