Introducción
Por siglos, las migraciones internacionales, en tanto dinámicas de movilidad y relocalización (Gregory et al., 2009), han estado relacionadas a procesos socioeconómicos y políticos del mundo contemporáneo. Las migraciones han estado vinculadas con la invasión colonial europea, la Revolución Industrial y al desarrollo y consolidación del mercado capitalista mundial, pero también al surgimiento de los Estados nacionales, la urbanización, la industrialización y los conflictos bélicos mundiales (Castles y Miller, 1998: 283 ). Sin embargo, en el contexto de la globalización —como dinámicas de circulación de bienes, información y capital— (Márquez y Delgado, 2012) y de las reformas estructurales neoliberales en países desarrollados y en vías de desarrollo (Castles, 2003 y 2008), los procesos migratorios internacionales de carácter laboral han aumentado desde las últimas décadas del siglo XX (Márquez y Delgado, 2012; Castillo, 2016; Sassen, 2006).1
Uno de los ejemplos más destacados fue el caso de la histórica migración mexicana —documentada e indocumentada— a EU, que no obstante ya era una de las más grandes del mundo, entre finales del siglo XX y principios del XXI (1994-2007) experimentó un crecimiento sostenido (Delgado et al., 2009; Aragonés y Salgado, 2015; Durand y Massey, 2009; Pew Hispanic Center, 2014 a y 2014b). En el quinquenio de 2000 a 2005, México fue el primer exportador de migrantes del mundo —con un flujo anual promedio de medio millón de personas—, y el segundo receptor de remesas a nivel internacional (Márquez y Delgado, 2012).
En el contexto de la migración México-EU y específicamente en el marco de estudios sobre las migraciones chiapanecas al vecino país del norte (Jáuregui y Ávila, 2007; Villafuerte y García, 2014; Burke, 2004; Aquino, 2012 a ; Rus y Rus, 2008; Nájera y López, 2012; Castillo, 2017; López et al., 2009), el objetivo de este artículo es abordar el acelerado incremento y la expansión de la migración chiapaneca a EU —a nivel estatal y de las regiones de Chiapas— a inicios del presente siglo (2000-2007). Con esto se muestra la diversificación y expansión de estas migraciones y de los sitios donde se originó. Así, uno de los ejes es el tratamiento de las migraciones mediante el énfasis en la diversidad de causas que conformaron los contextos de expulsión de migrantes —en los lugares de origen—.
Las preguntas de investigación que vertebran este trabajo son las siguientes: 1) ¿Cómo cambiaron/crecieron las migraciones chiapanecas a EU en la década pasada, a nivel estatal y de las diversas regiones chiapanecas? 2) En el marco de relaciones heterogéneas y contextuales entre las migraciones y los procesos de desarrollo, ¿cuáles fueron las causas del rápido crecimiento de esta migración y cómo fueron los comportamientos migratorios diferenciados entre las diversas regiones chiapanecas de origen de los migrantes? Esta segunda interrogante alude a cómo las combinaciones de diversas causas —económicas, socioambientales, de conflicto político, entre otras— estuvieron relacionadas a la incorporación selectiva y diferenciada de ciertas regiones chiapanecas —en tanto “nuevos” lugares de expulsión/origen de migrantes— a la migración internacional a EU.
Se argumenta que si bien hay procesos económicos determinantes para explicar las migraciones chiapanecas —caída de precios del café y el maíz, crisis del agro, encarecimiento de la vida, etc.—, también hubo regiones y municipios donde las dinámicas políticas —de conflicto— y los impactos de los desastres naturales jugaron un papel clave para que acontecieran estas migraciones. Lo anterior se aborda en el contexto de planteamientos que señalan que, en ocasiones, la migración no puede atribuirse a una sola motivación y/o condición (Castles y Miller, 1998: 27 ; Castles, 2003 y 2008; De Haas, 2010).
En este sentido y como indica De Haas (2010) , la explicación de las causas de los procesos migratorios internacionales no darse solo desde un modelo conceptual determinista y rígido (De Haas, 2010: 240). No limitarse a un esquema monocausal mecánico permite ver cómo se dio una concatenación y determinación mutua entre las diversas causas de la migración en los lugares de origen. Lo anterior hace patente que, en determinadas situaciones, el origen de los procesos migratorios tiene un carácter espacialmente diferenciado y es multicausal —en relación con las condiciones de expulsión de migrantes en los lugares de procedencia—.
El periodo por abordar es del año 2000 al 2007, cuando se observó el mayor crecimiento de las migraciones chiapanecas a EU —en especial en términos de los flujos de migrantes y la recepción de remesas—.2 La justificación de esta delimitación histórico/temporal obedece a dos criterios. Por una parte y en lo que respecta al inicio del periodo, si bien ya desde fines de la década de 1980 se observaron algunos efectos de las reformas estructurales en el ámbito rural, es hasta mediados de la década de 1990 —con la firma y entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte— cuando se mostraron con mayor contundencia los efectos del neoliberalismo en el campo, la desarticulación del aparato productivo en el agro chiapaneco y los efectos del neoliberalismo en la caída de los precios del café y el maíz.3
Por otro lado, en lo concerniente al fin del periodo por abordar, a raíz de la crisis de la economía estadounidense de 2008, hubo un notorio descenso de los flujos de migrantes mexicanos en general (Ley y Peña, 2016), y de chiapanecos en particular (Villafuerte y García, 2014). Asimismo, aconteció una clara reducción de la recepción de remesas —a nivel nacional y del estado de Chiapas—; con lo cual se inició otra etapa de la migración México-EU (Ley y Peña, 2016: 4-19).4 Particularmente y como efecto de dicha crisis, la disminución de la migración mexicana y chiapaneca no documentada a EU estuvo determinada sobre todo por la contracción de los diversos nichos laborales de la economía estadounidense —construcción, manufactura, servicios y agricultura— y, en consecuencia, por la carencia/escasez de trabajos en que se insertaban los chiapanecos en el país vecino.
