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Cultura y representaciones sociales

versión On-line ISSN 2007-8110

Cultura representaciones soc vol.7 no.14 Ciudad de México mar. 2013

 

Artículos

 

El conflicto en torno al Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure: Un conflicto multidimensional

 

María José Muñoz C.*

 

* Licenciada en antropología sociocultural con mención en ciencias políticas de la Universidad Libre de Berlín, actualmente cursa la maestría en Estudios Interdisciplinarios de América Latina en la misma universidad.

 

Resumen

Se analiza el conflicto en torno al proyecto carretero que pretende atravesar el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) en Bolivia. Partiendo de la premisa de que se trata de un conflicto multidimensional, estudia las interrelaciones y tensiones entre los debates económicos, ecológicos y culturales; y se sumerge así en el análisis de cada una de las dimensiones. Son de central importancia los aportes teóricos y analíticos de la ecología política y de la antropología del desarrollo. El texto muestra cómo este conflicto específico confronta a Bolivia con su proceso de cambio y  abre una rendija a debates más amplios y complejos,  en torno al modelo de desarrollo que el Estado Plurinacional busca alcanzar y el rol que los recursos naturales tendrán en él.

Palabras clave: conflictos ambientales; TIPNIS; pueblos indígenas; cocaleros; proceso de cambio boliviano; Vivir Bien; neoexractivismo; acceso a recursos naturales.

 

Abstract

The purpose of this article is to examine the conflict concerning the highway project that aims to cross through the Isibore Sécure Indigenous Territory and National Park- (TIPNIS initials in Spanish) in Bolivia. Based on the premise that it is a multidimensional conflict, this article studies the interrelations and tensions between economic, ecological and cultural debates and analyzes each of these dimensions. The theoretical and analytical contributions of political ecology and developmental anthropology are of central importance for this analysis. The text shows how this particular conflict confronts Bolivia with the so called Bolivian change process, and opens the floor to more extensive and complex discussions around the model of development that the Plurinational State seeks to achieve and the role that natural resources will play in it.

Keywords: environmental conflict; TIPNIS; indigenous people; coca leaf grower; Bolivian change process; Living well; neoexractivism; natural resources access.

 

Introducción

La elección de Evo Morales como el primer presidente indígena en 2005 constituyó un hito para Bolivia e incluso para la región. Sin embargo el inicio de la transformación o el despertar indígena en el país (Brysk, 2000; Stavenhagen, 2002, Canessa, 2006, entre otros) se remonta a principios de la década de los noventa, cuando tuvo lugar la "Marcha por el Territorio y la Dignidad" protagonizada por los indígenas de las tierras bajas. Según Andrew Canessa la marcha fue: "one of the clearest and most public indications of the indigenous emergence" (2006: 246). Fue esta movilización la que abrió los ojos al Estado boliviano sobre la existencia de los pueblos indígenas de las tierras bajas.1 Conmovió además a la sociedad, mostrando una realidad indígena hasta ese momento desconocida, en la que los pueblos y sus territorios se veían avasallados por el avance depredador de las empresas madereras ilegales, ganaderos y los colonos de tierras altas (Canedo 2011: 31). La movilización social obligó al gobierno de Bolivia a ratificar el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, reconociendo así, los derechos colectivos de los pueblos indígenas, en especial su derecho a la propia cultura, organización y territorio (Parte I y II, Art. 14). La Marcha se tradujo así en un relevante giro de la historia de Bolivia e impulsó el inicio del proceso ideológico, legal y político que desenlazó en la llegada de Morales a la presidencia, la instauración de una nueva Constitución Política del Estado y el nacimiento del Estado Plurinacional de Bolivia (CPE Art. 1).

No obstante, los sucesos de 20112 marcaron un punto de inflexión en la gestión del gobierno del Morales y abrieron nuevos espacios de tensiones y debates en el marco del "proceso de cambio". El conflicto en torno a la construcción de una carretera que pretende atravesar por medio del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) evidenció las contradicciones del denominado proceso de cambio. Sin embargo, al mismo tiempo abrió un interesante escenario en el que la sociedad mostró controversias ante la existencia paralela de dos modelos contrarios: el Vivir Bien –un conjunto de ideas alternativas al "desarrollo"– y el neoextractivismo –que implica la continuación de un modelo económico basado en la extracción de recursos naturales (ambos términos se profundizaran más adelante)–.

Desde una perspectiva multidimensional el presente trabajo analiza el conflicto del TIPNIS, partiendo de la premisa que éste confronta a Bolivia con su propio proceso de reconfiguración social y política que culminó con el nacimiento del Estado Plurinacional. El caso del TIPNIS puede ser entendido como un conflicto ambiental que enfrenta a diversos actores, complejos procesos y reabre el viejo debate en torno al desarrollo que Bolivia busca. Partiendo de la definición de Escobar (2006: 4-8), conflictos de este carácter presentan tres dimensiones principales: la económica, la ecológica y la cultural. Entender el trasfondo y las implicancias del conflicto abre una rendija a un debate más amplio en torno al acceso a los recursos naturales en el marco de la relación entre el desarrollo y la naturaleza. En este escenario las poblaciones indígenas, sus territorios y formas de vida se ubican en el centro del debate y juegan un rol crucial, que desde la antropología –y también desde otras ciencias sociales– no puede ser ignorado. Es justamente a partir de esto que el presente trabajo concentra su atención en la siguiente interrogante: ¿Qué debates se abren en las dimensiones ecológica, económica y cultural en el conflicto del TIPNIS y de qué manera éstos se entrelazan?

Para responder la interrogante fueron importantes los aportes teóricos de la ecología política3 y antropología del desarrollo4, que permitieron entender el caso del TIPNIS en un contexto más amplio y complejo a la vez. Los ensayos de análisis de intelectuales sudamericanos5 y una amplia variedad de textos que se publicaron de manera espontánea –y urgente– por diversas instituciones en respuesta –y protesta– a los atropellos por parte del gobierno fueron, artículos de prensa, testimonios de actores involucrados y análisis publicados en medios de comunicación locales o regionales y fueron centrales para la elaboración del análisis. De central relevancia fueron herramientas sugeridas por Arturo Escobar para encarar un análisis multidimensional, que permitiera ordenar y comprender los conflictos ambientales, con el sinfín de actores, intereses y procesos que se entrelazan en ellos.

 

Conflictos ambientales: transformaciones multidimensionales

La ecología política, resultante de la unión de corrientes como la ecología y la economía política, es definida como el estudio de los conflictos de distribución ecológica (Alimonda, 2010: 8 y 83; Martínez, 2004)6 Escobar sugiere ampliar el espectro de análisis de los conflictos ambientales, partiendo de la premisa de que estos entrelazan dimensiones de carácter discursivo, material, social y cultural en la relación entre el ser humano y la naturaleza (2005: 24). Contemplar la variable cultural, permite neutralizar la importancia de lo económico y ecológico (Escobar, 2010: 30 y 2006: 9). Para ello es importante entender la cultura como: una dimensión simbólico-expresiva de prácticas sociales, que incluyen matrices subjetivas (habitus), al igual que productos materializados en forma de instituciones o instrumentos. Desde una mirada más descriptiva se puede entender la cultura como un conjunto de signos, símbolos, representaciones, modelos, actitudes, valores, entre otros. Todos éstos inherentes a la vida social (Giménez, 1999: 32-33).

El debate en tono al desarrollo es también una pieza central en el marco de los conflictos ambientales. El concepto de desarrollo es impuesto hoy en día como una meta "universalmente válida y deseable" (Viola, 2000: 12). Escobar plantea al desarrollo y a la modernidad como los diseños más poderosos gestados en Europa e implantados en el continente americano como expresión y condición de colonialidad, entendida como un fenómeno anclado en relaciones de poder definidas desde occidente. Relaciones que establecen y reproducen jerarquías, patrones de validez y modelos sobre cómo entender el mundo, la sociedad, el conocimiento, la historia universal y la concepción del desarrollo. Todos estos vinculados con el modo de producción capitalista, imponiendo verdades absolutas que reprimen y opacan la concepción del otro, aquel proveniente de realidades no hegemónicas (Escobar, 2006). Por esto se puede afirmar que la colonialidad actuó y continúa actuando de forma transversal.

El actual modelo de globalización promueve la expansión del modelo desarrollo7 mediante la "universalización de la modernidad", propagando prácticas destructivas de los ecosistemas, que afectan a las poblaciones locales y alteran sus formas de vida tradicionales. La creciente implementación de proyectos desarrollistas –como puede ser entendida la carretera del TIPNIS– conlleva a un choque de divergentes percepciones y concepciones del mundo, siendo la naturaleza pilar de éste (Escobar, 2006: 6).

Las comunidades y los pueblos desarrollan diferentes prácticas y relaciones con sus ecosistemas.8 En el caso de la región latinoamericana –igual que otras con pasado colonial– estas prácticas y relaciones son muy distintas principalmente entre las zonas urbanas y rurales. Habiendo sido los centros urbanos influenciados desde la colonia por las prácticas y principios occidentales.

