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Revista mexicana de ciencias políticas y sociales

versión impresa ISSN 0185-1918

Rev. mex. cienc. polít. soc vol.66 no.243 Ciudad de México sep./dic. 2021  Epub 31-Ene-2022

https://doi.org/10.22201/fcpys.2448492xe.2021.243.67861 

Dossier

Episodios de contienda política transgresiva e ideología de la élite parlamentaria en Argentina y Ecuador

Transgressive Contentious Politics and Ideology of the Parliamentary Elite in Argentina and Ecuador

Gisselle de la Cruz Hermida* 

Rafael Enrique Valenzuela Mendoza** 

Instituto de Ciencias Sociales y Administración, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), México. Correo electrónico: <gisselle.delacruz@uacj.mx>.

∗∗ Departamento de Derecho, Universidad de Sonora, México. Correo electrónico: <rafael.valenzuela1@gmail.com>.


RESUMEN

Este artículo explora los efectos de la protesta social en la ideología de la élite política. La teoría de la contienda política identifica en el proceso de polarización la capacidad de dar a todos los temas políticos connotaciones ideológicas, lo cual se relaciona con la ideología de la élite política. En un primer apartado, se describen las directrices teóricas de la contienda y se comparan dos episodios: el Cacerolazo en Argentina y la Rebelión de los Forajidos en Ecuador. El segundo apartado explora cambios en la ideología de la élite parlamentaria, utilizando los indicadores de coherencia ideológica, polarización, fragmentación y número efectivo de partidos. El objetivo es identificar si, después de los episodios, se verificaron cambios en estos indicadores. El trabajo tiene un alcance exploratorio y se espera encontrar evidencia que revele variaciones en la ideología de la élite parlamentaria tras el desarrollo de los episodios de contienda transgresiva.

Palabras clave: contienda política; proceso de polarización; indicadores; ideología

ABSTRACT

This article aims to explore the impact of social protest on the ideology of the political elite. Contentious politics theory identifies in the process of polarization the ability to give all political issues ideological connotations, which is connected to the ideology of the political elite. In the first part, the theoretical guidelines of contentious politics are described to compare two episodes: the Cacerolazo in Argentina and the Rebelión de los Forajidos in Ecuador. The second part explores changes in the ideology of the parliamentary elite, using indicators of ideological coherence, polarization, fragmentation and the effective number of parties. Thus, the main objective is to identify whether there are any changes in these indicators after episodes. The work has an exploratory scope and is expected to find evidence that reveals variations in ideology of the parliamentary elite in the aftermath of the transgressive contentious episodes.

Keywords: contentious politics; polarization process; indicators; ideology

Introducción

Este trabajo tiene se inserta dentro de los lineamientos teóricos de la contienda política y de la diferencia entre contienda transgresiva y contenida, centrándonos en el primer tipo. Bajo esta aproximación, las trayectorias de episodios de protesta se definen o categorizan mediante distintos procesos y mecanismos. En la polarización de la contienda todos los asuntos políticos adquieren connotaciones ideológicas, lo cual se relaciona con la ideología de la élite. Para efectos de este artículo consideramos como “ideología de la élite” parlamentaria su ubicación y/o autoubicación en el espectro izquierda-derecha, así como sus posicionamientos con respecto a ejes programáticos relacionados con el papel que el Estado juega en la economía, la privatización o la prestación de servicios públicos. En la definición de élite retomamos el concepto de Higley y Burton(1989), definida como el conjunto de actores que tienen la capacidad de afectar substancialmente los resultados de la política nacional, por virtud de sus posiciones de autoridad en organizaciones o movimientos de cualquier tipo. Para efectos de la aproximación empírica de este trabajo, definimos como élite parlamentaria, aquel grupo de la élite política que, dentro de la arena legislativa, ejerce una función representativa debido a un mandato popular.

Esta investigación parte de la hipótesis de la teoría de la contienda que advierte sobre el impacto de los episodios de contienda transgresiva en los posicionamientos ideológicos de la élite parlamentaria. Siguiendo la teoría de la contienda política transgresiva se analizan dos episodios: los saqueos y el Cacerolazo en Argentina, así como la Rebelión de los Forajidos en Ecuador. A partir de la información aportada por expertos y fuentes de información periodística, se describe el desarrollo de estos episodios con el objetivo de identificar los mecanismos que la teoría de la contienda describe para su proceso de polarización.

Una vez que se verifica la correspondencia de estos episodios con el proceso de polarización de la contienda, en un segundo apartado se aborda el estudio de la ideología de la élite parlamentaria mediante la evaluación del posicionamiento ideológico del propio partido en la dimensión izquierda-derecha. También se utilizan los indicadores de: 1) coherencia ideológica, para evaluar la ideología en la interacción intra-partidaria; 2) polarización, que observa el distanciamiento ideológico entre los distintos partidos, y 3) fragmentación y número efectivo de partidos parlamentarios como indicadores complementarios que permiten interpretar el indicador de la polarización en cuanto a los grados de consenso/disenso y estabilidad/inestabilidad. Los indicadores se utilizan comparando los posicionamientos de los diputados a partir de los datos del Proyecto Élites Parlamentarias (PELA-USAL) (1994-2018) (Alcántara, s.f.).

Los períodos en que se llevó a cabo la encuesta de Élites Parlamentarias, en cada uno de los países que se estudian, posibilita la comparación sincrónica y diacrónica. Dicha base contempla los posicionamientos de la élite parlamentaria en la dimensión izquierda-derecha, a partir de las siguientes variables: 1) la autoubicación; 2) la ubicación del propio partido, y 3) la ubicación desde los otros partidos. Mediante estos posicionamientos es factible aplicar las fórmulas relativas a los indicadores de coherencia ideológica, polarización, fragmentación y número efectivo de partidos. Los periodos de análisis se corresponden con las oleadas de encuestas disponibles en dicha base para los países que se estudian. Los datos muestran los posicionamientos de los diputados en las dos legislaturas. En los datos particulares de la segunda legislatura media un periodo de dos o tres años entre el desarrollo del conflicto y la aplicación de la encuesta. Consideramos que, a pesar de este desfase temporal, los efectos sobre el proceso político que desencadena un episodio de protesta social de esa magnitud son de corto, mediano y largo plazo y, por tanto, el empleo de estos datos es pertinente.

Contienda política transgresiva

McAdam, Tarrow y Tilly (2005) proponen un modelo para explicar episodios de protesta más complejos, distanciándose de los estudios pioneros de la acción colectiva, que seguían temáticas que caracterizaban el desarrollo de un episodio, considerando el tipo de incentivos para la acción, los repertorios de movilización, los marcos ideológicos o las estructuras organizativas. A través de lo que estos autores identificaron como la contienda política, propusieron un modelo que integraba estos temas dentro de una misma línea de análisis para explicar distintos episodios, desde la protesta hasta la revolución. Las explicaciones de la contienda política consideraron dos formas: la contenida y la transgresiva. Dentro de cada forma de contienda existe una secuencia de procesos y mecanismos en los que se identifican: 1) el origen y consolidación de nuevos actores, 2) el desarrollo de nuevas identidades y 3) las formas relacionales que se dan entre esos actores y las distintas vías de acción colectiva. La contienda es un subconjunto de la red de interacciones que se suscitan entre los miembros del sistema político, fundamentalmente entre grupos de poder que son desafiados por otros que reclaman reivindicaciones de carácter colectivo.