Para el caso de Chiapas, los datos de la Encuesta sobre migración en la Frontera Norte de México (EMIF-Norte) (Segob, Conapo, INM, SRE, STPS y Colef, 2006 y 2013) corroboran lo señalado por otros estudios de El Colegio de la Frontera Norte (Colef) a nivel nacional (Ley y Peña, 2016: 4-19 ). De esta manera, investigaciones como la EMIF-Norte muestran que a partir de 2008 se registró un drástico y sostenido decrecimiento del número de chipanecos sin documentación migratoria que intentaban cruzar la frontera para llegar a EU.
Estrategia metodológica, fuentes revisadas y datos utilizados
Al considerar que los ejes de indagación del artículo son la migración chiapaneca a EU (2000-2007) y la diversidad de contextos y causas de expulsión de migrantes, en el desarrollo de la estrategia metodológica se recurrió a dos tipos de fuentes y datos: 1) a las investigaciones e información oficiales de carácter cuantitativo (Segob, Conapo, INM, SRE, STPS y Colef, 2006 y 2013) y 2) a estudios cualitativos de corte socioeconómico, demográfico y antropológico (Burke, 2004; Rus y Rus, 2008; Aquino, 2012 a y 2012b; Cruz y Barrios, 2009; Castillo, 2015 y 2017; Villafuerte y García, 2008 a , 2014; Villafuerte, 2015; López et al., 2009; Escobar et al., 2006). En lo concerniente al primer punto, también se toma en consideración información y datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y del Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para dar cuenta del contexto socioeconómico y demográfico de Chiapas a inicios del presente siglo —cuando se dio el acelerado aumento de las migraciones chiapanecas a EU—.
Respecto a los datos que permitan reconstruir la migración chiapaneca y su rápido crecimiento a principios de este siglo, se utilizaron los datos de la EMIF-Norte (Segob, Conapo, INM, SRE, STPS y Colef, 2006 y 2013) sobre migrantes chiapanecos que intentaban cruzar a EU —desde mediados de 1990 y hasta 2007—.5 Dentro del vasto conjunto de datos de la EMIF-Norte, también se utilizó información sobre la migración chiapaneca a una escalar menor, a nivel de las regiones socioeconómicas que conforman esta entidad federativa del sureste mexicano. Esto permitió hacer un seguimiento socioespacial diferenciado sobre el incremento de la migración internacional chiapaneca, dependiendo de la región de origen, lo cual apuntó el eje hacia la idea de diversos contextos de expulsión determinados por variadas causas, así como las disímiles tendencias de crecimiento migratorio entre las distintas regiones de Chiapas.6
Asimismo, se complementó esta información con el Índice de Intensidad Migratoria (IIM) a nivel municipal y estatal del Consejo Nacional de Población (Conapo, 2014)7 y con las relaciones históricas de recepción de remesas a nivel estatal para Chiapas (Banco de México, 2016) del periodo estudiado.
En lo que concierne a la diferenciación espacial de los procesos de salida de migrantes en distintos municipios, relacionado con los diversos contextos de expulsión, fueron de utilidad los datos de la EMIF-Norte (Segob, Conapo, INM, SRE, STPS y Colef, 2006 y 2013) sobre los migrantes y deportados por región de origen de Chiapas. También se recurrió a distintos estudios socioeconómicos y antropológicos sobre las causas de los procesos migratorios internacionales originados en diversas regiones de Chiapas, desde Los Altos (Burke, 2004; Rus y Rus, 2008) y La Meseta Comiteca Tojolabal (Aquino, 2012a y 2012b; Cruz y Barrios, 2009; Castillo, 2015 y 2017), hasta La Frailesca, La Sierra y El Soconusco (Villafuerte y García, 2008 a , 2014; Villafuerte, 2015; López et al., 2009; Escobar et al., 2006).
Andamiaje teórico, la migración como movilidad humana con causas estructurales
Cabe precisar que en este artículo se concibe la migración internacional como diversas dinámicas de movilidad espacial de población humana (de individuos y grupos) que, con miras a la satisfacción de las necesidades (económicas, sociales, políticas, etc.) y desplazándose a través de espacios y fronteras nacionales e internacionales, suponen procesos de relocalización y cambio de residencia (Gregory et al., 2009: 462 ). Los procesos migratorios acarrean cambios de diferente índole (socioeconómica, territorial, cultural y política) en los lugares de origen, tránsito y destino de los migrantes (Castillo, 2016 y 2017). Algunos autores (Massey, 2015; Duran y Massey, 2009) consideran que un adecuado tratamiento teórico de la migración supondría tener en cuenta varios ejes: a) las fuerzas que promueven la migración en los países de origen de los migrantes; b) los procesos de atracción que llevan a los migrantes a ciertos países; c) las motivaciones y anhelos de los migrantes; d) las redes y estructuras que unen los países de origen y destino, y que permiten que la migración ocurra.
Desde una perspectiva más amplia e integradora, el abordaje de las migraciones supone no solo la descripción de los espacios de tránsito y trayectorias, sino también las diversas causas y consecuencias de la misma (Gregory et al., 2009: 462 ). En el contexto de asimetrías económico-políticas y de una acentuada diferencia salarial entre países desarrollados y en vías de desarrollo (Bustamante, 1997), la migración internacional que se plantea contempla la consideración de los marcos estructurales de carácter socioeconómico en los países de origen y de destino (Márquez y Delgado, 2012; Delgado et al., 2009; Gregory et al., 2009); condiciones determinantes que impulsan a los migrantes a salir de sus lugares de procedencia en México/Chiapas y que los orientan/dirigen a ciertos mercados laborales necesitados de contingentes de mano de obra precarizada y flexible en diversos sitios de EU (Márquez y Delgado, 2012).
