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La ventana. Revista de estudios de género

versão impressa ISSN 1405-9436

La ventana vol.7 no.58 Guadalajara Jul./Dez. 2023  Epub 28-Ago-2023

https://doi.org/10.32870/lv.v7i58.7750 

La teoría

Género, trabajo científico y reproducción social. Una aproximación conceptual para su abordaje en y desde la periferia

Gender, scientific work and social reproduction. A conceptual approach to study them on and from the periphery

Sacha Victoria Lione1 

1 Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales del Litoral, Universidad Nacional del Litoral, CONICET, Argentina. Correo electrónico: sacha.lione@gmail.com.


Resumen

La ciencia como objeto de conocimiento ha sido una preocupación central de las ciencias sociales desde las primeras décadas del siglo XX. Sin embargo, el mismo objeto no resulta estático ni invariable sino que fue transformado a lo largo del tiempo. En las últimas décadas, el abordaje innovador de los estudios de género ha ganado considerable lugar en los estudios sociales de la ciencia. Si bien algunos de ellos han prestado atención a las relaciones del campo profesional con el ámbito familiar y han indagado los modos en que los factores estructurales del curso de vida juegan un papel importante en las carreras de investigación, aún son escasos los aportes teóricos y empíricos que piensen a la ciencia como trabajo productivo altamente articulado con la reproducción social. Aunque este eje de investigación es incipiente en los estudios sociales de la ciencia, se encuentra consolidado dentro de las ciencias sociales de la mano de los estudios del trabajo y la economía feminista. Enmarcándonos en estos tres campos, el presente escrito procura realizar una revisión de la literatura existente y una aproximación conceptual para la comprensión del trabajo científico y sus articulaciones con el trabajo de reproducción tomando al género como categoría de análisis. El escrito se encuentra organizado en cinco partes: en el primer apartado realizaremos un recorrido sobre las críticas al concepto de trabajo heredado de la modernidad y nos enfocaremos en pensar la ciencia como trabajo; en el segundo apartado abordaremos los procesos de reproducción social en clave de articulación con el trabajo productivo; en el tercero repasaremos los estudios de género y ciencia; en el cuarto realizaremos una aproximación sobre la forma en que opera esta propuesta conceptual para el estudio empírico; finalmente, presentaremos una sistematización de lo abordado a lo largo del escrito.

Palabras clave: género; ciencia; trabajo productivo; trabajo reproductivo; articulación

Abstract

Science as an object of knowledge has been a central concern of the social sciences since the first decades of the 20th century. However, the object itself is neither static nor unchanging, and has been transformed over time. In recent decades, the innovative approach of gender studies has gained considerable ground in the social studies of science. While some of them have paid attention to the relations of the professional field with the family sphere and have investigated the ways in which structural factors of the life course play an important role in research careers, there are still few theoretical and empirical contributions that think of science as productive work highly articulated with social reproduction. Although this axis of enquiry is still incipient in social studies of science, it is consolidated within the social sciences hand in hand with labour studies and feminist economics. Within the framework of the important contributions made, this paper seeks to review the existing literature and a conceptual approach to the understanding of scientific work and its articulations with reproductive work, taking gender as a category of analysis. The paper is organised in four parts: in the first section we will review the critiques of the concept of work inherited from modernity and we will focus on thinking of science as work with specificities; in the second section we will address the processes of social reproduction in terms of the articulation of spheres; in the third section we will consider the study of gender and science; in the fourth section, we will describe the way in which this conceptual proposal operates in the empirical study carried out; finally, we will present a systematisation of the concepts developed throughout the paper and a conceptual approach to their approach.

Keywords: gender; science; productive work; reproductive labor; articulation

Introducción

La ciencia como objeto de conocimiento ha sido una preocupación central de las ciencias sociales desde las primeras décadas del siglo XX. Sin embargo, el mismo objeto no resulta estático ni invariable, ya que ha sido transformado a lo largo del tiempo. Desde diversas perspectivas teóricas y metodológicas, diferentes investigadorxs se han dedicado al estudio de la ciencia, ya sea con el fin de estudiarla como institución (Merton, 1977), como campo de luchas (Bourdieu, 2003), como sistemas de intercambios y transacciones simbólicas (Knorr Cetina, 1999) o a partir de estudios microsociológicos en laboratorios a fin de observar los factores y mecanismos que intervienen en el proceso de generación de conocimiento (Latour y Woolgar, 2013; Knorr Cetina, 2005), por solo mencionar las centrales.

Una línea de trabajo emergente en el campo de estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS), de creciente dinamismo en todo el mundo, deriva de acercarse al estudio de la ciencia y la tecnología los estudios de género (González García y Pérez Sedeño, 2002). De este modo, el concepto de género comenzó a operar como categoría relacional para el estudio de las instituciones científicas y la producción de conocimiento (Fox Keller, 1991; Harding, 2006). Así, los análisis de género y ciencia han permitido considerar los lugares específicos ocupados por las mujeres en la ciencia, detectando su histórica invisibilidad; las actuales exclusiones en su participación en el trabajo científico; las trayectorias profesionales de las mujeres científicas, documentando con exhaustividad la segregación horizontal y vertical (Etzkowitz et al, 2000; Maffía, 2008; Estébanez, 2009; Vessuri y Canino, 2017, entre otros). Si bien estos últimos prestaron atención a la relación del campo profesional con el ámbito familiar -y algunos de ellos indagaron las trayectorias biográficas atendiendo al papel que juegan los factores estructurales en las carreras de investigación (Caprile et al., 2012)-, es de notar que aún son escasos los estudios CTS interesados en analizar la ciencia en tanto trabajo productivo y su articulación con la reproducción social.

Aunque este eje de indagación es aún incipiente en los estudios CTS, se ha consolidado dentro de las ciencias sociales durante el período que va entre fines de los años sesenta y la década del ochenta junto con los estudios del trabajo y la economía feminista (Delfino y Logiódice, 2022). Estos desarrollos han visibilizado y reconocido el trabajo realizado al interior de los hogares y han permitido cuestionar fuertemente el paradigma según el cual el ámbito privado era considerado un “espacio en el que sólo se consumía y desestabilizaron también aquellas concepciones hegemónicas de la noción ‘trabajo’ que lo asociaban netamente con el ingreso o salario” (Faur, 2014, p. 29).

Se pensó entonces a la esfera doméstica como el espacio de reproducción cotidiana de la vida y a las actividades de reproducción social realizadas en su interior como trabajo. A su vez, se comenzó a trabajar analíticamente la articulación entre trabajo remunerado y el trabajo reproductivo en contextos específicos (Wainerman, 2005). Los trabajos enmarcados en estas corrientes de análisis han brindado un corpus de estudios empíricos sumamente relevantes sobre las desigualdades de género al interior de diferentes tipos de trabajo, entendiendo tal categoría en un sentido amplio.

De este modo, retomando los aportes de los campos de análisis señalados, este trabajo procura realizar una revisión de la literatura existente y una aproximación conceptual para la comprensión del trabajo científico y sus articulaciones con el trabajo de reproducción tomando al género como categoría de análisis. La singularidad de la construcción y abordaje de nuestro objeto radica en que, a partir de posicionarse desde una mirada sociológica sobre la ciencia, propone analizarla desde un enfoque de género que se cruzará, a su vez, con aportes de la sociología del trabajo a fin de pensar las desigualdades de género en el trabajo científico en sus múltiples dimensiones.

El escrito corresponde a un trabajo de más largo alcance, la tesis doctoral, que se propone como objetivo general analizar las desigualdades de género al interior del trabajo científico y en sus articulaciones con el trabajo reproductivo en investigadorxs de la región Litoral, Argentina. Se vuelve necesario entonces considerar a lxs sujetxs productorxs de conocimiento no sólo desde lo estrictamente laboral/científico sino fundamentalmente vinculadxs a un sistema social más amplio (Ziman, 1986). Por ello, se estima pertinente atender a diversos campos de estudio que pretendemos hacer converger productivamente.

El presente escrito se organiza en cinco partes: en el primer apartado realizaremos un recorrido sobre las críticas al concepto de trabajo heredado de la modernidad y nos enfocaremos en pensar la ciencia como un trabajo con especificidades; el segundo se encuentra destinado a pensar los procesos de reproducción social en clave de articulación de esferas; el tercero se dedica a retomar los aportes de los estudios de género y ciencia; en el cuarto realizaremos una aproximación sobre la forma en que opera esta propuesta conceptual para el estudio empírico; finalmente, presentaremos las consideraciones finales del escrito.

Ciencia como trabajo

La sociedad moderna es entendida como una sociedad del trabajo. El trabajo se encuentra encastrado en la sociedad (Polanyi, 2011) y resulta imposible pensar la sociedad contemporánea sin considerar al trabajo -ya sea por su presencia o su ausencia- ya que constituye un soporte privilegiado de la inscripción en la estructura social (Castel, 1997). De este modo, el trabajo se erige como el hecho social principal en la medida en que la sociedad moderna es considerada como una “sociedad del trabajo” (Offe, 1992), siendo “el fundamento del orden social y el determinador del lugar de los individuos en la sociedad” (Meda, 2007, p. 11).

Con el advenimiento de la modernidad, dos dinámicas se entrelazan y hacen posible que se instale una noción de trabajo específica en un lugar hegemónico: “la generalización de las relaciones de producción capitalistas y el proceso de escisión y especialización de los espacios en público/laboral y privado/doméstico” (Delfino, 2012, p. 785). La noción moderna del concepto trabajo se basa en una doble definición: la primera se presenta como antropológica, donde el trabajo es entendido como característica general y genérica de la acción humana; la segunda reinterpreta a la primera y sostiene que los intercambios entre el hombre y la naturaleza se producen todos los días dentro de condiciones sociales determinadas (Hirata y Zariffian, 2007, p. 33).

