Introducción
En las últimas décadas se está brindando una mayor importancia al sector turístico por su contribución al desarrollo económico. Brida et al. (2011) menciona que entre sus impactos positivos están los relacionados con el ingreso por divisas, su contribución al ingreso privado y público, la generación de empleo, el incentivo a la creación de tecnologías y a la formación de capital humano y las oportunidades de negocio. En este contexto, la Organización Mundial del Turismo (OMT, 2012) estima que tiene una participación cercana a 5% del producto interior bruto (PIB); y genera entre 6% y 7% del total de puestos de trabajo en el mundo. Además, se incrementó 4% de las llegadas de turistas internacionales, hasta alcanzar los 1 035 millones en 2012 (OMT, 2013).
Este desarrollo del sector turístico muestra al turismo como una actividad elitista, al impulsarse a grupos sociales con altos y medianos ingresos; principalmente de los países desarrollados, como Alemania, Estados Unidos de América, Reino Unido, China y la Federación Rusa. Se puede decir, que cuanto mayor es el nivel de desarrollo de un país, mayor es la demanda turística. En América Latina y en especial México, un segmento importante de la población no tiene acceso al ocio, ya que por su condición socioeconómica, su prioridad es la obtención de los alimentos necesarios para el sustento familiar. En el continente latinoamericano, más de 35% de sus habitantes se encontraba en pobreza o indigencia; acentuándose más en la población rural. México, no es ajeno a esta situación, 36.3% y 13.3% de su población era pobre e indigente respectivamente; y en el medio rural la pobreza alcanzaba a 42.9% y la indigencia estaba presente en 21.3% de la población (CEPAL, 2012).
La política turística en México ha tenido cierto éxito económico al fomentar la concentración de la oferta hotelera en ciertas regiones, y ha sido capaz de atraer al turismo extranjero y generar un importante número de divisas al año; pero marginando los derechos sociales de los mexicanos, plasmados en la legislación nacional. Boltvinik y Damián (2003) mencionan que estos derechos son letra muerta y que el único derecho social que tiene vigencia casi plena, es el derecho a la educación básica. El turismo no debe considerarse solo como una actividad económica, debe tener presente el aspecto social; ya que se considera como una dimensión más del desarrollo social, y una expresión de la calidad de vida de las personas (Barbini, 2002); debido a que contribuye a mejorar la calidad de vida de la población, una vez que ésta ha logrado satisfacer sus necesidades de alimentación, vivienda y educación (Acerenza, 2006).
Se puede decir que las formas de organización de la producción -fordista y posfordista- han incidido en la política turística implementada en determinados países; y ha determinado la inclusión o exclusión de los sujetos económicos y sociales que participan en la oferta y demanda turística. Con el triunfo del capitalismo, Amín (2011) menciona que se modificaron las relaciones sociales a favor de la clase obrera; al fomentarse la producción en masa de destinos turísticos estandarizados enfocados al turismo de sol y playa, a bajo precio y con una notable rigidez de la oferta (Donaire 1998 y Enríquez et al., 2012). Se considera que el turismo fordista fue la producción, pero sobre todo el consumo de servicios turísticos, en donde sus productos eran orientados hacia mercados amplios y con escasa segmentación para maximizar el número de visitantes (De la Torre, 1997; (Muñiz, 2001b; Fayos-Solá, 2004).
Esto permitió a una parte de la población asalariada disfrutar de las actividades de ocio, y significó el surgimiento del turismo de masas, entendido como un sistema de producción y consumo masivo, que permitió a la población de las sociedades occidentales acceder a unos niveles de consumo y bienestar hasta entonces impensables (Santana, 2003). El ocio estuvo ligado a la reducción de los horarios, y a las reivindicaciones sociales de los trabajadores. Pasó de ser una necesidad a un derecho laboral. La cantidad de vacaciones pagadas aumentó a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial, en el caso de los obreros, como media el periodo de vacaciones pasó de 2 semanas en 1951 a 4-5 semanas en 1999 y la jornada laboral a la semana en la Unión Europea (UE), en 1992 en promedio era de 37.2 h y disminuyó a 32.8 h en 1996 (Tribe, 1999). El turismo social, se define como el movimiento turístico de personas, con escasos medios económicos para pagar los gastos de viaje y estadía; y que busca facilitar su acceso a personas desfavorecidas por razones, económicas y sociales (Cooper et al., 1997; López, 1999; Fayo-Solá, 2004). Molina y Cánoves, 2010). Bajo este modelo, se excluyó a la gente que no tiene un contrato salarial con alguna empresa, como los campesinos.
En la política neoliberal los derechos al ocio se ven amenazados, y solo una parte de la población conserva estos derechos. Las últimas generaciones se caracterizan por tener dificultades para encontrar algún empleo, y cuando lo consigue este es inestable y carecen en su mayoría de prestaciones sociales. Cooper et al. (2007) y Muñiz (2001a) mencionan que producto de la crisis económica la actividad sindical se desliga del ocio y del turismo social y que la estabilidad laboral implica que se reduzca al máximo el tiempo de ocio y que los trabajadores no aprovechen sus derechos sociales. Hoy el turismo tiene una visión totalmente economicista, privilegiando las relaciones sociales artificiales, al convertir el ocio en mercancía.
Existen diversos factores que intervienen en la decisión de realizar actividades de ocio, como el nivel educativo; Ramírez (2006) considera otros factores como la posibilidad de tiempo, disponibilidad anímica y capacidad económica. Con respecto a la capacidad económica, es importante la existencia del ahorro que se deriva del ingreso, y que incide directamente en la demanda, que se traduce en el consumo turístico. Las restricciones de tiempo e ingreso, se observa que este último se incrementa a costa del tiempo, repercutiendo en las actividades destinadas al ocio.
Ello significa que el tiempo es un componente esencial del bienestar y que muchas veces puede pasar por alto, entonces la calidad de vida no solo depende de los recursos económicos y del acceso a los servicios públicos, sino de la calidad de tiempo disponible para cubrir las necesidades de reproducción en el ámbito doméstico, laboral, de recreación y esparcimiento (Damián, 2003). Se puede decir que la alternativa del turismo social ha sido limitada en los países subdesarrollados, ya que la población con menores ingresos tienen otras necesidades que resolver, entre ellas la salud, vivienda, alimentación, vestido y educación (Boullón, 2005).
Materiales y métodos
El objetivo del estudio fue conocer las prácticas y oportunidades de ocio por productoras de café de escasos recursos económicos que habitan municipios rurales con muy alta marginación en la sierra nororiente del estado de Puebla. La región contempló cinco municipios que fueron seleccionados, por tener superficie plantada con café, por poseer población indígena y que fueran de muy alta marginación: 1) Huehuetla; 2) Hueytlalpan; 3) Hermenegildo Galeana; 4) Olintla; y 5) Zapotitlán de Méndez. Estos municipios están enclavados en la sierra nororiente del Estado de Puebla, se ubican entre los 20º de latitud norte y los 97º de longitud occidental, con una altitud sobre el nivel del mar que oscila de los 180 a los 1 500 m (INEGI, 2009) (Figura 1).
Los municipios se caracterizan por tener pequeñas poblaciones. Los principales núcleos habitacionales se concentran en las cabeceras municipales, los demás centros poblacionales son pequeños y dispersos. El municipio de Huehuetla tiene 15 689 habitantes, Hueytlalpan 5 734, Hermenegildo Galeana 7 718, Olintla 11 641 y Zapotitlán de Méndez 5 608 habitantes (CEIGEP, 2010). Sus principales centros poblacionales, cuentan con servicios públicos básicos y tienen una universidad intercultural en Huehuetla. La principal actividad económica en los municipios es la producción de café. La población económicamente activa se emplea principalmente como trabajador por su cuenta, jornalero y trabajador familiar no remunerado.
En la investigación se realizó una revisión de fuentes secundarias sobre turismo social, rural y pobreza. La técnica de investigación que se utilizó para la recopilar información entre productores fue la aplicación de cuestionarios, aquí se analizaron variables sociales para conocer si los agricultores indígenas han realizado o si están dispuestos a efectuar prácticas turísticas y bajo qué condiciones. Este estudio permite conocer qué tipo de demanda de turismo existe en los espacios indígenas y si puede contribuir a la desestacionalización de esta actividad.
Para calcular el tamaño de muestra de este estudio se utilizó un muestreo estratificado aleatorio, con distribución proporcional al tamaño de los municipios. El universo de muestreo estuvo constituido por los productores de café de los cinco municipios en estudio, tomando como base el censo de caficultores realizado en 2001. La ecuación para estimar el tamaño de muestra es presentada por Gómez (1979) y se especifica de la siguiente forma:
Ecuación 1. Expresión matemática para calcular el tamaño de muestra en un estratificado aleatorio con distribución proporcional.
Donde: d= Precisión; Zα/2= confiabilidad; N= tamaño de la población; Ni= tamaño de la población; del estrato i;
Con:
Con la información obtenida sobre la población que se dedica a la producción del café para cada uno los municipios, con una precisión del 15 por ciento de la media y una confiabilidad de 95 por ciento, el tamaño de la muestra para cada uno de los municipios contemplados en el estudio quedo de la siguiente manera: 1) Huehuetla (n1 = 51); 2) Hueytlalpan (n2= 36); 3) Hermenegildo Galeana (n3= 49); 4) Olintla (n4= 40); y 5) Zapotitlán de Méndez (n5= 36). El tamaño de la muestra quedo definido en 212 productores, que se seleccionaron mediante un procedimiento aleatorio.
Para analizar los datos se utilizó estadística descriptiva, se realizaron pruebas de t y chi -cuadrada (χ2), y análisis de correspondencia. En los resultados se hicieron comparaciones entre indígenas productores de café interesados (167) y no interesados (45) en realizar actividades turísticas.
Resultados y discusión
Antes de analizar los datos de la investigación sobre el deseo de los entrevistados de visitar lugares distintos a su residencia, se consideró importante hablar de las características de los entrevistados, para conocer el tipo de personas a las cuales nos estamos refiriendo y que permitan conformar el perfil del turista en potencia. En ese sentido, se tiene que 61.3% de los entrevistados hablan el idioma español y el Totonaco; 26.9% habla solo el Totonaco; y el porcentaje restante dijo hablar español y Náhuatl. Con respecto al idioma, no se encontró diferencia entre el grupo con interés y sin interés de realizar actividades turísticas.
Las familias en promedio están integradas por 4.3 miembros, y tienen tres hijos. La tasa de fecundidad en los municipios de estudio es alta comparada a la que se tiene a escala mundial, que era de 2.5 en 2006 (Bloom y Canning, 2006) y de acuerdo al Consejo Nacional de Población (CONAPO, 2011) en México la tasa de crecimiento intercensal en el periodo 2000-2010 se ubicó en 1.4 por cada cien personas. Con respecto a la edad, se encontró que son personas mayores, similar a los campesinos de otras regiones del país; y caen dentro de la tipología de turista senior, que está conformada por personas mayores de 60 años.
Estadísticamente (t= 1.356; p= 0.18) los productores de los municipios de estudio tienen la misma edad (60 años) que los ejidatarios del país (SEDATU, 2012). La edad de las personas que desean (55.3 años) y no (57.6 años) practicar actividades turísticas no influyó estadísticamente (t= -1.114; p= 0.266) para tomar esta decisión. En los países desarrollados Molina y Cánoves (2010) afirman que las personas adultas han empezado a viajar; y en los países subdesarrollados este sector es cada vez más amplio, pero con escaso ingreso, por lo que sería importante que participe el Estado fomentando el turismo social.
La escolaridad en México, a pesar de que ha tenido logros importantes, su promedio es bajo, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE, 2012) informa que alcanzó los 8.3 años en 2008. El sector rural presenta los más bajos niveles de escolaridad y en especial la agricultura familiar de subsistencia, con 4.9 años promedio (SAGARPA-FAO, 2012). La escolaridad de los entrevistados no fue la excepción, en promedio tuvieron 2.8 años, y se observó que influyó en la decisión de las personas que mencionaron tener deseos de conocer (3.1 años) o no (1.4 años) otros lugares diferente al de su residencia. Respecto a la escolaridad, 64.4% de las personas que no desean realizar actividades turísticas son analfabetas. En un estudio realizado en diversos municipios de esta región, Ramírez y Juárez (2008) mencionan que los productores en promedio tienen 4.6 años de escolaridad y 15.7% nunca asistió a la escuela.
