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Revista latinoamericana de estudios educativos

versión On-line ISSN 2448-878Xversión impresa ISSN 0185-1284

Rev. latinoam. estud. educ. vol.54 no.1 Ciudad de México ene./abr. 2024  Epub 11-Mar-2024

https://doi.org/10.48102/rlee.2024.54.1.603 

Diálogo Informado

La asertividad para el fortalecimiento de las democracias. Niveles de asertividad y participación ciudadana en población universitaria

Assertiveness for the Strengthening of Democracies. Levels of Assertiveness and Citizen Participation in the University Population

Wilmer A. Hernández Velandia* 
http://orcid.org/0000-0002-3823-6030

Nelson Guzmán Zamora** 
http://orcid.org/0000-0001-8704-9664

*Universidad de Investigación y Desarrollo (UDI), Colombia. whernandezvel@gmail.com

**Universidad Cuauhtémoc, Plantel Aguascalientes, México. guzmanzamoranelson@gmail.com


Resumen

El objetivo de la investigación ha sido el de confirmar o descartar la correlación de las variables asertividad y participación en estudiantes de pregrado de una universidad de Bogotá. Para la recopilación de los datos entre la población señalada, constituida por 1490 estudiantes de todos los programas académicos, se realizó un muestreo probabilístico por racimos sistemático, considerando un nivel de confianza de 95% y un margen de error de 5%, que determinó la participación final de 312 estudiantes. Luego se ejecutó el protocolo de investigación con un diseño no experimental, de alcance correlacional y momento transversal. El análisis descriptivo de los datos arrojó niveles altos de asertividad (76 percentiles promedio) y bajos de participación (36.7). En sintonía con ello, el análisis de estadística inferencial no paramétrico confirmó la correlación negativa y baja de estas dos variables (-.231). Altos niveles de asertividad en relación con niveles bajos de participación pueden sugerir 1) formas no convencionales de participación que han aparecido al mismo tiempo que las redes sociales; 2) conformidad ciudadana con un tipo de democracia liberal y representativa, y 3) la necesidad de llevar a cabo investigaciones que relacionen la participación con otra tipología comportamental más allá de los estilos clásicos.

Palabras clave: asertividad; democracia; estudiantes universitarios; formación ciudadana; participación

Abstract

The objective of this research has been to confirm or rule out the correlation between the variables assertiveness and participation in undergraduate students of a university in Bogotá. For the collection of data among the indicated population, made up of 1490 students from all academic programs, a probabilistic sampling was carried out by systematic clusters, considering a confidence level of 95% and a margin of error of 5%, which determined the final participation of 312 students. After that, the research protocol was executed with a non-experimental design, with a correlational scope and transversal moment. The descriptive analysis of the data showed high levels of assertiveness (76 average percentiles) and low levels of participation (36.7). In line with this, the non-parametric inferential statistical analysis confirmed the negative and low correlation of these two variables (-.231). High levels of assertiveness in relation to low levels of participation may suggest 1) unconventional forms of participation that have appeared at the same time as social networks, 2) citizen conformity with a type of liberal and representative democracy, and 3) the need to carry out researches that relate participation and other behavioral typology beyond the classical styles.

Keywords: assertiveness; citizen training; democracy; high school students; participation

Introducción1

En la actualidad, uno de los fundamentos más importantes de los sistemas democráticos es la idea de que toda forma de abuso y falta de oportunidad para el desarrollo social, puede evitarse en la medida que más individuos participen del ejercicio deliberativo sobre lo público, sea de manera directa o a través de representantes (Bueno, 2018; Canto, 2017; Constant, 2002). No obstante, la capacidad que tengan para decidir más y mejor sobre sus propias vidas en la cotidianidad, con plena libertad y autonomía es otra de las condiciones clave que previene de la dominación. Para ello, los ciudadanos deben saber reconocer los distintos marcos normativos sociales y políticos existentes para la toma de decisiones personales y en los asuntos públicos, pero también para el fomento de cambios positivos en estos ámbitos de manera legítima y no violenta (Mockus, 2005).

En la actualidad, el más importante de estos marcos a nivel internacional es la Declaración Universal de los Derechos Humanos, promulgada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, luego de la Segunda Guerra Mundial y los Juicios de Nuremberg. Esta Declaración, además de establecer derechos individuales para la libre determinación de las personas y los pueblos, señala, sobre todo en los artículos 21 y 27, los alcances del derecho a participar. Así, “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de frontera, por cualquier medio de expresión” (Asamblea General de la ONU, 1948, Art. 19). También, “Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos” (Asamblea General de la ONU, 1948, Art. 21. 1). Por último, “Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten” (Asamblea General de la ONU, 1948, Art. 27. 1). Como puede observarse, tanto en la esfera de lo público como de lo privado los individuos pueden tomar decisiones de manera libre y responsable, afirmar sus preferencias y participar de la vida en sociedad.

Luego de 70 años de su promulgación, nada parece más contradictorio que hacer uso de la violencia directa o manifiesta para tratar de acceder a las instancias de participación política e impartir justicia. Tampoco es lícito el uso de la violencia estructural para permitir el acceso a las instancias de decisión estatal y otorgar privilegios sólo a unos pocos. Y menos la violencia cultural para degradar, segregar y desempoderar a sectores vulnerables de la población, como las mujeres, la comunidad LGBTI, los niños, los campesinos, los habitantes de calle, entre otros (Galtung, 2003). Pero, ¿qué hacer cuando la ciudadanía no ejerce este derecho si en apariencia todo está dado al menos en el papel para que lo hagan? Eso es justo lo que han venido denunciando los críticos del modelo democrático neoliberal centrado en el individuo, en su proyecto de vida y el desarrollo de competencias, a fin de hacerlo competitivo en el mercado laboral. Este modelo comprende la libertad como ausencia de interferencia (Constant, 2002), y limita la acción ciudadana al cumplimiento de un sistema normativo y tributario. Un modelo educativo para este tipo de ciudadano y profesional, centra su enseñanza en la racionalización de los recursos, la maximización de las utilidades, y en la idea de que cada individuo es dueño de su propio destino.

En este sentido, la presente investigación recoge la preocupación del cuerpo docente de una unidad académica universitaria en Bogotá, Colombia, encargada de impartir cursos y seminarios electivos o transversales de ciencias sociales y formación ciudadana, quienes perciben en sus estudiantes dificultades para autoorganizarse y participar de manera activa en su proceso de aprendizaje. Al interior de las aulas, les cuesta tomar la palabra para enriquecer los debates o los esfuerzos de comprensión colectiva de conceptos o procedimientos. Asimismo, las actividades extracurriculares que organiza la universidad, tales como congresos, seminarios, conversatorios y similares, no logran despertar del todo su interés y el deseo de asistir y opinar sobre el tema analizado. Además, parece baja la iniciativa estudiantil para conformar grupos de lectura e investigación, o para crear espacios académicos de reflexión, como revistas estudiantiles o cine-foros.

Este mismo fenómeno es explorado por otros investigadores, quienes han encontrado bajos niveles de participación académica y ciudadana en los estudiantes y la sociedad civil en general. Al parecer, en Latinoamérica los jóvenes hacen uso cada vez con menos frecuencia de los mecanismos tradicionales de participación y son poco dados a agremiarse en torno a causas ideológicas y partidistas (Cano et al., 2017; Torres et al., 2020). Les llama más la atención seguir líneas políticas de su interés por redes sociales y apoyar causas humanitarias, animalistas y ambientalistas (Cárdenas, 2017; Padilla, 2014). Y, si bien salen a las calles a protestar, la vehemencia de algunas de sus actuaciones, la incapacidad de muchos de ellos para negociar y de no hacer uso de la violencia, advierten dificultades para autoorganizarse y atender conflictos de convivencia de manera pacífica, tomando como guía principios y valores democráticos.

Al respecto, una de las principales cuestiones que mantiene atentos a los investigadores de este fenómeno es el siguiente dilema: o los jóvenes están poniendo en jaque las democracias, en tanto subvaloran sus aspectos característicos: la participación para la toma de decisiones conjunta sobre los asuntos públicos y para llevar a cabo actividades de distinta índole en común, o bien, están descubriendo y poniendo en marcha nuevas formas de expresión de la inconformidad, de participación y de autoorganización, difíciles de comprender o aceptar por su novedad o porque no convienen a los poderes políticos tradicionales. Obsérvese el siguiente ejemplo.

Desde el 28 de abril y hasta mediados de agosto de 2021 en Colombia, los jóvenes salieron masivamente a las calles de las principales ciudades y se expresaron a través de consignas, pancartas, muestras de arte y música. Así, exigían al gobierno mayores oportunidades de empleo, apoyo al emprendimiento, acceso a educación superior, entre otras condiciones que les permitan contar con reales oportunidades de desarrollo personal y vida digna. Sin embargo, en las elecciones del 5 de diciembre para la conformación de los consejos municipales y locales de juventudes, sólo acudió a las urnas 10.42% de los jóvenes habilitados para votar (Registraduría Nacional del Estado Civil [RNEC], 2021).

Si bien, los consejos de juventudes que lograron conformarse de manera participativa a través del mecanismo del voto en diciembre de 2021, en parte irían a canalizar y posicionar estas demandas, los jóvenes no parecen haber apoyado debidamente dicho mecanismo pacífico y democrático. Otros autores han llegado a conclusiones semejantes luego de estudiar las actuaciones cívicas y políticas de los jóvenes en Latinoamérica, África y Asia (Kusá, 2018; Vergara y Hevia, 2012; Welzel y Dalton, 2016). A pesar de que no siempre se movilicen de manera pacífica y se nieguen a acudir de forma masiva a las urnas, estos investigadores afirman que los valores democráticos no se han puesto en duda. Por el contrario, consideran que son actos consecuentes con una mejor comprensión y afirmación de los derechos individuales y alternativos a las formas de participación tradicionales.

De hecho, algunos sostienen que estas formas de participación, resistencia o expresión de inconformidad, han surgido en la medida que las nuevas generaciones se han hecho también más asertivas, esto es, 1) conscientes de que ningún individuo o grupo social tiene más derechos o dignidad que otro, 2) capaces de afirmar, ejercer y defender sus puntos de vista, emociones y derechos a través de acciones no violentas. Por ejemplo, Welzel y Dalton (2014, 2016), quienes estudiaron el fenómeno en Asia, sobre todo en China, contraponen lealtad y asertividad. Ellos sostienen que cuanto más respetuosas, sumisas y acríticas sean las personas con los gobiernos y las figuras de autoridad (lealtad), menos probabilidades hay de que expresen de manera abierta y firme una opinión, una propuesta, una petición o inconformidad (asertividad). Este comportamiento que pone los derechos de las autoridades y gobernantes por encima del derecho individual a la libre expresión y a la autodeterminación parece señalar un tema cultural que, según estos investigadores, ha venido cambiando.

Al respecto, Lu et al. (2022) también estudiaron esta relación y parecen apoyarla luego de realizar seis estudios con población universitaria de los Estados Unidos. Los investigadores detectaron que los estudiantes provenientes de Asia Oriental no obtenían buenos resultados en aquellos cursos relacionados principalmente con liderazgo y estrategia, que exigen mayor capacidad para dirigirse a un público y sobrellevar discusiones argumentadas en clase, como ocurre en las escuelas de leyes y de negocios. La causa: su bajo nivel de asertividad debido, a su vez, a factores culturales y de crianza. Valores como la humildad, el respeto a la autoridad y a las jerarquías, el deber de guardar silencio como señal de prudencia y madurez, entre otros muy apreciados en esta zona de Asia, según los autores, pueden inhibir la intención de expresar la propia opinión, que llega a ser considerada, de esa manera, irrelevante, inoportuna o desacertada.

Otro par de investigaciones sobre niveles de asertividad en población joven y estudiantes universitarios -muy importantes para los intereses del presente estudio- se llevaron a cabo, una en Líbano, Arabia Saudita, Israel y Marruecos, otra en Corea del Sur. San Martín et al. (2018) implementaron tres estudios en uno utilizando una metodología no paramétrica, con el fin de verificar la posible correlación entre interdependencia y autoasertividad (capacidad para reconocerse a sí mismo como sujeto de derechos) en una muestra de 261 estudiantes árabes universitarios. Encontraron que, en efecto, la población puede mantener un alto nivel de autoasertividad y, al mismo tiempo, una alta interdependencia. La autoasertividad, por ende, puede ser una muestra de las intenciones del individuo, de poner al servicio de la comunidad sus destrezas, como una manera de generar confianza al interior de la misma y respeto ante los enemigos (San Martín et al., 2018).

En España, por su parte, con más exactitud desde la Universidad de Barcelona, Georghiades y Eiroa-Orosa (2020) se propusieron relacionar (al menos en el segundo momento de una investigación de diseño experimental) el sentido de ciudadanía y de asertividad. La aplicación de los instrumentos y la realización de un experimento que vinculó una muestra de 28 participantes finales en el grupo experimental y a 24 en el grupo control, todos mayores de 18 años con excelente manejo del idioma inglés, confirmó sus hipótesis. Identificaron una relación positiva entre bienestar y ciudadanía luego de implementar estrategias de formación en las siguientes variables: valores de cuidado, justicia social y asertividad. Esto les permite sostener, entre otras cosas, que los niveles de sentido de ciudadanía y bienestar pueden ser alterados con entrenamientos en asertividad.

