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Perfiles educativos

versão impressa ISSN 0185-2698

Perfiles educativos vol.45 no.179 Ciudad de México Jan./Mar. 2023  Epub 29-Maio-2023

https://doi.org/10.22201/iisue.24486167e.2023.179.60614 

Claves

Transiciones juveniles y procesos del pasaje entre la secundaria y la universidad en pandemia

Youth transitions and processes of passage between secondary school and university during the pandemic

*Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de América Latina (IICSAL) / Consejo Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas (CONICET) / Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) (Argentina). CE: aotero@flacso.org.ar.

**Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas (CONICET) / Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Argentina). CE: acorica@flacso.org.ar.

***Becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas (CONICET) (Argentina). CE: jmerbilhaa@flacso.org.ar.


Resumen:

Las profundas transformaciones económicas y sociales de los últimos 40 años generaron nuevos y heterogéneos formatos de transición de la escuela al trabajo y diluyeron el pasaje clásico y lineal como modo predominante. Ante el nuevo contexto de propagación del virus causante de la COVID-19, el despliegue de las transiciones juveniles surge como un interrogante en los debates presentes. Este artículo se basa en un seguimiento de los recorridos de una cohorte de jóvenes egresados en el año 2022 de distintas escuelas secundarias en el Área Metropolitana del Gran Buenos Aires (AMBA). A través de un abordaje cualitativo, con base en entrevistas virtualizadas realizadas los primeros meses del aislamiento, se rescataron elementos que dan cuenta del seguimiento de las transiciones, la continuidad educativa, la suspensión del tiempo, así como la resignificación de los proyectos que retoman fuerza en el contexto actual.

Palabras clave: Jóvenes; educación; universidad; estudios longitudinales; transiciones

Abstract:

The last 40 years of deep economic and social transformation have generated new and heterogenous forms of transitioning from school to the workplace. They have diluted the classic, linear road that had heretofore dominated. Given the new context created by the spread of COVID-19, the way juvenile transitions display themselves has become an important subject matter in our current debates. This article is based on a cohort study following a group of young people who graduated in 2022 across various secondary schooling institutions within the Buenos Aires AMBA zone (Área Metropolitana del Gran Buenos Aires). Through a qualitative approach via virtual interviews carried out during the first months of lockdown, we were able to recover elements that enabled us to follow their transitions, continuing education and periods of suspension of activities as well as the new attribution of meaning for projects restarting in the current climate.

Keywords: Young people; education; university; longitudinal studies; transitions

Introducción

Ya hace tiempo que los estudios de juventud hacen referencia a que la incertidumbre es un aspecto cotidiano en la vida de la población joven, que atraviesa sus proyectos, deseos y decisiones. Estas ideas se desprenden de la puesta en crisis de los pactos tradicionales y profundos cambios culturales, políticos, económicos y sociales por los que se atravesó en el siglo XX (Bauman, 1999).

La desfiguración de una sociedad que creaba las posibilidades para que los sujetos organizaran sus recorridos de vida de forma predecible y sincrónica generó, entre otras cosas, que los pasajes de la escuela al trabajo fueran cada vez más prolongados, con lo cual se alteró la transición clásica (Corica, 2015). De hecho, como sostienen algunos autores, las profundas transformaciones de los últimos 40 años generaron nuevos y heterogéneos formatos de transición y diluyeron el clásico y lineal pasaje entre la escuela y el trabajo (Casal, 1996; Corica y Otero, 2020). Al alterar los recorridos juveniles, estas transformaciones desembocaron en un fuerte deterioro de los procesos de integración social por vía del empleo, mientras que la educación se tornó en un bien deseable por todos los sectores socioeconómicos (Criado, 1998).

Sobre este proceso globalizado -que en la región latinoamericana se caracterizó por un aumento de la desigualdad, vulnerabilidad y precariedad socioeconómica- a principios del 2020 se sumó un escenario de pandemia que parece haber recrudecido estas tendencias. En ese sentido, indagar sobre las transiciones juveniles en el actual contexto puede ofrecer pistas para comenzar a comprender los efectos de la etapa de aislamiento social preventivo obligatorio (ASPO) en la población joven.

De hecho, la idea de transición es entendida aquí como un pasaje o proceso temporal que involucra la salida de la escuela secundaria, el acceso a las universidades y la permanencia y egreso de estas instituciones, en vínculo con el origen social de los agentes (Bourdieu y Passeron, 1964). En esta dirección, el seguimiento en el tiempo permitió centrar la mirada en aquellos sujetos que transitaban el último tramo de las carreras universitarias en el marco del ASPO.

Este artículo se inscribe en el contexto de una investigación iniciada mucho antes del COVID-19. Se trata de un estudio sobre los recorridos juveniles que realiza un seguimiento de una cohorte de jóvenes que egresó en el año 2011 de escuelas secundarias de diversos sectores socioeconómicos de la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano Bonaerense. Más precisamente para este escrito, además de presentar a grandes trazos dicha investigación, nos enfocamos en entrevistas virtuales que fueron realizadas al inicio de la pandemia a los y las jóvenes que continuaron estudiando en la universidad y se encontraban en el último tramo de sus carreras.

El artículo se organiza en cuatro apartados: en el primero, retomamos y describimos el panorama de la pandemia a partir de la revisión bibliográfica, con especial atención a los efectos en la educación y en los jóvenes; en el segundo apartado presentamos el abordaje metodológico desde el cual se accedió a los relatos de los y las jóvenes y que, en el marco del estudio longitudinal, nos permitió rastrear de dónde venían y hacia dónde se dirigían hasta el momento de la cuarentena; en un tercer y cuarto apartados damos lugar a los hallazgos que permiten vincular el pasado de los jóvenes, lo que pensaban respecto a su futuro y la incertidumbre agudizada por este contexto particular. Por último, hacemos algunas afirmaciones sobre las cuestiones identificadas y se plantean interrogantes y reflexiones acordes al momento histórico que se vive actualmente, mismas que quedarán abiertas.

