Introducción
Los procesos migratorios, que presentan formas y responden a causas también diversas, son un factor relevante en la configuración y la viabilidad demográfica del medio rural. La población juvenil representa un sector clave en ese sentido, por su mayor disposición a considerar la emigración como un elemento estratégico a la hora de definir sus incipientes trayectorias vitales autónomas. Por esa razón, la juventud es especialmente sensible a las condiciones de sostenibilidad social del medio rural, entendida como la existencia de condiciones básicas para “mantener la satisfacción de las necesidades materiales y subjetivas de todos los colectivos que componen la población de un territorio” (Camarero et al. 2009, 23).
El artículo aquí presentado plantea los elementos básicos de una línea de investigación en curso sobre juventud rural, que en la actualidad se dirige al campo de los itinerarios de formación en México y España, de cara a valorar la potencial incidencia del sistema educativo en la sostenibilidad social del medio rural. Si bien en términos generales se reconoce comúnmente una importante contribución de la formación y la cualificación al bienestar social y a la mejora de oportunidades de las personas, son escasos los estudios que conectan esta cuestión con las condiciones socioeconómicas del territorio y con los procesos de movilidad, tanto cotidiana como residencial. Ese ámbito de investigación tiene, además un notable interés a la hora de generar conocimiento aplicable al diseño de las políticas educativas y las estrategias de desarrollo rural.
Procesos y marco socioeconómico de la juventud rural en México y España
La ruralidad de ambos países ha sido sometida, con tiempos e intensidades distintas, al proceso de modernización -fordista primero y después neoliberal-, que ha redundado en una liquidación de la pequeña producción agrícola y una creciente diversificación sectorial. A pesar de que el medio rural presenta contextos diferentes, en ambos casos se ha producido una reducción histórica del peso relativo de la población rural en el conjunto, desde los años sesenta hasta la actualidad; si bien, a diferencia de España, en México ésta no ha dejado de crecer en términos absolutos. Además, tanto en uno como en otro país, las migraciones desde el medio rural suelen involucrar preferentemente a los habitantes más jóvenes, siguiendo a veces patrones diferenciados por género.
La población rural de México alcanzó los 27.4 millones de habitantes en el año 2015, cifra que representa 10.2 millones de personas más que la población registrada en 1960. Con todo, esto constituyó una disminución relativa, al pasar de representar del 49.3% al 23.0% de la población total del país (Contreras 2017). España, por su parte, perdió un 23% de su población rural en términos absolutos entre 1960 y 1980. En las dos décadas siguientes se produciría una ralentización en la reducción de la población rural, que en el siglo XXI ha llegado a revertirse en conjunto, aunque de forma selectiva según zonas y niveles de poblamiento (Camarero y Del Pino 2017). Por su parte, respecto a los cambios en la estructura de la población rural mexicana, encontramos una mayor cantidad de personas en edad de trabajar (entre 15 y 60 años de edad) en contraste con la población de 1960, en la que predominaba la presencia de la población infantil. En el caso español se ha pasado en el mismo periodo de una pirámide casi perfecta a una estructura marcada por el sobre envejecimiento y la masculinización (Camarero et al. 2009).
En este lapso se han producido también transformaciones económicas y sociales en ambos países que han supuesto una notable transformación de la economía rural. En México se produciría primero el cambio desde el modelo de industrialización por sustitución de importaciones (ISI), vigente hasta finales de la década del setenta, a un modelo de crecimiento económico hacia afuera (apertura comercial), que habría favorecido a las grandes empresas agrícolas y de alimentos a partir de la formalización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994 (Contreras 2017). En el caso español, es fundamental el ingreso en la Unión Europea (UE) en la medida que implica una profunda transformación de la agricultura a través de la Política Agrícola Común (PAC), las políticas de desarrollo rural -con el enfoque LEADER como aportación más innovadora-, y la promoción de una economía rural crecientemente diversificada y cada vez más orientada al postproductivismo (Camarero y González 2005).
