Epistemología y sordera son los dos constructos base de este libro. Preguntas como: ¿qué es la epistemología?, ¿qué es la sordera?, ¿cómo se relacionan ambas?, son contestadas a través de 14 capítulos.
En el capítulo 1, Peter Paul y Donald Moores explican que las bases de la epistemología, entendida como una rama de la filosofía, implica el estudio de la construcción del conocimiento. Específicamente para las epistemologías de sordos la formulación de preguntas debe orientarse hacia las personas S/sordas o hipoacúsicas en temas como identidad, sordedad y sordera, como miembros de la cultura sorda o del mundo sordo, es decir, al conocimiento acerca de las contribuciones de la visión y el uso de la lengua de señas, en conjunción con otros factores sociales y culturales como género, etnia, raza, para el desarrollo cognitivo y socioemocional.
En el capítulo 2, Goedele A.M. De Clerck propone una reflexión desde una postura epistémica en respuesta a las preguntas: ¿cuál es el estado de los conocimientos sordos frente a la ciencia?, ¿cómo construyen su conocimiento las personas sordas?, ¿es legítimo que las personas sordas puedan reclamar conocimiento, y por qué?, ¿cómo pueden la sabiduría y el conocimiento de las personas sordas, que han sido marginadas, contribuir al bienestar de las personas sordas y de todas las personas de todo el mundo?, ¿puede el conocimiento sordo ser una fuente de inspiración para la transformación educativa y social?, ¿cómo puede la práctica de la investigación proporcionar espacios para el conocimiento sordo? (p. 20).
El autor de este capítulo plantea que muchas de las respuestas a estas preguntas tienen que ver con las posturas desde las cuales se ha investigado a la comunidad sorda, y que están basadas en una actitud colonial, donde los sujetos se reducen a objetos; para superar esta actitud se propone una postura epistemológica bidireccional. Se debe entender que la investigación es un proceso interactivo-comunicativo contextualizado que realizan los investigadores y los colaboradores que participan en una empresa conjunta.
Argumenta que las diferentes posturas de la epistemología y las epistemologías de sordos confirman un continuo que considera un nú mero potencialmente infinito de posibilidades en las epistemologías de sordos debido a la diversidad que este colectivo tiene.
Considerar la nueva perspectiva de las personas sordas como una minoría cultural y lingüística ha provocado un cambio de paradigma en el campo de los estudios de sordos en las últimas décadas; para ello se han empleado métodos de investigación cualitativos y etnográficos que documentan las vidas de las personas sordas desde una perspectiva emic.
Este giro hacia el conocimiento del interior de las personas sordas ha dado lugar a un intento por conceptualizar las investigaciones a través de la noción epistémica de sordedad. La sordedad representa el proceso de lucha de cada niño, familia y adulto sordo de explicar a sí mismo y a otros su propia existencia en el mundo; de compartir su vida con los demás, como una comunidad, de manera que cuente con un sentido de identidad de persona sorda.
Las epistemologías de sordos han aportado neutralidad y un valor objetivo a este campo en la ciencia. Las vidas y experiencias de las personas sordas deben de ser la base metodológica para la investigación, desde una actitud reflexiva sobre la dinámica de las relaciones de poder lingüísticas y culturales que propone Pierre Bourdieu.
En el capítulo 3, los autores Mckee y Hauser plantean la realidad que vive más de 90 por ciento de los niños sordos, que nacen y crecen en familias con padres oyentes. Las epistemologías de sordos constituyen una línea que estudia el origen, métodos y conocimiento que los individuos sordos adquieren mientras viven en una sociedad que se basa en gran medida en la audición. El ser sordo considera una forma de aprendizaje visual, más que auditivo, en la adquisición del conocimiento. Las experiencias de los grupos de oyentes y no oyentes son diferentes, por ello, los autores de este apartado reflexionan acerca del impacto positivo que tiene en los individuos sordos aprender de forma diferente con base en la visualidad, ya que esto les permite transitar por el mundo sin mayor conflicto. Lamentablemente, el enfoque predominante en la sociedad es la sordera, y no la sordedad.