Argentina 2020: juventud, pandemia y educación

A fines de los noventa, en el marco de las investigaciones del Programa de Investigaciones de Juventud de la Facultad Latinoamérica de Ciencias Sociales (FLACSO Argentina) se comenzó a perfilar una línea de investigación basada en la hipótesis de que las transiciones de la población joven entre la educación y el trabajo no son homogéneas, unidireccionales ni unidimensionales, y que tienden a ser cada vez más fragmentadas y desiguales. A su vez, la mayor desigualdad y fragmentación tiene un antecedente central en las transformaciones sociales y económicas de los últimos 30 años y en la continuidad de ciertos fenómenos de características estructurales en la configuración social de nuestro país. En este contexto se combinan “viejas” y “nuevas” desigualdades relativas a la condición social, entre otros factores intervinientes en la estructura de oportunidades y accesos. Estos lineamientos dieron origen a dos estudios de seguimiento de cohortes de egresados del secundario.1

En los dos seguimientos de cohortes, uno iniciado en el año 1999 y otro desarrollado en 2011, la variable contextual y temporal de los distintos contextos político-económicos por los que atravesó Argentina ha sido entendida como un factor de incidencia en los caminos educativos de estos dos grupos de jóvenes que egresaron del nivel secundario en distintas cohortes. La primera cohorte inició su transición en el marco de una de las crisis económicas más fuertes de los últimos tiempos en el país, con un alto desempleo juvenil y deterioro de los indicadores sociales (Maurizio, 2011), mientras que la segunda cohorte, egresada en 2011, comenzó su recorrido por la universidad en un contexto de crecimiento y mejoría de los indicadores sociales, en conjunto con una ampliación en las oportunidades de acceso a los distintos niveles educativos (Marquina y Chiroleu, 2015; Kessler, 2015). Cabe decir también que uno de los hallazgos centrales derivados del desarrollo de la investigación durante el último periodo confirma que, entre los jóvenes de la muestra, aun de distintos sectores, la continuidad educativa y el comienzo de un nuevo tramo de educación superior cobró mayor preponderancia luego del egreso del secundario.

En este punto, y ante la variación en el contexto, se abren interrogantes sobre el desarrollo de las transiciones. En línea con los estudios mencionados entendemos que las transformaciones del contexto actual pueden estar impactando en las posibilidades de continuidad educativa en el nivel universitario, así como en distintos ámbitos vitales de las transiciones juveniles. Como se advirtió en la introducción, el concepto de transición involucra la salida de la escuela secundaria y el pasaje a la universidad, así como el tramo medio y el egreso, es decir, se trata de un proceso que se desarrolla en el tiempo. Si bien el objetivo del artículo no es discutir el concepto, sí resulta de utilidad para analizar los recorridos situados en los contextos donde se desarrollan las transiciones. De hecho, las transiciones que los jóvenes trazan en el nivel universitario no se relacionan con condiciones particulares, sino que, siguiendo a Sepúlveda (2013), éstas responden a un proceso mayor que al ser indagado permite una comprensión más completa de los hechos y eventos transicionales. De allí que nos abocamos a comprender cómo fueron los recorridos de los jóvenes que aún se encontraban estudiando en la universidad cuando la pandemia de COVID-19 hizo su aparición.

Estas reflexiones se vuelven urgentes en el contexto actual marcado por una crisis sin precedentes a nivel mundial y local. En Argentina, la medida gubernamental sobre el aislamiento social preventivo obligatorio (ASPO) tomada a partir de la pandemia desatada por la COVID-19 generó impactos de diferentes tipos en la vida cotidiana de toda la sociedad. La suspensión de clases como una medida de freno a la propagación del virus fue uno de los cambios que mayor trastorno causó a la cotidianeidad. La escuela -y el sistema educativo en general- han demostrado ser un pilar en las formas de organización de la sociedad que le dan cierta continuidad y previsibilidad a la vida social, más allá del mero aprendizaje.

Alrededor de 1 mil 100 millones de estudiantes y jóvenes de todo el mundo se encuentran afectados por el cierre de establecimientos educativos debido al brote de COVID-19 (UNESCO-IESALC, 2020). En Argentina esta medida significó la inmovilidad de 11 millones de personas que asisten a algún nivel del sistema educativo -inicial, primaria, secundaria y superior no universitaria- según el anuario educativo del año 2019. A esta cifra se suman no sólo los docentes de todos los niveles, sino que también han sido afectados 2 millones de estudiantes universitarios (Síntesis SPU-2018) que, bajo el Decreto de necesidad y urgencia (DNU 297/202), debieron suspender las actividades aun sin haber comenzado el año lectivo.

Esta medida fue seguida por la decisión de acompañar la continuidad pedagógica, hecho que significó el paso a la virtualidad. La educación superior universitaria no fue la excepción, y para asegurar el desarrollo de sus actividades administrativas y pedagógicas impulsó el uso de tecnologías de la información y la comunicación. Esto supuso un rápido traslado de las interacciones de las aulas y los salones de las universidades, a un lugar mediado por interfaces de plataformas digitales a través de las pantallas de los aparatos conectados a Internet (Pérez González y Venier, 2020). Con distintos tiempos y modalidades, numerosas universidades dispusieron la adecuación de la programación académica a entornos virtuales, así como la orientación a los docentes a este nuevo escenario virtual.

Esta situación supuso la creación de aulas cibernéticas, el rearmado de otras que existían -aunque previstas para complemento de instancias presenciales-, la redefinición de los canales de comunicación con los estudiantes, así como la adaptación de materiales pedagógicos, entre otros aspectos (Petrelli et al., 2020). Sobre este último punto la organización se ha dado apresuradamente y con preparación insuficiente; la misma UNESCO ha señalado que el mundo no estaba preparado para una disrupción educativa a semejante escala, y se ha apresurado a desplegar soluciones de educación a distancia para asegurar la continuidad pedagógica (Maneiro, 2020).

Previo a la pandemia la mayoría de las universidades nacionales no habían apostado por estrategias de incorporación de la educación a distancia y el uso de entornos virtuales para el desarrollo de las prácticas pedagógicas. Si bien hay diversos canales de difusión de información, las carreras de grado se caracterizan por la presencialidad. Este punto se evidencia fuertemente de cara a la nueva coyuntura que presenta la COVID-19, en la que las iniciativas de inclusión digital para la educación se ubican en el centro de la escena frente a la necesidad de mediar tecnológicamente la enseñanza en el marco de la suspensión de clases presenciales.2

La virtualización es un debate que lleva décadas. De hecho, el Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC) sugirió poner en agenda este eje ya desde la Conferencia Regional de Educación Superior (CRES) 2018 (Rama, 2018). Esta recomendación de virtualizar y “plataformizar” la educación superior para la democratización y ampliación de sus alcances es una discusión que encontró asidero en distintas propuestas en materia de acciones sobre la política digital que en Argentina se reflejan en la puesta en marcha del Programa Conectar Igualdad.3