Las diferencias demográficas entre ambos países definen magnitudes y composiciones distintas de los movimientos de población. La mayor fecundidad entre la población rural en comparación con la población urbana mexicana -que, recordemos, ha crecido en mayor medida que aquella-, explica la potencia de los procesos migratorios en el país, primero con la salida de la población rural hacia las grandes ciudades y recientemente a ciudades medias. Después de los años ochenta se comienza a observar el patrón urbano-urbano, rural-rural y urbano-rural. En términos generales, la población rural femenina fue la que en primer lugar salió de su localidad de origen, y se empleó predominantemente en el servicio doméstico, mientras enviaba parte de sus ingresos para que se utilizaran en la adquisición de los insumos necesarios para la producción campesina y para complementar el ingreso en los hogares (Arizpe 1980; Arias 2009); posteriormente, se presentó la migración de los varones como una consecuencia de la limitada oferta de empleo local, la restricción de las nuevas generaciones a las tierras de cultivo y la exclusión de los pequeños y medianos productores de la política agrícola (Acosta y Álvarez 2005); recientemente, se han iniciado procesos de movilidad entre las localidades de residencia habitual, la escuela y el trabajo (Pérez y Santos 2013; Sobrino 2010). En España se produjo un enorme éxodo rural que produjo el vaciamiento del interior y los desequilibrios territoriales (Leal et al. 1986). A finales de los años ochenta y primeros de los noventa, algunos autores señalaron el final del éxodo y un progresivo requilibrio de las migraciones entre lo rural y lo urbano en términos absolutos, pero cualitativamente desfavorable al campo, debido a la composición por edad y sexo de las migraciones, pues del medio rural marchaban, preferentemente, personas jóvenes y, sobre todo, mujeres (Camarero 1993). El medio rural español actual se caracteriza por un importante aporte de nuevos residentes, estratégicamente distribuidos -lo que entre otros factores explica la diversidad de situaciones que se encuentran en este medio- y una creciente concentración de población en las cabeceras comarcales. También es relevante la aportación de inmigrantes de otras nacionalidades (Sampedro y Camarero 2016) pero, sobre todo, la elevada movilidad, fundamentalmente diaria, que alcanza su máxima expresión tanto en los territorios más regresivos como en las ruralidades periurbanas o aquellas más desarrolladas (Oliva 2018). La tensión entre empleo, movilidad y cuidados, por su parte, explica en buena medida que aún hoy haya una mayor tendencia por parte de las mujeres jóvenes a emigrar (Camarero y Sampedro 2008). Tampoco es desdeñable el hecho de que estas estudien en mayor medida que los hombres.
Aportaciones al estudio de la juventud rural
En el contexto hasta ahora mostrado, la juventud se configura como un colectivo clave a la hora de inclinar la balanza hacia la decadencia del medio rural o, por el contrario, hacia una ruralidad sostenible. Es, de todos modos, un colectivo generacional diverso (Panelli 2002; González et al. 2012) y que plantea diferentes problemas metodológicos a la hora de su estudio (Leyshon 2002). Como se ha expuesto, tanto en España como en México, y a pesar de las diferencias señaladas, la juventud comparte una mayor tendencia a la movilidad residencial. Ello explica los esfuerzos realizados para entender su situación en el plano de sus representaciones, sus posibilidades de desarrollar una vida autónoma a través del empleo y la incidencia de la formación a la hora de explicar su continuidad en el medio rural, como ejes de la línea de investigación que aquí se expone.
