SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número77GONZÁLEZ REYES, Gerardo y Magdalena PACHECO RÉGULES (coords.), La religiosidad popular en México: una visión desde la historia, México, Universidad Intercontinental, 2019, (Serie Religiosidad Popular desde sí misma, núm. 3), 189 pp.RAMÍREZ, Sergio, Tongolele no sabía bailar, México, Alfaguara, 2021, (Narrativa Hispánica, premio Cervantes), 344 pp. índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Tzintzun. Revista de estudios históricos

versión On-line ISSN 2007-963Xversión impresa ISSN 1870-719X

Tzintzun. Rev. estud. históricos  no.77 Michoacán ene./jun. 2023  Epub 02-Jun-2023

 

Reseñas

SÁNCHEZ DÍAZ, Gerardo, La presencia del exilio republicano español en la Universidad Michoacana, 1938-1966, Madrid, Marcial Pons/Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2020, 607 pp.

Alberto Enríquez Perea1 

1Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

SÁNCHEZ DÍAZ, Gerardo. La presencia del exilio republicano español en la Universidad Michoacana, 1938-1966. 2020. Marcial Pons/Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Madrid: 607p.


No sé qué me gusta más de la vida profesional y de la obra del doctor Gerardo Sánchez Díaz, si el arte de investigar, la figura de maestro entregado a sus alumnos, su cariño a la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, a su tierra natal, a Michoacán o a sus instituciones. Es difícil a la hora de decidir qué me gusta más porque todo lo que hace me agrada. Lo veo pues, como un gran maestro e investigador, un buen amigo que abre caminos y enseña. Es, asimismo, un buen sembrador. Sabe y conoce como el campesino la tierra que trabaja. Busca una buena semilla, hace surcos bien alineados para que el agua fluya sin obstáculos. Quita las malas yerbas para dejar que la planta crezca y dé sus frutos. Al final de la jornada laboriosa y extenuante, recoge con amor y cariño la obra que cuidó con tanto empeño.

El trabajo laborioso del doctor Sánchez Díaz me recordó este episodio. Cuando Alfonso Reyes escribía su primer largo ensayo sobre Goethe, Río de Janeiro, 1931-1932, hizo una extensa bibliografía en varios idiomas. Y entre los autores que le ayudaron a descubrir la alta personalidad del autor de Fausto, estaba Benedetto Croce, quien señalaba que si no hubiera sido “gran poeta en los versos lo hubiera sido en la vida y su obra se unen indisolublemente, y esta es en el más profundo sentido autobiográfico”. Así me parece que me encuentro con el doctor Sánchez Díaz. Su vida y su obra van de la mano y en muchos sentidos es su propia autobiografía.

No sé exactamente cuántos libros de autor lleva el doctor Gerardo. Apenas salió uno cuando ya está en la imprenta otro o está a punto de ver la luz. Además de libros de este tipo, es coautor, editor y coordinador. Hombre de libros y de múltiples saberes porque casi todo lo que toca le interesa y lo aborda. Ayer, ya estaba disertando sobre la música. Antes, escribió sobre la comida. En tiempos no tan remotos del café y del juguete. Y al gran amor de su vida la consiente, la cuida, le duele lo que le pasa, sufre por ella. Es tan grande ese amor y cariño que le ha dedicado buena parte de sus desvelos y que bien vale decir su nombre: la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

Nada se le ha escapado, o casi nada, al doctor Sánchez Díaz de la historia de esta Universidad, su Universidad, que también es mía. Y en esta nueva entrega de sus quehaceres y preocupaciones está La presencia del exilio republicano en la Universidad Michoacana, 1938-1966, libro que tiene toda la marca del doctor, es decir, sus gustos, sus desasosiegos, sus pasiones. Cuenta bien la historia, escribe bien y creo que hasta diseña su libro, escoge el papel, busca y decide qué tipo de letra y a cuántos puntos y si es a una o dos columnas. Al mismo tiempo, busca el diálogo entre la palabra y la imagen.

En ese diálogo, entre la palabra y la imagen, destaco las fotografías que están en las páginas 14, 34, 35, 39, 40, 45, 59, 85 y 86 y 416. Historia contada por lo que el fotógrafo vio a través del “ojo mecánico” que con precisión y exactitud toma y queda impresa. De la guerra al exilio, de Francia a México, de una figura estelar y solidaria a la de los maestros republicanos españoles en la Universidad Michoacana y la de un hombre que entendió su papel al frente de una institución que iba a realizar una hazaña sin precedente en la historia mexicana.

Imágenes fuertes que nos dicen cómo fue la guerra y el exilio. Una guerra no deseada porque el espíritu cívico y democrático de los españoles se impuso y creó, legal y legítimamente, una República. Había una Constitución, un marco legal, medios para solucionar los conflictos. Sí, eran insuficientes, dicen unos para justificar el golpe militar; pero eso fue lo que decidieron las urnas y más tarde el Congreso Constituyente de 1931. Hubo otros que desde el mismo día de la instauración de la República, conspiraron y lograron un lustro después iniciar una guerra con aliados a fuerzas contrarias a la vida democrática y republicana.

El hecho fue que esa guerra obligó a un exilio nunca visto en ese tiempo. Robert Capa vio un día una fila de republicanos que salían de su país, y en esa fila iba una mujer que en su rostro reflejaba el dolor y la tristeza. Era la imagen de España. Todo lo que había hecho con su familia a lo largo del tiempo apenas entraba en una maleta. Los hombres estaban mejor organizados, según la lente del fotógrafo, pero iban sin saber su destino. Marchaban hombres, mujeres, niños, ancianos. Largas e interminables filas de republicanos cuyo pecado fue fundar una República y defenderla. Cruzar la frontera por lo menos era ya una meta.

Las fotografías de los barcos el Sinaia y el Mexique son imágenes también portentosas. El embarque, la travesía y la llegada a México fue toda una odisea. Pero no se diga esa fotografía del presidente Lázaro Cárdenas y la de Alfonso Reyes. La de un hombre de Estado y la del hombre que sabía cuál era la responsabilidad de la inteligencia (Medina Echaverría). La seriedad de Cárdenas contrasta con la sonrisa de don Alfonso. Y no es que no supiera sonreír el ilustre presidente michoacano ni que Reyes no pudiera poner cara adusta. Solo que, el que era presidente de La Casa de España, hasta filosofía sobre la sonrisa sabía hacer, como bien lo recordaba María Zambrano en esos días que juntos estuvieron en Pátzcuaro. Acaso también explique la satisfacción de ver en esos días de 1939, que la tarea emprendida desde esa, La Casa, ideada y bien pensada desde Buenos Aires en 1936, se estaba cumpliendo: que la savia de la inteligencia de los republicanos españoles se dispersara por todo México. Y eso explica también una fotografía de don Alfonso, en mangas de camisa, con botones desabrochados, todo relajado y con su clásica boquilla y cigarro encendido. Vaya que estaba contento porque aquí, la Universidad Michoacana, estaba dando buenos frutos.

Y la mejor prueba de ello son las fotografías de los exiliados republicanos en Morelia. Eran otros. Estaban haciendo lo que ya no pudieron hacer en España. Aquí tenían bibliotecas y si los libros no eran suficientes o no se tenían, se pedía prestados en otros repositorios o se compraban. Laboratorios se tenían y si no se construían. Así pues, continuaron con sus investigaciones, las adaptaron o crearon nuevas disciplinas que necesitaba el país de acogida. Los resultados de sus trabajos científicos y literarios muy pronto se conocieron en las publicaciones locales y nacionales. Cómo no iban a estar contentos los maestros españoles. El recuerdo de sus días en Morelia fue imperecedero, aunque ciertamente nadie olvidaba España. Pero no pasó mucho tiempo para que unos solicitaran su nacionalización, otros buscaran mejores oportunidades en distintos países, mientras que algunos más se aventuraron y regresaron.