Sin embargo, la rápida y necesaria mudanza a lo virtual durante la pandemia evidenció desigualdades y precariedades territoriales en la accesibilidad tecnológica (Pérez González y Venier, 2020) que contribuyeron al recrudecimiento de las desigualdades sociales y han tenido repercusión en la desigualdad educativa (Ordorika, 2020). Por ejemplo, en un estudio de la Universidad Católica Argentina (UCA) se estima que un estudiante del estrato medio profesional tuvo seis oportunidades más de conectarse vía plataformas virtuales con sus docentes que un par del estrato bajo marginal. La brecha de desigualdad se estima en casi 4 veces en la educación inicial, 8 veces en la primaria y 5 veces en la secundaria (Tuñón, 2020). En lo relativo al nivel superior, según palabras del Ministro Trotta, “es el nivel más preparado para la educación a distancia e inclusive la virtualización educativa”.4

En esta línea, en un estudio realizado en la Universidad Arturo Jauretche, una de las universidades creadas recientemente en el Conurbano Bonaerense, se afirma que la gran mayoría de los estudiantes que formaron parte de un muestreo de 612 casos cuenta con conexión a Internet domiciliaria (97 por ciento). Aun así, sólo 45 por ciento cuenta con un servicio bueno o muy bueno y el resto tiene un servicio regular, malo o muy malo. Asimismo, seis de cada diez encuestados/as realizan evaluaciones negativas sobre su situación económica al afirmar que están atravesando una situación económica peor (47 por ciento) o mucho peor (16 por ciento). Por otra parte, tres de cada diez encuestados/as dice no tener trabajo (31 por ciento). A ese dato se le suman otros también negativos: imposibilidad de salir a trabajar por el aislamiento obligatorio (20 por ciento), disminución de ingresos y carga horaria (15 por ciento) y trabajar más que antes (10 por ciento). Sólo para una pequeña parte de la muestra la situación laboral no ha cambiado nada (9 por ciento) (Acosta et al., 2020).

Como se puede corroborar en los datos citados, el viraje a entornos virtuales se produjo en un contexto que también estuvo cargado de otros cambios, lo cual ha dado lugar a la aparición de nuevas aristas en el vínculo educación y trabajo que caracterizan a este contexto inusual. Entre ellas, y sólo por mostrar un paneo general, se encuentran la suspensión de actividades económicas que hacen de sostén a las necesidades diarias de cuantiosos hogares, así como la intensificación de las tareas de cuidado ante la convivencia permanente con hijos e hijas en edad escolar que se trasladó a la vivienda y que ha requerido mayor atención para realizar tareas que en otros contextos se sostienen en la escuela (Petrelli et al., 2020).

La disminución de la actividad económica en todo el país con el objetivo de disminuir la tasa de contagio de la COVID-19 significó la consecuente paralización de la producción y circulación de bienes y servicios. Argentina ya venía experimentando una reducción significativa de la actividad económica durante los años 2018 y 2019, con devaluaciones continuas de la moneda desde abril de 2018, y con un altísimo nivel de inflación que se ubicó en el orden del 50 por ciento anual. La reducción de la actividad económica impactó fuertemente en la tasa de desempleo, que en el segundo trimestre de 2019 llegó a los dos dígitos (10.1 por ciento): 11.1 por ciento para el Gran Buenos Aires y la caída porcentual sostenida desde 2017 de los trabajadores asalariados formales, ya que se perdieron 88 mil empleos registrados a lo largo del 2020. Esto, a su vez, repercutió en el aumento de otras categorías laborales como el “trabajo por cuenta propia”, que aumentó 1.3 por ciento, al pasar, en enero del año 2019, de 2 millones 337 mil 900 a 2 millones 367 mil 200 para enero de 2020 (Dzembrowski et al., 2020).

No cabe duda de que la nueva coyuntura de la pandemia por la COVID-19 ha puesto a prueba no sólo la capacidad de acceso a los entornos virtuales, que se ha convertido en la forma de vinculación propia de este momento, sino que al mismo tiempo existe una presión mayor por el sustento en un contexto económico difícil de transitar para la gran mayoría de la población. En este sentido, el trabajo, los sostenes familiares con los que cuentan las/los jóvenes estudiantes, así como los recursos institucionales (Corica et al., 2018) los dotan de distintas herramientas para enfrentar las nuevas condiciones impuestas por la pandemia y para continuar con sus transiciones.

Estos puntos serán considerados para aproximarnos a los tránsitos de los y las jóvenes entrevistados que, como característica específica, dentro de este escenario, se encuentran en el último tramo de la carrera universitaria. Antes del análisis enmarcaremos la propuesta de investigación para dar cuenta de los alcances y etapas de la misma, así como de las claves teóricas de su construcción.

Sobre la investigación: propuesta y metodología

Este artículo presenta parte de los hallazgos del proyecto “Itinerarios posibles o itinerarios probables: un estudio sobre trayectorias educativas y laborales de jóvenes de distintos sectores sociales, egresados de la escuela media en Argentina” (2014-2017), realizado con financiamiento de la Agencia de Ciencia y Técnica y desarrollado en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Programa Juventud de la FLACSO-Argentina) y la Universidad del Salvador (USAL).

Se trata de un estudio sobre el seguimiento de cohortes que se realizó desde el año en el que estaba previsto el egreso de la escuela secundaria -año 2011- hasta el año 2019 y principios del 2020. La muestra inicial fue elaborada a partir de la selección de 19 escuelas secundarias de localidades del Área Metropolitana del Gran Buenos Aires y de diferentes modalidades.5

La técnica de “seguimiento de egresados” se basó en un modelo follow-up studiet y se utilizaron distintas herramientas de recolección de datos, tanto cualitativas como cuantitativas. Para el registro de los acontecimientos que influyen en el desarrollo biográfico de los actores se utilizaron encuestas autoadministradas y presenciales durante el último año de secundario (año 2011) para lograr 584 encuestas. Asimismo, se continuó con la realización de encuestas telefónicas durante los primeros años de la transición; de esta forma se logró relevar 300 casos durante el 2015 y el 2016.

También se utilizaron para este proyecto herramientas cualitativas. Durante el año 2016 se realizaron 30 entrevistas en profundidad sobre una submuestra de carácter intencional y no probabilística entre los jóvenes, mujeres y hombres (egresados de la cohorte 2011) que formaron parte del seguimiento desde el inicio de la investigación. En ese momento los jóvenes tenían entre 22 y 25 años. Desde el inicio del trabajo de campo se planificó una distribución de entrevistas igualitaria entre géneros que finalmente se concretó en 16 entrevistas realizadas a hombres y 14 a mujeres, todos/as ellos/as egresados del secundario de establecimientos educativos ubicados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la Provincia de Buenos Aires.

