SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.23 número91Comunicado de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas: objeciones a la Ley Orgánica de UniversidadesTras el fuego de Prometeo: Becas en el exterior y modernización en Venezuela (1900-1996) índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

Links relacionados

  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

Compartilhar


Perfiles educativos

versão impressa ISSN 0185-2698

Perfiles educativos vol.23 no.91 Ciudad de México  2001

 

Reseñas

 

La universidad necesaria en el siglo XXI

 

Ramón Tamayo Flores Alatorre*

 

Pablo González Casanova. México, Era, 2001, 167 pp.

 

* Miembro del Seminario Universidad Contemporánea. Maestría en Pedagogía, Facultad de Filosofía y Letras-UNAM.

 

En su más reciente obra, González Casanova incursiona en temas que hoy resultan fundamentales para la definición de las instituciones y los sistemas universitarios en la perspectiva del nuevo milenio.

El sugerente trabajo del sociólogo mexicano se estructura en dos dimensiones: la primera, con cinco capítulos y un preámbulo, es una introducción que justifica por qué es necesaria una nueva universidad. A partir de la crisis de las instituciones de educación superior que se percibe actualmente en un mundo cada vez más globalizado, el autor acentúa la importancia de las políticas neoliberales que conlleva un proceso y proyecto privatizador del país relacionados de manera estrecha con el conflicto ocurrido durante 1999 en la Universidad Nacional Autónoma de México. Culmina la primera parte con dos capítulos vinculados con dicho conflicto: el propio movimiento estudiantil, al que califica como "movimiento posmoderno", el cual promovía una reforma de la educación superior para resolver la crisis actual de su propia universidad.

Estos hechos, según el autor, dan pie a la idea de formular nuevos proyectos en el marco de una relación Estado-sociedad-universidad-mercado, que permitan construir la "nueva universidad" o, mejor aún, la "universidad necesaria" para el siglo XXI. Precisamente, la segunda dimensión -con cuatro capítulos- inicia con el argumento de "La nueva universidad". En la introducción-justificación el autor construye histórica, teórica y metodológicamente el tema que nos ocupa y concluye en la prospectiva, ineludible, de un proyecto nuevo de universidad. No obstante, el dilema que González Casanova plantea es: ¿qué significa una nueva universidad? Y ante la variedad de visiones sobre la universidad, ¿cómo conciliar la diversidad de opiniones al respecto?

Por ello, en una interpretación que bien podría definirse en un marco democratizador, González Casanova aporta la idea de equidad cuando se cuestiona: ¿Cuál es la universidad necesaria? Y explica, no la que queremos en lo singular, sino la que se necesita en lo plural; la que proporciona soluciones armónicas ente las partes e impulsa el desarrollo de la "verdadera democracia, ciencia, tecnología y humanismo", a decir del propio autor.

Esta segunda parte concluye con el capítulo titulado "Addenda para una agenda", en el que emite algunas propuestas para iniciar un diálogo hacia la construcción de la "universidad necesaria". La discusión comienza con una referencia a Chomsky (1995, p. 8), en la que alude al proceso de reversión de los estados sustentados en la tutela de bienes jurídicos y derechos sociales, hacia estados subordinados al mercado y al poder financiero que tienden a reducir al ser humano por estos intereses.

Según González Casanova, el fenómeno de la globalización creado por las políticas neoliberales propicia una privatización que, como proceso y proyecto histórico, es causa de la crisis que vive la educación superior. De hecho, relaciona el conflicto de la UNAM con esas causas cuando expresa que el conflicto "sólo se comprende como expresión de los procesos y proyectos neoliberales y globalizadores y de las fuerzas que se le oponen". En consecuencia, el proyecto educativo neoliberal presupone la formación de profesionales-empresarios en el marco funcional de esta teoría y por ello se busca "privatizar la conciencia de los líderes y adaptar planes y programas a las necesidades de las empresas".

Añade, además, el surgimiento de una "aristocracia tecnológica" que crea desempleos y hace prescindible la educación superior, la cual, indica, sigue en la agenda del neoliberalismo, siempre y cuando sea autofinanciable y sujeta a la privatización demandada.

De esta forma, González Casanova señala que en 1998 el Banco Mundial habría recomendado la privatización del sistema educativo en México, especialmente de la educación superior, y una de las obligaciones de las instituciones, en particular la UNAM, era la de cobrar cuotas. Su finalidad era que la UNAM entrara al mercado y el mercado a la UNAM. El efecto correspondiente fue la aprobación del Reglamento General de Pagos de la UNAM a propuesta del rector de ese entonces; la réplica de los universitarios fue la huelga que estalló el 20 de abril de 1999. De esta forma, asevera el autor, la crisis de la educación superior en nuestro país está asociada a la crisis de la UNAM con sus repercusiones históricas de aquel acontecimiento, por lo cual hoy los universitarios debemos "recrear la universidad".

Lo anterior supone, para González Casanova, transformar el sistema universitario rechazando "los prejuicios del discurso sobre la pedagogía nacional", a la vez que debe fomentarse una educación avanzada vinculando el "pensar y el hacer en todos los terrenos".

Un segundo problema, según el autor, estaría enfocado a la atención de las desigualdades educativas y su manejo político en un contexto urbano, periférico y condicionadas a la cultura. Es decir, si la transformación del sistema educativo debe crear una cultura de libertad y equidad, entonces también debe "crear una cultura general que es necesario llevar a sus niveles superiores". De este modo, González Casanova defiende la necesidad de "educar en la cultura del pensar-hacer", combinando conocimientos nuevos con "la esencia de la cultura humanística y científica de tipo clásico". Admite que el discurso anterior presenta un problema práctico: resolver la diferencia entre educación para todos y educación de alta calidad en una estructura social compleja con problemas específicos como la edad, la capacidad física, el nivel cognoscitivo y la libertad de querer estudiar o no.

Asimismo, desecha la idea de que una educación para todos y de alta calidad pueda fundarse en universidades populares. Más bien, cree en un sistema reticular que aglutine al sistema escolar y universitario con el de producción de conocimientos y que permita vincular los medios, las organizaciones civiles y los centros productivos de bienes y servicios. En palabras del autor: "La tesis central es que no debemos fundar una escuela o universidad ni varias, sino un sistema educativo que también incluya a la sociedad civil".

Ahora bien, al tratar el tema del reciente conflicto de la UNAM, González Casanova, aunque deja abierta la discusión de sus posibles causas, piensa que hay una "sospecha" de que el problema universitario se haya producido para "demostrar la ingobernabilidad de la universidad e iniciar la reforma neoliberal y privatizadora de la educación superior en México". Mas allá de especulaciones, propone encontrar una alternativa basada en estudios teóricos y prácticos del movimiento, para culminar en un proyecto de reforma incluyendo las fuerzas políticas y sociales que participan como protagonistas históricos. Éste, exclama el autor, es el "verdadero problema pedagógico".

Con base en dichas premisas, González Casanova sostiene que el movimiento estudiantil de 1999 apenas empieza, y que es preciso atender un doble problema: a) el de las organizaciones, consejos y colegios en una nueva tónica como resultado del movimiento, y b) el de la construcción de la nueva o necesaria universidad.

Ante esta realidad universitaria, González Casanova nuevamente se pregunta qué universidad queremos. En su opinión, la universidad debe equilibrar la cultura general y la especialización, vinculándola con la transmisión de conocimientos con el objeto de que un profesional pueda cambiar su especialidad, adaptándose a los tiempos que le toque vivir. Debe enseñar a aprender y, sobre todo, a "respetar la libertad de cátedra e investigación, cuidando que la calidad académica sea de primera", articulando la docencia con la investigación.