Existen dos formas de contienda: a) contenida y b) transgresiva. En la primera, se trata de actores que utilizan medios permitidos y preestablecidos para exigir sus reivindicaciones. El gobierno puede ser uno de los reivindicadores o bien ser el objeto de las reivindicaciones y, en caso de que sean satisfechas, habría un beneficio directo para alguno de los agentes involucrados. En la forma transgresiva hay una interacción episódica y pública entre los reivindicadores, sus objetos y el gobierno. Al igual que en la contenida, el gobierno también puede ser uno de los reivindicadores, es decir, ser objeto o formar parte de las reivindicaciones que, en el supuesto de ser satisfechas, afectarían los intereses de alguno de los agentes involucrados. En la transgresiva se emplean acciones colectivas innovadoras como el empleo de nuevos repertorios de acción, símbolos o instrumentos de protesta que podrían estar prohibidos por su naturaleza disruptiva o violenta. Dentro de estas acciones innovadoras, también las reivindicaciones podrían ser más radicales, al buscar el derrocamiento del gobierno o cambios en el sistema de interpretaciones y jerarquías sociales o cambios institucionales profundos (McAdam, Tarrow y Tilly, 2005: 8).

Uno de los aspectos más destacados en la contienda política son las interacciones que se desarrollan entre los oponentes y los efectos de éstas para la subsistencia o transformación de las coaliciones políticas dentro del régimen. McAdam, Tarrow y Tilly (2004: 180) sostienen que el cúmulo de la literatura sobre transiciones sólo explica el cambio desde los alineamientos y consensos de las élites, pero no hace referencia a todos los episodios de contienda que precedieron y que, muy probablemente, dieron lugar a esos alineamientos. Esta idea focaliza nuestro análisis en la incidencia de la contienda en las interacciones de las élites. Las reivindicaciones y las ideologías que enmarcan un episodio pueden ser un detonante para la ruptura de las alianzas o coaliciones entre las élites, estas fracturas impactan directa o indirectamente en el desempeño del régimen político.

El proceso de polarización de la contienda y los mecanismos de oportunidad-amenaza, competencia, correduría y formación de categorías

En un episodio de contienda hay una combinación de mecanismos y procesos. El estudio de la contienda plantea tres aspectos clave: 1) los mecanismos causales, 2) los procesos y 3) los episodios. En la forma de contienda transgresiva hay secuencias de mecanismos que derivan en procesos más amplios. Uno de estos procesos es el de polarización de la contienda; se trata de la ampliación del espacio político y social entre los reivindicadores que participan en un episodio de contienda y la gravitación de actores más moderados o que se encontraban desmovilizados hacia alguno de los dos polos involucrados. Cuando este proceso tiene lugar hay un vaciamiento del centro político, las coaliciones previamente establecidas podrían llegar a fracturarse y, en este esquema de divisiones o polarización, los temas de la agenda política adquieren un sentido ideológico. En el marco del gobierno, se limitan las posibles vías de solución, alentando mecanismos de represión que dan lugar a conflictos armados o guerras civiles. En la polarización de la contienda se combinan cuatro mecanismos: las oportunidades y amenazas, la competencia, la correduría y la formación de categorías (McAdam, Tarrow y Tilly, 2005: 357-359).

A continuación, se describen cada uno de estos mecanismos de acuerdo con la teoría de la contienda. El objetivo será identificar los elementos o criterios de comparación entre los casos, considerando que cada uno de estos mecanismos describe las interacciones de negociación o competencia entre las élites, las cuales configuran incentivos para la acción.

El primero de estos mecanismos, amenaza y oportunidad es un incentivo para la acción porque sitúa la posibilidad de que los beneficios de un grupo de personas sean arrebatados o les impongan decisiones que afectarían negativamente sus intereses. Cuando hablamos de percepción de amenaza estamos frente a una forma de apropiación, donde el grupo asume y evalúa los costes o riesgos de no actuar colectivamente en defensa de los derechos o intereses que le están siendo afectados. Almeida (2011: 5) señala tres dimensiones mediante las cuales se configura la amenaza: 1) la existencia de problemas económicos, 2) el menoscabo de los derechos y 3) la represión. Almeida estudia los países centroamericanos para describir escenarios donde el Estado violentó los derechos de los ciudadanos con represión generalizada y estados de sitio. En estos supuestos, la amenaza incentivó protestas sociales que contribuyeron a la liberalización del régimen y a dar paso a la transición. Por su parte, la oportunidad implica cambios en las dinámicas de poder, la llegada de nuevos actores o rupturas dentro de la élite política. Derivado de esta fractura, una parte de la élite decidirá apoyar al movimiento. Al igual que en la amenaza, existirá la percepción de oportunidad en el momento que el movimiento reconozca y haga valoraciones de los posibles beneficios que obtendrá por el acercamiento de los nuevos actores o del grupo de la élite que se ha escindido para brindar su apoyo al movimiento (Goldstone y Tilly, 2001:183-184).

Por su parte, el mecanismo de la competencia se refiere al incentivo que significa la competencia político-electoral para el desarrollo de un movimiento. Relacionado con la oportunidad, la competencia electoral permite que los agentes de la movilización actúen estratégicamente para obtener beneficios por aliarse con alguno de los contendientes. Como se advierte, la polarización de la contienda es un esquema de valoraciones de costes y beneficios para la acción, que se basan en los escenarios políticos que se configuran o transforman por la interacción entre los actores del sistema político. En esta misma dirección, la correduría es el mecanismo por medio del cual los actores políticos y partidos se aproximan al movimiento a través de la mediación o de la conformación de coaliciones para organizar o tratar de liderar al movimiento. El proceso de polarización también se desenvuelve en contextos de sociedades fragmentadas. El mecanismo de formación de categorías se refiere a la conformación de identidades o agrupación de intereses, el movimiento se articulará en torno a alguno de estos clivajes, focalizando sus vías de acción en la representación y la reivindicación de los intereses de un segmento social, formando categorías dicotómicas en las que se definirá el espacio de “ellos y el nosotros”.

Fuente: elaboración propia a partir de McAdam, Tarrow y Tilly (2005: 359).

Figura 1 Polarización de la contienda  

El proceso de polarización en la REBELIÓN DE LOS FORAJIDOS en Ecuador, abril de 2005

Amenaza y oportunidad

Amenaza

Después del derrocamiento de Mahuad Witt, Lucio Gutiérrez asumió la presidencia en enero de 2003. En su llegada a la presidencia contó con el apoyo de distintas organizaciones sociales. Una vez en el cargo, desconoció los acuerdos suscritos y manejó la política económica en detrimento de los sectores más desfavorecidos. Firmó una Carta de Intención con el Fondo Monetario Internacional y anunció un programa de reformas estructurales con el Banco Mundial con estrictos recortes a la inversión social. Debido a los recortes en educación, las escuelas no iniciaron el año lectivo en 2005 y cientos de miles de niños se quedaron sin acceso a las aulas. En el tema de salud, la inversión disminuyó de 323 a 211 millones de dólares, hecho que movilizó a los médicos, realizando un paro que duró meses. La deuda pública se incrementó en un 60 %, pasando de 2 370 millones de dólares en 2003 a 3 795 millones en 2004, para el pago de dicha deuda se dispuso de parte del ahorro correspondiente a las pensiones jubilares (Acosta, 2005: 51).

Además de las restricciones económicas, el presidente estrechó una política de alianzas con Estados Unidos, prestando su apoyo para los objetivos del Plan Colombia, con el establecimiento de la base militar Manta e impulsó las negociaciones para la celebración de un Tratado de Libre Comercio. En dos ocasiones disolvió la Corte Suprema de Justicia y se frenaron los procesos judiciales seguidos en contra de Alberto Dahik, Abdalá Bucaram y Gustavo Noboa. Estas medidas resultaron sumamente impopulares, al igual que los constantes escándalos de corrupción. La manifestación popular se fue generalizando y adquiriendo mayor fuerza. Las reivindicaciones más importantes exigían el cambio en la política económica y el retorno a la legalidad en la aplicación de los procesos judiciales contra los expresidentes.