La realización de entrevistas permitió el abordaje de las vivencias y recorridos que los jóvenes realizaron durante el periodo de seguimiento pre y post egreso, mismas que se realizaron con el objetivo de reconstruir los primeros momentos de las transiciones desde la escuela al trabajo a partir de la propia voz de los protagonistas; al mismo tiempo que se compararon datos cuantitativos sobre estos rasgos. Desde este momento de la investigación, la tendencia a la continuidad de estudios en el nivel universitario por gran parte de la muestra fue uno de los aspectos más sobresalientes.

En esta misma tendencia, tres años después, es decir, en el año 2019 y principios del 2020, se volvió a contactar, pero esta vez sólo a los y las jóvenes de este mismo grupo de entrevistados (21 casos de 30) que habían iniciado una carrera universitaria para dar continuidad al seguimiento en el tiempo y profundizar en el estudio de transiciones de la secundaria a la universidad. Es decir que, como último eslabón de la investigación se realizaron 21 entrevistas en profundidad a jóvenes de una muestra intencional. Se trató de una muestra compuesta por 11 mujeres y 10 hombres (Tabla 1) que se confeccionó a partir de los datos individuales relevados en campo, hecho que permitió la homologación entre los datos cuantitativos y cualitativos acopiados y que será de insumo para este trabajo. Resta decir que a lo largo de todo el proceso de investigación se trabajó a partir de la combinatoria de herramientas cuantitativas y cualitativas, mientras que el proceso analítico se orientó con base en la triangulación de datos y el análisis reflexivo de la información.

Tabla 1 Composición de la muestra por sexo y sector socioeconómico en relación a la escuela de origen 

Mujeres Varones
Sector alto 4 3
Sector medio 5 5
Sector bajo 2 2
Total 11 10

Fuente: elaboración propia con base en datos del proyecto: “Itinerarios posible o itinerarios probables: un estudio sobre trayectorias educativas y laborales de jóvenes de distintos sectores sociales, egresados de la escuela media en Argentina (2014-2017)”, FLACSO-Argentina.

Dadas estas premisas, y ante la repentina aparición de la COVID-2019, el presente artículo retoma el análisis sobre aspectos relativos a la trama de experiencias de aquellos jóvenes egresados de la escuela secundaria hacia el año 2011 que continuaron estudios universitarios luego del egreso y que, hacia principios del 2020, se encontraban transitando el último tramo de los estudios. Se considera que poner el foco en estos relatos resulta de interés para comenzar a vislumbrar los efectos de la pandemia sobre el recorrido y posibilidades de los y las jóvenes estudiantes.

En particular, dadas las claves de interrogación específicas del artículo, se retoman los materiales derivados de dichas entrevistas que fueron realizadas ya no personalmente, sino virtualmente, donde aparece la idea de suspensión del tiempo de vida, y/o resignificación de los proyectos y actividades que venían realizando. De igual forma, estos relatos se superponen con un camino que ya venían trazando y sobre el cual, dada la estrategia metodológica, contamos con vasta información que remite a la edificación de las transiciones. En este sentido es que podemos observar con mayor detenimiento los efectos en sus transiciones educativas en el origen del ASPO.

Escenario y mapeo de las transiciones en seguimiento

La educación representa un hito clave y transversal en el curso de vida de una persona, y más en la etapa de la juventud. En nuestras sociedades modernas occidentales es conocido que el fenómeno de la prolongación educativa convive con las transformaciones sociohistóricas de los modelos de desarrollo. Puntualmente, la crisis del modelo salarial de los setenta produjo cambios en los contextos que propiciaron trayectorias más heterogéneas, menos lineales y de alta fluctuación entre la educación y el trabajo; a partir de este fenómeno se abrieron nuevas líneas a investigaciones sobre la(s) juventud(des).

En Argentina, la creación de 23 universidades nacionales durante el periodo 2006-2016 otorgó un marco de realidad a las expectativas de acceso creadas por estos programas y lineamientos y dio pie al engrosamiento cuantitativo de las instituciones que construyen el mapa universitario (Marquina y Chiroleu; 2015). El territorio privilegiado fue el Gran Buenos Aires, con la creación de ocho universidades nacionales. Los establecimientos de educación superior universitaria de la nueva oleada se presentaron articulados a un modelo de desarrollo social y económico que mostraba gestos de abandono de las políticas neoliberales precedentes e incorporaba nuevas nociones ligadas a la integración, promoción social e inclusión (Accinelli et al., 2016; Otero et al., 2019; Collabela y Vargas, 2013).

La sanción de obligatoriedad de la escuela secundaria6 en el marco del derecho a la educación, así como la incorporación de estas nociones al pliego normativo de la Ley de Educación Superior7 fueron acompañadas por la ampliación de los programas de financiamiento estudiantil que, junto a la creación de universidades, constituyeron la política más relevante del periodo en la medida en que apuntaban a la garantía del acceso al derecho a la educación universitaria. Este escenario significó una ampliación de oportunidades y también de expectativas sobre la continuidad educativa, particularmente en los jóvenes del sector bajo de la muestra que habían egresado del nivel secundario en 2011. Efectivamente, hacia el año de egreso (2012) la mayoría de los y las jóvenes de la muestra (62 por ciento) afirmó haber comenzado a estudiar en el nivel superior. A contramarcha de lo esperado, el sector bajo asemejó su comportamiento al de los sectores medios y altos; este dato es uno de los más relevantes en el estudio de la cohorte al año del seguimiento, y se afianzó en las opiniones recogidas entre los jóvenes que formaron parte del seguimiento posterior, en cuanto a los propios recorridos, expectativas y proyecciones.

Llegar a hacer lo que te gusta. Normalmente, si vos hacés una encuesta… normalmente, de diez personas, capaz que siete-ocho no están haciendo lo que les gusta. Están haciendo otra cosa por plata, como es mi caso. No… mi idea no es tirar bolsas toda mi vida (Guillermo, sector bajo, estudiante de Educación Física en la Universidad Nacional de La Plata).

Mi mamá, aparte, siempre me hablaba también de que tenía que seguir, de que tenía que… que no haga como ella, que se quedó de ama de casa y después no consiguió trabajo en ningún lado y… y eso. Posibilidades… posibilidad de progresar, de encontrar un buen trabajo, de… de todo, básicamente (Florencia, sector bajo, estudiante de Ingeniería de la Universidad Tecnológica Nacional, sede Avellaneda).

El seguimiento y análisis de 21 entrevistas en profundidad, aleatorio y no representativo, reveló que los recorridos en la universidad se igualaban en el acceso, pero las motivaciones y acompañamientos escolares y familiares generaban diferencias en las experiencias transitadas. De hecho, para algunos jóvenes el pasaje de la escuela a la universidad fue amortiguado por los recursos monetarios y simbólicos que sostenían estos trayectos, mientras que para otros el ingreso a la universidad tuvo menos certezas.

Aunque en distintos pasajes algunos jóvenes sostienen que no hubo lugar para la “elección” sobre estudiar o no estudiar, sino que ya desde el secundario tenían en mente continuar una carrera universitaria, al igual que la mayoría de sus compañeros de clase, así como hermanos y hermanas, amistades y círculo social; para otros se trataba de un mundo desconocido, pero posible de ser transitado.

Mi familia cercana, no hay nadie que tenga título… título universitario. Así que bueno, nada… es como que también decir “me pongo a estudiar una carrera que… encontré algo que me gusta y ser, digamos, el primer recibido-graduado de una universidad”, como que llamaba la atención (Claudio, sector medio, estudiante de Ingeniería en la Universidad Tecnológica Nacional-sede Pacheco).

Cuadro 1 Muestra de entrevistados - Cohorte 2011 

Sector socioeconómico Universidad Escuela Nombre de fantasía Lugar de residencia
Sector bajo UTN Ingeniería Técnica Florencia Gran Buenos Aires
UTN Ingeniería Técnica Camila Gran Buenos Aires
UNLP Educación física Bachiller Guillermo Gran Buenos Aires
UTN Ingeniería Técnica Lucas Gran Buenos Aires
Sector medio UTN Ingeniería Técnica Claudio Gran Buenos Aires
UNLP Cine Artística Mauro Gran Buenos Aires
UNLP Traductorado Bachiller Marta Gran Buenos Aires
UBA Contador Técnica Sebastián Ciudad de Buenos Aires
UNLP Periodismo Agraria Hugo Provincia de Buenos Aires
UBA Química Bachiller Martina Ciudad de Buenos Aires
UBA Medicina Bachiller Antonella Ciudad de Buenos Aires
UTN Ingeniería Técnica Fabio Gran Buenos Aires
UNLP Sociología Bachiller Cristina Gran Buenos Aires
UNGS Ingeniería Técnica Jorge Gran Buenos Aires
Sector alto UBA Ciencia política Bachiller María Ciudad de Buenos Aires
UBA Ingeniería Bachiller Javier Ciudad de Buenos Aires
ITBA Ingeniería Bachiller Pablo Ciudad de Buenos Aires UBA -Veterinaria
UBA Veterinaria Bachiller Lorena Ciudad de Buenos Aires
UBA Medicina Bachiller Juana Ciudad de Buenos Aires
UCA Economía Bachiller Raúl Ciudad de Buenos Aires
UBA Sociología Bachiller Marianela Ciudad de Buenos Aires

Fuente: elaboración propia con base en datos del proyecto: “Itinerarios posibles o itinerarios probables: un estudio sobre trayectorias educativas y laborales de jóvenes de distintos sectores sociales, egresados de la escuela media en Argentina (2014-2017)”, FLACSO-Argentina.

En línea con el análisis relacionado a los grupos socioeconómicos, para el 2019 casi la totalidad del sector alto se encontraba cercano al egreso o ya lo había transitado, mientras que en el sector medio más de la mitad continuaba estudiando o había registrado cambios de carrera, es decir, interrupciones, idas y vueltas al estudio. En algunos casos, se encontraban promediando o terminando la carrera. Por último, en el sector bajo la mitad de ellos se encontraba cursando materias del tercero o cuarto año de la carrera.

En cuanto a la transición del hogar familiar al hogar propio, de todo el grupo de 21 entrevistados sólo algunos se encontraban viviendo solos a la edad entre 26 y 28 años. Sólo uno tenía hijos y la gran mayoría se encontraba en pareja o había tenido al menos una pareja en los nueve años de seguimiento. A su vez, la mayor parte de los jóvenes se encontraba trabajando o buscando trabajo. Una pequeña porción se encontraba solamente estudiando.

Por otra parte, los tipos de trabajos con que se encontraron fueron heterogéneos en todos los grupos sociales; como característica sobresaliente se puede aseverar que los jóvenes han mantenido un nivel de rotación laboral alto, como ya se ha visto en otras publicaciones (Corica y Otero, 2018). Se trata de trabajos autónomos, flexibles y en la mayoría de los casos sin derechos laborales. Sólo una pequeña porción de jóvenes dijo tener trabajos permanentes y registrados, no porque no lo quisieran, sino porque no apareció como posibilidad en sus recorridos laborales y experiencias preprofesionales.

Más continuidades que rupturas

Para los jóvenes de la cohorte que fueron entrevistados durante el ASPO, el traspaso de la educación presencial a la educación virtual no significó la interrupción de sus estudios. Tendieron a reacomodar la rutina en sus hogares, con menos oferta de materias, pero sin perder la cursada en línea con la planificación gubernamental.

Como se adelantó en el apartado metodológico, se trata de una muestra con residencia en el Área Metropolitana de Buenos Aires (Ciudad de Buenos Aires y Conurbano Bonaerense), por lo que el territorio es una variable para considerar en cuanto al acceso a TIC y conectividad y a la brecha digital. De hecho, mientras que la Ciudad de Buenos Aires cuenta con una tasa de penetración de Internet fijo que supera 106 por ciento, provincias como Formosa, San Juan, Santa Cruz, Mendoza y Chaco no llegan a 40 por ciento de los hogares conectados (Calviño, 2015). Se puede inferir que existe una relación entre el territorio en el que viven los jóvenes y el nivel de estudios que se encuentran atravesando, que, como ya se había señalado en los apartados iniciales, es el sector de población que menos problemáticas de acceso a Internet padece. No obstante, ninguno de los jóvenes se encontraba realizando materias prácticas, que parece ser uno de los puntos débiles de la virtualidad y donde la vuelta a la presencialidad tendría mayor urgencia.

De todas formas, la conectividad no presenta para estos jóvenes mayores problemas, pues según las experiencias disponían previamente de una PC y de conexión. Asimismo, en el caso de jóvenes que realizaban tareas en oficinas, particularmente los jóvenes del sector medio vinculados a puestos o tareas administrativas en el área comercial o de gobierno, expresaron haber virtualizado también su trabajo.

Mantener la actividad frente al momento de la trayectoria educativa en la que se encontraban los jóvenes al momento de la entrevista final del estudio resultó importante, ya que una “pausa”, o mejor dicho, una “suspensión” de las actividades hubiera significado un mayor retraso en sus itinerarios. Sobre este punto es posible afirmar que se trata de jóvenes que llevan más de ocho años insertos en la universidad y que, si bien sus trayectos no se han dado en los tiempos teóricos esperados (Terigi, 2009), aún continúan en carrera. En este sentido es posible inferir que la rápida adecuación a la propuesta virtual se debe a que se trata de estudiantes que ya están involucrados con las instituciones y se identifican con ellas (Alzate Piedrahita y Gómez Mendoza, 2010).