En este marco de ideas, cabe señalar que autores como De Haas (2010: 228) y Castles (2003 y 2008) han apuntado que, más allá de esquemas conceptuales lineales y deterministas, las relaciones e interacciones entre las migraciones y el desarrollo son problemáticas, complejas y heterogéneas. Particularmente para De Haas (2010), la migración tiene que concebirse como una dinámica de movilidad espacial poblacional, que es parte integral de un proceso de cambio más amplio relacionado con el desarrollo en los países de origen y destino. Pero la migración, una vez consolidada, también tiene sus propias lógicas internas de reproducción y cambio, y puede tener impactos sobre el desarrollo (De Haas, 2010: 228). De Haas (2010: 228) sostiene que la migración no puede entenderse como un proceso exógeno y ajeno a los contextos de origen, sino como un componente integral de los procesos de desarrollo de la vida social —de los contextos de origen de los migrantes—.
Ahora bien, en este artículo se abordan, de manera crítica y con especial énfasis, las condiciones histórico-estructurales en el Estado nación de origen (y específicamente las de Chiapas y algunas de sus regiones) que propiciaron los procesos migratorios internacionales a EU a principios del siglo XXI. Condiciones que implican, entre otras, las adversas situaciones sociomateriales de vida y los precarios niveles de desarrollo socioeconómico en localidades rurales de distintas latitudes de esa entidad federativa.
Como argumento central de este trabajo, se sostiene que los diversos y diferenciados contextos de expulsión de los migrantes chiapanecos no siempre están relacionados con un solo factor/causa en específico. Los contextos de expulsión pueden relacionarse con múltiples causas —económicas, desastres naturales, conflictos internos, violencia política, entre otras— que están vinculadas y se determinan entre sí.
Es cierto que algunos procesos económicos relacionados con el cambio y deterioro del sector agropecuario jugaron un papel destacado para entender el rápido aumento de las migraciones chiapanecas a EU en gran parte de la década pasada (2000-2007). No obstante, también en ciertos municipios y regiones de esta entidad federativa las migraciones internacionales estuvieron vinculadas y determinadas tanto por contextos de conflicto sociales y los impactos de desastres naturales, como por las precarias condiciones materiales y económicas de vida.
Estado de la cuestión: los estudios sobre migración internacional chiapaneca a EU
Dentro del conjunto de trabajos desde las ciencias sociales en México que abordan la migración de chiapanecos a EU para el presente siglo, encontramos vertientes disciplinares y temáticas, desde la economía y la demografía (Jáuregui y Ávila, 2007; Villafuerte y García, 2006 y 2014; Nájera y López, 2012; López et al., 2009), hasta la antropología y la sociología (Burke, 2004; Cruz y Barrios, 2009; Aquino, 2012 b ; Rus y Rus, 2008; Angulo, 2008; Castillo, 2017).
Cabe señalar que los estudios de esta migración son relativamente recientes y tienen alrededor de tres lustros. Quizás esto esté relacionado a que los flujos de chiapanecos, que ya habían iniciado desde los últimos veinte años del siglo XX (Nájera y López, 2012: 465 ), fueron considerablemente abundantes y visibles para la academia hasta inicios de la década de 2000. Con base en la perspectiva disciplinar de análisis y en la escala desde la que se abordan los lugares de origen de la migración, pueden identificarse dos grupos en la bibliografía sobre la migración internacional chiapaneca.
1) Por un lado, están aquellas investigaciones que, desde perspectivas disciplinares de carácter económico y sociodemográfico, trabajan a nivel de escala estatal en los lugares de origen —sin hacer una diferenciación entre las distintas regiones chiapanecas—, considerando la totalidad de esta entidad federativa en relación con las dimensiones demográficas, las causas económicas de los contextos de expulsión y los rasgos demográficos y socioeconómicos de la migración chiapaneca (Jáuregui y Ávila, 2007; Villafuerte y García, 2006, 2008a, 2008b y 2014; Villafuerte, 2015; Nájera y López, 2012; López et al., 2009).
2) Por otra parte, se ubica un variado conjunto de trabajos con abordajes antropológicos y sociológicos que, desde diversas reflexiones en torno a los cambios socioeconómicos y culturales de las comunidades campesinas e indígenas de origen, se enfocan en los procesos migratorios de carácter étnico y se abocan a indagar el surgimiento de estos flujos en determinadas regiones de Chiapas (Los Altos, La Frontera, El Soconusco, La Sierra, etc.) (Burke, 2004; Cruz y Barrios, 2009; Aquino, 2012 a y 2012b; Rus y Rus, 2008; Angulo, 2008; Castillo, 2014 y 2015).
Chiapas, del tránsito de la migración interna a la migración internacional
Para el 2000 —año en que inicia un considerable aumento de la recepción de remesas—, Chiapas contaba con 3,911,529 habitantes (Conapo, 2015a: 1); tenía además al 54.3% del total de la población estatal viviendo en contextos rurales (en localidades de menos de 2,500 personas) (Conapo, 2015a: 5) . En este tenor y para el mismo año, el sector que mayor población de 12 años y más estaba trabajando era el agropecuario con 47.9%, después estaba el comercio y los servicios con 37.4%, y luego la construcción y la industria con 12.4% (Conapo, 2015a: 56). Chiapas tenía uno de los más altos registros de pobreza y pobreza extrema en el país; poseía los niveles de mortalidad materno-infantil más elevados y presentaba la menor esperanza de vida a nivel nacional (PNUD, 2010). La pobreza y la extrema pobreza se concentraban en el campo y se relacionaban con las crisis de las economías agrícolas vinculadas con la inestabilidad socioambiental de la producción y a la caída de los precios nacionales e internacionales del café y el maíz (Villafuerte y García, 2006: 104-107 ).