En relación con las aportaciones realizadas por los autores en ese marco, comenzaremos por el trabajo desarrollado en Andalucía, el cual ha tenido como objeto la caracterización del contexto y las expectativas de los y las jóvenes rurales en esta región, la más poblada de España (González et al. 2012). En el contexto del rural español, el sur de España y Andalucía en particular presentan una situación diferenciada, debido a una estructura de núcleos más poblados -debido a una mayor fecundidad y mayor tamaño medio- y menos envejecidos que el resto del estado (Camarero et al. 2009), si bien con una situación similar respecto a las desigualdades de género. La juventud española en general ha padecido con singular dureza los efectos de la crisis iniciada a finales de la primera década de nuestro siglo, reconociéndose en el caso de la juventud rural andaluza diferencias discursivas notables de ese impacto en función de la clase social y el género. Llama en este sentido la atención el marcado fatalismo de los y las jóvenes andaluces de clase trabajadora y su carencia de un proyecto de vida proactivo y autónomo. La formación, que frecuentemente es presentada en los discursos institucionales como principal herramienta para garantizar un mayor bienestar personal y social, se encuentra desvalorizada y deslegitimada por los sujetos del estudio, máxime cuando se confronta con un contexto de precarización, descualificación y volatilidad de las ofertas laborales (González et al. 2012).
Respecto a las contribuciones del trabajo sobre juventud rural desarrollado en México, se señala que, en un proceso generalizado de pérdida de la centralidad de las actividades agrícolas en la organización económica de los hogares rurales, entre los jóvenes de este medio se puede observar una creciente salarización y el incremento de la participación en ocupaciones no agropecuarias, en comparación con la población adulta; si bien, para los varones jóvenes, aún representa el trabajo agrícola una alternativa laboral (40.4%), a pesar de que esta ha disminuido gradualmente con el tiempo. En el caso de la población ocupada femenina se observa una inserción laboral, predominantemente en actividades no agropecuarias (87.6%). Con todo, el hecho de que, a los 25 años, cerca del 90% de los varones y solo el 30% de las mujeres se encuentren en el mercado laboral, muestra brechas sustantivas en los roles y acceso al empleo (Contreras 2017). Por lo que respecta a la formación de la juventud rural en México, esta ha logrado una mayor escolaridad en comparación con la generación de sus padres, lo cual no ha sido suficiente para proporcionar ventajas competitivas en el mercado de trabajo. Tres cuartas partes de los jóvenes de 15 años, asisten a la escuela, en tanto que solo lo hacen cerca del 15% de los jóvenes de 21 años, debido a que la infraestructura educativa posterior a la educación secundaria se encuentra fuera de la localidad de residencia, por lo regular, en las cabeceras municipales, a una distancia considerable para un conjunto amplio de la población. Ello no les permite trasladarse cotidianamente por la carencia de transporte público y mejores vías de comunicación (Contreras 2017).
Juventud rural, formación y arraigo: diseño metodológico
El contexto hasta ahora expuesto justifica el interés de investigar el papel que la formación puede jugar a la hora de facilitar la sostenibilidad de las poblaciones rurales, proporcionando expectativas y posibilidades de inserción laboral en esos territorios, o por el contrario, incentivando a sus habitantes a desarrollar sus cualificaciones en otros entornos; al tiempo que se reflexiona sobre la incidencia del sistema educativo, a través de sus diferentes modalidades, en los procesos de desarrollo local (Contreras y Contreras 2018). Para ello, se parte de indagar sobre la relación que se establece entre el hecho de cursar diferentes itinerarios en bachillerato y formación profesional de grado medio y las expectativas de arraigo o movilidad de las y los jóvenes estudiantes rurales, con el objetivo último de establecer una comparación entre España y México. También se exploran las diferencias por género y origen social, así como la incidencia de las características del contexto territorial (social y económico) y del modelo de enseñanzas de cada centro de una muestra seleccionada de casos. Para ello, se aplica un método mixto, mediante la integración de las perspectivas cuantitativa y cualitativa.
La estructura del sistema escolar mexicano se basa en el mandato del artículo tercero de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos y por la Ley General de Educación (1993), en la que se establece que el Estado está obligado a proporcionar la educación básica, en tanto, la educación media superior y superior no son obligatorias. La educación básica comprende la educación prescolar (3 a 6 años), primaria (6 a 14) y secundaria (12 a 16). La educación media superior incluye el bachillerato, bachillerato tecnológico, la preparatoria abierta y el bachillerato a distancia (15 a 18); y la educación superior comprende 4 tipos de instituciones, universidades, institutos tecnológicos, escuelas normales y universidades tecnológicas, no son obligatorias (18 y más) (Secretaría de Educación Pública 2018).