Para estos jóvenes la actividad educativa se torna aún más individualizada y solitaria en comparación a otros grupos de edad en los cuales -según la bibliografía- la familia ha tenido que redefinir su rol respecto al seguimiento en la realización de actividades educativas con mayores o menores posibilidades de acompañamiento y recursos (UNICEF, 2020). Es decir que son los jóvenes quienes deben asumir mayor compromiso en estar al día con la lectura y las clases on-line. En sintonía, Kemelmajer (2020) afirma que son los estudiantes quienes deben estar dispuestos a cambiar los modelos tradicionales y encontrar roles más participativos para dar continuidad a este tipo de modalidad.

Sí, hacemos home office y nada y después curso los días que me anoté en las materias pero no todos los días porque hay profesores que digamos están medios obsoletos, se quedaron en el tiempo y les cuesta meterse en lo que es la tecnología, entonces no dan la clase, te mandan los pdf, leelos, arreglate, pero bueno, en definitiva la universidad es un poco eso, es un poco nutrirse en clase y autodidacta, lee por tu cuenta, interiorizate, aprende… (Claudio, sector medio, estudiante de una universidad pública, Ciudad de Buenos Aires).

Si bien el proceso de afiliación como estudiante universitario supone una interpretación de los significados, lenguaje y códigos propios de la institución (Alzate y Gómez Mendoza, 2010), la frase hace alusión a un cambio de paradigma en torno al proceso pedagógico que involucra a toda la comunidad educativa. Asimismo, es evidente el desfase generacional que existe entre los docentes y los estudiantes, pues para los primeros la exposición de los contenidos frente a una computadora les resulta más difícil y abrumadora en contraste con los relatos de los estudiantes.

Un dato que llama la atención es la conexión continua para realizar tareas relacionadas a los estudios, así como a las actividades laborales en el caso de los y las jóvenes que lograron continuar trabajando bajo la modalidad teletrabajo. De esta forma, muchos de ellos/ellas pasan alrededor de 12 horas conectados a la computadora, a lo que se suma el tiempo dedicado a la lectura de los apuntes en formato digital, además del uso de otros aparatos tecnológicos como teléfono celular o tableta. La virtualización de la sociedad -y particularmente la virtualización de las universidades públicas- aparece como un desafío emergente frente a las sociedades de información (Calviño, 2015) y particularmente en este contexto, donde es el vehículo el que, aun con cuestionamientos, permite dar continuidad a las transiciones educativas.

Es decir que, según lo que se pudo relevar, los jóvenes que estudiaban en la universidad en el inicio de la pandemia se encontraban viviendo dos procesos en simultáneo: por un lado, la actividad educativa se trasladó a la esfera privada del hogar, hecho que implicó contar con los servicios y recursos adecuados para llevar a cabo esta actividad; y por otro, mayor compromiso en sostener el vínculo a pesar de que muchas veces los hogares no son un espacio que ayude a la concentración o a la realización de actividades académicas. De todas formas, el hecho de contar con más tiempo debido a las restricciones de circulación, y ante la falta de familiares a quienes cuidar, como característica de la muestra aquí analizada, puede ser un momento para adelantar con trabajos pendientes.

Por otro lado, los jóvenes que se encuentran empleados en áreas que pudieron trasladarse a la modalidad de teletrabajo suman mayor tiempo frente a una computadora al reducirse el tiempo de traslado, pero al mismo tiempo viven la reducción de la socialización que implica asistir al trabajo diariamente, tomar transportes para llegar a destino, etc. Sobre este punto debería indagarse en los efectos que generó y genera la pandemia en términos de pérdida de espacios de reunión en las facultades, ya sea en el laboratorio, biblioteca o patio; como es sabido, estos espacios son clave para trasmitir e internalizar metodologías de estudio e intercambiar apuntes, así como contar con espacios de socialización e identificación (Carli, 2012).

En líneas generales, los estudiantes universitarios debieron adaptarse a una modalidad de estudio diferente a la que estaban acostumbrados para dar continuidad a sus recorridos, y esto implicó cierta flexibilización de las rutinas y adaptación a la exigencia. Asimismo, la conexión on line permite esa rapidez y esa instantaneidad que exigen las sociedades actuales (Bauman, 1999), hecho que apareció como una fortaleza en la reducción de tiempos de traslado, pero aun así quedan interrogantes respecto a la posibilidad de reemplazar estos espacios históricos de aprendizaje y trasmisión de conocimientos.

En resumen, la continuidad educativa vía la virtualización de las clases presenciales en universidades marchó sin mayores preocupaciones en los casos entrevistados durante el inicio de la pandemia. Si bien existía cierta incertidumbre respecto a la organización del curso, que se resolvió en un contexto inesperado y brusco, los relatos en su mayoría coinciden en aseverar que se logró dar continuidad a las actividades educativas. Se infiere que se trata de estudiantes que ya se encuentran adaptados a la dinámica de la universidad y próximos al egreso, y para quienes los cambios sugeridos por las instituciones no han trastocado sus planes.

Entre parches, adaptaciones e incertidumbres

La juventud es un momento de la vida donde consensuadamente se considera que se dan los pasajes claves a la vida adulta. No obstante, la cuarentena generó un efecto sorpresa y de alguna forma la planificación se volvió aún más incierta. Como se ha analizado en otro artículo (Otero et al., 2021), la población joven universitaria tiende a priorizar su continuidad en los estudios y en esta dirección es que existe una tendencia a retrasar la salida del hogar familiar, puesto que de esta manera reducen las cargas no sólo monetarias, sino también las responsabilidades relacionadas con la autonomía habitacional. Aun así, más allá de las ventajas de vivir en el hogar de origen, ya desde los 25 años la independencia aparece como un deseo latente.

…con mi actual pareja habíamos pensado mudarnos el año pasado y ya teníamos todo encaminado casi, habíamos comprado la heladera todo, todo, pero justo ella se queda sin trabajo y entonces no lo vimos viable, pero el deseo de querer mudarnos juntos así que si esto se mejora posiblemente me mude con mi novia (Fabio, sector medio, estudiante en una universidad pública, Gran Buenos Aires).

