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Migración y desarrollo

versión impresa ISSN 1870-7599

Migr. desarro vol.9 no.17 Zacatecas ene. 2011

 

Artículos

 

¿Puede la migración ser un factor para el desarrollo de los países expulsores?

 

Ana María Aragonés Castañer* Uberto Salgado Nieto**

 

* Profesora de la Maestría en la FES-Acatlán e investigadora en el IIEc-UNAM. amaragones@gmail.com

** Licenciado en Economía e integrante del proyecto PAPIIT. ubertosalgado@comunidad.unam.mx

 

Resumen

La migración internacional de trabajadores se puede explicar a partir de los llamados factores de atracción y expulsión entre los países desarrollados y los subdesarrollados; estos factores se activan como resultado de las contradicciones y de las graves desigualdades que genera el sistema capitalista. En tal sentido, nos interesa analizar en este trabajo cuáles fueron las condiciones y las políticas que permitieron revertir la tendencia migratoria en tres países expulsores de trabajadores —Suecia, Corea del Sur y España— y por qué dos países —México y Filipinas— no han podido revertirla y, en cambio, se han mantenido como expulsores de fuerza de trabajo. Según nuestro punto de vista, sólo es posible revertir el fenómeno migratorio a través de una política de desarrollo instrumentada por el Estado, ya que, tras cuatro décadas de expulsión de trabajadores, la migración internacional no se ha mostrado capaz de generar un incremento en los niveles de desarrollo de México o de Filipinas.

Palabras clave: desarrollo económico, migración internacional, factores de atracción y expulsión, remesas, políticas públicas.

 

Abstract

International migration of workers can be explained by the so-called push and pull factors between developed and underdeveloped countries. These factors are activated as a result of the contradictions and severe inequalities produced by the capitalist system. As such, this paper analyses the conditions and policies that have enabled three labour-expelling countries —Sweden, South Korea and Spain— to reverse this migratory tendency, as well as the reasons why two countries —Mexico and the Philippines— have not yet been able to do so; instead they continue to expel their labour force. From our point of view, it is only possible to invert migratory phenomena through a development policy directed by the State, considering that international migration has so far been unable to generate higher levels of development in Mexico or the Philippines, after four decades of sending workers abroad.

Keywords: economic development, international migration, push-pull factors, remittances, public policies.

 

INTRODUCCIÓN1

El objetivo de este trabajo es analizar cuáles fueron las condiciones por las cuales tres países expulsores de trabajadores —Suecia, Corea del Sur y España— pudieron revertir esa tendencia y por qué dos países —México y Filipinas— se han mantenido como expulsores. Desde nuestro punto de vista, la migración sólo puede revertirse a través de una deliberada política estatal de desarrollo que contemple una equitativa distribución del ingreso, salarios decentes y suficientes, acceso de los trabajadores a vivienda, educación y salud, todo ello en un marco democrático. Es decir, que ni la migración laboral ni las remesas pueden ser fuente para el desarrollo.

Si bien es cierto que la migración, entendida como un fenómeno social, no debería ser vista como algo "malo", tal como señala Castles (2010), la realidad es que en el sistema capitalista la mayoría de los migrantes laborales se ven "forzados" a desplazarse debido a las carencias que sufren en sus propios países y que los obliga a buscar nuevos horizontes. En este marco, queremos probar que esa migración "forzosa" puede revertirse y convertirse en un "derecho a no migrar". A partir de este objetivo, se propone comparar los dos grupos de países y entender por qué México y Filipinas se han mantenido como expulsores de fuerza de trabajo.

Nuestra hipótesis es que el desarrollo no se alcanza con las remesas de los trabajadores migrantes, dado que éstas se destinan en una proporción muy alta al consumo básico y, en una mínima, a proyectos productivos. Además, un efecto de las remesas ha sido reproducir un reservorio de fuerza de trabajo lista para migrar, en la medida en que las condiciones que dieron origen a los flujos migratorios se mantienen sin cambios. En cuanto a los migrantes altamente calificados, factor considerado por algunos autores como posible detonador del desarrollo, debido a que pueden exportar los conocimientos adquiridos, se trata de una posibilidad extraordinariamente reducida, especialmente porque los países que exportan a esa fuerza de trabajo no ofrecen la infraestructura científica y tecnológica para potenciar esos conocimientos, y los Estados no ponen en marcha una política expresa y comprometida para tal efecto.