Este escenario de marginación histórico-estructural se expresaba en las precarias condiciones materiales de vida de gran parte de la población (PNUD, 2010; Conapo, 2015a). Situación que se reflejaba en los muy reducidos niveles de educación, salud e ingreso de Chiapas, los más bajos de México (PNUD, 2010: 41). Esto se vinculaba con dos dinámicas: 1) los procesos de exclusión de carácter socioétnico hacia los campesinos e indígenas; y 2) la acentuada e histórica inequidad de Chiapas, lo cual traía como consecuencia muy bajos niveles de desarrollo socioeconómico entre amplios grupos de la población (especialmente del campo) (Villafuerte, 2015; Castillo, 2014 y 2015). En este complejo y adverso escenario se da un acelerado crecimiento de migración chiapaneca no documentada a EU; el aumento en esta entidad fue mayor que el promedio nacional (Castillo, 2016).
Es conveniente recordar que la migración mexicana a EU se ha generado en el marco de contextos regionales con marcadas asimetrías político-económicas y salariales entre estos dos países (Bustamante, 1997; Kearney, 1986; Verduzco, 2000; Santibáñez, 2000; Zúñiga et al., 2005; Delgado et al., 2009; Márquez y Delgado, 2012; Tuirán, 2000; Lozano et al., 2010; Ariza y Velasco, 2012; Castillo, 2016; Conapo, 2000 y 2010; Pew Hispanic Center, 2014 a y 2014b), entre los cuales hay una marcada desigualdad en los niveles de desarrollo (Delgado et al., 2009; Márquez y Delgado, 2012).
En gran parte del siglo pasado, las características que destacaban de esta migración no solo eran la masividad e historicidad de los flujos migratorios (Durand y Massey, 2009), sino también su eminente carácter masculino y no documentado (Durand, 2000 y 2007), de tipo económico laboral (Aragonés y Salgado, 2015), así como la fuerte concentración geográfica de los lugares de origen/expulsión de los migrantes mexicanos en un grupo de entidades del centro occidente del país (Durand, 2000); la denominada “región histórica de la migración”, de la que eran originarios cerca de la mitad de los migrantes mexicanos en EU y que estaba compuesta por los estados de Aguascalientes, Colima, Durango, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nayarit, San Luis Potosí y Zacatecas (Durand y Massey, 2009).
Sin embargo, durante casi la totalidad del siglo XX y a semejanza de otras entidades del sur del país (como Campeche, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán), la participación de Chiapas en la migración mexicana indocumentada a EU fue muy reducida (Durand y Massey, 2009; Villafuerte y García, 2006). Todavía para el año 2000, el IIM de Chiapas era de los más bajos, con un registro negativo de -1.27065 y en el penúltimo sitio del país (sólo delante de Tabasco) (Conapo, 2000: 35). Además, únicamente el 0.76% de los hogares chiapanecos recibía remesas y solo 0.79% de los hogares contaba con migrantes en EU (Conapo, 2000: 35). En esta misma línea de hechos, en los registros de recepción de remesas del año de 1995, Chiapas tenía uno de los últimos lugares a nivel nacional (Conapo, 2000 y 2014; Banco de México, 2016).
Desde un abordaje histórico-geográfico de la migración México-EU, algunos autores (Durand y Massey, 2009; Durand, 2000) han señalado que, durante el siglo XX, la migración internacional de carácter laboral no documentada no acontecía o estaba muy escasamente relacionada con entidades federativas de altos índices de marginación y con acentuadas condiciones de pobreza —como el caso de Chiapas—. Según estos estudiosos, dicha relación no vinculante entre migración y pobreza se debía a los altos costos económicos y sociales que implicaban las trayectorias migratorias transfronterizas al vecino país del norte (Durand y Massey, 2009: 78-87). De este modo, en gran parte de la pasada centuria, varios estados de la región sur de México (como Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán, Quintana Roo y Chiapas) prácticamente no tuvieron migración internacional a EU (Durand y Massey, 2009: 78-87).
En cambio, Chiapas, para el siglo pasado, tuvo procesos migratorios de carácter interestatal entre diferentes regiones chiapanecas y flujos de carácter intra-estatal con otras entidades federativas del país (Villafuerte y García, 2014: 3-20 ). Respecto a las migraciones internas, la movilidad de población dentro de Chiapas estuvo presente durante buena parte del siglo XX y estaba determinada tanto por una estructura agraria altamente concentrada, como por el desarrollo de plantaciones que necesitaban mano de obra con conocimiento de las labores del campo (jornaleros agrícolas) (Villafuerte y García, 2014: 7). Mientras diversos municipios de los Altos de Chiapas densamente poblados y con fuertes necesidades de recursos productivos expulsaban parte de su población, los procesos de colonización de la Selva durante el siglo XX atrajeron un considerable volumen demográfico de personas de diferentes grupos socioculturales de varios lugares de esta entidad federativa del sureste mexicano (Villafuerte y García, 2014: 14-15).
Posteriormente, a partir de la década de 1970, surgieron y se consolidaron procesos migratorios de chiapanecos hacia entidades del sur y centro del país (Veracruz, Tabasco, Quintana Roo y Ciudad de México). Estas migraciones chiapanecas a otros estados estuvieron relacionadas con la inserción laboral temporal a determinadas actividades productivas de ciertos mercados laborales, como la industria de la construcción. Tales fueron los casos de campesinos chiapanecos que respondieron a la amplia demanda de trabajadores para el desarrollo del megaproyecto turístico de Cancún y de las explotaciones de yacimientos de gas y petróleo de Tabasco (Villafuerte y García, 2014: 16-17 ).