Si bien esta doble definición hegemónica del concepto trabajo fue de suma importancia para el análisis social, ha sido revisitada, criticada y reconceptualizada desde los años sesenta. Al incorporar el análisis de género se amplió el concepto de trabajo incluyendo el trabajo doméstico, no asalariado, no remunerado, no mercantil, informal, profesional. Así, conceptos como “producción y reproducción, asalariados y familia, clase social y género comenzaron a considerarse categorías interrelacionadas” (Hirata y Zariffian, 2007, p. 35). Estos desarrollos teóricos se centraron en cuestionar la exclusión del trabajo doméstico del dominio económico, llamando la atención sobre la histórica asimilación entre trabajo y trabajo remunerado y abriendo así el espacio para la consideración de todas las formas de trabajo (Delfino, 2012; Federici, 2018; Pérez Orozco, 2014). A su vez, han documentado los modos en que lo que es considerado -o no- trabajo no es estático, sino que cambia de una sociedad a otra y de un contexto histórico a otro (Sarti et al., 2018).

Por otra parte, tal como lo indica Castel, existe “una fuerte correlación entre el lugar que se ocupa en la división social del trabajo y la participación en las redes de sociabilidad y en los sistemas de protección que ‘cubren’ a un individuo ante los riesgos de la existencia” (Castel, 1997, p. 15). De este modo, las categorías socioeconómicas específicas, tales como sectores populares, clases medias y elites sociales, no se deben homogeneizar arbitrariamente, tal y como lo indica Korn (2016). Con ello, la autora no refiere a que la sociedad humana no puede ser dividida en grupos de prestigio u ocupación y a que los factores que ordenan estas divisiones no se encuentran relacionados con otras características de la sociedad, sino que convoca a realizar estudios específicos sobre los distintos tipos de trabajo a fin de evitar generalizaciones y totalizaciones. Ahora bien, ¿qué ocurre en el caso de la ciencia?

Los estudios CTS nos han brindado importantes marcos conceptuales para el estudio de la ciencia aunque ha habido resistencias a la hora de entenderla como trabajo. En los últimos años se han realizado considerables esfuerzos en este sentido y es aquí donde se posiciona la presente propuesta conceptual. Entender la ciencia como trabajo permite desmitificarla, eclipsando la búsqueda de verdad intemporal con esfuerzos más mundanos (Hackett et al., 2016). El trabajo científico se organiza en una “serie de acuerdos sociales e institucionales que se solapan y entrecruzan” (Hackett et al., 2016, p. 733). Nos parece atinado entender la ciencia como un trabajo que no implica sólo producción de conocimientos en forma de bienes objetivados y servicios, sino que también involucra significados, reconocimientos, saberes y normas interiorizadas en el plano de los sujetos (Ferpozzi, 2016). Siguiendo a Vaccarezza (2000), podemos decir que la investigación es un trabajo situado en un régimen profesional compartido con otras actividades en el espacio del trabajo científico.

Lxs científicxs comparten valores, intereses, deseos y obstáculos con otros grupos sociales y nuestro análisis del trabajo científico se relaciona fuertemente con cierta comprensión del modo en que se estructura y funciona la sociedad en su conjunto (Ziman, 1986). Sin embargo, consideramos que el trabajo científico debe ser analizado en función de que es realizado por un grupo social específico, cuyas actividades tienen características particulares (Salomon, 2008). Coincidimos con Kreimer en que se trata de un “espacio que se fue articulando con sus propias reglas, con sus inflexiones, representaciones e intereses, y con una especificidad propia de aquellos que han tomado al conocimiento como su objeto de estudio” (2008, p. 17).

A su vez, las formas institucionales y organizaciones de la investigación científica varían de una región a otra y de un país a otro (Vinck, 2014). La literatura producida en América Latina desde una mirada sociológica de la ciencia nos permite pensar en los modos de organización social de la ciencia y las prácticas científicas desde y en la periferia, entendiendo que “el trabajo científico tiene en estos países sus propias reglas que deben ser entendidas no como síntoma de atraso o modernidad sino como parte de su propia cultura y de las interacciones con la ciencia internacional” (Cueto, 1989, p. 29). Los países latinoamericanos tienen una participación desigual en la producción y uso de conocimientos en relación con el mainstream internacional (Kreimer, 2010). En el presente trabajo entenderemos esto como integración subordinada (Kreimer, 2006) y a las diferencias con los países del norte global como parte de la división internacional del trabajo científico (Ferpozzi, 2016).

Bajo el capitalismo actual, caracterizado por las transformaciones ocasionadas por el surgimiento y difusión de la información digital, se produjeron modificaciones insoslayables en el mundo del trabajo (Zukerfeld, 2013). En el caso del trabajo científico, la introducción de bienes informacionales generó un cambio de escala que se plasmó en modificaciones al interior de la organización del trabajo científico y en las prácticas científicas (Kreimer, 2008, p. 20).

En el marco del capitalismo actual, prestar atención sólo al trabajo remunerado no resulta suficiente. Anclar nuestro análisis en el sistema capitalista requiere atender a la relación producción-reproducción que lo caracteriza (Picchio, 1994). De este modo, aquí no interesa sólo analizar el trabajo científico sino fundamentalmente sus articulaciones con el trabajo de reproducción. Ello posibilita analizar las desigualdades de género como problema del sistema más general, alejándonos de los estudios que suelen tratarlos como un problema específico de las mujeres. Como sostiene Picchio, el problema social fundamental es “la relación entre acumulación del capital y reproducción social de las personas” (Picchio, 1994, p. 481).

