1. Introducción
Este artículo se inscribe en el cruce de los estudios sobre desigualdad social y bienestar infantil, siendo este último un campo que se caracteriza por su tendencia a establecer puentes entre la investigación y la formulación de políticas. Cabe mencionar que estas funciones integradoras del concepto de bienestar reconocen su origen en el carácter multidimensional y en el núcleo normativo que le es propio (Ben-Arieh, Casas, Frønes y Korbin, 2014).
Al mismo tiempo, se desprende de una línea de investigación que analiza las manifestaciones de la desigualdad en la niñez, incluida en un proyecto de investigación más amplio que procura profundizar el estudio de la interrelación entre desigualdad y pobreza urbana en Argentina.1 En este marco, nuestra propuesta se centra en identificar -desde un enfoque cuantitativo- cómo se presenta el acceso a algunas esferas que influyen en el bienestar2 en un grupo de edad específico: niños, niñas y adolescentes (en adelante NNyA) de sectores urbanos, atendiendo a su condición de clase.
La edad es uno de los ejes determinantes de la distribución del bienestar y del poder en la estructura social, así como una de las bases de la organización social en torno a la que se asignan responsabilidades y roles (CEPAL, 2016). En la medida en que los NNyA crecen y se crían dentro de un sistema social altamente estratificado, identificar la forma en que se presenta la distribución desigual de recursos, oportunidades y capacidades permitirá aportar algunas evidencias acerca de los desafíos que en materia de asimetrías sociales configuradas tempranamente se presentan para Argentina. El análisis en clave de desigualdad de clases busca hacer un aporte a los estudios sobre bienestar infantil desde una mirada relacional, y no exclusivamente posando la atención en los sectores vulnerables y en condiciones de pobreza.
Asumimos que la pertinencia de una indagación de estas características es doble. Por un lado, introduce la pregunta por la desigualdad temprana, en tanto identifica y toma una foto de realidades dispares en una etapa del curso de vida fundante y en buena medida condicionante de las posibilidades futuras, sobre la que poco se conoce. Pese a que la literatura sociológica destaca la forma en que las condiciones de vida desfavorables en la infancia y la adolescencia comprometen tanto el presente como el bienestar futuro (Schafer, Ferraro y Mustillo, 2011), como oportunamente señaló Saraví (2020), es manifiesto el excesivo énfasis puesto en los estudios sobre jóvenes y la falta de investigaciones que exploren más sistemáticamente la concentración de desventajas en otros grupos de edad vulnerables como lo son los niños/as. Por otro lado, si bien nuestra investigación indaga dimensiones clásicas de los estudios sobre bienestar como el acceso a la educación, la alimentación y la salud, o las características de las viviendas y el acceso a los servicios, también incorpora otras dimensiones menos exploradas como lo es la participación infantil en actividades domésticas y extradomésticas.
Los análisis empíricos sobre la desigualdad -entendida como una categoría sociológica compleja y multidimensional- se han realizado desde diferentes enfoques teórico-metodológicos, enfatizando o privilegiando el estudio de algunas dimensiones por encima de otras (Kessler, 2014). En el caso de Argentina, su recorrido posee un interesante y rico andamiaje, ligado con el análisis de la estructura social, y en especial con el de las clases sociales (Maceira, 2018). En línea con un enfoque analítico que pone a la clase como categoría fundamental para la comprensión de la sociedad contemporánea (Wright, 2015), junto con otras como las de género y edad (Fonseca, 2005), el origen de nuestras preocupaciones se centra en la indagación de las condiciones en que se desarrolla la vida de los NNyA de sectores urbanos de Argentina. En especial recogemos la inquietud por describir cómo se presenta el acceso a algunas esferas que propician el bienestar, y el papel que juegan en la configuración de oportunidades desiguales.3
Por otra parte, los estudios internacionales sobre bienestar infantil4 han formulado importantes avances de los cuales nos nutrimos en esta investigación. En particular, y en línea con la mayor parte de estos trabajos, consideramos que el enfoque de capacidades propuesto por Sen (2000) aporta una perspectiva muy completa al planteamiento sobre bienestar infantil, ya que centra la atención en la capacidad de los individuos para vivir la vida. Así, el énfasis de esta evaluación se concentra en lo que los individuos son capaces de hacer y de ser; ejemplo de ello es que una persona sea capaz de realizar actividades básicas como alimentarse, vestirse, educarse, alojarse, entre otras. Desde este enfoque se destaca que la agenda del bienestar no puede reducirse simplemente a los aspectos materiales de la vida, pues se trata de una agenda multidimensional y, en parte, inmaterial.5 No obstante, en el caso concreto de la infancia, se reconoce un peso mayor del bienestar material, sobre todo el de capacidades como el alimento o el vivir en un entorno saludable, que son básicas para el desarrollo de distintas competencias a lo largo de la vida de las personas (Del Moral Espin et al., 2015; 2017). Son estas dimensiones las que abordamos en este artículo.
Con el fin de alcanzar los objetivos propuestos, examinamos las bases de datos de la Encuesta sobre la Estructura Social Argentina (ENES), realizada en el marco del Programa de Investigaciones sobre la Sociedad Argentina Contemporánea (PISAC)6 e implementada durante el segundo semestre de 2014 y el primero de 2015. Su diseño permite brindar una caracterización de la estructura social argentina y de las condiciones de vida de su población.
Cabe destacar que el relevamiento se desarrolló en el contexto de un proceso político y económico7 que dio impulso a una expansión productiva que incluyó distintos sectores de la economía y un incremento del empleo formal (Maceira, 2018). Este contexto permitió la implementación de distintas políticas de empleo y protección social8 que contribuyeron a mejorar las condiciones de vida y el desarrollo de la niñez, generando un proceso de mayor inclusión (UNICEF, 2016). No obstante, la pregunta por las desiguales condiciones de vida en este periodo adquiere especial interés ya que, hacia el final del mismo, algunos de los indicadores mencionados comenzaron a retraerse y luego -con el cambio de signo político y orientación del siguiente gobierno hacia medidas altamente regresivas- se desafió todo diagnóstico sobre los avances en materia de inclusión social y reducción de las desigualdades logrados hasta ese momento.