El día 15 de abril, el presidente declaró el estado de emergencia. Las protestas se intensificaron y la convocatoria a la movilización se hizo a través de mensajes telefónicos, pancartas en los automóviles y pintas. El día 16, el presidente llamó a los partidos de oposición y organizaciones civiles a sostener acuerdos para resolver la situación y cesó el estado de sitio, pero la movilización ya estaba en marcha y su llamado no tuvo repercusión alguna. Al día siguiente hubo dos concentraciones masivas en las que se congregaron más de 10 mil personas. En los días siguientes, la represión del gobierno se llevó a cabo de forma generalizada: no sólo la policía tenía orden de atacar a los manifestantes, sino también un grupo de choque llamado Cero Corrupción.1 La represión del gobierno causó cientos de heridos y la muerte del periodista chileno Julio García.

Oportunidad

Miles de manifestantes llenaban las calles de Quito, marchaban hacia la presidencia exigiendo la renuncia de Lucio Gutiérrez; el edificio se encontraba resguardado por la policía y el ejército. Cuando los manifestantes se aproximaban a la presidencia, el jefe de la Policía declaró su apoyo a la manifestación y los policías se retiraron, sólo el ejército permaneció. Al mismo tiempo, la cúpula militar se encontraba reunida para retirar su apoyo a Lucio Gutiérrez. Mientras esto sucedía, otro grupo de manifestantes tomó el Congreso y destruyeron algunas curules, en tanto se discutía la destitución del presidente. Luego de estos hechos, y una vez que el ejército retirara su apoyo, Lucio Gutiérrez se vio forzado a abandonar el sitio en un helicóptero y pidió asilo político en Panamá. El Congreso aprobó destituir al presidente por abandono del cargo.

Correduría

En un principio, los partidos progresistas y algunas organizaciones sociales asumieron la representación de las movilizaciones a través de la llamada Asamblea de Quito. Estos sectores buscaban negociar con el gobierno una respuesta institucional a las demandas de la población. La Asamblea de Quito pronto sería rebasada por los alcances que logró la protesta social, a la que se sumaron diversos sectores de la sociedad quiteña como estudiantes, clases medias organizadas, el movimiento feminista y asociaciones profesionales. La movilización cobró vigor y expansión gracias a la convocatoria que se lanzó desde la estación Radio La Luna, que dispuso líneas abiertas para que la gente pudiera expresar su repudio al gobierno, a la vez que se hacía el llamado a la movilización. En las manifestaciones participaban distintos grupos de la sociedad civil: profesores, padres de familia, estudiantes, asociaciones profesionales y pensionistas.

Formación de categorías

Este es uno de los mecanismos que más se destaca dentro de la llamada Rebelión de los Forajidos. En torno al denominativo de “forajidos”, hecho por Lucio Gutiérrez, se configuró una fuerte identidad popular. El día 13 de abril por la noche, miles de personas se autoconvocaron a lo que denominaron marcha de las cacerolas vacías para exigir la salida del presidente. Un grupo de personas se dirigió hacia la casa presidencial para protestar de manera pacífica. Lucio Gutiérrez calificó a los protestantes de “forajidos”, con una gran repercusión mediática. Los manifestantes, dentro de sus proclamas, en las mantas y en las pancartas se autodenominaban como “yo también soy forajido”. Entre las consignas e intervenciones radiales se decía “no a la dictadura”, “vamos, ecuatoriano, que esta noche lo vamos a botar”, “no queremos y no nos da la gana ser una colonia norteamericana”, “que se vayan todos, primero el dictador”, “la violencia no viene de nuestro lado, viene del gobierno” y “lo que no defendemos ahora merecemos perderlo” (Hidalgo, 2004). Las proclamas claramente dibujan un escenario social y político de identidades de ciudadanos versus gobierno.

Competencia

En este episodio no advertimos una relación directa entre la competencia política y el desarrollo del conflicto. Previo al desarrollo del conflicto, el sistema de partidos ecuatoriano se caracterizaba por su baja institucionalización y una alta fragmentación y volatilidad electoral (Pachano, 2007). En un periodo de 10 años, la inestabilidad política del país dio lugar al derrocamiento de tres presidentes. Si bien, la destitución se formalizó por acuerdo del Congreso, no fue a consecuencia del faccionalismo o la competencia electoral, se debió a la intensa movilización popular que, en la radicalidad de sus marcos y repertorios de acción, exigieron la salida del presidente (Pérez, 2008).

El proceso de polarización en los Saqueos y el CACEROLAZO en Argentina, diciembre de 2001

Amenaza y oportunidad

Amenaza

Auyero (2002: 187-210) señala que la transformación de la protesta social en Argentina hacia formas más beligerantes obedece a tres procesos: la desproletarización, la retirada del Estado en su función proveedora de bienestar y la descentralización de los servicios educativos y de salud. Esta desproletarización o extinción de la clase obrera se dio por el aumento explosivo de la desocupación por la desindustrialización del país. Por otra parte, la retirada del Estado trajo la degradación de los servicios públicos, los subsidios no eran suficientes para cubrir las necesidades de una población, cuyas condiciones de vida se deterioraban rápidamente. Desde principios de los noventa, se inició un proceso de descentralización de los servicios de educación y salud, las provincias se vieron muy limitadas para cubrir estos servicios dada la escasez de sus propios recursos financieros. Este hecho focalizó y extendió la protesta social hacia la esfera de las provincias.

El día 19, en la villa 9 de Julio en San Martín, un grupo de aproximadamente 60 personas se reunió en la puerta de un supermercado DIA, en el cual, horas antes, habían solicitado comida. En la espera del camión, en el que supuestamente se les entregaría dicha mercancía, los vecinos entraron al local, forcejearon con los empleados y se llevaron alimentos y ropa. Cuando la policía se acercó, dejaron el lugar para llevar a cabo la misma acción en otros supermercados de la zona. A la misma hora, en San Miguel, 200 habitantes de la Villa Mitre realizaban la misma acción, utilizando ladrillos. La policía trataba de contener las manifestaciones con balas de goma y gases lacrimógenos. Estos hechos se sucedían a la misma hora en otros puntos del Gran Buenos Aires y se generalizaron en amplias zonas del país.

Como respuesta a los saqueos, el presidente Fernando de la Rúa tomó dos medidas: anunció la renuncia del ministro de Economía, Domingo Cavallo, y decretó, sin la convalidación del Congreso, el estado de sitio. El decreto no contenía ninguna restricción a las medidas que pudieran tomarse para restablecer el orden; si bien se apoyaba en el artículo 23 de la constitución, el Pacto de San José, documento suscrito por Argentina con rango constitucional, prohibía el decreto de estados de emergencia con facultades ilimitadas o que trastocaran los derechos fundamentales.

Después de anunciar el estado de sitio se activó la manifestación en la que se utilizaron repertorios de acción más transgresivos como el cierre de calles y avenidas y la quema de contenedores y vehículos. El gobierno reprimió la manifestación. La policía tenía orden de lanzar a los manifestantes balas de goma y gas lacrimógeno, lo que hizo que la movilización cobrara más fuerza y beligerancia. La represión continuó a lo largo de toda la jornada con un registro de cinco muertos.