Los entrevistados son personas que se dedican al cultivo del café (98.6%), en una superficie promedio de 1.8 ha; se encontró diferencia estadística (t= 2.744; p= 0.007) entre el número de hectáreas de las personas que desean conocer (1.9 ha) y no conocer (1.3 ha) otros lugares. Esta variable interfiere en la decisión salir a visitar otros lugares. Este tipo de agricultura es de corte minifundista y es similar a la de los cafeticultores del país, 64% posee superficies menores a una hectárea y 2.6% posee superficies mayores a 5 hectáreas (AMECAFÉ, 2012). El tipo de tenencia de los productores es privada (98.1%) en su gran mayoría. Los rendimientos promedio que obtienen son bajos (1037.5 kg ha-1). No existe diferencia estadística (t= 1.412; p= 0.159) en los rendimientos entre los que desean (1093.8 kg ha-1) y no desean (828.4 kg ha-1) salir a conocer otros lugares. Se considera que los rendimientos logrados en el aromático son bajos y se debe a la crisis mundial del café y la política de austeridad que están afectando las condiciones de vida de sus productores (Juárez y Ramírez, 2007).
Es importante destacar que entre las personas que se consideran pobres, la totalidad de ellas no desean conocer otros lugares y los que no se consideran pobres 86.8% desea visitar otros espacios. Al realizar un análisis de correspondencia comparando por municipio la percepción que tienen los agricultores sobre sus condiciones de vida en ese momento, los resultados muestran que existe relación estadísticamente significativa entre las dos variables (χ2= 76.004; p< 0.001) (Figura 2).
Se conformaron tres grupos de percepción de la pobreza y serían los siguientes: a) municipios con la percepción más baja de condiciones de vida, correspondiendo a Huehuetla y Olintla, que se agrupan alrededor del valor más bajo del indicador; b) municipios con percepción baja-media, en este caso se encuentran los municipios Hueytlalpan y Zapotitlán de Méndez; y c) municipios con percepción media, aquí se ubica el municipio de Hermenegildo Galeana. Estos resultados hablan de la extremada pobreza en que viven los pobladores de estos municipios. Pérez y González (2003) argumentan que ante el crecimiento demográfico sin empleos, y la pobreza a la que se enfrenta la población de numerosos países, adquiere relevancia el concepto del turismo social.
Los resultados muestran que existe un alto porcentaje (78.8%) de entrevistados interesados en visitar otros lugares diferentes a su comunidad. De este porcentaje, solo 10.8% de los que desean visitar otros lugares han gozado de unas vacaciones, visitaron la ciudad de México y Puebla y en menor medida mencionaron a Tlaxcala, Veracruz y Zacatlán. Ello significa, que los cafeticultores son marginados de las actividades de ocio, en este contexto toma relevancia el turismo social que supone, la inclusión al mercado de los menos favorecidos, propiciando su desarrollo y el de las comunidades visitadas (Pérez y González, 2003). Al grupo que le gustaría salir y no de su comunidad, 91% y 8.9% respectivamente consideró importante realizar actividades de ocio. En general, mencionaron que es importante para distraerse (56%) y conocer otros lugares (33.1%), no se encontró diferencia estadística (χ2= 4.985; p< 0.546) entre ambos grupos con respecto al por qué es importante vacacionar. Los lugares que les gustaría conocer es la ciudad de Puebla y México (81.4%).