2. Los avances en el estudio de las desigualdades en la niñez y adolescencia en Argentina
En el caso de Argentina, numerosos estudios empíricos contribuyeron a conocer y delinear un mapa de las infancias. Buscando problematizar la desigualdad social, algunas investigaciones se concentraron en indagar distintos tópicos relacionados con lo infantil. Así, desde la psicología, y orientados por una perspectiva constructivista, trabajos como los de Acuña Figueroa et al. (2016) e Imhoff y Brussino (2015) aportaron análisis muy ricos respecto a las nociones que los niños de diferentes clases sociales construyen sobre la desigualdad social.
Por su parte, desde las ciencias sociales y basándose en perspectivas cualitativas y/o etnográficas, trabajos como el de Szulc (2015) o de Enriz, Hetch y García Palacios (2020) se concentraron en la niñez indígena; otros como Colángelo (2014), en las prácticas de crianza; hay quienes se interrogaron por los procesos de educación y escolarización (Redondo, 2016); los dispositivos estatales destinados a atender a la infancia pobre y/o restituir derechos (Barna, 2015; Grinberg, 2016; Llobet, 2010; Magistris, 2016); la niñez en situación de calle (Pojomovski, 2008); y el trabajo infantil (Frasco Zuker, 2016; Macri y Uhart, 2012). Estos estudios lograron dar cuenta de lo heterogéneas que son las experiencias de vida de los NNyA, y mostraron que muchas veces tal heterogeneidad se relaciona con desigualdades sociales de base, perpetuando y consolidando situaciones desventajosas para una buena parte de la población infantil, que suelen arrastrarse en las sucesivas etapas del curso de vida.
Desde aproximaciones cuantitativas se desarrollaron estudios con una tendencia a pensar la cuestión a partir de la identificación de las tensiones que se manifiestan entre el avance y reconocimiento formal de los derechos de NNyA que expresa la Convención Internacional de los Derechos de NNyA, y su efectivo ejercicio y cumplimiento. Siguiendo los lineamientos propuestos por UNICEF -que considera que una aproximación atinada a los estudios sobre pobreza y desigualdad infantil debe contemplar el acceso a derechos sociales y económicos-, se destacan, además de los informes producidos por dicho organismo,9 dos grupos de estudios: los de Minujin y equipo (Equidad para la Infancia), y los de Tuñón (Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, UCA).
Mientras que en los estudios de Equidad para la Infancia (2013) y de Minujin (2014) se construye la información con las bases de datos de encuestas públicas a hogares,10 destacando la necesidad de analizar las especificidades de la pobreza infantil y estudiarla en su multidimensionalidad, desde el Observatorio de la Deuda Social, Tuñón (2016; 2017; 2018a) avanza en la reconstrucción de las condiciones de vida de la población infanto-adolescente a partir de los datos generados por la Encuesta de la Deuda Social Argentina, de la Universidad Católica Argentina, la cual releva información sobre personas y hogares que habitan en grandes centros urbanos.11 Dichos estudios se proponen avanzar en el reconocimiento de la particular situación de la infancia en un conjunto de dimensiones del desarrollo, que son analizadas para dar cuenta de las desigualdades regionales por grupo de edad, sexo y estrato social, que permitan advertir sobre las diversas infancias y adolescencias que conviven en Argentina.
Por último, cabe reseñar el aporte que Tuñón (2018b) realiza a partir del procesamiento de datos de la ENES-PISAC en lo que atañe al estudio de la desigualdad en la población infanto-adolescente que, en la misma tónica que los estudios mencionados -desde una perspectiva de derechos-, reveló una serie de dimensiones que permiten caracterizar el espacio de las desigualdades en la población que aquí interesa: alimentación, salud, hábitat de vida, educación y trabajo infantil (doméstico y extradoméstico). El análisis de estas dimensiones se realiza para el total del país en función de factores socioeconómicos, regionales y sociodemográficos.
Estos estudios brindan herramientas concretas para pensar conceptualmente las especificidades de la interrelación pobreza-desigualdad en niños/as y adolescentes/jóvenes, así como algunas claves metodológicas para operacionalizar y medir el fenómeno en cuestión. En coincidencia con estas perspectivas, sostenemos la necesidad de incorporar una mirada multidimensional capaz de mostrar los accesos diferenciales que tempranamente se manifiestan en dicha población. Por ello, aquí concentramos la atención en un conjunto de dimensiones que analizamos cuantitativamente, considerando que la condición de clase tiene un peso preponderante que condiciona al resto de las esferas (pautas alimentarias, situación educativa, formas de enfermar, padecer e intervenir en salud, participación en el trabajo doméstico y trabajo infantil). Al mismo tiempo, se consideraron otras dimensiones e indicadores de aproximación a la riqueza material, como el ingreso, la conformación de los hogares y las condiciones materiales de la vivienda, de modo que pudiésemos construir otras vías de observación -más o menos directas- de la desigualdad de clase, tales como el hacinamiento y el índice de calidad constructiva de los materiales de la vivienda.
3. Aspectos metodológicos
La perspectiva metodológica que orienta este análisis es cuantitativa, y se utiliza la base de datos de la Encuesta Nacional sobre Estructura Social Argentina del PISAC,12 cuya información se obtuvo entre el segundo semestre de 2014 y el primero de 2015, y cuyo diseño está orientado a recoger los aspectos de orden estructural que permiten captar la heterogeneidad social. El instrumento contempla múltiples dimensiones tendientes a percibir la condición de clase, la movilidad social y las condiciones de vida; en el último caso se consideran aspectos relativos a las características de las familias y los hogares, migración, seguridad alimentaria, salud, educación, vivienda, hábitat, comunicación, movilidad y transporte, trabajo doméstico, trabajo infantil, acceso a programas e ingresos. Este instrumento es el que aquí analizamos. Procesamos la información para la región Gran Buenos Aires (GBA), que incluye a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires -capital del país- y a 24 partidos -área urbana provincial circundante y contigua a la capital federal-. Esta región representa aproximadamente un tercio de la población urbana nacional y la elegimos por ser el ámbito territorial en el que desarrollamos nuestras investigaciones empíricas.
La niñez es, por definición, un concepto temporal y relacional del curso de vida, común a todos los infantes, pero también es una categoría fragmentada por la diversidad de las vidas cotidianas de los niños y las niñas. En esta investigación asumimos que el término niños/as define a quienes tienen menos de 18 años de edad, de acuerdo con la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño. La población de NNyA fue clasificada por grupos de edad, quedando delimitados tres: niños de 0 a 4 años, niños de 5 a 13 años, y adolescentes de 14 a 17 años.