La migración tiene razones estructurales para mantenerse, sobre todo porque resulta necesaria para los países desarrollados. En la medida en que los trabajadores migrantes provienen de entornos subdesarrollados, y por lo mismo con enormes asimetrías salariales, los países receptores mantienen costos unitarios laborales menores en relación con los de los nativos, aunque sean mayores que los que tenían en sus propios países. Nuestra idea es que la migración responde a los requerimientos de los mercados de trabajo internacionales que se generan a partir de los modelos de acumulación, y que se encuentra articulada a estos modelos. En este contexto, la migración laboral permite al país receptor mantener un ritmo de crecimiento sostenido, debido a las ventajas que tiene incorporar ese conjunto laboral, sin dejar de lado el hecho de que los países receptores presentan conflictos demográficos y que sus contingentes internos son insuficientes para mantener sus procesos productivos.

Comprendemos la migración internacional de trabajadores a partir de los llamados factores de atracción y expulsión, cuya relación se establece sobre el excedente laboral mundial que se genera como producto y necesidad del capitalismo y se mantiene bajo el signo de la explotación y la subordinación; poner el énfasis sólo en uno de los polos distorsiona la realidad migratoria. La migración se activa como producto de las contradicciones y de las graves desigualdades que genera el sistema y los desplazamientos se contraen o dilatan de acuerdo con la necesidad de obtener la mayor tasa de ganancia posible (Aragonés, 2000:17-8). El desarrollo y expansión del capitalismo no puede, por lo tanto, generar ningún equilibrio entre los países. El sistema capitalista da origen al fenómeno migratorio y, por lo mismo, impide que las condiciones que lo provocan puedan ser superadas. Las diferencias de salario real se mantienen y se reflejan en los empleos del país expulsor, insuficientes para cubrir las necesidades de los trabajadores. En este sentido, las diferencias salariales no se equilibran como producto de las migraciones sino de proyectos económicos que busquen superar los problemas de empleos insuficientes y de desigualdad en el ingreso.

Castles (2010) considera que es un error pensar que el desarrollo de las regiones detendrá la migración; por el contrario, se dará más migración, tanto porque hay más recursos económicos, como mejores comunicaciones, lo que hace más fácil buscar lugares con más oportunidades. Por lo tanto, no es un hecho que "atacando las raíces de la migración se puede reducirla drásticamente" Esta idea, señala Castles, envía un mensaje lesivo, pues supone que la migración internacional sur-norte es algo malo que debería detenerse y que la gente pobre debería quedarse en su lugar. Si bien estamos de acuerdo con Castles en el sentido de que la migración no debe ser vista como "algo malo que debe detenerse", sin embargo, tal como hemos señalado anteriormente, en el marco del capitalismo, la migración responde, por el lado del factor "expulsión", a la necesidad de sobrevivencia, y por el del factor "atracción", a la necesidad de incorporar una fuerza de trabajo subordinada que permita a los empleadores ejercer una presión salarial a la baja con gran beneficio para la competitividad de los productos.

De hecho, la funcionalidad estructural de la migración en el sistema capitalista ha sido justamente poder incorporar un conjunto laboral en condiciones de desigualdad salarial para obtener una mayor competitividad. Para ello es importante mantener las diferencias en el costo unitario entre la fuerza de trabajo extranjera y la nativa.

En este trabajo consideramos que las potencialidades de la migración internacional no han generado niveles de desarrollo en los países expulsores de fuerza de trabajo, debido a que el desarrollo es un proceso multifactorial donde es necesario entender los sistemas sociales combinados con las instituciones económicas y sus políticas a través del tiempo. Si bien no todos los países parten de las mismas bases para estudiar su desarrollo, éste responde a distintos procesos históricos, distintos recursos, con patrones de desarrollo e industrialización diferentes (Adelman, 2002).

La participación y promoción activa del Estado es una vía por la cual es posible alcanzar un nivel de desarrollo económico elevado; en este caso, es necesario que la prioridad del Estado sea la búsqueda del desarrollo económico. Sin embargo, estos lineamientos son contrarios a los establecidos por el Consenso de Washington, que se han centrado en la estabilidad macroeconómica y han significado el abandono de las políticas que se orientaban hacia un alto crecimiento económico, la creación de empleos mejor remunerados y de programas de asistencia social propuestos para mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora.