Para el doctor Sánchez Díaz, las imágenes tienen su propio lenguaje, le ayudaban en lo que quería, pero él deseaba expresarlo en el suyo. Y así empezó esa larga y dura tarea del investigador que es la búsqueda de sus fuentes y, al tenerlas, pensar, escribir y al terminar, qué grande satisfacción. Un libro de 608 páginas bajo dos sellos, uno de México y otro de España. Los dos, muy entrañables: el de Marcial Pons y la Universidad Michoacana. Para hacer esta gran investigación buscó documentos en 35 repositorios locales, nacionales e internacionales, tuvo a su disposición 39 fuentes hemerográficas, dos fuentes manuscritas y mecanuscritas, 21 fuentes electrónicas y 855 fichas bibliográficas que suman 47 páginas en la parte relativa a “Fuentes”. ¿Cuánto tiempo le ocupó esta tarea de investigación al doctor Sánchez Díaz? Varios años sin descuidar varios proyectos. Porque el que fue director del Instituto de Investigaciones Históricas, es de varios y variados propósitos al mismo tiempo sin descuidar la formación de sus alumnos. Ahora vemos el resultado de una fecunda y larga labor. Una investigación que hacía falta y que llena un hueco.

Si las fotografías seleccionadas por uno de los coordinadores de La Universidad Michoacana y la ciudad de Morelia 1917-2017 son importantes, la historia que nos narra es rica en aportaciones. Pasó de las causas de la guerra civil a los inicios de la “operación inteligencia”, de las primeras invitaciones a sabios españoles para estar en México y sus primeros acomodos en instituciones de educación superior y de investigación en la Ciudad de México y en algunos estados de la República, para llegar a la ejemplar relación que se mantuvo por varios años entre La Casa de España en México, transformada más tarde en El Colegio de México, y la Universidad Michoacana. Porque, efectivamente, no fue con la única institución que esta Universidad logró acuerdos para beneficio de los alumnos, de la investigación científica y del desarrollo económico y científico del estado de Michoacán. Gracias a esas gestiones entre instituciones, los republicanos españoles llegaron a esta Universidad Michoacana dejando una obra publicada y enseñanza en varias generaciones de michoacanos.

Para su estudio, el doctor Gerardo Sánchez la dividió en dos partes. La primera: Los profesores extraordinarios y de planta; la segunda: El exilio español y la Universidad de Primavera Vasco de Quiroga. En la primera estuvieron 17 profesores; en la segunda, 19, incluidos los alumnos del doctor José Gaos, Juan Hernández Luna y Bernabé Navarro. El primero, michoacano; el segundo, jalisciense. Y entre una y otra parte, buenos temas: “La voz y el canto de los poetas del exilio”, “La voz de los poetas solidarios con la causa republicana”, “Los conferencistas de la Segunda República y el exilio republicano en la Universidad Michoacana”, “Vanguardia Nicolaita y el IV Centenario del Colegio de San Nicolás” y “Los ciclos de la Universidad de Primavera Vasco de Quiroga”, que bien pudo ser una tercera parte.

