SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.73 número3Sobre Josefina Zoraida Vázquez y Vera (coord. e intr.), Los centralismos mexicanos, 1835-1846Sobre Francie Chassen-López, Mujer y poder en el siglo XIX. La vida extraordinaria de Juana Catarina Romero, cacica de Tehuantepec índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Historia mexicana

versión On-line ISSN 2448-6531versión impresa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.73 no.3 Ciudad de México ene./mar. 2024  Epub 22-Ene-2024

https://doi.org/10.24201/hm.v73i3.4468 

Reseñas

Sobre Fausta Gantús, Florencia Gutiérrez y Alicia Salmerón, La toma de las calles. Movilización social frente a la campaña presidencial, ciudad de México, 1892

Diana Ferullo1 

1Universidad Nacional de Tucumán-Universidad de San Pablo-Tucumán, Fondo Nacional de las Artes

Florencia Gutiérrez, Fausta Gantús; Salmerón, Alicia. La toma de las calles. Movilización social frente a la campaña presidencial, ciudad de México, 1892. ,, México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2020. 221p. ISBN: 978-607-861-176-8.


Este libro es el octavo volumen de una colección sobre historia electoral y prácticas políticas que el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora edita desde 2014. Está escrito por tres prestigiosas investigadoras de larga trayectoria en temáticas de historia política y social, quienes abordan el profundo desafío de construir un texto candente en el que sus voces marchan al unísono, en el que se diluyen sus ámbitos específicos de estudio para la creación de un relato que las contiene, las complementa y las potencia como autoras. El devenir fluido de la narración es jalonado por picos de tensión y nutridas páginas con reproducciones de caricaturas que otorgan profundidad y complementariedad al análisis. El resultado es una obra que lleva al lector, del ceño fruncido y el corazón palpitante de expectativas, al desborde de la ironía y la risa.

Pocos temas sean quizá tan actuales, y hasta me animaría a decir globales, como las manifestaciones, movilizaciones sociales y marchas cívicas que toman las calles por causas políticas, junto con sus intentos de regulación y control por parte del Estado. En dicha búsqueda, Gantús, Gutiérrez y Salmerón se preguntan por los orígenes de estas prácticas en México y logran situarlas en los icónicos derroteros de 1892, en el marco de la tercera reelección consecutiva a la presidencia de Porfirio Díaz. De acuerdo con las autoras, ese año clave, de cambios profundos, de crisis política y económica, puso de manifiesto problemas de representación que fueron vehiculizados por medio de una novedosa alianza integrada por estudiantes, artesanos y obreros. La misma enarboló como lema aglutinante su férrea posición antirreeleccionista y en reiteradas oportunidades a lo largo de un mes marchó sobre las calles de la ciudad de México, logrando hacer suyo el centro neurálgico de la política del país.

El libro consta de tres capítulos. El primero aborda la coyuntura de 1892 desde distintas dimensiones: la normativa electoral; la reforma constitucional de 1890 que restituyó la reelección por tiempo indefinido dando mayor estabilidad, permanencia y concentración del poder al elenco político porfirista; la crisis económica, agrícola y fiscal de 1891-1893, que movilizó y politizó a la población en el marco de rebeliones y levantamientos; las prácticas políticas asociacionistas y de movilización del voto sobre las que se organizó la campaña presidencial de Díaz y su contracara expresada mediante la sátira visual antirreeleccionista publicada en los periódicos de oposición.

El segundo capítulo se centra en los movimientos reeleccionistas y antirreeleccionistas, su respectiva organización en clubes, sus despliegues, competencias simbólicas y su uso del espacio público como teatro de disputas sociopolíticas. Las autoras identifican a los líderes de ambas agrupaciones, analizan el papel de los intermediarios y manifestantes, subrayan las modalidades de jerarquización y disidencias internas, y explican ciertos brotes de hispanofobia que se enraizaban en resentimientos de clase. Remarcan que los antirreeleccionistas eran una coalición de jóvenes que provenían de orígenes socioeconómicos y profesionales diversos, que carecían de una organización perdurable, pero que capitalizaron los entramados relacionales y las prácticas del asociacionismo estudiantil y laboral. Entre estas últimas destacan las comisiones de vigilancia y propaganda, las convocatorias para sumar representantes y buscar financiamiento, junto con su apropiación del imaginario de la revolución francesa y de héroes nacionales mexicanos como Hidalgo o Juárez.

En este sentido, pese a ser caricaturizados por sus opositores como sujetos indisciplinados, inexpertos y dependientes, los antirreeleccionistas configuraron nuevas dinámicas de oposición y de contienda política originando un contrapunto para una candidatura de Díaz que pretendía imponerse unánimemente. Dichos análisis matizan la imagen de pasividad de la ciudadanía, reiterada en interpretaciones historiográficas anteriores, y bucean en las causas del apoyo de ciertos sectores populares al nuevo movimiento. Asimismo, se visibilizan las formas en las que este descontento social, articulado a través de la prensa y de diversas asociaciones urbanas, logró calar hondo y resignificar los entramados urbanos.

