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Nueva revista de filología hispánica

versión On-line ISSN 2448-6558versión impresa ISSN 0185-0121

Nueva rev. filol. hisp. vol.66 no.2 Ciudad de México jul./dic. 2018

https://doi.org/10.24201/nrfh.v66i2.3430 

Reseñas

La ciencia de la palabra. Cien años de la "Revista de Filología Española"

Alejandro Rivas Velázquez1 

1 El Colegio de México. arivas@colmex.mx

La ciencia de la palabra. Cien años de la "Revista de Filología Española". Ed. de, García Mouton, Pilar; Pedrazuela Fuentes, Mario. CSIC, Madrid: 2015. 255p.


El Ayuntamiento de Madrid y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas organizaron la exposición La ciencia de la palabra. Cien años de la Revista de Filología Española para celebrar el centenario de la revista fundada por Ramón Menéndez Pidal en 1914. La exposición, en realidad, se presentó en 2015, igual que el libro que lo acompañó y que ahora comento.

El libro ha sido diseñado con el propósito de reflejar lo que fue la exposición, así que está impreso en un formato grande y en un papel estucado apropiado para la buena reproducción del material fotográfico que ilustra las colaboraciones, muchas de ellas excelentes artículos producto de nuevas investigaciones. Y es que, aunque en la actualidad es abundante la bibliografía con que contamos acerca de los trabajos del Centro de Estudios Históricos y de su célebre Sección de Filología, los trabajos de este libro presentan datos originales provenientes de archivos personales que seguramente se consiguieron para montar la exposición.

Los Comisarios de la Exposición son también los editores del libro: Pilar García Mouton y Mario Pedrazuela Fuentes, dos investigadores que han dedicado monografías a la historia de la RFE y al entorno cultural de los años de su fundación. Ambos hacen la presentación del volumen con "La Revista de Filología Española y la modernización de los estudios filológicos en España" (pp. 13-15), un par de páginas en las que luego de hacer un breve recuento del momento en que se fundó la Revista, consideran que su aparición fue "un símbolo de la modernización de los estudios filológicos" (p. 14), declaración que prepara el anuncio final de que la centenaria RFE sigue siendo moderna, pues, como parte de la celebración del centenario, el CSIC ha hecho posible el acceso y descarga en Internet de los volúmenes de 1954 a la fecha, legado que respalda lo que ambos dicen en su "Nota de los editores" (pp. 17-18), en la que consideran que la época en que apareció la Revista, además de ser relevante para la filología, también fue "el origen de su modernización" (p. 17). La importancia de la RFE en la modernización de la filología, tanto en el momento de su nacimiento, como en su actual presencia en la red, muestra algo evidente para quienes frecuentamos las páginas de la RFE: que, a pesar de los cien años cumplidos, sigue siendo una publicación actual.

Leoncio López-Ocón, del Instituto de Historia del CSIC, colabora en el volumen con "La dinámica investigadora del Centro de Estudios Históricos de la JAE" (pp. 19-53), en que realiza una minuciosa revisión del desarrollo de las teorías de los historiadores del CEH. El autor distingue tres etapas en su desarrollo, que están asociadas con las tres sedes en que trabajó el Centro: los primeros años, de 1910 a 1920, en los sótanos de la Biblioteca Nacional, época de consolidación, pero también, paradójicamente, de cierto debilitamiento, toda vez que, a causa de diversidad de problemas y dificultades a partir de mediados de la decena, cuando se disfrutaba de gran productividad y reconocimiento (p. 29), en 1919 el Centro queda reducido a cuatro secciones: filología, derecho, arte y arqueología (p. 31); en la década de los veinte se traslada a un pequeño palacete de la calle de Almagro, donde en 1923 la dictadura de Primo de Rivera frena las actividades del Centro y, por último, antes del traslado a Valencia en el otoño de 1936, la sede cambia al Palacio de Hielo en la calle de Medinaceli. Cada una de estas etapas está signada por distintos momentos en la política española. A la era de esplendor en el Palacio de Hielo, que coincide con el advenimiento de la Segunda República, cuando el Centro recibió "numerosos y generosos apoyos" (p. 43), siguió el golpe de Estado de 1936.

Otro aspecto notable del recorrido que hace López-Ocón es el que concierne a las publicaciones periódicas del CEH. Piensa el autor que un poco por "emulación", y seguramente debido al éxito y a los beneficios que trajo consigo la RFE en cuanto a la difusión internacional de los trabajos de la sección de Filología, como a ser el modo por el cual se podían obtener, mediante el intercambio y las reseñas, materiales de otros grupos de especialistas en la misma disciplina, muy pronto otras secciones comenzaron a publicar revistas. López-Ocón destaca varias importantes, como el Anuario de Historia del Derecho Español (1924) y el Archivo Español de Arte y Arqueología (1925). Una revista interesante es Índice Literario, que publicó la sección Archivos de Literatura Contemporánea de Pedro Salinas y que, aun cuando sólo publicó diez números, es ahora fundamental para conocer las novedades literarias de ese período español. Otras revistas significativas que merecen la atención del autor son Tierra Firme y Emérita, de la Sección de Estudios Clásicos, esta última publicada desde 1933 hasta la fecha.

