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Inter disciplina

versión On-line ISSN 2448-5705versión impresa ISSN 2395-969X

Inter disciplina vol.6 no.16 Ciudad de México sep./dic. 2018  Epub 24-Feb-2021

 

Entrevista

Cultura, religión y diálogo - un encuentro con Sheija Amina Teslima al Jerrahi

Culture, religion and dialogue - a rendez vous with Sheija Amina Teslima al Jerrahi

Andrea Meza Torres* 

* UNAM. Programa de Becas Posdoctorales en la UNAM, becaria del CEIICH, asesorada por la doctora Guadalupe Valencia García. Correo electrónico: andrumex2012@gmail.com


A continuación, presento una parte de la extensa entrevista que realicé con Sheija Amina Teslima al Jerrahi el viernes 3 de noviembre de 2017, en la Ciudad de México.

Amina Teslima es ministra de culto y dirige la Orden Nur Ashki al Jerrahi de México. De origen puertorriqueño, conoció el islam en la ciudad de Nueva York. Posteriormente, llegó a México ejerciendo como periodista y, a la muerte de su maestro, asumió el cargo de Sheija en la comunidad Al Jerrahi de México. Amina Teslima es miembro fundador del Consejo Interreligioso de México y del grupo interreligioso Tradiciones en Armonía (TEA). Anualmente, participa en el curso Decolonial Muslim Critical Studies en Granada, España.

Andrea Meza Torres:

Amina, muchas gracias por concederme el tiempo para esta entrevista. Quisiera comenzar por preguntarte acerca de un aspecto que me parece muy importante para el proyecto que estoy llevando a cabo. Se trata de la separación que hay entre los ámbitos “religión” y “cultura” en las ciencias sociales. Quisiera saber, desde tu perspectiva, tu opinión acerca de la separación de ambos fenómenos. Porque, por otro lado, también hay tendencias, en las mismas ciencias sociales y la antropología, a explicar la religión como una práctica cultural o cotidiana, y, al mismo tiempo, a explicar la cultura en términos de rituales y espiritualidad. Entonces: ¿cómo ves tú la separación, o fusión, de estos ámbitos?

Sheija Amina Teslima al Jerrahi:

Es una pregunta muy importante. Yo no tengo en realidad una opinión formada. La verdad es que es una pregunta, desde mi punto de vista, muy especializada y habría que verdaderamente saber muy bien lo que es cultura y tener ideas muy claras al respecto de los límites y de las extensiones de las culturas y las religiones. Por lo tanto, no me siento capaz de contestar esa pregunta desde el lenguaje académico, pero sí me siento capaz de abordar el tema, porque el tema es un gran tema, sobre todo para las personas que practicamos tradiciones sagradas (que es el término que yo utilizo, en lugar de “religiones”) que no son mayoritarias en el país en donde estamos. ¿Por qué? Por ejemplo, en el islam, se acostumbra llamar a las personas que no nacieron dentro de una familia ya islámica, y ya musulmana, “conversos”. Entonces, para ellos, nosotros -este grupo numeroso de personas que conformamos nuestra Orden Sufí aquí, en la Ciudad de México, para hablar específicamente de un grupo- somos conversos. ¿Por qué? Porque nadie acá nació en una así llamada cultura islámica ni en una familia islámica de generaciones. Sin embargo, yo no estoy de acuerdo, no acepto que sea una conversa. Porque, para mí, conversión es un giro del corazón. ¿Sí? Es como Pablo de Tarso, cuando se convierte al cristianismo, es decir, reconoce que Cristo es lo que los creyentes creen que es. ¿Sí me explico? Y Pablo de Tarso no era creyente. Sin embargo, tiene una experiencia que, en un segundo, cambia por completo su mirada… y a eso es a lo que se refiere la conversión: que gira. Su corazón, su conciencia (para no confundirnos) tuvo un giro en ese momento. Y, de estar mirando hacia allá, ahora mira hacia acá… que es el “sí” que reconoce a la Fuente. Ahora él dice sí a Dios, en su forma particular de entendimiento que él era capaz de tener en ese momento. Pero, cinco minutos antes, había dicho todo el tiempo “no, eso no existe, eso no es real, Dios no existe”. Entonces, para mí, converso es eso; y es un fenómeno que ocurre en cualquier cultura y en cualquier continente del planeta. Es decir, cualquier persona, de momento, recibe una luz que lo despierta a algo más allá, a Lo Trascendente, que lo lleva a afirmar algo más grande que sí mismo, a una realidad mayor… debido a un giro del corazón, un giro de la conciencia.

