INTRODUCCIÓN
La creación de conocimientos científicos y estrategias metodológicas para la gestión y la preservación de los recursos naturales ha avanzado en las últimas décadas (Galán et al., 2012: 5; Rodríguez Romero y Cubillos González, 2012: 80). Se espera que el conocimiento científico trascienda la esfera social, económica, política y ambiental de la vida pública. De manera que el capital humano, generador de conocimientos científicos, establezca los puentes necesarios para vincular la práctica científica con el quehacer político y la elaboración de políticas públicas basadas en resultados provenientes de las ciencias naturales, las ciencias sociales y las ciencias en ingenierías (Pohl, 2008: 46). Sin embargo, la transferencia de conocimiento, entre la academia y la política pública, es un fenómeno ocasional, limitado y poco reconocido, pero sumamente necesario para responder a los problemas socioambientales y robustecer los procesos de diseño, implementación y evaluación de políticas públicas (Alfaro y Martín, 2015: 1348; Juntti et al., 2009: 207-208; Lemos y Morehouse, 2005: 57-59; Stubrin y Kababe, 2014: 73-75).
En la actualidad, el paradigma de la sustentabilidad es el más importante para el desarrollo y la construcción de políticas públicas e instrumentos de gestión. Promueve una visión integral de tres esferas estrechamente ligadas: la social, la económica y la ambiental (Leff, 1994: 2-3; Ramírez Treviño et al., 2003: 55-57). Sin embargo, es el conocimiento científico el que define las formas en las cuales estas grandes esferas del desarrollo interactúan entre sí. En la esfera social, los conocimientos científicos favorecen el entendimiento colectivo de los procesos complejos que ocurren en torno a la vida humana y potencializan la participación de los actores sociales en la cocreación de conocimientos y la ejecución de acciones positivas en torno a un problema común (Capel, 2014: 14-16; Senabre et al., 2018: 36-37; Reed, 2008: 2426-2427). En la esfera económica, los conocimientos científicos favorecen los flujos de inversión para la innovación y la transferencia de tecnología y la promoción de un mercado impulsado por la competencia y la complementariedad de saberes científicos (Bullen et al., 2004: 7-8; Jones, 2011: 116-118). Por último, la producción de conocimientos científicos también promete el establecimiento de esquemas de gobernanza ambiental para conservar la biodiversidad y fomentar el desarrollo socioeconómico sustentable (Brenner y Vargas del Río, 2010: 116-199; López de Lara et al., 2018: 71-72).
La generación de conocimientos sobre temas específicos respectivos a cada una de las esferas del desarrollo requiere de mecanismos y marcos conceptuales que permitan integrar la información científica transdisiciplinaria (Pohl, 2008: 47-48). Recientemente uno de los enfoques con mayor aceptación es el paradigma de los sistemas socioecológicos (SSE). Dicho paradigma deriva de la teoría de sistemas y de las ciencias de la complejidad; en su conjunto, ambos marcos disciplinarios están basados respectivamente en el incremento de los conocimientos sobre la impredecibilidad de la naturaleza y la sociedad y en las nociones propuestas por la teoría general de sistemas propuesta por von Bertalanffy en 1968; así como en la no linealidad, la incertidumbre, las propiedades emergentes, la escala y la autoorganización (Berkes et al., 2002: 5-8). Construcciones teóricas a las cuales se suman los aportes de Gunderson y Holling (2002 citado en Berkes et al., 2002: 6) sobre la adaptación y resiliencia de los sistemas, el entendimiento de la construcción de sistemas entremezclados humano-naturaleza. Otro de los aportes más importantes al entendimiento de estos sistemas es el marco propuesto por Elinor Ostrom (2009: 419-422) sobre la forma en que los recursos naturales son utilizados, gestionados y organizados.
El enfoque de los SSE representa uno de los más relevantes de los últimos tiempos para la gestión de las relaciones sociedad-naturaleza (Schlüter et al., 2019: 1) al involucrar una visión holística del funcionamiento de la realidad. Dentro de los tópicos que se estudian bajo esta propuesta, se encuentra la dis ponibilidad de recursos como incentivo del comportamiento social y los modos de relacionarse con los recursos naturales, así como los efectos consecuentes en la di námica del mismo (Castillo y Velázquez, 2015: 19). La relativa flexibilidad de las ideas propuestas por el marco de los SSE permite su adaptación a campos específicos de la investigación.
Esto puede observarse en la propuesta de los sistemas sociohidrológicos (SSH) de Sivapalan et al. (2012). La sociohidrología consiste en una perspectiva sistémica con énfasis en la gestión de los recursos hídricos la cual propone que los seres humanos son también parte del ciclo hidrológico y que esta integración es necesaria para poder hacer predicciones más adecuadas respecto a la dinámica de los procesos hidrológicos. Esta perspectiva considera al agua y a la sociedad como dos sistemas que han coevolucionado (Sivapalan et al., 2012: 1271). Con la vinculación del marco conceptual de SSE a las políticas públicas, se puede contribuir al entendimiento de los problemas y ubicar los puntos críticos, dentro de una enmarañada red de procesos complejos, que deberán ser solventados para fomentar relaciones recíprocas que se traduzcan en beneficios compartidos entre el conjunto de dinámicas sociales y procesos encaminados al equilibrio ecológico (Schlüter et al., 2019: 1-3). Debido al reciente progreso del campo de los SSH, nosotros utilizaremos el concepto considerándolo un subcomponente de los SSE con todas las implicaciones teóricas implicadas. En el diagrama 1 se muestra nuestra aproximación teórica.