La frase remite a otra de las problemáticas que han surgido durante la pandemia y que tiene que ver con el cese de actividades laborales. El joven entrevistado expresa que junto a su pareja estaban planificando una mudanza, pero ante la falta de trabajo, por el momento, este hecho se truncó. Justamente, hacía algunos meses se encontraba realizando un emprendimiento de bebidas junto con su novia, hecho que confirma la idea de que los jóvenes se están volcando a realizar sus propios emprendimientos, pero ante una necesidad (factor no relevado por encuestas de hogares). De esta forma, los datos nos permiten inferir que se trata mayoritariamente de actividades emprendedoras por la necesidad de generar recursos. Más allá del relato del joven emprendedor exitoso, en Argentina se constata que el autoempleo es principalmente una actividad de refugio (Pérez y Busso, 2019).

Si bien en los diversos relevamientos del seguimiento de estudiantes los jóvenes expresan su deseo de tener un trabajo que les dé mayor tiempo para sus múltiples actividades, y que al momento de pensar en un trabajo ideal comparten en líneas generales el hecho de poder manejar sus propios tiempos, la pandemia ha agudizado las desventajas de tener un trabajo por cuenta propia. Tal es el caso de Guillermo, quien luego de un breve paso por la universidad, interrumpido por la incompatibilidad horaria entre estudio y trabajo, hacia el año 2019 renunció a la fábrica de alimentos donde trabajaba como operario para lanzarse a trabajar con su propia camioneta.

No, mira ahora tuve la mala suerte de que todo esto que está pasando me agarró en una transición que fue un cambio para mí. Sentí la necesidad de buscar otro camino y ese camino era trabajar de manera independiente, así que nada, lo hice y me agarró todo esto, mazazo… lamentablemente con todo esto yo estaba trabajando, vendiendo alimentos a kioscos de barrio, kioscos chicos, y uno de los más perjudicados han sido los kioscos, que en algunos casos han cerrado y en otros han dejado de pedir, así que nada, se ve que la gente ahora va a comprar a los mayoristas, así que nada… (Guillermo, sector bajo, exestudiante en una universidad pública, Gran Buenos Aires).

Si bien los ingresos parecían prometedores, la pandemia modificó sus planes. Ante el paro de la economía y la circulación, los trabajos por cuenta propia no profesionales -como el caso de Guillermo- entran en tensión sin ningún tipo de reaseguro y ponen en riesgo el ingreso diario.

En los relatos aparece otro tipo de problemáticas que hablan de un contexto de incertidumbre, incluso para quienes mostraron caminos trazados con mayor estabilidad. Es el ejemplo de Juana, una entrevistada residente de CABA, quien relata que su primer trabajo es ser residente médica.

Yo trabajo y la hago en 10, 11 años (a la carrera), que de hecho es el promedio que le lleva a la gente, la media histórica, o la hago apuradísima, sin trabajar y me dijeron que no, que ellos preferían bancarme (Juana, sector alto, estudiante de Veterinaria en la Universidad de Buenos Aires).

Su camino fue lineal, sin interrupciones, acompañada fuertemente por sus padres, también universitarios; aun así, nos indica que la pandemia ha afectado sus planes a futuro con relación a la planificación de los estudios de posgrado en el extranjero.

Me cuesta ahora planificar mis estudios de postgrado (Juana, sector alto, graduada de una universidad pública, Ciudad de Buenos Aires).

Si bien en los dos testimonios las transiciones parecen muy diferentes a primera vista, en las frases señaladas se igualan en este tiempo que vivimos. La nueva circunstancia -la pandemia- los unifica en ese sentido. Sin embargo, no se puede pasar por alto que existen diferencias para enfrentar el aislamiento social preventivo obligatorio y dar continuidad a las transiciones universitarias según los recursos o sostenes que tengan los jóvenes. Además, puede decirse que los tránsitos que los jóvenes van delineando se encuentran claramente anclados a un contexto histórico que habilita o trunca esos pasajes esperados. En este sentido es que, ante los discursos obtenidos, se puede entrever la profundización de la espera, la dilación y, en este caso, la incertidumbre respecto al futuro próximo.

Es claro que las condiciones de vulnerabilidad que vive actualmente la población joven y la incertidumbre en sus transiciones y trayectorias atraviesan a jóvenes de distintos sectores sociales, especialmente a jóvenes de los sectores bajos, pero también de los sectores medios. Es cierto, como se sugiere en Cuervo (2022), que algunos jóvenes lograrán inmunizarse de la precariedad laboral y social a partir del apoyo material y emocional familiar; sin embargo, otros no podrán acceder a este soporte familiar y es muy probable que caigan en el ciclo vicioso de desempleo y subempleo, y de última, en la pobreza y exclusión social. Por todo ello, y más allá del análisis aquí esbozado, muchos interrogantes que trascienden este panorama quedan pendientes.

Conclusiones

La propagación del virus que es causante de la COVID-19, y la consecuente cuarentena como forma de mitigar su alcance y propagación, afectó a la normalidad a la que estábamos acostumbrados. Más allá de la indefectible influencia sobre la esfera de la salud, la educación y el trabajo también han sido ámbitos de repercusión. Como es sabido, los jóvenes son un grupo sensible e interesante para analizar los cambios sociales y por esa razón indagamos en el último tramo de la transición educativa a partir del seguimiento de una cohorte de jóvenes donde los ritos e hitos del paso a la adultez se vienen perfilando con mayor fuerza. Al inicio de las transiciones se presentó un contexto de políticas y normativas educativas que propiciaban el pasaje del nivel secundario a la universidad: las tendencias globales sobre la prolongación y masificación de la educación, que aparecen como uno de los fenómenos más importantes de los últimos tiempos, se retomaron en el plano local con el objetivo de ilustrar el contexto donde se insertan las transiciones juveniles.

Según los documentos e investigaciones citadas, el siglo XXI inició en Argentina con una serie de políticas, normativas y programas educativos modelados por la idea de justicia educativa. Estas ideas fueron entendidas en el marco de la garantía de la inclusión educativa y el derecho a la educación que tendieron a fortalecer los pasajes y la continuidad en los estudios universitarios con foco en los sectores socioeconómicos históricamente relegados. Dado lo anterior, el contexto socioeducativo e institucional local reciente aparece como una dimensión de análisis en el marco de las posibilidades reales que ofrece a los jóvenes para continuar estudiando; justamente, el momento en que los jóvenes de la muestra estudiada se encontraban en condiciones de emprender un nuevo nivel educativo se presentó un contexto favorable respecto a la ampliación de las oportunidades de acceso al nivel superior universitario.

Estas iniciativas tuvieron impacto sobre el grupo de jóvenes del sector bajo, para quienes ingresar a estos establecimientos significaba nuevas oportunidades a futuro. Si bien las diferencias socioeconómicas, como ha sido retomado en otras publicaciones, generaron tensiones respecto a los recorridos que lograron realizar los jóvenes, hacia el año 2020, algunos de ellos todavía se encontraban en carrera. Es por ello que identificar los efectos que la pandemia, el aislamiento y la virtualización forzosa en los caminos universitarios avanzados se tornó en un interrogante.

