Introducción
Dentro de las muchas formas de infecciones de la piel y los tejidos blandos están las parasitosis en forma de zoonosis. La infestación tisular por larvas de moscas del orden Diptera- constituyen a la miasis. Dicha infestación se clasifica de acuerdo con las zonas anatómicas afectadas, las más comunes son la cutánea, la entérica, la oftálmica, la nasofaríngea, la articular y la genital, siendo la más prevalente la forma cutánea. Es un padecimiento frecuente en zonas endémicas y cualquier persona puede ser afectada, particularmente en la forma cutánea.1,2
Caso clínico
Paciente femenino de dos años que acude con médico pediatra por presentar pápula subcutánea en la región frontal, localizada en la piel cabelluda con aumento de volumen y eritema sin dolor a la palpación. Después de la revisión clínica la paciente fue enviada para la realización de ultrasonido (Figura 1), con sospecha de cuerpo extraño versus hematoma. Por último, es explorada quirúrgicamente obteniendo con claridad la larva de la mosca (Figura 2). La paciente tuvo una evolución favorable y fue dada de alta definitiva a las 72 horas.
Discusión
La miasis es una zoonosis caracterizada por la presencia de larvas de mosca. Es la cuarta enfermedad cutánea más importante en el mundo y puede presentarse en viajeros al trópico, en donde se considera endémica. Las moscas depositan sus huevos sobre otros insectos, típicamente moscos, que a su vez serán los responsables de llevarlos a otro huésped. Las larvas penetran la piel y crecerán durante 6-12 semanas.1
La presencia de lesiones en tejidos blandos representa una causa frecuente de consulta en pediatría y suelen deberse a procesos infecciosos, inflamatorios, neoplásicos, vasculares, traumáticos o malformativos.
Entre los procesos infecciosos, se destacan la celulitis y los abscesos. Ambas modalidades presentan características ecográficas particulares que nos permiten realizar un diagnóstico de manera eficaz y poco invasiva. En efecto, la celulitis presenta típicamente aumento en la ecogenicidad, vascularización y espesor del tejido afectado, mientras que los abscesos suelen tener ecogenicidad variable en el interior de la cavidad, al igual que aumento del grosor del tejido subcutáneo. En casos más avanzados podemos identificar a la paniculitis y eventualmente a la formación de abscesos. Es raro el identificar parásitos.3
En lo que concierne a las neoplasias, destacan los epiteliomas calcificados de Malherbe que son tumores benignos.
En la piel cabelluda y como resultado de traumatismos no son raros los hematomas, los cuales pueden incluso llegar a calcificarse.
En última instancia, hablaremos de los quistes de inclusión epidérmicos. Estos se originan por la inclusión de epitelio escamoso queratinizado en la dermis. Son lesiones frecuentes en el cuero cabelludo y en la piel del cuello y la espalda.
Conclusiones
El diagnóstico de lesiones subcutáneas incluye al ultrasonido como primera opción. Permite una valoración rápida, inocua y saber si la lesión es sólida o quística, su localización y eventual penetración a planos más profundos y su vascularidad.
En este caso la primera opción diagnóstica fue un cuerpo extraño, resultando una inusual forma de parasitosis cutánea en población no susceptible secundaria a larvas de mosca de la especie Dermatobia hominis.