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Tzintzun. Revista de estudios históricos

versión On-line ISSN 2007-963Xversión impresa ISSN 1870-719X

Tzintzun. Rev. estud. históricos  no.71 Michoacán ene./jun. 2020  Epub 30-Jul-2020

 

Artículos

JUVENTUD VIRIL Y DEPORTISTA: LOS RENEGADOS "NUEVOS HOMBRES" CHIAPANECOS

VIRILE AND SPORTS YOUTH: THE REGENERATED ‘NEW MEN’ CHIAPANECOS

JEUNESSE VIRILE ET SPORTIVE: LES RECONSTITUÈS “NOUVEAUX HOMMES” CHIAPANECOS

MIGUEL LISBONA GUILLÉN1 

1Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur (CIMSUR). Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)


Resumen

Los gobiernos surgidos de la Revolución mexicana extendieron discursos regeneradores destinado a la creación de un nuevo hombre. Un proyecto que tuvo en los hombres emprendedores y jóvenes activos a sus deseados artífices para transformar el país, siempre que lograran resaltar sus características viriles frente a otros hombres, su contraparte, distinguidos por la debilidad física y la pasividad. Chiapas no fue ajeno a esos discursos donde el ideal masculino, deseado normativo, se ejemplifica con la intención de disciplinar el cuerpo a través de medidas consideradas regeneradoras como la educación, el trabajo y la actividad física.

Palabras clave masculinidad; jóvenes; cuerpo; Chiapas; Revolución mexicana

Abstract

The governments that emerged from the Mexican Revolution extended regenerative speeches towards the creation of a new man. A project that had, in the enterprising men and active young men, their desired architects to transform the country, as long as they managed to highlight their virile characteristics in front of their counterpart men, distinguished by physical weakness and passivity. Chiapas was no stranger to those discourses where the masculine ideal, normatively desired, is exemplified with the intention of disciplining the body through measures considered regenerative such as education, work and physical activity.

Keywords masculinity; youth; body; Chiapas; Mexican Revolution

Résumé

Les gouvernements issus de la révolution mexicaine ont prolongé des discours régénérateurs visant à la création d’un nouvel homme. Un projet qui avait parmi les hommes entreprenants et les jeunes hommes actifs ses architectes désirés pour transformer le pays, tant qu´ils mettent en valeur leurs caractéristiques viriles devant d´autres homm distingués, en contrepartie, par la faiblesse physique et la passivité. Le Chiapas n’était pas étranger à ces discours où l’idéal masculin, normatif souhaité, est illustré avec l’intention de discipliner le corps par des mesures considérées comme régénératrices, telles que l’éducation, le travail et l’activité physique.

Mots clés masculinité; jeunesse; corps; Chiapas; révolution mexicaine

INTRODUCCIÓN

Las siguientes páginas tienen como objetivo describir cómo la idea de "hombre nuevo", como tipo humano ideal en periodos históricos marcados por las rupturas con el pasado, se hace presente en Chiapas tras la Revolución mexicana, momento histórico donde se quiso resaltar el alejamiento con el Porifiriato, dado en llamar "Antiguo Régimen", al mismo tiempo que ese modelo ideal de hombre se ponía al servicio de las nuevas instituciones del Estado nacional. Es así que durante tal momento, con sus precedentes históricos y continuidades hacia el futuro, se construyeron imágenes para dotar de sentido y ejemplificar a los hombres que conformarían el reconfigurado país surgido del conflicto bélico. Siguiendo los arquetipos de la antigüedad clásica y de las propuestas europeas, la imagen de los cuerpos masculinos se idealizó como símbolo de la nación en construcción. Unos cuerpos que, prolongado el modelo ilustrado, se mostraban como la conjunción de una parte física y otra espiritual. 1

Un arquetipo hegemónico de hombre que resulta imposible de comprender sin recurrir a discursos previos unidos al evolucionismo y las doctrinas raciales y eugenésicas que propugnaron una población sana, útil y digna para la sociedad civilizada anhelada, y equiparable a cualquiera de las más pujantes del orbe. 2 Es por ello que nada de lo que ocurría allende de sus fronteras fue ajeno a México, e incluso tal circunstancia se observa en los rincones más alejados del país, sobre todo donde existía un significativo número de habitantes indígenas, como es el caso de Chiapas. Si durante el Porfiriato el Estado mexicano ya deseaba mostrarse como viril, 3 la entidad federativa del sureste mexicano era presentada como “laboratorio de modernización” bajo el mandato de Emilio Rabasa, gracias a los procesos de transformación económica ligados a la extensión de la propiedad privada durante el siglo XIX. 4 Una situación que ubicó al estado en el circuito económico de la agroexportación, 5 y que redujo las tierras de labor indígenas facilitando su trabajo obligatorio en las fincas.

Por su parte, la Revolución mexicana, “plural, fragmentada y facciosa”, 6 y mito fundacional para la legitimación del ejercicio del poder estatal, 7 no rompió rotundamente con modelos para interpretar a la sociedad establecida durante el Porfiriato, 8 ni siquiera con “las corrientes de ideas que circularon antes de la insurrección”, 9 y donde los intelectuales de la época tuvieron un destacado papel, aunque cambiaran en su composición personal. 10 En Chiapas la Revolución mexicana se ha entendido, desde la historiografía, como prácticamente ausente. 11 A pesar de ello, poco se ha cuestionado el arribo o consolidación de las instituciones estatales y donde destaca la construcción cultural de la nación decidida a homogeneizar a sus ciudadanos. Un cambio cultural, según las opiniones coincidentes de Knight y Guerra, 12 y donde revolución y nación se convierten en términos intercambiables. 13

Si Carlos Martínez Assad habló de Tabasco como “laboratorio de la Revolución”, 14 recientemente Sarah Osten ha extendido esa condición de laboratorio a varios estados del sureste, donde se incluye Chiapas, para afirmar que en dichos territorios se experimentó con reformas propuestas por los gobiernos revolucionarios impulsadas desde incipientes partidos políticos que influyeron, con posterioridad, en la creación del partido de Estado. Ese ensayo revolucionario, del que habla Osten, en el caso de Chiapas no estuvo ratificado con resultados fehacientes. Un hecho achacado por la autora a las múltiples diversidades del estado, donde son fundamentales las culturales y étnicas, y que no facilitaron el establecimiento de una consistente plataforma de reivindicaciones que ayudara a la extensión de los cambios políticos dirigidos a la justicia social. 15 Si la tardía aplicación de reformas sociales ha sido evidente en el caso chiapaneco, lo que desde este texto se resaltará es que las transformaciones propuestas en la posrevolución no pueden leerse únicamente en la dirección política, sino que existió un discurso encaminado a cambios culturales y morales que, sin tener impacto inmediato, sí se fueron imponiendo de manera paulatina, como lo fue el discurso de la escolarización para toda la población. 16

En ese sentido, los gobiernos surgidos de la Revolución mexicana, y para remarcar el cambio de época, extendieron discursos que hablaban de la creación de un nuevo hombre mexicano, lo que significó las críticas al positivismo aunque ellos mismos se sustentaran en similares principios evolucionistas. También esos gobiernos conjuntaron un proyecto de “ingeniería social” orientado a construir una sociedad original formada por “ciudadanos racialmente homogéneos, moralmente regenerados, física y mentalmente sanos, trabajadores activos y miembros de una familia”. 17 Tal proyecto tuvo en los hombres emprendedores, en los jóvenes activos, a sus deseados artífices, 18 y quienes eran destacados por sus características viriles frente a las contrapartes débiles y pasivas atribuidas a los hombres del Antiguo Régimen; virilidad como concepto habitual “en el lenguaje burocrático” para definir “fortaleza, hombría, rectitud, decisión, compromiso, entrega”; 19 en definitiva, el carácter del hombre revolucionario. 20 Y es ahí donde Chiapas no fue ajeno a ese proceso, y tampoco a los discursos raciales del siglo XIX, 21 y a los “orgánico-biologistas”. 22 Expansión del lamarckismo en suelo mexicano para resaltar el “paralelismo entre cuerpo individual y social”. 23

Con respecto a la masculinidad, su estudio vive en las últimas décadas un claro repunte académico en México por el interés de su definición en ciertos periodos históricos. Las siguientes páginas no pretenden ser un estado de la cuestión de esa perspectiva, 24 sino que mostrarán las posibilidades para su investigación en Chiapas. En el caso mexicano, desde el porfiriato la profusión de imágenes, en forma narrativa y fotográfica, estuvo condicionada por una masculinidad hegemónica influida por los discursos médico-higiénicos de la ciencia en boga, así como por los valores de la disciplina, honorabilidad y productividad, como han destacado varios estudios. 25 Imágenes que podían derivar en estereotipos clasificatorios del comportamiento humano y las posibilidades de cambio o resistencia al mismo. 26 Dentro de esta lógica, los indígenas se convirtieron en ejemplo de inmovilidad, también inscrita en el cuerpo, que solo se modificaría activando políticas para lograr su integración biológica o cultural. Si los parámetros de la nueva medicina higiénica se hicieron presentes durante el porfiriato para desarrollar modelos de masculinidad, tras la Revolución mexicana esos mismos modelos se ampliarán para destacar valores unidos a una virilidad que apostaba por la actividad, y donde el cuerpo se ofrece como un recipiente de las mutaciones morales dirigidas a regenerar a la población, una masculinidad no necesariamente unívoca en aquellos años, 27 pero destacada desde las instituciones estatales. Es por ello que el Estado jugó un papel preponderante a la hora de impulsar y legitimar arquetipos de hombre, al mismo tiempo que ayudaba a subjetivar sus mensajes gracias a las herramientas con las que contaba, 28 y donde la opinión pública y la escuela jugaron un destacado papel.

Ese modelo de masculinidad tomará como referente la imagen física del ideal clásico latino, caracterizado por el músculo y visible en el arte neoclásico, donde sobresale la fortaleza e intrepidez de los varones y que convierte la virilidad en belleza corporal y grandeza del alma. 29 Esa fue, según Mosse, la respuesta requerida para la imagen del nuevo hombre en el orden burgués. Así, y en forma de estereotipo normativo, a pesar de otras posibilidades de definición paralela de la masculinidad, tal ideal de hombre se establece como “símbolo de regeneración personal y nacional, pero también como elemento básico para la autodefinición de la sociedad moderna […]”. 30 Aspecto visible en la opinión pública chiapaneca durante los años posrevolucionarios, 31 y que exaltará esa masculinidad hegemónica expresada por Robert Connell para mostrar la conceptualización predominante en un periodo histórico determinado frente a las otras expresiones del ser hombre, arrumbadas y marcadas como deplorables. 32 Orden contrario, por igual, a la aristocracia del Antiguo Régimen y al plebeyo cercano a la animalidad. 33 Propagación de discursos no siempre coincidentes con las acciones políticas y la respuesta ciudadana, pero que el Estado representó discursivamente para imaginar una deseada e inédita realidad que labraría el futuro de la nación homogénea y moderna.

