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Estudios de historia moderna y contemporánea de México

versão impressa ISSN 0185-2620

Estud. hist. mod. contemp. Mex  no.33 Ciudad de México Jan./Jun. 2007

 

Reseñas

Sandra Kuntz Ficker y Horst Pietschmann (editores), México y la economía atlántica. Siglos XVIII-XX

José Enrique Covarrubiasa 

a Instituto de Investigaciones Históricas Universidad Nacional Autónoma de México

Kuntz Ficker, Sandra; Pietschmann, Horst. México y la economía atlántica. Siglos XVIII-XX. ,, México: El Colegio de México, 2006. 337p.


El libro colectivo reseñado se presenta como contribución a un renovado estudio de las relaciones intercontinentales ocurridas en el espacio del Atlántico y los países circundantes durante varios siglos. El calificativo de "renovado" para el referido estudio se debe a que las indagaciones sobre estas relaciones vienen de tiempo atrás. Como Kuntz y Pietschmann lo aclaran en su introducción, ya la historiografía nacionalista y tradicional de la expansión y la colonización europeas en América abordó aspectos importantes de estas relaciones. Por otra parte, si se nos permite recordarlo, los historiadores de las llamadas revoluciones atlánticas (Robert R. Palmer y Jacques Godechot) de la década 1960-1970 también entendieron el mundo atlántico como una serie de secuencias y correspondencias políticas revolucionarias. La peculiaridad de la fase actual, aquella en que Kuntz y Pietschmann desean inscribir su compilación, reside en dos puntos: 1) un enfoque "desnacionalizado", en que las actividades e ideas de los europeos sobre América, así como las de los americanos sobre Europa, no resultan enteramente determinables por el origen o los propósitos nacionales; y 2) una progresión en el conocimiento histórico que va de la historia económica a la de otros campos: el político, el religioso, el jurídico, etcétera.

Establecido en términos precisos de autores y libros, la idea de Kuntz y Pietschmann va en la línea de obras como Les origines de la civilisation atlantique. De la Renaissance a l'Áge des Lumiéres (1966), de Charles Verlinden, y Atlantic history. Concept and contours (2005), de Bernard Bailyn, autores afectos al enfoque desnacionalizado y globalizante referido, aquel que hasta hace poco quedaba sintetizado sobre todo en el término de "historia atlántica". La denominación de "historia trasatlántica", nos informan Kuntz y Pietschmann, sería todavía más acorde con sus propias miras, las cuales no sólo descartan cualquier separación subregional del Atlántico sino que incluyen el impacto de los vínculos entretejidos en dicho espacio en países o regiones que por lo general no aparecen en las historias tradicionales de la expansión europea, el colonialismo o cualquier otro fenómeno histórico en que se subsuman las relaciones atlánticas. Se trata, por ejemplo, de incluir cuestiones como la de los productos generados en la economía atlántica y difundidos en países situados más allá de las metrópolis coloniales. Un dato como el anterior da ya una idea sobre la importancia de la historia económica en la perspectiva buscada, orientada a conferir a los estudios realizados un trasfondo de mayor globalidad que el normal en la historia atlántica. Con todo, el enfoque global no se concentra sólo en lo económico. En varios de los artículos la historia de las relaciones ideológicas y la diplomacia entre México y Europa adquiere un lugar importante.

La obra se divide en tres partes, según una estructura claramente cronológica: 1) Comercio y política en la economía atlántica a fines de la Colonia; 2) Comercio y finanzas en el siglo XIX; y 3) Empresa multinacional y política en México en los siglos XIX y XX.

Los trabajos de la primera sección tienen el rasgo común de abordar asuntos que revelan el alto grado de comunicación política (Pietschmann), económica (Johanna von Grafenstein) y de ideas (Peer Schmidt) entre latinoamericanos y europeos a finales del periodo borbónico y comienzos del independiente. En todas estos ámbitos, la comunicación resulta ser mayor que lo que habitualmente se cree.