Aportes de la Teoría de la Reproducción Social

En el periodo que va entre fines de los años sesenta y la década del ochenta se consolidó dentro de las ciencias sociales un campo de estudios vinculado a la relación entre el trabajo (en sentido amplio) y la familia (Delfino y Logiódice, 2022). Esta línea de trabajo se inició impulsada por dos procesos interrelacionados: la creciente incorporación de las mujeres al mercado de trabajo y el mayor acceso a bienes o servicios que sustituyen parcialmente actividades realizadas de forma no remunerada en el hogar (Himmelweit y Land, 2011).

Estos desarrollos teóricos se centraron en cuestionar la exclusión del trabajo doméstico del dominio económico, llamando la atención sobre la histórica asimilación entre trabajo y trabajo remunerado y abriendo así el espacio para la consideración de todas las formas de trabajo. La generalización de las relaciones de producción capitalistas y el proceso de escisión y especialización de los espacios en público/laboral y privado/doméstico entronizaron la noción de trabajo inscripta en la economía de mercado, a la vez que colocaron a las restantes formas de trabajo en un lugar subordinado (Federici, 2018; Pérez Orozco, 2014).

En la presente investigación tomaremos como referencias teóricas aquellos estudios que consideran que el trabajo remunerado y el trabajo reproductivo se encuentran altamente integrados (Fraser, 2016), constituyendo dos aspectos de un único proceso (Carrasco, 2011). En este sentido, pensar la “articulación” de las esferas implica reconocer la interdependencia de las estructuras familiares y productivas. Dentro de este enfoque la esfera de la reproducción social está articulada con la esfera de la producción y no es posible pensar una sin la otra (Pautassi, 2007; Faur, 2014; Torns, 2005).

El concepto de trabajo reproductivo y los enfoques teóricos que abordan las relaciones entre producción-reproducción tienen sus antecedentes inmediatos en los aportes marxistas feministas del norte global de los años sesenta y setenta. En este contexto nace la necesidad de considerar la importancia económica del trabajo doméstico y de cuidados “en la reproducción de la fuerza de trabajo y en la generación de condiciones de existencia del sistema capitalista” (Carrasquer et al., 1998, p.98). A partir de estos estudios se comienza a concebir el trabajo en un sentido amplio, destacando el valor del trabajo doméstico no sólo desde un sentido moral -por ser garante de una sociedad buena y justa- sino fundamentalmente en términos económico-políticos, por su capacidad de asegurar la continuidad de la sociedad capitalista (Ferguson, 2020, p. 19).

Sin embargo, las relaciones entre producción y reproducción fueron objeto de acalorados debates entre las autoras marxistas feministas, y aún entre quienes parten de una perspectiva de articulación de esferas, hay claras diferencias (Colombo, 2021). Si bien todos estos estudios han realizado esfuerzos por vincular clase y género para pensar la desigualdad y opresión en el marco del sistema capitalista, podemos distinguir dos perspectivas que abordan dicha relación: las teorías duales y las teorías unitarias.

Las teorías duales se denominan así por abordar patriarcado y capitalismo como sistemas separados, entendiendo la relación entre género y clase como producto de la yuxtaposición de estos dos sistemas de opresión (Calderano, 2019). Una de las autoras más destacadas de corriente fue Heidi Hartman (1983). La autora utiliza el concepto patriarcado para referir al control de los varones sobre el trabajo de las mujeres tanto fuera como dentro del hogar. De este modo, propone desarrollar una teoría que, en lugar de comprender la situación particular de las mujeres como efecto del capitalismo, debe igualar el patriarcado y el capitalismo en importancia para atender a la situación de la mujer (Young, 1992).

Partiendo de una crítica similar al marxismo tradicional, Delphy (1985), propone un análisis materialista de la opresión de las mujeres mediante un análisis del modo de producción doméstico, argumentando que patriarcado y capitalismo son mutuamente dependientes. Para la autora, las mujeres constituyen una clase en tanto se trata de un grupo sometido a una relación de producción mediante el modo de explotación patriarcal. De este modo, “el control de la reproducción, sería la causa y medio de la otra gran explotación material de las mujeres: la explotación sexual” (Delphy, 1985, p. 65).

Este modelo teórico dual ha sido fuente de muchas críticas y desde la década del noventa se realizan importantes aportes que intentan ser superadores de las teorías duales. Iris Marion Young (1992), sostiene que el enfoque dual presenta una perspectiva deshistorizada y universalizadora de la opresión de la mujer ya que entender el patriarcado como sistema universal que mantiene la misma estructura básica puede llevar a serios prejuicios culturales, raciales y clasistas. Como señala Bell Hooks (2020), la visión de las mujeres en una misma posición de subordinación cristaliza un sujeto con rasgos y características bien definidas como expresión de “todas” las mujeres y no vislumbra las relaciones de poder intracategoriales. A la vez, las teorías duales conciben las relaciones sociales concretas como pertenecientes al sistema económico de las relaciones de producción y le resta peso material al sistema patriarcal, al cual define, en su esencia, como independiente del sistema de relaciones de producción (Young, 1992, p. 3).

