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Tzintzun. Revista de estudios históricos

versión On-line ISSN 2007-963Xversión impresa ISSN 1870-719X

Tzintzun. Rev. estud. históricos  no.71 Michoacán ene./jun. 2020  Epub 30-Jul-2020

 

Reseñas

PÉREZ ESCUTIA, RAMÓN ALONSO, IDENTIDAD LOCAL, OPINIÓN PÚBLICA E IMAGINARIO SOCIALES EN MICHOACÁN, 1821-1854, MORELIA, UNIVERSIDAD MICHOACANA DE SAN NICOLÁS DE HIDALGO, FACULTAD DE HISTORIA, INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS, EDITORIAL MOREVALLADOLID, 2017, 464 PP.

ÁNGEL RAFAEL ALMARZA V.1 

1Instituto de Investigaciones Históricas Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

Pérez Escutia, Ramón Alonso. Identidad local, opinión pública e imaginario sociales en Michoacán, 1821-1854. Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Facultad de Historia, Instituto de Investigaciones Históricas, Editorial Morevalladolid, Morelia: 464p.


El libro reseñado desarrolla un panorama general de temas vinculados a la identidad local en Michoacán durante los años de la formación del estado mexicano o, como lo afirma Pérez Escutia, en el "tránsito del Antiguo Régimen a la Modernidad". La idea de nación, como ente homogeneizador en la vida de sus habitantes, ha sido el interés en esta investigación y, con ello, el autor pone en el centro de la discusión este problema histórico e insiste –al igual que los clásicos y demás investigadores de la nación y el nacionalismo–, en cómo esta idea refleja a una comunidad imaginaria que abraza una identidad política.

En la historiografía tradicional, el tratamiento tanto de la nación como de su idea se atendía a través de lo político, lo económico y lo militar como cuestiones inconexas. En la actualidad, las diversas ópticas que ponen sus lentes sobre el pasado ratifican una relación de aquellas y afirman que verlas desde una integridad permiten una mejor comprensión, es allí donde se centra la línea de investigación de este trabajo: la historia cultural. Pérez Escutia se acerca a los planteamientos de Roger Chartier, Pere Burke y François-Xavier Guerra para realizar un análisis de las conexiones políticas, económicas, intelectuales y militares que fueron inexistente por aquella historioografía nacionalista, memorialista y anecdótica, para observar estas redes que se cruzan entre sí y desarrollar el objetivo del libro: "incursionar en aspectos como la formación y protagonismo de la opinión pública, la laicización de la sociedad y la conformación de los nuevos imaginarios sociales, englobados en el complejo proceso de transición del Antiguo Régimen a la Modernidad" (p.214)

Pérez Escutia analiza con detalle diversos tópicos que componen la idea de nación y sobre las formas en que fue creada, haciendo énfasis en Michoacán. Por ejemplo, sus fronteras convencionales, la formación de una opinión pública republicana y sus nuevos espacios de sociabilidad, la fundación de los planteles educativos y la consolidación de una memoria e identidad común en la entidad mexicana. De tal manera que para él, estos escenarios de convivencia y amalgamiento de los elementos viejos y nuevos permitieron crear y recrear los diversos imaginarios sociales.

La cultura, en un significado bastante amplio, es un sistema de símbolos y significados que no obedecen superficialmente a un orden establecido de las cosas. En este sentido, la idea de nación es más un producto cultural que una imposición o una concreción a través de leyes y decretos. Así, Pérez Escutia ve que en las transformaciones de las élites intelectuales michoacanas de las primeras décadas de la república —gracias a la presencia de la imprenta y su revolución con la lectura—, se comienza a gestar un proceso de secularización ilustrada y liberal. Estas ideas, compartidas, transmutadas y consumidas, pusieron de manifiesto la presencia de un proyecto de país que no siempre fue aceptado por otros grupos sociales dominantes o por instituciones como la Iglesia católica.

A lo largo del libro se analizan cinco grandes escenarios sociohistóricos en los que se presenta el tránsito del “Antiguo régimen a la Modernidad” en la entidad federal, y de los cuales se desprenden los capítulos que nutren la obra. El primero de ellos, con un enfoque desde la geografía histórica, se ocupa de la percepción que se tenía sobre el territorio regional una vez acabada la administración monárquica, ya que fue hasta 1825 que comenzó a ser conocido como Michoacán; el potencial económico que tenía el estado para contribuir con el funcionamiento de la reciente república y la reorganización a lo interno y, por último, la captación de capitales que comienzan a promover las élites para el desarrollo y la acumulación originaria de Michoacán.