Muchas personas sordas están familiarizadas con el síndrome de la hora de la cena (dinner time syndrome), según el cual ven a sus familias como círculos cerrados que conversan entre sí, sin poder descifrar estas conversaciones. Esto tiene un impacto en sus posibilidades de acceso al conocimiento, ya que la falta de aprendizaje incidental en casa puede tener una marca negativa en el conocimiento tanto de los sucesos familiares, como de los sociales (p. 52). Los familiares y amigos deben hacer todos los esfuerzos posibles para incorporar a sus seres queridos sordos en sus conversaciones, independientemente de lo triviales que éstas puedan parecer (p. 53).
En el capítulo 4, Ila Parasnis explora el concepto de diversidad, el cual a menudo se utiliza para referir a la experiencia de las personas sordas como minoría cultural en una sociedad oyente. Esta conceptualización de la comunidad sorda como una comunidad minoritaria ha abierto el camino para que algunos educadores, socioculturalmente informados sobre la teoría y la práctica dentro de la educación de sordos, propongan legítimamente nuevas perspectivas. Irónicamente, sin embargo, esta descripción de la diversidad basada en las experiencias de los usuarios sordos de la lengua de señas americana ha creado una percepción monolítica de la cultura sorda, y se ha suprimido el reconocimiento de la diversidad demográfica de los individuos dentro de la comunidad.
Otros autores también han hecho hincapié en la importancia de incluir el estudio de la diversidad epistemológica en los programas de formación de profesores. Para ellos, las perspectivas epistemológicas en un campo (o en el estudio para entender la base del conocimiento común) deben ser incorporadas en los programas de profesores con el fin de desarrollar una postura crítica, auto-reflexiva, que reconozca las múltiples perspectivas y creencias, un componente crítico necesario en la preparación de los estudiantes que les permita convertirse en profesores e investigadores educativos.
En el capítulo 5, De Clerck describe la cruda realidad que vive la comunidad sorda en Camerún. En el estudio de caso que se realizó en ese país los datos se obtuvieron mediante entrevistas informales y observación participante durante la estancia del investigador, lo que permitió comprender mejor la terminología nativa y los temas comunes en las historias de vida de las personas sordas cameruneses, así como desarrollar una lista contextualizada de preguntas etnográficas para las entrevistas en profundidad. Se trata de un primer estudio sobre este tema en Camerún, por lo tanto, la investigación es exploratoria. El estudio implicó la identificación y la organización de la comunidad sorda de ese país desde una postura interdisciplinar africana y camerunense empleando un proceso de investigación basado en la comunidad.
En el capítulo 6, Donald Moores, a través de la comparación con la mitología griega de Escila y Caribdis, explica, por un lado, que la educación para estudiantes sordos generalmente ha sido controlada por profesores oyentes, quienes operan desde un modelo de déficit o deficiencia y que son insensibles a las necesidades y estilos de aprendizaje de los alumnos S/sordos. En el otro extremo, algunos profesores han incorporado la tendencia socio-antropológica que considera a los sordos como una comunidad minoritaria. Lo importante para Moores es lograr un equilibrio acorde a la diversidad de estudiantes sordos, de manera que no suceda que por alejarse de un lugar peligroso (Escila) se llegue a otro, peligroso también (Caribdis).
Además, las epistemologías de sordos postulan que no hay una psicología específica de la sordera, pero hay diferencias en las formas en que personas S/sordas y personas oyentes aprenden: los alumnos S/sordos son aprendices visuales, y en consecuencia su cerebro se organiza de manera diferente al de un estudiante oyente. Otro tema recurrente es la lengua de señas, el lenguaje natural de los niños S/sordos desde el nacimiento.
En los años 1960 y 1970, la comunidad sorda en Estados Unidos amplió el concepto de sordedad. Las contribuciones de los líderes S/sordos al crecimiento de la comunicación total y el desarrollo del sistema de inglés signado sugiere el compromiso, asumido en ese momento, para trabajar con el propósito de ampliar el sistema de educación para sordos (p. 117).
Se considera que:
Los alumnos sordos son aprendices visuales y procesan la información de manera diferente a los alumnos oyentes.
El funcionamiento del cerebro de los estudiantes S/sordos es diferente al de la comunidad oyente.
Una lengua natural, como la lengua de señas americana (asl), debería ser el principal medio de comunicación y de enseñanza (p. 118).
Por lo tanto, la sordera, per se, no impone limitaciones sobre el potencial de los estudiantes S/sordos a adquirir el lenguaje, ya sea oral o señado, o en el potencial para aprender matemáticas, ciencias o estudios sociales; sin embargo, la evidencia es clara: en Estados Unidos y en el resto del mundo esto no es una realidad para la mayoría de los estudiantes S/sordos, quienes sí se ven limitados por su condición.