A partir de estas críticas se han elaborado nuevos marcos teóricos que analíticamente se pueden denominar unitarios, ya que abordan las opresiones -entre género, clase, raza, entre otras- como co-constituidas por el capitalismo y señalan la necesidad de volver a los aportes marxistas desde una mirada crítica (Calderano, 2019). Se trata de teorías donde “la opresión es teorizada como relacionada estructuralmente con, y modela por la producción capitalista” (Bhattacharya, 2017a, p. 16). Una de las primeras propuestas elaboradas en este sentido fue realizada por Iris Marion Young (1992), quien propone retomar el concepto de división del trabajo elaborada por Marx tomando al género como categoría de análisis, ya que permite “hacer un análisis material de las relaciones del trabajo vinculados específicamente al género, sin asumir que todas las mujeres, en general, o todas las mujeres de una sociedad determinada tienen una situación común y unificada” (Young, 1992, p. 10).

En este campo de indagación, también se encuentra la Teoría de la Reproducción Social (TRS), cuyos aportes creemos centrales para pensar en las articulaciones producción-reproducción en el marco del capitalismo actual. Como sostiene Fraser (2016), no es posible pensar en el capitalismo si no pensamos en las relaciones entre producción y reproducción ya que las contradicciones sistémicas del capitalismo no se dan solamente dentro de la acumulación del capital, sino también en la interacción entre el ámbito de reproducción social y producción de mercancías. La TRS propone “comprender la manera compleja, aunque unificada en la que la producción de mercancías y la reproducción de la fuerza de trabajo tienen lugar” (Bhattacharya, 2017b, p. 15)

Para estos estudios, el trabajo no remunerado realizado al interior de los hogares no es simplemente la combinación de tareas necesarias para la reproducción cotidiana del núcleo familiar y para satisfacer necesidades físicas y psicológicas de las personas, sino que su misión es reconstruir una relación entre producción y reproducción que garantice el bienestar de las personas (Picchio, 1994, p. 455). Para estas perspectivas, el trabajo reproductivo difiere del trabajo realizado en el mercado por el proceso de trabajo, sus condiciones y por su forma de organización (Campillo, 2000). Aunque ambos se encuentran articulados, dicha articulación se da entre lógicas que, aunque tienen componentes específicos, se entrecruzan y se reconfiguran (Humphries y Rubery, 1994; Barrere-Maurisson, 1999).

A su vez, la dedicación al trabajo de reproducción no es idéntica para todas las personas ya que varía según el género, la clase, la raza y los momentos de la vida (Carrasquer, et. al., 1998). Articular producción y reproducción implica trabajar simultáneamente con diferentes conjuntos de relaciones sociales, que presentan contradicción, antagonismo, resistencia de -y entre- diferentes grupos sociales (Kergoat, 2003). Diversas autoras reconocen la necesidad de analizar la articulación en términos de género y clase social (Wainerman, 2005; Faur, 2014; Torns, 2005) puesto que algunas estrategias, prácticas y conflictos permanecen pero en otros casos varían atendiendo a la posibilidad de acceso a bienes simbólicos y materiales. Consideramos esto importante ya que las decisiones y pautas de comportamientos no pueden considerarse de manera aislada a los recursos materiales e institucionales disponibles. Las diferencias en los contenidos, intensidades, ejecución directa y actitudes frente al trabajo de reproducción varían de acuerdo al lugar que ocupan las personas al interior de la familia y a la clase social de pertenencia. En especial, si se trata de profesiones de prestigio o de actividades laborales consideradas como poco cualificadas (Carrasquer, et al., 1998), volveremos a ello en el anteúltimo apartado.

Género como categoría para el estudio de la ciencia

El interés académico, político y social por comprender la ciencia y la tecnología tomando al género como categoría de análisis es relativamente reciente. Exceptuando algunos trabajos pioneros en la década del setenta, la mayoría de los estudios y propuestas influidas o directamente basadas en la concepción de género aparecen en América Latina desde mediados de los noventa y se intensifican al final de esta década (Bonder, 2004). Esta “nueva” línea de trabajo dentro del campo CTS deriva del encuentro de la perspectiva de género con los estudios de la ciencia y tecnología (González García y Pérez Sedeño, 2002; Harding, 2006). Según Verónica Sanz González (2005), los estudios feministas sobre ciencia suponen un amplio y heterogéneo conjunto de aproximaciones al estudio de la relación entre ciencia y género. Esto se debe a que autoras de diferentes disciplinas y corrientes dentro del feminismo han trabajado en el análisis de la investigación científica desde una perspectiva de género.

Con una finalidad analítica, podemos distinguir dos grandes campos de estudios de género y ciencia: por un lado, se encuentran aquellos que centran sus investigaciones en la construcción de conocimientos científicos, el sexismo en dispositivos tecnológicos y el androcentrismo en la ciencia; y por otro, los estudios de corte más sociológico abocados a observar los problemas de las mujeres en la ciencia, las trayectorias desiguales según el género y las exclusiones de género en el trabajo científico (Etzkowitz et al., 2000). Centraremos el presente apartado en los últimos ya que se encuentran relacionados de manera directa con nuestro interés y retomaremos algunos de los numerosos aportes realizados en este sentido, sin poder justipreciar a todos ellos.