Por su parte, el sistema educativo español, según la Ley Orgánica de Educación (LOE), de 2006, y la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) de 2013, que la modifica, tiene una estructura articulada básicamente en torno a cuatro niveles: Educación infantil (0 a 6 años), Primaria (6 a 12), Secundaria y Superior (Enseñanzas Universitarias, Artísticas y Técnicas). La educación secundaria está compuesta por dos primeros ciclos obligatorios (ESO) que van de los 12 a los 16 años y un tercero (no obligatorio), en el que además de titulaciones de técnicos deportivos y en artes, encontramos el bachillerato y la formación profesional de grado medio, siendo estas dos últimas ramas las más cursadas por el alumnado que continúa su formación tras el periodo obligatorio y aquellas en las que se centra la investigación.
La pregunta de investigación principal a la que se pretende responder plantea cuál es el papel de la formación en las expectativas de arraigo de la juventud rural. Se define, en consecuencia, un marco hipotético que supone el reconocimiento de diferencias discursivas en los sujetos respecto a sus aspiraciones académicas, estrategias y expectativas de movilidad o arraigo en función de:
El itinerario formativo cursado.
La relevancia de los modelos más prácticos (FP), y en especial de la modalidad dual.
La incidencia del género y el origen social.
La trascendencia de la articulación de las distintas modalidades del sistema educativo (universidad, bachillerato y formación profesional) con el ámbito económico-laboral local (orientación sectorial).
En lo que sigue se expondrá el planteamiento metodológico de las investigaciones en curso en México y España, las cuales comparten elementos que permitirán el análisis comparativo posterior.
Empleo y programas de desarrollo rural: una visión comparada y subnacional (México)
La investigación en México se desarrolla en el marco del proyecto PAPIIT IN 302818,1 el cual se dirige a estudiar las relaciones entre escuela -formación- y comunidad -en un sentido amplio-, explorando tanto aspectos institucionales de los centros educativos como la relación que se da entre el origen social-territorial y las condiciones de vida de los y las jóvenes estudiantes mexicanos de diferentes niveles formativos -universitarios, formación profesional/bachilleratos técnicos-, su desempeño educativo así como sus expectativas y posibilidades de inserción laboral en sus territorios y comunidades de origen.
En la presente fase, la estrategia de investigación se dirige a estudiar diferentes casos, los cuales configuran una muestra estructural, estableciendo una primera comparación entre centros de estudios universitarios ubicados en el ámbito urbano pero orientados al desarrollo profesional en el ámbito rural, y centros de grado medio con formación orientada a distintos sectores -primario, industrial, servicios- ubicados en regiones predominantemente rurales de distintos estados. Estos centros se han seleccionado atendiendo a su nivel de integración en la economía local, centrándonos en este momento de la investigación en lo que se podría denominar “modelos virtuosos” de inserción o enraizamiento en sectores representativos de cada respectivo territorio. Asimismo, se ha buscado que los centros ofertaran estudios de formación profesional dual, en la que buena parte del itinerario formativo es realizado en empresas.
Como refleja la Tabla 1, la producción de datos se produce por triangulación, utilizando diferentes técnicas e instrumentos:
Fases | México | España |
Selección de centros (muestra estructural) |
Estudios universitarios con proyección rural. | Zonificación y mapeado del medio rural andaluz. |
Estudios de caso “virtuosos”. |
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Producción de datos por triangulación |
2.1. Encuesta a alumnado. | 2.1. Encuesta a alumnado. |
2.2. Entrevistas a informantes clave (director/a, profesorado…). |
2.2. Entrevistas a informantes clave (director/a, profesorado…). |
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2.3. Grupo focal con alumnado. | Entrevistas grupales con alumnado, opcionalmente, grupos de discusión. |
Fuente: Elaboración de los autores.
Encuesta al alumnado de los centros y especialidades seleccionados. Cuestionario autoadministrado con supervisión en el aula.
Entrevistas a informantes cualificados de cada uno de los centros -director-a, profesorado, por mencionar algunos.
Grupo focal con alumnado
Las principales variables que han sido tomadas en cuenta de cara al diseño de los instrumentos han sido las institucionales -características del centro y los estudios-, sociodemográficas -rasgos de los sujetos incluidos en la investigación y su entorno familiar-, de movilidad -desplazamientos para realizar los estudios- y expectativas de futuro -desarrollo profesional, emigración, entre otros.
Una de las hipótesis de trabajo se relaciona con la posibilidad de arraigo local de los jóvenes formados. La formación de nivel superior y medio superior, que reciben los jóvenes rurales puede contribuir al arraigo en las regiones de origen o, por el contrario, incentivando a la juventud a desarrollar sus cualificaciones en otros entornos.
El estudio Why Nafta did not reach de South (Esquivel, Lederman, Messmacher y Villoro 2002) sugiere que son las inversiones industriales locales (ensambladoras para la rexportación) vinculadas con el Tratado de Libre Comercio, las que contribuyen decisivamente al arraigo local de los jóvenes formados en las instituciones locales. Hay mayor arraigo local entre los egresados de ciudades dotadas con conglomerados o clusters industriales, situados mayormente en el norte y en el centro del país. Como dichas inversiones no llegan al sur del país ni las universidades ni los bachilleratos locales/regionales retienen a sus egresados. La formación escolar contribuye a la emigración de los jóvenes sureños. De ahí que unos consideren inútil la inversión escolar superior y media superior en el sur del país.
La hipótesis alternativa que se ha ido afinando sostiene que no es inútil dicha inversión ni en el sur y ni en otras macrorregiones del país, sino que el retorno de los jóvenes rurales a la localidad/región de origen es un proceso de mediano plazo que requiere una acumulación de diferentes capitales. Esa acumulación en formación escolar adicional, en experiencias laborales y en variadas movilidades se da fuera de sus localidades/regiones. Además, requiere de representaciones sociales modernas asociadas con la tradición y la identidad regional/étnica. Para acercarse a esta hipótesis, harán falta relatos de vida de algunos de los alumnos retornados y exitosos. Es posible que estos relatos de vida reafirmen la idea de que las localidades/regiones de origen con signos de mayor identidad cultural coinciden con localidades/regiones de origen dotadas con una inversión económica mínima (agricultura con mayor valor agregado, agroindustrias y turismo, por ejemplo).
Otro afinamiento de la hipótesis original ya comentada se relaciona con la heterogeneidad de procesos juveniles, citadinos y rurales, de las diferentes macrorregiones del país. Las ciudades medias que en los años recientes habían servido de destino laboral y escolar de los jóvenes con origen rural han recibido inversiones económicas en diferente dotación; han visto decaer sus empresas medianas y pequeñas, y han recibido inmigrantes retornados, fruto de la expulsión de Estados Unidos, de la presidencia de Obama y de Trump. Un porcentaje elevado de dichos retornados al país no regresan a sus localidades/regiones de origen. Las ciudades medias con una mayor acumulación de presiones socioeconómicas desfavorables a la demanda laboral concentran fenómenos de informalidad laboral, segregación residencial y mayores índices de pobreza de ingreso.
Itinerarios formativos, desarrollo y sostenibilidad rural: relación entre las trayectorias académicas y las expectativas de arraigo de la juventud rural (España - Andalucía)
El diseño metodológico en el caso español es similar al anterior, estableciendo también como unidad de análisis el centro educativo. Ha sido financiado en la convocatoria competitiva de I+D+i del Fondo Europeo de Desarrollo Regional, FEDER 2018.2 Como recoge la Tabla 1, respecto a las técnicas e instrumentos, se ha seguido también un diseño de investigación con una lógica similar:
Encuesta al alumnado de los centros y especialidades seleccionados. Cuestionario autoadministrado con supervisión en el aula.