Entonces, interesantemente, para mí, esto es un ongoing issue. Es un tema que sigue vivo, porque yo soy eso, es decir, yo soy, para muchos musulmanes, pues, una conversa. Hace dos semanas recibimos aquí la visita de una cantante muy conocida del mundo árabe que se llama Amina Alaoui, y que es marroquí, musulmana de nacimiento, es decir, nace en una familia musulmana, en Fez, que es una ciudad súper religiosa, con una gran historia de la presencia islámica en ella. Entonces yo lo dije a ella delante de toda la congregación -de todas las personas que nos congregamos esa noche de jueves- porque ya le había oído a ella en algún momento referirse a los conversos que viven en la Ciudad de Granada, en España, y que no son árabes. Entonces aquí es muy importante empezar a dividir los campos. Una cosa es ser árabe, otra cosa es ser musulmán y otra cosa es ser converso. Nosotros, por ejemplo, los latinoamericanos, generalmente somos personas que hemos sido criados, hemos nacido en familias que aman a Jesús tácitamente y no voy a denominar… pues puede ser que tus padres sean católicos, puede ser que eran protestantes, puede ser que eran trinitarios, qué se yo… hay 154 iglesias registradas en la Asamblea Mundial de Iglesias. Pero todas esas iglesias tienen a Jesús como su maestro espiritual -para algunos su salvador, su redentor, etc. Entonces, en América Latina, debido a la colonización, porque sería bueno recordar, en este momento, que cuando llegaron los colonizadores- porque no se puede decir que todos eran españoles -aunque todos estaban regidos por la reina (por la monarquía española) en primera instancia no reconocieron a los indígenas como seres humanos con almas. Y, sin embargo, cuando se dio inicio al proceso de evangelización, el Papa hizo un decreto formal aduciendo a la humanidad de los indígenas, porque de lo contrario no era justificada la evangelización. Porque tú no vas a evangelizar gente que no tiene alma. Porque el punto es que el alma se salve. Entonces todo eso cambió porque al principio no reconocían el estatus existencial del indígena como igual al de los colonizadores precisamente por eso, porque se supone que no tenían alma, pero luego esto cambió y se pasó a la franca evangelización del continente. Entonces, todos nosotros, vivido ese precedente, tanto en el Caribe como en América Latina, hemos nacido en una atmósfera completamente conducente a la creencia de que Jesús es un enviado de Dios. Varían los acercamientos teológicos, pero básicamente, desde pequeños, todos hemos estado expuestos a la enseñanza de Jesús, de los Evangelios de Jesús, de su madre María, de cómo fue el nacimiento virginal. Todo ello es coránico, todo lo que acabo de decir se constata o se confirma como verdadero en el sagrado Corán, que son las escrituras del islam reveladas al profeta Mohámmed, y que es lo que abre el universo que ahora vamos a conocer como islámico. El islam es el Corán y su profeta. Entonces: ¿por qué yo voy a pensar que yo soy una conversa si yo desde pequeña ya creo en y amo a Jesús, que la paz sea con él? El propio Corán afirma que tú no puedes, desde el punto de vista coránico, amar a un profeta si no amas a todos los demás. Porque el Corán enseña que son consustanciales, que son una misma luz de la profecía, desde Adán y Eva, que no se consideran coránicamente como pecadores, ¿sí me explico? sino que son los primeros seres humanos y que ya tienen la luz de la profecía, como se dice tradicionalmente, en sus frentes. Y de ahí empieza la profusión de seres humanos que vienen, como ellos y como posteriores, como Salomón, como Jeremías, como Ezequiel, como tantos otros, los doce profetas de Israel a partir de Abraham -que la paz sea con él- todos vienen con la misma luz. Esto es lo que dice el Corán. Y vienen con el mismo mensaje a la humanidad, de que hay solamente una realidad divina, de que hay un solo Dios, de que esta realidad no es una multiplicidad, en realidad. Que la multiplicidad es lo que está evidente, es lo que parece, pero que detrás de esa multiplicidad, ocultamente, lo que hay es una sola realidad. Una sola existencia que sustenta toda otra existencia.