Estos estudios han señalado y evidenciado en profundidad que la ciencia se encuentra marcada por desigualdades de estatus, autoridad y recompensas materiales y simbólicas que responden a desigualdades de género. Como señalan Fox et al. (2017), estas desigualdades se ponen de manifiesto en la estratificación de las comunidades científicas; en las diferencias de rango, niveles de financiación, equipos disponibles y reconocimientos recibidos; en los tipos de contratos establecidos; en la formación y promoción de las carreras científicas; y en las publicaciones y contactos con otras organizaciones e instituciones no científicas.

Un lugar destacado para la incorporación de la perspectiva de género en los estudios de la ciencia en América Latina ha sido la construcción y disponibilidad de indicadores desagregados por sexo, entendidos como un requerimiento básico para conocer el “estado de la ciencia” en estos países (Estébanez, 2003). Estas publicaciones son de carácter descriptivo y tienden a señalar la segregación horizontal y vertical como fenómenos característicos de las instituciones de educación superior e investigación (Bielli et al., 2002).

Respecto a los estudios dedicados a analizar las carreras científicas, se pueden distinguir claramente dos modos de abordajes tanto teóricos como empíricos. Por un lado, el modelo de canalización (Fox et al., 2017) que utiliza la metáfora de la tubería para graficar la subrepresentación de las mujeres en la ciencia, caracterizada por tener grietas, donde la cantidad de mujeres va disminuyendo a medida que se avanza en la carrera. Este fenómeno también fue denominado “embudo académico”, tesis de la “pipeta” -science career pipeline- (Etzkowitz et al., 2000) y, más popular en la región latinoamericana, segregación vertical y techo de cristal (Bielli et al., 2002).

Por otro lado, y como referencia fundamental para el presente escrito, se encuentra un segundo modo de abordaje, opuesto al de tubería (Fox et al., 2017), basado en el análisis de trayectorias. Estos estudios analizan la ciencia en relación con la familia y muestran empíricamente que las exigencias una y otra -al ser altas- muchas veces entran en conflicto en la vida de las mujeres. Muchas investigaciones del norte global han puesto el foco en la influencia del matrimonio, los hijos y la familia en las carreras científicas (Fox et al., 2017). Este tema ha sido abordado desde la región iberoamericana (Agudo Arroyo, 2005; Maffía 2008; Tomassini Urti, 2012, Lione, 2018, Marquinez, 2021, entre otros), aunque son escasos aquellos que lo han realizado desde una perspectiva de la articulación de esferas, tal y como lo proponemos en el presente escrito.

En nuestra región, la incorporación de la mirada de género para el estudio de la ciencia es mucho más reciente que la producción realizada en Estados Unidos y países de Europa occidental (Pérez Sedeño, 2006). Mientras que en los últimos encontramos estudios que indagan la participación de las mujeres en ciencia desde mediados de la década del sesenta del siglo XX -tal como el estudio sociológico de Alice Rossi (1965) donde se pregunta ¿por qué tan pocas?-, en la región iberoamericana el interés por este tema, aunque más reciente, ya se encuentra institucionalizado. Un claro ejemplo de esto lo constituyen los Congresos Iberoamericanos de Ciencia, Tecnología y Género desarrollados desde el año 1996. Tal como lo señala Pérez Sedeño (2006), entre los temas abordados en la región se encuentran análisis sobre la situación de la mujer en los sistemas de ciencia y tecnología en Iberoamérica, el pasado y el presente de las mujeres científicas, la educación científico-tecnológica, los sesgos de género en las prácticas, “contenidos y transmisión del conocimiento, la igualdad de género en las políticas científico-tecnológicas y los problemas específicos de género en la ciencia y la tecnología de los países en vías de desarrollo” (Pérez Sedeño, 2006, pp. 12-13).

De este modo, desde la década del noventa se va construyendo una agenda de investigación específica, de género, ciencia y tecnología, al interior del campo de estudios CTS regional mediante el encuentro de investigadorxs de Iberoamérica confluidxs en los Congresos Iberoamericanos mencionados, y también en Redes tanto nacionales como internacionales. Esta confluencia de investigadorxs que, desde diversos países de Iberoamérica, se encontraban indagando temas similares posibilitó la proliferación de estudios de género, ciencia y tecnología en la región.

De este modo, en la actualidad se encuentran publicaciones que engloban producciones iberoamericanas tales como el libro Ciencia, tecnología y género en Iberoamérica (Blazquez Graf y Flores, 2005); el número Igualdad y equidad en Ciencia y Tecnología en Iberoamérica (Pérez Sedeño y Gómez, 2008); el dossier Ciencia, tecnología y género. Enfoques y problemas actuales (González y Fernández Jimeno, 2016); estudios sobre brechas de género en ciencia y tecnología realizado por organismos internacionales (López-Bassols et al., 2018) y por redes iberoamericanas (Albornoz et al., 2018), por sólo mencionar algunos. Y también con importantes producciones interesadas por las realidades nacionales y sub nacionales en ciencia, tecnología y género de los países latinoamericanos.