Entrevistas a informantes cualificados de cada uno de los centros -director-a, profesorado, etc.- y empresariado local.
Entrevista grupal con alumnado (uno por centro-especialidad), opcionalmente, grupos de discusión. A la hora de definir los perfiles de los participantes se atenderán las variables de origen social y género.
Quizás, en este caso, la principal diferencia con respecto al proyecto mexicano se establezca en torno a los criterios de selección de la muestra estructural. El proyecto andaluz (España), se basa en la elaboración previa de un índice sintético de desarrollo rural de cara a la elección de casos (centros en comarcas de diferentes provincias de Andalucía). Los centros elegidos pertenecerán a las zonas con mayor y menor desarrollo según el mencionado índice (3 + 3), distinguiendo el sector productivo predominante (agricultura, industria, servicios). Asimismo, también en el caso español se buscarán centros con oferta de FP dual. Ese diseño se concreta en las siguientes fases:
Zonificación y mapeado del medio rural andaluz, tanto en el ámbito de las condiciones sociales de la juventud rural -mediante la elaboración de un índice sintético- como en el campo formativo, al identificar y situar la oferta educativa postobligatoria en cada contexto socio-territorial.
Análisis de los modelos de organización escolar -oferta de titulaciones y modelos de enseñanza práctica-, así como su vinculación con la economía local en los casos estudiados, que se espera sean representativos de los diferentes escenarios del medio rural andaluz.
Identificación mediante encuesta de las características sociales del alumnado en los casos estudiados y correlación con sus expectativas y aspiraciones escolares.
Análisis en profundidad de los discursos en torno a las expectativas y aspiraciones de la juventud por rama cursada, género, condiciones sociales y movilidad, en los casos seleccionados.
Análisis del discurso de informantes cualificados en el ámbito educativo y empresarial.
Más en detalle, se procederá al establecimiento de muestras diferenciadas para la producción de datos, tanto cuantitativos como cualitativos.
Desde la perspectiva cuantitativa se profundizará en la información educativa y territorial de los 6 centros escolares identificados y sus municipios de influencia. Se pueden diferenciar tres fases según el objeto de estudio, el momento y la naturaleza de los datos:
Municipios rurales: se analizarán datos secundarios correspondientes a los municipios del área de influencia de los centros escolares; se profundizará en características sociodemográficas, de vivienda, salud, empleo, socioeconómicas del enclave (tejido empresarial, ocupaciones predominantes CNAE, Clasificación Nacional de Actividades Económicas, entre otras). Se conseguirá de este modo una descripción más a profundidad del entorno y el contexto geográfico de la juventud local y de los centros escolares.
Centros escolares: se analizarán los 6 centros escolares seleccionados con base en la información secundaria disponible (pública y propia del centro): alumnado matriculado, oferta formativa, oferta de servicios, potencialidades del centro (bilingüismo, centro TIC: tecnologías de la información y la comunicación, etc.), situación geográfica, tasa de éxito, tasa de repetición, fracaso escolar y abandono educativo temprano, entre otros, con el objeto de conocer las características institucionales de cada uno.
En una tercera fase se producirán, mediante encuesta, datos primarios que permitan la caracterización social del alumnado matriculado en estos centros, sobre diferentes aspectos como su origen social, género, movilidad, trayectoria formativa, contexto territorial y aspiraciones y expectativas académicas y laborales.