Para analizar si los factores potenciales de la migración han permitido incrementar los niveles de desarrollo en los países expulsores, se consultaron estadísticas sobre indicadores del desarrollo económico en seis países; dos de ellos, México y Filipinas, son considerados como tradicionales expulsores de migrantes; éstos han sido comparados con dos países que han logrado revertir su tendencia migratoria en las últimas décadas, Corea del Sur y España. Finalmente, consideramos dos países que se caracterizan por ser tradicionales receptores de migrantes: Suecia y Estados Unidos.

Con el propósito de observar las diferencias en los grados de desarrollo entre estos países y sus avances en la materia, ha sido necesario considerar una serie de indicadores que reflejen las condiciones económicas y sociales de su población; para llevar a cabo esto, no basta únicamente analizar la evolución del PIB per capita para saber si un país es desarrollado o no, en cambio, es necesario incorporar indicadores sobre la calidad de vida, el Índice de Desarrollo Humano, por ejemplo, y, adicionalmente, incluir indicadores que reflejen el nivel de infraestructura en dichas economías.

En la siguiente sección, se aborda el análisis comparativo en la evolución de los niveles de desarrollo para todos los países considerados, para determinar si países como México y Filipinas han logrado incrementar sus niveles de desarrollo tras décadas de emigración de trabajadores.

 

DESARROLLO DE LOS PAÍSES SELECCIONADOS

Suecia y su estrategia de desarrollo en 1907, un caso paradigmático

Es interesante hacer una pequeña reflexión en relación con Suecia, país que fue, entre 1850-1900, uno de los más importantes exportadores de fuerza de trabajo, después de Irlanda y Noruega, alcanzando a casi un quinto de su población. Esta situación produjo una enorme alarma en el gobierno sueco, que vio esos flujos como una pérdida que privaba a Suecia de la fuerza de trabajo necesaria para su desarrollo económico, de manera que, para 1907, el Parlamento formó una Comisión (Emigration sutredningen) que analizara por qué se había dado ese fenómeno y que propusiera formas para reducir los flujos migratorios. La Parliamentary Emigration publicó 21 volúmenes de datos en relación con las condiciones económicas y sociales de los trabajadores suecos en Suecia y en Estados Unidos. Los partidos conservadores y nacionalistas propusieron frenar el flujo a través de restricciones; sin embargo, tanto los liberales como los socialdemócratas propusieron reformas económicas y sociales, de modo que las políticas autoritarias fueron completamente desechadas por la Comisión. Se propuso hacer efectivas las propuestas de Gustav Sundbarg, líder de la Comisión, que planteaba establecer en Suecia lo mejor que había en Estados Unidos. Las primeras reformas planteadas como urgentes fueron: viviendas decentes, mismas que debían tener todas las comodidades o, de lo contrario, los constructores serían sancionados; empleos bien remunerados, a través de desarrollo económico general; educación obligatoria a siete años; equilibrio en los ingresos; niveles de salud a la población ampliados; derecho al voto para todos los hombres de 21 años.

Esta última reforma fue muy importante, pues la propia Comisión había señalado que uno de los problemas era la falta de democracia. La sociedad sueca presentaba una enorme desigualdad entre las clases sociales, era muy jerarquizada, es decir, muy inequitativa. Las causas por las que se habían ido los suecos tenían que ver con la pobreza desoladora del campo, como consecuencia de ello, un trabajo arduo sin ninguna recompensa, bajísimos salarios y perspectivas de vida muy descorazonadoras (Barton, 1994). Si bien con la Primera Guerra Mundial la migración se redujo en forma muy importante, lo que es un hecho es que después de 1920 ya no se produjo nunca una migración masiva de suecos. Es claro que hay discusión acerca de qué fue lo que produjo que la migración sueca se revirtiera. Algunos autores, como Scott, señalan que se debió más bien a las nuevas leyes de Estados Unidos promovidas en 1924 a través de la llamada Act 1924. Sin embargo, Barton señala que, por el contrario, fueron esencialmente las recomendaciones de la Comisión las que llevaron a la industrialización y a un conjunto amplísimo de reformas sociales que revirtió la migración y convirtió a Suecia en un país líder en los beneficios sociales para su población y, decididamente, en un país altamente desarrollado.