Como el vitral, que es el clásico ejemplo que usamos. Un vitral tiene muchos pedazos de vidrio, de muchísimos colores, y la luz es única e incolora. Y si retiras la luz del vitral (no el vitral), hay cero, es negro, oscuro, no hay nada. Pero, si pones la luz al vitral, entonces aparece toda la diversidad de colores y de formas. Entonces, desde este punto de vista qué estamos diciendo, Dios sería esa luz incolora que no se tiñe de ningún color de las miles de posibles manifestaciones de vidrios y de colores y de tonos y de formas que tiene el vitral, pero que al mismo tiempo las sostiene a todas.

Entonces, cuando conozco el islam, lo que tengo que entender, lo que es coherente para mí entender de acuerdo a donde provengo, es que yo conozco lo que ocurrió 600 años después de Jesús, lo cual no había conocido, de lo cual no me había enterado. Y ahora he asumido la libertad de incluirlo en mi conciencia. Es por eso que no puedo menos que decir: LailajaílaLlâh Mohámmed arRasulallâh. Es decir, en congruencia con lo que antecedió a Jesús, paz para él, y lo que le sucedió, afirmo el islam: afirmo la entrega a la Realidad Divina de la cual proviene la luz de la profecía que han irradiado todos los Profetas entre los cuales están Jesús y Mohámmed, paz para ellos. Entonces: ¿por qué voy a aceptar el término de “conversa”? Una cosa es cambiar radicalmente de convicción y otra es darle continuidad a lo que ya se ha abrazado con lo que vino después. Todo esto tiene que ver justamente con lo que tú estás trayendo, porque quien no es culturalmente islámico, entonces es visto por quienes se asumen como musulmanes por haber nacido en una familia musulmana dentro de un país predominantemente islámico, como converso y por tanto, como muslim o muslima de segunda categoría. Lo que se supone que es en verdad el significado de conversión, a nivel espiritual, es un movimiento, a veces súbito, que va de la oscuridad a la luz. Nosotros, practicantes de tradiciones sagradas, así lo vemos. Entonces, para mí sería falso por completo, sería una mentira que yo me convertí cuando conocí a mi maestro Sufí y comencé a incorporar a mi vida las prácticas espirituales de la Revelación coránica. Entonces queda claro: “Discúlpeme Usted, Señor, no soy árabe, no nací en una familia nominalmente musulmana ni árabe, pero en ningún sentido ello limita mi pertenencia al islam. Como sabes, solo el 15% de los 2,000 millones de musulmanes/as del planeta son árabes y el árabe es su lengua.

Entonces, definir cultura como práctica… la gente, por lo general, conoce muy poco de la religión que ha adoptado su familia, y sus prácticas se vuelven convenciones. Entonces, haz de cuenta que… como si comer cordero fuera algo musulmán o islámico porque en ciertos países islámicos, se consume. O sea, cuestiones culturales. Entonces, la gente ignora sus propias tradiciones sagradas tremendamente y eso lleva también a unir expresiones culturales como si fueran parte de la tradición sagrada. Entonces, esa pregunta es todavía más importante cuando consideras la multirreligiosidad, es decir, la multiplicidad de opciones, de prácticas religiosas que ahora hay versus el pasado, y el pasado no es de más de 50 años, es un pasado muy corto.