En muchas sociedades no-occidentales, denominadas "pre-modernas" no existe una verdadera separación entre lo que Escobar define como "biofísico, humano y los mundos supernaturales". Por lo general la naturaleza y el ser humano se complementan, siendo uno parte del otro. La naturaleza constituye el pilar de un complejo universo de representaciones colectivas que integran diversos modos de realizar actividades con y en torno a ella.9 Esta concepción se diferencia abismalmente de la occidental que parte de un modelo antropocentrista, concibiendo a la naturaleza como recurso externo al ser humano, apropiable y explotable para generar así beneficios.10

Para entender conflictos en torno al acceso a recursos naturales a nivel mundial Escobar sugiere el marco tridimensional (ibíd: 7), considerando, sin embargo, las particularidades locales. Actualmente, procesos de triple transformación tienen lugar en gran parte de los bosques de la tierra. Por lo general se trata de poblaciones que no son muy numerosas, cuyas economías locales se basan en una producción limitada de autoabastecimiento que se desenvuelve en armonía con la naturaleza. A partir de la introducción de productos de cultivo ajenos, estos ecosistemas sufren alteraciones. Los nuevos productos se orientan a una transformación económica del territorio que responde a las demandas del mercado. En el caso de la Amazonía puede ser la expansión del monocultivo de pastizales para el ganado, soya o en algunos lugares, la coca. Los complejos sistemas y territorios en el que se desenvuelven las culturas locales se ven amenazados. Esto transforma el desenvolvimiento tradicional de los procesos económicos y culturales locales, debido a que estos se basan en la relación y construcción de la territorialidad, entendida ésta como la forma en que las comunidades piensan, entienden y construyen el territorio. Ante el ejemplo se puede observar la imposibilidad de dividir lo económico, de lo ecológico o cultural, puesto que la alteración de una dimensión tiene consecuencias inmediatas sobre las otras dos.

El descontento ante la imposición de percepciones y proyectos de desarrollo divergentes frente a las formas culturales desarrolladas localmente conlleva a movilizaciones de resistencia en las comunidades locales. Si bien a primera vista pareciera que estas luchas buscan principalmente preservar el medio ambiente, se trata en realidad de luchas por la defensa del medio para el desenvolvimiento económico y cultural, que garantiza la existencia de estas poblaciones. Tratar entonces de dar "soluciones" que contemplen únicamente el aspecto económico –como ocurre con las compensaciones en respuesta a los daños ambientales–, es negar la importancia e interdependencia entre las tres dimensiones y minimizar las consecuencias de los conflictos ambientales para la continuidad de la vida y la cultura de estas comunidades locales.

Estos cambios pretenden obligar a las comunidades a adaptarse a la imposición de una cultura moderna –y ajena a la vez– orientada al individualismo y a una producción definida por el mercado. En efecto, el rechazo a la imposición de este modelo genera el levantamiento de cada vez más pueblos en defensa de sus territorios y territorialidades. Según Escobar estos movimientos de protesta presentan las siguientes características principales: (1) Enfrentan a pobres –siendo las comunidades locales en muchos casos de poblaciones marginales– y ricos –empresas transnacionales, terratenientes, élites regionales o autoridades gubernamentales–. (2) Muchas de las movilizaciones son lideradas por mujeres, quienes muestran tenacidad singular al defender su territorio y cultura. (3) La lucha contra modelos que amenazan la existencia de estas comunidades, conlleva a un cuestionamiento al modelo económico capitalista y su expansión (ibíd: 7-9).

El caso del TIPNIS moviliza a los pueblos indígenas de Bolivia en señal de rechazo a un proyecto carretero que se inscribe en el marco de un modelo económico de desarrollo progresista basado en la extracción y explotación de los recursos naturales. Este conflicto al igual que otros fue –en un principio– ignorado por el gobierno central. ¿Por qué?

La mayoría de comunidades afectadas por la expansión del modelo desarrollista11 se encuentran alejadas de los centros urbanos, resultando difícil trasladar sus exigencias y demandas a los centros políticos. Al mismo tiempo electoralmente son poco relevantes al ser grupos numéricamente pequeños. Por ello en general los Estados tienden a "ignorar, enquistar o incluso rechazar los conflictos" (Gudynas, 2012: 138). El minimizar los daños a ser provocados por la carretera y centrar el debate en torno a lo político12 –dejando de lado lo económico, ecológico y cultural– conlleva a ignorar el origen del conflicto, su multidimensionalidad y sus consecuencias.

 

3. El conflicto del TIPNIS

El conflicto del TIPNIS desnuda de manera singular las profundas contradicciones del "proceso boliviano". Para entender estas contradicciones es necesario conocer los contextos geográfico, ecológico, histórico, cultural y económico, como también la compleja situación actual.

a. El escenario

El TIPNIS se ubica en las selvas de los ríos Isiboro y Sécure, entre los departamentos de Beni y Cochabamba. La región comprende las últimas estribaciones de la Cordillera andina, llegando hasta las llanuras inundables benianas (Fund. Tierra, 2011a: 174). En el siglo XIX el naturalista francés Alcides D'Orbigny describió la región como "las selvas más hermosas del mundo" (2002). Hoy el territorio concentra 30% de la biodiversidad boliviana, es el principal núcleo generador de lluvias del país y garantiza la estabilidad de los sistemas hidrológicos y la diversidad biológica de la región; en especial de la Cuenca del Río Mamoré en la llanura beniana. Estas singularidades fueron reconocidas en 1965 por el Estado boliviano, declarando las 1.2 millones de hectáreas que lo constituyen en el primer Parque Nacional en las tierras bajas del país. La región es hábitat tradicional de los pueblos moxeño, yuracaré y tsimanes, grupos que se mantuvieron interrelacionados de forma permanente. Su economía está determinada por la estacionalidad de las lluvias en la región: en la época seca, se basa en sistemas agrícolas de pequeña escala para el autoabastecimiento y durante el periodo de lluvias, la economía se sustenta en la caza y pesca. (Canedo, 2011: 87 y Fund. Tierra, 2011a: 174).

b. El avance sobre el TIPNIS y la "Marcha por el Territorio y la Dignidad"

A lo largo de varias décadas el Parque y sus habitantes se vieron amenazados por el avance de diversos grupos sobre el territorio (ganaderos, madereros, "colonos", etc.)13 Las presiones sobre el territorio se agudizaron en la década de 1980, debido a la crisis minera14 y las políticas neoliberales promovidas por el gobierno boliviano. Esta crisis reorientó la economía nacional hacia las tierras bajas, intensificándose así la presión paulatina sobre el TIPNIS. Desde el norte avanzaron los latifundios ganaderos y las empresas madereras, y desde el sur los "colonos",15 así denominados por el mismo gobierno. Estos últimos están constituidos por migrantes aymaras y quechuas provenientes de las minas y comunidades campesinas empobrecidas del altiplano y de los valles. Los pueblos yuracaré, moxeños y tsimanes, habitantes tradicionales del Parque Nacional Isiboro Sécure —sin reconocimiento legal alguno de parte del Estado, hasta fines de los años 80's— se vieron crecientemente amenazados y despojados de su territorio, y sus recursos naturales por efecto de la expansión de estos nuevos actores en el área.

La gravedad de la situación obligó a iniciar, en agosto de 1990 la primera Marcha Indígena por el Territorio y la Dignidad. Ésta recorrió 640 km desde sus comunidades ubicadas en Beni hasta la ciudad de La Paz, en búsqueda del reconocimiento y protección de su territorio.16 La movilización sobrecogió a la sociedad boliviana y logró que el gobierno nacional bajo la presidencia de Jaime Paz Zamora17 dicte un Decreto Supremo reconociendo al Parque Nacional Isiboro Sécure como Territorio Indígena de los pueblos moxeño, yuracaré y tsimane (Lehm, 1999: 119, 123-126). Si bien en un principio el nombramiento del Territorio Indígena fue un hecho "simbólico" debido la carencia de la base legal necesaria para el reconocimiento del derecho propietario indígena en el marco de la legislación agraria nacional, se sentó un precedente importante. En 1994 este reconocimiento se consolidó en la Constitución, y en 1996 en base a una segunda gran movilización indígena se convirtió en reconocimiento pleno de derecho propietario mediante la promulgación Ley INRA (Nº 1715) que estableció el nuevo régimen de propiedad indígena en el país, denominado de Tierras Comunitarias de Origen (TCOs), y dispuso la titulación "sin más trámite" del TIPNIS en sus disposiciones finales18 (Fund. Tierra, 2011: 180 y 268; Canedo, 2011: 97-105).

La lucha para obtener un derecho legítimo sobre el territorio fue ardua y en ella los habitantes del TIPNIS se articularon al resto de los pueblos indígenas de las tierras bajas del país, agrupados en la CIDOB (Confederación Indígena de Bolivia); en una demanda más amplia de los pueblos indígenas del país por el reconocimiento y respeto de sus derechos colectivos, sus organizaciones y su cultura, que fue fundamental en la generación de transformaciones estructurales en Bolivia. El despertar indígena por una parte obligó al país a afrontar y asumir su condición plural y por otra planteó por primera vez la necesidad de convocar a una Asamblea Constituyente. El ascenso de Evo Morales al poder es, en gran medida, el resultado de esa lucha y de la articulación de una amplia gama de sectores convencidos de la necesidad de profundas transformaciones en el país, aunque con intereses y demandas heterogéneas, que ahora salen a luz. (Rosell, 2012: 4). El proyecto de reconstitución de la nación, traducido hoy en el nacimiento del Estado Plurinacional19 tiene gran parte de sus raíces en la lucha indígena de tierras bajas iniciada en los noventa.

c. El TIPNIS se ve nuevamente amenazado

Actualmente un millonario proyecto carretero –parte de la IIRSA–20 financiado a través de un crédito del banco brasilero Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), amenaza nuevamente al TIPNIS y su población.

