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Andamios

versión On-line ISSN 2594-1917versión impresa ISSN 1870-0063

Andamios vol.20 no.51 Ciudad de México ene./abr. 2023  Epub 29-Sep-2023

https://doi.org/10.29092/uacm.v20i51.1015 

Reseñas

“El andar trabajando” apertura de posibilidades para imaginar futuros

Carmen Bueno Castellanos* 

*Profesora Emérita en la Universidad Iberoamericana, campus Ciudad de México. Correo electrónico: carmen.bueno@ibero.mx

Contreras, R. 2022. Imaginar futuros. La temporalidad del ganarse la vida en el Valle del Mezquital. Ciudad de México: CEIICH/UMNA


“Andar trabajando” es el testimonio que se entreteje en las vidas, las acciones y los imaginarios de una vida buena de los pobladores de una pequeña comunidad en el Mezquital y que se convierten en el centro nodal de las aportaciones del libro Imaginando futuros. La temporalidad de ganarse la vida, escrito por Raúl H. Contreras Román y editado por el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM en 2022.

Esta obra ha ganado merecidos premios; reconocimientos que se van a multiplicar porque estamos frente a una obra magistral. El autor nos invita a una travesía por una antropología que reorienta su mirada hacia el futuro. Esto significa una renovación de la mirada antropológica que incorpora nuevos referentes analíticos para analizar la capacidad de aspirar por un futuro mejor de comunidades marginadas. Nos invita a aprender como la sociedad es capaz de moldear, y de esta manera gestar en el cotidiano una política de la posibilidad, como afirma en 2015, Appadurai en su obra El futuro como un hecho cultural.

Uno de los grandes méritos es que este “artilugio intelectual”, como lo define Guadalupe Valencia en el prólogo de este libro, surge de una pregunta tan sencilla como ¿qué hace la gente para vivir y por qué? Y esta pregunta se contesta a partir de una inmersión en una comunidad rural e indígena llamada el Boxo, que apenas cuenta con 210 habitantes. Esto que parece tan simple, está elaborado con gran maestría, aporta una mirada muy distinta del vivir en precariedad en tanto incorpora, como se mencionó anteriormente, la construcción cultural de futuro como eje central analítico.

Su lectura deja huella porque el análisis cuidadoso del futuro imaginado en esta comunidad rompe con estigmas, abre nuevos caminos explicativos, nuevas dimensiones de una realidad social que supera por mucho el caso estudiado. Lo encontrado en esta investigación y plasmado a lo largo de los 10 capítulos que integran este libro, nos transporta a muchísimos lugares en los que se replica este fenómeno, no solo en México, sino en tantas partes del sur global.

A pesar de la dinámica fragmentada y dispersa de los habitantes de esta comunidad, persiste el afán por reproducir la vida comunitaria. Esto solo es factible, gracias a los recursos que se obtienen de las migraciones, tanto las migraciones en proximidad como las migraciones a los Estados Unidos. Los pobladores del Boxo a través de sus repertorios de prácticas y significados, nos permiten comprender su visión de futuro, cuyo horizonte está totalmente direccionado a aportar lo que ellos imaginan como una vida buena para sus familias y su comunidad.

Antes de pasar a lo que le da originalidad a este texto, quisiera solo dar cuenta de la metodología utilizada. Lo que hace tan potente esta obra es la amalgama entre un trabajo de campo donde el autor va observando, viviendo en carne propia y elaborando preguntas pertinentes, que después convierte en una descripción densa que invita al lector a trasladarse y participar de paisajes, situaciones, olores, sentires, temores, desafíos de la cotidianeidad. A esto se suma un arsenal teórico muy bien seleccionado que, mediante un proceso dialógico y reflexivo, eleva la información de campo a dato científico riguroso. Esta amalgama se va tejiendo de manera dialéctica a lo largo de los capítulos, a veces con mirada crítica, va poniendo distancia a enfoques que no contemplaron elementos significativos de la reproducción social de este tipo de comunidad; otras veces haciendo relecturas de abordajes teóricos de gran calado, y por ende construyendo conocimiento propio que le da sentido a la complejidad estudiada.

“El andar trabajando” “el andar lejos” como un proceso continuo, da cabida a un análisis multiescalar del espacio que vincula la vida en la comunidad con lugares próximos y lugares distantes, producto de la migración. Esto se aprecia y disfruta en el texto a través de las experiencias ubicuas que se reproducen por los que se van, por los que añoran volver, por los que retornan a la fuerza y por los que se quedan. Esta mezcla de circunstancias va incorporando un rico acervo de prácticas cotidianas, de repertorios de acción, y de aspiraciones de un futuro mejor.

El tiempo se despliega entre la rítmica de la cotidianeidad comunitaria que se expresa en los tiempos de las vidas personales y familiares y la rítmica de tiempos discontinuos, accidentados a consecuencia de las contingencias vividas en los contextos inestables por los que transitan los que “andan trabajando” fuera de la comunidad. Temporalidades, estas últimas, que dan cuenta de las dinámicas de mercados de trabajo de baja calificación que están más alineados a las temporalidades de la lógica del capital que al bienestar de quienes depositan su esfuerzo, su tiempo y sus destrezas.

La gran aportación es redimensionar el tiempo, este último se teje de múltiples formas, lo cual se traduce en presentificar imaginarios de futuro, imaginarios abiertos a contingencias y a posibilidades. A la vez, el presente vivido es diverso, atropellado, inestable, el cual se nutre, pero también, en ocasiones, se deslinda de manera selectiva de pasados comunes. El pasado que se evalúa y se “resetea”, está siempre presente en la memoria. La acción, el sacrificio y el esfuerzo del presente se soporta gracias a la proyección del tiempo por venir. La expectativa de alcanzar una vida buena se traduce en acciones transformadoras que potencializan las posibilidades. Tal como lo expresa Raúl “el pasado cuenta como recurso y el futuro como horizonte” (p. 359) y por tanto el presente es el tiempo de la acción y de la reflexión y es un tiempo contemporáneo intensamente densificado, diverso y complejo.

En la acción y la reflexión del presente, la precariedad va imponiendo las rutas de ganarse la vida, predomina la pluriactividad esporádica y coyuntural, lo cual desconoce lo que en el mundo capitalista se considera como desempleo. Los que permanecen deambulan entre los quehaceres tradicionales de la milpa, la producción de carbón para cocinar y magros servicios para la comunidad; los que se van, acceden a las oportunidades fortuitas de hacerse de un “dinerito” en trabajos que no exigen credenciales. El autor le otorga a esta precariedad un significado distinto, descartando el estigma de ser sinónimo de sobrevivencia sin visión de futuro, por el contrario, la precariedad es lo que estimula orientaciones para luchar por una vida buena.

En condiciones de ausencia de oportunidades, la migración que comenzó hace medio siglo, se convirtió en un imperativo para la reproducción económica del Boxo, lo que ha implicado una dinámica comunitaria que organiza la vida transnacional de los que se van y de los que se quedan. Se trata de dispositivos y representaciones que se echan a andar alrededor de la gestión de la ausencia y que permiten articular la espera sin tiempo preciso, los quiebres temporales de la incertidumbre y ante todo darle sentido al presente del esfuerzo con la promesa de la vida buena futura. Una vida buena bajo parámetros de una economía moral que orientan los pensamientos y las acciones hacia la materialización de sueños y esperanzas en el contexto comunitario.

En varios capítulos, el autor menciona la trascendencia de resultados visibles de lo que reconocen como bienestar, superación o mejora, que se materializan en la comunidad, literalmente se “concretiza” en el uso y valorización del cemento como manifestación visible del logro del buen vivir. Este tipo de evidencias, se convierten en insumos estratégicos que coadyuvan al sentido de permanencia y de arraigo comunitario. La argumentación en torno al cemento da cuenta del valor otorgado al cemento para la mejora de la infraestructura de movilidad terrestre que recae en la responsabilidad de sus funcionarios públicos inmediatos. Estos últimos se legitiman como líderes al demostrar su capacidad de negociación para “bajar recursos” públicos. Por otro lado, el cemento está presente en la edificación de la casa familiar, el acceso a éste recae en el sacrificio del “andar trabajando” y por ende en el rol estratégico del ingreso obtenido por la migración.

A lo largo del texto se presentan conceptos claves para entender las rutas de ganarse la vida: La presión por la urgencia es una característica intrínseca a la precariedad, echando a andar importantes recursos como son la improvisación y la espontaneidad. Estas son destrezas de gran valor en condiciones de escasez de recursos y de marginalidad, que se desarrollan para reaccionar a lo inesperado y a la sorpresa de lo desconocido. En esta obra se puede constatar una serie de repertorios que, con un gran sentido de dignidad y de valores morales, van conformando un habitus que se va transmitiendo y reconfigurando a partir de los aprendizajes vividos en el “andar trabajando”.