Desde el enfoque cualitativo, se recogerán los discursos a través de entrevistas en profundidad semiestructuradas y entrevistas grupales, opcionalmente, grupos de discusión, a los perfiles anteriormente descritos. En el caso del alumnado entrevistado, el muestreo será estructural, recogiendo la variedad de perfiles definidos por las variables y dimensiones definidas en la investigación -origen social, género, movilidad, contexto y trayectoria formativa, contexto territorial-, para ir construyendo la muestra progresivamente hasta lograr la saturación discursiva. En función de los discursos obtenidos tras un primer análisis de los datos, se podrán llevar a cabo grupos de discusión que permitan un análisis de las representaciones y los discursos ideológicos respecto a los itinerarios formativos cursados, expectativas y visiones de futuro del alumnado. Se trata, por lo tanto, de un diseño cualitativo estructurado en el que no es deseable cerrar a priori el número final de personas entrevistadas, con el objeto de aprovechar el potencial de flexibilidad y el carácter emergente de la investigación cualitativa (Glaser y Strauss 1967; Lincoln y Guba 1985).
Resultados preliminares. Formación universitaria en México: entre lo rural y lo urbano
La información que se presenta a continuación corresponde a los primeros resultados obtenidos a una muestra no probabilística e intencionada de alumnos que cursaban el 8º semestre de la licenciatura en planificación para el desarrollo agropecuario (LPDA, UNAM) en la en la Facultad de Estudios Superiores - Aragón (Estado de México), FES-ARAGÓN. La FES-ARAGÓN se encuentra al oriente de la Ciudad de México, en el municipio de Netzahualcóyotl y pertenece al Estado de México.
Se intentó preservar una distribución proporcional entre alumnos y alumnas, con el fin de rescatar las principales trayectorias educativas y expectativas laborales en el futuro inmediato. Cabe mencionar que el instrumento de recolección de información se desarrolló por un equipo de investigadores de la UNAM, México, y de otro de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, España, en el marco del desarrollo del anteriormente mencionado proyecto de investigación PAPIIT-302818, titulado “Empleo y escuela técnica media en jóvenes rurales mexicanos”.
El anuario estadístico 2018-19 de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) registró una población total de 373 alumnos que cursaban en el sistema escolarizado la licenciatura en planificación para el desarrollo agropecuario (LPDA), en la Facultad de Estudios Superiores Aragón (FES-ARAGÓN), de ellos, el 28.1% eran estudiantes de primer ingreso y el resto eran alumnos de reingreso (268) (Agenda Estadística 2019, UNAM, Dirección General de Planeación).
Se trata, en consecuencia, de estudios universitarios impartidos en el ámbito urbano, si bien el ámbito preferente de aplicación de las competencias adquiridas por el alumnado va a ser el medio rural. Ese hecho explica que este tipo de formación se halle en buena medida “desterritorializada” en comparación con la que se realiza específicamente en el propio ámbito rural.
En cualquier caso, los estudios intentan ofrecer una aproximación multidisciplinar e integral al desarrollo, la cual capacita para instrumentar programas de desarrollo agropecuario, administrarlos y evaluarlos.
El hecho de que el centro de estudios se ubique en el área metropolitana, hace que la carrera sea con frecuencia cursada por migrantes internos. Este hecho es coherente con el propósito fundacional del título, orientado a proporcionar herramientas para un eventual retorno a la segunda generación de migrantes rurales, una vez adquirida esa formación superior.
Distribución de la población entrevistada
Se logró entrevistar a 70 alumnos que se encontraban en el octavo semestre de la LPDA. 48.6% de la población entrevistada eran mujeres, 5.7% no contestaron y el resto eran varones. El 64.1% cursaba en el turno matutino. El 65.7% residía en algún municipio del Estado de México y el resto en alguna delegación de la Ciudad de México cercana al centro de estudios. No obstante, el 55% mantenía algún tipo de vínculo con el medio rural.
Como se observa, la gran mayoría de la población de estudiantes que asisten a este plantel viven en el municipio en que se encuentran las instalaciones o en algún municipio o delegación cercanos. En contraparte, es menor el número de casos que se encuentran a mayor distancia o dispersión geográfica.
Se observan diferencias significativas entre el alumnado según su origen rural-urbano. Se podría decir que se reconocen dos perfiles bien diferenciados, uno caracterizado por un mayor idealismo (los de origen urbano) frente a otro más pragmático, definido también por una mayor conexión con empresas o explotaciones y que es predominante entre el alumnado rural.
