En su libro más reciente, Carmen Martínez Martínez parece haber encontrado un filón, lo más cercano a “los escritos íntimos y propiamente personales” que José Luis Martínez señaló como un “vacío notorio”, a propósito de los “documentos cortesianos”.1
A partir de un escrupuloso acopio y seguimiento documental, Martín Cortés. Pasos recuperados estudia el mayorazgo del conquistador, nacido en Cuernavaca en 1532 de su matrimonio con Juana de Zúñiga. Dicha base no se contrapone con un sesgo biográfico, sentimental y aun psicológico del protagonista del libro, el cual se desprende de la reconstrucción de los escenarios y etapas de su vida: el entorno familiar y su primer preceptor en la Nueva España; el viaje a España en 1540 acompañando a su padre; sus tutores y la cultura cortesana que recibió en la península; su matrimonio arreglado; su periplo europeo por Inglaterra, Flandes y Francia. Descubrir los márgenes de libertad que le permiten sus múltiples ataduras parece ser el principal aprendizaje que el heredero de Hernán Cortés adquiere en sus años de juventud. Si bien no se trata de una biografía histórica, Martín Cortés aporta suficientes elementos para emprender un trabajo de este tipo.
Carmen Martínez sitúa al lector en los lugares donde transcurrió la infancia y juventud de Martín Cortés; explica su relación con gente de la nobleza como el Conde de Aguilar -curador, tío y también suegro de Martín Cortés al contraer éste matrimonio con Ana de Arellano-, el Duque de Medina-Sidonia, Juana de Zúñiga, su madre, viuda del conquistador y hermana del conde. La investigadora desentraña una compleja red de parentesco, relaciones, propiedades, obligaciones y compromisos, en medio de la cual se moldea la personalidad de don Martín Cortés, segundo Marqués del Valle, acostumbrado desde muy joven a tratar con asesores y consejeros, hábil negociante, inclinado al consumo de toda clase de bienes, familiarizado con la corte y la nobleza, desenfadado y malicioso.
El libro trata sobre Martín Cortés en un periodo sobre el que existen “más sombras que luces” (p. 16) y abarca, como el título lo indica, hasta el momento en que se embarca rumbo a la Nueva España para hacerse cargo de sus bienes, en un viaje que acabará mal.
Estudiar al hijo y heredero de Hernán Cortés enriquece la visión de la especialista en el conquistador desde una perspectiva no centrada en éste. Para sus lectores, especialmente los historiadores mexicanos, conocer la vida de Martín Cortés anterior a su regreso a México en 1563 modifica la visión preterizada que se tiene de la “conjuración de Martín Cortés” (1566) desde la historiografía liberal, y es el asunto con el que se le vincula casi de manera exclusiva hasta ahora.
La historiografía decimonónica mexicana, en especial José María Luis Mora, vio la conjuración como un intento fracasado de emancipación política, dentro del esquema que planteaba en México y sus revoluciones. Manuel Orozco y Berra hizo un estudio del tema a partir de los documentos del proceso conservados en el Archivo General de la Nación y publicó en 1853 Noticia histórica de la conjuración del marqués del Valle. Años de 1565-1568. Formada en vista de nuevos documentos originales y seguida de un extracto de los mismos documentos. Poco después apareció en el Apéndice del Diccionario Universal de Historia y Geografía su estudio “Conjuración del Marqués del Valle (1565-1568)”. El testimonio de Juan Suárez de Peralta sobre la conjuración de Martín Cortés en su libro Noticias históricas de Nueva España, dado a conocer en 1878 por Justo Zaragoza, fue la fuente en que se basaron estudiosos y escritores del siglo XX para recrear el episodio y el personaje. Destacan las aportaciones de Agustín Yáñez con la publicación de la parte que dicho autor dedica al tema bajo el título La conjuración de Martín Cortés en la Biblioteca del Estudiante Universitario (1945); de Fernando Benítez con La vida criolla en el siglo XVI (El Colegio de México, 1953), y de Carlos Fuentes con “Los hijos del conquistador” en El naranjo o los círculos del tiempo (Alfaguara, 1993).
La conjuración ha sido vista como expresión de una nueva sociedad y manifestación de una conciencia criolla nacionalista. El episodio se consideró como antecedente y punto de partida de un proceso histórico y de identidad cuya completa significación no se revelaría sino varios siglos más tarde.
Carmen Martínez ha localizado documentos en diversos archivos españoles (la Real Chancillería de Valladolid, el Provincial de Valladolid, el General de Indias, el de Simancas) y bibliotecas madrileñas; en el Archivio di Stato de Nápoles; en México, donde sus propias conjeturas la llevaron a encontrar en el ramo Hospital de Jesús y otros del Archivo General de la Nación las piezas faltantes, muchas de ellas desconocidas y sorprendentes, para armar el “rompecabezas” (p. 36) de todo aquello relacionado con Martín Cortés y la herencia del Marquesado del Valle de Oaxaca.