Se trata del proyecto de articulación caminera entre la población de Villa Tunari –en el trópico de Cochabamba– y la de San Ignacio de Moxos, en la Llanura beniana, cuyo segundo tramo pasaría por la zona núcleo de protección estricta del TIPNIS.

Imagen

Las críticas a este tramo de la carretera son múltiples21 y surgen principalmente por los daños ambientales y socioculturales que la ejecución de éste traerá consigo. Se teme que la apertura de la vía expanda los cultivos de coca al interior del parque, así como las comunidades de colonizadores ya multiplicadas rápidamente en las últimas décadas y que acelere el proceso de deforestación del área núcleo del Parque, compuesta por selvas con una alta concentración de biodiversidad y especies silvestres amazónicas que, además, son sustento de los indígenas. Esto tendría graves consecuencias a nivel macro-regional, al constituir el Parque base de la estabilidad hidrológica de la cuenca del Río Mamoré situado aguas abajo y principal núcleo generador de precipitaciones en el país.22

Ignorando las recomendaciones de los estudios de Evaluación Ambiental Estratégica realizados por el Ministerio de Medio Ambiente –que señalan los impactos ambientales de la obra–, así como los pedidos de los pueblos indígenas que habitan el área y de las organizaciones de tierras altas y bajas, intelectuales, especialistas y diversos sectores sociales, el gobierno insistió en la construcción de la carretera justificándola a partir que "traerá desarrollo".23 Desde la perspectiva política y jurídica no se cumplió con el procedimiento de consulta libre, previa e informada establecida en la nueva CPE (Art. 352). Tampoco se respetaron los derechos de los pueblos indígenas originario campesinos establecidos en la Carta Magna (Art. 30),24 ni los acuerdos internacionales ratificados por el país: el Conv.169 de la OIT (párrafo 1, inciso a); la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y el Convenio de Diversidad Biológica. No se realizaron los estudios de impacto ambiental previos que manda la legislación boliviana. A pesar de todas esas irregularidades, el gobierno insistió en realizar "sí o sí"25 el proyecto, yendo en contra y poniendo en duda así sus dos principales pilares de lucha: la defensa de los pueblos indígenas y la protección de la Madre tierra (Rossell, 2012: 237).

Ante la situación y la imposibilidad de negociar con el gobierno, los dirigentes de los pueblos afectados convocaron a la VIII Marcha Indígena. Los marchistas caminaron durante 66 días hasta llegar a la ciudad de La Paz.

d. El desenvolvimiento de la VIII Marcha Indígena

El 15 de Agosto de 2011, conmemorando la partida de la Marcha del 90, partió de la ciudad de Trinidad la VIII Marcha Indígena. Alrededor de 500 indígenas pertenecientes a la Subcentral de TIPNIS, la Central de Pueblos Étnicos Moxeños del Beni, representantes de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB)26 y del Consejo de Marcas y Ayllus del Qollasuyo (CONAMAQ).27

Iniciaron la caminata de más de 600 kilómetros en defensa del TIPNIS, tras repetidos pedidos y gestiones infructuosas para la anulación del proyecto carretero por parte del gobierno nacional. Día tras día la marcha fue creciendo con el apoyo de pueblos indígenas de todo el país —tanto de tierras bajas como de las alturas andinas—, que mandaron delegaciones de apoyo, hasta alcanzar los cerca de 2,500 marchistas que arribaron a la sede de gobierno (Fund.Tierra, 2012: 1).

La primera etapa de la Marcha estuvo marcada por la campaña de desprestigio por parte del gobierno,28 y por las tensiones con las organizaciones de colonizadores, quienes instalaron piquetes para impedir el paso de los marchistas y evitar el acceso de víveres y agua durante varios días. El hecho de mayor relevancia fue la violenta intervención policial del 25 de septiembre producida en la localidad de Chaparina. Los marchistas fueron gasificados y los dirigentes fueron brutalmente golpeados. El temor generó que muchos –especialmente los niños– huyeran al monte, la consecuente separación de las familias provocó una sensación generalizada de "desesperación e impotencia" (Radio Fides, 26.09.2011). La operación pretendía disolver la Marcha –en un país donde ésta es posiblemente la herramienta política de mayor relevancia y popularidad–, intentando transportar a los marchistas de vuelta a sus comunidades. No obstante la movilización y el apoyo de la población de San Borja y Rurrenabaque lo impidieron.

Este suceso se tradujo en un punto de inflexión del conflicto: varias autoridades presentaron su renuncia,29 el rechazo generalizado hacia el gobierno se expandió entre las organizaciones indígenas y sociales de varias regiones del país y buena parte de la población nacional. El descontento respondía principalmente al doble discurso gubernamental que, a nivel internacional se autoproclama abanderado y defensor mundial de "los derechos de la Madre Tierra" y de las premisas de un desarrollo orientado al "Vivir Bien en armonía con la naturaleza", mientras a nivel interno, reprime a los que defienden su territorio, y la naturaleza y piden el cumplimiento de la Constitución y las leyes.

El abuso de poder por parte de la policía legitimó y dio más fuerza a la movilización indígena. A los pocos días los marchistas lograron reagruparse pese a las heridas y reanudaron su andar. El 19 de octubre la población paceña salió masivamente al encuentro de quienes denominaron los héroes de la democracia y de la defensa de la madre tierra (Erbol, 14.12.2012).

La marcha mostró los caminos y senderos transitados en relación a los posibles sueños y horizontes de cambio que nos habíamos propuesto los bolivianos en la primera mitad del siglo XXI (Paz, 2011).

La creciente presión obligó al presidente Morales a firmar la Ley Corta Nº 180, que establece garantías para la protección del TIPNIS, establece su "intangibilidad" y prohíbe la construcción de la carretera por medio del parque. Sin embargo, este paso resulta ser una maniobra gubernamental para disolver la movilización. Pocas semanas después el conflicto se reanuda con la realización de una Contramarcha organizada por el Consejo Nacional de Indígenas del Sur CONISUR, compuesto por los colonizadores cocaleros de la parte sur del Parque Isiboro Sécure, principales beneficiarios de la penetración carretera al área.30 En respuesta a la contraparte del CONISUR, el gobierno promulgó la Ley 222 que contraviniendo lo establecido por la Ley 180, dispone la realización de una "Consulta Previa" en el TIPNIS para definir la construcción o no de la carretera. Esta consulta incluye a las comunidades cocaleras, cuyo avance durante los últimos 30 años ha generado que su población en el Parque sea incluso más numerosa que la de los pueblos tradicionales. Ante esta medida tanto la Subcentral del TIPNIS, como el resto de las organizaciones indígenas del país, deciden nuevamente marchar a la ciudad de La Paz —en la IX Marcha Indígena—, reclamando el respeto de sus derechos y de la Ley 180.

 

4. El TIPNIS como un conflicto multidimensional

Para entender los conflictos en torno al acceso a recursos naturales Escobar plantea un marco analítico multidimensional. Como se explicó en el punto dos, éste está basado en el estudio simultáneo de la dimensión económica, ecológica y cultural tomando en cuenta las particularidades locales. El análisis debe permitir que se compenetren entre sí, puesto que cada una de las dimensiones es interdependiente de las otras. En este marco se analizará de manera independiente las dimensiones económica y cultural de manera separada —pero en constante interacción— y la dimensión ambiental, como una variable transversal.

a. La dimensión económica

El origen de los conflictos ambientales se remota a la desigual distribución ecológica, económica y también cultural. Con el objetivo de alcanzar una distribución económica más equitativa los Estados recurren a las políticas de desarrollo. Por ello que esta parte de la investigación se enfoca en las divergentes percepciones de desarrollo que coexisten de manera paralela actualmente en el contexto boliviano. Al respecto, la antropóloga boliviana Sarela Paz señala de manera puntual las constataciones/contradicciones que se evidenciaron a través de la VIII Marcha, permitiendo así entender las principales tensiones existentes en la dimensión económica. Estas claramente giran en torno al modelo de desarrollo económico que se aspira:

La primera constatación/contradicción que mostró la marcha fue los intereses disímiles entre los pueblos indígenas respecto a cómo entender el desarrollo, la segunda (...) que el horizonte económico de modelo extractivo primario exportador no sólo que no había cambiado sino que se había ahondado durante la década en que los bolivianos esperábamos avanzar hacia la industrialización de los hidrocarburos, para convertirnos en algo más que un país que ofrece materias primas en el mercado global. La tercera [...] es que la dimensión política de Estado Plurinacional presenta enormes contradicciones con un modelo extractivo primario exportador, modelo que requiere para sus operaciones productivas fundamentos y bases de un Estado centralista y mono nacionalista. (2011, ideas resaltadas por la autora)

Si bien el modelo de desarrollo y la relación de éste con la naturaleza es tema central de debate en el marco de los conflictos ambientales, en el caso boliviano este tema es especialmente crítico pues Bolivia atravesó por un importante proceso de redefinición de su visión y modelo de desarrollo a través de la Asamblea Constituyente.31 En este escenario se destacó el debate en torno a la relación con la Madre Tierra o Pachamama, formalizándose la visión del Vivir Bien como una propuesta alternativa al desarrollo.32 Éste sugiere una ruptura con la visión antropocentrista y establece a la Pachamama y la armonía con ella en el centro de la discusión. Morales explica:

Vivir bien significa armonía con todo y con todos, entre seres humanos y con nuestra Madre Tierra, implica por tanto trabajar por la dignidad de todas y todos. Hoy en día es más importante todavía saber compartir, saber distribuir la riqueza de manera equitativa. (Discurso de Morales citado en Canessa, 2012: 14).