 

Niveles de desarrollo en Estados Unidos, Suecia, España, Corea del Sur, Filipinas y México (1960-2010)

Es importante señalar que Corea del Sur, Filipinas y México son considerados como países de nueva industrialización o economías emergentes, mientras que España es considerada como una economía de industrialización tardía. A diferencia de los países antes mencionados, Estados Unidos y Suecia se industrializaron entre la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX, mientras que España y Corea del Sur lo han conseguido recientemente. Pero tanto, México como Filipinas aún se encuentran en vías de desarrollo.

Es necesario considerar que las economías emergentes se caracterizan por presentar un crecimiento acelerado del PIB desde 1960, aunque esto no significa necesariamente que todos estos países han alcanzado un mayor grado de desarrollo, pues a decir de Stiglitz, "el desarrollo es un proceso que implica todos los aspectos de la sociedad" (2006:54). En primera instancia, el crecimiento debe ser sostenible, equitativo y democrático, con efectos positivos para la población, como el mejoramiento del nivel de vida, avances en el nivel de salud, de la educación, mejor infraestructura, etcétera.

En el gráfico 1 se muestra el PIB per capita de los seis países considerados; puede observarse cómo Estados Unidos y Suecia mantienen los mayores montos desde 1960, mientras que España y Corea del Sur han comenzado a acercarse. Es interesante destacar que el PIB per capita de Corea del Sur es el que muestra mejor dinamismo, ya que mantuvo el mayor crecimiento en 50 años, con un 5.45% promedio anual; mientras que México, a pesar de iniciar con un PIB per capita superior al de Corea del Sur, presenta un crecimiento lento de apenas 1.85% por año. Filipinas, por su parte, no avanzó tanto como los países anteriores; su PIB per capita, en cincuenta años, aún se encuentra por debajo de los 1,500 dólares. Tanto México como Filipinas aún se encuentran alejados del resto de los países que conforman este comparativo.

Los niveles de pobreza pueden reducirse por medio de la generación de empleos formales y de calidad. Esta acción permite, además, llevar a cabo una distribución del ingreso a favor de la clase trabajadora al incorporar más individuos en el sector productivo de la economía. Una variable que se ha empleado para dimensionar la cantidad de empleo informal es el empleo vulnerable; el Banco Mundial lo define como "trabajadores familiares no remunerados y trabajadores autónomos como porcentaje del empleo total".

De acuerdo con el cuadro 1, Filipinas presenta el mayor porcentaje de empleo vulnerable, reduciéndose en un punto porcentual entre 2000 y 2009; le sigue México, con una disminución de 2.3%, mientras que Corea del Sur logra reducir el empleo vulnerable en un 6.5% para el mismo periodo; en Suecia y España, el porcentaje de personas con empleo vulnerable es muy inferior, especialmente el de Suecia.

El desarrollo económico está vinculado a los niveles de capital humano en la población; éstos pueden medirse a través del mejoramiento en el nivel educativo. Las economías más desarrolladas cuentan con una población que presenta elevados niveles de estudio, situación que les ha permitido incorporarse a lo que se conoce como "economías del conocimiento", donde el conocimiento es fundamental para generar valor y riqueza. En el cuadro 2 se observa que los años promedio de educación han sido superiores en los países más desarrollados (Estados Unidos y Suecia), mientras que España y Corea del Sur han realizado un gran esfuerzo por incrementar los niveles de educación en su población, al grado que se ubican muy cerca de las economías más avanzadas. México y Filipinas están todavía lejos de alcanzar los niveles de las economías desarrolladas, ya que, en comparación con estas, presentan de tres a tres años y medio menos de estudio.

Las economías desarrolladas que están inmersas en la economía del desarrollo implementan estrategias de inversión en Investigación y Desarrollo (I+D), las cuales permiten que la población altamente educada se desenvuelva en entornos adecuados. En el cuadro 3 se observa que, desde 1996, Corea del Sur ha incrementado el porcentaje de gasto que destina a I+D, porcentaje muy superior a los de México y Filipinas; incluso ha incrementado su gasto a niveles superiores a los presentados por Estados Unidos y los presenta muy cercanos a los de Suecia. España, por su parte, muestra también un aumento considerable de su gasto en actividades de I+D.