El segundo capítulo pone la lupa sobre los espacios de sociabilización y la formación del público ilustrado, bajo el planteamiento habermasiano de “esfera pública”, pero sobre todo gracias a la idea de la “invención del individuo” durante la ilustración propuesta por François-Xavier Guerra. Con ello, Pérez Escutia observa cómo en el ocaso del Antiguo Régimen, los primeros espacios y formas de sociabilización fueron las academias de arte y las Sociedades Económica de Amigos del País y, luego, pasaron a popularizarse los cafés en donde circularon y se consumieron, a través de las tertulias, una variedad de temas ilustrados y liberales. Sobre esto, el autor dice, a propósito de la entidad michoacana:

Las tertulias tuvieron tres etapas evolutivas durante los últimos lustros del siglo XVIII y los años iniciales de la centuria siguiente. La primera ocurrió entre 1780-1787 cuando esos eventos fueron exclusivos de los miembros de las elites urbanas, los que se reunían para practicar juegos de azar y de cartas. Más tarde, entre 1787-1807, las tertulias ampliaron su cobertura, adquirieron una connotación literaria y se introdujeron en ellas actividades de lectura, reflexión y escritura sobre textos diversos, aunque se prohibían las críticas a las autoridades civiles y eclesiásticas. Un tercer momento sucedió durante el convulsivo periodo 1808-1810, cuando se registró el cambio cualitativo de tertulia a ‘casa de asamblea’ (p. 104).

Aunque importantes, no fueron los únicos espacios de sociabilización. Pérez Escutia afirma que las plazas, mercados, cosos taurinos, palenques, fondas y billares sirvieron para dicha actividad en la entidad michoacana. Por otra parte, en esta búsqueda del ciudadano moderno y racional, el libro analiza el mundo de las prácticas lectoras y cómo estas invadieron a las sociedades a través del ejercicio de la lectura y la presencia de la imprenta, cuyos procesos se tradujeron en la creación de recintos educativos y en la proliferación de medios impresos, revistas ilustradas y textos para saciar aquel mundo que tenían los nuevos michoacanos ante sus ojos.

Otro aspecto en el tránsito a la Modernidad, y vinculado con las prácticas de los nuevos ciudadanos, fue la laicización que comenzaron a concebir las sociedades decimonónicas. Este tema lo trata Pérez Escutia en el capítulo cuatro, donde observa cómo el mundo ilustrado ingresó con fuerza en la sociedad michoacana y, al mismo tiempo, evidencia una resistencia producto de los valores católicos existentes. Tensión que no sólo se observa en los dimes y diretes que se desarrollaron en la prensa y demás espacios para el debate, sino también en la presencia de nuevos espacios como las bibliotecas públicas y privadas. En el siguiente capítulo, y con la presencia de una sociedad que se muestra encaminada en el ideal ilustrado, el autor analiza la irrupción de la opinión pública en el ámbito michoacano; esto significa la impronta que comienza a tener la prensa para ocuparse de estos asuntos, especialmente de los debates, polémicas y controversias.

En el último capítulo, Pérez Escutia lleva las nuevas formas de secularización a escenarios más callejeros. Observa los cambios que comienzan a darse en las ceremonias y juras en ese tránsito a la república por parte de una sociedad que inicia la reconfiguración hacia una nueva identidad política. En esta dinámica, las prácticas celebrativas se ven con más claridad en pro de la nueva construcción de los elementos, símbolos y rituales del poder que determinan la soberanía nacional, la institucionalidad política de la constitución y el Estado. Por ejemplo, el Te Deum, los espacios de la catedral y otros símbolos de la religión católica se mantuvieron durante un tiempo, pero progresivamente el Estado fue incorporando cada vez más sus nuevas formas de celebración. Tres escenarios se incorporan a la acción celebrativa durante dicha construcción: la primera, a través de nuevos espacios, por ejemplo, el panteón cívico; la segunda, mediante los héroes y los rituales alrededor de su figura y sus proezas; y, la tercera, a través de un pasado común, compartido y asimilado por la población que, posteriormente, se transformaría en una historia institucional tanto de la nación como de la entidad federal.

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