Vivir Bien surge como expresión de los saberes y valores tradicionales de sociedades indígenas. Cada uno de estos principios ético-morales encierra una particular manera de entender la vida misma. Las ideas referentes al Vivir Bien son denominadas de distintas formas por los pueblos indígenas del país: sumak kawsay (por los pueblos quechuas), suma qamaña (entre los aymaras), ñandereko (entre los guaraníes que se refiere: "para nuestro tener, nuestra tierra o nación"). En el artículo ocho de la Constitución Política del Estado se explica la relación del Estado boliviano con estos principios:

Artículo 8 I. El Estado asume y promueve como principios ético-morales de la sociedad plural: ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas flojo, no seas mentiroso ni seas ladrón), suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida noble).

II. El Estado se sustenta en los valores de unidad, igualdad, inclusión, dignidad, libertad, solidaridad, reciprocidad, respeto, complementariedad, armonía, transparencia, equilibrio, igualdad de oportunidades, equidad social y de género en la participación, bienestar común, responsabilidad, justicia social, distribución y redistribución de los productos y bienes sociales, para vivir bien. (CPE ideas cursivas de la autora).

Como se observa las ideas en torno al Vivir Bien surgen de diversos contextos. Este modelo puede ser útil como plataforma política a la que es posible acceder desde diversas tradiciones y posturas. Floresmilo Simbaña33 plantea al Buen Vivir –como se lo denomina en Ecuador– como alternativa al neoliberalismo. Si bien Simbaña señala que es un concepto en construcción (2011: 220), es importante tener en mente que se basa en vivencias y lógicas de modelos de larga tradición en las economías locales –como el control de pisos ecológicos o la caza, pesca y recolección–. Esto permite entenderlo como un conjunto de ensayos para construir nuevos ordenamientos sociales con base en antecedentes ya existentes (Gudynas, 2011: 51 y Fatheuer, 2011). Sin embargo no se puede negar la complejidad de introducir estas ideas en el marco jurídico y lograr su implementación a nivel nacional.

No obstante, como señala Paz, el conflicto del TIPNIS evidenció la profundización de la economía primaria exportadora. Con ello pareciera que el Vivir Bien fue únicamente una herramienta discursiva-electoral. El conflicto demostró que las fuerzas determinantes del modelo de desarrollo que el país va adoptando van más allá de los procesos políticos locales y responden al orden y las demandas económicas mundiales. En este marco emerge un fenómeno cada vez más visible en la región, el denominado (neo)extractivismo.34

Durante la última década la economía del mundo atravesó un intenso proceso de cambio en términos macroeconómicos, a los que Latinoamérica respondió de forma asombrosa. Esto debido a acuerdos con nuevos socios comerciales y al incremento de precios de las materias primas en el mercado internacional. La CEPAL (2011) asegura que los indicadores de crecimiento de la economía Latinoamericana entre 2010 y 2011 indican un incremento promedio del 6.4%. Este crecimiento se basa en dos pilares centrales: las inversiones y las exportaciones. Del total de las inversiones extranjeras, el 43% ha sido destinado a las materias primas (Gudynas: 2012:130)

A diferencia del extractivismo clásico, las prácticas del neoextractivismo actual se justifican a través de la recaudación de fondos y la redistribución social de los excedentes, que son invertidos en políticas sociales redistributivas para combatir la pobreza,35 emergiendo así los que Gudynas define como los Estados compensadores. Esta estrategia permite legitimar el modelo en el ámbito político y social y a la vez ganar el apoyo electoral y una amplia aceptación de la sociedad, en especial las zonas urbanas (Gudynas, 2012: 134 y Rossell, 2012: 7). Este fenómeno se visibiliza principalmente en países con gobiernos denominados de izquierda progresista.36 El caso boliviano es un claro ejemplo, al haber ahondado37 la explotación de materias primas (minerales y gas natural) y a la vez intentando ampliar ésta a nuevos productos como el litio. La primera gestión de Morales se desarrolló en un contexto inusualmente propicio para el mercado de las materias primas y recursos energéticos.38 Este favorable escenario conllevó a un giro de las políticas de desarrollo económico en la segunda gestión (a partir de 2009). Estas políticas plantean orientarse a un desarrollo industrial,39 mediante el endeudamiento gubernamental. Sin embargo esto no se ha alcanzado por lo que la economía continúa reproduciendo el papel tradicional de país exportador de materias primas e importador de manufacturas (Fernández, 2012: 141, Rossell, 2012).

En Bolivia 18.6 % de la población se beneficia de los bonos provenientes de los excedentes, siendo éstos "instrumentos simples y directos" alcanzando amplia cobertura (Gudynas, 2012: 138). Más allá de las críticas que puede haber en torno a los bonos, no se puede olvidar que hasta la aparición de los mismos, la población boliviana contaba con una débil –e incluso inexistente– atención en el ámbito de seguridad social. No obstante las políticas compensadoras en el marco del neoextractivismo comprenden altos riesgos. En la siguiente cita Gudynas advierte claramente sobre el círculo vicioso que conllevan éstas:

Estos programas pueden financiarse, en buena medida gracias a los altos precios de los commodities exportados. Y ello genera a su turno un fuerte incentivo para promover nuevos proyectos extractivistas. Surge así un círculo vicioso: los planes contra la pobreza requieren nuevos proyectos extractivistas, y éstos a su vez generan nuevos impactos sociales y ambientales, que requerirán futuras compensaciones (Gudynas, 2012: 138).

En este círculo vicioso las "compensaciones económicas" se transforman en parches inmediatistas que, a mediano y largo plazo, generan nueva pobreza y desigualdad, no permiten subsanar los daños ambientales, ni tampoco alcanzar proyectos de desarrollo de largo aliento en el ámbito social.

Sin embargo incluso en el ámbito internacional, la CEPAL y otras organizaciones internacionales40 instan a aprovechar la actual bonanza de las materias primas, olvidando su histórica lucha por promover la diversificación de productos (Gudynas, 2012: 143).

La "reprimarización de la economía latinoamericana"41 dispone de manera irresponsable los recursos naturales generando nuevas asimetrías económicas, políticas y ambientales respecto a los países del Norte. "Opciones políticas y civilizatorias" reconfiguran los territorios y las realidades produciendo nuevas dependencias. La especialización mono-productiva, la concentración de capital en pocas manos y el fortalecimiento de enclaves de exportación, son algunas de las consecuencias, ya históricamente criticadas por el marxismo y otras corrientes de pensamiento crítico (Svampa, 2011: 186). Latinoamérica prevalece por lo tanto, como proveedora de materias primas –ya no sólo para Europa, sino ahora también para Asia–, ahondando las dependencias de las economías en torno a la mono-exportación de materias primas.

Gudynas, Acosta, Svampa y otros autores, advierten que el modelo de desarrollo neoextractivista tiene un fuerte impacto sobre el territorio. El Estado presta particular atención a zonas desatendidas, poco pobladas, pero a la vez ricas en recursos naturales. Se impone así una nueva geografía que tiene en la mira los bloques de concesión petrolera o licencias mineras que desplazan a las comunidades locales –en la mayoría de los casos grupos indígenas–, anulando así los circuitos productivos y generando un despojo neocolonial de los territorios ancestrales anteriormente limitados a los pueblos indígenas (Gudynas, 2012: 135; Soto, Komandina y Regalski, 2012: 181).

Si bien a primera vista pareciera que el análisis del neoextracctismo se aleja del estudio de caso del presente trabajo, el comprender el origen de las políticas neoextractivistas es imprescindible para entender la necesidad y consecuente insistencia gubernamental en la construcción de la carretera. En este punto es importante resaltar que la elaboración de la vía posibilitará ampliar las capacidades de extracción al facilitar el acceso a dos concesiones petroleras.42 Lo que demuestra que no se trata de un caso aislado y al mismo tiempo advierte que este tipo de confrontación acontece más seguido en diversos focos del país.43

b. La dimensión cultural

Reflexionar acerca de las relaciones posibles entre la cultura y el territorio es central en el marco de análisis de la dimensión cultural. Estas relaciones pueden establecerse de diversas formas. El territorio puede ser un espacio de inscripción cultural, marcado por las huellas de la historia, la cultura y el trabajo humano. Por consecuente los denominados bienes ambientales (áreas protegidas, los paisajes rurales o urbanos, en sí una amplia gama de escenarios naturales donde se percibe la influencia del hombre) deben considerase bienes culturales también –como formas materializadas de la cultura–. El territorio se traduce también en un marco de área de existencia y distribución de instituciones y prácticas no sólo localizadas, sino también definidas por el medio en el que se desenvuelven. Este espacio puede ser apropiado de forma subjetiva como un espacio de apego afectivo, un objeto de representación y un símbolo de pertenencia socio-territorial (Giménez, 1999: 33-34).

Con esto hemos pasado de una realidad territorial "externa" culturalmente marcada a una realidad territorial "interna" e invisible, resultante de la "filtración" subjetiva de la primera, con la cual coexiste (ibíd.)

Las diferentes formas de relación se harán visibles a continuación. Primero se enfocará el análisis a las dos culturas que conviven en el mismo territorio con divergentes lógicas. Posteriormente se analizará la VIII Marcha como un movimiento y expresión sociocultural con claras raíces en su identidad histórica. Finalmente a través de los testimonios de actores del movimiento indígena se hará visible la relación de apego y pertenencia a su territorio: el TIPNIS.