Esta respuesta significa que a pesar de que la población se encuentra en pobreza, tiene deseos de realizar actividades de ocio que contribuya a mejorar su calidad de vida. Armadans (2002) menciona que el término “calidad de vida”, no solo debe considerar aspectos subjetivos y que debe tener en cuenta los de tipo objetivo con sus respectivas relaciones. Un factor objetivo es el apoyo social disponible que puede estar asociado con el disfrute en las actividades de ocio. Asimismo, menciona que las actividades de ocio así como la participación social de las personas mayores han sido relacionadas de manera positiva con la calidad de vida. Con ello las personas de la tercera edad enriquecen su espacio vital a través del ocio (Martínez, 2008).
Al indagar si les gustaría conocer las ciudades coloniales, sitios de playa o santuarios religiosos, se encontró que en les gustaría conocer más de 2 lugares (promedio 2.6); en primer lugar destacaron los espacios religiosos, en segundo sitio mencionaron las ciudades coloniales y en tercer lugar los espacios de sol y playa. Juárez, Ramírez y Mota (2012) mencionan que los espacios religiosos en América Latina, y en especial en México se caracterizan por tener una importante afluencia de peregrinos, pero con un nivel de gasto bajo inferior al europeo. El turismo religioso en México en el año 2004 movilizó aproximadamente 24 millones de personas y dejó una derrama económica de 40 mil millones de pesos (Cruz y Monroy, 2005).
El 96.4% de las personas con deseos de conocer otros sitios mencionó que le gustaría visitar los lugares religiosos y los que dijeron que no les gustaría visitar otros lugares, al 9% le agradaría visitar estos sitios. El principal lugar sagrado a visitar es el santuario de la Virgen de Guadalupe (52.2%), y el de Juquila (31.7%) en Oaxaca y en porcentajes menores al 6% mencionaron el Santuario del Señor de Chalma en el Estado de México, el de la Virgen de San Juan de los Lagos, en el estado de Jalisco, El del Niño Doctor en Tepeaca y el Señor de las Maravillas ambos en Puebla, y San Miguel del Milagro en el estado de Tlaxcala. Es importante destacar que los lugares que mencionaron los entrevistados, se encuentran entre los santuarios religiosos más importantes del país y coinciden con el lugar de origen de los peregrinos (Juárez, Ramírez y Mota, 2012).
Al 87.4% de los entrevistados les gustaría conocer las ciudades coloniales del país, de este porcentaje, mencionaron que les agradaría conocer la ciudad de Puebla (48.6%), ciudad de México (21.2%), Guanajuato (14.4%), Oaxaca (6.2%) y el porcentaje restante le gustaría visitar Michoacán, Querétaro y Chiapas. Estos resultados ponen de manifiesto que los entrevistados tienen interés por conocer las ciudades Patrimonio de la Humanidad de México. También se les preguntó si deseaban conocer las playas y contestó afirmativamente, 82% de las personas que desean conocer otros lugares, de este porcentaje, 67.2% quiere conocer Veracruz, 17.5% Acapulco y 11.7% Cancún fundamentalmente. En México los centros integralmente planeados (CIP), son los destinos más importantes de sol y playa; y Cancún, es uno de ellos; las playas de Veracruz y Acapulco son los destinos tradicionales de sol y playa de los turistas nacionales.
Las principales fechas que mencionaron para salir a visitar otros lugares es en marzo (34.7%), mayo (21%) y abril (20.4%) en menor porcentaje mencionaron el mes de diciembre, julio, junio y agosto. La causa por la que decidieron visitar en ese momento estos lugares, 66.5% dijo que es cuando tiene tiempo, y se refieren fundamentalmente al mes de marzo y abril; y 18.6% mencionó que es cuando el tiempo es agradable en el lugar que desea visitar. Este porcentaje habla del conocimiento que tienen los entrevistados del lugar a donde se desean desplazarse, y específicamente de la estacionalidad del turismo, que de acuerdo a López y López (2006) está relacionada al mal tiempo y a los valores culturales, pero también hace mención de la disponibilidad laboral y las decisiones personales en el ámbito de lo social.
El grupo de personas que les gustaría salir a conocer otros sitios, 95.2% afirmó que visitarían los lugares mencionados, condicionado a un apoyo que le pueda proporcionar el gobierno para realizar esta actividad. El tipo de apoyo que necesitan, 83.1% dijo que requiere crédito para para pagar su traslado y gastos, 8.4% requiere crédito para pagar su diversión, 6% para pagar hospedaje y el 2.4% para el pago de alimentos. Muñiz (2001c) menciona que en la desestacionalización turística, adquiere relevancia el turismo social, en donde el apoyo a personas marginadas ha permitido que se muestre como estrategia utilizada por las empresas hoteleras para desestacionalizar la demanda turística, siempre y cuando dispongan del tiempo libre en épocas del año que generalmente no suelen ser vacaciones y, que disponga de un ingreso mínimo para hacer frente a los gastos.
La promoción del turismo social puede adquirir relevancia en épocas y destinos o espacios turísticos donde no se busque solamente el beneficio de las grandes cadenas hoteleras. Para ello se debe de promover un turismo justo que pretende que la actividad turística sea un instrumento para impulsar el desarrollo sostenible de la comunidad, en donde los actores locales dicten su propio modelo de desarrollo y que exista una distribución equitativa y transparente del valor, respeto básico a los derechos humanos y laborales e incorpora prácticas sostenibles con el medio cultural, social y medioambiental (Palomo, 2006).
El financiamiento adquiere una importancia cardinal debido a que el salario que devengan los entrevistados es bajo, en promedio ganan $390 semanales. Estadísticamente no existe diferencia (t=1.468; p= 0.144) en la percepción de salarios entre los que les gustaría participan en la actividad turística ($407.6) y los que no tienen planteado salir a otros sitios ($323.4). Aquí, el gobierno mediante esquemas de financiamiento blandos puede impulsar la demanda de turismo social que adquiere relevancia, al reactivar la demanda turística y al contribuir al bienestar de la población a través de la promoción de actividades de ocio entre la población en estado de pobreza. En donde se considera al ocio como una experiencia humana, necesaria y capaz de proporcionar autorrealización, derecho y calidad de vida (Cuenca, 2009).
Conclusiones
En la investigación se encontró que los productores de café en los municipios evaluados tienen una unidad de producción familiar de corte minifundista, son personas mayores, con una escasa escolaridad y están en situación de pobreza. Se considera que los bajos ingresos y rendimientos del café son efecto de la política agrícola y de los bajos precios internacionales del café. A pesar de la situación económica de los entrevistados, y de que tienen necesidades prioritarias, como su alimentación, educación y vivienda; existe un alto porcentaje de personas que desean conocer otros lugares, con el objetivo se satisfacer sus necesidades de autorealización. Las variables que más influyen en la decisión de conocer otros lugares fue la escolaridad y menor medida la superficie agrícola de la unidad de producción familiar.
Los espacios a ser visitados destacan los principales santuarios religiosos del país, destacando el de la Virgen de Guadalupe en la capital de la república mexicana. Esta demanda responde a las necesidades de satisfacer sus necesidades espirituales, propias de todo ser humano y en específico de las personas católicas. La fecha en la que desean salir a conocer otros sitios puede contribuir a la desestacionalización del turismo y al desarrollo social y económico de los espacios receptores. Se considera que se tiene que impulsar el turismo social que beneficie a la mayor parte de la población local y no se adopten modelos turísticos que beneficien solo a las empresas turísticas transnacionales. Se tienen que implementar políticas de turismo social que apoye económicamente a este segmento de la población, para que disfrute de las actividades de ocio como un derecho universal de todo ser humano.
El turismo social debe considerarse como un derecho de todo ser humano, y tiene que dejar de identificarse con un turismo para pobres, de menor calidad y de menor precio. El turismo social, adecuadamente organizado tanto en la demanda como en la oferta, puede ser una fuente importante de ingresos y de empleos para promover el desarrollo regional. Se debe fomentar del lado de la oferta una política turística que impulse programas que presten servicios de calidad a bajos precios en espacios tradicionalmente turísticos. Pero también se requiere una política crediticia dirigida a la demanda turística de bajos ingresos, en donde se fomente el pago de intereses reducidos y su pago en plazos previamente pactados. Se concluye que el estado debe de fomentar espacios turísticos de turismo social, que sean atractivos para la demanda, en beneficio tanto de los receptores como de los demandantes.