Asimismo, partimos de una concepción relacional de las clases sociales, entendiendo que en ellas se expresan relaciones de desigualdad estructurales, fundadas en las relaciones asimétricas que se establecen en la producción económica dentro del modo de producción capitalista. En esta línea, para el análisis de los datos consideramos la clasificación de clases desarrollada por Torrado (1994) -diseñada específicamente para estudiar la estructura social argentina y que constituye una perspectiva clásica de los estudios sobre clases en este país-, que se construye a partir de la condición socioocupacional (CSO) del principal sostén del hogar (PSH). Se trata de un índice tipológico que combina las categorías de cinco indicadores del módulo sobre trabajo: ocupación -patrón, cuenta propia, asalariado, trabajador familiar-; sector de la actividad en que se desempeña -público o privado-; tamaño del establecimiento -se toma como un proxy del nivel de productividad de la actividad económica, distinguiendo establecimientos de hasta cinco ocupados y de más de cinco ocupados-; tipo de ocupación -siguiendo el Clasificador Nacional de Ocupaciones del INDEC-; y calificación de la tarea -profesional, técnica, operativa, no calificada-. De la combinación de estos indicadores se obtienen once categorías socioocupacionales, y a partir de su reagrupamiento es posible distinguir tres clases sociales: alta, media y obrera.13
4. Resultados
A continuación, y en línea con los estudios reseñados, haremos un análisis de la ENES-PISAC que permita caracterizar el acceso a esferas que conforman el bienestar de la población infanto-adolescente, y con ello tener una aproximación a las desigualdades en las condiciones de vida en la región GBA. Prestamos especial atención a las diferencias que se registran según la clase social de pertenencia. De este modo, el trabajo procura contribuir a los estudios que buscan demostrar las profundas implicaciones que la localización en la estructura social tiene en aspectos fundamentales que modelan las condiciones de vida presentes y las oportunidades futuras de quienes se encuentran en ese grupo de edad.
Como se mencionó anteriormente, la región GBA incluye la aglomeración urbana más grande de Argentina, conformada por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (capital del país) y 24 partidos que integran su conurbano. Según datos de la ENES, la región presenta una significativa tasa de asalarización de su fuerza de trabajo (74.3%), con una importante presencia de hogares asalariados profesionales y técnicos. Al mismo tiempo, exhibe una heterogeneidad social interna de gran envergadura entre la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y el conurbano bonaerense, con una ocupación socialmente diferenciada del territorio, en donde: a) los trabajadores se asentaron en zonas suburbanas y las clases medias en áreas centrales del aglomerado, aunque en los últimos años se registró una tendencia a realizar movimientos residenciales suburbanos por parte de clases medias y la burguesía; b) en la CABA hay una presencia relativa mucho mayor de hogares de la burguesía con jefes de hogar propietarios de capital, gerentes de grandes empresas y asalariados muy calificados que ejercen tareas de mando; en contraste, el conurbano muestra una estructura de mayor presencia de la clase obrera en general, pero sobre todo de su estrato informal, así como de los más desventajados de la pequeña burguesía (Maceira, 2018).
En concordancia con los parámetros poblacionales del país que se estiman a partir de las encuestas oficiales, los datos de la ENES muestran que los grupos de edad que analizamos aquí se estructuran en clases del modo en que se presentan en el Cuadro 1.
Clase | Región GBA | Total país | |||||||
0-4 años | 5-13 años | 14-17 años | Adultos (18-65 años) | 0-4 años | 5-13 años | 14-17 años | Adultos (18-65 años) | ||
Obrera | 66.1% | 65.3% | 61.5% | 53.4% | 64.9% | 64.8% | 62.1% | 55.5% | |
Media | 30.5% | 29.7% | 36.2% | 41.3% | 29.0% | 29.2% | 33.0% | 38.0% | |
Alta | 0.1% | 0.6% | 0.1% | 1.0% | 0.5% | 0.5% | 0.6% | 0.9% | |
Sin especificara | 3.3% | 4.3% | 2.1% | 4.4% | 5.6% | 5.6% | 4.3% | 5.6% | |
N | 995 680 | 1 592 558 | 694 401 | 7 533 647 | 3 040 940 | 5 635 766 | 2 605 838 | 22 558 481 | |
10 816 286 | 33 841 025 |
a Información insuficiente. Fuente: Elaboración propia con base en la ENES-PISAC, 2014-2015.
A continuación, se muestran los resultados del análisis de cada una de las dimensiones consideradas, quedando la exposición organizada del siguiente modo: se presenta cada dimensión de análisis y se estudia un conjunto de variables e indicadores; al final de cada apartado se sintetizan los aspectos más relevantes de los hallazgos empíricos que permiten pensar en las características específicas de las desigualdades que se manifiestan en NNyA.14
4.1. Aproximaciones a una caracterización sociodemográfica de la población bajo estudio
Según los datos que arroja la encuesta, el 27% de la población de la región GBA se compone de niños/as y adolescentes de 0 a 17 años de edad. De ellos, 30.3% tienen entre 0 y 4 años, 48.5% tiene entre 5 y 13 años, y 21.2% entre 14 y 17 años de edad.
Al observar la composición por sexo, las diferencias son leves: 50.9% son varones y 49.1% mujeres.
Si consideramos la distribución de los niños/as de 0 a 17 años según pertenencia de clase, se destaca que la mayor proporción se encuentra en la clase obrera: 64.8% frente a 31.3% de la clase media y 0.3% de la clase alta. Al desagregar el dato por tramos de edad, se observa que no existen diferencias significativas en la composición por edades de este grupo entre clases.
La composición de los hogares de los niños/as y adolescentes denota también algunas diferencias. La mayor parte de los NNyA pertenecen a hogares nucleares -completos e incompletos-: 73.4% de clase obrera, 75.1% de clase media y 100% de clase alta. La pertenencia a hogares extendidos (núcleo conyugal completo con hijos y otros familiares) sí es más significativa en NNyA de clase obrera, siendo de 15.8%, frente al 10.8% de los de clase media.
Otro dato de interés deviene de comparar el tamaño de los hogares en que viven los NNyA: más de la mitad (55.2%) de quienes integran la clase obrera viven en hogares con entre cinco y siete personas, frente a 30.3% de clase media. Los NNyA de clase alta pertenecen a hogares mucho menos numerosos: la totalidad de los casos registra una composición de sus hogares de cuatro o menos integrantes.