La historiadora duda, establece las conexiones e interpreta un corpus que visto desde fuera se antoja árido, propio de notarios. Detrás de los gastos, deudas, pagos, dotes, cuentas, cartas poder, demandas, pleitos, pleitos-homenaje, finiquitos, etc., metidos en infinidad de expedientes van perfilándose los agentes de dichos contratos y negocios: los tutores y representantes del segundo marqués, contratistas, prestamistas, banqueros, su madre, esposa y hermanos, incluidos sus medios hermanos o hermanos sólo de padre.
Además de arrojar información de primera mano sobre protagonistas hasta ahora considerados secundarios, el libro caracteriza un pasado en que conviven una gran vitalidad e infinidad de aporías. “La sociedad castellana de la época era pleiteadora”, confirma la historiadora (p. 79) cuando analiza los gastos, falta de liquidez y aprietos económicos del joven marqués, digno representante de su tiempo.
Si bien el mayorazgo de Martín Cortés es el tema central del libro, la autora busca destacar la relación con su hermano homónimo, Martín Cortés mestizo, el hijo de la Malinche. Este último, recreado en México como un personaje en más de una novela, se presenta aquí desde cédulas, probanzas y declaraciones que muestran rasgos de su personalidad. Martín Cortés. Pasos recuperados documenta, por ejemplo, un viaje de Martín mestizo -que vivía en España desde 1528- a la Nueva España en 1540 que nadie había registrado. Fue entonces cuando conoció y trató a Juana de Zúñiga y estuvo con su hermana María, hija de Malintzin y Juan Jaramillo (p. 37).
Un dato interesante que consigna Carmen Martínez es que todos los hijos que Hernán Cortés tuvo con otras mujeres en la Nueva España antes de su matrimonio con Juana de Zúñiga fueron legitimados mediante una bula de Clemente VII de 1529; la autora deja claro que “los hijos de Hernán Cortés, pese a las diferencias, se mostraron unidos, como le hubiera gustado a su padre. Martín Cortés mestizo respetaba al nuevo Marqués del Valle, al que superaba en años y al que acompañó durante algunos meses en Sevilla, Valladolid y Nalda, no como una sombra sino como alguien que asumía que el cabeza del linaje era su hermano” (p. 77).
El libro tiene la virtud de exponer los resultados de una investigación meticulosa y abundante en capítulos concisos de no demasiadas páginas. Su autora muestra habilidad para manejar muchos hilos en la mano que ha sabido tejer con cuidado sin dejar cabos sueltos ni desperdiciar algún guiño humorístico. Carmen Martínez se mantiene dentro de la medida justa de la interpretación al evitar conclusiones más allá de lo que dicen los propios documentos y en ello reside su principal aportación. No se queda por esto en una visión historicista estrecha de la época, sino que desde el fondo de los protocolos y las fórmulas legales y lingüísticas, el libro contribuye a entender el porfiado empeño de los conquistadores y sus descendientes en colocarse en sociedades estrictamente reguladas y ambientes donde predominan la desconfianza y la sospecha.
“El modo de vida de la corte fue el que [Martín Cortés] reprodujo en Nueva España, ahora en un ámbito en el que sus atavíos, comportamiento y hasta su lenguaje, suscitaron no pocas suspicacias y concitaron miradas interesadas” (p. 191). Las conclusiones resaltan el contraste entre la metrópoli y el virreinato, dos mentalidades y dos sociedades distintas. Si bien la etapa mexicana del segundo Marqués del Valle, incluida la “conjuración”, queda fuera de los límites de este libro, al presentar la vida hasta ahora desconocida de Martín Cortés y su círculo de allegados y parientes, la autora sugiere y da las bases para entender la ambivalencia de dicho suceso y en general la historia virreinal del siglo XVI desde un enfoque más amplio, no sólo novohispano.
Se trata de una auténtica recreación a partir de documentos y testimonios conservados en distintos archivos, lo cual implica un arduo trabajo de búsqueda y seguimiento de las personas y sus actos o acciones a través de la lógica de los archivos y sus criterios de clasificación. Sin partir de hipótesis previas ni ostentar una postura teórica, el resultado conseguido por esta historiadora contrasta con el peso que las categorías, conceptos y esquemas tienen en la interpretación histórica, marcando en este sentido los derroteros de la investigación. Martín Cortés. Pasos recuperados nos introduce de lleno en la vida de la segunda mitad del siglo XVI, devuelve a lo individual y concreto lo que hay de capacidad agente y de cambio en una coyuntura que aún tiene mucho por revelar.