En su trabajo "México y la economía atlántica. Redes comerciales, comerciantes y política exterior, ca. 1770-1830", Pietschmann presenta hechos y situaciones que hablan del surgimiento de una auténtica sociabilidad atlántica, si bien sobre la base de una rela ción y una comunicación peculiares entre latinoamericanos y europeos. En el trasfondo político de tal proceso habría que incluir los contrastes que desde fechas tempranas de la colonización europea en América se dieron entre una "sociedad atlántica" (volcada directamente al tráfico marítimo atlántico) y una "sociedad continental" (alejada, aunque sólo relativamente, del mismo), contrastes que incidieron en el interior mismo de los países involucrados en el intercambio atlántico y que causaron una fuerte tensión política entre los dos tipos de colectividad referidos, sobre todo por su distinto grado de libertad de costumbres y de trato con los pueblos no europeos. Con el tiempo, sin embargo, las mismas redes atlánticas habrían generado canales de percepción y comunicación política mutuas, no sólo entre los dos tipos de sociedad señalados sino entre las metrópolis y sus posesiones americanas. Dichos canales se habrían consolidado y habrían venido a marcar determinantemente el tipo de relación intercontinental en el siglo XIX.

En un trabajo de gran interés para la historia de las ideas, Johanna von Grafenstein muestra cómo esta percepción cobró fuerza en cuatro notables economistas españoles del siglo XVIII (Ustáriz, Campillo y Cosío, Ulloa y Ward), particularmente en sus grandes expectativas sobre el reflorecimiento económico de España con base en la producción y mercantilización de las producciones del Circuncaribe (la zona de las Antillas junto con la del golfo de México). Peer Schmidt sostiene, en un estudio sobre el clero mexicano, que ciertas ideas venidas por el Atlántico a México habrían contribuido a la formación de un ideario conservador floreciente en México ya durante los años de Hidalgo y Abad y Queipo. Para sostener esto, Schmidt atiende a la influencia de autores contrarrevolucionarios europeos en varios representantes notables del clero mexicano de esa época, incluidos algunos que habitualmente han sido tomados como liberales o pensadores abiertos a las ideas de la Ilustración. Esta última, junto con el espíritu revolucionario del momento, habría sido vista por la gran mayoría del clero como propiciadora de un individualismo de conciencia parecido al de Lutero, el cual les parecía condenable.

Si en esta primera sección prevalece el tema de la comunicación y las percepciones mutuas entre europeos y latinoamericanos, la segunda -por tratar del comercio y las finanzas del siglo XIX- incluye estudios concentrados en procesos más específicos, incluso cuantificables. Una lectura del artículo de Walther L. Bernecker, relativo a la competencia comercial europea en México en el siglo XIX, permite concluir que de entre los comerciantes en cuestión los alemanes fueron los más directamente involucrados en una relación "desnacionalizada" con el país latinoamericano. Una posición política débil y una gran eficiencia profesional en el ramo los obligó, por lo menos en los dos primeros tercios del siglo, a colaborar con productores y distribuidores de cualquier nacionalidad europea. Hacia mediados de la centuria, por cierto, la reexportación de productos europeos desde Estados Unidos comenzaba a mermar las ganancias del comercio europeo. Esta competencia entre Estados Unidos y Europa por el comercio mexicano se agudizó en el último tercio del XIX, con lo que se complica todavía más el complejo de redes comerciales atlánticas vinculadas con México. Sobre este punto arroja también luz Sandra Kuntz en su trabajo "El patrón del comercio exterior entre México y Europa, 1870-1913", donde expone las dimensiones, la composición y los cambios en las estructuras de importaciones y exportaciones de México con cinco países de Europa (Francia, Gran Bretaña, Alemania, Bélgica y España), elementos que le permiten a Kuntz una comparación general entre el vínculo mercantil de México con Europa y el del primero con Estados Unidos.