Otro concepto ampliamente utilizado, no solo en el estudio de los SSE sino en la construcción de políticas públicas, es el paradigma de servicios ecosistémicos (SE) (Wong et al., 2014: 1). Se consideran SE, todos aquellos beneficios que el ser humano aprovecha de los ecosistemas. El paradigma de SE permite comprender los beneficios que la sociedad recibe y percibe del medio natural o de los ecosistemas (MEA, 2005: 49-63). Al respecto, existe una gran cantidad de esfuerzos realizados para evaluar la provisión de los SE desde múltiples perspectivas y mediante la utilización de metodologías variadas (Martín-López et al., 2014: 220).
Por su relevancia en la construcción de políticas públicas, la inclusión de los marcos de SSH y de SE es un factor interés de investigación, sobre todo para comprender la adaptación y la potencial adaptación de los instrumentos de gestión vigentes. Con base en el estudio de la Ley de Aguas Nacionales (LAN) de México nos preguntamos: ¿Cuenta la LAN con una perspectiva sistémica y de servicios ecosistémicos? De ser así, ¿de qué manera han sido integrados estos marcos dentro de la LAN? Para responder a estas preguntas proponemos analizar la LAN a partir de un modelo teórico integrado por los enfoques en SSH y SE. Buscamos identificar y discutir las relaciones entre ciencia y política existentes dentro del principal instrumento de gestión de recursos en agua en México. Argumentamos que la LAN, vigente desde 1992, refleja los esfuerzos realizados para integrar los pro cesos de generación del conocimiento científico y la elaboración de políticas públicas. El artículo se organiza de la siguiente manera. La segunda sección presenta los métodos y el caso de estudio de la LAN y el enfoque sistémico. La tercera sección enuncia los resultados obtenidos. En la cuarta sección se discuten los resultados según el modelo teórico integrado por los enfoques en SSH y SE. La última sección ofrece las conclusiones.
MÉTODOS
Seleccionamos un instrumento normativo relacionado con la gestión del agua, al ser un recurso de interés de investigación de los autores. Con base en esto esco gimos la LAN tomando en consideración el alcance federal de la ley y la derivación de un marco de gestión de recursos hídricos aplicable a la escala nacional.
La Ley de Aguas Nacionales
México es un mosaico sociohidrológico y sociopolítico. Sus principales características son la riqueza de recursos hídricos y ecosistemas acuáticos (Ávila García, 2008: 48-53; Arreguín Cortés et al., 2004: 251; Martínez Austria et al., 2019: 178; Martínez Austria, 2013: 166; Martínez Austria y Patiño-Gómez, 2012: 13; Nava, 2006: 1-2), la heterogeneidad de su distribución espacial y temporal (Arreguín Cortés et al., 2011: 21-24; Arreguín Cortés et al., 2010: 53-58; Martínez Austria, 2013: 169-172), y las visiones vehiculadas por las distintas políticas del agua, así como los diversos modelos y programas de desarrollo económico (Aboites Aguilar et al., 2010: 22-29; Aboites Aguilar, 2009: 99-100; Dourojeanni et al., 2002: 5). En su conjunto, estos matices han incidido en la gestación del México de hoy, un país que se ha esforzado por la modernidad de la gestión de recursos hídricos, para lo cual se ha zambullido en la ola de principios relacio nados con los derechos humanos, el cuidado del medio ambiente y la sustentabilidad. Sin embargo, esta realidad no ha sido inmediata; es el resultado de una consecución de enfoques que han impregnado la génesis de la normatividad que rige la gestión del agua.
Dentro del México contemporáneo, la gestión del agua de la nación está enmarcada por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM) y dos leyes federales (Aboites Aguilar et al., 2010: 27-28; Aboites Aguilar, 2005: 25-31). La LAN, en conjunto con la Ley Federal de Derechos (LFD), regula las respectivas disposiciones constitucionales y establece los principios y mecanismos para la gestión de recursos hídricos en el país (OCDE, 2013: 44). La CPEUM señala al gobierno federal como propietario de todas las fuentes de agua (art. 27); reconoce el Derecho Humano al Agua y al Saneamiento (DHAS) y al Medio Ambiente Sano (DHMAS) en materia de agua (art. 4), y confiere a los gobiernos locales la responsabilidad de proveer servicios de agua y saneamiento (art. 115). En consecuencia, la LAN establece que las aguas nacionales deben ser administradas por el Poder Ejecutivo Federal (art. 4); descentraliza la gestión de los recursos hídricos a la escala de cuenca (art. 5); define a la Comisión Nacional del Agua (Conagua) como la institución central del agua (art. 9), y fomenta la participación de usuarios, sociedad civil y sector privado en los procesos de gestión del recurso (capítulo V, título VIII de la CPEUM; OCDE, 2013: 100).
La LAN es el motor normativo de la política del agua en México. Resultado de una consecución de medidas tomadas en torno al agua durante el siglo XX, la génesis de la LAN ha transitado de la centralización hacia la planeación, la descentralización y la regionalización (Aboites Aguilar et al., 2010: 21; 31-37; Domínguez, 2019: 41-48; Nava: 2018: 28-30; OCDE, 2013: 39-47;). Promulgada en 1992, la LAN ha sido reformada 288 ocasiones por medio de ocho decretos presidenciales; tan solo en 2004 la LAN fue reformada 233 ocasiones.1 En la LAN del 29 de abril de 2004, un total de 114 artículos fueron reformados, 66 adicionados y dos derogados (Ortiz Rendón, 2005: 13). Desde entonces, el propósito ha consistido en crear mayores espacios de diálogo entre la sociedad y el gobierno; fortalecer el empoderamiento de los usuarios locales, la democracia participativa y el establecimiento de compromisos de la sociedad, y modernizar la visión de la relación Estado vis-à-vis la política hídrica (Beutelspacher et al., 2010: 394-395).
