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Desacatos

versão On-line ISSN 2448-5144versão impressa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.8 Ciudad de México  2001

 

Legados

 

Pierre Bourdieu: hombre de una pieza que no se dejó designar con una palabra*

 

Claudia C. Zamorano Villarreal

 

Investigadora de tiempo completo del CIESAS, D.F.

 

El 23 de enero del 2002 será sin duda una fecha memorable para las ciencias sociales
ya que marca el fallecimiento del intelectual francés Pierre Bourdieu, uno de los más grandes pensadores de nuestra época.
Desacatos rinde un pequeño homenaje a este ilustre científico social.

 

A tres semanas de su muerte la prensa internacional no ha cesado de hablar de él. Sin vacilación alguna, diversos diarios como el New York Times, Berliner Zeitung, El Pats, Le Monde, aluden a su memoria como el filósofo, el intelectual-francotirador, el sociólogo de la antimundialización, el hombre de combate, el pesimista social, la estrella mediática... Todos estos títulos no parecen producir la menor confusión, el menor sentimiento de contradicción. La complejidad del pensamiento de Pierre Bourdieu y la diversidad de temas que abordó nos impiden designarlo con una sola palabra. Sin embargo, cuando observamos algunos aspectos de su vida, su obra científica, así como sus convicciones y acciones políticas, aparece ante nosotros un hombre de una coherencia sorprendente.

Pierre Bourdieu nació el 1 de agosto de 1930 en el pueblo de Denguin (Pirineos Atlánticos). Él se presenta como hijo de campesinos, aunque en los corredores de las universidades y en algunos artículos de prensa se dice que su padre era en realidad empleado en una oficina de correos. Este detalle, que parece tan poco relevante, cobra significado cuando consideramos la alianza política de Pierre Bourdieu con José Bové, líder de la Confederación Campesina y uno de los principales símbolos franceses del movimiento contra la globalización. Desde 1999, Bové es mundialmente conocido por haber desmantelado un McDonald's en el sur de Francia como muestra de su inconformidad por el tratamiento genético de los alimentos. Además, en México se le conoce porque durante la primavera del 2001 vino para apoyar el movimiento Zapatista en su marcha hacia la capital. Las preguntas que se formulan a partir de esta singular alianza política son las siguientes: ¿Rescatando su identidad campesina es como Pierre Bourdieu apoya el movimiento?, o bien, ¿justificando su intervención en asuntos campesinos —es decir, de los "dominados"— es como reivindica un falso origen campesino? Si Bourdieu no dejó nada escrito en alguna parte, quizá se llevó consigo esta respuesta. Lo que parece cierto es que, desde muy temprano, el intelectual marcó una gran distancia con su familia de origen, como lo muestra el texto Bourdieu por Bourdieu: Esbozo de un socio-análbis.1

Bourdieu vivió la mayor parte de su adolescencia en un internado para jóvenes donde —entre disputas, reportes y amonestaciones— obtuvo su diploma de liceo. A partir de ahí inició su carrera universitaria dentro de las principales escuelas de élite francesas. Raymond Aron, profesor con quien Bourdieu trabajó como asistente, recuerda en sus memorias la contrariedad que vivía el entonces joven sociólogo en ese medio de élites y "herederos", lo que creó mayor distancia con sus orígenes —fueran campesinos o burócratas— y lo que le instigó al mismo tiempo una mirada muy crítica sobre la sociedad en donde se estaba desenvolviendo.2

El intelectual comenzó con una sólida formación filosófica, para pasar más tarde a la sociología. En 1953, a los 23 años, obtuvo su diploma de estudios superiores en la Escuela Normal Superior de París con la tesis Las glosas de Leibniz a la parte general de los 'Principios' de Descartes?3 En 1954 presentó la tesis de Estado intitulada Las estructuras temporales de la vida afectiva. A finales de los años cincuenta se instaló en Argelia, entonces colonia francesa, donde impartió cursos en la Universidad de Letras de Argel. Paralelamente, inició una amplia investigación de corte antropológico sobre la sociedad y la economía de la región berebere, cuyos resultados no se dejaron esperar: en 1958 publicó Sociología de Argelia, obra de divulgación editada en la colección Que sais-je? Asimismo, realizó diversos artículos para revistas científicas y obras colectivas, dentro de los que sobresalen El sentimiento del honor en la sociedad Cabilia, El parentesco como representación y como voluntady La casa o el mundo al revés. Estos textos fueron producto de un intenso y reflexivo trabajo de campo que el autor explotó al máximo en Esbozo de una teoría de la práctica (1972) y en El sentido práctico (1980), dos obras un tanto repetitivas, pero cada una con su interés particular. Vemos aquí un Pierre Bourdieu joven, creativo, rebelde, irreverente y, sobre todo, preocupado en convertirse —como unos dicen— en el rey del "ninismo" (el que todo niega).4