4.2. Cómo viven los NNyA: características de las viviendas y el acceso a servicios
El acceso a condiciones de hábitat adecuado constituye un factor elemental que permite caracterizar las desigualdades en la población estudiada: vivir o no en condición de hacinamiento, tener acceso o no a servicios básicos, contar o no con saneamiento adecuado, y habitar una vivienda con diferentes calidades constructivas, forman parte de una dimensión sustantiva del bienestar, al tiempo que exponen a NNyA a diferentes riesgos en la salud, a limitaciones a la privacidad, entre otros factores.
Una variable clásica que se considera al caracterizar a los hogares como pobres en función de un conjunto de necesidades no satisfechas es el hacinamiento crítico, entendido como la cohabitación de tres o más personas por cuarto. En relación con ello, los datos que arroja la ENES muestran que en la región GBA, casi el 9% de los NNyA viven en hogares con hacinamiento crítico. Al observar cómo se expresa este indicador en función de la pertenencia de clase, se evidencia una incidencia diferencial: los NNyA de clase obrera en un 10% viven bajo condiciones de hacinamiento, mientras que una proporción para nada desdeñable de NNyA de clase media (6%) también lo está.
Respecto a las características constructivas de la vivienda, se elaboró un índice a partir de la calidad de sus materiales.15 Cabe destacar que poco más de la mitad de los NNyA (52%) viven en hogares con algún tipo de privación en alguno de los componentes del índice, lo que obliga a fijar la atención en la inadecuación de las viviendas en que habitan NNyA de la región GBA.
Otro de los indicadores que suelen utilizarse para evaluar las condiciones de vida es el índice de saneamiento del hogar, que considera la tenencia de baño, su ubicación, la exclusividad o no de su uso, el tipo de desagüe y su instalación.16 En este caso, los NNyA que viven en el GBA presentan un importante déficit en lo que a ello respecta: 35% viven en hogares cuyo saneamiento es inadecuado. Al desagregarlo por clases sociales, asciende a casi el 40% para los NNyA de clase obrera.
En lo que respecta al origen de la provisión del agua que utilizan en los hogares para beber y cocinar, el 75.7% de los hogares en que viven los NNyA utilizan agua corriente. Al observar esto según la condición de clase, se advierte que el porcentaje es levemente menor para los NNyA de clase obrera (75.5%) y mayor para la clase media (82.3%).
La conexión a la red eléctrica es prácticamente universal, sin presentar diferencias de clase social. No obstante, como no se registró el tipo de conexión (clandestina o no), no puede predicarse nada acerca de las características de la provisión del servicio, las cuales generalmente suelen ser informales en los asentamientos y villas miseria, y en consecuencia el servicio se torna precario, con recurrentes cortes de luz, baja tensión, entre otros (véase el Cuadro 2).
Clase (%) | ||||
Obrera | Media | Alta | ||
Hacinamiento | Con hacinamiento crítico | 10.3 | 5.8 | |
Calidad materiales de la vivienda | Privación en 4 componentes. Muy severa | 2.3 | 0.5 | |
Privación en 3 componentes. Severa | 6.6 | 2.6 | ||
Privación en 2 componentes. Moderada | 6.7 | 2.1 | ||
Privación en 1 componente. Leve | 37.6 | 45.1 | 19.6 | |
Sin privación | 46.8 | 49.7 | 80.4 | |
Condiciones saneamiento hogar | Inadecuado | 38.9 | 26.3 | |
Origen provisión de agua | Red de agua corriente | 72.5 | 82.3 | 100.0 |
Conexión red eléctrica | En la vivienda | 98.7 | 98.3 | 100.0 |
Fuera de la vivienda (en el terreno) | 1.1 | 1.5 | ||
Fuera del terreno (en la cuadra) | 0.2 | 0.2 |
Fuente: Elaboración propia con base en la ENES-PISAC, 2014-2015.
En síntesis, en algunos de los indicadores analizados en este apartado se da cuenta de la persistencia de problemas estructurales de importante magnitud respecto a la calidad de la vivienda y el acceso a servicios básicos, mostrando que, si bien hay una clara desigualdad de acceso entre clases sociales, con una importante desventaja para quienes pertenecen a la clase obrera, los NNyA de hogares de clase media presentan también carencias que no son desdeñables. Así, los problemas habitacionales no afectan únicamente a los hogares que ocupan las posiciones más desventajosas, sino que una parte de los hogares de clase media, si bien pueden habitar viviendas con una mejor calidad constructiva, lo hacen en condiciones de hacinamiento, restricciones en el acceso al agua corriente y saneamiento inadecuado.
4.3. Educación y escuela: acceso, oferta y permanencia en el sistema escolar
En las últimas décadas -fundamentalmente desde los años noventa- la cobertura del sistema educativo argentino se fue ampliando, lo cual se tradujo en la incorporación de NNyA de sectores sociales que tradicionalmente habían sido excluidos. De hecho, una característica distintiva fue su expansión histórica y un significativo avance en la educación secundaria, la cual desde 2006 se volvió obligatoria (Kaplan y Piovani, 2018), mostrando un progreso democratizador en esta esfera. Otro dato de interés es que durante el kirchnerismo el presupuesto educativo se fue incrementando. No obstante, las desigualdades en esta esfera pueden observarse al analizar otros indicadores, como la calidad educativa, la cantidad de días y horas a las que los NNyA asisten a clase, las disparidades en los salarios de los docentes, entre otros aspectos (Kessler, 2014).
Con base en la información que puede recuperarse de la ENES, describimos el comportamiento de una serie de variables e indicadores (asistencia a un establecimiento educativo, tipo de gestión y de jornada, y máximo nivel educativo del PSH) que nos permiten trazar un panorama sobre esta dimensión.
En lo que respecta a la escolarización en el sistema educativo formal, es importante destacar que abarca a casi la totalidad de los niños y niñas a partir de los seis años -95.9% clase obrera, 98.1% clase media y 100% clase alta-, destacándose su amplia cobertura. Ahora bien, hay otra serie de indicadores capaces de expresar la manera en la que se manifiestan los contrastes en la esfera educativa.
Una de las asimetrías más importantes se registra al atender las diferencias según el nivel educativo. Al focalizar la atención en quienes están en edad de cursar la educación secundaria, se registra que 7.5% de los adolescentes de 14 a 17 años de clase obrera no asiste -pero sí asistieron- a un establecimiento educativo, mientras que los que integran la clase media registran una proporción inferior de casi la mitad: 4%. Asimismo, entre los adolescentes de clase obrera que asisten se presentan diferencias según sexo: frente a 95.1% de mujeres que lo hacen, hay 90.2% de varones, observándose una tendencia a la feminización.