Se perciben también situaciones de vulnerabilidad entre los alumnos y alumnas, que ponen además de manifiesto el importante esfuerzo económico que realizan la mayoría de las familias. Ello explica que mayoritariamente reciban beca de manutención. Con todo, el alumnado reconoce un alto grado de respaldo familiar y una elevada satisfacción con los estudios.
El 70% de los estudiantes tenían entre 20 y 24 años, la mayor parte permanecía soltero (85.7%) y un pequeño conjunto se encontraba unido o en otra situación, lo cual puede sugerir que estaban en una etapa en la que tenían una mayor exigencia en las responsabilidades familiares y económicas.
Después de esta breve descripción del conjunto de la población profesionista, nos dimos a la tarea de presentar algunos resultados preliminares sobre la trayectoria escolar y algunas expectativas laborales.
El 61.4% de la población entrevistada mencionó que la selección de la carrera fue su primera opción de preferencia, para el resto fue su segunda o tercera alternativa. Lo que en principio podría suponer un distanciamiento con la carrera. Sin embargo, cuando se les cuestiona sobre si volverían a cursar la carrera, el 82.9% contestó sí, indicando claramente una satisfacción con los conocimientos que han adquirido y con el campo profesional en el que se están formando.
En cuanto a las expectativas sobre el desarrollo de actividades laborales vinculadas con su formación, el 38.6% mencionó tener en perspectiva el desarrollo de un proyecto laboral relacionado con su carrera profesional, lo cual sugiere que algunos tienen un horizonte claro en el que pueden aplicar sus conocimientos adquiridos en negocios familiares, en comunidades a las que pertenecen, o con alguna organización de la sociedad civil.
Una de las expectativas principales de la población estudiantil es incorporarse al sector público federal o estatal, ya que el 70.0% manifestó esta preferencia. Lo anterior sugiere que vislumbran un campo de trabajo en el que pueden participar o insertarse con la formación que han recibido en la licenciatura. Este dato también sugiere una clara preferencia por el empleo por cuenta ajena -empleo público o gran empresa, preferentemente- sobre el emprendimiento.
La gran mayoría de la población entrevistada (87.1%), considera que sí existe una demanda laboral de personal capacitado con la formación que han recibido en la licenciatura. Situación que muestra expectativas muy favorables de los alumnos, en un contexto en que gran parte de los profesionistas de carreras en ciencias sociales se encuentra con problemas para conseguir empleo relacionado con la utilización de los conocimientos adquiridos en sus centros de estudios.
Respecto a otro de los ejes centrales de la línea de investigación, la movilidad, se reconoce la importancia de esta tanto en la vida cotidiana como, con frecuencia, en el proceso migratorio familiar. Buena parte del alumnado tiene expectativas de movilidad residencial, la cual es vista positivamente, aunque no siempre a los lugares de origen familiar.
Epílogo provisional
Si bien los resultados que aquí se presentan tienen un carácter preliminar, se observa, tanto atendiendo los estudios previos de carácter general (González et al. 2012; Contreras 2017) como los resultados más inmediatos, que las trayectorias formativas juveniles clausuran a menudo la clásica segregación rural-urbana, gracias a la movilidad.
Con todo, a un nivel más general, la relación entre la formación, el arraigo juvenil y el desarrollo laboral en las zonas rurales se halla en buena medida condicionada por los factores de origen social y género, resultando a menudo que los logros académicos que ha conseguido el grueso de la población de jóvenes rurales no es suficiente para competir por empleos formales y bien remunerados, tanto en las ciudades como en el campo, como se observa nítidamente en México. La desafección hacia la educación reconocida en España por parte de los y las jóvenes de posiciones sociales más vulnerables, así como el hecho de que los estudios a menudo faciliten los procesos migratorios, parece poner en cuestión su capacidad de garantizar, por tanto, su permanencia en el medio rural y el carácter pretendidamente clave de la contribución de la formación a la sostenibilidad rural.