Lograr una universidad así, comenta el autor, requiere apoyos gubernamentales, políticos y de la sociedad civil, a efecto de propiciar una universidad autorregulada que esté en constante cambio cuando así lo requiera la propia universidad. Por consiguiente, postula que debe partirse de un diagnóstico de la situación nacional e internacional respecto a la educación superior y sus problemas estructurales, así como los que se refieren a la actualidad pedagógica, didáctica y a las posibilidades de innovación. El diagnóstico es importante en la medida del reconocimiento de la crisis y factores que la causan, con la finalidad de construir la universidad necesaria en respuesta proporcional.

Empero, González Casanova adelanta respuestas a un posible diagnóstico, como por ejemplo su idea de "dar educación de alto nivel en pequeños grupos y hasta en forma personalizada". Si bien afirma, posteriormente, estar en desacuerdo con la educación de masas, alega asimismo que el "verdadero proyecto de educación" debe fundarse en un interés general y enfatiza la noción de aprender a aprender como fundamento pedagógico en la educación del ser humano.

Así, la universidad necesaria, en palabras del autor, debe estar constituida por "sistemas de multiuniversidades articuladas, respetuosas de las autonomías de sus integrantes y de las redes que establezcan sus grupos de investigación y docencia". Por ende, González Casanova se refiere al país-universidad o ciudad-universidad como la universidad necesaria para este milenio y se posiciona con un "no a la universidad elitista; no al estado populista y no a la universidad de masas; sí al país-universidad y a la democracia".

Cabe indicar que la postura de González Casanova en cuanto a la masificación no es compartida por algunos teóricos en la materia. Neave (2001, pp. 29-30), refiriéndose al escenario europeo, explica que fue precisamente el hecho de la masificación lo que combatió eficazmente a las élites y fue causa del surgimiento de la investigación. Neave manifiesta que la masificación ha permitido incluir el estudio de la educación superior en las ciencias sociales y políticas, y garantiza la calidad de los mismos mediante una dinámica en la que se siguen sumando nuevos subcampos de estudio relacionados con la educación superior.

Sin embargo, González Casanova propone la superación de dos problemas para iniciar diálogos al respecto: los impedimentos para la construcción de puentes interdisciplinarios y el libre tránsito entre la investigación especializada y el conjunto de las ciencias. El diálogo, expresa, debe apuntar hacia "Reflexiones de relaciones, de estructuras, de tendencias y coyunturas, de sistemas". Como es de apreciarse, ese diálogo no excluye temas como la masificación de la educación superior.

No cabe duda que en la era posmoderna, y de las políticas neoliberales inmersas en ella, la cibernética y la computación son fuentes de poder, y la cultura por adquirir es esa, soslayando otros valores sociales. Aun así, Lyotard (1998, p. 23) cree que existe un "hermanamiento" entre los lenguajes científicos, filosóficos y políticos, que propicia un cambio en las relaciones y actitudes profesionales, cuya legitimación se sustenta en la profesionalización. Pero, ¿es factible legitimar tales conceptos? Lyotard cree que sí, si la universidad "abre sus talleres de creación" y, admitida la interrelación entre conocimientos, profesionalización y procesos culturales, se establece una política universitaria constituida por "un conjunto coherente de respuestas".

Es pertinente señalar, para concluir, que González Casanova ha presentado en su obra una historia, un marco teórico y político, un proceso y una propuesta. Hay cabida para los acuerdos y desacuerdos, pero queda clara la invitación a participar en una "historia que comienza" bajo los cánones de la "democracia, ciencia, tecnología y humanismo". La decisión de participar es de los propios universitarios.

 

Referencias

CHOMSKY N. y Dieterich Heinz (1995), La sociedad global, educación, mercado y democracia, México, Joaquín Mortiz.         [ Links ]

LYOTARD (1998), La condición posmoderna, Madrid, Cátedra.         [ Links ]

NEAVE, Guy (2001), Educación superior: historia y política, estudios comparativos sobre la universidad contemporánea, Barcelona, Gedisa.         [ Links ]

Creative Commons License Todo o conteúdo deste periódico, exceto onde está identificado, está licenciado sob uma Licença Creative Commons