La LAN ha regido la política nacional del agua y ha contribuido a la gestión integrada de recursos hídricos (GIRH) por cuenca hidrológica (Aboites Aguilar et al., 2010: 37; Arreguín Cortés et al., 2011: 31-33; Cotler, 2015: 32-33; Domínguez, 2019: 97-99; Nava, 2018: 28-30; OCDE, 2013: 44; 153; 179). Siendo los retos en la materia aún impresionantes (Arreguín Cortés et al., 2010: 74; Domínguez, 2019: 40; López Morales, 2017: 39-40; Nava, 2018: 38-40), la LAN ha favorecido un decálogo de cambios: 1) impulsar el proceso de descentralización de la gestión del agua; 2) garantizar la sustentabilidad financiera de la gestión del agua; 3) transferir las responsabilidades de los recursos hídricos a los organismos, consejos y órganos auxiliares de cuencas, e incentivar e institucionalizar la participación local; 4) redefinir el marco regulatorio de los recursos hídricos y los servicios de agua en términos de gestión, coordinación, cooperación, financiamiento y control; 5) consolidar el papel de la Conagua como la autoridad encargada de todos los asuntos relacionados con el agua; 6) establecer mercados de agua y los correspondientes precios del agua; 7) eliminar algunos subsidios en áreas seleccionadas; 8) transferir la gestión de distritos de riego a las asociaciones de usuarios del agua; 9) fortalecer la gestión municipal y estatal del agua y servicios de saneamiento en zonas urbanas; 10) posibilitar la participación del sector privado en la gestión de servicios de agua mediante concesiones (Domínguez, 2019: 74-77; Domínguez, 2011: 6; Ortiz Rendón, 1993; Wilder, 2010: 4-8; OCDE, 2013: 45; 51; 110; 150).
En consecuencia, el agua ha dejado de ser considerada un insumo. Hoy en día, es un bien finito, vulnerable, con valor simbólico, económico y ambiental. La conservación y la preservación del agua, tanto en términos cuantitativos como cualitativos, son criterios que el enfoque actual de gestión del agua considera y a los cuales se suma el importante reconocimiento de la persona como actor necesario para la gestión del recurso y la procuración del bienestar individual y social (Ávila García, 2006: 234-236; 240-246; Domínguez, 2019: 34; Gutiérrez Rivas, 2008: 85-87; Mussetta, 2009: 72-77; Romero Pérez, 2007: 120-125; 133-139).
El estudio de la gestión del agua requiere una aproximación que permita sistematizar los elementos involucrados desde la generación de los servicios hasta el uso y la descarga del recurso natural. Como se ha indicado, los paradigmas de SSH y SE son marcos de conocimiento científico que al incorporarse al lenguaje político ayudarían a los tomadores de decisiones a reconocer los elementos fundamentales del manejo apropiado de las dimensiones social, ecológica, económica y política referentes al agua.
Enfoque sistémico
Partimos de la premisa que la LAN procura la integración de las fuentes del recurso hídrico y la sociedad a través de un conjunto de normas que rigen las interacciones entre los distintos elementos involucrados. Por lo tanto, presumimos que la LAN anuncia un sistema sociohidrológico. Con una visión de simplificar las complejidades del SSH que presenta la gestión del recurso hídrico en cualquier territorio, se utilizó como base el documento de Wiek y Larson (2012), el cual descompone el complejo en un sistema de entradas y salidas con una relativa sencillez que facilita la identificación de los elementos nucleares de un sistema, además de incentivar la integración de los actores sociales. En el cuadro 1 se observan los elementos utilizados para la evaluación del enfoque sistémico aplicados a la LAN. Para esto, se seleccionaron y adaptaron tres de los componentes de la metodología de propuesta: fundamentos del sistema, elementos del sistema y estructura del sistema social.
Concepto | Descripción | |
1.0 | Fundamentos del sistema | |
1.1 | Perspectiva sistémica | Perspectiva que vincula aspectos ecológicos, sociales, económicos, técnicos, legales a múltiples escalas del sistema de agua. |
1.2 | Enfoque en actores sociales | Quién hace qué y por qué con el agua, quién causa o contribuye con los problemas y quién tiene la voluntad o el deber de hacer algo para resolverlos. |
1.3 | Discurso transparente sobre metas y valores | Especificar, revelar y negociar las necesidades, preferencias y visiones entre actores sociales junto con las implicaciones a los sistemas de agua. |
1.4 | Perspectiva comprensiva sobre sustentabilidad del agua | Incluir la riqueza de la sustentabilidad, la integridad socioecológica, la suficiencia de los medios de vida, la justicia social, la equidad intergeneracional. Evitar soluciones a problemas aislados e inequitativos. |
2.0 | Elementos del sistema | |
2.1 | Forma de delimitación regional | |
2.1.1 | Concepto de delimitación | La manera en que se determina el área geográfica de interés. |
2.2 | Dominios de actividad | |
2.2.1 | Suministros | Relacionado con la proveniencia del agua; cómo se adquiere, se accede o se gestiona: |
2.2.2 | Distribuidores | Actividades por las cuales se distribuye el agua a los usuarios por medio de sistemas naturales o de ingeniería para facilitar el uso y consumo. |
2.2.3 | Usos | Relacionado con la manera en que las personas usan, consumen y conservan el agua para varios propósitos incluyendo deseos y necesidades económicas, humanas y ecológicas. |
2.2.4 | Salidas | Incorpora las actividades de tratamiento de agua después de que estas fueron usadas, incluyendo cómo se utilizan y manejan las aguas residuales y los efluentes para moverse a través del sistema. |
2.2.5 | Transversales | Actividades que influyen en uno o varios de los dominios anteriores: planeación, regulación, estudio, monitoreo, etc. |
2.3 | Estructura del sistema social | |
2.3.1 | Incorporación de actores, intenciones y reglas | Se reconocen para cada actividad, los actores sociales, sus competencias y valores, y los modos de interacción. |
Fuente: Elaboración propia con base en Wiek y Larson (2012).