Las diferencias que se presentan en relación con el tipo de gestión educativa de las instituciones a la que asisten los NNyA pueden representar una primera aproximación a la segmentación escolar.17 Como era de esperarse, resulta significativa la diferencia entre los NNyA de clase alta y los de clase obrera: el 100% de los primeros asisten a establecimientos privados, frente a 20.7% de los segundos. Para los NNyA de clase media se presenta, aunque en menor medida que en la clase alta, un significativo peso de la educación privada: el 41% asiste a este tipo de institución. Según la literatura, este tipo de elecciones puede ser un indicador de la heterogeneidad interna del sistema educativo privado, en el que conviven instituciones de élite con escuelas parroquiales (Kaplan y Piovani, 2018).
Algo similar sucede con el caso de la asistencia a jornada doble o simple, entendiendo que la doble se constituye en un recurso positivo que diversifica las actividades escolares, permite mejorar el acompañamiento en los aprendizajes, y ofrece oportunidades de participar en actividades extracurriculares. En el GBA, 84.6% de los NNyA de clase alta asisten a colegios de doble jornada, frente a 11.6% de los NNyA de clase obrera. Los de clase media registran 19.6%.
Asimismo, un indicador que puede considerarse una aproximación al clima educativo del hogar18 es el máximo nivel educativo alcanzado por su principal sostén (PSH). Un dato a destacar es que los PSH de la clase obrera se concentran en los niveles educativos más bajos, lo cual -entre otros factores- es un potente indicador de la acotada posibilidad de acompañamiento que tienen sobre las actividades escolares de los NNyA. Como oportunamente señaló Tenti Fanfani (2020), entre los componentes sociales el clima educativo de las familias tiene un peso determinante en la probabilidad de éxito escolar de su descendencia. De hecho, lo que una parte de la teoría sociológica denomina como herencia cultural tiene un efecto muy fuerte en la trayectoria escolar de las nuevas generaciones. El nivel de escolarización de los padres -entre otros indicadores- es determinante en el aprendizaje, en especial del lenguaje y, sobre todo, de la relación con la cultura que predomina en los programas escolares (véase el Cuadro 3).
Clase (%) | |||||
Obrera | Media | Alta | |||
Asistencia a establecimiento educativo | 6-13 años | ||||
Varón | Asiste | 99.1 | 98.9 | 100.0 | |
No asiste, pero asistió | 0.9 | 1.1 | |||
Mujer | Asiste | 95.7 | 100.0 | 100.0 | |
No asiste, pero asistió | 3.5 | ||||
Nunca asistió | 0.7 | ||||
14-17 años | |||||
Varón | Asiste | 90.2 | 100.0 | ||
No asiste, pero asistió | 9.8 | ||||
Mujer | Asiste | 95.1 | 92.8 | 100.0 | |
No asiste, pero asistió | 4.9 | 7.2 | |||
Sabe leer y escribir | 6 años | Sí | 79.1 | 84.2 | 100.0 |
7 años | Sí | 93.9 | 100.0 | ||
Tipo gestión establecimiento | 6-17 años | Estatal | 79.3 | 59.0 | 0.0 |
Privado | 20.7 | 41.0 | 100.0 | ||
Tipo jornada | 6-17 años | Simple | 88.2 | 80.2 | 15.4 |
Doble | 11.6 | 19.6 | 84.6 | ||
Vespertina o noche | 0.3 | 0.2 | 0.0 | ||
Nivel educativo del PSH de pertenencia | 5-17 años | Sin instrucción | 3.0 | 5.7 | |
Primaria / EGB incompleto | 11.2 | 1.6 | |||
Primaria / EGB completo | 32.9 | 14.0 | |||
Secundario / polimodal incompleto | 16.6 | 10.1 | |||
Secundario / polimodal completo | 27.3 | 24.5 | 18.1 | ||
Terciario incompleto | 2.4 | 2.7 | 16.9 | ||
Terciario completo | 4.2 | 13.8 | 12.4 | ||
Universitario incompleto | 1.5 | 9.2 | 19.6 | ||
Universitario completo | 0.9 | 18.4 | 33.0 |
Fuente: Elaboración propia con base en la ENES-PISAC, 2014-2015.
A modo de síntesis y en lo que refiere a los desafíos del sistema educativo, cabe señalar que, pese a los avances en cobertura y a la importancia indiscutida de que un niño esté escolarizado, el sistema no ofrece las mismas oportunidades. Claramente, la oferta es más desfavorable no sólo para los NNyA de clase obrera sino también para una proporción de los que pertenecen a hogares de clase media, quienes no tienen las mismas oportunidades de participar en actividades extracurriculares, de permanecer más tiempo en la escuela, o de ser acompañados por los adultos del hogar en su proceso de aprendizaje.
4.4. El acceso a la alimentación y la salud
La alimentación constituye indudablemente una de las dimensiones más básicas del bienestar. Como lo indica la mayor parte de los estudios, la propensión a experimentar situaciones de vulnerabilidad en el acceso a los alimentos es significativamente superior para quienes se encuentran en las posiciones más desfavorables en la estructura social. Como lo han mostrado numerosos estudios, el niño/a que no logra satisfacer sus necesidades nutricionales en los primeros años de vida a menudo ve afectado su crecimiento, su desarrollo cognitivo y su rendimiento escolar (Ortale y Santos, 2020).
En lo que atañe a esta dimensión, los indicadores de la ENES sólo permiten brindar una aproximación a las dificultades alimentarias que están atravesando los NNyA que viven en los hogares encuestados; por cuestiones ligadas a la disponibilidad de información, en este rubro nos referimos al grupo de 0-14 años de edad.
La ENES busca identificar explícitamente situaciones ligadas a la carencia en la alimentación. Conforme este interés, se revisa lo sucedido en los hogares en los últimos tres meses. Analizando estos datos, se encuentra que una proporción importante de los niños/as de clase obrera (7.8%) viven en hogares donde se les sirvió menos comida en el desayuno, almuerzo o cena porque no hubo recursos para obtener alimentos. Se encuentran en la misma situación 2.2% de los niños/as de clase media. Otra situación muy crítica se da, aunque en menor proporción, en 1.4% de los niños/as de clase obrera y 0.5% de los de clase media, en los que se manifiesta que han tenido que omitir el desayuno, almuerzo o cena por una limitación en los recursos para adquirir alimentos. Por último, se presenta un escenario también crítico para 3.7% de los niños/as de clase obrera, quienes viven en hogares donde se manifestó que tuvieron hambre y no se les pudo dar comida (véase el Cuadro 4).