Como se señaló anteriormente, si bien algunos trabajos de género y ciencia, principalmente aquellos destinados a abordar las trayectorias de las mujeres investigadoras, piensan la relación del mundo científico con la familia, es el campo de estudios de género y trabajo donde se encuentran mayores aportes para pensar la articulación entre trabajo científico y el trabajo de reproducción, tal como lo proponemos en el presente escrito y ha sido abordado en el apartado anterior. En el siguiente apartado intentaremos ponerlos en diálogo recuperando algunos de los muchos aportes que estos estudios pueden realizar para el estudio de la ciencia.

Entre lo teórico y lo empírico

En los apartados anteriores se han contemplado algunas investigaciones sobre trabajo científico, reproducción social y género y ciencia, con el fin de presentar una aproximación a una propuesta conceptual para un proyecto de más largo alcance como es la tesis doctoral. Consideramos que poner en diálogo estos campos de estudios brinda potencialidades para la indagación de las desigualdades de género en el trabajo científico y en sus articulaciones con el trabajo de reproducción. En el presente apartado retomaremos algunos de estos aportes intentado mostrar cómo operan en el estudio empírico que nos encontramos realizando.

Como se pudo evidenciar, los estudios de género han logrado revitalizar los estudios sociales de la ciencia pero aún quedan agendas pendientes a considerar y las mismas pueden encontrarse cuando se retoman los aportes que los estudios de género han realizado a otras disciplinas y campos de investigación, en especial, aquellos dedicados a pensar el mundo del trabajo. Desde una lectura de todos estos aportes, el escrito propone el siguiente marco conceptual para el estudio de la ciencia:

Fuente: Elaboración propia

El análisis propuesto parte de entender la articulación del trabajo científico con el trabajo reproductivo. Se retoman así los aportes teóricos realizados por el campo de estudios de género y trabajo que sostienen que si bien uno y otro tienen sus especificidades, se encuentran altamente integrados constituyendo dos dimensiones de un único proceso social, y por ello los separamos analíticamente por líneas intermitentes. Como se anticipó en los apartados anteriores, este análisis se realizará tomando al género como categoría de análisis, por lo que presentamos la categoría como una caja de herramientas que atraviesa el esquema propuesto. Por último, los puntos de líneas que separan los dos tipos de trabajo analizados y el círculo que lo engloba intentan dar cuenta de las relaciones de estos dos tipos de trabajo con el mundo social más amplio, difuminando las fronteras.

Actualmente nos encontramos realizando trabajo empírico a partir de la aproximación conceptual propuesta en los apartados anteriores. En el acercamiento al campo, se vislumbra que, tanto en el curso de vida como en el devenir cotidiano de lxs investigadorxs, las articulaciones entre el trabajo remunerado y el reproductivo se encuentran presentes tanto en el plano simbólico como material. Por ello, se entiende que se deben retomar los aportes de los estudios de género y trabajo para pensar en las especificidades que adquiere el análisis de articulación de esferas en el trabajo científico. Intentaremos dar cuenta en el presente apartado de algunos de los aportes que nos brinda la aplicación del marco conceptual propuesto al estudio empírico.

Como se ha evidenciado en los apartados anteriores, muchos han sido los estudios que han pensado las articulaciones entre trabajo productivo y trabajo reproductivo desde las ciencias sociales, atendiendo a diversos tipos de trabajos y contextos. Sin embargo, aún son escasos aquellos análisis dedicados al estudio de la ciencia desde allí. Ello responde a que los estudios enmarcados en el campo CTS han presentado resistencias a considerar la ciencia como trabajo. Sin embargo, en la actualidad hay esfuerzos por entenderla de este modo y necesariamente, al pensarla desde allí, es necesario retomar la vasta producción de los estudios de género y trabajo que han señalado los problemas de las perspectivas hegemónicas que entendían como trabajo sólo al trabajo asalariado.

A la par, si bien desde la década del noventa en la región latinoamericana se cuentan con estudios de género y ciencia, y ellos han realizado importantes aportes para comprender la situación de las mujeres al interior del campo científico, aún son escasos aquellos destinados a pensar las relaciones que tiene la ciencia, en tanto trabajo productivo, con la esfera de la reproducción. De este modo, prestar atención a las formas en que se organiza el trabajo científico en la periferia, el curso de vida de las personas que hacen investigación en dicha región, el devenir cotidiano de estas personas y sus subjetividades desde una mirada de género requiere necesariamente atender a la articulación con la reproducción, tal y como lo proponen los estudios de género y trabajo.

En nuestros países las condiciones económicas en las que se desarrolla el trabajo científico, las formas en que se regula y organiza, presenta incidencias tanto en lo laboral como en lo reproductivo. Por un lado, los salarios de lxs investigadorxs, el financiamiento de las investigaciones y las condiciones económicas más generales inciden en el trabajo científico pero también en las formas de articulación con el trabajo reproductivo. Por otro lado, el tiempo de trabajo científico, posibilita, a diferencia de otros trabajos remunerados, una mayor capacidad de agencia en la organización cotidiana. De este modo, en el trabajo de campo realizado hasta el momento, evidencia que la agenda laboral tanto de mujeres como de varones jóvenes con hijxs en edad escolar, se encuentra estrechamente vinculada a la reproductiva. Aunque las actividades que unas y otros realizan suelen presentar diferencias.