Utilizamos el método mixto a partir de la interpretación cualitativa del contenido de la LAN para posteriormente cuantificar las frecuencias de elementos clave con el objetivo de explorar el grado de representación de cada elemento o concepto en la ley. Considerando la propuesta metodológica de Wiek y Larson, y derivado de las características de los componentes mencionados en esta acti vidad, diseñamos estrategias similares para cuatro secciones: fundamentos del siste ma, elementos del sistema, estructura del sistema social y, con fines exploratorios, aportaciones del marco de SE. Las particularidades de cada sección se mencionan a continuación:
Para la sección de fundamentos del sistema, realizamos una revisión en extenso de la LAN para identificar palabras clave (PC) que se asocian a los conceptos mencionados en el marco de sistemas de Wiek y Larson (2012). En esta sección no se requirió una aproximación cuantitativa debido a que se priorizó la identificación de los argumentos asociados a la visión y los principios que rigen la LAN. No obstante, se hicieron algunas búsquedas de información textual para la formalización de algunos argumentos, como el asociado al concepto de sustentabilidad.
En cuanto a la sección de elementos del sistema, revisamos el contenido de la LAN para identificar las palabras clave (PC). Posteriormente, utilizamos el programa Nvivo 12 Plus para realizar la búsqueda de texto y el cálculo de la frecuencia de las PC, misma que fue asistida con el programa Adobe Reader como fuente de corroboración de la información. Además, este último programa facilitó la búsqueda de la ubicación de las PC en el texto.
En cuanto a la estructura del sistema social, identificamos los actores sociales, las instituciones y los tomadores de decisiones (AIT). En segundo lugar, cuantificamos las frecuencias de aparición de cada uno de los AIT y se definieron las relaciones entre ellos, las reglas e intenciones. Con base en los resultados se construyó una red de actores utilizando el programa R 4.0.2.
Para explorar la inclusión del marco de los SE, en el análisis de contenido, hicimos una búsqueda de los artículos de la ley que involucran la intervención de la LAN en el manejo de uno o más SE. Como guía sobre los SE, utilizamos las publicaciones de la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (MEA, 2005) y la Clasificación Internacional Común de Servicios Ecosistémicos (CICES, por sus siglas en inglés) (CICES basado en la MEA). Anotamos los artículos y fragmentos donde se hizo mención de los mismos. También realizamos un análisis del discurso de la ley para identificar la mención indirecta de los SE. Esto con el fin de explorar la existencia de estos servicios en el parafraseo de la ley.
RESULTADOS
Esta sección está organizada según las cuatro secciones mencionadas previamente.
Fundamentos del sistema
En general, la LAN se centra en el manejo y la regulación del acceso al agua. La nube de palabras (figura 1), acerca del contenido de la ley, no refleja los componentes sociales y ecológicos del funcionamiento del sistema sociohidrológico. Más bien, en primera instancia se observan las escalas de gestión de agua, desde el concepto geográfico de cuenca y la organización político-administrativa, la cual considera la representatividad de la ley a la escala nacional. Lo que se presenta a continuación consiste en un esfuerzo de profundizar en la abstracción del sistema sociohidrológico planteado en la LAN para analizar el grado de integración de conceptos tan comúnmente utilizados en el lenguaje del manejo de recursos naturales.
Perspectiva sistémica de la LAN
A partir de los fundamentos del SSH, el principal concepto utilizado en la LAN que se refiere a una perspectiva sistémica es el de gestión integrada de los recursos hídricos (GIRH). Dicho concepto se describe en el artículo (art.) 3 de la ley, y se define como: “Proceso que promueve la gestión y desarrollo coordinado del agua, la tierra, los recursos relacionados con estos y el ambiente, con el fin de maximizar el bienestar social y económico equitativamente sin comprometer la sustentabilidad de los ecosistemas vitales. Dicha gestión está íntimamente vincu lada con el desarrollo sustentable”. Para la aplicación de esta ley en relación con este concepto se consideran primordialmente agua y bosque. El concepto aparece en 25 ocasiones, repartido en 16 artículos. El esquema 1 muestra el árbol de palabras para este concepto. Se puede observar un uso generalizado y amplio del concepto, vale la pena destacar que se utiliza como un objetivo a alcanzar mediante la ejecución de la presente ley. Este argumento se sustenta por la anteposición, al concepto principal, de los verbos contribuir, alcanzar, lograr y avanzar.