Esas circunstancias son las que el artículo desea resaltar para la discusión, pues la insistencia historiográfica que ha afirmado que la Revolución mexicana apenas llegó a Chiapas ha obviado aspectos que remiten a la extensión de las instituciones estatales, un hecho coincidente con la expansión de la nación mexicana en lugares alejados de la capital del país. Por tal motivo, en el texto circularán informaciones emitidas desde el centro de México, y otras surgidas desde el terruño chiapaneco, puesto que ahí se observa la expansión de la nación en Chiapas, lo mismo que la reflejan los discursos de los medios de comunicación de la época.

Al mismo tiempo que se exhiben tales descripciones, el artículo tiene como objetivo contextualizar la aparición de la actividad física, resumida en prácticas gimnásticas y deportivas, elementos de referencia para la construcción del nuevo hombre posrevolucionario. No cabe duda que para ello existen múltiples fuentes surgidas en la posrevolución, como son la narrativa novelesca, la pintura mural, la fotografía o el cine, 34 por citar alguna de ellas; sin embargo, en el artículo se recurre a las fuentes gubernamentales tanto de archivos chiapanecos como nacionales, así como a la hemeroteca, para abordar las maneras en que la actividad física se institucionaliza también en suelo chiapaneco. Ello, además de redundar en cómo se configuraba el arquetipo de nuevo hombre, incidirá en otras formas de extensión del Estado mexicano, de la mexicanidad, en un estado como el de Chiapas necesitado de la presencia nacional, en especial por contar con un alto porcentaje de población indígena en su territorio. Ese nuevo hombre mexicano no era simplemente un discurso retórico de un momento histórico determinado, sino que respondía a la perfección a una alegoría de la nación, 35 en especial en un territorio como el chiapaneco donde su mexicanidad se ha puesto en duda desde su incorporación a México.

TRABAJAR Y EDUCAR PARA LA ACCIÓN MASCULINA

George L. Mosse refiere la frase “actúo, luego existo” de David Newsome, como un eslogan de la temprana concepción victoriana de la masculinidad. 36 Esa nítida toma de posición que ligaba acción y trabajo se hace presente durante el siglo XIX a través del ideal del hombre deseado por Justo Sierra, 37 como se seguirá observando en el siglo XX y, en el caso mexicano, con mayor presencia tras el conflicto bélico revolucionario. El hombre viril emerge como referente no incompatible con su carácter pensante, pero que destaca por su capacidad de acción, por su condición de activo como lo era el espermatozoide frente a la pasividad del óvulo según lo afirmado por los biólogos de principios del siglo XX. 38 Lo expresado ya se observa mucho antes de los gobiernos posrevolucionarios en Chiapas, sin importar la condición de estudiantes, 39 de profesionistas católicos, 40 o de activistas políticos. 41 Igualmente ese hombre, cuya actitud es referida con el vocabulario de la redención religiosa, solo adquiere su carácter viril a través del trabajo. 42 No debe extrañar que desde las distintas adscripciones religiosas cristianas también se estableciera una creencia, una “fe ‘musculosa’ o ‘varonil’ “ 43 que es expresada por Mosse como “cristianismo muscular”, 44 constructor de un cuerpo y mentes robustas, además de estar en combate contra “todo lo pecaminoso”. 45 De hecho, la figura de Jesucristo se convirtió en “el hombre supremamente masculino, atlético y agresivo cuando era necesario”. 46

Por su parte, el trabajo como ocupación del tiempo, era ratificado en el Segundo Congreso Nacional de Jóvenes donde aparecen las preocupaciones por el “carácter” del hombre y donde destacan voces como las de José Vasconcelos. Entre los puntos abordados se encuentra el deber de la “acción”, pues la “cultura sin acción deriva en bizantinismo”. Incluso el presidente del Congreso, Ángel Carvajal, habló de una juventud “hija de una madurez revolucionaria y nieta de una vejez quietista y conservadora”. 47 Si para los varones, como individuos, la virilidad es ideal de conducta, lo mismo ha de decirse respecto al pueblo. 48

En tal sentido la relación con las propuestas evolutivas y sus procesos naturales, donde se establece una analogía entre la sociedad y los comportamientos biológicos de los organismos, se asumieron para explicar la justa revolucionaria y las consecuencias que ella tenía:

Nuestro pueblo tuvo su infancia […] hasta la hora en que sonó pujante la campana de Dolores; su pubertad ha durado un siglo, en cuyos días se condujo cual muchacho sin juicio […]; pero hace siete años que penetró en los años de la potencialidad, y dueño de todas sus facultades físicas, morales y pensantes, está delineando su personalidad […]. 49

Y lo mismo ocurre con el carácter del pueblo, que era viril siempre que se abocara al trabajo para conseguir sus metas. 50 Un pueblo cuyos individuos deben romper con las ataduras del pasado, 51 un tiempo pretérito hecho presente por todo aquello oscuro, “marchito y taciturno” unido a la religión católica. 52 Frente a ello emerge la luz del progreso y del éxito que no podía ser más que “alegre, franco y jovial”. Una constante de oposiciones donde el pueblo obtendrá su “progreso” al “crear hombres fuertes” caracterizados por “sus acerados músculos” y que mejorarán si añaden “su robusta inteligencia”. 53 Pilar fundamental para obtener la “viril robustez”, es incidir en la instrucción, en los conocimientos del hombre sin olvidar su educación corporal. Una “virilidad intelectual” en palabras de Félix Palavicini, 54 misma que el pedagogo español Francisco Giner, de indudable ascendencia en México, explicó resaltando el papel de la higiene y de la educación física para lograrla, en el sentido explicitado por Herbert Spencer. 55

La Constitución de 1917, en su artículo 127, sentaba los principios para regular el trabajo en México y el papel de obreros y patrones, acomodándose a las características de cada estado y región. Artículo reglamentado para Chiapas por el carrancista coronel Pablo Villanueva con el decreto núm. 38 y loado desde la prensa oficialista porque debía considerarse “como religión para los hombres laboriosos” de Chiapas. 56 Sin embargo, en la entidad federativa chiapaneca las regulaciones laborales que se quisieron imponer con la llegada de la avanzada revolucionaria, tuvieron una clara reacción conocida como movimiento mapachista, no interesado en cambios que afectaran al modelo de trabajo establecido en las fincas. De hecho su cabeza más visible, Tiburcio Fernández Ruiz, en alianza y colaboración con Álvaro Obregón, 57 fue gobernador de 1920 a 1924. Por tanto, las loas hacia el trabajo, algunas de ellas con indudables tintes puritanos y civilizatorios, 58 y establecidas desde las ciudades y los discursos políticos, 59 tenían en el discurso escolar el ejemplo y como contrapartida deplorable a la vagancia. El alumno Amalio Barceló, en 1930, lo escribía en una poesía:

¡Trabajad! El trabajo es un tesoro/Que nos debemos grabar/Para que el día de mañana Nos levantemos en paz./[…]/ En el trabajo está la dicha/La fortuna y el vivir/ Juntémonos y reunidos/Formaremos porvenir […]. 60

Afirmaciones que se prolongan, por ejemplo, en la publicación del “Himno al Trabajo” en el órgano de la asociación periodística revolucionaria de Chiapas, 61 del que fue fundador y jefe de redacción el anticlerical Eraclio Zepeda Lara, quien ese mismo año fue nombrado jefe del Departamento de Acción Social y Asuntos Indígenas.

Las escuelas, “centros de la redención mental”, 62 y la “ley de policía y buen gobierno” establecida en el mandato de Raymundo E. Enríquez en 1929, 63 y que tenía claras continuidades con las leyes contra la vagancia del siglo XIX o la “ley de tribunales para menores e incapacitados”, 64 son mecanismos para dirigir a los hombres jóvenes hacia el trabajo y el aprovechamiento productivo del tiempo. Medidas pensadas, en especial, para aquellos individuos cuya tradición cultural los ubicaba dentro de los indolentes, como era el caso de los indígenas. A pesar de que estas medidas no se vieran respaldadas por cambios significativos que afectaran a la estructura productiva y social del estado, los gobiernos posrevolucionarios insistieron en la preocupación por los jóvenes que no acudían a la escuela y se dedicaban a actividades improductivas, 65 perdiendo el tiempo cuando el “cuerpo no debe permanecer nunca ocioso”. 66

El dualismo cartesiano, que distingue cuerpo y mente, se acercó cada vez más a una concepción mecanicista, 67 así el cuerpo, más cercano a la máquina, se establece como instrumento para el trabajo, aunque en Chiapas los devaneos con el taylorismo y fordismo extendido en otras latitudes, parecían una entelequia mientras se mantuvieran las relaciones patrón- cliente en la concepción del trabajo. Sin embargo, ello no impidió la apología de la gimnasia y el deporte, analógicamente equiparables con las mencionadas modalidades laborales. 68 Una pretendida forma de racionalizar el tiempo de ocio que facilitaría la “cooperación y la integración del individuo a la comunidad”. 69 El combate al uso improductivo del tiempo se explicitó con acciones que redundaran en el mejoramiento del cuerpo y donde las prácticas gimnásticas y deportivas se configuran como uno de sus pilares. 70 Formas de disciplinar a los cuerpos de los individuos, en el sentido señalado por Michel Foucault, y visible en todos los rincones del país, 71 así como en las repúblicas de América Latina. 72 Disciplinar para el trabajo al mismo tiempo que se lograba una mejora moral para servir a la nación. 73

Ese nuevo hombre mexicano, productivo y con mirada hacia el futuro modernizado, tuvo una herramienta fundamental para lograr los objetivos disciplinarios en la educación. 74 En tal sentido, educar no subsanaría las diferencias sociales del estado, pero su extensión en las poblaciones campesinas e indígenas pretendía demostrar que los instrumentos homogeneizadores utilizados en las escuelas intervendrían sobre sus cuerpos y, por ende, significarían una mejoría moral regeneradora de la sociedad. 75 Al mismo tiempo, y en un territorio como el chiapaneco, ese interés homogeneizador era vislumbrado como mexicanización de la población a través de la extensión de la nación en construcción.