En Latinoamérica también se han llevado a cabo estudios en este sentido. Sin embargo, resalta la investigación de Elías et al. (2020) por su actualidad y pertinencia, ya que la muestra estuvo constituida por 34 familias de estudiantes de una universidad de Cuba. A través de métodos como el histórico-lógico, el analítico-sintético e inductivo-deductivo, y técnicas como la observación, la encuesta y la entrevista, concluyeron que las familias en las cuales predomina un tipo de comunicación asertiva, se involucran más en los procesos de formación de sus hijos universitarios. Estos estudiantes, a su vez, demuestran un mayor desarrollo de las formas de expresión oral y escrita y relaciones interpersonales más adecuadas.

Una conclusión espontánea que, en todo caso, debe hacerse explícita a partir del análisis de los resultados de las investigaciones descritas, es la necesidad de promover y enseñar la asertividad para la formación ciudadana y el fortalecimiento de las democracias. Los estudios al respecto comenzaron precisamente en el momento que se definió la asertividad como un comportamiento, luego como una habilidad social, y se dejó atrás la idea de que se trataba de un rasgo de la personalidad inmodificable (Calua et al., 2021). A partir de allí se propusieron estilos de interacción social, como son el pasivo (más respeto y consideración a los demás que a sí mismo), el pasivo-agresivo (bajo respeto y consideración hacia los demás y a sí mismo), el agresivo (más respeto y consideración a sí mismo que a los demás) y el asertivo (respeto y consideración a sí mismo y a los demás) (DeGivanni, 1978, García y Magaz, 2011). El objeto de esta distinción es la modificación de actitudes y comportamientos altamente pasivos y agresivos.

El individuo de comportamiento pasivo tiende a ser menos expresivo y participativo, y está más expuesto o sin defensa ante los ataques de individuos agresivos. Éste último, por su parte, tiende a ser más impositivo en sus participaciones y a menospreciar los derechos de los demás a fin de alcanzar sus objetivos. Por otra parte, el comportamiento asertivo permite al individuo 1) reconocerse a sí mismo como sujeto de derechos, los que reconoce en los demás con idéntico valor, y 2) prepararse actitudinal y discursivamente mejor para ejercerlos y defenderlos sin acudir a la violencia o a la súplica. En palabras de Alberti y Emmons (2006, p. 41), “El comportamiento asertivo promueve la igualdad en las relaciones humanas, capacitándolos para actuar en su propio interés, para defenderse sin ansiedad, para expresar sus derechos personales sin menoscabar los derechos de los demás”. En este sentido, se puede arriesgar una hipótesis acerca del fenómeno de la participación y de los estados o cambios comportamentales que advierten los investigadores: a mayores niveles de asertividad, mayores niveles de participación.

La comprobación de esta hipótesis ofrecería buenas razones en la búsqueda de apoyo al diseño de estrategias de entrenamiento en el estilo asertivo de interacción social, que complementen los planes curriculares de formación en competencias ciudadanas. Por ello, el objetivo de la presente investigación ha sido el de establecer la relación entre niveles de asertividad y niveles de participación en estudiantes de pregrado asistentes a los cursos electivos de ciencias sociales y humanas que imparte una universidad de Bogotá. A pesar de que los resultados tanto descriptivos como inferenciales de la investigación descrita han revelado altos niveles de participación y bajos de asertividad entre los participantes y una relación baja y negativa entre estas dos variables, el aporte al objeto de estudio sigue siendo significativo. Con ello puede observarse una tendencia o preferencia de la población a la propuesta democrática neoliberal y representativa, y a un concepto moderno de libertad, entendida como no-interferencia.

Método

El camino que se ha trazado para alcanzar este objetivo lo componen, a su vez, tres objetivos específicos: primero, identificar los niveles de asertividad; segundo, identificar los niveles de participación ciudadana en la población estudiada a través de la aplicación de dos cuestionarios, por una sola vez, a una muestra representativa. El tercer objetivo ha consistido en calcular la correlación entre las variables asertividad y participación, a través del análisis inferencial de las puntuaciones generales obtenidas por los integrantes de la muestra en la aplicación de los instrumentos, con el fin de afirmar o negar la hipótesis de investigación.

Población y muestra

Conformaron el universo 1490 estudiantes que, en el segundo semestre de 2021, decidieron tomar uno o más cursos transversales o electivos del departamento encargado de la formación ética y ciudadana en una universidad de Bogotá. Para determinar el tamaño de la muestra, se consideró un nivel de confianza de 95% y un margen de error de 5%. De este modo, según la calculadora de muestras en línea de QuestionPro (2021), el número de unidades de análisis debía ser 307.

Conforme a este tipo de población universitaria, que se organizó por grupos a fin de llevar a cabo labores de enseñanza y aprendizaje en modalidad virtual y presencial, el muestreo probabilístico por racimos o conglomerados (García et al., 2009), en una sola etapa o unietápico se creyó el más adecuado (Ochoa, 2015). Éste consiste en seleccionar algunos de estos grupos o conglomerados de manera aleatoria, e incluir en la investigación a todos los individuos que los conforman. Su selección se realizó a través de un muestreo aleatorio sistemático de la siguiente manera.

En primer lugar, fueron enumerados los 68 grupos en los cuales estaba distribuida la población de 1490 estudiantes que se habían inscrito algún curso electivo ese semestre. En segundo lugar, dado que el promedio de estudiantes por grupo era de 22, fue necesario escoger 14 de estos grupos para completar el número total de unidades de análisis que debían hacer parte de la muestra, esto es, 307. Por último, con el apoyo de la herramienta digital de la página web Working in Epidemiology (2022), diseñada para adjudicar de manera aleatoria la primera unidad a muestrear y el intervalo, se seleccionaron los grupos 4, 8, 12, 16, 20, 24, 28, 32, 36, 40, 44, 48, 52, 56. Teniendo en cuenta que 22 era el número promedio de estudiantes por grupo, lo normal es que en la cuenta total de unidades muestrales saliera poco más o menos del número requerido. Es así como se contó con la participación de 312 estudiantes para la realización del presente estudio.