Clase (%) | |||
Obrera | Media | Alta | |
Se sirvió menos comida a los niños en desayuno, almuerzo o cena porque no tuvieron recursos para obtener alimentos. | 7.8 | 2.2 | |
Niños dejaron de desayunar, almorzar o cenar porque no tuvieron recursos para obtener alimentos. | 1.4 | 0.5 | |
Alguna vez los niños tuvieron hambre, pero no se les pudo dar comida. | 3.7 | 0.8 |
Fuente: Elaboración propia con base en la ENES-PISAC, 2014-2015.
En síntesis, los datos permiten afirmar que las dificultades alimentarias alcanzan a una proporción significativa de la población infantil, fundamentalmente de la clase obrera. Si bien en algunos de los indicadores los porcentajes no parecen elevados, al tratarse de una necesidad fundamental para el desarrollo y para la vida, cualquier déficit que se detecte implica una situación de vulnerabilidad que debe atenderse.
En relación con el acceso a la salud, en América Latina la escasez de recursos sociales por parte de algunos grupos de población genera una exposición a mayores riesgos al respecto. Este problema radica en que las disparidades socioeconómicas de los distintos grupos han ido generando brechas cada vez más amplias, que se traducen en mayores obstáculos para el bienestar de los sectores menos favorecidos (Juárez et al., 2014). A continuación, analizaremos qué sucede con el comportamiento de las distintas variables e indicadores que permiten diagnosticar en qué medida y con qué intensidad se expresan tales desigualdades entre los NNyA.
En lo que respecta a la cobertura en salud en la región GBA, el primer dato sustantivo radica en que prácticamente la mitad de los NNyA de clase obrera no tienen cobertura (47%), mientras que en la clase media esta situación alcanza a un cuarto de esta población, lo que no deja de ser elevado. Entre quienes tienen cobertura, la diferencia radica en el tipo de prestación a la que se accede: los NNyA de clase obrera son beneficiarios de obra social, mientras que los de clase media están cubiertos en mayor medida por obra social y luego por prepaga. Los NNyA de la clase alta registran cobertura en su totalidad, siendo mayoritaria la prepaga, y luego la obra social.
Al indagar por el tipo de establecimiento al que se asistió frente a un problema de salud, se destacan también algunas diferencias. Casi el 70% de los NNyA de clase obrera asisten a establecimientos públicos, como un hospital o centro de salud. En el caso de la clase media, 63% lo resuelve por la vía privada (establecimiento privado y consultorio médico) y 20% -proporción nada desdeñable- por la vía pública, en hospitales. La clase alta lo resuelve en su totalidad por medios privados.
La realización de controles médicos preventivos es un indicador muy importante tanto del acceso a la salud como a la atención médica. Atento a ello, el registro del tiempo que pasó en que los NNyA en los distintos rangos de edad se hicieron el último control médico preventivo arroja datos de interés: los controles en un periodo menor de un año a los niños de 0 a 4 años de edad en la región GBA alcanzan en un porcentaje elevado a todas las clases sociales: 97.5% en la obrera, 96.5% en la media, y la totalidad de la alta. Si bien en los tramos de edad subsiguientes los controles médicos preventivos no requieren de la misma asiduidad, allí sí se visualizan comportamientos marcadamente diferentes según la pertenencia de clase (véase el Cuadro 5).
Clase (%) | |||||
Obrera | Media | Alta | |||
Principal cobertura de salud | 0-17 años | Obra social | 50.2 | 50.8 | 42.9 |
Prepaga | 1.9 | 14.3 | 57.1 | ||
Sin cobertura médica | 47.1 | 26.0 | |||
Establecimiento o persona de consulta la última vez que experimentó malestar, se enfermó o accidentó | 0-17 años | Salita o centro de salud barrial | 28.8 | 5.7 | |
Hospital público | 41.8 | 20.4 | |||
Establecimiento de obra social | 22.3 | 52.0 | 51.8 | ||
Establecimiento privado | 4.2 | 11.6 | 48.2 | ||
Consultorio médico | 2.0 | 4.3 | |||
Tiempo que pasó desde el último control médico preventivo | 0-4 años | Menos de 1 año | 97.5 | 96.5 | 100.0 |
De 1 a 3 años | 1.2 | 3.5 | |||
5-13 años | Menos de 1 año | 94.0 | 95.2 | 100.0 | |
De 1 a 3 años | 4.8 | 4.8 | |||
14-17 años | Menos de 1 año | 83.8 | 75.1 | 100.0 | |
De 1 a 3 años Más de 3 años | 11.9 4.3 | 24.9 |
Fuente: Elaboración propia con base en la ENES-PISAC, 2014-2015.
En síntesis, diversos estudios han subrayado que existe una asociación positiva entre la utilización de los servicios de salud y la tenencia de una obra social o prepaga con la realización de consultas preventivas o de consultas ante la presencia de alguna enfermedad o malestar (Mario, 2018). En este sentido, si bien la cobertura en salud para la población estudiada da cuenta de las profundas desigualdades de clase mostrando que una muy importante proporción de NNyA de clase obrera no acceden a las prestaciones de una obra social o prepaga, ello no conlleva a que los adultos responsables, frente a algún malestar, no acudan a consulta en establecimientos médicos -en su mayoría públicos- o que no asistan a los controles de sus hijos. Sin embargo, la carencia de cobertura de obra social o prepaga sí se traduce muchas veces en demoras para la realización de estudios o intervenciones -por la saturación del sistema público-, o déficits de acceso a medicamentos y tratamientos que no se pueden costear.
4.5. Los niños, niñas y adolescentes frente a las tareas del hogar
La participación de los niños/as y adolescentes en actividades domésticas resulta un indicador potente de las desigualdades sociales, sobre todo cuando éstas son intensas y demandan muchas horas y esfuerzo. Desde hace tiempo las ciencias sociales vienen advirtiendo sobre las múltiples tareas que conlleva la sobrevivencia cotidiana, destacando que, si bien a lo largo de la historia han sido principalmente las mujeres adultas sobre quienes ha recaído esta labor no reconocida socialmente como trabajo, no debe soslayarse la participación infantil, fundamentalmente en los hogares pobres (Crivello y Espinoza Revollo, 2018). En función de ello, en este apartado recuperamos información sobre la dinámica de este tipo de actividades desarrolladas por los NNyA.