Ya para fines del siglo pasado, hubo registros de la migración no documentada de chiapanecos de origen rural a EU (Nájera y López, 2012: 465 ; Villafuerte y García, 2008b). Poco después, a partir de mediados de la década de 1990, la EMIF-Norte (Segob, Conapo, INM, SRE, STPS y Colef, 2006 y 2013) comenzó a dar cuenta de esta migración internacional chiapaneca, y, a su vez, el Banco de México (Banco de México, 2016) documentó el envío de remesas a Chiapas. Sin embargo, es hasta principios del siglo XXI cuando se observó un incremento notorio de esta migración internacional (Segob, Conapo, INM, SRE, STPS y Colef, 2006 y 2013; Conapo, 2014); con lo cual, en menos de un siglo y considerando la migración interna dentro de Chiapas como el origen de diversos procesos de reacomodo y relocalización de personas, se conformó un tercer sistema de movilidad de la población chiapaneca, con motivaciones principalmente económico-laborales, pero ahora de carácter internacional.
Migraciones chiapanecas internacionales a principios de siglo XXI
Características y crecimiento de la migración chiapaneca (2000-2007)
Algunos autores han señalado que la migración internacional chiapaneca comenzó en la penúltima década del siglo XX (Nájera y López, 2012: 465 ). No obstante, dada la acotada dimensión del número de personas involucradas, todavía para la década de 1990, Chiapas no figuraba en ese tiempo como uno de los principales estados mexicanos expulsores de migrantes a EU (Durand y Massey: 2009). Por el contrario, dado su bajo IIM, aún para el 2000, esta entidad federativa ocupaba los últimos lugares a nivel nacional (Conapo, 2000: 35). Sin embargo, para los primeros años de la década pasada (2000-2007) y de acuerdo con la EMIF-Norte (Segob, Conapo, INM, SRE, STPS y Colef, 2006 y 2013) e informes de Conapo (2000, 2010 y 2014), esta migración chiapaneca de carácter laboral a EU creció de manera acelerada y tomó significativas proporciones (véanse Gráfico 1 y 28).
En términos relativos y para el periodo abordado, Chiapas fue una de las nuevas entidades federativas que destacó por sus notorios procesos de expulsión de migrantes a EU (Villafuerte y García, 2014; Castillo, 2016; Segob, Conapo, INM, SRE, STPS y Colef, 2006 y 2013), así como por el acelerado crecimiento de recepción remesas (véase Gráfico 2). Este periodo de crecimiento de la migración internacional chiapaneca tuvo su fin en 2008, con la crisis de la economía norteamericana y la consecuente contracción de empleos para los migrantes.
Se trató de una migración de carácter económico-laboral, principalmente no documentada; y en su mayoría, los migrantes eran jóvenes hombres en edades de entre 20 y 40 años con bajos niveles de escolaridad —aunque también había mujeres migrantes— (Nájera y López, 2012: 485 ; Segob, Conapo, INM, SRE, STPS y Colef, 2006 y 2013). Los lugares de origen de la migración chiapaneca a EU se encontraban fuertemente distribuidos en ciertas zonas rurales: el Soconusco, Los Altos de Chiapas y el Centro de Chiapas (Nájera y López, 2012: 489). En contraste, Tuxtla Gutiérrez y la región Metropolitana, en su conjunto, eran una de las que menores IIM tenían a nivel municipal en Chiapas (Conapo, 2000 y 2010).
Respecto a los procesos de inserción sociolaboral de los migrantes, durante buena parte de la primera década del siglo XXI algunos de los principales destinos de los chiapanecos en EU fueron Los Ángeles, California, Atlanta, Georgia y Raleigh, Carolina del Norte, entre otros, aunque también estaban las ciudades de Washington, Filadelfia y Nueva York (Villafuerte y García, 2008 a: 53 ). En cuanto a las dinámicas de incorporación laboral en el vecino país, los principales sectores en los que se ubicaron los chiapanecos fueron el agropecuario, la construcción y los servicios (López et al., 2009: 47 ).
Como se mencionó, el crecimiento de esta migración internacional fue muy acentuado a principios del siglo XXI (2000-2007). De acuerdo con datos de la EMIF-Norte (Segob, Conapo, INM, SRE, STPS y Colef, 2006 y 2013), en aproximadamente siete años el número de migrantes originario de Chiapas que intentaron cruzar la frontera México-EU se multiplicó por más de 30 veces, pasando de 3,446 chiapanecos en el año 2000 a 105,419 para el año 2007.
Estas migraciones chiapanecas no documentadas a EU, si bien presentaron un crecimiento acelerado entre 2000 y 2007, no fueron de carácter uniforme ni homogéneo; de hecho, en determinados años el aumento fue mucho más acentuado (véase Gráfico 1). Mientras que para el año 2000, la EMIF-Norte (Segob, Conapo, INM, SRE, STPS y Colef, 2006 y 2013) registró 3,446 chiapanecos con intención de cruzar la frontera hacia el vecino país; en el año 2002 hubo un sustantivo incremento y se registraron 36,307 migrantes; en el 2003 hubo otro cambio ascendente a 53,827 y escenarios similares se repitieron en el 2005 con 60,427 migrantes y en el 2006 con 118,50 chiapanecos (véase Tabla 1). Otros dos procesos relacionados con la movilidad de población que muestran el crecimiento de esta migración internacional entre 2000 y 2007 son el aumento de las dinámicas de retorno voluntario y las deportaciones de chiapanecos, así como el incremento de los traslados de migrantes muertos encontrados en la frontera México-EU y originarios de Chiapas (López et al., 2009: 50 ).9
Cabe mencionar que, como se verá en detalle en la siguiente sección, el crecimiento de los procesos migratorios internacionales a EU no fue igual ni homogéneo en todas las regiones de Chiapas. Por el contrario, se presentaron procesos diferenciados de incremento migratorio a lo largo del periodo de estudio, en donde, no obstante que en casi todas las regiones hubo un aumento de los flujos migratorios a EU, especialmente cuatro regiones (Altos Tzeltal Tzotzil, Soconusco, Meseta Comiteca Tojolabal y Sierra Mariscal) concentraron aproximadamente la mitad de todos los migrantes chiapanecos que intentaron cruzar la frontera (véase Tabla 1).