Las 34 figuras de la inteligencia española que estuvieron en la Universidad entre 1938-1966, fueron abordadas de esta manera: una brevísima presentación, lugar y fecha de nacimiento, educación, formación, la llegada de los republicanos españoles a México y a la Universidad, sus labores como docentes y de investigación, los artículos y libros que tenían antes, cuando estuvieron en esta casa universitaria y después de ella. Acompaña a cada semblanza su respectiva fotografía. Cuando no la hubo, tenemos dibujos a lápiz que no dudo que el doctor Sánchez Díaz los mandó hacer para este trabajo y que muchos de los que aquí se presentan forman parte del archivo particular del doctor. Estos retratos a lápiz son de María Zambrano, Rosendo Carrasco Formiguera, Juan Roura Parella, Eduardo Nicol, Eugenio Ímaz, César García Lombardía y Francisco Sanz Casabona, Antonio Madinaveitia, Luis Recaséns, Manuel Pedroso, Antonio Moles, Medina Echavarría, Joaquín Xirau, José Carner, Enrique Díez-Canedo, Juan de la Encina, Rafael Alberti, León Felipe, Juan Gil-Albert, Fernando de los Ríos. Estos dibujos fueron realizados en 2018 por mvc. En estas semblanzas también hay fotografías de los profesores españoles antes de llegar a México, así como en esta tierra mexicana, solos, con amigos o familiares, portadas de libros y de revistas donde publicaron sus trabajos e investigaciones.

En “La voz de los poetas solidarios con la causa republicana”, el doctor Sánchez Díaz describe la alegre y poética estancia de los republicanos españoles en la Universidad Michoacana. En orden, como fueron llegando, las veces que estuvieron en esta Universidad, los fue presentando el investigador michoacano. Primero, Alberti; le siguieron, León Felipe, Moreno Villa, Juan Gil-Albert, Pedro Garfias y, finalmente, Luis Cernuda. En este recorrido, de 1938 a 1951, quiero destacar dos opiniones sobre la ciudad de Morelia. La primera es del poeta y crítico de arte, Moreno Villa, quien dijo:

Morelia tiene, además de la claridad que el trazado rectilíneo y los edificios bajo de las ciudades coloniales a todas ellas, una claridad que yo no recuerdo haber visto sino en Alcalá de Henares. Esta claridad debe venir no solo de la pintura de las casas, sino de la fina labor escultórica de las fachadas principales. La molturación de estas es, en Morelia, de una finura clásica, jamás conceptuosa, ni alambicada, ni abultada. No se parece a la de Alcalá sino es en eso precisamente, en lo recogido y frenado del estilo. Morelia es clara, en la calle y en los interiores. Sus casas tienen patios anchurosos, de arcos y finas columnas como en la España meridional. Bien hicieron en quitarle a Morelia el primitivo nombre de Valladolid. No le iba el de la vieja ciudad castellana. El nuevo, al menos, tiene la ventaja de evocar a ningún otro pueblo español. De no llamarse Alcalá, bien está que se llame Morelia en memoria del héroe nacional.

Y el poeta Garfias, autor del célebre poema que es himno de los republicanos españoles, “Entre España y México”, expresaba que:

Tres ciudades me gustan mucho […] Guadalajara, Monterrey y Morelia. Guadalajara me tiene comprado; Monterrey me cautiva por su fuerza y creatividad, y en Morelia me he sentido como en casa. […]. Hay algo íntimo, personal, indescifrable en esa quieta y pacífica ciudad. No sabría con precisión, decir qué es exactamente, quizá exista un invisible cordón umbilical entre Andalucía y Morelia, algo que me conmueve y que me recuerda vivamente a la patria lejana. Esa nostalgia suele calar muy hondo; es algo que me gusta, aunque me lastime, porque la siento mía y me gritan sus calles, sus edificios, sus plazas […].

Acaso, sin proponérselo, el doctor Sánchez Díaz, con su nuevo libro, bien pudo decir, recordando a don Miguel de Unamuno, que la democracia triunfó y la inteligencia y la cultura doblegaron al fascismo. Y hoy que los vientos no nos son favorables, este libro es un testimonio de lo que los republicanos españoles hicieron y que su exilio fue, como bien lo dijo Reyes, generoso al dispersar su savia por toda la República mexicana y sus obras son nuevamente recordadas en este indispensable libro que lleva un buen título: La presencia del exilio republicano español en la Universidad Michoacana, 1938-1966.

Creative Commons License Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional.