Cuando la doctora Dení Trejo me pidió que escribiera algunas palabras sobre Joan Pagès, acepté inmediatamente y pensé en escribir sobre su trayectoria académica. Sin embargo, al hacer un recuento de todo lo ha hecho a nivel académico me di cuenta que tres páginas iban a ser insuficientes. Decidí entonces que quizás podría escribir desde la experiencia que tuve con él como estudiante de doctorado y profesora. Espero que con estas sencillas palabras pueda trasmitir lo que significó Pagès para un área muy poco abordada en el campo de la investigación, como lo es la Didáctica de las Ciencias Sociales, y sobre todo, para las personas que nos dedicamos a investigar y a enseñar contenidos sociales e históricos.
Joan Pagès Blanch estudió la licenciatura en Filosofía y Letras, se especializó en Historia Moderna y Contemporánea. Tenía una preocupación auténtica por la enseñanza de la Historia y en 1993 finalizó el doctorado en Ciencias de la Educación en la Universidad Autónoma de Barcelona. A partir de entonces realizó aportaciones al área de la Didáctica de las Ciencias Sociales junto con Pilar Benejam. Fue investigador del Grupo de Investigación de la Didáctica de las Ciencias Sociales (GREDICS). Fue director de más de un centenar de tesis de maestría y de doctorado. Lo más valioso, desde mi perspectiva, es que fue un pilar importantísimo en Latinoamérica en el campo de la investigación de la Didáctica de las Ciencias Sociales. Podría extenderme, pero como mencioné tres páginas no serían suficientes y considero que igual de valioso es escribir de él no sólo como investigador sino también como la gran persona que fue.
Yo conocí y hablé por primera vez con Pagès en el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana. Lo recuerdo como un investigador muy respetado por su trayectoria académica. A pesar de esta imagen no dudé en acercarme para comentarle mi interés en hacer un doctorado en Barcelona. Muy amable me dijo que anotara su correo electrónico para estar contacto. Yo lo contacté hasta algún tiempo después en el que le pedía revisara mi proyecto para ingresar al doctorado. Mi sorpresa fue una inmediata respuesta en la que me decía que con mucho gusto él podría dirigirme la tesis.
Lo volví a ver en persona tiempo después en la Universidad Autónoma de Barcelona. La universidad, el aula de clases y Pagès rompieron mis esquemas de lo que para mí, hasta ese momento, era el mundo académico. Me encontré con un Pagès con barba muy relajado, sentado en una silla del aula de clases, escuchando atentamente a Antoni Santisteban darnos la bienvenida. Así era Pagès, era una persona muy sencilla y empática con los que teníamos el sueño y hacíamos el esfuerzo de ir a estudiar a Europa. Fue un asesor que en lugar de ponernos trabas, nos ayudaba a terminar. Y es que es muy común que uno se encuentre con asesores poco empáticos con sus asesorados. En donde más allá de asesorar le hacen a uno el proceso muy difícil, como si estudiar un doctorado tuviera que ser un calvario. Pagès era distinto, era muy humano, y en mi caso hizo lo posible para que el Departamento de Educación me permitiera dar la defensa de mi tesis doctoral antes de lo previsto. Para mí era muy importante terminar porque no era becaria y seguía recibiendo un apoyo económico por parte de familia. Tenía un compromiso moral que cumplir.
Tener a Pagès como asesor, hizo que mi proceso como estudiante de doctorado fuera “miel sobre hojuelas”. Hacer un doctorado desde esta perspectiva, contribuyó a volver a creer en la educación, en las instituciones, en las personas, en el aula. Pagès era de esas personas a quien le interesaba conocer más tus ideales que cuántos títulos tenías. Pagès creía en ti como persona y esto era valiosísimo en un mundo académico donde la competencia intelectual y académica es lo que prevalece y lo que te define como profesional.
Era impresionante la atención que Pagès tenía para leer mis textos, las respuestas a los correos, a dirigir una tesis sin dar una receta o decirme qué, cómo y cuándo lo tenía que hacer. Este tipo de asesorías me permitieron convertirme en una investigadora crítica y autónoma. Lo primero que hacía era creer en ti y después de darte la confianza te acompañaba académicamente en la elaboración de la tesis doctoral. Recuerdo una sesión de asesoría en la cual le pregunté que si él creía en Dios y su respuesta fue: ¡Hernández, yo creo en ti, creo en las personas! Jamás lo olvidaré. Así como tampoco olvidaré el poema de Amado Nervo que siempre utilizaba para presentarse: “Aquí se piensa, aquí se lucha, aquí también se ama”.
Pagès me enseñó a escribir, tenía una forma muy particular de decirme que lo más importante de escribir es que fuera clara y con palabras sencillas. Recuerdo que cuando usaba un término académico muy “rimbombante” me escribía en rojo que no entendía. Por supuesto que lo entendía pero era mucho más valioso y al mismo tiempo difícil escribir con un discurso sencillo y profundo que abusar de la palabrería académica, que en ocasiones, poco o nada dicen.
Creo que su fallecimiento, sucedido el 2 de junio de 2020, nos duele mucho por eso, por la persona que fue. A pesar de haber sido un gran académico, investigador y profesor era una persona muy sencilla y humana. Siempre estuvo dispuesto a ayudar a todo aquella persona preocupada por la enseñanza de las Ciencias Sociales y de la Historia. Existen pocas personas como él, existen pocas personas que te enseñan a volver a creer en la educación, y es que no solamente era tener presente un ideal por mejorar la enseñanza de las ciencias sociales, sino que fue un académico que realmente aportó conocimientos para que esto sucediera en las aulas de clases. Sus aportaciones no sólo se han quedado en nuestras cabezas, se han quedado en nuestros corazones, y por supuesto, en las aulas de clases donde cada uno de nosotros seguirá con su legado.