Respecto a la recepción de remesas económicas en Chiapas, se observó una tendencia de crecimiento muy semejante, pasando de 20 millones de dólares en 1995 a 921 en el año 2007, con lo cual para un periodo de doce años (1995-2007) el monto de dinero, vía remesas, se multiplicó más de cuarenta veces (véase Gráfico 2). En el orden de captación de remesas por entidad federativa, Chiapas pasó de tener el puesto 27 en el año 1995 a ocupar el sitio 11 para el 2007. El aumento de recepción de remesas en Chiapas fue uno de los más acentuados en todo el país, y mucho más marcado que el promedio nacional10 y que las tendencias de crecimiento mostradas por estados con larga tradición migratoria como Zacatecas, Michoacán y Guanajuato (Conapo, 2014). En cambio, otros estados del sureste del país con recientes migración a EU —como Yucatán, Campeche, Tabasco y Quintana Roo— mostraron, aunque en menor medida, procesos de incrementos de recepción de remesas similares a los de Chiapas (Conapo, 2014; Castillo, 2016).
No obstante, cabe precisar que el aumento de remesas en Chiapas no fue temporalmente homogéneo en este periodo. El incremento más drástico y acelerado se dio en el cambio de siglo, en un lapso de ocho años, cuando se pasó de 20 millones en 1995 a 435 para el 2003 —en este periodo, el monto se incrementó en más de 20 veces— (Conapo, 2014; Banco de México, 2016). Posteriormente y en un lapso más breve (2003-2007), el aumento no fue tan sustantivo, pero aun así se mantuvo una tendencia de crecimiento, al pasar de 435 millones de dólares en el año 2003 a 921 para el año 2007, con lo cual la cifra de recepción de remesas apenas se duplicó (véase Gráfico 2).
Contextos y causas de la migración internacional chiapaneca a EU
En este tenor, y como han apuntado diversos autores que, desde perspectivas económicas y políticas, han abordado la relación entre migración internacional y desarrollo (Delgado et al., 2009; Márquez y Delgado, 2012; De Haas, 2010 y 2012), el origen/génesis de las migraciones internacionales —de carácter internacional no documentada y con motivaciones económicas— remiten a dos grandes procesos socioeconómicos y políticos interrelacionados entre sí.
Por un lado, a la consideración de las causas histórico-estructurales en los contextos de vida del país de origen, que hacen salir a los migrantes de sus comunidades (en México) para satisfacer diversas necesidades: obtener empleos mejor remunerados, dinero para mejora de vivienda, obtención de recursos monetarios para acceder a servicios médicos, incrementar y mantener la infraestructura productiva, etcétera (Delgado et al., 2009; Márquez y Delgado, 2012; Castillo, 2016).
Por otra parte, a las fuerzas que atraen a estos migrantes —generalmente no documentados— a determinados lugares y trabajos en el país desarrollado de destino (Delgado et al., 2009), como ha sido la constante demanda de mano de obra barata, flexible y precarizada en ciertos nichos de la economía de EU (la agricultura, la construcción, la manufactura y los servicios) (Márquez y Delgado, 2012). No obstante, para el presente trabajo son de particular importancia las primeras, las que remiten a las adversas condiciones sociomateriales de vida —en los contextos de origen—, que obligan a los migrantes a salir de sus comunidades, con el propósito de conseguir recursos económicos en otros sitios/países y resolver sus diversas necesidades.
Para el caso de Chiapas, la relación entre la migración internacional y —la falta de— desarrollo en los contextos de origen ha sido abordada desde varias perspectivas disciplinares de las ciencias sociales y las humanidades. Así, diversos autores, desde ópticas económicas y sociodemográficas, han señalado que la migración internacional chiapaneca está asociada con la pobreza y la marginación estructural de esta entidad federativa, a la profunda crisis que padece la economía chiapaneca —especialmente en el sector agropecuario— desde la década de 1980 y a los drásticos efectos de las reformas estructurales y la desarticulación de los apoyos a la productividad y comercialización agrícola de pequeños y medianos productores en el agro mexicano en las últimas décadas (Villafuerte y García, 2008: 42 ; López et al., 2009: 51 ; Jáuregui y Ávila, 2007).
Diversos trabajos han dado cuenta de que la pobreza, en su vertiente estructural de carácter histórico —como las recientes dinámicas de pauperización derivadas de los impactos de las políticas neoliberales y la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)—, fue uno de los marcos explicativos fundamentales para entender la migración internacional chiapaneca (Villafuerte y García, 2008 a: 42 ). La economía estatal de Chiapas contaba con un importante sector agropecuario, caracterizado por un considerable subsector agrícola con procesos productivos de matiz más preponderantemente campesino que mercantil y con reducidos niveles de productividad en generalizados contextos de pauperización.
En este contexto, los cambios en el agro mexicano relacionados con las políticas de cambio estructural neoliberal y el oscilante comportamiento de los mercados internacionales de venta de productos agrícolas de las últimas décadas, han tenido un impacto muy negativo en los principales productos del campo chiapaneco —en específico de la producción del café y el maíz— (López et al., 2009: 51 ) y en la desvalorización del trabajo agrícola chiapaneco (Nájera y López, 2012: 465-472 ).11 Frente a este precario escenario en las localidades rurales, durante buena parte de la primera década del siglo XXI (2000-2007), una de las estrategias más recurrentes de los chiapanecos para sortear estos adversos contextos y satisfacer sus diversas necesidades socioeconómicas y de acceso a servicios sociales básicos —como atención médica— fue la migración internacional a EU (Villafuerte y García, 2008 a: 42 ) y el consecuente envío de remesas.