Mario Pedrazuela Fuentes, uno de los investigadores que más ha estudiado ese período de la historia, colabora con "La modernización de los estudios filológicos en España: la sección de Filología del Centro de Estudios Históricos" (pp. 55-89). En este trabajo muestra el desarrollo de la filología en los años del CEH, cuando pasó prácticamente de la inexistencia, "basada en la inspiración creadora de una persona" (p. 56) o, como la define poco después, una "filología intuitiva y de erudición acumulativa" (p. 66), a ser una disciplina con una metodología científica que permite el estudio metódico y riguroso de diversos aspectos de la lengua y la literatura. Sitúa el inicio de la historia de la metamorfosis en la última década del siglo XIX, cuando la nueva corriente de la lingüística se fundamentaba en el positivismo neogramático, base metodológica de los primeros trabajos de Ramón Menéndez Pidal. En los veintisiete años que duró, el CEH logró imponer una metodología científica para el análisis filológico. Ligado a esto, Pedrazuela destaca otro aspecto importante en el desarrollo del CEH: el nacimiento del filólogo que podía vivir de sus investigaciones y ya no estaba necesariamente dedicado a la docencia. Este hecho se aúna a que en el CEH se dio la internacionaliza-ción de la lengua y la literatura españolas, algo en que los Cursos de Verano del CEH tuvieron mucho que ver. Pedrazuela destaca, además, las redes internacionales que logró establecer el CEH a lo largo de la historia, no sólo con Estados Unidos, sino con muchos países de Hispanoamérica.

Aunque algunos de los aspectos importantes de la RFE están presentes en varios artículos de los que componen el volumen, como la fundación o su papel en los trabajos del Centro, es en el artículo de José I. Pérez Pascual, "Breve historia de la Revista de Filología Española", donde se presenta, de manera muy clara, su desarrollo a lo largo de la historia. El autor se ocupa de las revistas de la disciplina que la precedieron, desde la más antigua Archiv für das Studium der Neveren (1846), hasta El Lenguaje. Revista de Filología, publicación mensual de divulgación que se editó entre 1912 y 1914. Con detalles como éstos, Pérez Pascual da una visión más clara del contexto en que aparece la Revista del CEH y de las publicaciones que la inspiraron, pero de entre las cuales debía destacar para ocupar el lugar de importancia que ahora tiene.

Cuando Pérez Pascual realiza el análisis del contenido de los números de la RFE encuentra que, de acuerdo con los criterios que actualmente se aplican para evaluar las publicaciones científicas, sin duda se valoraría negativamente el hecho de que la mayoría de las colaboraciones fuese de miembros del CEH, en especial de los rectores de la Revista. Nada menos, recuerda el autor que ahí se publicaron algunos de los mejores trabajos de Ramón Menéndez Pidal, lo mismo que se puede decir de varios de sus colaboradores. Es algo natural, pues la RFE era el medio de difusión de las investigaciones del Centro. Pero me parece interesante reflexionar sobre este tema, más teniendo enfrente una publicación tan importante y tan influyente en el mundo de la filología.

Al tratar el tema de los estudios medievales en el CEH, con la profundidad con que lo hace Ángel Gómez Moreno en "La Edad Media en la Revista de Filología Española" (pp. 143-174), encontramos seguramente la clave del éxito de los estudios filológicos en el grupo de Menéndez Pidal, y tratándose del tema es imperativo ocuparse de la figura de Antonio García Solalinde, filólogo de los años de fundación del CEH, que muy pronto dio muestras de singulares dotes para el tratamiento de los textos medievales. Gómez Moreno no duda en considerarlo uno de los primeros españoles en aplicar el método filológico y la crítica textual de corte lachmanniano a los textos medievales, trabajos importantes que nos dejó antes de su prematura muerte en 1937. Como parte del programa de internacionalización emprendido por el CEH, Solalinde marchó a Estados Unidos a trabajar, y luego de estar en varias universidades llegó a la de Wisconsin, Madison, en 1928. Ahí fundó en 1929 las bases del mítico Seminary of Medieval Spanish Studies, cuyos trabajos continúan hasta hoy y que ha producido la herramienta que hoy se conoce como BETA (Bibliografía Española de Textos Antiguos).