Oportunidad

Los Saqueos y el Cacerolazo se desarrollaron dentro de un contexto de faccionalismo político al interior de la Alianza y del justicialismo. El peronismo conservador de Menem representaba a aquel sector que buscaba reimplantar el modelo económico de los años 90. Esta posición contrastaba con las pretensiones de otras líneas más progresistas del mismo partido. En cuanto a la protesta popular, algunos miembros del partido justicialista capitalizaron políticamente el descontento popular contra el presidente De la Rúa. El senador peronista Jorge Yoma señaló: “Si De la Rúa no saca a Cavallo, la Asamblea Legislativa podría decidirlo”. Se trataba de una amenaza de juicio político en contra del ministro (Granovsky, 2001).

Correduría

En los saqueos participaron grupos organizados como el Movimiento de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón, organizaciones de piqueteros y algunas asambleas vecinales recientemente constituidas. También hubo acciones por parte de grupos que no pertenecían a ninguna de estas organizaciones. Auyero (2007: 54) refiere la existencia de redes visibles e invisibles que se articulan en torno a los saqueos de diciembre de 2001. En las llamadas zonas grises describe el papel de los mediadores, como figuras híbridas que, por una parte, son mediadores barriales y, por la otra, sostienen vínculos con el poder a través de las organizaciones partidarias. Las interacciones clandestinas constituyen la zona gris. La red de relaciones que integran esta zona gris de la política se configura por la acción de las bases sociales, líderes políticos, mediadores y miembros del partido justicialista.

Formación de categorías

El decreto del estado de sitio focalizó en la figura del presidente todo el descontento popular. Miles de personas llenaron las calles del Gran Buenos Aires, Belgrano, Caballito, Palermo, Parque Chacabuco, Villa Crespo y Almagro. Entre los manifestantes se encontraban oficinistas, amas de casa, familias, estudiantes, sindicatos y todo tipo de organizaciones. Miles de personas salieron a la calle con cacerolas y sartenes gritando “Que se vayan todos/que no quede uno solo”. Un periodista describió la movilización como rebelión:

Esto es la rebelión: la ciudad encendida, hecha un fuego por las columnas que han sido expulsados de la Plaza, como de tantas partes. Muchos del trabajo, otros de sus casas, o de hoteles familiares, o del club, del almuerzo y la cena, de la educación, del disfrute, de la vida digna. Pues ellos se rebelaron. Lo hicieron sin conducciones, por el fervor de ocupar la calle y dar combate con rudeza. (Alarcón, 2001)

Competencia

Mientras el Cacerolazo fue una acción espontánea colectiva, los saqueos fueron organizados por las élites políticas del peronismo a fin de desestabilizar al gobierno de la Alianza y forzar la salida del presidente De la Rúa, endeble también por las fracturas existentes al interior de la Unión Cívica Radical (UCR). Los saqueos se llevaron a cabo por la maquinaria clientelar del partido (Auyero, 2007: 20). De igual forma, son claros los posicionamientos de la élite del justicialismo en favor de las solicitudes de destitución del ministro Cavallo y del cambio de modelo económico. Este fenómeno podría dejar ver la competencia entre las dos fuerzas políticas como uno de los incentivos del episodio.

LA Rebelión de los Forajidos Y EL Cacerolazo EN PERSPECTIVA COMPARADA

Los episodios descritos muestran los mecanismos que se articulan en el proceso de polarización. En ambos casos, la adopción de medidas económicas restrictivas en el tema social configuró la amenaza. El contexto político y la actitud represiva del Estado fueron incentivos de una acción colectiva más generalizada y beligerante. Como describe la teoría de la contienda, dentro del mecanismo de polarización existe una espiral de oportunidad y amenaza. En paralelo a la amenaza, la división de las élites, la ruptura de las coaliciones políticas existentes o el desplazamiento de lealtades entre la élite política y militar figuraron como estructura de oportunidades.

La correduría es otro de los mecanismos presentes en estos episodios. En el caso de los saqueos en Argentina, lo encontramos en las zonas grises que describe Auyero (2007). En el desarrollo de las acciones hubo una implicación importante de los líderes barriales vinculados con el partido justicialista. En la Rebelión de los Forajidos, la intermediación fue a través de asociaciones profesionales y, de modo importante, de los medios de comunicación. El mecanismo de formación de categorías estuvo presente en los dos episodios. Se advierten identidades formadas a través de las significaciones y dicotomías de un espacio social con dos polos diferenciados el ellos y el nosotros, la sociedad versus el gobierno (Laclau, 2006: 117-122).

Con respecto a la competencia, hay dos interpretaciones para cada uno de los casos. En la Rebelión no advertimos una disputa por el poder entre grupos o partidos como un incentivo para la acción, ni tampoco vemos que en su desarrollo existan acciones de apoyo por parte de algún líder o partido. En el caso de Argentina, en el fenómeno de las zonas grises (Auyero, 2007) podemos identificar intereses partidistas, provenientes principalmente del justicialismo, que alentaron el desarrollo de los saqueos mediante redes de intermediación con líderes barriales. El desarrollo de este mecanismo, dentro de un episodio de contienda, probablemente se relacione con el sistema de partidos y con el tipo de vínculos desarrollados por los mismos.

En Argentina, se trata de un sistema de partidos afianzado, en el que estos, principalmente el justicialista, tienen vínculos de carácter clientelar que facilitan la construcción de redes como estructuras de movilización (Kitschelt y Wilkinson, 2007). Ecuador es distinto: al momento de los acontecimientos se trataba de un sistema de partidos poco institucionalizado, sin vínculos fuertes entre la sociedad y los partidos que, de existir, eran muy endebles o temporales (Mainwaring y Scully, 1997).

En ambos casos, el episodio contencioso derivó en la salida de los presidentes Lucio Gutiérrez en Ecuador y Fernando de la Rúa en Argentina. Ambos supuestos describen lo que Pérez Liñán (2008: 109) ha identificado como crisis presidenciales. La renuncia de presidentes obligó a los congresos a implementar medidas no previstas dentro de sus constituciones para formalizar el fin de su mandato. Los episodios propiciaron la llegada de nuevos actores como Rafael Correa con Movimeinto Alianza PAÍS y la ruptura de coaliciones políticas, como en el caso de la Alianza en Argentina; o la llegada de actores contrarios a la línea tradicional del partido, como lo fue Néstor Kirchner dentro del justicialismo.

Estas descripciones nos conducen a afirmar la presencia del proceso de polarización en los dos episodios. En la Tabla 1 se esquematiza esta conclusión.

Tabla 1 Comparación de los mecanismos del proceso de polarizaciónen la Rebelión de los Forajidos y el Cacerolazo 

Proceso de polarización de la contienda
Mecanismos
Episodio Oportunidad y amenaza Competencia Correduría Formación de categorías
Rebelión de los Forajidos No
Cacerolazo y Saqueos

Fuente: elaboración propia.

El proceso de polarización, su implicación con la ideología de la élite parlamentaria y su abordaje analítico a través de la dimensión izquierda-derecha

Una vez que anticipamos conclusiones en torno a la presencia del proceso de polarización de la contienda, corresponde evaluar si después de los episodios de protesta se verifican algunos cambios en la ideología de la élite. El abordaje empírico iniciaría por plantearnos qué instrumentos nos permiten observar oscilaciones en los posicionamientos ideológicos de la élite política. Por principio, señalamos que los alcances de esta investigación son exploratorios, por lo que se extraerá evidencia de datos e indicadores que revelen cambios en estos posicionamientos sin llegar a explicaciones de la implicación.