En esta dirección, Gantús, Gutiérrez y Salmerón reconstruyen de manera pormenorizada los recorridos de las manifestaciones reeleccionistas y antirreeleccionistas junto con sus espacios de confrontación, analizando los significados simbólicos del uso del espacio público, las tradiciones previas que los sustentaban y la lucha de los contrincantes por hacerlos suyos. Demuestran las maneras en que los re corri dos tradicionales por la Alameda Central, el Palacio Nacional y las redacciones de periódicos, ampliaron los perímetros de circulación hacia los barrios, resignificando nuevas reivindicaciones urbanas e incorporando nuevos actores populares que expresaron sus propias demandas sociales. Estos trayectos, graficados a partir de los planos de la ciudad, se completan con códigos QR que permiten observarlos en detalle en nuestros ordenadores y compartirlos de manera digital a través del repositorio institucional del Instituto Mora. También son un acierto los cuadros que reseñan las modificaciones legislativas y constitucionales desde 1857 hasta principios del siglo XX, junto con otros que toman en consideración tanto a los candidatos a cargos nacionales como a los detenidos en las manifestaciones.

Estas últimas, que congregaban a miles de personas y se llevaron a cabo en un primer momento sin incidentes, pronto sufrieron desbordes que tuvieron como respuesta una fuerte represión por parte de las autoridades oficiales. Los gritos, pedradas, robos y pánico dieron paso a una dimensión guerrera que culminó con un muerto, 60 hombres presos, la desarticulación del movimiento antirreeleccionista y el desprestigio del régimen. Como consecuencia, y en contraposición a su primigenia representación de jóvenes inofensivos que no contaban con un candidato a la presidencia, el oficialismo redobló sus esfuerzos para espiar, cooptar, intimidar y encarcelar a sus líderes, boicoteando los movimientos del grupo.

El tercer capítulo centra su enfoque en las representaciones e interpretaciones visuales de la prensa, cuyas imágenes satíricas abrieron los debates respecto de la legitimidad del uso del espacio público y de la toma de las calles. Los periódicos, en concordancia con libros anteriores de la colección, son analizados no como meras fuentes documentales o espacios de enunciación, sino como actores protagónicos de acción política. Desde sus redacciones se fundaban clubes y se escribían páginas que enraizaron luchas por definir cuál de los dos bandos encarnaba al verdadero pueblo, operación que incluía la denostación del adversario. En esa línea, la violencia y los desbordes eran atribuidos a un “bajo pueblo”, carente de sentido moral, con el que ninguno de los grupos parecía identificarse.

El discurso satírico visual de los partidarios de Díaz viró en torno a sus oponentes, de organizadores de manifestaciones infantiles a amenazas latentes para la república, seguidos por turbas destructoras del orden. A través de personajes populares que lucían descalzos, con sus sombreros roídos y los puños cerrados, se llegaba a asimilarlos con bestias. Es decir, se pasó de la subestimación del movimiento a la sobrestimación de sus posibilidades. Las autoras explican este pasaje a partir de la pérdida de control del gobierno de las calles de la capital por un breve lapso de tiempo, que ponía en cuestión la estabilidad y el orden propugnado por las autoridades. Por su parte, los antirreeleccionistas caricaturizaron al régimen como un proveedor de cargos y de dádivas y usaron como metonimia del presidente a su espada “la matona”, que junto a “el garrote” se unían a las representaciones de una autoridad implacable y despótica que golpeaba con fuerza represora los “motines populares” con la ayuda de la “psicología del cañón” y “las balas del terror”. En esta dirección, las autoras destacan que no en vano pasarían casi dos décadas para que otras expresiones disidentes se animaran a manifestarse públicamente contra la reelección de Díaz. En síntesis, la prensa mostraba una sociedad dividida tensamente entre adeptos y detractores al régimen, que se acusaban mutuamente de construir realidades tendenciosas que avivaban los debates públicos.

Así como Gantús, Gutiérrez y Salmerón manifiestan abiertamente que la escritura de este libro les implicó un reto, lo mismo puede decirse en torno a reseñarlo. La toma de las calles… es un libro inmenso por la diversidad de actores y de representaciones que analiza, por sus lecturas transversales a partir de un universo de fuentes escrutadas que abarcan: legislación electoral, prensa, correspondencia privada, hojas sueltas aparecidas a partir de las movilizaciones, expedientes de la policía secreta, diarios de debates de cámaras legislativas e incluso fuentes orales a través de cánticos populares. Es decir, teje por medio de su escritura las más mundanas y exquisitas complejidades que le caben a un fenómeno histórico y abre líneas a investigaciones y preguntas más amplias e interrelacionadas, como el surgimiento de nuevas prácticas entre leales y críticos al gobierno. También debe destacarse la mirada “a ras del suelo” que analiza los procesos electorales en sus juegos de intereses y negociaciones como movimientos atravesados por variantes como la edad, la etnia, la clase o el género. Por último, el trabajo de Gantús, Gutiérrez y Salmerón invita a construir nuevas investigaciones que sondeen las caleidoscópicas complejidades del surgimiento de una política callejera mexicana y dan base para repensar estas dinámicas sociales en otras latitudes latinoamericanas.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons