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Cultura y representaciones sociales

versión On-line ISSN 2007-8110

Cultura representaciones soc vol.7 no.13 Ciudad de México sep. 2012

 

Reseña

 

Bruno Baronnet, Mariana Mora Bayo y Richard Stahler-Sholk (coords.), 2011, Luchas "muy otras". Zapatismo y autonomía en las comunidades indígenas de Chiapas, México

 

Maya Lorena Pérez Ruiz

 

UAM-X, CIESAS y UNACH.

 

Objetivo del libro y autores

Los coordinadores del libro Bruno Boronnet, Mariana Mora Bayo y Richard Stahler-Sholk señalan que el objetivo de esta obra es recopilar trabajos realizados entre 2003 y 2007, que analizan las prácticas indígenas de autonomía política en las diferentes zonas de influencia zapatista en Chipas. Prácticas que, desde su perspectiva, "generan una reconceptualización de lo político que emerge desde los espacios de la educación, en los talleres de salud, en las asambleas, en los colectivos de producción de las mujeres y de los hombres..."; y que al ser 'pluriversales' (convivencia de múltiples y diversos proyectos ético-políticos, en diálogo horizontal con los pueblos del mundo), son 'luchas muy otras'; y, en ese sentido, son antihegemónicas y distintas a las dominantes (p.20). Presentan, el libro, como un ejercicio de auto-reflexión crítico colectivo que tiene "como fin investigar y acompañar los procesos de autonomía de las comunidades indígenas zapatistas, y a la vez explorar el papel de la investigación académica en su relación con los movimientos sociales". Esto último, ya que parten del principio de que los investigadores tienen la obligación ética de reconocer su incidencia en procesos sociales de contestación ante el poder dominante. (p. 517). Apuntan, así, a darle un giro a la relación entre la teoría y la acción en los movimientos sociales para no reproducir las relaciones históricas de dominación en la producción y apropiación del conocimiento y orientarse, entonces, hacia procesos descolonizadores de las ciencias sociales. Elaborar nuevas investigaciones, generar procesos de recopilación de 'datos' de forma distinta, y devolver el trabajo en espacios colectivos a los mismos sujetos, que antes fueron objetos pasivos de la investigación, forman parte, ahora, de un proceso de reflexión colectiva para alimentar luchas de transformación social. Avala lo anterior, en su introducción, Pablo González Casanova al expresar que los autores que participan en este libro "logran reconocer que los indios tsotsiles, tseltales, tojolab'ales, ch'oles son 'agentes fundamentales' en la teorización de sus propias experiencias y en el conocimiento práctico de sus teorías sobre las luchas que dan y las organizaciones que construyen"... y "Combinan sus conocimientos con los de los pueblos, y combinan también sus saberes con los de los pueblos" (p.15). De esta forma, a los autores los une la perspectiva de pretender unir la investigación con su compromiso político con el zapatismo chiapaneco, y para ello, buscan la articulación de la discusión académica con problemas epistemológicos y éticos. Siempre en el marco de un ejercicio de producción de conocimiento que, además de estar comprometido con la causa zapatista, sea participativo en tanto involucra como actores a los miembros de las comunidades donde se realizan las investigaciones.

En el capítulo I, se incluyen dos capítulos reflexivos en dónde las experiencias empíricas son los referentes para una propuesta teórica, que cuestiona las formas anteriores de investigación, y proponer un modo diferente de hacer ciencia. Están a cargo de Andrés Aubry y Mariana Mora Bayo. En el Capítulo II, se debate la ciudadanía en las comunidades indígenas, y participan Alejandro Cerda García, Shanon Speed y Neil Harvery. Y los capítulos III, IV y V tienen en común una fuerte base empírica, desde la cual los autores, parten para abonar, cada quién a su manera, a esa nueva manera de conocer y de hacer ciencia. En el dedicado a educación y resistencia participan Bruna Baronnet, Raúl Gutiérrez Narváez y Kathia Núñez Patiño; en los destinados a indagar la salud y la comunidad, participan Ximena Antillón Najlis, Angélica Rico Montoya, Cecilia Santiago Vera y Melissa M. Forbis; y en los destinados a investigar la economía política y los recursos naturales, escriben Richard Stahler-Sholk, Alejandra Aquino y Adriana Gómez Bonilla.

 

Ubicación del libro

Los autores inscriben su libro en el marco de la literatura existente sobre el movimiento zapatista en Chiapas, con la peculiaridad de que pretenden entender los procesos de lucha cotidiana de los actores civiles que "le han apostado a la autonomía y a la autodeterminación de los pueblos, incluyendo a comunidades no-zapatistas", con la intensión de dar cuenta de la relevancia de las demandas de autonomía en las comunidades indígenas y del impacto del zapatismo en su entorno.

Desde una perspectiva de corto plazo, y dentro de un contexto temático, en efecto este libro se inscribe en la corriente de productos de investigación, posteriores al levantamiento armado del EZLN, de enero de 1994, cuyos autores , desde diversas disciplinas y en libros diversos, han tratado de entender el levantamiento zapatista, sus orígenes e impactos locales, regionales y nacionales; y que han buscado dar cuenta de aspectos como: el reparto agrario y la lucha por la tierra antes y después del zapatismo; las organizaciones de mujeres; las organizaciones indígenas y sus luchas por los derechos indígenas y humanos; los municipios autónomos zapatistas y la remunicipalización chiapaneca; la política social y económica de los zapatistas; la educación intercultural bilingüe oficial; la educación autónoma zapatista; los caracoles zapatistas; las iglesias de diversas denominación y su labor en zonas indígenas; la salud y la enfermedad; la migración; la lucha electoral; la influencia de los partidos políticos y los resultados electorales; y de las diferentes dimensiones del zapatismo y sus aliados, entre muchos otros temas; y cuyos autores sería imposible enumerar aquí.

Sin, embargo, ubicado dentro de una perspectiva de más largo alcance, las raíces del libro de Luchas "muy otras" lo hacen partícipe de las tradiciones de investigación y de compromiso político que abrevaron, desde los años sesenta del siglo XX, en los movimientos de descolonización y de liberación nacional en África y América Latina. En los textos y las referencias bibliográficas de algunos de sus autores se reconocen las influencias de los grandes pensadores de la descolonización, como Fals-Borda y Frantz Fanon, así como de los grandes innovadores en las prácticas de la investigación acción y participativa y de la educación popular liberadora, como Pulo Freire; además de que se recuperan las experiencias y principios de los científicos con la investigación-acción y con las prácticas innovadoras y comprometidas desde del feminismo y disciplinas como la psicología social.

Sin embargo, hay que decir que en los trabajos que contiene este libro pasan inadvertidas, o no están presentes, las referencias a autores mexicanos que han abonado a esta línea de reflexión y de acción, por ejemplo, desde la antropología crítica y la antropología comprometida, que durante el siglo XX cuestionaron duramente las políticas indigenistas en México. Hay que recordar que Rodolfo Stavenhagen, desde 1973, publicó un texto llamado "Por una ciencia social crítica, radical y comprometida"; trabajo que, por cierto este investigador recuperó para presentarlo como conferencia magistral en el Tercer Congreso Nacional de Sociología de 2012; en tanto que Guillermo Bonfil, junto con otros antropólogos, impulsaron la "utopía y revolución" indígena en América Latina, con acciones como las reuniones de Barbados que contribuyeron de forma sustantiva: a la identificación del carácter específico de las luchas indígenas; a la formación de dirigentes indígenas, a cuestionar el sentido etnocida de los estados latinoamericanos; así como a construir las opciones autonómicas de los pueblos indígenas. Baste decir que a Guillermo Bonfil, entre otras cosas, se le debe la comprensión de la categoría de indio como de origen colonial, así como la comprensión de las diferencias que existen entre las clases subordinadas y los pueblos colonizados. Y que a Stavenhagen y a Bonfil se les debe la renovación y creación de importantes instituciones mexicanas, como la Dirección General de Culturas Popular y el Museo Nacional de Culturas Populares, desde las cuáles se realizaron importantes experiencias de investigación y acción, en las que participaron directamente los sectores populares, además que desde ellas se formaron jóvenes como promotores culturales comprometidos con sus comunidades, designados por éstas para reflexionar y sistematizar sus conocimientos y analizaran las condiciones sociales y estructurales de sus pueblos, en el marco de prácticas y reflexiones antihegemónicas. No es gratuito, entonces, que en la actualidad tales instituciones hayan dejados sus objetivos contestatarios iniciales para retornar a visiones folclóricas y esencialistas sobre los pueblos indígenas y sus culturas, muy a tono con el giro multiculturalista que se ha impuesto como política cultural hegemónica en el Estado mexicano contemporáneo.

 

Aportaciones del libro

Las aportaciones de esta obra colectiva son muchas y cada estudio en particular merecería un análisis puntual y crítico, tanto de lo que nos aportan, como de los retos que sus autores dejaron para el futuro. De forma general, sin embargo se pueden enunciar cuatro aportaciones fundamentales:

a. Presentan valiosa información sobre la complejidad de los procesos que se han desarrollado en los municipios con experiencias de autonomía zapatista; lo que le permite al lector desmontar mitos y medias verdades ampliamente difundidos, tanto entre los afines como entre los opositores al zapatismo. Lo cual, a la larga, permitirá una mejor comprensión del zapatismo, su historia, su práctica y sus aportaciones a las luchas indígenas, así como a las contiendas encaminadas a transformar los Estados nacionales latinoamericanos (En temas como la ciudadanía, la democracia directa y el control social, entre otros);

b. Recuperan las voces de los actores constructores de tales procesos, que se presentan, en ciertos casos, en oposición a las voces de los actores no zapatistas; lo cual, si bien en una primera instancia, se orienta a explicitar el valor positivo de las prácticas y aportaciones zapatistas, a la larga permitirá también conocer a quienes, por razones diversas, se han opuesto a él;

c. Los capítulos temáticos (ciudadanía, salud mental, economía, medio ambiente), aportan información muy rica sobre aspectos particulares de la vida social en los lugares donde se produce y reproduce la autonomía indígena zapatista, así como sobre las peculiaridades de los acercamientos teóricos y metodológicos empleados de los autores;

d. Y pone en la mesa de discusión, elementos para la construcción de una propuesta, o de un modelo, para realizar investigaciones de nuevo cuño, en las que predomine una forma colectiva y horizontal de construcción del conocimiento, bajo un compromiso social y político de generar un cambio social, en beneficio de los indígenas (pueblos subordinados).

 

La propuesta

Los autores proponen revertir las relaciones de poder entre investigador-investigados, entre el poseedor del conocimiento y el que no conoce, y producir, de este modo, un campo propicio para la confianza, el diálogo, y el intercambio de conocimientos que genere un nuevo conocimiento, orientado a coadyuvar en los procesos de autonomía y de lucha social.

Premisas:

- La convicción de que las perspectivas positivistas de generación del conocimiento, encierran procesos de dominación, exclusión y minusvaloración de otras formas de conocimiento, sobre todo de las que provienen de pueblos y grupos sociales subordinados y explotados:

- La convicción de que los actores sociales son capaces de generar formas de acción colectivas opuestas a la dominación, y encaminadas a su liberación; además de que son capaces de reflexionar sobre ellas, y de generar conocimientos alternativas a las verdades hegemónicas;

- La convicción, de que ante la inexistencia de la objetividad en el conocimiento y la acción social que de ésta se deriva, los científicos sociales deben optar por una práctica comprometida con los procesos antihegemónicos y de liberación de los oprimidos (en este caso los indígenas zapatistas);

- Y la convicción, de que es posible establecer una relación horizontal de diálogo y compromiso, para generar, entre los científicos sociales y los actores, conocimientos y acciones concertadas, bajo compromisos de respeto mutuo y de un proyecto social liberador.

De las premisas a las prácticas a seguir por los investigadores:

- Pedir permiso a las autoridades para entrar en las comunidades;

- Darles a conocer a éstas las propuestas de investigación y poner a su consideración sus objetivos, métodos y procedimientos; y de ser necesario reformularlos, atendiendo a sus observaciones y recomendaciones;

- Elaborar con las autoridades, o con las colectividades-sujetos de investigación, los instrumentos y procedimientos para generar los "datos";

- Elaborar colectivamente, entre los participantes del proceso de investigación, el procesamiento de la información y su interpretación;

- Poner a consideración de las autoridades locales los resultados; y su posible puesta en acción, mediante prácticas que beneficien a la población (talleres, publicaciones, etc.)

- En caso de que de las investigaciones resulten publicaciones, han de entregarse a las autoridades y a la población.

 

Retos y preguntas pendientes

En efecto la historia de las relaciones entre los pueblos indígenas y los detentadores de los conocimientos hegemónicos, hoy llamados científicos, han estado marcadas por la asimetría y por la dominación de éstos últimos, sobre los primeros, produciéndose la destrucción y persecución de los sistemas de conocimiento indígenas. Además de que los pueblos indígenas han sido despojados y expropiados de aquello que, desde los grupos dominantes, se considera redituable; en especial han sido despojados de sus recursos naturales y de los conocimientos necesarios para manejarlos, usufructuarlos y conservarlos, de forma que hasta hoy, los conocimientos expropiados a los pueblos indígenas son traducidos desde los conocimientos científicos, para ser avalados y dotados de riguridad y objetividad.

En ese contexto de relaciones asimétricas y de dominación, es pertinente la búsqueda de nuevas alternativas de relación entre los indígenas y los investigadores, con sus respectivos referentes epistémicos y metodológicos, en un marco de respeto y de horizontalidad entre los diversos actores. Y, en ese sentido, este libro es valioso en la medida en que contiene una propuesta, presenta resultados de acuerdo a ella, y pone sobre la mesa de discusión los objetivos y procedimientos que han seguido los autores para conseguir una relación horizontal entre investigadores y las comunidades indígenas, motivo de la investigación.

Con el fin de avanzar en la búsqueda de nuevas formas de interacción entre académicos y pueblos indígenas, así como entre sistemas de conocimiento y epistemologías diferentes quedan problemas y preguntas por resolverse:

¿Hasta dónde "poner a consideración", por parte del investigador, los temas, objetivos y procedimientos de una investigación es un paliativo de lo que sigue siendo la imposición de la mirada y los intereses del investigador (aún si éste está comprometido con la comunidad y con lo que él cree que es pertinente y necesario para la colectividad) hacia los investigados? O, al contrario, ¿hasta dónde el "poner a consideración" de los líderes y autoridades los métodos, objetivos y resultados de una investigación no se convierte en una forma de inhibir, o hasta censurar al investigador?

¿Dónde está el límite para que "poner a consideración" de las autoridades los resultados de una investigación no se transforme en una "inversión de la dominación" en la que ahora el investigador es quien se subordina?

¿Hasta dónde esa fórmula inhibe lo que tendría que ser un compromiso para emprender conjuntamente un diálogo entre sistemas de conocimiento distintos, sin que medie entre los actores el ejercicio del poder y la censura?

¿Hasta dónde, por tanto, el "poner a consideración" no es una manera de eludir la "construcción" misma del problema de investigación entre investigadores e indígenas, en un diálogo entre perspectivas epistemológicas diversas? ¿No significa eludir el compromiso mutuo de generar condiciones de equidad y de respeto ante "datos" y "verdades" que nos incomodan o que van en contra de nuestras expectativas e intereses?

Preguntas como esas, quedan planteadas para el debate y para que se resuelvan mediante futuras experiencias de investigación, crítica y comprometida. Por lo pronto hay que darle la bienvenida a un libro cómo este que tiene el valor de abrir brecha en un campo en el que queda mucho por explorar.

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