Por ejemplo, aquí yo recuerdo a un discípulo, un miembro de la orden, que cuando tomó la iniciación, me dijo: ¿cuáles son ahora mis obligaciones para con Dios, siendo guadalupano? (ríe) Eso es maravilloso, eso sí te dice todo, porque él se reconoce a sí mismo como guadalupano, y ahora ha abrazado el islam, o quizá el islam lo abrazó a él, que es mi teoría (porque siempre dicen “abrazó el islam”. Pero yo digo: a mí me abrazó el islam, yo no abracé al islam, él islam me abrazó a mí, por la concatenación de eventos que te llevan a eso). Entonces ¡él es guadalupano! No tiene que dejar de ser guadalupano para ser islámico musulmán, para abrazar el islam, o para ser abrazado por el islam, si el propio Corán tiene el capítulo, o el Sura 19 llamado María: Mariam. Entonces en la tradición, hay cabida para musulmanes que tienen una empatía espiritual mayor con el profeta Jesús, llamados Issawi, que significa “de Jesús”, y también Musawi: que el profeta de su corazón es Musa o Moisés. En el islam se dice que hay 124,000 profetas que han venido, otros dicen 224,000 profetas, eso quiere decir, por supuesto, que Dios ha enviado a la humanidad a un sinnúmero de profetas a las diferentes regiones, a las diferentes culturas, para que reciban el mismo mensaje esencial, de parte de uno como ellos. Como decían de Mohámmed: ¿pero quién es este hombre que va a los mercados? ¿Por qué va a ser él un profeta? Y entonces, en la revelación responde Allâh: si hubiéramos querido, hubiéramos mandado ángeles con el mensaje (los cuales se consideran de distinta naturaleza, pero no superiores a los seres humanos). Pero decidimos hacerlo con uno como ustedes, que les hablara en su propia lengua y diera cuenta del valor de la humanidad.

Entonces, Dios hace posible que los profetas se acerquen a la gente con el mensaje de guía esencial, pero eso no quiere decir que una cultura puede abarcar la Realidad Divina y al mensaje, porque ese mensaje no es solamente para este mundo, y una cultura se limita a este mundo. Entonces la cultura puede estar inspirada en ese mensaje, de manera que yo el Día de Muertos hago ofrenda como se hace en México por los difuntos. Y eso está inspirado divinamente en tradiciones sagradas de estas tierras, que vinculan este mundo con otro, y vinculan la vida con la muerte. Es una práctica cultural que está divinamente inspirada… pero no podemos decir que eso el ámbito cultural puede abarcarla por entero.

Andrea Meza Torres:

Mi siguiente pregunta tiene que ver con el hecho de que, a través de asistir a ceremonias interreligiosas, he aprendido que no se trata de diferentes tradiciones sagradas, digamos, lo que es el judaísmo, el catolicismo, el cristianismo y el islam, sino que hay una continuidad. Se trata de tradiciones sagradas que tal vez pensamos como “separadas”, pero que son parte de una continuidad. Sin embargo, hay ceremonias en donde hay un diálogo con representantes de otras tradiciones sagradas como lo son el budismo (entre otras) y te quería preguntar: además de la importancia del diálogo entre las tradiciones sagradas que son la misma (aunque parecen otras) ¿cuál es la importancia del diálogo con otras tradiciones sagradas, y también con las espiritualidades indígenas, que tienen una tradición que ha sido oprimida y silenciada en sus propias tierras? ¿Cuál sería la importancia de estos diálogos: es decir, el “interno” y el “externo”?