Como es sabido, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que contempla aspectos como salud, educación y nivel de vida, supone que el aumento en dicho índice señala la existencia de un mejor nivel de vida entre la población de un país. En el cuadro 4, se muestra que Estados Unidos y Suecia tienen los índices más altos para los años disponibles; España y Corea del Sur presentan niveles muy cercanos a los de estos y, en el caso de México y Filipinas, se presentan los menores índices.

La información anterior muestra que las economías de Corea del Sur y España han alcanzado altos niveles de desarrollo, aproximados a los niveles de desarrollo de Suecia y Estados Unidos; esto ha permitido tanto a Corea del Sur como a España revertir sus tendencias migratorias. En el caso contrario, México y Filipinas no han alcanzado niveles de desarrollo elevados y continúan siendo países expulsores de migrantes.

Para comprender este comportamiento en los niveles de desarrollo es necesario buscar cuáles han sido, desde una perspectiva histórica, los determinantes del desarrollo; de esta manera es posible analizar los elementos que permitieron a esas economías desarrollarse y entender el papel que juega la migración en ese proceso.

 

DETERMINANTES ECONÓMICOS DEL DESARROLLO

Para comprender los determinantes económicos del desarrollo para cada país, es necesario considerar las diferencias en los distintos patrones de acumulación, ya que obedecen a distintos procesos históricos. Debido a esto, es necesario conocer los contextos históricos económicos que presentan los dos países que han alcanzado altos niveles de desarrollo económico en tiempos recientes, tal es el caso de España y Corea del Sur. De igual manera, presentamos en forma breve los contextos histórico-económicos de México y Filipinas, para analizar por qué dichas economías no han logrado desarrollarse.

 

España

España es considerada como una economía de industrialización tardía, que presenta un importante crecimiento industrial entre 1960-1975, periodo conocido como "el milagro español". En este periodo, la economía española creció en un promedio anual de 7%, debido a la aplicación de las políticas económicas del Plan Nacional de Estabilización Económica de 1959 implementado por Franco, enfocadas a conseguir un equilibrio interno de los precios y en la implementación de la liberalización del comercio español. Esta política fracasó debido a la gran dependencia de las importaciones en la industria española, y el modelo comenzó a mostrar signos de desaceleración en 1970, creciendo a tasas del 1.68% en promedio anual (Fuentes, 1993).

Durante la dictadura franquista, se negaría la incorporación de España a la Comunidad Económica Europea (CEE), ya que esta demanda, por principio, la existencia de un sistema democrático. Tras la muerte de Franco, en 1975, comienzan diez años de negociación entre las autoridades españolas y las de la CEE, en las cuales los españoles exigieron la inclusión en igualdad de condiciones para que sus industrias pudieran competir. Finalmente, en 1986, España se anexa a la comunidad Europea (Fuentes, 1993).

España tuvo entonces acceso a los fondos de la CEE, que han sumado cerca de 150,000 millones de euros en los últimos 20 años y que se han destinado a la agricultura, desarrollo regional, formación educativa y fondo de cohesión. El monto del fondo a la agricultura representó el 24% de los ingresos agrícolas; el fondo para el desarrollo regional generó la infraestructura necesaria con que se eliminó la desigualdad entre las provincias; el fondo de cohesión aportó 12,000 millones de euros para conseguir que los ingresos españoles se igualasen al ingreso medio de la Unión Europea (UE). Todos estos financiamientos permitieron reducir considerablemente la tasa de desempleo, pasando de un 24%, en 1994, donde la tasa se incrementó como resultado de la crisis española, hasta descender a un 8.3% en 2007 (Rodríguez, 2006).

España logró revertir su tendencia migratoria en los años noventa gracias al dinamismo en la generación de empleos impulsados por los fondos de la CEE, los cuales se enfocaron al desarrollo económico. Aunado a esto, tenemos las dificultades demográficas por las que atraviesa España: la tasa de fertilidad se ha situado por debajo del nivel de reemplazo —dos nacimientos por mujer— desde la década de 1980 y ha mantenido su descenso hasta alcanzar, en 2009, la cifra de 1.4 nacimientos por mujer. Estos elementos nos permiten explicar este cambio en el patrón (gráficos 2 y 3).