Sin embargo, esta flexibilización a la vez que puede ser una oportunidad para la articulación puede resultar también una trampa, en especial para aquellas personas que socialmente han sido asignadas como responsables de los cuidados, en especial, las mujeres madres e hijas, donde terminan reproduciéndose roles tradicionales. A su vez, aunque en los últimos años en algunos países periféricos se han ampliado los derechos laborales de lxs científicxs, por ejemplo licencias de maternidad y paternidad, muchas veces no hay un goce efectivo de los mismos. Ello se debe a que en las personas que ocupan lugares de poder en la ciencia, ya sean mujeres o varones, aún permea un ideal androcéntrico la ciencia. El ideal del científicx continúa siendo el varón, blanco, cis, heterosexual, no discapacitado, sin ninguna otra preocupación y responsabilidad que su quehacer científico. La imagen del científico, dedicado exclusivamente a la investigación, que no dispone de otra obligación más que la de su trabajo remunerado choca y hace estragos en la articulación con la reproducción.

El trabajo científico tiene formas propias de funcionamiento distintas a otros tipos de trabajo. La producción académica requiere horas extendidas de trabajo. Los plazos establecidos por el propio sistema exigen que en determinados momentos las horas de trabajo aumenten y se expandan al hogar. A esto se suma el hecho de que, en ciertas áreas de conocimiento, los tiempos de los experimentos y del trabajo de muestreo o de campo excedan la capacidad de agencia que disponen lxs investigadorxs.

Además, el curso de vida de las personas que deciden realizar carreras en investigación presenta particularidades que merecen ser estudiadas en la clave propuesta. Si se quiere seguir progresando en la carrera de investigación es necesario cumplir con determinada cantidad de publicaciones, direcciones, asistencia a reuniones, estancias en el norte global, entre otras. La etapa formativa suele tener altas exigencias de tiempo y presenta una gran inestabilidad laboral lo que, presumiblemente, tiene efectos en la esfera reproductiva. Asimismo, las relaciones con lxs directorxs en esta etapa y con superiorxs en las siguientes, tienen incidencias en los cursos de vida y en la forma en que se asume tanto el trabajo científico como el reproductivo. De este modo, los marcos conceptuales desarrollados en los apartados anteriores nos proporcionan un corpus teórico importante que aún no ha sido aplicado para el estudio de la ciencia y, tal como se evidenció en el presente apartado, pensar la ciencia desde allí nos permite nuevas miradas necesarias para su estudio en y desde la periferia.

Consideraciones finales

A lo largo del escrito se ha presentado una aproximación conceptual para la comprensión de las desigualdades de género en el trabajo científico y en sus articulaciones con el trabajo de reproducción. Para ello, en el primer apartado hemos realizado una apuesta por entender la ciencia como trabajo en el marco de la división internacional del trabajo científico. Sin embargo, hemos dado cuenta que entenderla de este modo requiere recuperar los aportes que han realizado los estudios de género y trabajo, en especial, aquellos destinados a abordar la articulación del trabajo productivo y reproductivo. Hemos sostenido que poner en diálogo estos campos resulta un aporte innovador para el campo CTS, ya que, como se evidenció en el tercer apartado, si bien contamos con importantes análisis de género y ciencia en la región, aún son escasos los estudios que retoman los aportes de los estudios de articulación de esferas para analizar la ciencia.

La aproximación conceptual propuesta y desarrollada procura realizar una contribución en este sentido, atendiendo a las especificidades que adquieren la producción y reproducción de desigualdades en la ciencia periférica y su articulación con la reproducción en dichos países. Como se intentó demostrar en el cuarto aparatado, si bien las personas que hacen investigación científica comparten valores, intereses y deseos con otros grupos sociales, embarcarse en este tipo de trabajo presenta particularidades que merecen ser atendidas. La aproximación realizada en dicho apartado logra dar cuenta de los aportes que presenta la propuesta conceptual para el abordaje empírico de experiencias concretas en el marco de la ciencia periférica.

De este modo, el desarrollo realizado permite visibilizar y problematizar los modos en que el trabajo reproductivo afecta al trabajo científico, pero también cómo este último afecta el trabajo reproductivo. El esquema de abordaje propuesto puede resultar relevante tanto a nivel científico como político, al inscribirse en un contexto de ampliación de demandas de igualdad de género, que han comenzado a penetrar también las instituciones científicas de los países periféricos. Se vuelve necesario en el contexto actual mirar más allá de lo estrictamente científico y profundizar los análisis de género que piensan también en las articulaciones con el trabajo de reproducción. En un marco potente de lucha feminista y de ampliación de derechos en ciencia, tener estudios empíricos que den cuenta de la producción y reproducción de desigualdades, tanto al interior del trabajo científico y en sus articulaciones con el trabajo de reproducción, resulta sumamente importante. El presente escrito ha pretendido ser un pequeño aporte en este sentido.

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Recibido: 01 de Diciembre de 2022; Aprobado: 06 de Marzo de 2023

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