El informe de Evaluación Ambiental Estratégica de la carretera del TIPNIS elaborado por el SERNAP44 advierte que en la región se identifican dos lógicas de desarrollo que expresan visiones indígenas distintas: Por un lado aquella asociada a la economía étnica amazónica de las comunidades moxeñas, yuracarés y tsimánes y basada en el acceso, uso y aprovechamiento del bosque de manera colectiva bajo una lógica de subsistencia que incluye iniciativas económicas comunitarias de aprovechamiento sostenible de los bienes del bosque con fines comerciales (en coordinación con el SERNAP, ver mapa p. 112). Por el otro lado, está la lógica de desarrollo impulsada por los cocaleros que se basa en un modelo de acceso, uso y aprovechamiento de la tierra y los recursos naturales de forma individual. Ésta identifica al bosque como recurso convertible a tierra cultivable para la hoja de coca —destinada exclusivamente a la comercialización—, lo que supone una acelerada dinámica de ampliación de la frontera agrícola y la deforestación en áreas de bosque tropical (Paz, 2011: 4-8). Cada uno de estos modelos es producto de distintos procesos históricos.

En los últimos años en la zona Sur del Parque ha sido notable el aumentado de cultivos de coca pertenecientes a las federaciones de "colonos" cocaleros –a las que el presidente Morales pertenece y que preside como dirigente máximo desde la década del 90 (Paz: 2011: 10-11)–. Este es un conflicto de largo aliento,45 que desde hace varias décadas viene generando un proceso de transformación multidimensional. En el área sur ambas lógicas coexisten de manera estrecha. Sin embargo, en ellas se ha observado que los indígenas del lugar terminan por trabajar como jornaleros para los productores de coca, alterando así sus dinámicas tradicionales culturales y económicas, en gran medida por la disminución de sus recursos naturales generada por los mismos colonos. Ante estas profundas diferencias culturales –ecológicas y económicas– la aproximación hacia el proyecto carretero conlleva posiciones e interpretaciones divergentes entre ambos grupos. La construcción de la carretera facilitaría el acceso de las comunidades –sobre todo cocaleras–, a importantes centros urbanos y comerciales como Beni y Cochabamba. Para los cocaleros el proyecto se traduce en la posibilidad de un mejor acceso a sus plantaciones y nuevas áreas de expansión de cultivo. Contrariamente, para los pueblos indígenas se entiende como una amenaza a su hábitat y su sobrevivencia.

... el ingreso de los cocaleros y ganaderos implicará la extinción cultural de las tres etnias. Se estima que con la carretera el TIPNIS como área protegida desaparecerá en diez años ("Resolución de la III Comisión Nacional, 2011", en: Fund. Tierra, 2012: 212).

El avasallamiento del territorio de los pueblos indígenas de la región no es un fenómeno nuevo. Las movilizaciones en rechazo a esta situación se desarrollaron desde el periodo colonial y se han constituido en uno de los pilares de la identidad histórica de los pueblos de la región. Un acercamiento a éstas permite entender elementos centrales de los valores culturales actuales. Los movimientos milenaristas en Búsqueda de la Loma Santa fueron la respuesta de los pueblos –principalmente del moxeño– ante la amenaza de sus territorios.

Este movimiento (...) conduce a una radical ruptura cultural y espacial con el mundo criollo mestizo, pretende recuperar el orden interno de la sociedad moxeña alterado por el impacto colonial traduciéndose en intensos procesos de revitalización cultural (Lehm, 1999: 13).

La aspiración colectiva en torno a la Búsqueda de la Loma Santa es una amalgama de las diferentes corrientes religiosas presentes en la región, que fundamentalmente son "la cristiana, introducida a través de la misiones jesuitas; La guaraní en relación a la Tierra sin mal y finalmente la religión moxeña pre-colonial" (Lehm,1999: 132). El trabajo de Lehm explica el significado cultural de la Marcha Indígena de 1990 adentrándose en la tradición ideológica milenarista que buscaba proteger los espacios sagrados (1999: 11, 46, 126). Lo propio se identifica en la VIII Marcha Indígena. Si bien ambas fueron resultado de experiencias organizativas con diversos sistemas culturales, el movimiento milenarista puede ser entendido como su sustento ideológico (ibíd: 126).

Actualmente los indígenas reconocen la urgencia de defender y conservar la "casa grande" –como denominan ellos su territorio–. Esta metáfora no se limita al espacio, sino que engloba la vida y los recursos que conviven en armonía en él. El territorio y la territorialidad representan para estos pueblos la esencia de su identidad y su historia; siendo ambos elemento sagrado por el que se ha luchado a lo largo de varios siglos. La conservación y cuidado del territorio garantiza la existencia de las futuras generaciones. Esto se refleja en los siguientes testimonios:

Yenny Suárez (Presidenta del Comité Político de la VIII Marcha): "Quiero dejar a mis hijas un territorio para evitar que mendiguen" (Fund Tierra, 2012: 88).

Antonio Soto (indígena Chani Chana):

Que no digan después nuestros hijos que nunca hicimos nada por ellos. Estamos en la lucha hasta el final para dejarles por lo menos tierras con títulos para que ellos puedan trabajar, puedan permanecer ahí y no ser expulsados de las tierras donde han nacido (ibíd: 114).

Los marchistas explican que su levantamiento responde a la desobediencia del gobierno con lo establecido en la Constitución y la normativa ambiental. Es por eso que reclaman que se respete la Ley 180 y piden coherencia respecto al discurso de la Madre Tierra:

El discurso que el gobierno actual ha mantenido sobre la madre tierra, se contradice totalmente al momento de ser el mayor impulsor de tramo carretero TIPNIS, dejando totalmente de lado el respeto hacia los pueblos indígenas y la madre tierra ("Resolución de la III Comisión Nacional, 2011" en: Fund. Tierra, 2012: 212).

Adolfo Moye (ex presidente de la central TIPNIS):

Esta marcha es justamente el resultado de la "no obediencia" del gobierno ante nuestras demandas por la defensa del territorio y nuestros derechos. El gobierno demostró que nunca defendió nuestros derechos territoriales. Todo lo que dijo fue para ganar nuestro apoyo en 2005 y aun así nunca hemos tenido apoyo de nuestro gobierno (ibíd: 97).

Un elemento singular de este conflicto es la profunda decepción que manifestaron los indígenas en torno a la figura del presidente Evo Morales. Fernando Vargas, presidente de la Subcentral TIPNIS explica las peticiones del movimiento:

Estamos demandando al gobierno nacional del Estado Plurinacional el respeto a la vida los pueblos indígenas que estamos ahí viviendo. No podemos entender nosotros que en un gobierno indígena se estén violando derechos indígenas. El TIPNIS, el territorio, es una casa grande donde están viviendo tres pueblos indígenas, tres nacionalidades reconocidos constitucionalmente. No puede el ser destruiros, este territorio, esta casa grande, porque también nosotros dejamos de existir, desaparecemos como pueblos (Programa Radial Somos Sur en Memoria histórica (versión digital) nov 2011: min: 13:30 -15).

La confianza depositada en este líder no estuvo ligada únicamente a una afinidad electoral, sino mucho más a la auto-identificación de los pueblos con un hermano indígena. Esto se refleja en el testimonio de Yenny Suárez (Presidenta del Comité Político de la VIII Marcha):

Pensábamos que con este gobierno indígena todo iba a cambiar, así como él [Evo Morales] dice que gobierna obedeciendo al pueblo, nosotros vemos que es todo lo contrario, creo que es nomás presidente de los cocaleros (Fund Tierra, 2012: 88).

La intensa campaña de desprestigio y la violenta intervención policial no sólo ahondaron la sensación de decepción y rechazo hacia Morales y hacia el MAS, sino también pusieron en duda el reconocimiento por parte del gobierno a lo que fueron las luchas de los últimos 20 años que posibilitaron el denominado proceso de cambio.

Don Ernesto Noe Tamo (líder moxeño de la Marcha de 1990) compara el contexto actual con el de hace 20 años y lamenta las acusaciones por parte del gobierno:

Es un contraste muy grande, porque después de más de 20 años creo que el gobierno está perifoneando por todo Bolivia y el mundo que somos antisociales, que somos enemigos del progreso, que no queremos carretera y está diciendo cosas que no son ciertas; miente el gobierno y todos sus ministros cuando dicen que nos damos el lujo de oponernos a la construcción de la carretera. Esto es falso, nosotros queremos carretera le hemos dicho al gobierno y sus ministros que no cruce el TIPNIS porque se destruirá nuestro hábitat. Ya sabemos lo que nos va a venir, se va a entrar la colonización, y ellos no siembran yuca o plátano, sino coca. Nuestros hermanos tienen su patrimonio ahí, aprovechan de manera racional los recursos; son los colonos quienes se llevan la madera, no nosotros como nos acusa el gobierno (Fund. Tierra, 2012: 212).