El habitus abona no solo a la reproducción económica sino a la social comunitaria porque permite, ante lo impredecible, entrenar a las nuevas generaciones para reaccionar con cierta prontitud al sentido de urgencia que distingue la condición precaria que experimentan habitualmente. Este habitus va más allá de lo propuesto por Bourdieu (1999) porque no solamente entrelaza el pasado con el presente, sino que incluye la improvisación y la espontaneidad como generativa de respuestas ante lo inesperado e incorpora al acervo de narraciones locales de lo posible. Cómo Raúl Contreras afirma en este texto: “el habitus es una disposición duradera e incorporada en los cuerpos de quienes tienen que mover su cuerpo y su tiempo de vida fuera de la comunidad para hacer posible su vida y la de sus cercanos en la comunidad” (p. 349). Es un habitus vivo y dinámico en permanente actualización que regula o modela los mecanismos de la improvisación.

Los pobladores experimentan un proceso dialéctico de tensión y acoplamiento entre el sacrificio, el desgaste, la añoranza de vivir lejos de la familia para ganarse la vida y el anhelo de una vida buena, como promesa de un futuro deseado. Las prácticas en el presente por más sacrificadas que estas sean tienen el incentivo de un futuro mejor y orientan las obligaciones y los compromisos de los migrantes para con sus familiares y su comunidad. Paradójicamente, es a través de las experiencias de ganarse la vida donde se gestan las nociones de vida buena. En sus narrativas, estas nociones están fuertemente influenciadas por los estilos de vida observados fuera de la comunidad. Es así como el autor explica cómo aspirar por una vida buena está íntimamente asociada a la monetización y la mercantilización que proveen los mercados de trabajo fuera de la comunidad.

En el proceso de tiempo ubicuo, el arraigo a la vida comunitaria es una fuerza centrípeta que tiene una fuerte carga afectiva que incentiva la planificación, por demás, siempre atropellada por un futuro que se apropia de temas de modernidad y cuya cristalización de un futuro imaginado incorpora el sentido de certeza. En los testimonios expresados en el libro se reitera de múltiples maneras la concepción del buen vivir como orientador persistente para dotar de sentido a las prácticas y los esfuerzos del presente y al mismo tiempo vinculado con un horizonte utópico de lo deseado e imaginado como posibilidad.

La buena vida no es una meta, es un estado aspiracional que permite delinear el futuro y que da sentido al esfuerzo de la cotidianeidad. Futuro y modernidad han inspirado cambios en el estilo de vida de los pobladores del Boxo, un ejemplo de esto es sustituir un ambiente de convivencia comunal al interior de las casas por el interés de la privacidad en el ámbito privado y que se materializa en una distribución del espacio habitado. En el tiempo utópico la aspiración se acompaña de fragmentos de esperanza que abonan de alguna u otra manera a paliar incertidumbres.

El tiempo condensado, que almacena un pasado en la memoria e incorpora un futuro imaginado y un presente que se alimenta de ambos tiempos para “seguir andando” nos lleva al tema de la reproducción social. Este complejo tema se explica a través de las arenas imaginarias (Gaztañaga, 2018, p. 17 citado en la p. 364 de esta obra) donde se establece el valor que da sentido a las tensiones, al sacrificio, pero también a los deseos y las posibilidades dentro de un contexto de marginalidad. En este proceso, la imaginación como argumenta Appadurai (2015, p. 378-379 citado en la p. 363) es “parte fundamental de la maquinaria primordial de la reproducción social”. La argumentación sólida y bien estructurada alrededor del concepto de reproducción social es una gran aportación porque incorpora la posibilidad de aspirar por una vida buena como ingrediente estimulante de imaginar futuros en contextos altamente precarios.

Fuentes consultadas

Appadurai, A. (2015). El futuro como hecho cultural. Ensayos sobre la condición global. Buenos Aires: FCE. [ Links ]

Bourdieu, P. (1999). Meditaciones pascalianas. Barcelona: Anagrama. [ Links ]

Contreras, R. (2022) Imaginar futuros. La temporalidad del ganarse la vida en el Valle del Mezquital. Ciudad de México: CEIICH/UNAM. [ Links ]

Gaztañaga, J. (2018). Valor, acción, proceso y totalidad: notas hacia una teoría antropológica del valor. Introducción. En D. Graeber. Hacia una teoría antropológica del valor: la moneda falsa de nuestros sueños. Buenos Aires: FCE . [ Links ]

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