Enfoque de actores sociales
En esta sección, la palabra clave utilizada fue “actores”; sin embargo, esta palabra únicamente aparece en una ocasión en el artículo 14 Bis 5 de la siguiente manera: “La gestión de los recursos hídricos se llevará a cabo en forma descentralizada e integrada privilegiando la acción directa y las decisiones por parte de los actores locales y por cuenca hidrológica”. No obstante, mediante la revisión del contenido se puede distinguir una construcción de una estructura sociopolítica en el que actores locales, instituciones y tomadores de decisiones desempeñan roles de importancia en la gestión del sistema sociohidrológico. Por ejemplo, en el artículo 5 se plasman las atribuciones del nivel superior de gobierno (Ejecutivo Federal) en relación con los otros niveles (estatal y municipal) y la institución, en este caso la Conagua, que debe fungir como medio de comunicación y centro de toma de decisiones en materia de la gestión del agua.
Discurso transparente sobre metas y valores
El caso del discurso transparente sobre metas y valores es similar al anterior. No se identificaron palabras clave para este fundamento, sin embargo, la LAN en su artículo 14 Bis 5 hace referencia a 22 principios sobre las metas y valores. En el Anexo 1, se enlistan los principios mencionados. Además, la ley utiliza estos principios para guiar la integralidad del resto de los artículos. Esto se supone a partir de la siguiente expresión encontrada como anotación al final del artículo mencionado: “Los principios de política hídrica nacional establecidos en el presente Artículo son fundamentales en la aplicación e interpretación de las disposiciones contenidas en esta Ley y en sus reglamentos, y guiarán los contenidos de la programación nacional hídrica y por región hidrológica y cuenca hidrológica”.
Perspectiva comprensiva sobre sustentabilidad del agua
En cuanto a la perspectiva comprensiva sobre sustentabilidad del agua, la LAN cuenta con una definición para el desarrollo sustentable: “Proceso evaluable mediante criterios e indicadores de carácter hídrico, económico, social y ambiental, que tiende a mejorar la calidad de vida y la productividad de las personas, que se fundamenta en las medidas necesarias para la preservación del equilibrio hidrológico, el aprovechamiento y la protección de los recursos hídricos, de manera que no se comprometa la satisfacción de las necesidades de agua de las generaciones futuras”. Además, se utilizaron las palabras clave sustentable y sustentabilidad para ampliar el contexto de uso del concepto. Este fue encontrado en nueve artículos de la ley y en el apartado de transitorios. El esquema 2 muestra los árboles de palabras para ambos conceptos. En este caso, ambos conceptos se presentan como un objetivo, pero también forman parte de las características del manejo de recursos. De esta forma se especifica la búsqueda de una continuidad integral de los valores económicos, ambientales y sociales asociados al agua y las cuencas.
Elementos del sistema
Como parte de los elementos del sistema, Wiek y Larson (2012) establecen la forma de delimitación regional como la unidad de análisis o el sistema socioecológico bajo gestión.
Forma de delimitación regional (concepto de delimitación)
En nuestro caso identificamos un concepto central, el de cuenca. Este aparece en la ley un total de 316 ocasiones en 64 artículos. Sin embargo, otros conceptos identificados como unidades de delimitación derivados de la noción central de cuenca son: cuenca hidrológica, región hidrológica y región hidrológico-administrativa. En el anexo 3 se enlistan las frecuencias correspondientes y la ubicación de las palabras clave en el contenido de la LAN. Por su parte, en la gráfica 1 ejemplificamos la proporción de uso de cada una de estas PC.
Uno de los elementos señalados para la inclusión del enfoque sistémico que realmente están representados en la LAN, corresponde al de la delimitación de las unidades de gestión mediante cuencas. La cuenca es la unidad mínima de gestión, y, tal como lo señala la literatura, es la unidad que muestra la integralidad de los flujos de agua (por ejemplo en Dourojeanni et al., 2002).
Dominios de actividad
Por sí misma, la LAN no reconoce a los ecosistemas suministradores del agua como un recurso o un servicio. Sin embargo, como lo muestra el diagrama 2, en la ley se describen algunos ecosistemas relacionados con el agua como ríos, esteros, humedales, lagos y lagunas. En lo referente a los distribuidores, el sistema de agua potable y alcantarillado fue considerado como el único concepto relacionado con esta categoría. Este sistema solo se menciona en una ocasión dentro de la ley, por lo que su funcionamiento y sus interacciones con los suministradores y usos no se describe suficientemente. No obstante, sí se reconocen los actores involucrados en su supervisión, tales como los gobiernos estatales y municipales. En cuanto a los usos, la LAN cuenta con un título dedicado a los tipos de uso que la mencionada ley regula. De manera cuantitativa, es el uso doméstico el que está mejor representado en la LAN (35%). Este se define en el artículo 3° como el referente al aprovechamiento del agua en “hogar, riego de sus jardines y de árboles de ornato, incluyendo el abrevadero de animales domésticos que no constituya una actividad lucrativa […]”.
La LAN no plantea una visión centrada en el ecosistema. La LAN identifica los cinco elementos del sistema presentado por Wiek y Larson (2012): suministradores, distribuidores, usuarios, salidas y transversales. Esto quiere decir que, al menos parcialmente, la LAN establece principios de pensamiento sistémico. El sistema mejor representado en la ley es el sistema de suministro de agua.
Existen elementos fuente (suministradores) descritos como ecosistemas acuáticos que aunque son bienes nacionales, pueden concesionarse o asignarse a un particular. Esta agua se utiliza de diferentes formas mediante un sistema de agua potable y alcantarillado encargado de distribuir el agua a los usuarios. El producto de los usos del recurso son las salidas o aguas residuales y todos interactúan mediante instrumentos que regulan la intensidad del uso del agua, de las características del sistema de distribución y los parámetros fisicoquímicos de las aguas. No obstante, Wiek y Larson (2012) no incluyen en este modelo la diversidad de usuarios, por ejemplo, no todos los usuarios del uso agrícola producen las mismas salidas, ya que estas dependen de las prácticas agrícolas. Por lo tanto, el modelo aquí provisto no demuestra una complejidad; al contrario, es lineal pero de gran utilidad para identificar los componentes fundamentales del sistema de distribución. Al respecto, la gráfica 2 muestra diez conceptos asociados al dominio de los suministros o suministradores. Los acuíferos destacan con un 35 por ciento del total de presencia de los tipos de suministradores.
Sin embargo, tal y como lo muestra la gráfica 3, dentro de los dominios de actividad asociados a los usos, el doméstico (35%) es el que refleja mayor frecuencia en la LAN, seguido del uso público urbano (19%) y el uso agrícola (14%). En caso contrario los usos industrial, pecuario y en acuacultura están presentes en menor proporción, con 3 por ciento cada uno.
ESTRUCTURA DEL SISTEMA SOCIAL
La incorporación de actores, intenciones y reglas, con base en la clasificación realizada, refleja un total de 23 instituciones (figura 2). La Conagua y el Consejo Técnico son, en términos de redes, los actores con mayor grado. Al explorar la centralidad de la red, la Conagua, según la proximidad y cercanía con otros nodos (instituciones), es la institución con mayor desempeño en los ámbitos de la intermediación; rol correspondiente a su función como institución central que conecta a otros actores. Otros actores creados específicamente para la gestión de los recursos hídricos como los organismos de cuenca y los distintos consejos también muestran una centralidad importante, lo que refleja su relevancia en la síntesis de la información entre la red de actores. Los usuarios también tienen una alta centralidad. Sin embargo, cabe mencionar que este grupo es muy diverso ya que, como se mencionó, en los dominios de actividad existen nueve tipos de uso. Con respecto a las reglas que rigen cada una de las instituciones, en el título segundo de la ley se establecen las principales atribuciones de cada una de las siguientes instituciones: Ejecutivo Federal (art. 6), Semarnat (art. 8), Conagua (principalmente art. 9), Consejo Técnico (10 a 11), organismos de cuenca (12 Bis a 12 Bis 6), consejos de cuenca (13 a 13 Bis 4), AGU (13 Bis 1), OSC y usuarios (14, 14 Bis), Consejo Consultivo (14 Bis 1), IMTA (14 Bis 2) y Profepa (14 Bis 3).
Fuente: Elaboración propia con base en la LAN. Leyenda: Semarnat (Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales), Conafor (Comisión Nacional Forestal), SHCP (Secretaría de Hacienda y Crédito Público), Conagua (Comisión Nacional del Agua), Sedesol (Secretaría de Desarrollo Social), Sener (Secretaría de Energía), Sagarpa (Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación), IMTA (Instituto Mexicano de Tecnología del Agua), SAPyA (Sistema de Agua Potable y Alcantarillado), OSC (Organizaciones de la Sociedad Civil), Profepa (Procuraduría Federal de Protección al Ambiente), CFE (Comisión Federal de Electricidad), SMN (Servicio Meteorológico Nacional), AGU (Asamblea General de Usuarios).
Los principales actores son la Conagua, el Ejecutivo Federal, los gobiernos estatales y municipales, el Consejo Consultivo y el Organismo de Cuenca. Todos estos intervienen en la toma de decisiones, soportada por la información que obtienen de “instituciones secundarias” que no necesariamente son inferiores en jerarquía a la Conagua, pero que cumplen el papel de soporte con la información que generan, por ejemplo, la Comisión Nacional Forestal (Conafor) y el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA). Los usuarios y la sociedad civil se relegan a tener representantes en los consejos de cuenca. En estos, junto con la participación de los representantes de los gobiernos y de la Conagua, se generan propuestas de gestión a la escala de cuenca. Esta situación genera una arquitectura de gobernanza que refleja cierto policentrismo, pero donde el poder se distribuye heterogéneamente entre los actores. Aunado a esto, el papel de la Conagua aparece con tanta importancia que potencialmente aparece como un actor absoluto en la gestión del agua, el cual vehicula la priorización de los intereses gubernamentales en la gestión de los recursos hídricos.
INCLUSIÓN DEL MARCO DE SERVICIOS ECOSISTÉMICOS
En la LAN, la noción de SE está presente únicamente como una categoría general de los beneficios de la naturaleza. Los avances sobre servicios ecosistémicos han demostrado la importancia de tener una perspectiva integradora cuando se valoran los servicios ecosistémicos (Martín-López et al., 2014). Además, debido a la complejidad de los procesos socioecológicos que producen los servicios ecosistémicos, existen fuertes relaciones de interdependencia entre múltiples servicios ecosistémicos y los ecosistemas que los proveen. En la LAN, aunque la ley inscribe diez servicios ambientales, que corresponden a tres SE descritos en el marco de la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, el principal servicio regulado (no puntualmente descrito como un SE) es el aprovisionamiento de agua, de lo cual deducimos que alimentos y energía lo son también (véase el cuadro 2).