De estos 312 participantes, 166 eran hombres (53.2%) y 146 mujeres (46.8%) de casi todos los programas académicos, de todos los semestres, la mayoría entre primero y quinto (69.6%); con edades en su mayoría entre 17 y 22 años (73.1%), para una media de 21.3 años y una desviación estándar de 4.2; pertenecientes a los estratos 1 al 6 (46.2% de estrato 3); 65.7% provenientes de Bogotá; en su mayoría solteros (74.7%), heterosexuales (89.1%) y ocupados en labores de aprendizaje (50.3%).

Diseño

La investigación tuvo un diseño no experimental, esto significa que no se intervino la muestra. Su momento fue transversal, por cuanto los instrumentos seleccionados para la medición de los niveles de asertividad y la determinación de los tipos de comportamiento social, así como para la medición de los tipos y niveles de participación ciudadana, fueron suministrados en una sola ocasión. Su alcance fue correlacional, en tanto sólo se pretendió analizar si el grado de variación de un factor (la variable asertividad) es concomitante con el grado de variación de otro (la variable participación ciudadana) sin afirmar, en principio, una relación causal entre ellos (Monje, 2011).

Instrumentos

Se han seleccionado dos instrumentos diseñados y validados por otros expertos, que pueden ser diligenciados por población de habla hispana. El primero de ellos es el Autoinforme de Actitudes y Valores en las Interacciones Sociales - Informe de Conductas Asertivas ADCAs 1, diseñado por García y Magaz (2011), el cual consta de 35 reactivos que miden dos subvariables: autoasertividad (20 reactivos) y heteroasertividad (15 reactivos), y cuatro estilos de interacción social: pasivo, pasivo-agresivo, asertivo y agresivo. La autoasertividad es entendida por los autores como “la clase de comportamiento que constituye un acto de expresión sincera y cordial de los sentimientos propios y de respeto a los propios valores, gustos, deseos o preferencias” (García y Magaz, 2011, p. 13). Entre tanto, la heteroasertividad la definen como “la clase de comportamiento que constituye un acto de respeto a la expresión sincera y cordial de los sentimientos y de valores, gustos, deseos o preferencias de los demás” (García y Magaz, 2011, p. 13).

El otro instrumento fue el Participatory Behaviors Scale o PBS, elaborado inicialmente en Italia por Talò y Mannarini (2014), con base en la propuesta hecha por Ekman y Amna (2012) sobre tipos de participación. Luego, se dio a conocer una versión en español diseñada por Magallanes y Talò (2016). En la presente investigación se ha utilizado la versión corta que consta de 16 reactivos, cuatro para cada dimensión que, en todo caso, ha demostrado tener buena consistencia interna. Su objetivo, a grandes rasgos, es el de estudiar cuatro tipos de comportamiento participativo: desvinculación, participación ciudadana, participación política formal y activismo. En el primero, la desvinculación puede ser apolítica o antipolítica; en el segundo se tiene interés en cuestiones sociales, políticas o comunitarias; en el tercero se hace uso efectivo de los mecanismos formales de participación o se milita en movimientos, partidos políticos o sindicatos, como voluntario, financiador, candidato o líder; por último, el comportamiento activista se caracteriza por llevar a cabo acciones extraparlamentarias de protesta legal e ilegal.

Los dos instrumentos hicieron parte de un mismo archivo de Formularios Google, el cual inicia ofreciendo información general sobre la investigación, sus alcances y forma de diligenciamiento. Luego, se solicita a los participantes su autorización para el uso de los datos suministrados. La primera sección, en rigor, recopila datos sociodemográficos, tales como edad, lugar de procedencia, estrato socioeconómico, sexo, género, programa y semestre académico que cursa, estado civil y ocupación principal. En la segunda parte del formulario se han dispuesto los instrumentos señalados, sus reactivos y opciones de respuesta, cada uno en una sección distinta.

Procedimiento

Con ocasión de la pandemia por Covid-19 y las medidas de confinamiento dispuestas por el gobierno nacional, las actividades educativas tuvieron que implementarse a través de plataformas web como Moodle, Blogger y Teams. Esta situación obligó la elaboración de un protocolo distinto para la aplicación de los instrumentos bajo la modalidad virtual. Para su correcto diligenciamiento, se ofrecieron instrucciones adicionales por escrito a los participantes, a través de las guías de aprendizaje de los distintos cursos, de los foros virtuales creados para la comunicación de novedades y de los encuentros sincrónicos programados por Zoom o Teams, a los cuales tuvieron oportunidad de asistir los estudiantes y el investigador.

Análisis de datos

Para dar cumplimiento a los dos primeros objetivos de la presente investigación, se calculó el nivel de asertividad y de participación para cada participante y la muestra en general con las opciones descritas en el Cuadro 1.

Cuadro 1 Niveles de asertividad y de participación 

Nivel Rango
Muy bajo de 0 a 29
Bajo de 30 a 59
Aceptable de 60 a 74
Alto de 75 a 89
Muy alto de 90 a 100

Fuente: elaboración propia.

Estos mismos rangos en percentiles determinaron los niveles de participación registrados por la muestra a través de la aplicación de la Escala de Conductas Participativas de Talò y Mannarini (2014). Nótese, en el Cuadro 1, que esta forma de evaluación sigue, de manera relativa, el modo convencional de calificación de las actividades de aprendizaje que manejan los centros de educación superior en Colombia, donde el mínimo puntaje aceptable para superar cualquier prueba es 30/50 o 60/100. Asimismo, se considera que un estudiante tiene niveles aceptables, altos o muy altos de asertividad o de participación, si alcanza un puntaje superior a 60. Esta escala y el criterio de puntaje mínimo señalado es el mismo que determina el estilo de comportamiento social para cada participante. Téngase en cuenta que estos estilos son resultado de la comparación de dos percentiles, los obtenidos por separado en autoasertividad y heteroasertividad. El Cuadro 2 describe los rangos propuestos para ello.

Cuadro 2 Rangos percentiles por subvariable que determinan cada estilo de comportamiento social 

Estilo de comportamiento Rangos de percentiles en autoasertividad Rangos percentiles en heteroasertividad Explicación
Asertivo superior de 90 a 100 de 90 a 100 En gran medida se respeta y respeta a los demás.
Asertivo alto de 75 a 89 de 75 a 89 En buena medida se respeta y respeta a los demás.
Asertivo aceptable de 60 a 74 de 60 a 74 En justa medida se respeta y respeta a los demás.
Pasivo-agresivo de 0 a 59 de 0 a 59 No respeta a los demás ni se respeta a sí mismo.
Agresivo de 60 a 100 de 0 a 59 Se respeta a sí mismo, pero no respeta a los demás.
Pasivo de 0 a 59 de 60 a 100 Respeta a los demás, pero no se respeta a sí mismo.

Fuente: elaboración propia.

