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Perinatología y reproducción humana

versão On-line ISSN 2524-1710versão impressa ISSN 0187-5337

Perinatol. Reprod. Hum. vol.28 no.1 Ciudad de México Jan./Mar. 2014

 

Perinatología en el mundo

 

La jefa

 

The boss

 

Teresa Figueroa

 

* Cuentista, promotora cultural.

 

Está chida la foto, lástima que le pusieron esas palabras. Pero la voy a recortar y más adelante nadie se va a acordar de lo que dijeron. Nunca habíamos salido en el periódico y, míranos, parecemos "pirrurris": la jefa sonriendo, nosotros con nuestros mejores trapitos. Pero de veras que se pasó.

Como siempre, exagerando en eso de limpiar, hasta el jabón lava. Bien pudo evitar estos trastornos. Empeñamos hasta las cubetas. Cuando los chamacos crezcan y vean el recorte, les voy a decir que estábamos festejando a la jefa, y no será mentira, porque sí que fue festejo.

¡Ay, jefa! A ver si para la otra se fija y deja de andar desentilichando la casa como acostumbra; y Carlos que dejó ahí la tal tarea. ¿Desde cuándo estaría guardada? Todavía no me casaba cuando recuerdo que vi los huesos oreándose en la azotea. Todos los vimos, pero Carlos dijo que era un trabajo que le dejaron en la Facultad, que cada estudiante iba a armar un esqueleto, que no fuéramos supersticiosos.

El ministerio público nos habló como si estuviera ladrando, "ustedes son los cómplices de la 'mujer parricida'", así le decía a la jefa. Carlos fue el único que tuvo ánimos de explicar lo de la tarea: que era parte de la clase de anatomía, que en ese tiempo era fácil conseguir la osamenta nomás con una propina. A nosotros nos pareció muy claro, muy convincente, pero el agente, que no, que auto ¿o acta? de formal prisión. Mamá muy digna con su falda negra, chongo enredado en la nuca y su chaleco del color de sus zapatos, así como se viste para ir a las juntas en la colonia, nomás dijo que estaban en un error, que ella nomás había descombrado el cuarto de las escobas y ahí encontró los huesos.

Para algo tan simple tuvimos que conseguir un abogado y pagar fianza. Vuelta y vuelta. Con angustia de que se nos fuera a enfermar, o peor, a salir lastimada de la cárcel, ya ves lo mandona que es la jefa. ¿Será tan difícil entender que ella sólo quería limpiar la casa? Declaró una, dos, diez veces que le pareció correcto juntar todo en un costal y sacarlo cuando pasó el camión de la basura. Cuando escuchó en el noticiero de lo que llamaban "el macabro hallazgo", ni siquiera pensó que tuviera que ver con ella. Empezó a preocuparse cuando vio que pasaban las patrullas y el personal de limpia señalaba nuestra acera. Pero lo peor, cuando llegaron los policías y preguntaron que si en esa casa habían tirado un costal con restos humanos, no fue capaz de negarlo. Con toda la ingenuidad, dijo que sí, que ella había sido. ¡Ay, jefa! Pues que querían, ni modo que echara mentiras, si era primer viernes y había comulgado.

Menos mal, después de tanto problema y de tanto gasto, ya estamos de vuelta en casa. Salimos muy bien en ese retrato, los tres hijos abrazando a su madre; lástima que debajo se lea: "Jefa de la banda de los encostaladores sale libre por falta de pruebas".

 

Nota

Este artículo puede ser consultado en versión completa en: http://www.medigraphic.com/inper

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