Sheija Amina Teslima al Jerrahi:

Para mí, la verdadera diferencia entre los practicantes de toda esta diversidad de mundos de las tradiciones sagradas, hasta donde yo he llegado a poder comprender, reside en el nivel de conciencia del practicante. Es decir, que como bien explican las tradiciones sagradas, el alma es multidimensional. ¿En qué dimensión de tu alma tú estás residiendo? ¿Cuál es tu morada, tu residencia? Siempre nos movemos por las diferentes dimensiones del alma. Pero por más movimiento que experimentes, tienes una residencia. En el sufismo, nosotros pensamos que, por ejemplo, según tú progreses espiritualmente, esa morada va cambiando. Entonces vas del segundo piso al tercero, del tercero al cuarto, del cuarto al quinto; y, cuando tienes a una persona muy avanzada, como Nelson Mandela, como el Dalai Lama, estamos hablando de las dimensiones más altas, que son la quinta, la sexta. Quizá el Dalai Lama vive en la cuarta, pero se pasea también por la quinta y la sexta dimensión, o tiene como su base la sexta, pero se pasea también por la tercera y la cuarta. En realidad eso es lo más profundo que te puedo responder. Porque lo demás, ¡no importa tanto! El humanismo viene del tercer nivel de conciencia, el arte, los museos, el amor por el arte, la promoción del arte, la sensibilidad de conmoverte con el arte, todo eso pertenece al tercer nivel de la conciencia, trabajar por el ser humano, los derechos humanos. Si yo estoy ahí y soy puertorriqueña, latinoamericana y me conecto con un árabe que está ahí también, nos vamos a llevar muy bien y no va a haber prácticamente ninguna pared entre el universo del cual él viene y el universo del cual yo vengo, porque hay una comunión entre esas dos almas sobre la base de la resonancia que las une a nivel anímico. Ahora, si un árabe se encuentra con un chino y los dos participan del segundo nivel de conciencia, probablemente ahí haya choques tremendos. Y si están los dos en el primer nivel de conciencia, entonces no se soportan. Porque, mientras más bajo vas, más se dibuja el mapa de lo que soy yo y lo que eres tú, de acuerdo con el yo: a estar autocentrado. Entonces, en el primer nivel de conciencia (que es el más obtuso y el más retrógrado, en el sentido de que es como un lente de una cámara cerrado, en donde prácticamente no entra nada de luz, y yo estoy en el mundo de mi yo, y no me veo más que a mí misma), no me interesa nada más que mi “yo limitado”, soy su sirviente; estoy consumiendo para mí misma y eso, desde el punto de vista espiritual, es más bajo que los animales. Para un ser humano, estar en ese primer nivel es más bajo que una bestia. Un animal tiene una naturaleza fija, no puede ir “más bajo que” o “más alto que”. Quiero decir que, sin juicios de valor, estamos hablando de que los animales, toda la forma de conciencia, plantas, tienen naturalezas fijas, se reproducen dentro de un mismo patrón, no van más a la derecha o más a la izquierda de lo predeterminado como su naturaleza. Sin embargo, el ser humano tiene la facultad de poder ser más bajo que un animal, que una bestia, y más alto que un ángel. Entonces, ese espectro es impresionantemente amplio y solo el ser humano tiene esa capacidad, esa posibilidad.

Todo esto lo podríamos llevar a ese territorio, porque, en realidad, yo, con toda franqueza, no veo que sean otras las condiciones que en realidad alejen a un ser humano de otro o lo acerquen a otro, sino la cuestión de: ¿en dónde reside dentro de su propia conciencia? Eso es lo que va a determinar si yo te voy a respetar en tu dogma, en tu universo, en tu creencia, o no. Y eso es lo que va a determinar el nivel del diálogo de los “diferentes” cuando se sienten en una mesa. Por lo tanto, cuando tú reúnes a los líderes religiosos, a las cabezas de las organizaciones religiosas, tú tienes muy pocos resultados. Aunque a nivel cupular se pueden tomar decisiones y acciones muy importantes, cada uno representa a su institución y no a Lo Mayor. Las agendas se limitan a lo que es conveniente para la institución que representan y no para la agenda común. En cambio, para los místicos, es muy diferente. Los místicos se van a reunir en una mesa. Los místicos del taoísmo, los místicos del budismo, los místicos del cristianismo, los místicos del islam, y no operan movidos por una lealtad institucional. Todos los místicos, vengan de donde vengan, saben que la misma agua corre por debajo de todas esas estructuras y, para el místico, es un deleite interactuar con las demás tradiciones sagradas en ese espíritu de unidad que se da espontáneamente. No se necesita ningún esfuerzo. Porque ningún místico alucina a otro místico. Simplemente nos vamos a disolver aquí de identidades temporales, precisamente de eso es que se trata el misticismo. Entonces yo estoy vestida así, con la taquia o con el turbante y con una túnica y a la usanza de mi tradición sagrada. Pero, cuando me reúno aquí, si me reúno con otros místicos, de lo que se trata es de que este traje se va a quedar tirado en el suelo y yo voy a perder la identificación que tengo con una forma específica y me voy a ir moviendo hacia un estado más allá de la forma (no solo de lo formal sino las formas corpóreas). Desde esa cualidad, la interreligiosidad o la interespiritualidad se da sola y sin ningún tipo de esfuerzo. Porque, en verdad, esas personas saben que nadie es mejor que nadie, que ninguna tradición sagrada es mejor que la otra, que todas son obras que solo Dios pudo haber tejido, esas tradiciones sagradas, que todas son magnificentes, y entonces es como que tú vas de edificio en edificio… llena de asombro… ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!