En la presente investigación se consideró que, a fin de acomodar los programas de desarrollo en asertividad a las formas convencionales de ejecución y evaluación de las actividades educativas en Colombia, una persona es pasiva, agresiva o pasivo-agresiva si en los dos tipos de asertividad o si sólo en uno de ellos no se alcanza un mínimo de 60 percentiles. De este modo, se han obtenido resultados en asertividad total, autoasertividad, heteroasertividad y estilos de comportamiento social. Sin embargo, la investigación no sólo buscó describir las variables mencionadas.

En la medida que interesaba probar una hipótesis y generalizar o “decidir con respecto a una población examinando una muestra de ella” (Monje, 2011, p. 186), se llevó a cabo también un análisis estadístico inferencial, a través de la técnica prueba de hipótesis. Teniendo en cuenta que el nivel de medición de las variables fue por intervalos, la hipótesis de investigación de tipo correlacional y la distribución de la variable entre la población se consideró no normal, la prueba de hipótesis se hizo a través de un análisis no paramétrico, haciendo uso del coeficiente de correlación por rangos ordenados de Spearman (1904). Esto se llevó a cabo con el Paquete Estadístico para las Ciencias Sociales o SPSS, versión 26.

Resultados

Algunos datos sociodemográficos

La investigación logró convocar a estudiantes de 16 a 40 años de edad. La mayoría se ubicó en el rango de 18 (17.6%) a 21 (12.2%) años. Otro segmento importante lo conformaron estudiantes de 17 (9.0), 22 (9.6) y 23 (5.1%) años. Sin embargo, no se contó con estudiantes de 33 y 37 años, y sólo con uno de 35, 36, 39 y 40 años de edad, respectivamente. Por ello, los principales resultados comparativos hacen énfasis en la población que contó con mayor representatividad, esto es, en los estudiantes que se ubicaron en el rango entre 17 y 25 años (ver Cuadro 3). Del total de este segmento la mayoría eran de Ingeniería aeronáutica (15.2%), Ingeniería de sonido (11.9%) e Ingeniería multimedia (8.5%), y en mayor medida de segundo (18.1%), tercero (13%), cuarto (15.6%) y quinto (13.3%) semestre. El estudio contó con 146 mujeres y 166 hombres, de los cuales sólo una se identificó con el género opuesto. De este modo, los hombres autoidentificados como tales aportaron 52.9% y las mujeres 47.1% de los participantes.

Cuadro 3 Análisis descriptivo de la edad de los estudiantes participantes 

Estadística descriptiva edad
Media 21.3
Mediana 20.0
Moda 18.0
Rango 24.0
Mínimo 16.0
Máximo 40.0
Cuenta 312.0

Fuente: tabla automática de la función Análisis de datos, de Excel.

La mitad del total de los participantes se dedicaba sólo a estudiar (50.3%), 88 de ellos eran hombres y 69 mujeres. Por otra parte, poco más de un tercio del total de los participantes acompañaban sus actividades académicas con un trabajo formal privado (18.9%), 32 hombres y 27 mujeres, o bien, con uno informal (17.3%), en total 32 hombres y 22 mujeres. Y quienes, además, debían atender sus hogares de manera activa se ubicaban en un tercer lugar, siendo 24 de ellos mujeres de los estratos 1, 2 y 3 en su mayoría y 13 hombres de los estratos 2 y 3. Por último, sólo cinco de los participantes trabajaban con el gobierno, cuatro de ellos eran mujeres de estratos 1, 2 y 3.

Resultados del análisis descriptivo de la variable asertividad

El análisis descriptivo ha permitido el cumplimiento de los dos primeros objetivos de la investigación. Se han identificado, por una parte, los niveles de asertividad y los estilos de comportamiento social; por otra, los niveles de participación ciudadana de la muestra de 312 estudiantes. Para comenzar, se llevó a cabo el análisis descriptivo del total de los datos de las dos subvariables que componen la variable asertividad: la autoasertividad y la heteroasertividad. Los autores creadores del instrumento ADCAs1 (García y Magaz, 2011), no recomiendan este ejercicio, dado que alguien puede obtener un buen puntaje sumando las dos y, sin embargo, esto no es indicativo de buenos niveles generales de asertividad.

Sin embargo, los resultados obtenidos en cada una de las subvariables son muy semejantes. Por ejemplo, en autoasertividad la media fue de 75.6, la mediana de 78.8 y la moda fue de 81.3; entre tanto en heteroasertividad la media fue de 76.5, la mediana de 78.3 y la moda fue 81.7. Por ello, en esta investigación se considera que es posible un análisis global de la variable asertividad, en tanto se comparen los resultados obtenidos en cada estilo de comportamiento social. Como se observa en el Cuadro 4, para el total de la variable asertividad, los percentiles alcanzados al menos por 50% de los participantes fueron 78, lo cual significa que la mediana estuvo muy cerca del promedio, que fue de 76 percentiles, siendo 83 los más repetidos. Por ello, el nivel general de la muestra de estudiantes en la variable asertividad fue sin duda alto, pues se ubicó dentro del rango 75-89 sobre 100 (ver Cuadro 1).

Cuadro 4 Estadística descriptiva del total de la variable asertividad 

Análisis descriptivo variable asertividad total
Media 76
Error típico 1
Mediana 78
Moda 83
Desviación estándar 13
Varianza de la muestra 157
Curtosis 0
Coeficiente de asimetría -1
Rango 67
Mínimo 32
Máximo 99
Suma 23711
Cuenta 312

Fuente: tabla automática de la función Análisis de datos, de Excel.

Disgregando un poco más los resultados por nivel, número de participantes en cada uno y porcentaje sobre la muestra se encontró que, de los 312 participantes, 279 alcanzaron percentiles por encima de 60 y sólo 33 estuvieron por debajo de ellos. Sin embargo, en el ajuste hecho a estos valores al momento de comparar las subvariables (auto y heteroasertividad), para el análisis de los niveles de comportamiento social, efectivamente aparecieron 25 menos por encima de 60 percentiles, para un total de 225 u 81.4% de los participantes, distribuidos de la siguiente manera: 62 con asertividad superior, 163 con asertividad alta y 29 con asertividad aceptable (ver Cuadro 5). El promedio de este segmento fue de 80.5 percentiles, lo cual les ubicó en un nivel definitivamente alto en asertividad.

Cuadro 5 Número y porcentaje de participantes por nivel de comportamiento social, en el análisis descriptivo de la variable asertividad total 

Estilo de comportamiento Total %
Asertivo superior 62 19.9
Asertivo alto 163 52.2
Asertivo aceptable 29 9.3
Pasivo-agresivo 24 7.7
Agresivo 15 4.8
Pasivo 19 6.1
Total 312 100

Fuente: elaboración propia.

Por otra parte, 58 participantes o 18.6 % del total de la muestra, obtuvieron menos de 60 percentiles en una u otra subvariable, lo cual determinó su estilo de comportamiento así: 24 pasivo-agresivos, 15 agresivos y 19 pasivos. Es de notar que 23.8% del total de las mujeres participantes, y 13.9% del total de los hombres hacen parte de este segmento. Entre las situaciones más difíciles de manejar para los participantes con baja asertividad están aquéllas en las cuales no salen las cosas según lo planeado. Al parecer, necesitan tener absoluto control: se enfadan consigo mismos si no logran los objetivos o aprendizajes deseados; si olvidan algo que no debían olvidar; no saben reaccionar sin ansiedad ante elogios o críticas accidentales que hagan los demás. También tienen serias dificultades para expresar o dar a conocer sus emociones y necesidades y les importa demasiado lo que piensan los otros de sus acciones. Además, son poco tolerantes con quienes dan prioridad a temas distintos, manejan otros ritmos de trabajo o llevan a cabo sus actividades de otra manera, y se enfadan cuando no les entienden, cuando otro no acepta sus críticas o se equivoca.

Como se observa en el Cuadro 6, las dificultades descritas de los participantes con menor puntuación en auto y heteroasertividad, son consecuentes con las dificultades en auto y heteroasertividad que tiene en general la muestra. Los enunciados, “Me enfado si no consigo hacer las cosas perfectamente”, con 63.7 percentiles, “Si se me olvida algo, me enfado conmigo mismo/a”, con 65.1 y “Me siento mal conmigo mismo/o si no entiendo algo que me están explicando”, con 65.5, señalan aquellas creencias y actitudes de los participantes que, en mayor medida, aportan a un concepto negativo de sí mismos. En otras palabras, los participantes en alguna medida aceptable o mínima, pueden creerse víctimas de injusticias o incompetentes, lo que es más acentuado en aquellos participantes con niveles de auto y heteroasertividad medio y bajos.

Cuadro 6 Ítems con menor puntuación obtenida por los participantes en la prueba de asertividad 

Subvariable Ítem Percentiles
Autoasertividad Me enfado si no consigo hacer las cosas perfectamente. 63.7
Autoasertividad Si se me olvida algo, me enfado conmigo mismo/a. 65.1
Autoasertividad Me siento mal conmigo mismo/a si no entiendo algo que me están explicando. 65.5
Autoasertividad Cuando me hacen elogios, me pongo nervioso/a y no sé qué hacer o decir. 69.4
Autoasertividad Cuando estoy triste, me disgusta que los demás se den cuenta. 71.6
Autoasertividad Me cuesta decir que NO cuando me piden algo que yo no deseo hacer. 72.5
Autoasertividad Me cuesta pedir favores. 73.0
Autoasertividad Me cuesta hacer preguntas. 73.4
Heteroasertividad Me desagrada que no se dé a las cosas la importancia que se merecen. 62.9
Heteroasertividad Me desagrada comprobar que la gente no se esfuerce demasiado en hacer su trabajo lo mejor posible. 67.9
Heteroasertividad Me siento mal cuando compruebo que una persona que aprecio toma una decisión equivocada. 68.8
Subvariable Ítem Percentiles
Heteroasertividad Me molesta que alguien no acepte una crítica justa. 69.7
Heteroasertividad Me altero cuando veo a alguien comportándose de manera indebida. 70.1
Heteroasertividad Me molesta que los demás no comprendan mis razones o mis sentimientos. 74.6
Heteroasertividad Me disgusta que me critiquen. 75.1

Fuente: elaboración propia con base en García y Magaz (2011).

Resultados del análisis descriptivo de la variable participación

En ninguna de las dimensiones de esta variable los participantes alcanzaron al menos un nivel aceptable, es decir, un puntaje igual o superior a 60 (ver Cuadro 7).

Cuadro 7 Dimensiones de participación y percentiles alcanzados por la muestra en cada una 

Dimensión Percentiles
Activismo 35
Participación cívica 40.5
Desvinculación 45
Participación política formal 26.2

Fuente: elaboración propia con base en Talò y Mannarini (2014).

Por otra parte, la media percentil de los puntajes alcanzados en el total de la prueba de participación ha sido de 36.7, con una mediana y una moda de 35. Con respecto a las medidas de variabilidad, la desviación estándar, que indica la dispersión de los percentiles en relación con el promedio (76) (Hernández-Sampieri et al., 2014) fue de 11.1; el rango, o la diferencia entre el máximo (100) y mínimo (20) percentil, fue de 80. Teniendo en cuenta que se considera un puntaje bajo si se encuentra por debajo de 60 percentiles, y muy bajo por debajo de 30, en el total de la prueba y en cada una de sus dimensiones el puntaje promedio fue bajo. Con mayor exactitud, sólo 16 de 312 participantes (o 5.1%) obtuvieron por lo menos 60 percentiles. Por otra parte, el promedio de los participantes con un nivel muy bajo de participación (por debajo de 30 percentiles), fue de 25.1. Los pocos que, en términos generales, superaron la prueba de participación, fueron hombres (13, contra tres mujeres). Cabe anotar que 98% de las mujeres se ubicó en un nivel bajo y muy bajo, contra 92.1% de los hombres.

Los reactivos en los cuales la muestra obtuvo menos percentiles fueron aquellos relacionados con comportamientos participativos formales y cuestionables. Así, se tiene que los participantes están muy poco dispuestos a donar dinero para una campaña política, a vincularse seriamente a un partido político o sindicato, a lanzarse como candidatos o a sabotear productos o servicios por cuestiones éticas o ideológicas. Además, no parecen estar interesados en hacer parte de foros de discusión de cualquier índole, ni en aportar su punto de vista a través de los distintos medios de comunicación o en realizar actividades de voluntariado por causas humanitarias (ver Cuadro 8). Contrario a ello, los cuatro ítems destinados a evaluar la dimensión desvinculación, se encuentran entre los siete con mayor puntuación en general (ver Cuadro 9).

Cuadro 8 Ítems con menor puntuación obtenida por los participantes en la prueba de participación 

Dimensión Ítem Percentiles
Participación política formal Donar dinero a un partido o a una organización política. 25.1
Participación política formal Desarrollar una actividad en un partido/sindicato/ organización política. 26.0
Participación política formal Presentar una candidatura para un cargo político. 26.5
Participación política formal Formar parte de un partido/sindicato o de una organización política. 27.1
Activismo Boicotear productos (por razones éticas, ideológicas). 27.8
Activismo Ser activo en algún movimiento/fórum. 30.7
Participación cívica Escribir a la redacción de periódicos. 33.8
Participación cívica Hacer voluntariado en una organización social/cívica/ religiosa. 34.7

Fuente: elaboración propia, con base en Talò y Mannarini (2014).