Hablar de ideología de la élite puede resultar sumamente complejo si pensamos en la diversidad de enfoques bajo los cuales puede ser abordado el tema. En la década de los 90, la tesis de Fukuyama (1995) suscitó un amplio debate en torno a lo que él llamó “el fin de las ideologías”. Hartlyn (1988) sostiene que, en el caso latinoamericano, no se trata de ideologías sino de un juego personalista y populista que anula la relación izquierda-derecha. Por el contrario, para Coppedge (1998) esta relación es pertinente en el estudio de los sistemas de partidos latinoamericanos, ya que ni el clientelismo, ni el personalismo ni el populismo están excluidos de la dimensión ideológica izquierda-derecha. Llamazares y Sandell (2003) señalan que izquierda y derecha es una supradimensión en la que se articulan un conjunto de temas vinculados con la intervención del Estado en la economía, la viabilidad democrática y temas de carácter moral y religioso.

El binomio izquierda-derecha tiene un sentido funcional en tanto que simplifica los programas y posiciones de los partidos, delineando con mayor claridad el antagonismo político (Knutsen, 1998). Para Mair (1997) la izquierda y la derecha no solamente son los mayores principios de organización en la política, sino que también ayudan a crear cimientos uniformes en las pautas de la competición política. Los principios y programas de los partidos siguen definiendo su identidad, aportando a los votantes información al momento de definir sus preferencias (Downs, 1973). Desde nuestra perspectiva, izquierda y derecha establecen definiciones políticas que van más allá de la competencia electoral. En la arena parlamentaria, es una herramienta diferenciadora de posturas políticas de cuya base es posible predecir las posibilidades de acuerdo y disenso por las actitudes y opiniones políticas de la élite en torno a la calidad de la democracia, el papel del Estado, el manejo económico o el desempeño institucional (Alcántara y Llamazares, 2006).

Por su parte, Ruiz y Otero (2014: 28) señalan que la ubicación ideológica “es un ámbito simbólico e identitario de la política en el que existen predisposiciones, sentimientos e identidades de cierta forma difusos, es una forma de caracterización ideológica de los partidos”. La ubicación ideológica ha sido abordada desde el enfoque cualitativo, a través de las llamadas “familias de partidos” (Ware, 2004) y, en estudios más recientes, mediante el análisis de contenido de los posicionamientos de los partidos dentro de su declaración de principios. En esta aproximación, el estudio de las ideologías se basa en un detallado proceso de codificación a partir del cual es posible identificar la intensidad que los partidos conceden a temas vinculados con economía, medio ambiente, educación y desarrollo dentro de su declaración de principios y programa de acción.2 En el enfoque cuantitativo existe una serie de indicadores de partidos y sistema de partidos que permiten captar los promedios de los posicionamientos ideológicos de los partidos. Algunos de ellos evalúan el grado de coherencia ideológica y programática, los grados de polarización ideológica entre los distintos partidos parlamentarios, la superposición ideológica, los segmentos de competencia electoral y la vocación ideológica de los mismos.

En el ámbito parlamentario, la ideología puede contribuir a diseñar modelos predictivos sobre el comportamiento de los partidos legislativos en cuanto a la probabilidad de acuerdo o disenso de los temas a debate. Por esta razón, estimamos relevante vincular el tema de la ideología de la élite parlamentaria con la contienda política. En la agenda de la acción colectiva, la perspectiva de las élites es vista a través de la llamada “estructura de oportunidades políticas” (Tarrow, 2004: 116). El éxito del movimiento está asociado a las fracturas existentes en la élite. Producto de estas fracturas, una parte de la misma podría simpatizar con el movimiento o apoyarlo. Estas circunstancias representan oportunidades para un movimiento porque revelan el escenario de interacciones de la élite política, permitiendo que los líderes del movimiento hagan valoraciones y estrategias frente a la posibilidad de que el movimiento sea o no reprimido y generar nuevas alianzas para el éxito del mismo.

Retomamos el argumento teórico de este estudio, que identifica en el proceso de polarización de la contienda la capacidad de dar connotaciones ideológicas a cualquier asunto político. Focalizaremos el análisis en los posicionamientos ideológicos de la élite parlamentaria en la escala de medición izquierda-derecha. Esta dimensión de análisis es una herramienta de simplificación del conflicto, aporta marcos de referencia e interpretaciones sobre los posicionamientos que la élite realiza en la arena parlamentaria y, en el caso de la contienda política, estos posicionamientos podrían estar orientados hacia las demandas o reivindicaciones que motivan la protesta. Por esta razón, consideramos que la de la escala izquierda-derecha, así como su análisis con indicadores de posicionamiento y distancia ideológica, es adecuada para evaluar cambios en la ideología de las élites luego del desarrollo de episodios contenciosos.

Posicionamientos ideológicos de la élite parlamentaria en Ecuador y Argentina antes y después de los episodios de contienda transgresiva

Nuestro estudio propone evaluar cambios en los posicionamientos ideológicos de la élite parlamentaria a partir de los indicadores de coherencia ideológica, polarización, fragmentación y número efectivo de partidos. Hemos optado por la utilización del primero de estos indicadores porque, comparando dos periodos consecutivos, uno anterior y otro posterior al episodio de contienda, nos permite evaluar las similitudes ideológicas entre los miembros de un mismo partido y el grado en el que éstos comparten el mismo espacio ideológico (Ruiz y Otero, 2013: 41).

En ese sentido, el indicador de polarización es pertinente para nuestro estudio, ya que, en la comparación de los dos momentos, nos permite evaluar la distancia entre los posicionamientos ideológicos de los partidos más relevantes en términos electorales y suponemos que esta distancia podría verse alterada luego de un episodio de contienda. El posicionamiento se realiza con base en tres variables de 1) la autoubicación de los miembros de un partido, 2) la ubicación que dan a su propio partido y 3) la ubicación que asignan a los otros partidos dentro de la dimensión izquierda-derecha. A fin de complementar el estudio de la polarización, se incorporan los indicadores de fragmentación y número efectivo de partidos para interpretar los alcances de la polarización en función de la inestabilidad política. Un elevado grado de polarización con alta fragmentación podrían ser evidencia de inestabilidad (Sani y Sartori, 1983).

Mediante el estudio de estos indicadores se busca identificar los cambios que se verificaron en las posturas de la élite a nivel intrapartidista e interpartidista. De momento, no podemos realizar inferencias de causalidad que atribuyan el cambio de los valores de estos indicadores al proceso de polarización de la contienda. Sin embargo, los cambios que se exploran sí abren líneas hipotéticas en torno a la relación que pudiera existir entre protesta social e ideología de la élite.

Previo al análisis de los indicadores de coherencia ideológica y polarización, graficamos el desplazamiento de la ubicación ideológica de los partidos según la percepción de sus miembros. Esta representación gráfica nos permitirá una mejor interpretación de las variaciones que se identifiquen en nuestros dos casos de estudio. Se muestra el desplazamiento de los principales partidos en Argentina y Ecuador en la dimensión izquierda-derecha dentro de dos periodos, el previo y el posterior a los episodios de contienda. Se han seleccionado los datos de la encuesta del Proyecto Élites Parlamentarias (PELA-USAL) (1994-2018) (Alcántara, s.f.).3

Fuente: elaboración propia a partir de los datos del Proyecto Élites Parlamentarias (PELA-USAL) (1994-2018) (Alcántara, s.f.).

Figura 1 Ubicación del propio partido en la dimensión izquierda-derecha4  

Fuente: elaboración propia a partir de los datos del Proyecto Elites Parlamentarias (PELA-USAL) (1994-2018) (Alcántara, s.f.).

Figura 2 Ubicación del propio partido en la dimensión izquierda-derecha 

Indicador de coherencia ideológica

La coherencia ideológica mide las similitudes intrapartidistas en cuanto a la ubicación ideológica del partido o la autoubicación de sus miembros. Este indicador aporta evidencia sobre el grado de consenso que existe al interior del partido en el plano ideológico. La fórmula que hemos considerado se basa en el cálculo de las desviaciones típicas: entre mayor es el valor de la desviación típica, menor será el grado de coherencia ideológica. Por el contrario, entre menor sea el valor de las desviaciones típicas, será mayor el grado de consenso a nivel intrapartidario (Ruiz y Otero, 2013: 41-43).