Pilar García Mouton, coordinadora del proyecto de edición del ALPI, hace un detallado recorrido por la historia de uno de los principales proyectos del CEH en "Los trabajos del Atlas lingüístico de la Península Ibérica (ALPI) y la Revista de Filología Española" (pp. 175-208), proyecto en el cual, como en muchos otros, los miembros del CEH tuvieron que partir de cero, y los fundadores, Menéndez Pidal y Tomás Navarro, buscaron los aparatos y materiales en el extranjero para crear su Laboratorio de Fonética. El modelo con el que se contó desde un principio fue el Atlas linguistique de la France (ALF) de Jules Gilliéron y Edmond Edmont, que se había publicado en 1902. La idea de Menéndez Pidal consistía en hacer un Atlas que se ocupara de las variedades románicas de la Península y de las islas Baleares. Luego de las primeras dificultades, los trabajos de campo empezaron en 1931 y avanzaron rápidamente hasta la Guerra Civil.

El propósito de García Mouton es mostrar cómo estos trabajos se reflejaron en la RFE. Así, describe desde la "Noticia del Atlas", en 1923, hasta el "Alfabeto fonético" de Tomás Navarro publicado sin firma en el volumen 2 (pp. 374-376), que fue de mucha utilidad para unificar la transcripción incluso de los trabajos que se publicaban en la Revista. Pero también se publicaron algunos resultados importantes, como el trabajo, producto del viaje de Tomás Navarro, Espinosa y Rodríguez-Castellanos, para establecer las fronteras del andaluz, publicado en el volumen 20 (1933, pp. 225-277).

Al estallar la Guerra, el proyecto se interrumpe y empieza una larga y accidentada espera. Actualmente siguen los trabajos de edición del ALPI y en la red están disponibles muchos materiales y encuestas muy útiles para la investigación. Este artículo es uno de los que aprovecha mejor las posibilidades gráficas de la edición del libro y García Mouton nos presenta material fotográfico reunido en las encuestas, así como de los primeros instrumentos para recoger muestras de habla.

Mariano Quirós García es el autor de "«El pueblo que se aísla no tiene derecho a vivir». La sección de Bibliografía de la Revista de Filología Española". Este interesante estudio, que toma parte del título de la Memoria de la JAE de 1907 y que muestra la necesidad de que España se situara en el ámbito universal, está dedicado a una disciplina clave para que el CEH pudiera alcanzar el nivel que llegó a tener. Uno de los primeros retos para el Centro fue conseguir información bibliográfica actual y pertinente para la investigación. En esto, la RFE era fundamental, porque gracias a ella el Centro recibía libros para reseña y otras publicaciones por medio del intercambio. No obstante, Quirós García cuenta que el primer número de la RFE se publicó con retraso por lo difícil que era conseguir las revistas para completar la Bibliografía en ese año de 1914.

En la historia de la RFE existen algunos aspectos que durante años hemos conocido de manera fragmentada y que más bien forman parte de nuestro anecdotario. Tal es la historia de Tomás Navarro con los materiales del ALPI. Otro tema que conocíamos, pero que podemos ver ahora gracias a las ilustraciones de La ciencia de la palabra, es un librito hecho por Solalinde y Alfonso Reyes, el cual, una vez publicado en 1917, se ofrecía de manera gratuita a quien lo solicitaba. El opúsculo es interesante por lo que representa, pues además de ser útil para unificar criterios bibliográficos entre los colaboradores del CEH y los de la propia RFE, servía para facilitar la colaboración de los lectores. El folleto de 26 páginas se llamaba RFE. Sección Bibliografía. El hecho es relevante porque suponía una forma de involucrar al público en el proyecto de la Revista que, por lo demás, publicaba una tirada de las entregas bibliográficas impresas por un solo lado para que las fichas se pudieran recortar y nutrieran los ficheros de los lectores. Es sugerente ver en La ciencia de la palabra la reproducción de algunas páginas de este folleto, que muchos conocíamos sólo por alguna mención de Alfonso Reyes.

La ciencia de la palabra termina con un artículo de Carlos Domínguez, "El Boletín de la Real Academia Española", una publicación dirigida en sus inicios por Emilio Cotarelo y Mori que se fundó, como la RFE, en 1914, y que, como ella, tuvo una historia accidentada; no obstante las vicisitudes, continúa publicándose hasta hoy. Sin duda, ambas historias nos enseñan mucho sobre las publicaciones científicas en el ámbito hispano.

El centenario de la Revista de Filología Española llega en un momento de cambios importantes. La Revista trabaja en el proyecto de poner la totalidad de sus contenidos en Internet, lo que además implica cambios en el formato con que se publican los materiales e, incluso, en la manera como se maneja una publicación académica. En algunas colaboraciones de La ciencia de la palabra aparecen comentarios sobre la obligación de las revistas actuales de no publicar trabajos de los investigadores cercanos a la dirección de la revista, algo impensable en los primeros años de la RFE y de las revistas de su tiempo, que vieron enriquecidas sus páginas con los escritos de los ilustres directores. Así pues, este volumen dedicado a conmemorar los cien años de la Revista, se nos presenta de gran actualidad, y utilidad, ante los nuevos retos que enfrentan las revistas académicas.

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