En el capítulo 7, Thomas K. Holcomb explica que en las epistemologías de sordos las experiencias culturales cuentan. Sin epistemologías de sordos, el campo de la educación de los sordos estaría en riesgo de continuar con prácticas que ignoran sus experiencias de identidad, de vida y aprendizaje, así como las necesidades lingüísticas y culturales de la propia comunidad.
Otros autores sugieren que las epistemologías de sordos proporcionan una oportunidad para que las personas entiendan claramente cuáles con las maneras sordas de estar en el mundo, de concebir ese mundo y su propio lugar dentro de él. Y sostienen la importancia de emplear la metodología de investigación cualitativa, que aboga por el uso de las personas comunes como sujetos, en la comprensión y la validación de la experiencia de los sordos. A través de este conocimiento, las prácticas pedagógicas pueden ser mejor implementadas y tener un mayor potencial de éxito. La importancia de las epistemologías de sordos en la conformación de las políticas educativas se hace evidente en tanto que, encontrar maneras de sortear los numerosos obstáculos que han enfrentado como individuos, las personas sordas contribuyen al avance del campo de la educación de los sordos como una ciencia.
Es evidente que los niños sordos ya no son silenciados cuando se trata de su educación. Las personas sordas han alzado su "voz" y están teniendo un papel activo con estos niños, liberándolos de las prácticas pedagógicas opresivas e ineficaces del pasado al asegurar que se reconozca y se integre el conocimiento sordo.
Para las epistemologías de sordos los testimonios de los grupos marginales son un componente importante: basta con buscar en la base de datos de los títulos de tesis doctorales en Estados Unidos para constatar el creciente número de estudios que se aplican a los principios de epistemologías de sordos, o perspectivas de sordos. Además, existe un número creciente de profesionales sordos que están siendo incorporados a programas infantiles, de educación superior y de preparación de profesores (p. 138).
Las epistemologías de sordos proporcionan conocimientos sobre cómo las personas sordas pueden utilizar de manera óptima sus ventajas visuales y compensar mejor su acceso limitado a la sociedad oyente. También proporcionan información valiosa para realizar actividades efectivas y eficientes tanto con personas sordas como oyentes. Proporcionan conocimiento sobre cómo es la dinámica familiar cuando se tiene un hijo sordo y qué hacer para mejorar las relaciones entre sus miembros.
En el capítulo 8, Margery Miller explica que los niños sordos de padres sordos se convierten en potenciales trasmisores de la cultura sorda y de las epistemologías de sordos, en comparación con los niños sordos de padres que carecen de exposición a la comunidad sorda. Académicos y estudiantes de la cultura sorda suelen hacer hincapié en que los hijos sordos de padres sordos son una importante fuente en la existencia y transmisión de la lengua y la cultura sorda (p.153).
En el capítulo 11, Ye Wang relata la experiencia de Suecia en 1981, donde por primera vez se reconoció oficialmente la lengua de señas (es decir, lengua de señas sueca) y se proclamó la necesidad de la educación bilingüe-bicultural (BiBi) para estudiantes sordos. Dos años más tarde las escuelas especiales de S/sordos implementaron el primer plan de estudios BiBi contemporáneo, que estableció lenguas de instrucción en lengua de señas sueco y en sueco; este último fue diseñado principalmente para ser adquirido en su forma escrita, y si era posible, en su modalidad oral.
Los principios básicos de los programas de BiBi incluyen una valoración de la lengua y la cultura de la comunidad sorda; se centran en la igualdad de oportunidades educativas, el empoderamiento de las personas sordas y el reconocimiento de los sordos. Los niños sordos tienen el mismo potencial de lengua y aprendizaje que sus compañeros oyentes.
El aumento de la visibilidad pública de la comunidad sorda dio acceso a la utilización de términos como cultura sorda, historia de sordos, orgullo sordo, sordedad y deafnicity, así como de epistemologías de sordos. Todos estos términos han florecido en el campo de los estudios sordos y de la educación de los sordos.