Durante el Porfiriato, Emilio Rabasa ya había intentado ampliar la educación primaria y establecer instituciones para regentearla, como fue el caso de la Oficina General de Instrucción Pública. 76 A pesar de ello, en los inicios de la década de los veinte del siglo pasado, más del 80 % de la población era rural y alejada de las escuelas. 77 La posrevolución, sin embargo, la extendió con claras referencias a la formación del “hombre nuevo”, 78 de un mejor mexicano. 79 En tal sentido hay que destacar la escuela pedagógica considerada como “educación activa” o “educación de la acción” que, con orígenes en Rousseau, Pestalozzi y Froebel, se hizo visible en México a través de John Dewey. 80 La educación se convirtió en punta de lanza para insistir en la acción frente al verbalismo, por ello “el niño debe ser activo” y está obligado a recibir enseñanzas de higiene creándosele hábitos e, incluso, fundando clubs del “Niño Sano” en cada escuela. 81 Hábitos que se traducen en “firmes costumbres” para su desarrollo físico y que los llevarían a la madurez siendo “disciplinados, sanos y vigorosos”. 82 Aseveraciones sobre el carácter de la actividad que el revolucionario, y poeta estridentista, Germán List Arzubide, expresó con claridad al señalar la relevancia que tenía la “exaltación del movimiento, de la acción, oponiéndolas a la pasividad, a la quietud de la misa” para la educación de los niños. 83 Forma de concebir, también, la proclividad de los hombres hacia el trabajo y el deporte por estar obligados “a la acción”. Una más de las razones por las que el juego y el deporte se hacen fundamentales para el cuidado de la crianza de los hombres y la consecución de “cuerpos templados, sanos y bellos”. 84

Un ideal de logros que usando el lenguaje religioso de la fe, en el sentido apuntado por Marisol de la Cadena, 85 tendría reflejo en un futuro gracias a “temperamentos dinámicos” y mediante la “acción, el combate, la actividad”: “Bendecimos, desde lo íntimo del alcázar interior, a los hombres dinámicos, ejemplo de vigor, normas de magnanimidad, dechados de virtud heroica”. 86 Insistentes referencias en la posrevolución para aseverar el carácter y los objetivos de los varones, incluso con un nítido antagonismo frente a las mujeres. 87

Modelo ideal necesitado de oposiciones, alguna claramente visible en las representaciones y discursos referidos a las poblaciones indígenas. La molicie, 88 uno de esos términos que con insistencia fueron asignados a los indígenas de América Latina para contraponerlos a sus coterráneos, solo se contrarrestaría con la lucha por la vida, amparada en el uso de la razón y la ciencia. 89 La pereza, o el dejarse llevar por los sentidos, fue considerada referente contrario al modelo idealizado, algo que recordaba los tiempos pasados y que no debía perdurar en el futuro. Retórica que en Chiapas era divulgada constantemente por la prensa:

El engrandecimiento de los pueblos está en razón directa de la entereza [sic] de carácter de sus conciudadanos e inversa de su abyección y desidia. […] urgen apóstoles del trabajo y no caudillos de la guerra […] y el trabajo multiplicando las energías, santifica al individuo […]. Que todo pueblo abyecto es pueblo muerto para la civilización y el derecho. 90

A los indígenas, ubicados en las masculinidades subalternas para Ana Peluffo e Ignacio Sánchez, dentro del mundo “más natural que racional”, 91 había que “virilizar[los]”. 92 Su clasificación, que los acercaba al sedentarismo asignado a las mujeres, debía transformarse para ser dirigida a la masculinidad viril, un proceso muy visible en otros países de América Latina. No era el único discurso, por supuesto, para referirse a la cotidianidad masculina, 93 pero la construcción nacional en la posrevolución hizo hegemónico un discurso donde la virilidad mexicana, homofóbica, se contraponía al afeminamiento de ciertas acciones y actitudes. 94

EL FUTURO ES MUSCULAR, ES DE LOS JÓVENES

El papel otorgado a la juventud no es nuevo a la hora de marcar los cambios en la historia de la humanidad. Desde la tradición clásica existen claros ejemplos de la relevancia de la juventud relacionada con la regeneración del cuerpo físico y el social, aspecto también visible en el mundo judeo-cristiano para incidir en la conversión cristiana como transformación en un homo novus.95 Con una perspectiva política, las revoluciones burguesas europeas de los siglos XVIII y XIX juegan un papel ejemplificador de la ruptura entre la vieja y la nueva era. 96 El nuevo nacimiento, la regeneración, no se lograría sin la existencia de hombres jóvenes que aportaran esperanza para la consecución de los cambios necesarios y así lograr una sociedad moderna, aquella que tiene entre sus valores centrales la juventud, la vitalidad y el trabajo. 97 Analogía entre la transformación y crecimiento del individuo y la sociedad que se prolonga durante el siglo XIX con pensadores como Auguste Comte. Incluso para el caso europeo, George L. Mosse señaló como un periodo de inflexión la Primera Guerra Mundial, puesto que enlazó el nacionalismo y la masculinidad para la “búsqueda de un ‘nuevo hombre’ ”. 98

En esa dirección, la ciudadanía transformadora y constructora de la nación fue pensada sobre todo desde la perspectiva de los varones viriles. 99 Hombres predispuestos al desarrollo y autocontrol de su cuerpo y que tenían un referente: la juventud. Los jóvenes, presente, pero sobre todo futuro de México, establecerían una alianza estratégica entre aquellos que pensaban y los que tenían como principal virtud su fuerza física. 100 Si la razón y trabajo eran referentes en la posrevolución, existen muchas similitudes con las expresiones y el papel de la ciencia positiva del siglo XIX, como lo demuestra el periódico La Juventud Chiapaneca, y que no por casualidad se denominaba de “ciencias”, en su convencimiento de que los jóvenes:

[…] educandos deben caminar por el hermoso sendero de las ciencias, apartados en lo posible de las cuestiones políticas, del atronante rumor de sus rencores, y del calor de las preocupaciones religiosas que enervan las fuerzas del espíritu, confunden la razón y eclipsan los deslumbrantes reflejos del entendimiento. […] En Chiapas, donde domina ya el espíritu progresista y amante de lo grande y sublime, preciso es procurar que hayan [sic] centros de unión, fuentes de donde surjan raudales de ciencia y de saber, […] La juventud de esta época, agena [sic] ya de la indiferencia estoica de otras, busca incesantemente el torrente civilizador, ansía ilustrarse y tomándose el trabajo por sí misma, se levanta con sus propios elementos, en impulso colosal a sus aspiraciones y sueña con fe y perseverancia en un venturoso mañana de placer y encantos […]. 101

Extensa cita para ejemplificar las similitudes con América Latina a través de pensadores como José Enrique Rodó, quien exaltaba a los jóvenes para consagrarse al porvenir, o como su amigo Manuel Ugarte que señalaba que “juventud y porvenir son sinónimos”. Expresiones también manifestadas por José Ingenieros y Augusto Bunge, el primero insistiendo en que la tarea de los jóvenes era transmitir “sangre nueva” a su sociedad, 102 mientras el segundo remarcó los atributos de la juventud tomando el arquetipo griego como ejemplo. 103 Esta retórica que giraba en torno a la constitución de jóvenes fuertes era idealizada con las referencias a la Grecia clásica, la occidentalización, y por el aforismo “mens sana in corpore sano”, el cual se repetía para reafirmar esta propuesta. 104 Un ejemplo manifiesto de tal circunstancia se produjo con los cambios legislativos efectuados durante el mandado del gobernador Efraín Gutiérrez quien en 1938, y amparado en la juventud “que ha asimilado las doctrinas e ideas avanzadas de la revolución que rompió con entereza los viejos moldes”, y que “está ansiosa de oportunidades para contribuir al engrandecimiento de la Patria” “dentro del campo de la civilización”, reformó la constitución chiapaneca para que “los magistrados del tribunal superior de justicia del estado puedan acceder al puesto con 25 años y dos años de experiencia, antes 35 y 3 años”. 105

La referida belleza clásica condensó la masculinidad; 106 hecho que se extiende en México más allá de las figuras deportivas y se instala en murales e imágenes que reflejan a campesinos y obreros con una “virilidad virtuosa”. 107 Campesinos que ya habían sido reivindicados durante el siglo XIX en ciertos países europeos para remitir a la tradición nacional. 108 Eran, pues, unas imágenes pasadas por el tamiz de la modernidad deseada y que mostraban en el fuerte físico de los hombres la factible regeneración moral; 109 una correlación ya anticipada por Locke y Rousseau. 110

Regenerar el cuerpo de los individuos era más fácil de conseguir entre los jóvenes, 111 aquellos a los que se les podía enseñar el autocontrol y la fuerza de voluntad a través de las enseñanzas disciplinares escolares. Un pretendido orden corporal, propio del Manual de Carreño, 112 con ejemplos como los de no hacer “ademanes cuando esté hablando” y ser “muy mesurado en los gestos”. 113 Por otra parte, el rigor corporal al que debía someterse el individuo, en especial el joven, se relacionó con la práctica deportiva, las excursiones y la vida en la naturaleza. Unas acciones con su contraparte negativa “de quietud, de obscuridad, de tedio, de aislamiento, que corresponde al rezo, a las horas pasadas en la iglesia”. En esta lógica para destruir las prácticas del considerado Antiguo Régimen, es lógico que apareciera la práctica deportiva como forma de ahuyentar a los jóvenes de los sacerdotes y de “ir al catecismo”, 114 por ello las pláticas de los profesores deben: “[…] orientar hacia la exaltación del movimiento, de la acción, oponiéndolas a la pasividad, a la quietud de la misa”. 115

La tarea educativa, emprendida con el lenguaje religioso de los misioneros, se tradujo en la entidad del sureste mexicano con un notable crecimiento de las escuelas y alumnos, aunque no siempre su asistencia fuera regular. Labor unida a la realización de institutos de acción social por parte de las instituciones federales en tierras chiapanecas para formar a los profesores, mayoritariamente hombres jóvenes entre 17 y 25 años. 116 Entre las tareas y enseñanzas emprendidas sobresalen las relacionadas con la actividad física y el deporte. 117 Orientación coincidente con las afirmaciones del poder ejecutivo federal, donde destacaron los programas de educación física y deporte, tal cual lo expresó el presidente Emilio Portes Gil:

QUE en una juventud sana y vigorosa, […] plena de ideales y de dinamismo, se basan las esperanzas de formar la nación mexicana del futuro; QUE la educación física, […] tiene por objeto inmediato el desarrollo armónico del organismo, […] y la adquisición de hábitos de higiene, que constituyen toda la base de la salud, del vigor y de la resistencia físicas; QUE la educación física es factor mediato para la adquisición y desenvolvimiento de las cualidades de orden moral y social […]. 118

Labor prolongada con la educación socialista debido a que el cuerpo “por su impulso vital”, se dirige a la acción renovadora de los órganos del cuerpo. 119 Una transformación física, reflejada en la moralidad ciudadana, y que debía estimularse aunque para ello hubiera que extraerla de los jóvenes; 120 aquellos que llegarían en un futuro cercano, y con el vocabulario de la época, a la “cúspide” de sus anhelos y sus “sueños de oro”. 121 Lograrlo involucró discursivamente, sobre todo, a la imagen de los campesinos del país para quienes la educación física tenía que ser controlada debido al esfuerzo efectuado en su trabajo diario. Ello les ayudaría a “triunfar en la lucha por la vida” y propiciaría “una virilidad grande”. 122

Juventud mexicana que, como parte imprescindible de la nación y comprometida para construirla hacia el metafórico y deseado futuro de luz iluminado por la ciencia, adquiere nueva presencia con la consolidación del partido político de Estado —Partido Nacional Revolucionario (1928- 1938)— y las corporaciones que de manera paulatina lo sustentarían. Tal como afirmó Beatriz Urías, 123 el modelo de hombre nuevo adquirió características más cercanas al hombre masa, a la corporación que se manifestó en el partido pero también en agrupaciones juveniles, 124 de distinta naturaleza, u otras de carácter anti-inmigratorio. 125

Posiciones no siempre coincidentes en el México de la educación socialista y del partido único en proceso de consolidación, como la manifestada por el filósofo Adolfo Menéndez Samará, quien critica la destrucción de la mente juvenil debido a su fanatización como masa, al mismo tiempo que cuestiona, como subterfugio, “la desviación de la juventud hacia el deporte” por conducirlo hacia el gregarismo: “El deporte hace adulto al joven y es un medio para encerrarlo más fácilmente en la celda de un fanatismo cualquiera. De ahí que las dictaduras actuales, con el pretexto de crear una raza fuerte, exijan una juventud deportista en vez de permitirle jugar”. 126