Corea del Sur

Corea del Sur es considerada como una de las economías de reciente industrialización que ha presentado altos niveles de crecimiento económico en las últimas cuatro décadas, lo cual le ha permitido alcanzar altos niveles de desarrollo, gracias a la participación activa del Estado como eje rector de la economía.

El desarrollo económico inició su impulso entre 1961 y 1988. Durante este periodo, la economía coreana pasó de ser una nación agrícola a ser una moderna economía industrial gracias a la estrecha relación entre el Estado y las empresas. Esta transformación se consolidó mediante el esquema llamado "triángulo dorado del crecimiento", una serie de planes quinquenales que tenían el objetivo de generar infraestructura e incrementar la productividad agrícola, expandir el sector de la construcción y la industria ligera para, finalmente, desarrollar una industria de componentes electrónicos, química y pesada (García-Blanch, 2003).

El desarrollo de la política industrial en Corea del Sur se divide en cuatro periodos. El primero se presenta entre 1961 y 1972; en este periodo se llevó a cabo la sustitución de importaciones de bienes de consumo por la de bienes intermedios y de capital. El Estado comenzó a aplicar políticas de estímulo a las exportaciones, lo que generó tasas de crecimiento anual en promedio del 7.9%. Durante el segundo periodo, comprendido entre 1972 y 1979, se consolidó el desarrollo de la industria química y pesada, se buscó la eliminación de cualquier obstáculo que redujera el ritmo de crecimiento en sus sectores estratégicos y se presentaron tasas de crecimiento promedio de 8.8%. La tercera etapa evolucionó entre 1980 y 1997, con la liberalización parcial a la inversión extranjera hacia algunos sectores industriales distintos a los estratégicos; además, se liberalizaron parcialmente las importaciones, lo cual provocó que se presentaran tasas de crecimiento promedio anual del 8.11%. El cuarto periodo se ubica entre 1998 y 2003; éste se caracterizó por un mayor grado de apertura económica y una reducción en la participación del Estado en la economía (García-Blanch, 2003).

Bajo este esquema, el Estado se ha encargado de reformar el sistema legal para facilitar la formación de nuevas empresas. Dicho impulso tenía que darse, necesariamente, a la par de oportunidades de empleo para el desarrollo profesional y académico de la población, es decir, el desarrollo de capital humano, lo cual fue posible gracias a que las tasas de desempleo en Corea del Sur se redujeron considerablemente entre 1980 y 1997, pasando de un 5.2% a un 2.6% (García-Blanch, 2003).

Aunado al alto desempeño de la actividad económica de Corea del Sur y a la alta generación de empleos, las dificultades demográficas que está comenzando a padecer la economía surcoreana permiten comprender por qué Corea está revirtiendo su tendencia de emigración laboral desde la década de 1990 hasta el 2010 (gráficos 4 y 5).

México

Las bases para la industrialización se llevaron a cabo durante el mandato del general Lázaro Cárdenas (1934-1940), por medio del plan sexenal que buscaba centralizar el Estado, imponer mayores regulaciones a la economía y optar por el nacionalismo económico, promover cooperativas y evitar la concentración de capitales. Asimismo, se impulsó la reforma agraria, la cual buscaba incrementar la productividad de la agricultura mexicana mediante la inversión en infraestructura y asesoría técnica. En este periodo, gracias a la ampliación del mercado interno, la industria se convirtió en el motor de crecimiento. Nacional Financiera fue, a partir de 1933, el medio principal para fortalecer el sector industrial. El resultado de estas políticas fue la redistribución del ingreso a favor de los trabajadores y campesinos al aumentar los salarios reales (De la Peña y Aguirre, 2006).

Posteriormente, entre 1950 y 1970 se consolidó y fortaleció la industria nacional al establecerse el modelo de sustitución de importaciones durante la segunda guerra mundial, lo que permitió impulsar el "milagro mexicano" registrando tasas de crecimiento del 6.45% en promedio anual. Esta política económica continuaría con el "desarrollo estabilizador" de la etapa subsiguiente, la cual buscaba satisfacer la demanda interna por medio del establecimiento de aranceles para proteger la producción nacional al tiempo que se controlaba a la inflación. No obstante, no fue posible realizar modificaciones al modelo de sustitución de importaciones, ya que no se logró dar un desplazamiento de la sustitución de bienes de consumo hacia una sustitución de bienes intermedios y de capital, lo que provocó el agotamiento del modelo (De la Peña y Aguirre, 2006).

