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Nueva antropología

versão impressa ISSN 0185-0636

Nueva antropol vol.21 no.68 México Jan./Jun. 2008

 

Reseñas bibliográficas

 

Arizpe, Lourdes, Fernanda Paz y Margarita Velásquez, Cultura y cambio global: percepciones sociales sobre la desforestación en la selva Lacandona

 

Mauricio Sánchez Álvarez*

 

México, CRIM-UNAM/Miguel Ángel Porrúa, 1993

 

* Departamento de Antropología, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa.

 

Según recuerdo, no hace mucho se hablaba de la antropología urgente (Urgent Anthropology, en inglés) para referirse a aquellos trabajos que buscan rescatar lo poco que va quedando de sociedades o situaciones socioculturales que, de algún modo, parecen condenadas a desaparecer. Y este texto de Lourdes Arizpe, Fernanda Paz y Margarita Velázquez bien puede ubicarse en este género, pues, en esencia, busca llamar nuestra atención hacia lo apremiante que resulta, para la humanidad, y particularmente para el conocimiento científico, abordar conjuntamente el gran problema que representa la cuestión ambiental contemporánea en el mundo. Con esto en mente, las autoras optan por analizar el caso de la deforestación de la selva lacandona, centrándose especialmente en cómo los moradores locales perciben dicho problema y sus implicaciones. Y para adentrarnos en ese mundo, previamente nos familiarizan con los alcances globales que ha alcanzado la problemática ambiental actual y con la historia demográfica y económica reciente de la selva Lacandona. Hecho eso, nos conducen a través de las opiniones de diferentes sectores y grupos que habitan la región. Entre otros, ahí están representados: hombres y mujeres; campesinos y urbanistas; agricultores y ganaderos; indígenas y mestizos; comerciantes y funcionarios; católicos, protestantes y laicos. Las diversas estructuras socioculturales regionales y locales, entonces, asumen distintos rostros y expresiones.

La etnografía así generada es bastante fresca, pues los informantes parecen estar saliendo de las páginas. Los testimonios y opiniones acerca de la deforestación en la selva aparecen directos y claros. Permiten ver que hay efectivamente un mundo de gente, allá en esa región de México, que ve y entiende de distintas maneras ese problema ambiental. A mi modo de ver, las investigadoras se formularon dos interrogantes centrales: ¿qué tan grave es la deforestación, para distintos grupos y sectores, en el concierto de otros problemas, como la pobreza, la contaminación y la guerra?; y ¿quién debe asumir La responsabilidad para enfrentar la deforestación?, ¿la gente local?, ¿el gobierno?, ¿la comunidad internacional? En torno a estas dos preguntas, y teniendo como referencia una trama sociocultural diversificada, urden los hilos en distintas direcciones, relacionando las percepciones registradas con: las diferencias entre campesinos y urbanistas; las diferencias entre pobres y ricos; las diferencias étnicas; las diferencias entre sexos y géneros; y las cosmogonías existentes (religiosa, científica). Y en forma complementaria, también intentan explicarlas a partir del acceso a información ambiental, el manejo de esta información por parte de los medios de comunicación masiva y el predominio de ciertos valores de prestigio social (como el consumismo, machismo y la ostentación).

El resultado es, sí, un mapa de múltiples actitudes y posturas (tal como pretenden las autoras), donde hay desarrollistas y conservacionistas; fatalistas y optimistas. Un mundo cambiante, cuyo rumbo es aún incierto e imprevisible (curiosamente, la investigación, que se hizo a principios de los noventa, no detectó -o al menos no menciona- indicios del conflicto que asolaría a la selva durante la segunda mitad de la década). Sin embargo, nos dan a entender que la gente puede cambiar su actitud y su postura, lo cual parece ser un signo alentador. Y si bien esbozan elementos para una estrategia en pos de la sustentabilidad ambiental, no están claros cuáles hilos de la trama habría que pulsar para ello.

Esto quizás se debe, en parte, a un par de vacíos. Las autoras casi no mencionan el entramado institucional que, de algún modo, enmarca mucho del quehacer y del quedecir de las personas que retratan, el cual no es menos complejo, contradictorio o importante que estos últimos. Me refiero a factores, tales como los programas estatales ambientales, las acciones de las organizaciones civiles, sus lógicas internas y su concatenación con las estrategias de desarrollo social, económico y cultural existentes. Asimismo, la caracterización de la problemática global con que empieza el texto se enriquecería considerablemente si abordase temas como la interacción entre identidades socioculturales de orden local, regional, nacional y mundial (y que, más adelante, presenta empíricamente), así como la cuestión de la diversidad cultural, ambas en el contexto de la globalización. Mientras que la sección dedicada a la historia de la selva Lacandona ganaría mucho si elaborase una visión más estructurada de ésta en tanto región, como una entidad geográfica que ha ido cambiando en el tiempo de acuerdo a las estrategias de desarrollo, los procesos demográficos, los conflictos sociales y las visiones que las han alimentado, todo lo cual ha modificado de ciertas maneras al potencial ambiental subyacente.

Lo anterior, aclaro, no le resta valor ni importancia al texto (más bien revela algo del tipo de libro que me hubiera gustado leer). Además de su panorama complejo y su frescura, tiene el mérito de sugerir y proponer -casi como un desafío- la necesidad ética y disciplinaria de aceptar a un mundo así, como el de la Lacandona: abigarrado, contradictorio e incluso hostil, a fin de contribuir a su transformación. E hilando más fino, también implica que para lograr esto último debemos transformarnos en el proceso. Estoy muy de acuerdo con las autoras cuando hacen hincapié en que la cuestión ambiental y la cuestión social son inseparables y que, por lo mismo, forman parte de un imperativo ético y científico común: lograr que todos -el planeta, sus paisajes y seres- sobrevivamos dignamente. Lo cual significa que es tiempo de discutir. De oír atendiendo, para después agregar algo significativo. Pero no sólo entre antropólogos, ni entre científicos, ni entre sabelotodos, ni entre mexicanos, ni entre varones. Más bien es, parodiando a Lennon y McCartney, una suerte de All Together (K)now.

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