Entonces, en realidad, los místicos ya partimos de la premisa de que somos Uno. Y no hay luchas. Eso se da en el ámbito de la institucionalidad, de la política y de la economía. Yo sostengo la tesis de que nadie ha llevado a cabo guerras religiosas, es decir, que las guerras nunca se han librado por preceptos religiosos. Todas las guerras que se llaman “religiosas” o que han pasado a la historia mal denominadas como “guerras religiosas”, se han dado por apoderarse del agua, o de la tierra, o por conseguir el poder sobre algo en particular a lo que se da valor. Nunca por creencias filosóficas o de cosmovisión.

Por otra parte, debo decir que hay imágenes que generan unión y bienestar como por ejemplo la imagen de los líderes y las lideresas espirituales juntos. Incluso si esos líderes que aparecen juntos en la televisión en un momento dado no estén en realidad unidos por una agenda común, porque tengan prejuicios, cuando las comunidades de base los ven juntos, se genera algo positivo que tiene mucho valor. Por eso, para mí, el trabajo interreligioso más importante a nivel masivo es ese, el que se junten lo líderes, las lideresas de las diferentes tradiciones sagradas a orar juntos y que la gente los vea, también, juntos; para que se vea que la diversidad es algo positivo. Y si yo tengo un vecino mormón, lo puedo invitar a mi casa. No le falto a mi iglesia.

Entonces, la elevación de la conciencia, en definitiva y, en resumen, es lo más importante para el diálogo interreligioso. Mientras más se eleva la conciencia de la sociedad, de los ciudadanos, más se eleva el diálogo interreligioso y más se facilita todo tipo de convergencia en la diversidad. La empatía empieza a florecer en la tercera dimensión de la conciencia. Y, en el cuarto nivel de conciencia, ya estás en el yo inspirado o el yo tranquilo, que es muy pacífico y vas a trabajar por la paz y vas a tener mucha tolerancia… todo tiene que ver con la dimensión de la conciencia desde la cual operamos. De ahí se genera bajeza y constricción o expansión e inclusión. La dimensión ética cobra profundidad según se progresa espiritualmente en esta escala. Pero no porque hayas estudiado ética en la escuela, sino porque tu empatía con los demás es creciente y tienes mucho espacio en ti para abrazar al diferente… tienes una cuerda muy larga que dar al otro. ¿Me sigues, verdad? Y así. Entonces, tenemos que poner cualquier tipo de diálogo entre diferentes en este marco de los siete niveles, y esto es lo que yo discuto cuando voy a Granada al Decolonial Muslim Critical Studies que organiza el Dr. Ramón Grosfoguel. Esta es una aportación al conocimiento que hace el sufismo, y también es cierto que otras tradiciones sagradas han planteado desde sus comprensiones la escala de la conciencia humana. Porque si no está esto claro, entonces: ¿con quién vamos a dialogar y dónde se puede dar el diálogo de manera fructífera?

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