Es cierto que dentro de los estudios de la migración internacional chiapaneca hay quienes han enfatizado la importancia y centralidad de las causas económicas para comprender la salida de los chiapanecos hacia EU, en referencia a las dinámicas relacionadas con el deterioro y desvaloración de los procesos productivos de corte agrícola y a la venta de cultivos como café y maíz (Villafuerte y García, 2008 b ; Jáuregui y Ávila, 2007). No obstante, otros estudios han señalado el papel de los impactos de los desastres naturales en localidades campesinas (de las regiones Soconusco y Sierra) (Villafuerte y García, 2014) y los efectos de conflictos políticos y la violencia oficial, a raíz del levantamiento armado en Chiapas, como factores para entender esta migración internacional (Cruz y Barrios, 2009; Aquino, 2012 a ; Castillo, 2017).
Diversidad de procesos migratorios y heterogeneidad de contextos de origen
Como se mostró previamente, en el marco de inicios de siglo (2000-2007), la migración internacional de chiapanecos a EU presentó un crecimiento acelerado pero desigual y no homogéneo en términos del número de migrantes chiapanecos anual —hubo ciertos años con acentuados aumentos— (véase Gráfico 1). En el contexto histórico del periodo de estudio y de acuerdo con datos de la EMIF-Norte (Segob, Conapo, INM, SRE, STPS y Colef, 2006 y 2013), se presentó una tendencia similar en términos de procesos de diferenciación socioespaciales de los lugares/contextos de origen al interior de Chiapas
No obstante que hubo un incremento de la migración a EU en todo Chiapas, las 15 regiones de dicha entidad no mostraron una tendencia homogénea y similar en relación con el número de migrantes que cada una de ellas expulsaba (véase Gráfico 3). Por el contrario, mientras ciertas regiones tuvieron un claro incremento en el número de migrantes chiapanecos que se dirigían a EU —y juntas concentraban aproximadamente la mitad de todos los migrantes a EU de Chiapas—, otras regiones no tenían procesos tan acelerados de incremento en el número de migrantes; también hubo aquellas que se ubicaron en medio de estos dos extremos (véase Tabla 1).
Para el periodo 2000-2007, y según información de la EMIF-Norte, las cuatro regiones chiapanecas que menor número de migrantes expulsaron a EU fueron la Maya, la Tulijá Tzeltal Chol, De los Llanos y la Frailesca12 (véase Tabla 1). Para el año 2000, estas cuatro regiones en conjunto enviaron 270 migrantes del total de los 3,446 chiapanecos que intentaron cruzar la frontera con destino a EU, lo cual representó aproximadamente el 7.8% de todos los migrantes chiapanecos. Para el 2004, del total de los 33,786 migrantes chiapanecos, estas cuatro regiones en conjunto tuvieron 2,786 migrantes, lo cual representó 8.2% de todos los chiapanecos con intenciones de cruzar la frontera. Finalmente, en el 2007, esta tendencia no había cambiado mucho y mostraba apenas un pequeño incremento: las cuatro regiones en su conjunto tenían sólo el 8.6% del total de los migrantes; juntas aportaban 9,074 de los 105,480 chiapanecos que intentaron cruzar la frontera ese año (véanse Gráfico 3 y Tabla 1).
En el extremo opuesto, para el mismo periodo (2000-2007), las cuatro regiones que concentraron un muy importante número de chiapanecos que intentaron cruzar la frontera para llegar a EU fueron: Altos Tzotzil Tzeltal, Meseta Comiteca Tojolabal, Sierra Mariscal y Soconusco13 (véanse Gráfico 3 y Tabla 1). Este grupo de cuatro regiones tiene varias características socioétnicas, económicas y geográficas, algunas de las cuales se relacionan con los procesos migratorios internacionales a EU.14
No obstante tener una superficie mucho más reducida que la mitad del estado y menos de la mitad de la población chiapaneca, este grupo de cuatro regiones aportó aproximadamente poco más de la mitad de todos los migrantes que se dirigían a EU. De acuerdo con datos de la EMIF-Norte (Segob, Conapo, INM, SRE, STPS y Colef, 2006 y 2013), en el año 2000 estas cuatro regiones tuvieron 2,072 del total de los 3,446 migrantes chiapanecos, lo cual representó un aporte de poco más del 60.1%. Para el 2004 se mantuvo una tendencia similar con una ligera baja, donde estas regiones enviaron 17,377 migrantes, que fue un poco más del 51.4% del total de 33,786 chiapanecos que se dirigieron a EU (véase Tabla 1). Finalmente, para el año 2007 hubo un repunte, y este cuarteto de regiones aportó casi el 61.7% de los migrantes, con 65,145 chiapanecos del total estatal de 105,480 (véase Tabla 1).
En particular, ciertos municipios de las regiones Altos Tzotzil Tzeltal y la Meseta Comiteca Tojolabal —con el caso de Las Margaritas— presentaron importantes y masivos procesos de desplazamiento interno relacionados con la guerra de baja intensidad en el contexto del levantamiento armado de 1994 (Cruz y Barrios, 2009). En el caso específico de Las Margaritas, estudios antropológicos y sociológicos han dado cuenta de cómo los desplazados internos —debido a la incursión del Ejército y la política de contención y control del gobierno mexicano frente al levantamiento armado de 1994— jugaron un papel muy importante para el surgimiento, crecimiento y rápida consolidación de la migración a EU de campesinos de ascendencia tojolabal de la parte central de Las Margaritas (Cruz y Barrios, 2009; Aquino, 2012 b ; Castillo, 2017).
Para el periodo abordado (2000-2007), Las Margaritas fue uno de los municipios chiapanecos que mayor crecimiento tuvo de la migración internacional a EU (Conapo, 2010; Segob, Conapo, INM, SRE, STPS y Colef, 2006 y 2013); asimismo, fue uno de los dos municipios dentro de la región Meseta Comiteca Tojolabal que más migrantes expulsó y que mostró uno de los crecimientos migratorios más acelerados para el periodo 2000-2007 (Segob, Conapo, INM, SRE, STPS y Colef, 2006 y 2013).