Para el análisis de la coherencia ideológica utilizaremos la fórmula:

sj=in=1(xi-x~j)2n 1

Donde x~jes el promedio del partido, x 1 la ubicación ideológica de cada individuo y n el número de datos.

Las variables de la encuesta seleccionadas para el cálculo de la coherencia ideológica en la dimensión izquierda-derecha son:

  1. Autoubicación ideológica

  2. Ubicación del propio partido

  3. Ubicación desde otros partidos

La Figura 3 muestra los resultados obtenidos en el cálculo de coherencia ideológica de los miembros de los partidos parlamentarios UCR y Partido Justicialista (PJ) en Argentina en dos periodos legislativos diferentes. La barra superior (en un gris más claro) se refiere al momento previo al desarrollo del episodio, mientras que la barra inferior (en un gris más oscuro) se refiere al momento posterior. Como se advierte, tanto el partido Justicialista como el Radical muestran cambios en el indicador de coherencia ideológica. En el primer periodo legislativo se observan valores más elevados, lo que supondría que existía menor grado de coherencia ideológica. Posiblemente, esto denota la inestabilidad política que precedió al conflicto de los Saqueos y el Cacerolazo, con vínculos endebles entre el Partido Radical y FREPASO, así como el enfrentamiento de las distintas facciones del justicialismo. En el segundo periodo sí se advierte una mayor coherencia ideológica, lo que en principio nos llevaría a concluir que el factor ideológico cobró preponderancia al interior de los partidos.

Fuente: elaboración propia a partir de los datos del Proyecto Élites Parlamentarias (PELA-USAL) (1994-2018) (Alcántara, s.f.).

Figura 3 Coherencia ideológica de los principales partidos en Argentina 

La Figura 4, al igual que la Figura 3, grafica los resultados obtenidos en el cálculo de coherencia ideológica de los miembros de los partidos parlamentarios en Ecuador en dos periodos diferentes: Movimiento Patchakutick (MUPP), Izquierda Democrática (ID), Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE), Partido Social Cristiano (PSC), Partido Renovador Institucional Acción Nacional (PRIAN), Partido Sociedad Patriótica (PSP) y Movimiento Alianza País (MPAIS). El segundo periodo se refiere a los miembros de la Asamblea Constituyente. Las barras superiores (en un gris más claro) se refieren al momento previo al desarrollo del episodio, mientras que las barras inferiores (en un gris más oscuro) se refieren al momento posterior. Observamos importantes realineamientos electorales entre los dos periodos. Cabe señalar que el sistema de partidos ecuatoriano, previo a la llegada de MPAÍS, presentaba un escaso grado de institucionalización (Mainwaring y Torcal, 2005).5 Para el objeto de nuestro estudio, destacamos los realineamientos electorales que tuvieron lugar luego de la Rebelión de los Forajidos. Como se apuntaba en el apartado relativo a este episodio, al igual que en Argentina, la movilización logró el derrocamiento del presidente. Luego de la salida de Lucio Gutiérrez, los partidos ecuatorianos colapsaron frente a la llegada de MPAÍS con la candidatura presidencial de Rafael Correa (Pachano, 2007). La estrategia discursiva de la nueva oferta política de Correa retomaba las reivindicaciones antineoliberales que enmarcaron la Rebelión; planteaba un nuevo proyecto de nación con orientaciones hacia los temas sociales. En este caso, podríamos anticipar que los realineamientos electorales fueron motivados por estrategias discursivas con profundos contenidos ideológicos (Laclau, 2006). Debido al colapso de los partidos tradicionales, que no formaron parte de la Asamblea, algunos de los partidos del primer periodo no aparecen en la base de datos utilizada para el segundo. No fue posible cotejar si hubo una mayor coherencia entre los mismos partidos. Lo que destaca en estos datos es que en el segundo periodo se advierten mayores grados de coherencia en los partidos con respecto al primer periodo.

Fuente: elaboración propia a partir de los datos del Proyecto Élites Parlamentarias (PELA-USAL) (1994-2018) (Alcántara, s.f.).

Figura 4 Coherencia ideológica de los principales partidos en Ecuador 

Indicador de polarización

Este indicador captura la distancia ideológica entre los partidos políticos con respecto a sus posiciones ideológicas en la dimensión izquierda-derecha. Dentro del cálculo de polarización es importante precisar que se hará ponderando las distancias ideológicas en función de la relevancia electoral del partido. En este supuesto se habla de polarización ponderada. Nuestro trabajo considerará la polarización ideológica ponderada de los partidos en Ecuador y Argentina.

Para el cálculo de la polarización se considerará la fórmula de polarización ponderada de Knutsen (1998):

Pp j1=1Pjp(Xj-X-p)2 2

Donde:

P p j es la proporción de escaños que obtiene cada partido sobre el total de 1.

X j es el promedio ideológico del partido j .

X-p es el promedio ponderado por la proporción de escaños sobre 1 de las posiciones de todos los partidos en dicha escala X-.  PAp+X-.PBp

Las variables de la encuesta seleccionadas para el cálculo de la polarización en la dimensión izquierda-derecha son las siguientes:6

  1. Autoubicación

  2. Ubicación del propio partido

  3. Ubicación por otros partidos

Los resultados de la aplicación de la fórmula de polarización en los dos supuestos de estudio se muestran en las siguientes figuras.

La Figura 5 muestra el cálculo de polarización considerando tres variables de posicionamiento ideológico: 1) la ubicación del propio partido, 2) la autoubicación y 3) la ubicación desde otros partidos. Al igual que en la coherencia ideológica, el cálculo se desarrolla considerando dos momentos: el primero corresponde al periodo previo al desarrollo del episodio y el segundo es posterior. En el caso argentino nuestro análisis ha considerado la distancia ideológica entre el Partido Justicialista y el Partido Radical, este último en la alianza FREPASO dentro del primer periodo. Observamos que la variable correspondiente a la ubicación del propio partido advierte un incremento en los grados de polarización. En las otras dos variables, la autoubicación y la ubicación desde otros partidos, existe una disminución de la polarización. Este gráfico podría reflejar el contexto de inestabilidad política entre los partidos durante el primer periodo, es decir, previo al episodio.

Fuente: elaboración propia a partir de los datos del Proyecto Élites Parlamentarias (PELA-USAL) (1994-2018) (Alcántara, s.f.).

Figura 5 Polarización ponderada en Argentina 

La Alianza y otros partidos pequeños ganaron la presidencia del país con la candidatura de Fernando de la Rúa. Sin embargo, el siguiente año, la Alianza se resquebrajó con la renuncia del vicepresidente Álvarez (Koessl, 2009: 99-116). Esta inestabilidad se observa en los grados de polarización más altos en la variable de autoubicación: a nivel individual, parecen reafirmarse las identidades ideológicas de los miembros de los partidos fuera de los esquemas de las coaliciones que aún prevalecían. Un argumento importante que podría sostenerse del análisis de nuestros casos es la capacidad que un episodio de contienda tiene para romper las coaliciones existentes y configurar con ello nuevas estructuras de oportunidades.