DEPORTISTAS: DEFENSORES DE LA PATRIA Y EL PARTIDO

El “proceso de civilización”, según Norbert Elias, muestra como los cambios producidos en la sociedad se reflejan en los comportamientos de los individuos al interiorizarlos, es decir, se produce un cambio en “la estructura de la personalidad de los hombres” como autocontrol, un ejemplo observado en la sustitución de prácticas tradicionales a favor de lo que hoy en día es el deporte. 127 De esta manera el proceso de “deportivización”, expresado también por Elias, significa que actividades antiguas se modifican mediante su reglamentación, en un procedimiento que se asemeja a las leyes y disciplina laborales que los individuos viven en las incipientes sociedades industriales. 128

Tratamiento de los cambios sociales de la modernidad que María del Pilar Melgarejo Acosta encauza, a través de las propuestas de Michel Foucault, para hacer del concepto “regeneración” el articulador del carácter punitivo y disciplinario usado por el Estado para “docilizar y disciplinar los cuerpos”; un procedimiento que desde el poder central irradia hacia el exterior como deseo y necesidad de someter, sobre todo, a aquellos no cercanos desde una lógica clasificatoria como lo eran en Chiapas los indígenas, y que en la idea de la misma autora es leído como “convertir al bárbaro”. 129

En esa lógica, la perfección corporal era, pues, una necesidad para constituir una “población sana” dentro de “una sociedad civilizada”, acorde a la nueva época. 130 Ejemplo claro de ello lo expresa Fell, 131 al retomar lo revelado por el agrarista Antonio Soto y Gama, quien se hizo eco de la idea del Presidente Obregón cuando en 1921 habló de la necesidad de “reconstruir físicamente al indio”. Esa acción confiaba, principalmente, en el proyecto educativo extendido por maestros “sanos de cuerpo”. 132 Brazo ejecutor del Estado para diseminar la nación en todo el territorio mexicano, la educación física se convierte en necesaria para la regeneración de los cuerpos masculinos; una alegoría de esa nación fuerte, 133 y entendida gracias a la creación de un “nuevo hombre”.

Las voces críticas en el periodo posrevolucionario no impidieron que la unión entre juventud y actividad física tuviera la finalidad de transformar los cuerpos mediante su disciplina. Una radical mudanza del ciudadano enfocado a edificar la nueva patria y, también, a defenderla. Si el ejercicio físico se entronizó en la educación decimonónica, no cabe duda que muchas de sus incipientes modalidades estuvieron unidas al ejército y a la preparación de los jóvenes para la defensa del país. Por tal motivo en México, desde el siglo XIX, el “prototipo de varón” preponderante lo representó “la figura del militar”. En la Escuela Normal de México establecida en 1887, y fundada por Ignacio M. Altamirano, ya se enseñaban lecciones de gimnasia y ejercicios militares para varones. Cuestión que se prolongó en los años finales del Porfiriato con la publicación de la Cartilla de Ejercicios Militares en 1901 para ser introducida en las instituciones de instrucción primaria. 134 Un modelo anticipado en Europa pero que se extiende en América Latina. 135 La opinión pública escrita hacía hincapié en ello y también la Secretaría de Educación Pública posrevolucionaria, preocupada inicialmente por el desarrollo de la gimnasia y, con posterioridad, de los deportes. 136 Acciones pensadas para hombres activos y donde la “metáfora de la guerra” era el mejor ejemplo de su compromiso con el Estado nacional. 137

El cuerpo de los jóvenes mexicanos, en tal sentido, no solo tenía al modelo del militar como un ideal de ese viril patriotismo, sino que el conflicto bélico desde 1910 dirige a ese joven a dar la vida por la patria, a “ser más fuerte para mejor servirla”, por tal motivo era encomiado de manera constante: “ejercita tu cuerpo y la voluntad en los juegos viriles y en las empresas arduas […]; y cuando te veas en la cumbre de tu ancianidad rodeado de descendientes fuertes y honrados, orgullosos de ser mexicanos, regocíjate, gózate; ya puedes dormir tranquilo al largo sueño”. 138 Nada extraña, por ende, que políticos y militares de la posrevolución fueran reconocidos como hombres hipermasculinizados, 139 como machos en sus imágenes. Justamente ello se observa con Plutarco Elías Calles al ser candidato, en 1924, a Presidente de la República; 140 o de similar manera es presentado Tiburcio Fernández Ruiz, el exgobernador mapache de Chiapas, cuando contendió a senador. Un salvador de Chiapas frente a la “anarquía por su entereza y ‘machismo’ reconocidos”. 141 De esta suerte, los militares de la Revolución mexicana, muchos de ellos con funciones políticas después de finalizados los conflictos bélicos, se convirtieron en modelos, como lo fue “el viril e íntegro revolucionario, Coronel Victórico Grajales”, el gobernador anticlerical de Chiapas de quien se destacó su labor política los “hechos”, por encima de las “palabras”. 142

La educación física se relacionó, desde los inicios de la Revolución mexicana, con el mundo castrense, aunque desde el porfiriato en Chiapas ya se había instalado la Escuela Industrial Militar en Tuxtla Gutiérrez. 143 Tal vez por ello el gobernador Flavio Guillén, en 1913, inauguró la Escuela Normal Militar del Estado: “este semillero de luchadores, apósteles y evangelistas de la civilización científica” para formar profesores destinados a colaborar con “la obra santa de dotar a los hijos con herencia de luz que alumbre el dedálico camino de la vida”. 144 Con Venustiano Carranza la enseñanza, con énfasis en la primaria, se quiso que esta fuese de carácter militar, 145 mediante una educación marcial regida desde la Dirección de Militarización que tuvo extensión en sus representativos locales de los estados para que la juventud mexicana desarrollara “fuerza, agilidad y habilidades físicas”. 146 Reflejo en Chiapas del gobierno carrancista fue la solicitud federal para que en las escuelas tanto el director como los profesores vistieran de campaña en sus clases o se les otorgara el grado de capitán. 147 Deseo “de despertar el espíritu militar y los sentimientos de civismo en todos los elementos de orden del país”, aunque tal circunstancia no se prolongó por mucho tiempo. 148 A pesar de ello el gobernador carrancista Pablo Villanueva, siguió las disposiciones del gobierno federal para que en todos los niveles educativos “se ejercitara a los mexicanos en el manejo de las armas y se les acostumbrará a la disciplina de la fuerza pública, se les inculcará desde la niñez, juntamente con el amor a la Patria, el sentimiento del deber que tienen de defenderla”. 149

En Chiapas las acciones bélicas entre carrancistas y mapaches impidieron la consolidación de gobiernos efectivos hasta el mandato de Tiburcio Fernández Ruiz (1920-1924), pero las iniciativas para modificar la educación se sucedieron como una constante, tal como la ejemplificada por el gobernador Manuel Fuentes y en la que se proponía la creación de una Escuela de Regeneración de Menores, interesada en los trabajos manuales y la disciplina militar. 150 El nexo entre militarización y educación se constata con la elaboración de un Reglamento de la Militarización de la Juventud de la República y donde destacan los ejercicios físicos, básicamente gimnásticos y destinados a efectuarse en las escuelas; aunque ello no impidió que se debatiera sobre la congruencia de la educación militarizada. 151 Tal circunstancia dejó de representar un elemento de discusión tras la llegada de los sonorenses al poder, quienes durante el mandato de Plutarco Elías Calles dedicaron sus energías a modernizar al ejército a través de su reestruc- turación de la mano del joven general Joaquín Amaro, “de complexión fuerte, vigoroso” según Luis Alamillo. 152 De la misma manera, durante el Maximato, Pascual Ortiz Rubio propugnó el acercamiento de la escuela y el ejército por ser “agentes modernizadores” para “coadyuvar a la defensa del país”. 153 La procedencia foránea de los primeros profesores de educación física en Chiapas, junto al papel de los militares en el estado, abrieron la formación y la paulatina práctica deportiva. 154 También los incipientes profesores, ya chiapanecos, se formaron fuera del estado y con disciplina militar, como le ocurrió a Efraín Fernández que se educó en la Escuela Normal de Educación Física en la ciudad de México. 155 Seguramente con la llegada a la presidencia de la República de Lázaro Cárdenas a la máxima magistratura del país, la presencia militar se hizo más notable, aunque también repuntó la del “obrero vigoroso”. 156 Entre los militares sobresale el caso del general Tirso Hernández García, quien había estado relacionado con la actividad física como cabeza institucional del deporte en el país. La disposición de las instituciones deportivas nacionales, dedicadas a “trabajar por el deporte, que en este caso es trabajar por la raza y por la patria”, por una patria que no podía ser más que “joven”, 157 también se hará extensiva por todo el territorio mexicano, una más de las formas de extensión de la nación.

Para ratificar el papel de la práctica deportiva como punto nodal de la transformación de la juventud, nada mejor que la información remitida por el cónsul mexicano en Hamburgo, Alfonso Guerra, sobre lo ocurrido en el Congreso Mundial para la Organización de las Horas Libres y el Recreo, celebrado en esa ciudad europea a finales de julio de 1936. 158 Entre los comentarios vertidos destaca como positivo el deseo de “Mejoramiento de las Razas” como básico en el desarrollo del Congreso, de ahí que también se destacara la necesidad de las naciones por contar con una “Juventud sana y capaz”. En opinión del delegado mexicano, los avances en el recreo se encontraban en las ciudades por los destacados campos deportivos. Deporte y folklore fueron coincidentes y los temas “más favorecidos en este Congreso”, por considerarse necesarios para dos nítidos aspectos que en México estaban muy presente: “para el mejoramiento de la raza y para la fortificación de la nacionalidad”. 159

Los cuerpos juveniles de los chiapanecos debían estar al servicio de la patria desde las trincheras, la actividad deportiva pero, también, estuvieron disponibles gracias a las festividades patrióticas. Cambio de época, de régimen político, planteado como una refundación nacional necesitada de nuevos rituales. Y esas manifestaciones públicas, extendidas tanto en Europa como en América Latina, convirtieron en espectáculo de masas los deseados valores patrióticos con ideales de “fortaleza, generosidad, valentía y perfección en la ejecución”.160 Tablas gimnásticas y encuentros deportivos alimentaron tales fiestas que “exhibían la fuerza y control corporal de los hombres frente a la fragilidad y gracia de las mujeres”. 161 Algo nada ajeno a los regímenes autoritarios que surgían en la Europa de la primera mitad del siglo XX y deseosas de transmitir sus valores e ideales políticos. 162 El afán por el monumentalismo de estas demostraciones públicas se demostró en los desfiles con símbolos nacionales y donde los jóvenes eran elementos nodales; actos caracterizados por los “ejercicios premilitares, gimnásticos y deportivos”. 163 En el caso chiapaneco, los desfiles deportivos para conmemorar la Independencia y la Revolución mexicana se hicieron presentes en sus localidades, en especial la celebración del 20 de noviembre, 164 aspecto que se ha prolongado hasta el presente. 165 Pero por mucho trabajo realizado para propagar la mexicanización del territorio chiapaneco con actividades como las cívicas, siempre existieron ámbitos de indefinición, como señalaba el mismo gobernador chiapaneco que sustituyó al anticlerical Victórico R. Grajales:

Teniendo en cuenta que en muchos pueblos del Estado no se efectuaban ceremonias cívicas, se distribuyó entre todos los Municipios un Calendario Cívico en el que se consignan las principales fechas históricas, Nacionales y Locales del Estado y se ha impreso gran cantidad de folletos, consignando la biografía y la obra condensada de cada prócer. 166

Hechos que remiten a resistencias, pero también conducen a repensar los diversos caminos que la extensión del Estado nacional ha vivido en sus márgenes territoriales.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Como afirma Alan Knight, la Revolución mexicana no transformó de forma total a México; sin embargo, durante los gobiernos posrevolucionarios se produjeron transformaciones políticas, económicas y culturales visibles y relevantes en el país. 167 La construcción del Estado nacional y del futuro partido de Estado, junto a la exaltación nacionalista, se han destacado en este periodo, una circunstancia coincidente, o paralela como señala George

L. Mosse, con una forma de masculinidad moderna que representaba a la propia nación desde el siglo XIX. 168 Los héroes, al estilo romántico, ejemplificaron tal ideal masculino convertido en normativo a través del intento de disciplinar el cuerpo. 169 México, en este sentido, se equipara gracias a los discursos utilizados con situaciones similares a las ocurridas en Europa y otros países de América Latina. Beatriz Urías lo resume a la perfección:

El proyecto utópico e irrealizable de construir nuevos seres humanos física y mentalmente libres de determinaciones del pasado constituyó el núcleo de las ideologías autoritarias y totalitarias que buscaron imprimir un nuevo sentido a lo nacional por la vía de la transformación de lo individual. El común denominador de estas ideologías fue la elaboración de una mística regeneradora cuyo principal objetivo fue la educación de la juventud […]. 170

Es aquí donde entra en juego uno de los conceptos de Michel Foucault que más resonancia ha tenido en los últimos decenios que es el de biopoder, entendido con distintos alcances aunque resumible de forma general como el ejercicio del poder sobre los seres humanos a través de sus cuerpos. Un biopoder que interviene de dos formas complementarias, una conformada por las disciplinas dirigidas al cuerpo humano individual; 171 mientras que la otra se enfoca al “conjunto de seres vivos constituidos como población”, y donde se piensan aspectos como la “salud, higiene, natalidad, longevidad […]”. 172 Dos conjuntos de mecanismos, el primero disciplinario e individual y, el segundo, regularizador y colectivo. Para asegurar que el cuerpo social sea coherente y uniforme, las disciplinas producen conceptos y prácticas normalizadoras. En definitiva, un proceso de homogeneización de los hombres, en este caso, y donde disciplinar el cuerpo condujo a controlar, normalizar, y a distinguir entre los seres humanos aptos e ineptos para la sociedad. 173 En este caso, la virilidad masculina se muestra en la acción y el cuerpo se convierte en el centro de debates y discursos. Su contraparte se ubica en la pasividad y todos aquellos adjetivos ligados a la indolencia y la desidia, los cultivados por los individuos marcados por un pasado demonizado por retrógrado y ajeno al anhelado futuro. Y a él solo se accedía a través de la intervención sobre los cuerpos con aspectos como el trabajo y la educación, con extensión en la educación física. En 1941 tal circunstancia se expresó con nitidez mediante las acciones de las instituciones estatales: “A través de los deportes se forja una raza más fuerte y pujante y se encamina a la juventud por senderos muy opuestos a los del vicio, y en Chiapas los deportes alcanzan ahora un auge sorprendente”. 174

Los pares de conceptos contrapuestos, cual si se tratara de un discurso analizado desde el estructuralismo antropológico, componen la argumentación de un periodo empecinado a distanciarse del pasado, y acercarse al futuro, aunque en el fondo aspectos expuestos y considerados novedosos abrevaban de los debates sedimentados en el siglo XIX. 175 Deseos no siempre coincidentes con las transformaciones políticas y sociales que encaminaran a la población hacia la modernización propugnada, y que ofrecían resistencias al poder mostradas en la indiferencia hacia mecanismos como la escuela, las campañas antialcohólicas y anticlericales, y la participación en las actividades del nuevo calendario cívico. Es decir, el Estado mexicano observó, como en otras revoluciones históricas y posteriores, que “la transformación de las mentalidades, la extirpación de la religión y de la superstición, y la creación de un ‘nuevo hombre’ (mujer) revolucionario eran sumamente difíciles”, 176 y que simplemente los propios discursos contaban con relecturas por parte de los supuestos receptores. 177 Ello era más notorio en una sociedad como la chiapaneca en la que existía una enorme distancia entre los habitantes del campo y la ciudad, y donde las relaciones patrón-cliente eran una constante. Por lo tanto, y a pesar que desde las instituciones políticas estatales o de la opinión pública se propusieron cambios pensados especialmente para sus conciudadanos del agro, diferenciados también por la marca étnica, esa metamorfosis sólo podía llegar desde fuera, obligada en muchos casos, a través de instituciones que a la vez de homogeneizar, normalizar, a la población del país, construían la nación, como ocurriría con las educativas. Un Estado, a través de los gobiernos posrevolucionarios, en construcción mediante la anhelada transformación de las prácticas de sus ciudadanos; Estado imaginado constantemente gracias a retóricas destinadas a representarlo simbólicamente.

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1 MOSSE, George L., La imagen del hombre. La creación de la moderna masculinidad, Madrid, Talasa Ediciones, 2000, pp. 30-32.

2 MUÑIZ, Elsa, Cuerpo, representación y poder. México en los albores de la reconstrucción nacional, 1920-1934, México, UAM-Azcapozalco, Miguel Ángel Porrúa, 2002, p. 103.

3 LOMNITZ, Claudio, “Los orígenes de nuestra supuesta homogeneidad. Breve arqueología de la unidad nacional en México”, en Prismas, vol. 14, núm. 1, 2010, p. 60.

4 HALE, Charles A., “Emilio Rabasa: liberalismo, conservadurismo y revolución”, en Erika PANI (coord.), Conservadurismo y derechas en la historia de México, vol. II, México, FCE/Conaculta, 2009, p. 408; HALE, Charles, Emilio Rabasa y la supervivencia del liberalismo porfiriano, México, FCE-CIDE, 2011, p. 62.

5 BENJAMIN, Thomas L., El camino a Leviatán. Chiapas y el Estado mexicano, 1891-1947, México, Conaculta, 1990, p. 57.

6 BENJAMIN, Thomas L., La Revolución Mexicana. Memoria, mito e historia, México, Taurus, pp. 202-213.

7 RESÉNDIZ GARCÍA, Ramón, “Del nacimiento y muerte del mito político llamado Revolución Mexicana: tensiones y transformaciones del régimen político, 1914-1994”, en Estudios Sociológicos, vol. 23, núm. 67, 2005, p. 144.

8 TENORIO, Mauricio, Artilugio de la nación moderna. México en las exposiciones universales, 1880-1930, México, FCE, 1998; HURTADO, Guillermo, “La reconceptualización de la libertad. Críticas al positivismo en las postrimerías del Porfiriato”, en Virginia GUEDEA (coord.), Asedios a los centenarios (1910-1921), México, FCE, pp. 226-282.

9 URÍAS HORCASITAS, Beatriz, “Fisiología y moral en los estudios sobre las razas mexicanas: continuidades y rupturas (siglos XIX y XX)”, en Revista de Indias, vol. 55, núm. 234, 2005, pp. 355-356.

10 ALONSO, Ana María, “El «mestizaje» en el espacio público: estatismo estético en el México posrevolucionario”, en Marisol DE LA CADENA (ed.), Formaciones de indianidad. Articulaciones raciales, mestizaje y nación en América Latina, Bogotá, Envión, 2007, p. 175.

11 GARCÍA DE LEÓN, Antonio, Resistencia y Utopía. Memorial de agravios y crónica de revueltas y profecías acaecidas en la provincia de Chiapas durante los últimos quinientos años de su historia, tomo I, México, Era, 1989, p. 15; DE VOS, Jan, “La Iglesia Católica en Chiapas, 1528-1998”, en VV.AA., Chiapas: una nueva visión para una nueva política, México, Senado de la República, 2000, p. 249.

12 KNIGHT, Alan, La Revolución Mexicana. Del porfiriato al régimen constitucional, vol. II, 1996, p. 1051; GUERRA, Francois-Xavier, “Teoría y método en el análisis de la Revolución mexicana”, en Revista Mexicana de Sociología, vol. 51, núm. 2, 1989, p. 17.

13 RESÉNDIZ GARCÍA, “Del nacimiento y muerte del mito político…”, pp. 144-150.

14 MARTÍNEZ ASSAD, Carlos, El laboratorio de la Revolución. El Tabasco garridista, México, Siglo XXI, 2005.

15 OSTEN, Sarah, The Mexican Revolution’s Wake. The Making of a Political System, 1920-1929, Cambridge, Cambridge University Press, 2018.

16 LEWIS, Stephen E., The Ambivalent Revolution. Forging State and Nation in Chiapas, Mexico, 1910-1945, Alburquerque, Univesity of New Mexico, 2005.

17 URÍAS HORCASITAS, “Fisiología y moral en los estudios sobre las razas mexicanas…”, pp. 355-356.

18 CÓRDOBA, Arnaldo, La ideología de la Revolución Mexicana, México, Ediciones Era, 1999, p. 75.

19 DÍAZ ARCINIEGA, Víctor, Querella por la cultura “revolucionaria” (1925), México, FCE, 2010, p. 75.

20Las referencias a la virilidad desde la Cámara de Diputados nacional para enfatizar el papel de los políticos, el cumplimiento de su deber e insistir en el carácter revolucionario es constante y sólo como ejemplo las loas al papel jugado por el licenciado Novelo del Partido Liberal Constitucionalista, llamado por Rafael Ramos Pedrueza el “viejo joven–porque si por juventud se entiende la energía, la laboriosidad y el entusiasmo, el licenciado Novelo es un joven”. Diario de Debates de la Cámara de Diputados, núm. 14, Legislatura XXIX, año I, tomo I, Periodo Ordinario, México, 7 de septiembre de 1920.

21 URÍAS HORCASITAS, “Fisiología y moral en los estudios sobre las razas mexicanas…”, pp. 355-356.

22 FUNES, Patricia, Historia mínima de las ideas políticas en América Latina, México, El Colegio de México, 2014, p. 70.

23 MARTÍNEZ VALLE, Carlos, “El nuevo cuerpo político de la nación. El deporte en la disciplina y educación social del México posrevolucionario”, en Dafne CRUZ PORCHINI, Debora DOROTINSKY, et al., Formando el Cuerpo de una Nación. El deporte en el México posrevolucionario (1920-1940), México, Conaculta, Instituto Nacional de Bellas Artes, Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, 2012, p. 85.