Si las reexportaciones de los productos de una nación europea por los comerciantes de otra revelan una desnacionalización en el comercio europeo con México, una tónica similar marca una buena parte de las inversiones europeas en México, tal como lo muestra Thomas Passananti en su estudio sobre actividades de banqueros alemanes a finales del Porfiriato. Además de la disposición a incluir a individuos de varios países en los grupos o sindicatos de inversionistas, los banqueros europeos supieron aliarse ocasionalmente para evitar términos desfavorables en sus operaciones con México. Fue el caso en los arreglos de un préstamo en 1899, en que el protagonismo político del ministro porfiriano Limantour llevó a los europeos a dicha alianza, lo que ya no ocurrió en las negociaciones de otro préstamo en 1904.

Los temas financieros continúan en la tercera parte del libro, dedicada a empresas multinacionales y política mexicana en los siglos XIX y XX. En un estudio sobre bancos y banqueros europeos en México de 1864 a 1933, Carlos Marichal y Paolo Riguzzi muestran los contrastes de funcionamiento y adaptación en México entre la banca británica, la francesa y la alemana, con énfasis en la extinción de la banca británica en la última década del siglo, lo que marca un franco contraste con el resto de Latinoamérica. En las relaciones financieras entre Europa y México, nos hace ver la lectura conjunta de este texto y los de Luis Anaya y Reinhard Liehr (junto con Georg Leidenberger) sobre el Banco de Comercio e Industria y las empresas canadienses Mexican Light and Power y Mexican Tramways, la desnacionalización se manifestó primordialmente en el recurso a la figura de la free-standing company, esto es, una compañía establecida en un país para desarrollar actividades fuera de ese país. Fue el caso de casas como el Banco de Londres y México y otros, cuya matriz estaba en Europa pero cuyas actividades transcurrían en México, sin que en ello importara mucho si tales actividades incluían emisiones de billetes para el gobierno o se centraban en las operaciones tradicionales de cambio, descuento de papeles, etcétera. Un caso distinto es el de la famosa ferretería Boker, estudiada por Jürgen Buchenau en el trabajo final del libro, que tras ser creada por emigrantes decimonónicos alemanes se insertó en un grado más profundo en los negocios mexicanos en busca de la supervivencia en un país de crisis económicas y políticas recurrentes. Con todo, la Casa Boker aprovechó las oportunidades que le abría la vecindad de México con Estados Unidos y recurrió a las importaciones de productos de este último país, por lo que también participó de los vínculos económicos desnacionalizados antes vistos.

Este libro incluye, como se habrá advertido, más referencias al impacto de las actividades y las expectativas de los europeos respecto de México que al impacto que pudo haber habido en sentido contrario. Es claro igualmente que en general prevalece el estudio preciso de lo económico, incluso cuando este aspecto es abordado con la intención de delimitarlo frente a factores políticos que también pueden haber estado en juego, como es el caso de Passananti y sus consideraciones sobre la conducta de Limantour. Con todo, no se deben desestimar los aportes y sugerencias de Pietschmann o Schmidt sobre cuestiones directamente políticas. Pietschmann se muestra convencido de la posibilidad de un replanteamiento del sentido de varios acontecimientos centrales de la historia europea a partir de un enfoque atlántico. Así, el bloqueo continental napoleónico, lejos de surgir como una respuesta a la hegemonía marítima británica, bien pudo haber sido el resultado concreto y tardío de ciertos impulsos proteccionistas ya presentes en la Francia de Colbert y Luis XIV ante un mundo Atlántico sentido como amenaza. Por otra parte, como se mencionó, Grafenstein presenta un trabajo que sugiere el estudio detallado del impacto de la economía caribeña en los proyectos de renovación o reforma imperial dieciochescos en España, punto que atañe muy directamente a la historia de México. Parece así plausible sostener que más allá de sus valiosos aportes sobre la integración de México a la economía atlántica, el volumen reseñado propone vías para reinterpretar las historias latinoamericana y europea desde varios de los hechos más notables de la órbita atlántica.

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