Al observar la división del trabajo doméstico y las tareas de cuidado en la región GBA en función de la clase social, el sexo y los grupos de edad, se destaca que en el caso de los niños de 5 a 13 años la participación en estas actividades es significativa, y fundamentalmente las diferencias se expresan entre el comportamiento de los NNyA de clase obrera y media, por un lado, y los de clase alta, por el otro. En el caso de los varones, las actividades en las que mayormente participan son: limpiar y ordenar la casa, hacer la comida (aquí, a diferencia del resto de las actividades, sí se registra una mayor presencia de NNyA de clase alta), cuidar hermanos y hacer compras. Por su parte, las mujeres también se encargan del mismo tipo de tareas, aunque en una proporción mayor que los varones. La cuestión cambia al avanzar en la estructura de edad, ya que, si bien tanto varones como mujeres desarrollan el mismo tipo de actividades, su presencia es mucho mayor en las mujeres, apreciándose un salto importante en lo que sucede en uno y otro grupo de edad. Por ejemplo, mientras que 70.3% de las mujeres de clase obrera que tienen entre 14 y 17 años se encargan de limpiar y ordenar la casa, los varones de su misma edad y clase social lo hacen en 27.8%.
Asimismo, cabe destacar que la participación de las niñas y las adolescentes es diferente según la clase social de pertenencia: los hogares de clase obrera presentan porcentajes más elevados -para casi todas las tareas- que los de clase media, no existiendo marcadas diferencias por sexo ya que tanto varones como mujeres despliegan distintas actividades domésticas (véase el Cuadro 6).
Clase (%) | |||
Obrera | Media | Alta | |
Varones de 5 a 13 años | |||
Limpiar y ordenar la casa | 19.4 | 30.2 | 22.1 |
Planchar | 1.0 | 7.9 | |
Hacer la comida | 5.5 | 12.4 | 22.1 |
Tareas de construcción o refacción de vivienda propia | 2.5 | 0.2 | |
Tareas de cultivo y cosecha de productos agrícolas o huerta | 4.0 | 3.2 | |
Tareas de cuidado de animales para consumo del hogar | 1.4 | 0.9 | |
Cuidar niños/as o hermanos/as menores | 19.9 | 3.4 | |
Cuidar discapacitados o adultos mayores | 3.1 | ||
Hacer las compras | 20.3 | 18.7 | 22.1 |
Hacer trámites o pagos | 1.5 | 2.6 | |
Mujeres de 5 a 13 años | |||
Limpiar y ordenar la casa | 33.7 | 25.5 | 21.6 |
Planchar | 3.1 | 1.2 | |
Hacer la comida | 10.8 | 4.0 | |
Tareas de construcción o refacción de vivienda propia | 3.1 | ||
Tareas de cultivo y cosecha de productos agrícolas o huerta | 0.3 | 1.0 | |
Tareas de cuidado de animales para consumo del hogar | 0.9 | 0.8 | |
Cuidar niños/as o hermanos/as menores | 26.9 | 14.8 | 21.6 |
Cuidar discapacitados o adultos mayores | 1.7 | ||
Hacer las compras | 25.2 | 16.1 | |
Hacer trámites o pagos | 2.4 | 1.3 | |
Varones de 14 a 17 años | |||
Limpiar y ordenar la casa | 27.8 | 31.7 | |
Planchar | 3.1 | 13.8 | |
Hacer la comida | 8.7 | 25.9 | |
Tareas de construcción o refacción de vivienda propia | 15.8 | 0.4 | |
Tareas de cultivo y cosecha de productos agrícolas o huerta | 0.9 | ||
Tareas de cuidado de animales para consumo del hogar | 8.5 | 1.1 | |
Cuidar niños/as o hermanos/as menores | 49.6 | 31.7 | |
Cuidar discapacitados o adultos mayores | 0.3 | ||
Hacer las compras | 54.3 | 34.7 | |
Hacer trámites o pagos | 7.6 | 3.0 | |
Mujeres de 14 a 17 años | |||
Limpiar y ordenar la casa | 70.3 | 47.0 | |
Planchar | 12.7 | 19.4 | |
Hacer la comida | 30.9 | 26.7 | |
Tareas de construcción o refacción de vivienda propia | 9.2 | 14.1 | |
Tareas de cultivo y cosecha de productos agrícolas o huerta | 0.8 | ||
Tareas de cuidado de animales para consumo del hogar | 1.5 | ||
Cuidar niños/as o hermanos/as menores | 61.9 | 40.8 | |
Cuidar discapacitados o adultos mayores | 11.9 | 7.4 | |
Hacer las compras | 60.0 | 46.6 | 100.0 |
Hacer trámites o pagos | 16.6 | 17.2 |
Fuente: Elaboración propia con base en la ENES-PISAC, 2014-2015.
4.6. Trabajo infantil y adolescente
La realización de actividades laborales durante la infancia suele ser una expresión de las desigualdades a temprana edad. Generalmente las experiencias de trabajo infantil se presentan, aunque no exclusivamente, con mayor frecuencia en los sectores de la población con menores recursos.
En la región GBA, 6.4% de los niños que tienen entre 5 y 17 años realizaron alguna actividad laboral la semana previa al relevamiento (3.5% refiere haber cobrado dinero por la realización de la actividad, 1.5% cobró en especie, y 1.4% no recibió nada a cambio).
Atendiendo a las diferencias según sexo, la participación de los varones en estas actividades es levemente mayor, siendo el 7.6% de los varones de este grupo de edad quienes las realizaron, mientras que el 5.3% de las mujeres lo hicieron.
Si se analizan las diferencias conforme los grupos de edad, se observa que la mayor proporción de trabajadores la aporta el grupo de los adolescentes -14 a 17 años- (13.9%). Los niños/as representan un porcentaje muy inferior (3.2%). Al combinar en el análisis el grupo de edad y el sexo, se destaca una prevalencia leve de las mujeres en el caso de los infantes. Mientras que, en el caso de los adolescentes, la proporción de varones es marcadamente superior en relación con las mujeres (18.9 frente a 8.9%). Otra diferencia interesante que se presenta para cada grupo de edad es el registro vinculado a para quién o con quién trabajaron. El 85.2% de los niños/as lo hicieron con algún miembro del hogar y 13.3% con un no familiar, mientras que los/as adolescentes presentan una distribución diferente: 59% lo hizo con un no familiar, 31.8% con un familiar que no vive en su hogar, y sólo 9.1% con un miembro del hogar. Claramente, en el caso de los niños/as la incursión en el mundo del trabajo se asocia fundamentalmente a alguna actividad familiar o en la que un familiar cercano se encuentra involucrado, mientras que los/as adolescentes la realizan en su mayoría de manera independiente.