24Véase para una revisión los trabajos de MACHILOT, Didier, “«Machos» et «machistes»: (brève) histoire de stéréotypes mexicains”, en Amerika, núm. 4, 2011, pp. 165-180. En https://journals.openedition.org/amerika/2149?lang=es [consultado el 25 de octubre de 2019]; “El estudio de los estereotipos masculinos mexicanos en las ciencias humanas y sociales: un recorrido crítico-histórico”, en Juan Carlos RAMÍREZ RODRÍGUEZ y José Carlos CERVANTES RÍOS (coord.), Los hombres en México. Veredas recorridas y por andar. Una mirada a los estudios de género de los hombres, las masculinidades, México, Universidad de Guadalajara, 2013, pp. 17-35.

25 BALLÍN, Rebeca, El congreso higiénico pedagógico 1882 [tesis de Maestría en Historia], Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2008; MACÍAS GONZÁLEZ, Víctor, “The Bathhouse and Male Homosexuality in Porfirian Mexico”, en Víctor MACÍAS GONZÁLEZ y Anne RUBENSTEIN (eds.), Masculinity and Sexuality in Modern Mexico, Alburquerque, University of New Mexico Press, 2012, pp. 25-45; BENHUMEA- BAHENA, Belén, “Educados para ser varones modernos: los estudiantes del Estado de México durante el porfiriato. Un estudio de masculinidades”, en Contribuciones desde Coatepec, vol. 26, 2014, pp. 91-107.

26 GÓMEZ MENDOZA, Oriel, “Indio, nación y cuerpo en el porfiriato. La representación fotográfica de la exclusión”, en Historia 396, núm. 2, 2013, pp. 260-265.

27 BUFFINGTON, Robert, A Sentimental Education for the Working Man: Mexico City, 1900-1910, Durham, Duke University Press, 2015.

28 ALONSO, Ana María, Thread of blood. Colonialism, revolution, and gender on Mexico’s northern frontier, Tucson, University of Arizona Press, 1995.

29Archivo Histórico del Estado de Chiapas (en adelante AHCH), Hemeroteca, “Esas Lacras Sociales”, en El Regenerador, núm. 63, Tuxtla Gutiérrez, 2 de enero de 1916, p. 3.

30 MOSSE, La imagen del hombre, pp. 7-9. 31 “México no pertenece a la familia de los pueblos castrados; hace un lustro que está dando al mundo pruebas de su virilidad y de su pujanza y de los altos ideales que abrigan sus hijos”. AHCH, Hemeroteca, J. AGUIRRE BELTRÁN, “Yugos y Coyundas”, en El Regenerador, núm. 35, Tuxtla Gutiérrez, 26 de septiembre de 1915, p. 3.

32 CONNELL, Robert, Gender and Power: Society, the Person and Sexual Politics, Stanford, Stanford University Press, 1987, p. 187.

33 PORTER, Roy, “Historia del cuerpo revisada”, en Peter BURKE (ed.), Formas de hacer historia, Madrid, Alianza Editorial, 2009, pp. 291-292.

34 MORA, Sergio de la, Cinemachismo: Masculinities and Sexuality in Mexican Film, Austin, University of Texas Press, 2006; DOMÍNGUEZ RUVALCABA, Héctor, De la sensualidad a la violencia de género. La modernidad y la nación en las representaciones de la masculinidad en el México contemporáneo, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 2013; RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, Nathaly, “De Cuauhtemotzin a las cervecerías. El control oficial del homoerotismo masculino y la construcción estratégica de la geografía disidente, ciudad de México 1930-1951”, en Historia Mexicana, vol. 68, núm. 1, 2018, pp. 111-175.

35 DOMÍNGUEZ RUVALCABA, De la sensualidad a la violencia de género, p. 7.

36 MOSSE, La imagen del hombre, p. 61.

37 SIERRA, Justo, Evolución política del pueblo mexicano, México, UNAM, 1984, p. 399.

38 ARESTI, Nerea, Masculinidades en tela de juicio. Hombres y género en el primer tercio del siglo XX, Madrid, Ediciones Cátedra-Universitad de València, Instituto de la Mujer, 2010, p. 59.

42AHCH, Hemeroteca, “Nada hay estable en este mundo”, en El Pueblo Obrero, núm. 21, San Cristóbal de Las Casas, 9 de febrero de 1913, p. 3.

43 GILMORE, David D., Hacerse hombres. Concepciones culturales de la masculinidad, Barcelona, Altaya, 1999, p. 29.

44Véase trabajos posteriores sobre la temática como el de PUTNEY, Clifford, Muscular Christianity: Manhood and Sports in Protestant America, 1880.1920, Cambridge, Harvard University Press, 2003.

45 MOSSE, La imagen del hombre, p. 61.

46 GILMORE, Hacerse hombres, p. 29.

47 DÍAZ ARCINIEGA, Querella por la cultura “revolucionaria” (1925), p. 56.

48AHCH, Hemeroteca, en Alba Roja, núm. 10, Tuxtla Gutiérrez, 15 de agosto de 1927, p. 2.

49AHCH, Hemeroteca, “La razón”, en Chiapas Nuevo, núm. 51, Tuxtla Gutiérrez, 25 de marzo de 1917, p. 1.

51AHCH, Hemeroteca, “Lo que quieren los negreros”, en Boletín de Información, núm.13, Tuxtla Gutiérrez, 2 de enero de 1915, p. 1.

52 LISBONA GUILLÉN, Miguel, Persecución religiosa en Chiapas (1910-1940). Iglesia, Estado y feligresía en el periodo revolucionario, México, UNAM, 2008.

53AHCH, Hemeroteca, Alejandro NAVAS G., “El camino de nuestra redención”, en El regenerador, núm. 10, Tuxtla Gutiérrez, 20 de junio de 1915, p. 4.

54 PALAVICINI, Félix, “La clase media”, en Javier GARCIADIEGO (selección), La Revolución Mexicana. Crónicas, documentos, planes y testimonios, México, UNAM, 2012, p. 4.

55 MARTÍNEZ NAVARRO, Anastasio, “Anotaciones a la historia de la educación física española en el siglo XIX”, en Historia de la Educación, núm. 2, Universidad de Salamanca, 1983, pp. 153-164.

56AHCH, Hemeroteca, “Decreto de la normalidad”, en Chiapas Nuevo, núm. 174, Tuxtla Gutiérrez, 13 de junio de 1918, p. 3.

57 BENJAMIN, El camino a Leviatán, pp. 213-214.

60AHCH, Hemeroteca, “¡Al trabajo!”, en El Escolar, núm. 10, Tuxtla Gutiérrez, 15 de julio 1930, p. 2.

61AHCH, Hemeroteca, “Himno al Trabajo”, en Renovación, núm. 1, Tuxtla Gutiérrez, 7 de enero de 1933, p. 4.

62Periódico Oficial de Chiapas (en adelante POCH), “Informe de Gobierno de Flavio Guillén”, núm. XXIX, Tuxtla Gutiérrez, 21 de septiembre de 1912, pp. 385-389.

63POCH, “Ley de policía y buen gobierno”, decreto núm. 75, vol. XLVI, núm. 41, Tuxtla Gutiérrez 9 de octubre de 1929, pp. 2-10.

64POCH, “Ley de tribunales para menores e incapacitados”, decreto núm. 4, Alcance al núm. 42, Tuxtla Gutiérrez, 24 de octubre de 1936, pp. 1-4.

65AHCH, Hemeroteca, “Se evitará que vaguen los muchachos en edad escolar”, en La Vanguardia, núm. 245, Tuxtla Gutiérrez, 31 de diciembre de 1933, p. 1.

66 GARCÍA CANAL, María Inés, Foucault y el poder, México, UAM-Xochimilco, 2010, p. 73.

67 CÓRDOBA, Marcelo, “La existencia encarnada del hombre en cuanto signo. Una aproximación semiótica a la corporeidad”, Grupo de Estudios Piercianos, Universidad de Navarra, 2012, en shorturl.at/dHJNW [consultado el 29 de mayo de 2017].

68 RODRÍGUEZ DÍAZ, Álvaro, El deporte en la construcción del espacio social, Madrid, CIS, 2008, pp. 51-55.

69 VARGAS, Daniel, “Fisiología lúdica de la higiene. Encauzamiento, profilaxis y dinámica de la energía”, en Renato GONZÁLEZ y Deborah DOROTINSKY (coord.), Encauzar la mirada. Arquitectura, pedagogía e imágenes en México, 1920-1950, México, UNAM, 2010, p. 49.

70 MOSSE, La imagen del hombre, p. 57.

71 FOUCAULT, Michel, Nacimiento de la biopolítica. Curso en el Collège de France (1978-1979), Buenos Aires, FCE, 2012.

72 MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, Felipe, “Construyendo cuerpos infantiles… modelando cuerpos patriotas. La educación física en Chile, 1889-1920”, en Educación Física y Ciencia, núm. 13, 2011, pp. 105-106; OSPINA- CRUZ, Carlos A., “El cuerpo infantil: campo de batalla moderno. Antioquia (1903-1930)”, en Magis. Revista Internacional de Investigación en Educación, vol. 3, núm. 5, 2010, pp. 67-68.

75 MARTÍNEZ, Tomás, Regeneración. Drama regional en tres actos y en prosa, San Fernando, Imprenta del Gobierno del Estado, 1930.

76 BENJAMIN, El camino a Leviatán, pp. 74-75.

77 BENJAMIN, El camino a Leviatán, p. 212.

78 VELASCO CRUZ, Saúl, “Racismo y educación”, en Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, núm. 226, 2016, p. 384.

79 ROCKWELL, Elsie, “Movimientos sociales emergentes y nuevas maneras de educar”, en Educação & Sociedade, vol. 33, núm. 120, 2012, pp. 703-704.

80CORTÉS LÓPEZ, Elvia Lizbeth, El proyecto federal de escuela rural en México. La respuesta social en las escuelas rurales de Chiapas, vista a través de los inspectores, 1921-1946 [tesis de Maestría en Estudios Sociales], México, UAM-Iztapalapa, pp. 61-62.

81Archivo Histórico de la Secretaría de Educación Pública (en adelante AHSEP), Departamento de Psicopedagogía e Higiene, “Educación Higiénica en los Niños”, caja 5119, exp. 73, f. 38, México, 26 de agosto de 1925.

82AHSEP, Departamento de Psicopedagogía e Higiene, “Programa General de Educación Física que se desarrolla en las Escuelas Técnicas, Comerciales e Industriales, bajo la inspección del C. Prof. Enrique J. Zapara”, caja 5116, exp. 9, f. 14, México, 21 de junio de 1927.

83 LIST ARZUBIDE, Germán, Práctica de educación irreligiosa (Para uso de las escuelas primarias y nocturnas para obreros), México, Ediciones Integrales, 1933, p. 35.

84 DOROTINSKY, Deborah, “Dejar las armas y tomar la pelota: deporte, ejercicio y juego en el campo mexicano”, en Dafne CRUZ PORCHINI, Debora DOROTINSKY, et al., Formando el Cuerpo de una Nación. El deporte en el México posrevolucionario (1920-1940), México, Conaculta, Instituto Nacional de Bellas Artes, Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, 2012, p. 72.

85 DE LA CADENA, Marisol, “¿Son los mestizos híbridos? Las políticas conceptuales de las identidades andinas”, en Universitas Humanística, núm. 61, 2006, pp. 51-84.

86AHCH, Hemeroteca, C. ANDRODE, “Los hombres dinámicos”, en México, núm. 6, Tapachula, 12 de octubre de 1933, p. 3.