Estos puntos nos abren una pequeña rendija a la dimensión cultural del conflicto, que demuestra que no sólo es un movimiento en medio de un conflicto ambiental, sino que se trata de una lucha por su sobrevivencia cultural. Astrid Ulloa asegura: "las acciones ambientales y los procesos de construcción de identidad de los movimientos indígenas son considerados factores que inciden en la política cultural dominante." (2004: 5) De esta forma este conflicto ha obligado a los pueblos del TIPNIS a fortalecer su identidad para enfrentar al Estado, repensando así su relación con éste y trabajando en nuevas estrategias para su autonomía.46

 

5. Conclusión

El trabajo ha expuesto y analizado el caso del TIPNIS como un ejemplo de conflicto ambiental guiándose por el marco sugerido por Arturo Escobar. Se ha podido observar que éste abre en sí una amplia gama de debates y tensiones tanto de orden local como aquellos resultantes de macro-estructuras mundiales. Ha sido posible aproximarse, ordenar y entender a un conflicto muy complejo que involucra a diversos procesos, intereses y actores ubicando los debates y discursos internos en marcos de desenvolvimiento ecológico, económico y cultural. Éste es un primer paso que permite tener una visión más clara de lo que realmente está en debate. El entrelazamiento de la dimensiones se visibiliza cuando se comprende que el proyecto carretero se traduce para el gobierno y los cocaleros en un beneficio principalmente económico, mientras que para los pueblos con derechos ancestrales sobre el territorio, se traduce en una amenaza a su "casa grande", fuente de su subsistencia económica y escenario imprescindible para su desenvolvimiento cultural. Aproximarse al conflicto tomando en cuenta aspectos únicamente medio ambientales, económicos o culturales, sin tener una mirada sensible a la triple transformación simultánea, impide descifrar la complejidad del mismo. El plantear soluciones de carácter unidimensional es un acto de poder que conduce a la negación del entrelazamiento y la interdependencia de las diferentes variables. Es por ello que para la búsqueda de soluciones pertinentes es necesario contemplar la integridad del problema y hacer un balance sobre los costos y beneficios tomando en cuenta cada una de las dimensiones en juego.

Si bien el trabajo se enfocó a describir el trasfondo histórico, para entender a los diferentes actores e intereses, estudió los modelos de desarrollo y la relación de tensión entre ellos. Y finalmente se adentró en el análisis cultural aproximándose principalmente al posicionamiento y la mirada de los pueblos indígenas de tierras bajas. Existen varios temas importantes que requieren ser profundizados en futuras investigaciones, como son: las implicancias de la expansión de las plantaciones de coca en el marco del narcotráfico; el rol de las mujeres como líderes y organizadoras de las movilizaciones de protesta; el desarrollo de Consulta Post como un nuevo escenario de resistencia; la pobreza que azota a gran parte de los pueblos amazónicos y el debate sobre cómo, con qué herramientas y quién tendrá la potestad de decidir respecto el acceso a los recursos naturales en el futuro.

El ejemplo del TIPNIS no es un caso marginal, es una muestra de un debate mucho más amplio que afecta a la mayoría de los países ricos en recursos naturales. La lucha en relación al acceso a la tierra, el territorio y los recursos fue desde hace siglos un escenario problemático, sin embargo la actual crisis energética está generando un notable incremento de conflictos de este carácter (Gudynas, 2011c: 266-270 y Escobar, 2006: 6). Las propuestas de "desarrollo alternativo" han demostrado no ser suficientes, sino que se debe pensar en estrategias alternativas al desarrollo (Lang & Mokrani, 2011). El Vivir bien, como un conjunto de ideas que emergen de aportes de los pueblos indígenas y actualmente se debaten en un contexto intercultural, cobija planteamientos alternativos al desarrollo. A diferencia del concepto lineal de desarrollo –atado la concepción de modernidad eurocéntrica–, el Vivir Bien se plantea con un carácter filosófico-político que nace del diálogo de saberes locales, reconoce los valores culturales y la fragilidad de la naturaleza. Sin embargo, como el trabajo ha mostrado, el Estado boliviano aún carece de las herramientas e instituciones necesarias para implementarlo como política de Estado.

El conflicto es aún inconcluso y tras la Consulta han emergido nuevas tensiones. Hoy existen dos versiones de informes de la consulta: la del gobierno y la elaborada por la Asamblea permanente de Derechos Humanos de Bolivia, la Federación Internacional de Asambleas de Derechos Humanos y Caritas; que a pedido de los indígenas hicieron una especie de auditoría social de la consulta, debido a las múltiples irregularidades que se presentaron.47 Las tensiones evidencian que la legalidad y legitimidad de ésta aún continúa en debate. Con seguridad este conflicto continuará siendo estudiado y discutido –tanto desde la academia, como desde la esfera política–. Claro está que lo que resulte del mismo será definitivo para el desenvolvimiento del proyecto de nación que tiene lugar en Bolivia.

 

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Material de audio, video y fotografías

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Radio Fides (26.09.2012): Gobierno dice que el Ministerio Público ordenó "evacuación" de los marchistas (Video de la Conferencia de Prensa posterior a la intervención policial) http://www.radiofides.com/noticia/seguridad/Gobierno_dice_que_el_Ministerio_Publico_ordeno_evacuacion_de_los_marchistas (Último acceso 25.08.2012).         [ Links ]

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Fides internet (19.10.2011): "Marcha indígenas arribo a La Paz" (Video) http://www.youtube.com/watch?v=jRWk-IJBTj0&feature=related (Último acceso 25.08.2012)        [ Links ]

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Somos Sur (12.06.2011): "TIPNIS: Testimonios en audio desde la SELVA" http://www.somossur.net/index.php?option=com_content&view=article&id=718:tipnnis-testimonios&catid=89:defendamos-el-isiboro-secure&Itemid=110 (Último acceso 25.08.2012).         [ Links ]

V7 Inter- Televisión Argentina (01.10.2011): Marcha Indígena en Bolivia (Reportaje y opinión de Pablo Stefanoni) http://www.youtube.com/watch?v=BHCYbrfxAEQ (Último acceso 23.08.2012).         [ Links ]

 

NOTAS

1 "¿Quién sabía hace veinte años que Bolivia era un país amazónico? En esos tiempos, los departamentos del Beni y de Pando eran considerados como la trastienda del país, con el cliché de un reservorio de recursos naturales, sin gente o con algunos pobladores fuera del tiempo. Del norte de La Paz no se sabía casi nada, y el Chapare cochabambino era identificado con el narcotráfico. Sin embargo, la histórica Marcha Indígena por el Territorio y la Dignidad, llevada a cabo a mediados de 1990 por el empeño de las organizaciones indígenas del Beni, obligó al país a abrir los ojos ante la realidad: la presencia de población indígena, con reivindicaciones territoriales sobre un espacio para ella vital." (Lema 1997: introducción).

2 El año 2011 inició sobre un escenario de tensión como resultado del "gasolinazo". El descontento generalizado obligó al gobierno a revertir por primera vez una medida de manera contundente. En medio de este escenario explotó el conflicto del TIPNIS; que se transformó en un conflicto de amplio debate (Ver: Rosell, 2012).

3 Es concebida como un marco interdisciplinario con aportes teóricos múltiples. Anthony Bebbington explica que la ecología política emergió y se desenvolvió: "bajo la noción de no ser una teoría sino un espacio de reflexión y análisis, definido en gran medida por su propia historia" (2007: 26). Responde a interrogantes en torno a la relación entre el medio ambiente, el desarrollo, los movimientos sociales, la naturaleza, la cultura, etc. Las consecuencias de los conflictos de una distribución ecológica desigual se ven reflejados en la lucha por la protección de bosques, ríos, biodiversidad, etc. (Alimonda, 2010: 86). A lo largo del trabajo se profundizarán algunos aspectos de esta corriente.

4 El estudio de discursos, prácticas y consecuencias sociales en torno al concepto de desarrollo son entendidos como una subdisciplina de la antropología. Desde 1980 ésta atrajo a muchos antropólogos. Sin embargo el interés por los procesos de cambios culturales relacionados con el colonialismo, la incorporación de sociedades tradicionales en la economía de mercado o la adopción de nuevas tecnologías ha sido tema de interés de la disciplina desde su origen. No obstante en el marco de los proyectos de desarrollo hubo antropólogos utilizados como catalizadores de un proceso de cambio dirigido. En consecuencia se prefirió diferenciar entre: la antropología del desarrollo, aquella que estudia el desarrollo como un fenómeno sociocultural y en general muestra crítica a la imposición de éste. Y la antropología para el desarrollo ligada al trabajo de las instituciones en el marco del diseño, evaluación o asesoramientos de proyectos.

5 Alberto Costa, Eduardo Gudynas, Edgardo Lander, Maristela Svampa, Raul Prada y otros académicos latinoamericanos que han conformado el Grupo Permanente de Trabajo sobre Alternativas al Desarrollo. Ellos han analizado y debatido el Vivir Bien, actualmente investigan las consecuencias del Neoextractivismo, en la compilación: "Más allá del Desarrollo" (2011).

6 Por distribución ecológica se entienden: "los patrones sociales, espaciales y temporales de acceso a los beneficios obtenibles de los recursos naturales y a los servicios proporcionados por el ambiente como un sistema de soporte de vida" (Martínez, 2004: 104). Esta visión coincide con los principios de la economía política clásica –en torno a los conflictos de distribución de riqueza y recursos–, desplazando su aplicación al marco de la ecología.