A partir de 1982, se abandonó el modelo de desarrollo mexicano, basado en una participación activa del Estado, y se adaptó el modelo neoliberal de libre mercado. Las consecuencias de esta medida fueron el bajo crecimiento económico, creciente desigualdad en la distribución del ingreso, aumento de la pobreza, reducidos ingresos fiscales, falta de infraestructura básica, desarticulación productiva y un escaso empleo. A partir de ese año, la tasa de crecimiento en promedio ha sido de 2.4% (De la Peña y Aguirre, 2006).

Durante la década de 1990, el desempleo creció ligeramente hasta un punto en el que se disparó y llegó a alcanzar un 6.9% en 1995, año marcado por la profunda crisis económica. Entre 1996 y 2000, se presentó una caída en la tasa de desempleo debido al impulso de las exportaciones y a la entrada de inversión extranjera que estableció una industria maquiladora. De acuerdo con datos del Banco Mundial, a partir de 2001 la tasa de desempleo creció gradualmente, pasando de un 2.5 a un 3.5%, en 2008 y llegando a 5.2% en 2009. Esto indica que el modelo neoliberal no ha generado los empleos suficientes para absorber los contingentes internos de mano de obra, lo cual permite comprender por qué México continúa siendo un país expulsor de trabajadores. Por otra parte, a pesar de que la tasa de fertilidad se ha reducido constantemente desde 1960, la emigración neta se ha incrementado durante este mismo periodo debido a que el crecimiento económico en México no ha mostrado el dinamismo necesario para generar los empleos formales suficientes que permitan la incorporación al mercado laboral de sus excedentes en mano de obra (gráficos 6 y 7).

Esto provocó que durante 2007 México se convirtiera en uno de los principales receptores de remesas a nivel mundial, posicionándose en el tercer lugar mundial, con una percepción de alrededor de $25,000 millones de dólares en remesas, cifra que lo sitúa por debajo de India, que ocupa el primer lugar, con $27,000 millones, y China, que ocupa el segundo lugar, con $25,700 millones. El impacto en la proporción de participación de las remesas en el PIB es notable: en 1979, representaban el 0.13% del PIB, mientras que en 2010 representaron el 2.12% (Banco Mundial, 2008).

 

Filipinas

Filipinas fue colonia española de 1521 a 1898, estadounidense de 1898 a 1942, y japonesa de 1942 a 1945; se convierte en país independiente en 1946. Desde la década de 1970, se adopta el modelo de sustitución de importaciones para proteger su débil estructura industrial, periodo en el que la economía filipina presenta una tasa promedio de crecimiento anual de 5.32% (Falck, 2000). El reducido tamaño del mercado interno filipino impidió el desarrollo de la industria a finales de la década de 1970; aunado a esto, la elevación de los precios del petróleo, del cual Filipinas es altamente dependiente, tuvo un impacto negativo sobre la economía, provocando que desde 1981 la economía empezara a desacelerar su crecimiento.

Durante la segunda mitad de los años ochenta, la economía retomó el crecimiento, ya que en 1986 el gobierno de Corazón Aquino inició un cambio hacia una apertura económica. En ese período, las exportaciones, que representaban un 28% del PIB, se incrementaron hasta representarlo en un 34% para el siguiente periodo presidencial (1992-1997). El gobierno de Ramos continuó con la política de apertura y privatizó muchas empresas que habían sido controladas por el sector público, lo cual provocó que las exportaciones representaran el 50% del PIB. Sin embargo, cabe señalar que muchos de los bienes exportados tienen un contenido de importación muy alto (Falck, 2000).

Debido a las condiciones en las que se encontraba el país, la migración fue un fenómeno de gran escala desde la década de 1970, ya que la crisis del petróleo en 1973 empeoró las condiciones económicas; por otra parte, los países petroleros del Golfo necesitaban trabajadores para llevar a cabo ambiciosos programas de infraestructura, evento que fue aprovechado por el gobierno de Marcos para establecer un programa de empleos en el extranjero al incluirlo en el código laboral filipino de 1974 (Falck, 2000).