Cuadro 9 Ítems con mayor puntuación obtenida por los participantes en la prueba de participación 

Ítem Percentiles
Evitar hablar de política. 49.9
Evitar leer periódicos o ver la televisión sobre asuntos políticos. 46.3
Ser indiferente a la política. 42.9
Considerar la política poco interesante y útil. 41.1

Fuente: elaboración propia con base en Talò y Mannarini (2014).

Esto podría marcar el estilo de comportamiento político de los participantes. Teniendo en cuenta que los dos ítems con mayor puntuación de esta dimensión, dan cuenta de una postura activa de los participantes ante los temas políticos, y no pasiva o indiferente, puede considerarse que al menos una parte importante de ellos es ligeramente más antipolítica que apolítica. Es decir, reconocen la dimensión política de su realidad y toman decisiones conscientes frente a ella.

Análisis estadístico inferencial

El tipo de hipótesis manejado en la presente investigación fue correlacional y el nivel de medición de las variables fue por intervalos.

Era necesario confirmar el supuesto de la población y si los datos muestrales de las variables provenían de una población con distribución normal. Para ello, se aplicó la prueba de normalidad de Kolmogorov-Smirnov a las variables a través del software SPSS, por cuanto se trataba de más de 50 datos.

El criterio de decisión fue el siguiente: si el valor-p era menor que el nivel de significancia o alfa (.05) se rechazaba la hipótesis nula, según la cual los datos de la muestra provenían de una población con distribución normal, y se aceptaba la alternativa. El programa arrojó un valor-p para las dos variables de .00. Como se observa en el Cuadro 10, el valor-p en los dos casos era menor que alfa. Por ello, la hipótesis nula que propuso la prueba, según la cual los datos muestrales siguen una distribución normal, ha sido rechazada, y se afirma la hipótesis contraria alternativa: los datos de la muestra de las dos variables provenían de una población con distribución no normal.

Cuadro 10 Pruebas de normalidad de Kolmogorov-Smirnov y Shapiro-Wilk 

Kolmogorov-Smirnov Shapiro-Wilk
Estadístico gl Sig. Estadístico gl Sig.
Asertividad total 0.081 312 0.00 0.964 312 0.00
Participación total 0.135 312 0.00 0.868 312 0.00

Fuete: tabla obtenida con el programa SPSS.

Conforme a estos resultados, el coeficiente de correlación más indicado para un análisis no paramétrico era el de Spearman, cuyos resultados, al igual que el coeficiente de Pearson, también pueden ir de -1.00 (correlación negativa perfecta), pasando por 0.00 (No existencia de correlación) hasta 1.00 (correlación positiva perfecta). El valor arrojado por el coeficiente de correlación rho de Spearman fue de -.231, con un nivel de significancia menor que .01 (bilateral), lo cual indica que el dato de correlación era muy significativo, pero, sobre todo, que se trataba de una correlación negativa y muy débil. Dicho de otra manera, se puede decir con 99% de confianza que hay una correlación negativa muy débil entre las variables asertividad y participación.

Entre otros resultados obtenidos, se observa que todas las dimensiones de la variable participación (activismo, participación cívica, desvinculación y participación política formal) sostuvieron un nivel de correlación bajo y negativo con la variable asertividad total (-.101; -.076; -.170; -.204), con un nivel de significancia mayor a .05 en activismo y participación cívica, lo que indica mayores probabilidades de error al trasladar esta correlación a la población objeto de estudio (ver Cuadro 11). Contrario a ello, se observan niveles de significancia incluso menores a .01 en las dimensiones desvinculación y participación política formal con respecto a la misma variable (asertividad total) lo cual es indicador de que hay 99% de confianza en decir que existe una correlación negativa muy baja entre asertividad total y desvinculación y participación política formal. Sin embargo, estos resultados son controvertibles y en absoluto pueden disolver de manera definitiva la posible relación de las variables.

Cuadro 11 Coeficiente de correlación de Spearman y valor-p o nivel de significancia entre dimensiones y subvariables de asertividad y participación 

Autoasertividad Heteroasertividad Asertividad total Activismo Participación cívica Desvinculación P.P. formal Participación total
Asertividad total Coeficiente correlacional .936 .882 1.000 -.101 .076 -.170 ** -.204 ** -.231 **
Sig. (bilateral) .000 .000 .074 0.181 .003 .000 .000
N 312 312 312 312 312 312 312 312
Participación total Coeficiente correlacional -.211 -.239 -.231 .721 .649 .447 .521 1.000
Sig. (bilateral) .000 .000 .000 .000 .000 .000 .000
N 312 312 312 312 312 312 312 312

Fuente: tabla elaborada a partir de los datos obtenidos con el programa SPSS.

Discusión

Una inferencia a considerar bajo la presión de estos resultados es que la población objeto de estudio nada quiere saber sobre la realidad política ni tiene interés alguno en asociarse o generar interdependencias. Con ello, se afirmarían en buena medida las conclusiones defendidas por Putnam (2000) en su impactante obra de inicios de siglo XX, Bowling Alone. The Collapse and Revival of American Community, acerca de las causas del descenso en las ganancias de los dueños de las populares boleras en los Estados Unidos. Putnam afirma que este fenómeno se debe a la desintegración de las ligas de aficionados y a la menor capacidad de las nuevas generaciones para asociarse y llevar a cabo actividades típicas de la vida comunitaria y de los sistemas democráticos (Maya, 2002; Putnam, 2000).

Sin embargo, otros investigadores como Ekman y Amnå (2012), Talò y Mannarini (2014) y Magallanes y Talò (2016) consideran que los autores que aseguran el fin de toda forma de participación ciudadana, puede que sólo estén percibiendo formas de participación clásicas y un concepto tal muy amplio y ambiguo. Por ejemplo, meter en el mismo paquete conceptual elementos tan distintos como acciones de beneficencia y militancia en partidos políticos es contraproducente para la investigación sobre participación ciudadana, pero también lo es restar toda implicación o efecto político al primer elemento. Por ello, consideran que es necesario el análisis de más variables independientes para dar una explicación más exacta a la supuesta fragmentación de la sociedad civil y la crisis de las comunidades y asociaciones.