7 Si bien la aspiración de alcanzar la modernidad es evidente desde fines del siglo XIX. En 1950, la teoría de la modernización plantea aportes teóricos respecto al desarrollo enfocados principalmente al crecimiento económico (Escobar, 2006: 199). La denominada economía del desarrollo se popularizó después de la Segunda Guerra mundial, planteando un mundo compuesto por países desarrollados y subdesarrollados, donde los últimos podrían alcanzar el estado de los primeros a través de la modernización, limitándose el concepto de desarrollo a un proceso lineal de evolución económica: "La teoría de la modernización inauguró un periodo de certezas en las mentes de las mayorías de la élites del mundo" (ibíd. 195). Certezas que dejaban de lado posibilidad de imaginar modernidades que contemplen la diversidad de culturas, prácticas y creencias del resto del mundo.

8 En este texto se entiende el término ecosistema como "una comunidad de seres cuyos procesos vitales se desarrollan entre sí y (...) en función de los factores físicos de un mismo ambiente" (Diccionario de la Real Academia Española http://lema.rae.es/drae/ último acceso: 28.08.2012).

9 La colonialidad de la naturaleza implica la imposición de un manejo y relación con la tierra ajeno a las costumbres indígenas ignorando así el valor y significado cultural asociados con la tierra: "...la capacidad del hombre europeo para dominar y manipular (mediante la ciencia y la tecnología) a su antojo a la naturaleza: una naturaleza desacralizada y desencantada, despojada de connotaciones morales que la envolvían hasta ese momento [la colonización], y convertida en mero objeto de experimentación o en un objeto susceptible de ser tratada según las reglas del cálculo económico utilitarista" (Viola, 2000: 13). Esto demuestra claramente las divergentes percepciones en torno a cómo es posible entender y relacionarse con la naturaleza.

10 "... en el caso americano la naturaleza fue subvalorada a tal punto que los colonizadores destruyeron su biodiversidad para implantar monocultivos de especies exóticas para exportación. [...] Es un ejemplo extremo de lo que Polanyi refería como la utopía de la transformación de la naturaleza en tierra. Ese sólo gesto originario ya define las características de la colonialidad de la naturaleza americana que continua repitiéndose en el siglo XXI con la expansión de monocultivos de soja y agrocombustibles." (Alimonda, 2009: 88).

11 El gobierno supone que el proyecto carretero otorgará mejores condiciones de intercambio entre los centros económicos, aportando así también a la expansión productiva y comercial. (La Patria 24.08.2011 http://www.lapatriaenlinea.com/?nota=80007 último acceso: 10.08.2012) Sin embargo no se contempla el rol que pueda tener la expansión de mercancías brasileras, en el debilitamiento de la frágil industria y pequeña industria nacional.

12 El gobierno de Morales enfrentó al conflicto únicamente como un tema político: acusando a los dirigentes de haberse aliado con la embajada de Estados Unidos (El Día, 22.08.2011). Spots publicitarios en la cadena de televisión estatal buscaron descalificar la protesta y el Presidente Morales criticó las movilizaciones: "Cuando queremos construir caminos algunas organizaciones no quieren que lo hagamos [...] yo no puedo entender que algunos dirigentes de los pueblos de la Amazonia se opongan a este desarrollo que requiere el pueblo boliviano" Testimonio de Morales (Loh: Programa Radial Somos Sur en Memoria histórica (versión digital) nov 2011, min: 23).

13 La reforma agraria, resultante de la Revolución de 1952 significó para la región, la consolidación de las estancias ganaderas y la colonización impulsada por el Estado de determinadas zonas por parte de migrantes andinos hacia la región de Chapare y parte del TIPNIS (Fund. Tierra, 2011a: 179 y Canedo, 2011: 96).

14 El desplome de los precios de los minerales en el mercado internacional provocó una crisis sin precedentes la economía boliviana caracterizada por la mono exportación de minerales. Frente a ello el entonces gobierno de Víctor Paz Estensoro despidió a los trabajadores de las minas estatales y fomentó las exportaciones de productos no tradicionales, provenientes de las tierras bajas del país. Ambas políticas generaron un creciente flujo migratorio hacia las tierras bajas del país, la consecuencia fue el incremento de la presión sobre los recursos naturales y las tierras, tanto por parte de población colona —procedente de las minas y comunidades andinas empobrecidas—, como de los empresarios madereros, ganaderos y agroindustriales (Mesa, Gisbert, et al. 2008: 580-584).

15 A partir de petición en la Asambleas Constituyente este grupo es denominado comunidades interculturales, diferenciándose de lo "indígena originario campesino" y dejando de lado el término de "colonizadores", que tiene una carga histórica negativa.

16 Ernesto Noe Tamo (líder Moxeño de la marcha de 1990): "En 1990 los militares nos querían reprimir, pero mucha gente nos apoyaba y recuerdo que don Jaime Paz Zamora era un hombre crudo, porque todos nuestros pedidos los consideraba. Las empresas forestales, los ganaderos nos humillaban (...) Optamos por la marcha porque así podríamos recuperar nuestros territorios (...) Nos amenazaron en la marcha diciéndonos que nos iban a matar [los grandes señores con dinero y poder político], que pedíamos una cosa insólita que era en contra de la Constitución Política del Estado, nosotros no hicimos caso y decidimos nomás marchar". (Fund. Tierra, 2012: 212).

17 Miembro del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR). Esta gestión de gobierno históricamente se define como la segunda de la "era neoliberal" desde el retorno a la democracia en 1985.

18 Estos sucesos tienen lugar en un contexto internacional particular y favorable para las poblaciones indígenas del continente. En el marco de la conmemoración de los 500 años de la Conquista la década de los 90's obligó a los Estados locales –con cierta presión de instancias internacionales como la OIT a través del Convenio 169- a encarar las realidades de las poblaciones indígenas en las agendas nacionales. El Convenio Sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes 1989 fue aprobado en Bolivia el 27 de Junio de 1990 y ratificado el 11 de Julio de 1991 por la Ley N° 1257. Este documento constituye hasta el día de hoy uno de los más importantes sobre el reconocimiento jurídico de los derechos de los pueblos indígenas, y su contenido ha sido recogido y jerarquizado por la nueva CPE aprobada en el año 2009 en el país.

19 El presidente Morales habló del fin de la República y del Estado Colonial al reconocer la Nueva Constitución Política del Estado a Bolivia como Estado Plurinacional: "[...] muere un Estado que permitió el saqueo permanente de los recursos naturales de esta noble tierra, un Estado colonial disciplinador, un Estado colonial que siempre nos ha visto a los pueblos indígenas como salvajes, como animales, no sé cuánto cambiaremos pero hay que cambiar. El Estado colonial no trae ninguna esperanza al mundo." (Discurso de Morales citado en Canessa: 2012: 14, ver también: http://www.aporrea.org/internacionales/n72540.html último acceso: 20.08.2012).

20 El programa de Integración de la Infraestructura Regional sudamericana fue firmado en el año 2000 —todavía en el marco de los gobiernos neoliberales— propone la realización de 514 proyectos carreteros, hidroeléctricos, gasíferos, portuarios. La iniciativa ha determinado ejes de conexión que coinciden con la mayor concentración de recursos naturales (http://www.iirsa.org última consulta 10.08. 2012 y Soto, Komadina y Regalsky, 2012: 186).

21 Además de los aspectos socioculturales que se profundizaran en el presente trabajo, se sugiere que el proyecto tiene un sobreprecio de 100 millones de dólares y hay dudas acerca de la transparencia de gestión de la empresa constructora brasilera OAS. (Ver Soto Gustavo http://www.ceadesc.org/2011/12/territorio-indigena-y-parque-nacional-isiboro-secure-el-final-de-la-ilusion-y-el-advenimiento-de-lo-nuevo/ última consulta 10.08.2012)

22 En el área se generan más de 6000 mm de precipitación anual, mientras en la región vecina del valle de Cochabamba esta oscila por los 700 mm y en el altiplano ésta puede ser inferior a 400 mm. (Fund.Tierra, 2011: 170-180).

23 Ver: La Patria 24.08.2011 http://www.lapatriaenlinea.com/?nota=80007 último acceso: 10.08.2012.

24 En la Nueva Constitución este término amalgama a varios grupos "Es nación y pueblo indígena originario campesina toda colectividad humana que comparta identidad cultural, idioma, tradición histórica, instituciones, territorialidad y cosmovisión, cuya existencia es anterior a la invasión colonial." (Art. 30 I). Para profundizar el debate de término se recomienda los trabajos de Canessa.

25 (Página Siete 29.09.2011 http://www.paginasiete.bo/2011-09-29/Nacional/Destacados/05Esp01290911.aspx último acceso: 20.08.2012)

26 La Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB) surge a fines de 1980 con el objetivo de articular a todos los pueblos indígenas de las tierras bajas del país que hasta ese entonces se hallaban dispersos y en la mayoría de los casos no organizados. Los últimos 30 años han luchado por la defensa de los derechos indígenas, logrando importantes conquistas legales y políticas, como la Asamblea Constituyente. Actualmente agrupa a todos los pueblos indígenas de tierras bajas, que se dividen en unidades regionales (como la CPEMB, la CPIB, la CIRABO, APG, CIPOAP, CPILP, etc).

27 El Consejo de Marcas y Ayllus del Qollasuyo (CONAMAQ) surge en 1997 con el fin de articular y representar a todos los suyus, markas y ayllus, principalmente altiplánicos, que constituyen los pueblos originarios de  de las tierras altas de Bolivia. Este objetivo que ha sido cumplido, pues hoy engloba a todos ellos desde La Paz, hasta el sur de Potosí.