Las distintas maneras de pensar o ver del mundo sordo conforman las epistemologías de sordos. Las diferentes percepciones de las epistemologías de sordos, tanto de los positivistas como de los constructivistas, dan como resultado enfoques filosóficos distintos para visualizar e interpretar la realidad. Los constructivistas puros creen que la forma en que los individuos sordos construyen la realidad es diferente de la forma en que los individuos oyentes lo hacen, porque los valores, tradiciones, cultura, normas de comportamiento y la lengua que tienen unos y otros son distintos.
Por otro lado, aunque los positivistas puros niegan la existencia de una cultura sorda, e incluso rechazan que la lengua de señas sea tal, muchos positivistas moderados reconocen la validez de la cultura sorda y de la lengua de señas como tal. Sin embargo, la mayoría no está de acuerdo con la legalidad de la cultura sorda. Los positivistas puros reconocen la epistemología tradicional como única epistemología y las bases de conocimiento de ésta como únicas, pues consideran que éstas trascienden el tiempo, el lugar y las culturas.
Persiste, sin embargo, el argumento de que la lengua de señas es la lengua natural del niño S/sordo desde el nacimiento. Los defensores de las epistemologías de sordos también creen que las personas sordas son aprendices visuales, y que sus cerebros están organizados de manera diferente al de las personas oyentes, es decir que las prácticas institucionales de las escuelas reflejan los valores y normas de la cultura oyente dominante, y los alumnos S/sordos son marginados por estas prácticas y algunos profesores ni siquiera son conscientes de esta marginación. En consecuencia, la epistemología de sordos debería ser el lente a través del cual los estudiantes oyentes debieran buscar ampliar su comprensión acerca de los estudiantes sordos-visuales, y esforzarse por crear un ambiente que valore tanto a los seres visuales como a los auditivos; en otras palabras, se debe favorecer la convivencia entre sordos y oyentes.
En el capítulo 12, Antti Raike se refiere a los pocos individuos sordos que ingresan al mundo académico, y que deben aprender a colaborar con otros grupos de estudiantes. Uno de los pilares de las epistemologías de sordos podría estar conformada por las nuevas ciencias de la cognición influenciadas por la inteligencia artificial y la investigación del diseño como un intento de desarrollar programas computacionales y proporcionar servicios que imiten la capacidad humana para utilizar el conocimiento de una manera inteligente.
El aprendizaje en red, bien diseñado, podría ser una estrategia prometedora para los estudiantes sordos, sin embargo, la evidencia indica que la educación superior para estos estudiantes podría no tener éxito con un modelo de educación completamente virtual debido a que en la instrucción también hay que tener en cuenta las interacciones y colaboraciones entre profesores, tutores, intérpretes y estudiantes (p. 230).
En el capítulo 13, Rachel Cooper plantea preguntas como: ¿podría considerarse bueno el ser sordo?, y ¿es la lengua de señas tan buena como otras lenguas? Muchos investigadores afirman que todas las len guas de señas u orales, no importa lo nuevo o lo limitado de su distribución geográfica, tienen el mismo potencial, la misma gama de posibilidades; ninguna puede ser tratada como "primitiva" o "defectuosa". Así, la lengua de señas británica (bsl) es igual que la lengua de señas americana (asl); la lengua irlandesa, es igual a ambas; y también lo es la lengua de señas islandesa (a pesar de que sólo hay setenta personas sordas en Islandia) (p. 242).
Existen algunas investigaciones que sugieren que la lengua de señas es superior a las lenguas habladas en una amplia variedad de maneras; por ejemplo, se requiere menor control muscular para hacer señas que para formar los movimientos correctos de la boca para articular los fo nemas. Como consecuencia, los niños sordos que han estado expuestos a una lengua de señas desde el nacimiento a menudo pueden formar a los cuatro meses la seña de "leche", mientras que sus contemporáneos oyentes sólo pueden llorar.
Para finalizar sólo cabe mencionar que el libro puede resultar un aporte en la actualización de todos los profesionales relacionales con los estudiantes S/sordos, en la medida que enfatiza los avances de la educación de sordos en el área de la epistemología, principal preocupación y ocupación de las comunidades sordas. Al mismo tiempo, la organización de los temas, y la clarificación de conceptos epistemológicos básicos, permite entender la nueva visión socio-antropológica de la sordera.
Las epistemologías de sordos nos muestran la necesidad de contar con nuevos elementos que permitan ampliar la visión, a nivel investigativo, que se tiene de la sordera, y enfatizan la necesidad de investigar con la comunidad sorda y no en la comunidad sorda para así favorecer una mejor educación para los estudiantes sordos.