87El poder del hombre consiste en obrar, en ir adelante, en proteger. Él es esencialmente el ser de acción, de progreso, el creador, el explorador, el defensor. Su inteligencia, formada para la especulación y la investigación, […]. Pero el poder de las mujeres es reinar, no combatir […] John Ruskin”. AHCH, Hemeroteca, John RUSKIN, “Un fragmento”, en México, núm. 6, Tapachula, 12 de octubre de 1933, pp. 5-7.

88AHCH, Hemeroteca, Federico JUÁREZ DELGADO, “Bulimia de placeres”, en México, núm. 11, Tapachula, 18 de noviembre de 1933, p. 3.

89AHCH, Hemeroteca, Mario CAMACHO ESPINOSA, “Pensamientos”, en Brecha Nueva, núm. 3, Tuxtla Gutiérrez, 4 de junio de 1932, p. 2-4.

90AHCH, Hemeroteca, “Trabajar es vencer”, en Verdad y Justicia, núm. 45, Tuxtla Gutiérrez, 21 de enero de 1913, p. 1.

91 PELUFFO, Ana e Ignacio M. SÁNCHEZ, “Introducción”, en Ana PELUFFO e Ignacio M. SÁNCHEZ (eds.), Entre hombres. Masculinidades del siglo XIX en América Latina, Madrid, Iberoamericana, Vervuert, 2010, pp. 10-12.

92 KIMMEL, Michael, “Los estudios de la masculinidad: una introducción”, en Àngels CARABÍ y Josep M. ARMENGOL (eds.), La masculinidad a debate, Barcelona, Icaria Editorial, 2008, p. 14.

93 KIMMEL, “Los estudios de la masculinidad: una introducción”, p. 13.

94 DÍAZ ARCINIEGA, Querella por la cultura “revolucionaria” (1925), cita a Monterde en un artículo publicado el 25 de diciembre de 1924: “el hombre que vive respirando el aire pobre de las bibliotecas, alejado de los deportes, sea un hombre pequeño, un hombre débil, físicamente”, p. 96. Véase también los trabajos de SHERIDAN, Guillermo, México en 1932: la polémica nacionalista, México, FCE, 1999, y Los Contemporáneos ayer, México, FCE, 1993.

95Referencia a la palingenesia como renacimiento o regeneración observable también en la doctrina masónica. SCAVINO, Dardo, Las fuentes de la juventud. Genealogía de una devoción moderna, Buenos Aires, Eterna Cadencia Editora, 2015, pp. 12-17.

96 SCAVINO, Las fuentes de la juventud, pp. 19-23.

97 LE BRETON, David, Anthropologie du corps et modernité, París, PUF, 1990, p. 146.

98 MOSSE, La imagen del hombre, pp. 129-140.

101 Colección Latinoamericana Nettie Lee Benson (en adelante CLNLB), “Nuestro programa”, en La Juventud Chiapaneca, vol. I, núm. 1, San Cristóbal de Las Casas, 1 de septiembre de 1888, pp. 1-2.

102 SCAVINO, Las fuentes de la juventud, pp. 214-237.

103 BARRANCOS, Dora, “Ideas socialistas en cuerpos sanos (Argentina, 1920-1930)”, en Pablo SCHARAGRODSKY (comp.), La invención del “homo gymnasticus”. Fragmentos históricos sobre la educación de los cuerpos en movimiento en Occidente, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2011, p. 425.

104AHCH, Hemeroteca, Federico VÁZQUEZ, “Mens sana...”, en Renovación, núm. 18, Tuxtla Gutiérrez, 9 de septiembre de 1933, pp. 3-6; AHCH, Hemeroteca, Antonio AMAT, “Ensayo Pedagógico”, en Chiapas Nuevo, núm. 8, Tuxtla Gutiérrez, 21 de marzo de 1937, p. 3.

105POCH, decreto núm. 6, Sección de Gobierno, Justicia y Seguridad Pública, vol. LV, núm. 7, Tuxtla Gutiérrez, 16 de febrero de 1938, pp. 2-3.

106 MOSSE, La imagen del hombre, pp. 10-11.

107 MARTÍNEZ VALLE, “El nuevo cuerpo político de la nación”, p. 87.

108 BURKE, Peter, Visto y no visto. El uso de la imagen como documento histórico, Barcelona, Crítica, 2005, p. 149.

109 LE BRETON, Anthropologie du corps et modernité, p. 106.

110 MOSSE, La imagen del hombre, p. 35.

111AHCH, Hemeroteca, Marina OROZCO M., “El hombre más fuerte es el que sabe gobernarse”, en Rayito de Luz, núm. 20, San Cristóbal de Las Casas, 15 de marzo de 1930, p. 3.

112 CARREÑO, Manuel Antonio, Manual de urbanidad y buenas maneras, México, Nueva Época, 2008.

113AHCH, Hemeroteca, “Reglas de buena educación”, en México, núm. 5, Tapachula, 30 de septiembre de 1933, p. 2.

114 LIST ARZUBIDE, Práctica de educación irreligiosa, p. 34.

115 LIST ARZUBIDE, Práctica de educación irreligiosa, p. 35.

116CORTÉS LÓPEZ, El proyecto federal de escuela rural en México, pp. 103-104.

117 LISBONA GUILLÉN, Miguel, “Actividad física para mejorar la raza. Las misiones culturales en la posrevolución mexicana”, en Víctor ALONSO DELGADO y F. Xavier MEDINA (eds.), Deporte, etnicidad e identidades, Santa Cruz de Tenerife, Le Canarien Ediciones, 2017, pp. 67-93.

118AHSEP, Departamento de Psicopedagogía e Higiene, “Proyecto de programa de educación física y de deportes que presenta la comisión respectiva”, caja 5123, exp.79, México, julio de 1929.

119 VARGAS, “Fisiología lúdica de la higiene”, p. 38.

121AHCH, Hemeroteca, “Nuestra orientación. Juventud Gallarda”, en Chiapas Nuevo, núm. 18, Tuxtla Gutiérrez, 3 de junio de 1937, p. 3.

122AHSEP, Centro de Documentación y Biblioteca Mtro. Luis Guevara Ramírez, Alfredo Carraza, “Dosificación del ejercicio en el campo”, en El Maestro Rural, núm. VII, México, 1 de noviembre de 1935.

123 URÍAS HORCASITAS, Beatriz, Historias secretas del racismo en México (1920-1950), México, Tusquets, 2007.

124 KIRSHNER, Alan M., Tomás Garrido Canabal y el movimiento de los Camisas Rojas, México, SEP, 1976; PÉREZ MONTFORT, Ricardo, “Los camisas doradas”, en Secuencia, núm. 4, 1986, pp. 66-77.

125AHCH, Hemeroteca, “La juventud frente a los problemas nacionales”, en Provincia, Chiapa de Corzo, 15 de marzo de 1940, p. 2. Véase GOJMAN DE BACKAL, Alicia y Gloria CARREÑO ALVARADO, “Minorías, Estado y movimientos nacionalistas de la clase media en México. Ligas antichina y antijudía siglo xx)”, en Ricardo TORREALBA, Migraciones internacionales en las Américas, núm. 3, Caracas, Centro de Estudios de Pastoral y Asistencia Migratoria, pp. 9-24.

126 MENÉNDEZ SAMARA, Adolfo, Fanatismo y misticismo (su valor social) y Otros ensayos, México, FCE, 1940, pp. 83-86.

127 ELIAS, Norbert, El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas, México, FCE, 1994.p. 43.

128 ELIAS, Norbert, “Introducción”, en Norbert ELIAS y Eric DUNNING, Deporte y ocio en el proceso de civilización, México, FCE, 1996, pp. 31-81.

129 MELGAREJO ACOSTA, María del Pilar, El lenguaje político de la regeneración en Colombia y México, Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, 2010, pp. 33-38.

130 MUÑIZ, Cuerpo, representación y poder, p. 103.

131 FELL, Claude, José Vasconcelos: los años del águila (1920-1925), México, UNAM, 2009, p. 261.

132 FELL, José Vasconcelos: los años del águila (1920-1925), p. 153.

133 DOMÍNGUEZ RUVALCABA, De la sensualidad a la violencia de género, p. 35.

134 CHÁVEZ GONZÁLEZ, Mónica Lizbeth, “Construcción de la nación y el género desde el cuerpo. La educación física en el México posrevolucionario”, en Desacatos, núm. 30, 2019, pp. 64-69.

135 PORTER, “Historia del cuerpo revisada”, p. 293; CENTENO, Miguel Ángel, Blood and Debt. Ward and the Nation-State in Latin America, Old Main, Penn State University Press, 2002.

136 CHÁVEZ GONZÁLEZ, Mónica Lizbeth, La introducción de la educación física en México: representaciones sobre el género y el cuerpo, 1882-1928 [tesis de Maestría en Historia], San Luis Potosí, El Colegio de San Luis, 2006, pp. 68-69 y 151.

137 GONZÁLEZ STEPHAN, Beatriz, “Héroes nacionales, Estado viril y sensibilidades homoeróticas”, en Anna PELUFFO e Ignacio M. SÁNCHEZ (eds.), Entre hombres. Masculinidades del siglo XIX en América Latina, Madrid, Iberoamericana, Vervuert, 2010, pp. 35-36.

138AHCH, Hemeroteca, Luis G. COYULA, en El Regenerador, núm. 64, Tuxtla Gutiérrez, 6 de enero de 1916, p. 3.

139 RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, “De Cuauhtemotzin a las cervecerías”, p. 133.

140AHCH, Hemeroteca, en Nosotros, núm. 3, Chiapa de Corzo, 15 de junio de 1924, p. 1.

141AHCH, Hemeroteca, en Nosotros, núm. 4, Chiapa de Corzo, 22 de junio de 1924, p. 1.

142AHCH, Hemeroteca, “El Gral. Cárdenas de parte de la Soberanía de Chiapas”, en La Verdad, núm, 11, 24 de mayo de 1935, p. 3.

143AHCH, Informe del Gobernador Ramón Rabasa, 16 de septiembre de 1910, pp. 12-13.

144POCH, vol. XXX, núm. 6, Tuxtla Gutiérrez, 1 de febrero de 1913, pp. 45-46.

145 LOYO BRAVO, Engracia, Gobierno revolucionarios y educación popular en México, 1911-1928, México, El Colegio de México, 1999, p. 41.

146 MACÍAS CERVANTES, César Federico, “Vigor y lealtad al servicio de la patria”, en Alter. Enfoques Críticos, núm. 1, San Luis Potosí, Universidad del Centro de México, p. 60.

147El gobernador José I. Cano abrogó tal decisión. POCH, vol. XXXI, núm. 24, Tuxtla Gutiérrez, 21 de marzo de 1914, p. 173.

148POCH, vol. XXXI, núm. 78, Tuxtla Gutiérrez, 15 de agosto de 1914, p. 501.

149POCH, vol. XXXIII, núm. 76, Tuxtla Gutiérrez, 18 de noviembre de 1916, p. 2.

150POCH, vol. XXXV, núm. 5, Tuxtla Gutiérrez, 23 de enero de 1918.