En efecto, un trabajo de campo profundo y la formación de filosofia permiten al autor, más que proponer algo concreto, negar la validez de varios postulados que parecían inquebrantables en la época, principalmente las ideas de Lévi-Strauss, Althusser y Foucault, así como de los existencialistas como Sartre. Por otro lado, si bien Pierre Bourdieu utiliza recurrentemente la noción de clase social, se desprende del marxismo por la importancia que da a las relaciones de dominación simbólica en la sociedad y no tanto a las relaciones socioeconómicas. Gracias a esto, Bourdieu sienta las bases de lo que conocemos como La economía simbólica, donde, para explicar las acciones humanas, se niegan las hipótesis economicistas que ponen el acento en la producción de bienes, el dinero y la racionalidad económica y trata de mostrar la importancia del honor, la posición social y la distinción como factores que rigen las representaciones y las acciones de los individuos y los grupos.

Estos trabajos permiten al controvertido pensador iniciar una profunda reflexión sobre La lógica de la práctica que es, en realidad, una crítica a las aproximaciones intelectualistas a la práctica. Es decir, es un cuestiona-miento a las teorías de la acción que reducen las actividades humanas al punto de vista intelectual de aquel que observa la acción en detrimento de la visión del que actúa. De aquí se desprenden otras reflexiones sobre las subjetividades de los investigadores que influyen tanto en la construcción de su objeto de estudio como en la manera de abordarlo, lo que le permite proponer el socio-análisis, es decir, un análisis retrospectivo de sí mismo como investigador, una especie de sociología del sociólogo, tarea a la que —según Bourdieu— los investigadores en ciencias humanas debemos someternos para objetivar nuestras subjetividades y para evitar los problemas a los que nos conduce el intelectualismo.5

Al mismo tiempo que recapacitaba en torno a estos problemas heurísticos y que realizaba sus trabajos sobre la sociedad argelina, Bourdieu continuaba su reflexión sobre Francia, donde dedica sus investigaciones a cuestiones de la educación y la "cultura culta". En los albores del movimiento estudiantil del 68, se encarga principalmente de dar respuesta a ciertas preguntas lanzadas por la sociedad y el Estado sobre la devaluación de los diplomas universitarios y la posibilidad de que el acceso generalizado a la educación signifique una abolición —o al menos una disminución— de las diferencias de clases. Entre los resultados más sobresalientes están Los herederos (1964, obra en colaboración con Jean-Claude Passeron), La reproducción (1970) y La distinción (1979), donde acentúa su interés en las cuestiones de la reproducción de las relaciones de dominación simbólica. En estas obras, y principalmente en La distinción, vemos un Bourdieu más maduro, más interesado en proponer y demostrar sus propias hipótesis que —como lo vimos en las obras precedentes— en querer negar y cuestionar los paradigmas del momento.

Aunque en estado casi embrionario, este innovador y sólido bagaje científico permitió a Pierre Bourdieu continuar su trayectoria académica al seno de las élites intelectuales. En 1982 obtuvo la cátedra de sociología en el Collège de France, uno de los más altos reconocimientos que puede tener un universitario en Francia. Más tarde, con una cronología difícil de establecer, se hizo director del Centre de Sociologie Européenne, de la revista Actes de la Recherche en Sciences Sociales, de la colección Le Sens Commun de la editorial Minuit, esto sin abandonar su puesto de profesor y director de estudios de la École des Hautes Études en Sciences Sociales.