Esta discusión da pie al planteamiento de otras hipótesis acerca de la relación que puede haber entre las variables asertividad y participación, además de la hipótesis alternativa respaldada por los resultados que arroja la presente investigación. Las hipótesis que a continuación se proponen ofrecen alternativas de explicación de los resultados más allá de su textualidad. De este modo se brindan elementos a la discusión acerca de la posible fragmentación y desvinculación de la sociedad civil o de sus novedosas e incomprensibles formas de participar.

La primera: a mayor asertividad, nuevas formas de participación ciudadana. El activismo político expresado en actos de desobediencia civil, de protesta y de saboteo; la participación política formal, en la pertenencia a un partido político y el ejercicio del derecho al voto, y la participación cívica, en formas de organización comunitario en torno a problemáticas en común y acciones de voluntariado (Magallanes y Talò, 2016; Talò y Mannarini, 2014); todas ellas pueden ser formas de participación política convencionales, poco atractivas para los jóvenes actuales. Y esto no significa que no estén interviniendo en política de otras maneras, un poco oscuras y difíciles de reconocer para quienes predican formas tradicionales de vinculación a estos procesos.

Las redes sociales se mantienen como uno de los medios de comunicación, participación y movilización más requeridos como objeto de estudio por investigadores que quieren hallar esas nuevas formas de participación (Cano et al., 2017; Kusá, 2018; Padilla, 2014; Torres et al., 2020). Sin embargo, la desvinculación activa por la cual también optan los jóvenes puede ser considerada una de esas nuevas formas de expresión de descontento ante los problemas de corrupción en la administración pública y las promesas incumplidas de los políticos.

La segunda: a mayor asertividad, mayor afirmación de la individualidad. Una persona segura de sí, de los derechos que posee, de la necesidad que tiene de reforzar en cada acto e interacción su libertad es consciente de las amenazas externas que quieren dominarle y hacerle dependiente. Y ante estas amenazas, es probable que busque defenderse con asertividad, más exactamente con un tipo defensivo de asertividad, que no pretende la posesión, pero tampoco la construcción de comunidad, de lazos de confianza o de cooperación. Éste puede ser precisamente el tipo de asertividad por el cual se distingue el creciente nacionalismo de los jóvenes surcoreanos que hicieron parte de la investigación llevada a cabo por Lee (2006). Concepto propuesto por Chen, Pu y Johnston (2013) en Chen et al. (2013), que también puede explicar los resultados de la presente investigación.

Éste puede ser el caso de la población universitaria de la presente investigación, que al parecer conoce sus derechos y es capaz de comunicar de manera respetuosa y sincera sus opiniones y sentimientos. Pero no para la generación de interdependencias y de compromisos a nivel social o político, como ocurre en las sociedades árabes, según San Martín et al. (2018). Los jóvenes con oportunidad de educación han entendido que la competitividad individual y la calidad profesional es aquello que puede asegurar a mediano plazo una vida con mínimos o máximos de dignidad y seguridad. Otros sectores vulnerables de la sociedad, por su parte, cada vez más se amparan en las redes sociales para denunciar problemas de administración pública y situaciones de violación de los derechos.

Conclusiones

La investigación se ha llevado a cabo con el objeto de determinar la relación entre niveles de asertividad y participación. Determinación que representa un aporte a los estudios sobre cultura política y formación ciudadana, pues señala valores y comportamientos por los cuales se distinguen los jóvenes en la actualidad: valores democráticos y comportamientos propios de un sistema económico liberal, donde los derechos asertivos e individuales son muy importantes para ellos. De esta manera, se han interpretado los resultados obtenidos que afirman la hipótesis alternativa propuesta: altos niveles de asertividad y bajos niveles de participación ciudadana en la población analizada, con una correlación muy débil e inversamente proporcional entre estas dos variables.

Llevando estos resultados más allá de una institución académica, al ámbito social y político, cabe la pregunta ahora, ¿hasta qué punto algunos eventos de protesta social en realidad no representan una forma de participación política, sino la expresión de descontento de clientes insatisfechos por la gestión gubernamental? Algunos teóricos sobre el fenómeno del clientelismo (Farinetti, 2000; Hernández-Velandia, 2016) dudan del verdadero accionar político de una ciudadanía educada para atender las necesidades del mercado laboral, donde sólo existen clientes y proveedores. En este sentido, las promesas de bienestar que hacen los políticos en época de elecciones no parecen ser nada distintas de cualquier otra campaña publicitaria de un producto o servicio que promete felicidad y bienestar con su compra.

Sin embargo, al parecer los jóvenes cada vez menos se fían de estas promesas. Los críticos de un tipo de formación para la ciudadanía global promovido por los órganos multilaterales temen que los jóvenes terminen creyendo únicamente en el poder del aprendizaje, del trabajo, del esfuerzo individual y de las organizaciones de la sociedad civil para salir adelante y atender problemas comunes (Estelles y Fischman, 2020; Jooste y Heleta, 2017). La formación en ciudadanía global terminaría por desentender a los administradores gubernamentales y al sector empresarial, de los problemas sociales y ambientales que ellos mismos generan. Y, si bien este tipo de formación tiene la intención de promover la participación y el compromiso social y ambiental entre la ciudadanía, sus críticos opinan que con él se busca en verdad alejarla de los mecanismos constitucionales de participación ciudadana y de la dimensión política de la realidad social.

Dicho de otra manera, los jóvenes no parecen estar muy interesados en la participación política formal, pero sí en una participación cívica sin cargas ideológicas ni partidistas, relacionada con el cuidado de los animales, el medio ambiente, el deporte y las labores humanitarias. Sin embargo, esta forma de participación puede ser vista como aquella que en realidad conviene sólo a unos pocos, en tanto hace que los ciudadanos aprendan a encargarse de muchos de sus problemas en común, descargando a las élites políticas y a los grandes empresarios de su responsabilidad social y ambiental. Por ello, se propone a la comunidad científica llevar a cabo investigaciones que permitan develar formas tradicionales o sofisticadas de dominación y control ciudadano. Pues aquello que es visto en un primer momento como voluntad individual o colectiva, puede ser sólo el resultado de estrategias de manipulación y control.

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1El artículo se deriva del proyecto de investigación denominado “La asertividad para el fortalecimiento de las democracias. Niveles de asertividad y de participación ciudadana en población universitaria”. Ha contado con el apoyo de la Universidad de San Buenaventura - USBBOG, sede Bogotá, y ha sido financiado por la Universidad de Investigación y Desarrollo UDI, desde el Grupo de Investigación Fields, del Departamento de Ciencias Básicas y Humanas de la UDI.

Recibido: 21 de Marzo de 2023; Aprobado: 18 de Septiembre de 2023

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