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Historia mexicana

versión On-line ISSN 2448-6531versión impresa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.73 no.3 Ciudad de México ene./mar. 2024  Epub 22-Ene-2024

https://doi.org/10.24201/hm.v73i3.4461 

Reseñas

Sobre José Refugio de la Torre Curiel, Un siglo de historiografía de tema misional en el norte novohispano

Bernd Hausberger1 

1El Colegio de México

Torre Curiel, José Refugio de la. Un siglo de historiografía de tema misional en el norte novohispano. Guadalajara: El Colegio de Jalisco, 2020. 238p. ISBN: 978-607-865-758-2.


El nuevo libro de José Refugio de la Torre Curiel, no obstante su pequeño formato y sus apenas 187 páginas de texto, tiene rasgos de una obra monumental. El autor ha leído una enorme cantidad de investigaciones sobre las misiones en el norte novohispano para ubicar sus premisas, objetivos, logros y limitaciones en el contexto historiográfico, sobre todo mexicano y estadounidense, pues de él ha salido la abrumadora mayoría de los trabajos sobre el tema. El resultado publicado de este esfuerzo ofrece un panorama, aunque no completo (porque esto sería imposible), exhaustivo y lleno de detalles de la labor de los historiadores que han indagado en el campo. A un nivel básico, el libro puede servir como bibliografía comentada, a uno más sofisticado, nos facilita ubicarnos a nosotros mismos, como historiadores que trabajamos sobre las misiones norteñas, en el contexto historiográfico. El texto es de una redacción clara y de fácil lectura. Esto se logra también con el recurso de amplias notas de pie de página (tal vez demasiado amplias a veces).

Es importante que el libro, al igual que las corrientes historiográficas que observa, enfoque el campo de la historia misional en toda la amplia y polifacética semántica del término “misión”, que puede significar un proceso (la promoción de la conversión religiosa, con todas sus implicaciones), una condición (en que estaban inmersos los agentes participantes en este proceso) y un lugar (con una definición legal e institucional). Las misiones, por consiguiente, eran multifuncionales, estaban entrelazadas con todos los sectores de la sociedad norteña (militares, económicos y sociales) y dependían de dinámicas tanto de la historia regional como virreinal, imperial e incluso global. De ahí, las obras presentadas y discutidas obedecen a una vasta gama de inquietudes, la que se incrementó a lo largo de las décadas. De esta forma, desde la historia misional se ha cubierto toda la historia del norte novohispano, es decir, de un territorio que hoy en día está dividido entre México y Estados Unidos.

Como punto de partida de la investigación científica sobre la temática, De la Torre Curiel coloca el seminal artículo de Herbert Eugene Bolton, de 1917, “The mission as a frontier institution in the Spanish-American colonies”, si bien no olvida referir las raíces intelectuales de este texto, ante todo la tesis de la frontera de Frederick Jackson Turner, publicada por primera vez en 1894, y algunos libros de autores decimonónicos, tanto estadounidenses como mexicanos, quienes, apoyados en un creciente cuerpo de fuentes primarias, trabajaban sobre el suroeste de Estados Unidos y el norte de México; entre ellos destacan las obras monumentales de Hubert Howe Bancroft. De la Torre Curiel, correctamente, insiste en el explícito eurocentrismo de estos tempranos acercamientos al tema, pues se centran en las actividades de los actores occidentales, en primer lugar, en los misioneros, descritos como promotores de la civilización, y en el impacto de su labor sobre una población autóctona, a la que no se concede mayor protagonismo, salvo el obedecer u oponer resistencia inútil al progreso. Había injusticias en el avance de la colonización española, mas fueron los misioneros los mejores defensores de los indios. No obstante sus limitaciones, de estas obras arrancó una corriente de investigación que aplicó y profundizó las enseñanzas de Bolton, y con el tiempo las revisó, cuestionó y, en cierta medida, superó.

La reconstrucción de esta evolución se puede sintetizar con lo que De la Torre Curiel resalta sobre dos cambios. Primero, en especial a partir de los años sesenta, como efecto del desarrollo general de la historiografía occidental, del auge de la historia social, económica y cultural, de la etnohistoria o de la historia global, para nombrar sólo algunas, se dio una considerable ampliación de la mirada con que se estudiaba la temática y nuevos intereses se abrieron camino en el lenguaje, la etnicidad, el territorio o la cultura. Como ya quedó dicho, esta multiplicación de enfoques y temas correspondía a la multifuncionalidad de las misiones cuya comprensión, de esta manera, se ha profun dizado y complejizado. El segundo adelanto, inherente a la ampliación de la mirada, fue el giro decisivo de la atención de la obra civilizadora y sus agentes europeos hacia “un explícito rechazo al protagonismo del misionero y una búsqueda constante de nuevas perspectivas para explicar las formas en que el indio hizo frente a la experiencia misional (y colonial en general)” (p. 12). Tal vez esto sea algo exagerado, porque la obra y la agencia de los misioneros nunca han dejado de ser estudiadas, pero quedó establecido que los indios como grupos étnicos, sociales y culturales, y hasta como individuos, formaran parte de la agenda de la investigación. El resultado de la evangelización, o de la conquista espiritual, ya no se puede describir como el triunfo de la civilización occidental, sino como producto de una permanente y ubicua interacción y negociación de todos los grupos involucrados en su práctica. Con todo, De la Torre Curiel subraya que en toda esta evaluación había también continuidad. De esta manera es ilustrativo que, así como sus consideraciones empiezan con Bolton, también terminan con una referencia a este autor que hizo Ignacio del Río en 2008 (p. 187, n. 18). A los clásicos hay que revisarlos críticamente, pero, por lo general, esto no significa que hayan caducado del todo.