Respecto al lugar donde realizan estas actividades, las categorías que presentan mayor frecuencia son: en la casa (35.4%) y en la casa del cliente o patrón (22.5%).
En el caso de la ENES se cuenta además con información sobre la cantidad de horas trabajadas. Según el Ministerio de Trabajo y el INDEC, para los niños/as se toma como criterio demarcador 10 horas semanales (dedicación que en principio compite con la escuela, el juego, el estudio y el descanso). En el caso de los niños/as que trabajan en el GBA, 13.3% supera este límite horario. Para los adolescentes, si bien aquellos que tienen entre 16 y 17 años pueden trabajar, la legislación indica que pueden hacerlo un máximo de 36 horas semanales. Combinando ambos criterios para el grupo de los adolescentes de 14 a 17 años, casi el 68% trabaja hasta 10 horas semanales, el 25.5% trabaja entre 11 y 20 horas semanales, 2.8% entre 21 y 36 horas, y 3.6% más de 36 horas (véase el Cuadro 7).
NNyA (%) | |||
Ayudar a familiar o conocido en un trabajo o hacer actividad por su cuenta durante la semana pasada | 5-13 años | ||
Varón | Sí y cobró dinero | 1.1 | |
Sí, cobró en especie | 1.8 | ||
No | 97.2 | ||
Mujer | Sí, cobró en especie | 1.4 | |
Sí, no cobró dinero ni en especie | 2.2 | ||
No | 96.4 | ||
14-17 años | |||
Varón | Sí y cobró dinero | 14.6 | |
Sí, cobró en especie | 2.7 | ||
Sí, no cobró dinero ni en especie | 1.6 | ||
No | 81.1 | ||
Mujer | Sí y cobró dinero | 6.2 | |
Sí, no cobró dinero ni en especie | 2.7 | ||
No | 91.0 | ||
Persona para la que realizó la actividad | 5-13 años | Miembro de este hogar | 85.3 |
Familiar que no vive en el hogar | 1.4 | ||
No familiar | 13.3 | ||
14-17 años | Miembro de este hogar | 9.1 | |
Familiar que no vive en el hogar | 31.8 | ||
No familiar | 59.0 | ||
Lugar donde se realizó | 5-17 años | En esta casa | 35.4 |
En local comercial | 17.2 | ||
En la calle o transporte público | 7.8 | ||
En la casa del cliente o patrón | 22.5 | ||
Otro lugar | 17.2 |
Fuente: Elaboración propia con base en la ENES-PISAC, 2014-2015.
En síntesis, los datos presentados dan cuenta de la significativa presencia de actividades laborales desarrolladas por NNyA, y si bien los instrumentos para registrar esta práctica son limitados -cabe recordar que se trata de un fenómeno muy sensible que requiere de indagaciones específicas, indirectas y en definitiva más sofisticadas-, aun así se registra la participación activa de NNyA.
5. Conclusiones
Los resultados de este trabajo permiten trazar una aproximación al estudio de las diferentes dimensiones en que se manifiesta la desigualdad intrageneracional para los NNyA que habitan el área urbana de mayor magnitud de Argentina. Mediante una mirada descriptiva y sincrónica, se evidencia el modo en que se cristaliza el desigual acceso a esferas básicas del bienestar y, en consecuencia, a las oportunidades. Numerosos estudios han demostrado que las carencias en los medios de subsistencia (tales como los orígenes familiares, la baja o deficiente escolarización, la alimentación deficitaria, la vivienda insalubre, la falta de prestaciones sociales) conducen a circuitos de privación relacionados con la precariedad ocupacional y con otras dimensiones de la vida, llevando a ciertos grupos a experimentar procesos de exclusión social (Bayon, 2015).
Como bien se reconoce, las fuertes restricciones en las condiciones materiales de existencia durante las primeras etapas de la vida constituyen un elemento condicionante de las posibilidades y limitaciones presentes y futuras que el sujeto enfrenta a lo largo de su itinerario biográfico. Delimitar un conjunto de capacidades y conocer cómo se comportan las distintas dimensiones, variables e indicadores que configuran el bienestar, permite identificar riesgos y vulnerabilidades que constituyen indicios para pensar intervenciones adecuadas.
En Argentina las limitaciones en la generación de datos públicos que permitan analizar información de primera mano acerca de los grupos de edad aquí estudiados es un rasgo que condiciona las posibilidades de conocer las dinámicas ligadas a las condiciones de vida y las desigualdades entre NNyA. Las fuentes son escasas, revelan información puntual, y muchas de ellas no ponen a disposición sus bases de datos. Todos estos elementos configuran un panorama de altísima restricción para realizar estudios cuantitativos sobre el fenómeno. Atendiendo a tales limitaciones, en lo que refiere a las fuentes específicas, decidimos trabajar con el procesamiento de datos de la encuesta ENES, que fue especialmente diseñada para captar la heterogeneidad social, arrojando información sustantiva sobre todos los grupos de edad, incluidos los NNyA.
Los resultados confirman en buena medida las tendencias esperadas: efectivamente, pese a las mejoras estructurales impulsadas por el gobierno en el periodo en que se realizó la encuesta, una importante proporción de NNyA de clase obrera presenta considerables restricciones en el acceso a las esferas más básicas del bienestar, visibilizando complejas situaciones en lo que respecta a las posibilidades de habitar una vivienda digna, alimentarse, tener cobertura en salud e iguales oportunidades educativas y de ocio. Ahora bien, los datos también exponen otro aspecto de interés, y es que aquellos sectores clasificados como parte de la clase media también presentan importantes limitaciones en el acceso a algunas de las esferas analizadas. En función de estos resultados, con este análisis se aporta evidencia que justifica la necesidad de realizar estudios que no se focalicen únicamente en los sectores empobrecidos, ya que justamente la vulnerabilidad no sólo se acota allí, sino que la excede, y entendemos que son espacios que también se deben observar.
Este estudio -en consonancia con otros- también deja ver la pertinencia de analizar la multidimensionalidad del bienestar de NNyA y las condiciones de vida en que transcurre su existencia para captar integralmente las limitaciones que enfrentan y aportar elementos diagnósticos que permitan revisar los obstáculos persistentes en materia de igualdad social.