La Figura 6 muestra el cálculo de polarización considerando tres variables de posicionamiento ideológico: la ubicación del propio partido, la autoubicación7 y la ubicación desde otros partidos. El cálculo se desarrolla considerando los dos momentos descritos con anterioridad. Hemos apuntado sobre la baja institucionalización del sistema de partidos en Ecuador, lo que podría explicar los elevados niveles de polarización que se advierten previo a la llegada de MPAÍS. El segundo periodo muestra una disminución en las variables de ubicación del propio partido y autoubicación, sin embargo, cuando se trata de la variable de ubicación desde otros partidos muestra valores de polarización más elevados en ambos periodos. Esta variable suele ser más veraz al momento de identificar el posicionamiento ideológico de los partidos y su acentuación con respecto a las otras dos variables nos revela distanciamientos ideológicos importantes antes y después del episodio.

Fuente: elaboración propia a partir de los datos del Proyecto Élites Parlamentarias (PELA-USAL) (1994-2018) (Alcántara, s.f.).

Figura 6 Polarización ponderada en Ecuador 

Fragmentación y número efectivo de partidos parlamentarios

La fragmentación se refiere a la probabilidad de que dos electores, seleccionados al azar, elijan opciones políticas distintas. Es un indicador que se aproxima al grado de competitividad que presenta un sistema de partidos al reflejar la probabilidad de que cualquiera de las ofertas partidistas pueda ganar. Este indicador, junto al de número efectivo de partidos parlamentarios, complementa los datos obtenidos con el indicador de polarización. Un sistema fragmentado no necesariamente revelaría inestabilidad, pero, tal como apuntan Sani y Sartori (1983), valores altos de polarización con una alta fragmentación serían una pauta de inestabilidad política. El número efectivo de partidos parlamentarios habla del número de partidos relevantes al interior del Congreso. En los supuestos de alta polarización, podría indicar inestabilidad política por la dificultad de lograr consensos entre las élites, sobre todo cuando algunos de los partidos relevantes se alejan de las posturas ideológicas de los otros partidos.

Para el cálculo de la fragmentación se utilizará el índice de fragmentación parlamentaria de Rae (1967):

Fp=-1i=1n=Pjp2 3

Donde:

Pjp es la proporción de escaños de cada partido sobre un total de 1, obtenido por cada partido dentro de una elección. Los resultados arrojaron valores de probabilidad entre 0 y 1.8

En el cálculo del número efectivo de partidos parlamentarios se sigue la fórmula propuesta por Laakso y Taagapera (1979), tomado de Ruiz y Otero (2013):

NEPP1JF=1PJP2=11-f 4

Donde:

Pjp es la proporción de escaños de cada partido sobre un total de 1 y F es la fragmentación.

La aplicación de ambas fórmulas en los casos seleccionados arroja los siguientes resultados:

La Tabla 2 muestra valores muy similares para el caso de Argentina, lo que confirma la estabilidad del sistema de partidos basado en las dos principales fuerzas: el radicalismo y el justicialismo. En el segundo momento, se observa un incremento de los valores que no resulta significativo si se compara con los grados de polarización, que tampoco resultan significativos.

Tabla 2 Fragmentación y número efectivo de parlamentarios en Argentina y Ecuador antes y después de los episodios de contienda 

País Fragmentación Número efectivo de partidos
Argentina m1 0,62 2,63
Argentina m2 0.66 2.94
Ecuador m1 0,84 6,25
Ecuador m2 0.61 2.56

Fuente: elaboración propia a partir de: Base de datos de Legislatina, Proyecto OIR, Universidad de Salamanca y Georgetown University Political Database of the Americas (s.f.).

En el caso de Ecuador es importante la interpretación de los grados de polarización en función del grado de fragmentación parlamentaria. En el primer periodo, el grado de fragmentación era 0.84. Esta alta fragmentación con niveles elevados de polarización apunta hacia una inestabilidad política que quizá configuró una estructura de oportunidades políticas para la Rebelión de los Forajidos. En el segundo periodo, con la mayoría de más de 60 % de MPAÍS dentro de la asamblea constituyente, la fragmentación descendió hacia un 0.61. La fuerza de una mayoría frente a una presencia casi marginal de los partidos de oposición dibuja un escenario en el que una mayoría se impone. No obstante, los niveles elevados de polarización sí nos revelan distanciamientos ideológicos que, si bien no denotan inestabilidad por la existencia de una mayoría fuerte, si muestran la existencia de ideologías diferenciadoras entre los partidos, más acentuada en el segundo periodo.

Conclusiones

En las recientes décadas advertimos cambios en las pautas de participación política. Estas transformaciones no sólo se dan en la arena electoral, caracterizada por una participación que se desarrolla de forma aislada y periódica. A la par de la participación electoral advertimos una tendencia importante hacia la participación colectiva, desde las formas más beligerantes de la protesta hasta el creciente fenómeno del asociacionismo y la participación ciudadana. Estas transformaciones podrían estar asociadas a innumerables factores; no obstante, consideramos que principalmente podrían relacionarse con el vínculo de la representación política y con cambios en los patrones de la cultura política. Con respecto a la representación política, la erosión de la credibilidad y legitimidad de actores políticos e instituciones del Estado podría relacionarse con la disociación del mandato ciudadano en las urnas con respecto a su resultado en la arena legislativa y en las políticas públicas (Linz, Günther y Montero, 2007). Por su parte, en la cultura política vemos un incremento en los niveles de desafección9 y la disminución del sentido de eficacia interna y externa.10 Consideramos que esto no necesariamente desencadena en el debilitamiento de la participación electoral, pero sí en el fortalecimiento de la participación colectiva: el sentido de eficacia política, principalmente la eficacia externa, incrementa hacia lo que podría definirse como eficacia colectiva (De la Cruz, Boscán, Valenzuela, 2020).

La contienda política, propuesta por McAdam, Tarrow y Tilly, es un modelo teórico útil para explicar el desarrollo de los episodios de protesta que han enmarcado las crisis económicas y sociales en los países latinoamericanos. Es un modelo que describe formas de protesta más pacíficas, que discurren por vías más institucionales, como la contienda política contenida. El modelo también describe formas más violentas mediante la contienda transgresiva. Ambas formas de contienda, la transgresiva y la contenida, se desarrollan a través de la integración de procesos y mecanismos. En el caso de la contienda política transgresiva, el proceso de polarización de la contienda describe trayectorias que permiten el análisis comparado de distintos episodios de protesta social violenta a través de los mecanismos de amenaza y oportunidad, competencia, correduría y formación de categorías. Estos mecanismos varían en función de los contextos y los actores.

A través de la comparación, nuestro estudio advierte la presencia del proceso de polarización de la contienda en los saqueos y el Cacerolazo en Argentina, así como en la Rebelión de los Forajidos en Ecuador. Esta conclusión se sustenta en las siguientes argumentaciones: 1) Las reformas estructurales que emprendieron los gobiernos latinoamericanos durante la década de los noventa y los escándalos de corrupción configuraron el mecanismo de amenaza. La situación crítica que enfrentaron los gobiernos trajo rupturas políticas y nuevos alineamientos dentro de la propia élite, dando lugar a la estructura de oportunidades. 2) El mecanismo de competencia se define con mayor claridad en el caso argentino. Posiblemente esto tenga relación con un sistema de partidos más institucionalizado en el que las estructuras partidistas con vínculos sociales más firmes dejaron ver las divisiones al interior de la alianza y la coyuntura que el justicialismo capitalizó y desencadenó en la salida del presidente. En ambos casos, las protestas desembocaron en crisis presidenciales. La caída de los presidentes abrió la competencia a nuevos actores, bien dentro de su propio partido, como es el caso de Néstor Kirchner frente a la línea tradicional del peronismo, o de outsiders, como lo fue Rafael Correa. 3) En Argentina, el mecanismo de correduría está en la intermediación política que llevaron a cabo agentes que formaban parte de la sociedad movilizada y a la vez formaban parte de las estructuras partidarias del justicialismo (Auyero, 2007). En el caso ecuatoriano no se identificaron vínculos entre los agentes desafiantes y los miembros del poder, como en el caso argentino. En la Rebelión de los Forajidos el mecanismo de correduría se manifiesta en la intermediación de los líderes de organizaciones civiles y medios de comunicación. 4) El mecanismo de formación de categorías lo identificamos en la polarización y la definición del espacio político a través de polaridades opuestas con definiciones simbólicas del “nosotros” y del “ellos”.