Sin embargo, la obra de Bourdieu nunca ha contado con la aceptación unánime de sus colegas y, sin duda, la posición que causó mayor polémica es la que se refiere a la reproducción social de las diferencias y de las relaciones de dominación simbólica, postulado con el que el intelectual contradice las hipótesis optimistas de quienes creen que el acceso a la educación puede mitigar las diferencias de clase. Bourdieu era consciente de esas oposiciones e, incluso, en el discurso inaugural de su cátedra en el Collège de France hace una alusión mordaz y muy propia de su estilo:

Aquellos que lamentan el pesimismo desencantador o los efectos inmovilizadores del análisis sociológico cuando se formulan, por ejemplo, las leyes de la reproducción social, están tan poco fundados para hacerlo como esos que reprocharían a Galileo el haber desalentado el sueño de volar construyendo la ley de la caída de los cuerpos.6

Así, Bourdieu sustenta una de sus principales líneas de investigación y controversia: la cuestión de la reproducción de relaciones de dominación de clase, línea sobre la cual publicó más tarde Homo académicus (1984) y La nobleza de Estado. Grandes escuelas y espíritu de corporación (1989). Incluso, podemos decir que la mayoría de las obras del pensador francés lleva implícito ese paradigma central: de corte más filológico, Lo que hablar quiere decir. Economía de los intercambios lingüísticos (1982), pertenece a esta vertiente en tanto que el autor dedica un interés especial a demostrar que también en las maneras de decir y de callar se establecen relaciones de dominación y de violencia simbólica entre las clases sociales. Lo mismo podemos afirmar de sus múltiples trabajos sobre los medios de comunicación —como Sobre la televisión. El campo periodístico y la televisión (1997), documento donde Bourdieu acusa a los medios de ser uno de los principales vehículos de la reproducción de las relaciones de dominación. La miseria del mundo (1993) escudriña también esas relaciones de dominación simbólica, al realizar una radiografía del quiebre o de la miseria de las expectativas de vida en todos los estratos sociales. Pero aquí se integra una nueva variable: la contracción del Estado en materia de política social, que Bourdieu deplora y denuncia abiertamente.

En efecto, Pierre Bourdieu no era sólo un científico social controvertido, sino también una figura política. Como bien lo señalan Caroline Monnot y Sylvia Zappi,7 el combate político de Pierre Bourdieu fue constante desde el inicio de su carrera: en los años sesenta, sus trabajos criticaban el comportamiento francés en Argelia, sus obras de sociología sobre la reproducción de élites sirvieron como lectura de cabecera a la generación del 68. En 1981 fue uno de los primeros en manifestarse públicamente a favor del sindicato de Solidaridad contra la represión del poder comunista en Polonia. En las elecciones presidenciales de 1982 apoyó la candidatura de Coluche, actor un tanto cómico de la pequeña y la gran pantalla, que mostró una posición de humanismo radical y que, con hilaridad, embistió también contra la miseria de la clase política francesa.

En casi todos estos casos, Bourdieu no abandonó las aulas para entrar en la arena política. Sin duda, la redacción de La miseria del mundo le dio coraje para presentarse en público y apoyar a los llamados nuevos movimientos sociales. En el invierno de 1995, durante las huelgas generalizadas contra el plan de reajuste estructural del primer ministro Alain Juppé, el intelectual tomó la palabra en las diversas salas de reunión para manifestar su solidaridad con los huelguistas. Como señala Loïc Wacquant —sociólogo de la Universidad de Chicago que colaboró con Bourdieu en diversas ocasiones—, el intelectual acentuó, con su nueva actitud política, una serie de posiciones tomadas desde sus trabajos en Argelia y las completó con una acción política, un pensamiento en favor de una civilización.8

En los años subsecuentes —en plena firma de tratados para la unificación europea— se adhirió a los movimientos globalifóbicos, extendiendo su lucha a favor de una Europa social y apoyando diferentes movimientos del momento: los indocumentados, los sindicatos, los desempleados y los mal logés (sin-techo o con vivienda inadecuada).

Esas fuerzas —que nuestros profesionales de la manipulación acusan de estar bajo el poder de manipuladores exteriores— son todavía minoritarias pero ya tienen raíces profundas en Francia y en otros países europeos, en la práctica de grupos militantes, sindicales y asociativos. Son esas fuerzas las que, internacionalizándose, pueden comenzar a oponerse a la pretendida fatalidad de las "leyes económicas" y a humanizar el mundo social. El horizonte del movimiento social es una internacional de la resistencia al neoliberalismo y a todas las formas de conservadurismo.9

La pluma seguía siendo la principal arma de combate de Pierre Bourdieu, con la que, además de escribir manifiestos como el citado anteriormente, también escribió algunos libros entre los cuales el que mejor manifiesta su posición política de los últimos años fue Contra-fuegos, publicado en dos volúmenes: Para defenderse de la invasión neoliberal (1998) y Por un movimiento social europeo (2001). Sin embargo, la palabra hablada comenzó a figurar también entre sus instrumentos de lucha privilegiados, con la que frecuentemente ocupó importantes espacios en algunas cadenas de televisión y de radio.

La intensa actividad política que sostuvo Bourdieu en sus últimos años de vida parecía desconcertar a sus adversarios, que lo acusaban de reproducir la fatalidad. Si Pierre Bourdieu insiste en que en el mundo social todo cambia para seguir igual,10 ¿por qué perder tiempo apoyando a las organizaciones sociales?

Una respuesta sensata a la pregunta nos la ofrece Jacques Bouveresse, profesor del College de France:

Bourdieu siempre trató de explicar por qué las cosas son tan difíciles de cambiar y, al mismo tiempo, procuró mostrar cómo ellas pueden o podrían cambiar. En estos días se ha hablado justamente de su "determinismo" y hasta de su "fatalismo", mientras que él sostuvo apasionadamente que si es esencial comenzar a saber (adquirir conocimiento científico n.d.t), es justamente para encontrar una oportunidad para cambiar el curso de las cosas.11

Esta frase nos invita a meditar sobre la obra de Bourdieu más allá de ciertas consideraciones simplistas que lo acusan ser de inútilmente complicado y absolutamente reproduccionista y contradictorio. Cierto, es un autor complicado pero algunos elementos para comprender mejor su obra científica parecen encontrarse en su vida y su acción política: sus orígenes modestos, el manifiesto desconcierto que le produjo su entrada al mundo de las élites y su apoyo a diversos movimientos para mitigar el peso de la dominación simbólica de los privilegiados, explican, en buena parte, la preocupación de Bourdieu por aprehender científicamente y explicar la complejidad del mundo social y de sus relaciones de dominación. Para esto, el autor construyó con gran erudición una serie de herramientas metodológicas y analíticas como el binomio de conceptos habituscziapos, la controvertida proposición a favor de un constructivismo estructura-lista, la economía de las prácticas, la economía simbólica, entre otros. Se trata de herramientas que ayudaron a Bourdieu a validar sus hipótesis pero también constituyen una de las herencias más importantes que el intelectual legó a las ciencias sociales. Como ya mostraron muchos investigadores que retomaron los postulados de Pierre Bourdieu, estas herramientas pueden servir para explicar realidades muy distintas, siempre y cuando no se retomen de manera fragmentaria y se tengan claros sus alcances y sus limitaciones, para lo cual no podemos abstraer algunos aspectos biográficos del pensador ni sus posiciones políticas. Considerar estos puntos sería quizá iniciar un trabajo de socio-análisis del mismo autor, una tarea que Bourdieu había emprendido y que, de hecho, en marzo del 2001 fue el sujeto de su último curso en el College de France.

Pierre Bourdieu no podrá continuar la tarea que se había encomendado; tampoco podrá contestarnos a viva voz y con su estilo irreverente muchas de las interrogaciones que su paso por el mundo planteó, pero la obra que nos legó seguramente nos permitirá inducir algunas respuestas y, sin duda, encontrar muchas otras preguntas.

 

Notas

* Las fuentes consultadas para la realización de esta semblanza fueron las originales en francés. Para dar mayor fluidez a la lectura, en el texto todos los títulos de la obra del autor se tradujeron directamente al español y en las citas aparecen en su versión original.

1 Este texto fue escrito por Bourdieu los últimos meses de su vida y unos extractos fueron publicados en el semanario Le Nouvel Observateur, 31 de enero del 2002.

2 Thomas Ferenczi, 2002, "Un homme de combat", en Le Monde, 25 de enero del 2002, y "Raymond Aron: admiration et sévérité", en Le Monde, 26 de enero.

3 En su version original en latín: Leibnitü animadversiones in parten gêneraient principiorum Cartesianorum.

4 Alain Dewerpe, 1996, "La stratégie chez Pierre Bourdieu", en Enquête, núm. 3, pp. 191-208.

5 Philippe Corcuff, 1996, Les nouvelles sociologies, col. 128, París, Nathan Université.

6 Leçon inaugurale de Pierre Bourdieu au Collège de France prononcée le 23 avril 1982.

7 Caroline Monnot y Sylvia Zappi, 2002, "Adversaire de la pensée unique", en Le Monde, 25 de enero.

8 Ibid.

9 Pierre Bourdieu, Le Monde, 8 de abril de 1998.

10 Pierre Bourdieu, 1979, La distinction, París, Minuit.

11 Jacques Bouveresse, 2002, "Pierre Bourdieu, celui qui dérangeait", en Le Monde, 30 de enero.

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