Servicio ecosistémico | ✓ ✕ | Ubicación | Fragmento | |
Provisión | Alimentos | ✓ | Artículo 3 | La aplicación de agua nacional para el riego destinado a la producción agrícola. |
Agua | ✓ | Contenido de la LAN | El servicio se menciona de manera difusa en todo el texto. | |
Energía | ✓ | Artículos 2, 7, 41 y 80 | El aprovechamiento de aguas nacionales para generar energía eléctrica destinada a servicios públicos; Generación de energía eléctrica para servicio público; Las personas físicas o morales deberán solicitar concesión a “la Comisión” cuando requieran de la explotación, uso o aprovechamiento de aguas nacionales con el objeto de generar energía eléctrica, en los términos de la ley aplicable en la materia). | |
Fibras y materiales | ✓ | Artículos 3 y 176 | Materiales pétreos: Materiales tales como arena, grava, piedra y/o cualquier otro tipo de material utilizado en la construcción, que sea extraído de un vaso, cauce o de cualesquiera otros bienes señalados en el artículo 113 de esta Ley; los concesionarios para la extracción de materiales pétreos deberán recuperar los bancos de acuerdo con las condiciones ambientales y de paisaje de la zona donde se localicen, para lo cual deberán devolver al sitio los materiales resultado del despalme y, en su caso, el producto de excavaciones, mediante nivelaciones o cortes que faciliten la revegetación, de acuerdo con las normas que al efecto emita “La Comisión”). | |
Bioquímicos | ✕ | N/A | N/A | |
Recursos genéticos | ✕ | N/A | N/A | |
Regulación | Regulación del clima | Artículo 3 | “Regulación climática”, “Captura de carbono” | |
Regulación de las enfermedades | ✓ N/A |
N/A | N/A | |
Regulación del agua | Artículos 3, 9 y 78 | “Conservación de los ciclos hidrológicos”, “Control de las inundaciones”, “mantenimiento de escurrimiento”, Promover en el ámbito nacional el uso eficiente del agua y su conservación en todas las fases del ciclo hidrológico [… ]; garantizar los flujos mínimos que requiera la estabilidad de los cauces, lagos y lagunas, y el mantenimiento de las especies acuáticas. | ||
Purificación del agua | ✓ | Artículo 3 | Purificación de los cuerpos de agua | |
Polinización | N/A | N/A | N/A | |
Culturales | Religiosidad-Espiritualidad | N/A | N/A | N/A |
Ecoturismo y recreación | N/A | N/A | N/A | |
Estético | N/A | N/A | N/A | |
Inspiracional | N/A | N/A | N/A | |
Educación | Artículos 9 y 12 Bis 6 | Mejorar y difundir permanentemente en el ámbito nacional el conocimiento sobre la ocurrencia del agua en el ciclo hidrológico, la oferta y demanda de agua, los inventarios de agua, suelo, usos y usuarios y de información pertinente vinculada con el agua y su gestión, con el apoyo que considere necesario, por parte de otras instancias del orden federal, de gobiernos estatales y municipales, así como de usuarios del agua, de organizaciones de la sociedad y de particulares. | ||
Sentido de lugar | N/A | N/A | N/A | |
Herencia cultural | N/A | N/A | N/A | |
Soporte | Formación de suelo | ✓ | Artículo 3 | “Formación de suelo” |
Ciclado de nutrientes | N/A | N/A | N/A | |
Producción primaria | N/A | N/A | N/A |
Fuente: Elaboración propia con base en la LAN.
El resto de los servicios mencionados representa servicios de regulación que prestan otros ecosistemas. Aunque se presume la necesidad de conservar múltiples servicios ecosistémicos, estos se conservan mediante la gestión adecuada de los ecosistemas que los proveen y no únicamente mediante el cuidado de la cantidad y calidad del agua. Con el supuesto de poder encontrar servicios implícitos en el texto, se encontraron algunas menciones no reconocidas como servicios ecosistémicos, pero que conceptualmente y a través de interpretación reconocen la importancia de los ecosistemas acuáticos, por ejemplo el caso de los recursos pétreos correspondientes a los materiales de construcción. Pese a que se pueden encontrar algunos servicios implícitos y se han mencionado otros servicios directamente en el texto, la diversidad de servicios que se conjugan con el agua es menor a la que la literatura reconoce (véase MEA, 2005; Haines-Young y Potschin, 2017). Además, solo se reconocen los servicios de regulación, desconociendo la pluralidad de valores socioculturales y económicos que los ecosistemas asociados al agua pueden proveer. Con base en la presente investigación, podemos decir que el concepto de SE no tiene mayor relevancia en el cuerpo del documento, ni en ninguno de los procesos de gestión, sanción o planeación.
DISCUSIÓN
El modelo teórico integrado por los enfoques en SSH y SE revela cierto grado de ambivalencia. Pese a que la LAN no ha sido necesariamente concebida como un instrumento sistémico de reglamentación de la gestión de los recursos hídricos en México, presenta rasgos asociados al paradigma de la GIRH. Al respecto, cabe mencionar que la palabra sistema aparece en 32 ocasiones en la LAN haciendo referencia al conjunto de mecanismos relacionados con la obtención de información y el proceso de toma de decisiones. Además, la LAN refleja tres dimensiones importantes incluidas en la gestión del recurso: social, económica y ambiental. Aunque estas dimensiones son interdependientes, presentan características únicas que las diferencian en sus elementos y procesos conectores.
La dimensión social tiene una alta complejidad, pues además de incluir el conjunto de necesidades fisiológicas y de infraestructura, integra diversos factores subjetivos como los valores relacionales que se atribuyen al agua y a los ecosistemas asociados. La complejidad social involucrada en la gestión del agua y, por consiguiente, en la sustentabilidad, es reducida a una participación ciudadana esporádica cuando se realizan las reuniones de consejos de cuenca. Sin embargo, los representantes sociales corresponden a categorías preestablecidas según las formas de uso clasificadas en la ley; la cual no considera la diversidad cultural de los usuarios, ni los contextos múltiples a los que se enfrentan. En este sentido, la dimensión social en la ley, ubica en un nivel menor a la sociedad dentro del proceso de toma de decisiones; consecuentemente, los valores socioculturales de agua y los ecosistemas se vuelven una herramienta difusa en dicho proceso.