Entonces se creó la Administración Filipina de Empleo en el Extranjero, agencia gubernamental encargada de procesar los contratos laborales, otorgar permisos, regular y monitorear las agencias de reclutamiento privadas. La continua demanda de trabajadores en los países del Golfo y la apertura de nuevos mercados de trabajo en otras regiones son la causa de que la migración persista durante más de 30 años (Asis, 2006). Durante todos estos años de migración asistida por el gobierno, no ha logrado eliminar los factores de expulsión, ya que hay una ausencia de las autoridades filipinas en materia de desarrollo económico sostenido, una inestabilidad política, una cantidad elevada de población, alto desempleo y bajos salarios reales (Asis, 2006).

La tasa de desempleo se ha incrementado constantemente desde 1980 y hasta 2004, pasando de un 4.8% a 11.9%, de acuerdo con estadísticas del Banco Mundial. La escasa generación de empleos en el sector formal de la economía permite comprender por qué la emigración neta se ha incrementado considerablemente desde 1965-1970, a pesar de que la tasa de fertilidad en Filipinas ha mostrado un continuo descenso desde 1960 (gráficos 8 y 9).

Las estadísticas del Banco Mundial muestran que Filipinas recibe montos considerables de remesas: de representar el 1.7% del PIB, en 1977, representaron el 10.7% del PIB para 2010. Otro factor de interés es el hecho de que los emigrantes filipinos están incrementando sus niveles de capacitación: en 1990, el 12.75% de la población mayor a los 25 años que migraba tenía por lo menos un año de educación terciaria; para el año 2000, dicha tasa aumentó a 13.55%.

 

CONCLUSIONES

Los determinantes del desarrollo económico indican que tanto Corea del Sur y España lograron convertirse en economías desarrolladas debido a las políticas económicas implementadas con la participación activa del Estado, mientras que economías como México y Filipinas aplicaron al pie de la letra los lineamientos del Consenso de Washington en la década de los ochenta, ocasionando que el Estado abandonara los proyectos de desarrollo que venía impulsando para dar paso a las políticas de libre mercado que garantizan una estabilidad macroeconómica a expensas del sacrificio de un alto ritmo de crecimiento y desarrollo económico.

En los casos de México y Filipinas, cabe decir que tras 40 años de emigración de trabajadores, no se aprecia una mejora sustancial en los niveles de desarrollo. Las cuantiosas remesas que reciben las familias son empleadas, en su mayor parte, para el consumo básico; por otro lado, los conocimientos que adquieren los migrantes en los países de destino no pueden ser aplicados en sus países de origen debido a las carencias de infraestructura.

Consideramos que la migración es el resultado de los efectos de atracción y expulsión entre economías desarrolladas y no desarrolladas, pero no que la migración sea un factor potencial que permita alcanzar mayores niveles de desarrollo; esto sólo se consigue con la implementación de políticas económicas orientadas al mejoramiento en la calidad de vida de la población por medio de una mayor intervención del Estado en la actividad económica.

Las economías surcoreana y española han logrado revertir sus tendencias migratorias debido a los mayores niveles de desarrollo económico. El alto dinamismo de sus economías les ha permitido importar trabajadores extranjeros con la finalidad de mantener un crecimiento sostenido, donde la funcionalidad del migrante es la de reducir los costos laborales para permitir que estos países puedan mantener su patrón de acumulación.

 

REFERENCIAS

Adelman, Irma (2002), "Falacias en la teoría del desarrollo y sus implicaciones en política" en J. M. Meier y J. E. Stiglitz (eds.), Fronteras de la economía del desarrollo. El futuro en perspectiva, Alfaomega/ Banco Mundial; p. 91-139.         [ Links ]

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Notas

1 Los autores agradecen el apoyo brindado mediante el financiamiento del proyecto IN304010. "Los efectos de la crisis global sobre el flujo de capitales y trabajo en la relación México-Estados Unidos y su impacto sobre los mercados laborales. Consideraciones teóricas" por el Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) de la UNAM, Agradecemos, además, a Isabel Rodríguez Luna, Yuridia Cañedo Barrera, María Rita Díaz Ferraro, Erika Jael Herrera Rosales, Ameyali Altamirano Fernández y José Rafael Valencia González por la búsqueda y sistematización de la información.

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