28 "Yo pienso, estoy convencido, algunos hermanos dirigentes están engañando a sus bases, algunas ONG's y fundaciones están engañando los dirigentes. Tal vez la derecha, tal vez organizaciones internacionales, quieren que Bolivia se quede sin plata... Yo nunca he marchado con apoyo, ahora con carpas, parecen turistas. "El Presidente Morales acusó a los dirigentes y se burló de los marchistas ante los medios de comunicación. (Loh: Programa Radial Somos Sur en Memoria histórica (versión digital) nov. 2011: min: 42-44).

29 María Cecilia Chacón, Ministra de Defensa y Marcos Farfán, Viceministro del Régimen Interior y Policía presentaron su renuncia en señal de desacuerdo con la intervención policial (Fund. Tierra: 2012: 251). A su vez ante la creciente desaprobación social el Ministro de Gobierno, Sacha Llorenti, presentó su renuncia. (Ver: fidesinternet: 27.09.2012 http://www.youtube.com/watch?v=EjdrgDYZYbY último acceso 10.08.2012).

30 Cabe destacar que dichas comunidades cocaleras forman parte de las 6 federaciones cocaleras del trópico cochabambino cuyo máximo dirigente continua siendo el presidente Morales.

31 Si bien el proceso Constituyente se inició el año 2006. Durante este proceso las comunidades indígenas fueron importantes actores y esto se reflejó en una Nueva Constitución que se orienta hacia la descolonización de los diferentes niveles del Estado y la sociedad, el reconocimiento de la preexistencia de los pueblos indígenas (Art. 2), la revalorización de los saberes, prácticas y valores culturales y el cuidado ambiental y equilibrio con la Madre Tierra.

32 Los desarrollos alternativos se los entienden como alternativas de "rectificación, reparación o modificación del desarrollo contemporáneo", mientras que las alternativas al desarrollo van más allá y pretenden crear nuevos marcos conceptuales a la base ideológica del desarrollo tradicional, explorando diversos ordenamientos sociales, económicos y políticos (Gudynas, 2011a: 42).

33 Simbaña es ex dirigente de Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador CONAIE.

34 El término fue sugerido por el uruguayo Eduardo Gudynas, entre sus artículos más recientes respecto al tema se destacan: "Buen vivir: desarrollo y alternativas" (diciembre 2011), "La Izquierda Marrón" (marzo 2012), "Conflictos ambientales frente a la minería" (febrero 2012), "Estado compensador y nuevos extractivismos. Las ambivalencias del progreso sudamericano" (Revista Nueva Sociedad en febrero de 2012).

35 En este ámbito se encuentran los siguientes bonos: A) El Bono Juana Azurduy de Padilla es destinado a las mujeres embarazadas, su pago es fragmentado durante el periodo de embarazo y el post-natal y en total es de apróx Bs. 1800 que representan alrededor de 180 Euros. B) El bono Juancito Pinto para los niños que cursan los primeros ocho años de la escuela, se realiza un pago anual de 200 Bs (apróx. 25 Euros). C) La renta dignidad es para las personas mayores de 60 años y abraca de 1800 a 2400 Bs. (Rosselle: 2012: 7 y http://www.presidencia.gob.bo/bono.php, http://www.microjustice4all.org/web/pdf/AnexosB/6_2.pdf, http://www.presidencia.gob.bo/documentos/bono%20juana%20azurduy.pdf,)

36 Tanto izquierda como progresista abren complejos escenarios de debate, sin embargo en este punto se comparte la posición de Gudynas, quién sugiere: "aceptar la autodefinición de 'izquierda' o 'progresistas' por los propios gobiernos, sin evaluar su pertinencia. En este conjunto se incluyen las administraciones de Néstor Kirchner y Cristina Fernández en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff en Brasil; Rafael Correa en Ecuador, Tabaré Vásquez y José Mujica en Uruguay y Hugo Chávez en Venezuela" (Gudynas, 2012: 130).

37 Actualmente el 85% de las exportaciones de Bolivia, son de materias primas. Hace 15 años ese porcentaje era del 50%. (Página siete 4.06.2012 http://paginasiete.bo/2012-06-03/Nacional/Destacados/04-05entrevista-001-0603.aspx último acceso 15.08.2012)

38 Entre los años 2003 y 2008 hubo un alza de más de 200% en los precios de los minerales exportados y de un 65% del gas natural licuado, esto conllevó a superávits externos y fiscales (Rossell, 2012:7) teniendo repercusiones macroeconómicas positivas. Sin embargo no ocurrió lo mismo en el marco microeconómico.

39 El Programa de Gobierno del MAS- IPSP 2010-2015 por una Bolivia Líder, promete que el país dejará de depender de las exportaciones de materia prima a partir de un Gran Salto Industrial y la Gran Revolución Vial. La Nueva Constitución también se establece la necesidad de un desarrollo industrial, sin embargo se subraya que éste debe ser de carácter sostenible en el marco del Vivir Bien.

40 Enrique García presidente de la CAF alienta el modelo de explotación de materias primas actual: "Lo positivo es que esta situación de buenos precios nos está permitiendo alentar una plataforma distinta, en la que podamos financiar una transformación productiva, que es imprescindible (...) No hay que satanizar a los recursos naturales, el asunto es cómo usarlos mejor. Lo que no debemos hacer es que la "bendición" de tener materias primas se convierta en una "maldición". Un problema adicional de las materias primas es que son áreas que no son intensivas en uso de mano de obra y, por lo tanto, no generan tanto empleo como otros sectores." Página Siete 02.06.2012 http://paginasiete.bo/2012-06-03/Nacional/Destacados/04-05entrevista-001-0603.aspx

41 En este marco Bolivia, Ecuador y Perú tuvieron a lo largo de su historia una tradición extractiva, que actualmente se está profundizando. Sin embargo la tendencia de reprimarización afecta también a países como Argentina y Brasil caracterizados por tener economías más diversas que en los últimos años se están centrando en la agroindustria. (Svampa: 2011:186).

42 Otorgadas para la exploración a Repsol y a BHP Petroleum Bolivia (Albó: 2012: 23), desconociendo la normativa ambiental e ignorando la decisión conjunta entre el Servicio Nacional del Áreas Protegidas y las Organizaciones indígenas del TIPNIS que determinan en el marco del Plan Estratégico de Gestión de 2001 que en el territorio no podrá haber actividades petrolíferas (Paz, 2011: 13-15). Hasta el momento no ha habido grandes actividades en estas concesiones, sin embargo la carretera, facilitaría el acceso a ellas.

43 Para mayor información revisar: "Evismo, el mejor operador de la globalización capitalista de siglo 21" (Soto, Komadina y Regalsky en: La mascarada del poder (2012) págs. 180-200)) y Crónica de los principales desaciertos socioambientales de los últimos años de Marco Octavio Rivera (2012)). En el último se presentan 30 casos de "proyectos de desarrollo" durante la gestión de Morales y los resultantes costos ambientales. Gran parte de los conflictos tienen lugar en Parques Nacionales y /o Territorios Indígenas, algunos ejemplos: Megarepresa El Bala, Proyecto geotérmico en Laguna Colorada, Exploración petrolera en Luquimuni (al norte de La Paz), en Madidi (en la Amazonía) y Pilón Lajas (en Yungas).

44 Ver: Ministerio de Medio Ambiente y Agua y Servicio Nacional de Áreas Protegidas, 2011: 22-30 y 124-143.

45 El establecimiento de la delimitación del avance de las tierras colonas ha sido tema de tensión durante los últimos 20 años. Ya en 1992 los dirigentes Maricial Fabricano (subcentral TIPNIS) y Evo Morales Ayma (Coordinadora de las seis federaciones de Cocaleros del Chapare) identificaron puntos específicos para delimitar la superficie colonizada del territorio indígena y dos años después establecieron la línea roja en el Polígono 7, como mutuo acuerdo. Esta superficie para la expulsión colona ha ido variando expandiéndose de 92 mil hectáreas a inicios de 1990, hasta 100 mil el 2009. Año en el que hubo violentos enfrentamientos entre los yuracarés y los colonos, debido al avance de más de 800 cocaleros a la zona "de amortiguamiento". Hoy en día existen 52 sindicatos, que dependen de la federación del Trópico de Cochabamba agrupados en ocho centrales, lo que representa unas 20 mil familias (Fund. Tierra, 2011: 271-273). Según el Censo de 2001 en el Parque habitan aproximadamente 9,500 miembros de los grupos indígenas y se calcula que el número de cocaleros alcanza una incluso mayor (ibíd: 174).

46 Fernando Vargas (Presidente de la Subcentral del TIPNIS): "Luego de la marcha volveré a definir nuevas estrategias de cómo encarar la autonomía del TIPNIS, tomando en cuenta que hay que definir una política de gobierno indígena y de desarrollo en el marco de la protección del parque, entonces se tiene que hacer un trabajo muy responsable para que la forma de economía y desarrollo no afecten al área de conservación." (Fund. Tierra, 2012: 81).

47 De acuerdo al informe del Gobierno de las 69 comunidades que debían ser consultadas, 11 no quisieron ser consultadas y las restantes habrían aceptado la carretera. De acuerdo al informe de APDH una alta proporción de comunidades (casi el 50% de la muestra visitada, no fueron ni siquiera visitadas por las comisiones de consulta del gobierno, y como balance final, solo 6 comunidades, de la parte sur del territorio, habrían aceptado la consulta. En estos momentos la APDHB se encuentra preparando el informe final detallada comunidad por comunidad, por tanto aun no es posible dar datos finales.

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