En la muestra en particular, en los discursos de los jóvenes pudimos observar que los tránsitos de quienes se encuentran terminando los estudios universitarios fueron afectados de formas diversas. Como primera aproximación nos encontramos ante relatos que comparten el sentimiento de incertidumbre, pero aun así, existen continuidades en la dimensión educativa. Al menos en lo que se pudo corroborar a partir de las entrevistas, todos ellos continuaron sus carreras universitarias en la modalidad online sin mayores dificultades. Aun así, aparecieron nuevos desafíos generados por el paso a la virtualización en reemplazo de la presencialidad.

Algunos relatos dan cuenta de proyectos que quedaron paralizados hasta reanudarse la “nueva normalidad”, de la que, hasta el momento de la elaboración de este artículo, nadie sabe cómo se va a configurar. Por otra parte, si bien, como se afirmó, los trayectos que van delineando los jóvenes parecen ser similares en este contexto, en el que vivir en pandemia es una regla general de la que es imposible escapar, las problemáticas, dilemas y el contenido de la incertidumbre vuelve a desigualar a los jóvenes entrevistados.

En este contexto, jóvenes con más o menos ventajas y recursos atraviesan, como toda la sociedad, un momento excepcional e inédito, como si el tiempo en el que transcurre esta cuarentena fuera un lapso en el que es difícil pronosticar. Al mismo tiempo, estas vivencias que se unifican también se desigualan en la urgencia o el contenido de esa incertidumbre: por un lado, las dudas sobre la supervivencia del día a día se agudizan, enraizadas en desigualdades de larga data; y por el otro, quienes parecían vivir más planificadamente también se encuentran en una situación de reacomodos.

En esta dirección nos preguntamos: ¿cuánto de la crisis que está atravesando la juventud precede a la pandemia?, ¿cuánto de la crisis en el mercado de trabajo ya impactaba negativamente en las generaciones jóvenes y hoy en día se ha profundizado dificultando aún más su inserción laboral?; y en el ámbito de la educación superior, ¿qué instrumentos serán viables para acompañar la sostenibilidad de las trayectorias educativas?, ¿qué rol jugará la educación superior en este nuevo contexto?

No obstante, donde lo cotidiano se puso en cuestión, vemos a miles de jóvenes que tanto en los barrios como en las universidades intentan sobrellevar sus proyectos en contraste con la idea de juventud ligada a la peligrosidad o a la apatía. Quizás este escenario puede ser un buen momento para interrogar el vínculo entre educación y trabajo en un contexto tan inusual, así como las oportunidades que se les ofrecen a los jóvenes para continuar sus transiciones educativas universitarias.

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1 De acuerdo con el marco legal del sistema educativo argentino (Ley de Educación Nacional (LEN) N° 26.206) la edad teórica de comienzo de la escuela secundaria es de 13 años, con una duración de 5 o 6 años.

2En esta línea, el Decreto de necesidad y urgencia (DNU 690/20) declaró en diciembre de 2020 a los servicios de tecnologías de información y comunicación (TIC) como “servicios públicos esenciales y estratégicos en competencia”.

3El programa Conectar Igualdad es una iniciativa que busca recuperar y valorizar la escuela pública con el fin de reducir las brechas digitales, educativas y sociales en toda la extensión de nuestro país. Se trata de una política de Estado creada a partir del Decreto 459/10, e implementada en conjunto por Presidencia de la Nación, la Administración Nacional de Seguridad Social (ANSES), el Ministerio de Educación de la Nación, la Jefatura de Gabinete de Ministros y el Ministerio de Planificación Federal de Inversión Pública y Servicios. Ver: https://bit.ly/3cMJSiD (consulta: 3 de mayo de 2021).

4Ver Nicolás Trotta, ministro de Educación Nacional de Argentina, en: https://www.telam.com.ar/notas/202006/480198-nicolas-trotta-coronavirus-universidad-aislamiento.html (consulta: 16 de junio de 2021).

5Siguiendo la tradición de los estudios del campo de la sociología de la educación se distinguieron tres segmentos (bajo, medio, alto) a partir de los siguientes indicadores: a) infraestructura escolar; b) titulación de los docentes; c) titulación de los padres; y d) características socioeconómicas de la población que asiste. Una vez registrada la información de las escuelas de la muestra se procesaron los datos de cada uno de las y los jóvenes que integraron la investigación para categorizarlos en los estratos socioeconómicos identificados.

6La Ley de Educación N° 26.206 fue promulgada en el año 2006; en ella el Estado nacional y las provincias asumieron la obligación jurídica de garantizar y universalizar la prestación educativa a todos los ciudadanos en los tres niveles que constituyen el ciclo obligatorio (sala de 5 años, primaria y secundaria) (Filmus, 2015).

7La Ley de Educación Superior (LES) (Ley Nº24521) promulgada en 1995, fue modificada por la aprobaciónde la Ley de implementación efectiva de la responsabilidad del Estado en el nivel de educación superior (Ley Nº27.2041) a modo de garantía de la gratuidad en las instituciones universitarias.

Recibido: 26 de Agosto de 2021; Aprobado: 28 de Mayo de 2022

*Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de América Latina (IICSAL) / Consejo Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas (CONICET) / Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) (Argentina). Doctora en Ciencias Sociales. Líneas de investigación: juventudes; educación y trabajo; políticas públicas. Publicación reciente: (2020, en coautoría con A.M. Corica), “Cambios en las transiciones educación y trabajo. Egresados del secundario del Gran Buenos Aires”, Revista de Ciencias Sociales, vol. 33, núm. 47. DOI: https://doi.org/10.26489/rvs.v33i47.7.

**Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas (CONICET) / Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Argentina). Doctora en Ciencias Sociales. Líneas de investigación: juventudes; educación y trabajo; transiciones. Publicación reciente: (2020, en coautoría con A.E. Otero), “Examining Complexities in the Education-Work Relationship in Youth Transitions in Argentina”, Journal of Applied Youth Studies, vol. 3, pp. 311-329. DOI: https://doi.org/10.1007/s43151-020-00022-4.

***Becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas (CONICET) (Argentina).Magister en Diseño y Gestión de Políticas Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) (Argentina). Líneas de investigación: juventudes; educación y trabajo; transiciones. Publicación reciente: (2017, en coautoría con A. Corica y A.E. Otero), “Soportes familiares en los recorridos educativos y laborales juveniles: expectativas y nuevas demandas”, Temas de Educación, vol. 23, núm. 2.

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