151 MACÍAS CERVANTES, César Federico, “¿El clásico del Bajío? Algunas consideraciones históricas sobre una rivalidad social”, en Roger MAGAZINE, José Samuel MARTÍNEZ LÓPEZ y Sergio VARELA HERNÁNDEZ (coord.), Afición futbolística y rivalidades en el México contemporáneo: una mirada nacional, México, Universidad Iberoamericana, 2012, pp. 61-63.

152 LOYO BRAVO, Martha Beatriz, “Las reformas militares en el periodo de Plutarco Elías Calles, 1924-1928”, en Javier GARCIADIEGO (coord.), El Ejército Mexicano 100 años de historia, México, El Colegio de México, p. 279.

153 MARTÍNEZ VALLE, “El nuevo cuerpo político de la nación”, p. 89.

154 LISBONA GUILLÉN, Miguel, “Mejorar la raza. Cuerpo y deporte en el Chiapas revolucionario (1910-1940)”, en Relaciones, núm. 105, pp. 61-106.

155 FERNÁNDEZ CASTILLEJOS, Efraín, Un profeta en su tierra. Apuntes autobiográficos, Tuxtla Gutiérrez, Gobierno del Estado de Chiapas, UNICACH-UNICH, 2006, p. 23.

156 RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, “De Cuauhtemotzin a las cervecerías”, p. 133.

157AHSEP, Departamento de Psicopedagogía e Higiene, Primer Congreso Nacional de Educación Física, caja 5158, exp. 44, f. 72, México, 1933.

158AHSEP, Departamento de Psicopedagogía e Higiene, Alfonso GUERRA, “Informe sobre el Congreso Mundial para la organización de las horas libres y del recreo”, caja 5158, exp. 14, f. 12, Hamburgo, 24 de agosto de 1936.

159AHSEP, Departamento de Psicopedagogía e Higiene, Alfonso GUERRA, “Informe sobre el Congreso Mundial para la organización de las horas libres y del recreo”, caja 5158, exp. 14, f. 12, Hamburgo, 24 de agosto de 1936.

160 MANRIQUE ARRIBAS, Juan Carlos, “Juventud, deporte y falangismo. El Frente de Juventudes, la Sección Femenina y los deportes del «Movimiento»”, en Xavier PUJADAS I MARTÍ (coord.), La metamorfosis del deporte. Investigaciones sociales y culturales del fenómeno deportivo y contemporáneo, Barcelona, Editorial UOC, 2011, pp. 244-245.

161 CHÁVEZ GONZÁLEZ, La introducción de la educación física en México, pp. 191-192.

162AHCH, Informe del Gobernador Constitucional del Estado de Chiapas, Victórico R. Grajales, rinde a la H. XXXV Legislatura..., Tuxtla Gutiérrez, 1935, p. 44; MANRIQUE ARRIBAS, “Juventud, deporte y falangismo”, pp. 244-245.

163 GONZÁLEZ AJA, Teresa, “Monje y soldado. La imagen masculina durante el franquismo”, en Revista Internacional de Ciencias del Deporte, vol. 1, núm. 1, 2005, p. 76.

164AHCH, Hemeroteca, “En conmemoración de las fiestas patrias, Arriaga prepara su primer encuentro atlético”, en Alborada, núm. 24, Tuxtla Gutiérrez, 27 de agosto de 1938, pp. 1-8.

165 LISBONA GUILLÉN, “Mejorar la raza. Cuerpo y deporte en el Chiapas revolucionario (1910-1940)”, 2017.

166AHCH, Informe del Gobernador Constitucional del Estado de Chiapas, Efraín A. Gutiérrez, Tuxtla Gutiérrez, 1938, p. 16.

167 KNIGHT, Alan, La revolución cósmica. Utopías, regiones y resultados, México 1910-1940, México, FCE, 2015, p. 21-23.

168 MOSSE, La imagen del hombre, p. 12.

169 MOSSE, La imagen del hombre, p. 146.

170 URÍAS HORCASITAS, Historias secretas del racismo en México (1920-1950), pp. 25-26.

171 FOUCAULT, Michel, Seguridad, territorio, población. Curso en el Collège de France (1977-1978), Buenos Aires, FCE, 2011, p. 27.

172 FOUCAULT, Nacimiento de la biopolítica, p. 359.

173 FOUCAULT, Seguridad, territorio, población. Curso en el Collège de France (1977-1978), p. 75.

174AHCH, Hemeroteca, “Once meses de gestión revolucionaria”, en Chiapas Nuevo, núm. 249, Tuxtla Gutiérrez, 8 de noviembre de 1941, p. 7.

175AHCH, Hemeroteca, R. H. DE IBARRETA, “La Religión al Alcance de Todos”, en Chiapas Nuevo, núm. 56, Tuxtla Gutiérrez, 12 de abril de 1917, p. 2.

176 KNIGHT, La revolución cósmica. Utopías, regiones y resultados, México 1910-1940, p. 189.

177 ARESTI, Masculinidades en tela de juicio, pp. 22-23.

31“México no pertenece a la familia de los pueblos castrados; hace un lustro que está dando al mundo pruebas de su virilidad y de su pujanza y de los altos ideales que abrigan sus hijos”. AHCH, Hemeroteca, J. AGUIRRE BELTRÁN, “Yugos y Coyundas”, en El Regenerador, núm. 35, Tuxtla Gutiérrez, 26 de septiembre de 1915, p. 3.

39“Hemos recibido la enérgica protesta que los estudiantes preparatorianos de Chiapas formularon contra el retrógrado «Adelante», papelucho indecente que chorrea misticismo y apesta a conventículo. La actitud viril de los jóvenes que protestan, es muy digna de elogio. ¡Antes que ser estudiantes, hay que ser hombres!”. AHCH, Hemeroteca, “Protesta”, en El Cometa, núm. 7, México, 1 de septiembre de 1910, p. 4.

40“[…] entregó su alma viril y cristiana a su Creador, el joven director de «El Tiempo» [Agustín Agüeros], el que comenzaba a figurar ya en México cual esforzado atleta y valiente luchador católico, Agustín Agüeros. […] DESCANSE EN PAZ EL GLADIADOR CAÍDO”. AHCH, Hemeroteca, “Un luchador menos”, en La Voz, núm. 73, San Cristóbal de Las Casas, 9 de junio de 1912, s.p.

41“Impulsados por el patriótico deseo de trabajar por el bien del Estado […], varios jóvenes de esta población acordaron reunirse para trabajar por la formación de una Liga poderosa y compacta, de todos los jóvenes de Chiapas, con el intento de lograr, por medio de ella, la consolidación de toda la juventud varonil chiapaneca”. AHCH, Hemeroteca, Enrique M. ZEPEDA, “La Liga «La Joven Chiapas»”, en La Voz de Chiapas, núm. 61, San Cristóbal de Las Casas, 17 de marzo de 1912, pp. 1-4.

50“Un pueblo viril solo se hace grande por su trabajo y por sus propios esfuerzos y no espera que otros le den una grandeza que nada de real y positivo tiene”. AHCH, Hemeroteca, “Nada hay estable en este mundo”, en El Pueblo Obrero, núm. 21, San Cristóbal de Las Casas, 9 de febrero de 1913, p. 3.

58“[…] el porvenir de un pueblo radica en su civilización, un pueblo civilizado es industrial, emprendedor, científico”. AHCH, Hemeroteca, Mario CAMACHO ESPINOSA, “México ante el problema mundial”, en Brecha Nueva (Órgano de la Federación Estudiantil Chiapaneca), núm. 6, Tuxtla Gutiérrez, 29 de julio de 1935, pp. 3-4.

59“Si en las escuelas, en la prensa, en la tribuna, en el libro, en la vida social toda, se inculcara al pueblo que el verdadero patriotismo consiste no en gritar ¡Viva México!, sino en trabajar pacíficamente para crearle una grandeza, una fuerza y una respetabilidad”. AHCH, Hemeroteca, “El verdadero y el falso patriotismo” (de Excélsior), en El Obrero, núm. 16, Tuxtla Gutiérrez, 10 de abril de 1919, p. 3.

73“De todos los factores productivos, el trabajo es el principal, el más activo, el más fecundo y en único que en realidad, de verdad puede saciar las necesidades tanto individuales como colectivas y hacer la verdadera felicidad de los pueblos y naciones”. AHCH, Hemeroteca, H. MORALES, “Productividad del trabajo”, en La Vanguardia, núm. 200, Tuxtla Gutiérrez, 5 de enero de 1933, p. 3.

74“Trabajamos sin descanso, como verdaderos mentores, por la transformación mental y social de los aborígenes, de los campesinos y obreros, así como la de sus hijos; combatamos sin descanso el vicio, la pereza y el fanatismo. Inculquemos en todos el amor al trabajo, fuente única del progreso”. AHCH, Hemeroteca, Jesús DURÁN CÁRDENAS, “Maestros de Chiapas. ¡Salud!”, en La Vanguardia, núm. 164, Tuxtla Gutiérrez, 15 de mayo de 1932, p. 4.

99“Mexicano: Tu primer deber es dar la vida por tu patria.-Tu segundo deber es ser más fuerte para mejor servirla; porque ella no quiere víctimas gloriosas, sino gloriosos vencedores.-Así ejercita el cuerpo y la voluntad en los juegos viriles y en las empresas arduas”. AHCH, Hemeroteca, Luis G. COYULA, “Alma Mater”, en Chiapas Nuevo, núm. 88, Tuxtla Gutiérrez, 2 de agosto de 1917, p. 2; “Ciudadano: contribuye a la orientación del Gobierno, censurando virilmente sus errores, pero elogiando al mismo tiempo sus aciertos”. AHCH, Hemeroteca, en Balum Canan, núm. 12, Comitán, 15 de septiembre de 1925, p. 1. Véase MUÑIZ, Cuerpo, representación y poder, p. 126.

100“La juventud pensante debe acercarse a la del músculo y formar esa fuerza incontrastable que producen LA IDEA Y LA ACCIÓN, para suplir nuestra carencia de recursos y así emprender la resolución de nuestros problemas con nuestros propios elementos. Dejémonos de ambicionar grandezas, realizables solo con factores extraños; hagamos que nuestras lucumbraciones [sic] no salgan del plano en que actuamos”. AHCH, Hemeroteca, Mario E.BALBOA, “Al margen de ‘Luz, más Luz’... del Lic. Robles”, en La Vanguardia, núm. 219, Tuxtla Gutiérrez, 25 de junio de 1933, p. 2. Véanse, también, NOEL, “El Espíritu de la Nueva Raza”, en Tepetchia, núm, 1, México, septiembre de 1930, p. 7 y AGUILAR, Alexis E., “Por qué nos Unimos”, en Otolum, núm. 1, México, 14 de septiembre de 1937, pp. 1-2.

120“[…] en el seno de nuestras montañas aún se encuentran soterrados auríferos tesoros, […] modestamente oculto en el cráneo de la vigorosa juventud que se levanta […]”. AHCH, Hemeroteca, “Nuestra invitación a los intelectuales”, en La Vanguardia, núm. 197, Tuxtla Gutiérrez, 15 de enero de 1933, p. 3.

Recibido: 27 de Febrero de 2019; Aprobado: 20 de Octubre de 2019

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