La dimensión económica tiene una gran cantidad de componentes de regulación de uso y aprovechamiento del agua. El agua tiene un alto valor para el desarrollo local, regional y federal. Al ser un recurso escaso y necesario para producir múltiples bienes y servicios, promueve una competencia de mercado que lo convierte en un medio de crecimiento económico a la vista de los tomadores de decisiones. El gobierno utiliza herramientas de concesión y asignación para facilitar que determinados grupos usen el agua para la generación de bienes y servicios comerciables que se traduzcan en ingresos económicos y contribuyan a la economía en diferentes escalas. Desde un enfoque sistémico también se puede dibujar una dinámica económica entre la autoridad, los usuarios, las cuotas, los pagos, etc. Las sanciones y regulaciones por la contaminación del agua reflejan un mecanismo económico diseñado para subsanar los daños en el subsistema ambiental. Sin embargo, en términos normativos, las relaciones transversales entre la LAN y los instrumentos destinados a la reglamentación y gestión de la dimensión económica-ambiental del agua son difusas y complejas.
Por último, la dimensión ambiental es la que menos representación tiene como sistema. Dos de los componentes más importantes de la dinámica ecológica del ciclo del agua son los ecosistemas acuáticos y la vegetación. La literatura respectiva reconoce la importancia de conservar la vegetación ribereña para mitigar los impactos de la contaminación difusa por residuos de nutrientes utilizados en la agricultura (Ouyang et al., 2010; Zhao et al., 2019). La evapotranspiración es dependiente de la vegetación y en su ausencia la precipitación disminuye. México se enfrenta a un gran problema de deforestación, que consecuentemente afectaría el funcionamiento del ciclo hidrológico (Salinas-Castillo y Treviño-Garza, 2002: 59-75). Sin embargo, la LAN, siendo la ley del agua no establece una conexión con los ecosistemas forestales.
No obstante, la forma de interacción entre las tres dimensiones dentro de la LAN, o subsistemas, se debe principalmente a los componentes transversales. Según Weik y Larson (2012: 3158), estos inciden en diferentes partes del sistema de gestión del agua. Por lo tanto, el enfoque sistémico es una herramienta útil para organizar y adaptar la gestión del agua en México.
CONCLUSIONES
La ciencia no siempre evoluciona al mismo ritmo que la elaboración de políticas públicas y la generación de marcos normativos, y viceversa. La LAN fue creada más de una década antes de que el MEA se publicara en 2005; por lo que podemos inferir que la LAN ha sido, sobre todo, el resultado de procesos y de problemas puntuales que han emergido de manera progresiva. En 1988 se promulgó la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección Ambiental (LGEEPA), y cuatro años más tarde se decretó la LAN; todo esto dentro de la administración federal de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), época que corresponde también a la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), mejor conocido hoy como el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-Mec), el cual incluye un acuerdo específico para tratar asuntos ambientales en América del Norte. Sin embargo, no podemos negar que la creación de la LAN en 1992 no se haya beneficiado de una dosis de conocimientos creados por los científicos en México o en el mundo.
De manera progresiva, la LAN ha evolucionado conforme a los avances en materia de agua a nivel mundial. Analizarla desde la perspectiva del modelo teórico integrado por los enfoques en SSH y SE permite deducir que la LAN refleja una visión de sistemas sociohidrológicos y de servicios ecosistémicos. La incorporación reciente del DHAS y del DHMAS en materia de agua indican, además de una tendencia a nivel mundial vehiculada por Naciones Unidas (UN), la Organización Mundial de la Salud (WHO, 2005) y otras instituciones afines, que los hacedores de política pública en México han empezado a interesarse en los conocimientos disciplinarios con el fin de tomar decisiones robustas e integradas.
Las reformas constantes a la LAN, tomadas con una visión de sistemas, favorecen acuerdos y crean sinergias. La teoría de sistemas, y otras herramientas de simulación, son herramientas accesibles a los tomadores de decisiones para hacer tangibles los cambios de paradigma de la gestión de los recursos hídricos en México. La obtención de beneficios sociales, económicos y ambientales para todos los usuarios, incluido el medio ambiente como sumistrador, depende entonces de gestionar el agua como un recurso holístico en donde sean consideradas todas y cada una de las múltiples interacciones establecidas en torno al agua. Hacer que la política pública y los marcos normativos específicos sean ad hoc y prospectivos es un objetivo fundamental de los gobiernos que valorizan y consideran los avances científicos, el crecimiento económico, la salud y la longevidad; la reducción de la pobreza; así como la adaptación y mitigación al cambio climático.
Los esfuerzos para vincular la ciencia y las políticas están cambiando de diferentes formas. Los foros de consulta sobre la creación de una nueva LAN y las consultas para la elaboración del Plan Hídrico Nacional llevados a cabo durante 2019, así como la formulación de los Planes Hídricos Regionales en curso, muestran las intenciones del gobierno actual y de la actual administración de la Conagua de adaptar y modernizar la política del agua en México y favorecer la gestión del recurso con base en una visión sistémica del funcionamiento ecológico, sociocultural, económico y político del agua. En todos los casos, el reto consiste en cómo las instituciones y las autoridades gubernamentales pueden adaptarse a medida que la creación de conocimientos científicos evoluciona. No obstante, no olvidemos que la política pública puede desalinearse con la ciencia misma, a menos que la formulación de política pública evolucione en tándem.