Esta investigación se focalizó en el proceso de polarización de la contienda debido a su incidencia en la ideología de la élite en cuanto a su capacidad para orientar los temas de la agenda política hacia planos más ideológicos. A fin de evaluar los posibles cambios en la élite, luego del desarrollo de estos episodios se utilizaron indicadores para medir los grados de coherencia ideológica al interior de los partidos y de polarización en las ubicaciones ideológicas de la élite parlamentaria. Mediante el indicador de coherencia ideológica se detectó que los valores disminuyeron luego del desarrollo de los episodios en los dos casos. Esta disminución evidencia un mayor grado de coherencia ideológica y por ende una mayor vocación ideológica al interior del partido en el periodo que siguió al conflicto social.

En el caso del indicador de polarización, al realizar la comparación entre los dos periodos observamos dos trayectorias distintas. En el caso argentino, los valores más altos en el primer periodo estarían revelando el clima político de faccionalismo que caracterizó la presidencia de Fernando de la Rúa. Estos factores podrían haber alentado algunos de los mecanismos del proceso de polarización de la contienda, como el de competencia y correduría. Esto sostendría la capacidad de la contienda transgresora para romper las alianzas o coaliciones de poder preexistentes al conflicto. Luego del episodio estos valores se modifican marginalmente, sin que se revelen grandes distanciamientos ideológicos entre los partidos. En Ecuador, los valores de polarización tampoco advierten cambios significativos. Se destaca que en el caso de la variable de “ubicación desde otros partidos” el valor de la polarización es más elevado, lo cual revelaría identidades de diferenciación muy definidas al interior de la Asamblea. Al complementar el indicador de polarización con los indicadores de fragmentación y número efectivo de partidos advertimos que los grados de polarización no se traducen en inestabilidad política, ya que no se trata de un multipartidismo polarizado.

Como conclusión general, señalamos que la utilización de estos indicadores nos permitió captar variaciones que denotan cambios en los posicionamientos ideológicos, ya sea para mostrar un mayor distanciamiento ideológico o bien para acortar este distanciamiento. El indicador que revela de forma más definida cambios ideológicos en la élite parlamentaria es el indicador de coherencia ideológica que mostró variaciones luego de los episodios de protesta. Este dato nos permite plantear una nueva línea de investigación con alcances explicativos en las que se incorporen metodologías mixtas. El análisis partiría de los indicadores señalados, complementando su utilización con herramientas analíticas que recaben información cualitativa sobre el contenido de los debates que se suscitaron al interior de la legislatura durante y después de los episodios, las iniciativas o posicionamientos en tribuna que abordaron las reivindicaciones de la protesta en las calles y las declaraciones en medios que los actores políticos clave hicieran durante el desarrollo de los acontecimientos.

A través del enfoque de análisis mixto que se propone podríamos elaborar argumentos más afinados en torno a la implicación que tiene la protesta social en el desempeño de la élite, en la definición de la agenda política, en la formación de nuevas identidades y nuevos marcos ideológicos en la élite.

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1Cero Corrupción es un grupo de choque creado por Lucio Gutiérrez y fuerzas políticas afines a su gobierno. El objetivo de este grupo fue disputar el espacio de la protesta en la calle en contra de las manifestaciones en contra del gobierno de Lucio Gutiérrez. Véase, Montúfar (s.f.).

2Véase Regional Manifestos Project, Universidad de Deusto, España.

3Se consideraron las encuestas que más se aproximan a los episodios de contienda que se han descrito. Las bases de datos consideradas son las siguientes: Ecuador: No. de estudio 45, Legislatura (02-06); No. de estudio 65, Asamblea Constituyente (07-08). Argentina: No. de estudio 05, Legislatura (97-01), No. de Estudio 51, legislatura (03-07).

4El diseño del gráfico fue tomado de Ruiz y Otero (2013: 39).

5Una interesante línea para futuros estudios podría analizar la relación entre la coherencia ideológica de los partidos y el grado de institucionalización del sistema de partidos.

6Se utilizaron las mismas bases de datos para el cálculo de coherencia ideológica y polarización ideológica ponderada.

7La autoubicación suele ser un indicador con valores más discretos que aquél que se refiere a la ubicación de un partido desde la percepción de los miembros de otros partidos. Este último pudiera reflejar de forma más realista la orientación ideológica del partido.

8La determinación de dicha proporción se hizo con base en los resultados electorales de las siguientes bases de datos: Argentina (Base de datos de Legislatina, Proyecto OIR, Universidad de Salamanca), Ecuador 1(Base de datos de Legislatina, Proyecto OIR, Universidad de Salamanca), Ecuador 2 (Base de datos de Legislatina, Proyecto OIR, Universidad de Salamanca); Georgetown University Political Database of the Americas (s.f.)

9En estudios más recientes de cultura política, Torcal y Montero (2006) describen el fenómeno de la desafección como aquella actitud que denota confianza en la democracia, la cual llega a concebirse como la mejor forma de gobierno. Pero, en paralelo, existe desconfianza hacia los actores, el proceso político y las instituciones.

10Preguntarse por el “grado de involucramiento” o de “conocimiento de política” arroja información sobre eficacia interna, mientras que preguntarse cómo “mi voto puede cambiar la situación” o “¿el gobierno considera la opinión de alguien como yo?” informa sobre la eficacia externa (De la Cruz, Boscán, Valenzuela, 2020).

Recibido: 28 de Noviembre de 2018; Aprobado: 31 de Enero de 2020

Gisselle de la Cruz Hermida es doctora en Ciencia Política por la Universidad de Salamanca; se desempeña como Profesora Investigadora en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Sus líneas de investigación son: acción colectiva, participación y cultura política. Entre sus publicaciones más recientes se encuentran: (con Rafael Valenzuela Mendoza) “Estrategia discursiva anti statu quo en la transformación del sistema de partidos en tres países de América Latina” (2019) Studia Politicæ (46); (con Guillermo Boscán Carrasquero y Rafael Valenzuela Mendoza) “Asociacionismo y participación ciudadana en Ciudad Juárez” (2020) Región y sociedad, 32; Conflicto y cambio constitucional en América Latina: su comparación mediante FUZZY SETS QCA (2021) Ciudad de México: Tirant Lo Blanch.

Rafael Enrique Valenzuela Mendoza es doctor en Política Pública por el Tecnológico de Monterrey; se desempeña como profesor investigador de la Universidad de Sonora. Sus líneas de investigación son: gobierno abierto, política pública y participación ciudadana en anticorrupción. Entre sus publicaciones más recientes se encuentran: Transparencia total para un gobierno abierto (2021) Ciudad de México: Tirant Lo Blanch; “Rendición de cuentas en tiempos del Covid-19. El Caso del Estado de Sonora” (2021) en Fredy Mariñez y Marisol Calzada, Gestión Pública y Políticas Públicas en tiempos de emergencia: Lecciones aprendidas de la pandemia Covid-19. México: Tirant Lo Blanch/El Colegio de Jalisco; (con Gisselle de la Cruz Hermida y Jaime Iván Rodríguez Lozano) “Desafíos que enfrentan las Unidades de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Estado de Coahuila” (2021) Estudios en Derecho a la Información, 12(1).

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