Aunado a esto y desde una dimensión de mayor magnitud relacionada con los impactos de los desastres naturales, la infraestructura productiva y de las viviendas de muchas localidades rurales de varios municipios de las regiones Sierra Mariscal y especialmente el Soconusco fueron estructuralmente afectadas por los huracanes Mitch en 1998 y Stan en 2005 (López et al., 2009: Villafuerte y García, 2014). Algunos estudios señalan que cerca del 40% de las localidades rurales del Soconusco perdieron casi por completo sus pertenencias, y en las zonas urbanas el impacto no fue de menor intensidad (Escobar et al., 2006). Las repercusiones de estos eventos naturales fueron un claro detonante y catalizador de la migración internacional a EU. Esto se relacionó directamente con el hecho de que en siete de los ochos años del periodo abordado (2000-2007) y dentro del grupo de estas cuatro regiones con mayor expulsión de chiapanecos, la del Soconusco fue la que claramente más migrantes expulsó hacia el vecino país (Segob, Conapo, INM, SRE, STPS y Colef, 2006 y 2013).15
Conclusiones, pensando crítica y contextualmente la migración y el desarrollo
Las migraciones internacionales, en tanto complejos y diversos procesos de movilidad humana a través de variadas fronteras, requieren para su abordaje de ejercicios de contextualización sociohistóricos y de la consideración de las heterogéneas situaciones de vida y desarrollo sociomaterial de las localidades de origen de los migrantes (De Haas, 2010 y 2012; Castillo, 2017). Lo anterior supone que, en el tratamiento del surgimiento y orígenes espaciales de las migraciones internacionales, es necesario considerar las condiciones estructurales y la compleja combinación de causas que estimulan y definen la migración en los países de procedencia de los migrantes (Márquez y Delgado, 2010; Massey, 2015; De Haas, 2010). Ahora bien, para el caso de las causas y orígenes de la migración internacional indagada en este trabajo se puede concluir lo siguiente:
1) El presente artículo analizó cómo el acentuado crecimiento de los procesos migratorios internacionales a EU, originados en determinadas regiones chiapanecas a principios del siglo (2000-2007), no fue homogéneo y tuvo dinámicas de crecimiento irregulares/discontinuas y espacialmente diferenciadas (Segob, Conapo, INM, SRE, STPS y Colef, 2006 y 2013). Asimismo, los estudios e informes muestran que los flujos migratorios chiapanecos pueden tener diversas causas y disímiles contextos de origen (Villafuerte y García, 2014; Cruz y Barrios, 2009; López et al., 2009; Castillo, 2017). En este tenor, el presente trabajo debate críticamente con aquellos abordajes que suponen que las migraciones son provocadas por una sola causa y de manera lineal y mecánica. Como señala De Haas (2010) , las relaciones entre las migraciones concretas y los procesos de desarrollo son tan heterogéneas y complejas, que no pueden “encajar” en un modelo teórico determinista y rígido (De Haas, 2010: 240).
2) Es cierto que en el caso de algunas regiones de Chiapas —como la Metropolitana, Valles Zoque, Mezcalapa y los Llanos—, las causas económicas y las condiciones estructurales de falta de desarrollo sociomaterial fueron importantes en la explicación de procesos migratorios internacionales no documentados de carácter laboral (Nájera y López, 2012; Villafuerte y García, 2008 a ). No obstante, mediante el abordaje de lo acontecido en otras regiones específicas como el Soconusco, Sierra Mariscal y la Meseta Comiteca Tojolabal —las cuales tenían los mayores indicadores de crecimiento migratorio en Chiapas—, se demostró que no solo se trata de un determinismo económico de carácter rígido y absoluto. Por el contrario, en estas regiones los procesos relacionados con los impactos de desastres naturales (Villafuerte y García, 2014; López et al., 2009) y de conflicto social y desplazamiento interno (Cruz y Barrios, 2009; Castillo, 2017) también tuvieron un papel muy relevante en la comprensión de la migración chiapaneca no documentada a EU. En estas regiones en específico se presentó una heterogeneidad y articulación de diversas causas de la migración, presentándose una diferenciación socioespacial y de causas de los contextos de expulsión de los migrantes.
3) En este marco de ideas, el caso abordado sobre los procesos de diferenciación socioespaciales y demográficos en las migraciones internacionales originadas en las regiones chiapanecas muestra que, conforme a lo apuntado por autores como De Haas (2010 y 2012) y Castles (2003 y 2008), las relaciones e interacciones entre las migraciones internacionales y los procesos de desarrollo (en el país de origen) son heterogéneas, contextuales e históricas. Asimismo, para países en desarrollo —como el caso de México—, las diversas y específicas restricciones estructurales de los contextos locales en los procesos de desarrollo son condicionantes importantes para dar cuenta de las migraciones y sus causas (Castillo, 2016).
Dichas restricciones estructurales son variadas y heterogéneas, pueden abarcar desde la falta de empleos, bajos salarios, ausencia de acceso a diversos servicios (de educación, salud y vivienda digna) (Villafuerte y García, 2006), hasta los impactos socioambientales de diversos desastres naturales (huracanes, inundaciones, sequías) (Villafuerte y García, 2014) o contextos de conflicto interno y violencia (Cruz y Barrios, 2009).
4) Finalmente, queda pendiente aún elaborar ejercicios de comparación entre lo ocurrido en el caso de Chiapas y otras entidades federativas de la región sureste (como Campeche, Yucatán, Tabasco y Quintana Roo); sobre todo, en la consideración de que estas otras entidades también tuvieron importantes y acelerados procesos de crecimiento de las migraciones durante buena parte de la década pasada (2000-2007).