Lo que tal vez se eche de menos es que el libro no relacione la historiografía moderna de las misiones, iniciada por Bolton, con las obras históricas compuestas en la época colonial, sobre todo por los misioneros mismos. El producto más destacado de estos esfuerzos probablemente sea la Historia de los triunfos de nuestra santa fe, del padre Andrés Pérez de Ribas, de 1645. De la Torre Curiel trata estas crónicas como objetos de estudio, pero no como antecedentes historiográficos. Ahora, es verdad que estas obras se basan en metodologías diferentes de las que exige la historiografía académica moderna y que surgían de motivaciones distintas (aunque estas diferencias a lo mejor no hayan sido tan grandes ni tan generales como a veces se cree). Pero anticipaban muchos temas, interpretaciones y actitudes respecto a su objeto de estudio que los historiadores del siglo XIX y temprano siglo XX adoptaron y reprodujeron; y, como muestra el libro reseñado, faltaban décadas para que se emanciparan de ellos. Por ejemplo, el triunfalismo misionero-occidental, la jerarquía entre las culturas, la negación de cada protagonismo indígena (salvo en lo malo), la descripción de los padres como defensores de los indios o la aprobación de la expansión imperial se encuentran fundamentados en la imagen que los misioneros habían divulgado de su labor.

Quizá también se hubieran podido relacionar de forma más condensada las diferentes investigaciones mexicanas y estadounidenses sobre las borderlands con las respectivas historias nacionales, las que por lo menos en sus épocas tempranas enfocaron -se podría decir, forzosamente- el fenómeno de la misión novohispana desde diferentes ángulos. En Estados Unidos, la tesis de la frontera de Turner, como espacio móvil donde se forjó la nación estadounidense con sus cualidades particulares, como su individualismo y su forma de democracia, no tomó en cuenta a los indios salvo como fuerza externa, tarde o temprano aniquilada, y después reducida a un mito de barbarie o romanti zado, según la conveniencia del momento. En México, la historia de la misión, de la integración de vastos espacios y sus habitantes al imperio español, se inscribía en el proceso de la construcción nacional. Al mismo tiempo se muestra cierta tensión con la historia nacional que se construye a partir de la idea de la nación mexicana como continuación de la tradición azteca o mesoamericana. En esta narrativa, los indios del norte no tenían lugar, ni siquiera como referencia histórica. De esta manera, la misión era un mecanismo para reunir al norte con el centro del país a partir del común pasado hispánico. Así se dio la curiosa situación de que los conquistadores del centro fueron (y son) tildados de brutos y malos, pues aniquilaron el imperio azteca, mientras que en el norte (como en otras periferias), fueron precisamente ellos los actores que construyeron el territorio nacional y quienes cuentan con monumentos hasta hoy en día: Francisco de Ibarra en Durango, el padre Eusebio Francisco Kino en Hermosillo (y Francisco de Montejo, en Mérida). Al mismo tiempo, como De la Torre Curiel no deja de señalar, la apología de los misioneros pudo servir también como una narrativa histórica alternativa, antirrevolucionaria o antirrégimen, frente a la historia y el anticlericalismo oficial, corriente en la que se ubican autores jesuitas como Mariano Cuevas o Gerard Decorme. La mirada de Bolton a las fronteras latinoamericanas, por su parte, obedeció a un expreso panamericanismo, que se podría colocar en el contexto de 1917, el final de la expedición punitiva del general Pershing, el telegrama Zimmermann y la entrada de Estados Unidos a la primera guerra mundial. No obstante, la guerra terminó y buena parte de los alumnos de Bolton, de la llamada Borderland School, más bien iban a usar el pasado hispánico como elemento de la historia regional del suroeste, destacando cierto folklorismo hispánico que siempre se orientó mucho más hacia España que hacia México.

En fin, José Refugio de la Torre Curiel nos abre un amplio campo de reflexión y de investigación. Su libro será de gran utilidad tanto para los que están metidos en el estudio del norte novohispano como para todos aquellos que quieran iniciarse en el tema.

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