Todo progreso realizado en la agricultura capitalista no es solamente un progreso en el arte de esquilmar al obrero sino también en el arte de esquilmar a la tierra. Karl Marx, El Capital.
Introducción
El pastoreo es una forma de vida que durante milenios ha permitido la subsistencia de múltiples grupos humanos alrededor del mundo (Garzón Heydt, 1993, p. 30). La cabra fue el primer rumiante domesticado hace unos 10 000 años (Salinas González et al., 2015, p. 3) al ser incorporado a la estructura social, es decir, al volverse objeto de venta, herencia o intercambio. Dicho proceso ha resultado en la modificación genética y fenotípica de los animales de acuerdo con las necesidades e intereses del ser humano, con lo que se ha marcado una diferencia entre el animal doméstico y sus congéneres silvestres (Cassidy, 2007; Clutton-Brock, 1992). Las primeras razas de caprinos que en el siglo XVI se introdujeron en México fueron razas de origen español como la murciano-granadina, blanca celtibérica y retinta extremeña (Gómez y González, Pinos Rodríguez y Aguirre Rivera, 2009, p. 15). Estas razas presentaban características favorables para los ecosistemas de la entonces Nueva España: estaban adaptadas a la aridez, a la escasez de pastos y eran capaces de recorrer distancias largas en los tiempos de pastoreo, lo que, en conjunto, se denomina “rusticidad” (Fulcrand Terrisse, 2002, p. 21).
El pastoreo en zonas áridas tiene como principio fundamental el aprovechamiento de la vegetación espontánea presente en montes, laderas, pendientes y llanos no aptos para la agricultura. (Aguirre Rivera y Negrete Sánchez, 2017, p. 13). Por lo tanto, los grupos humanos que subsisten gracias a esta actividad han aprendido a manejar los espacios en condiciones complejas de aridez, a adaptarse a la ausencia prolongada de lluvias y a conocer el comportamiento fenológico de las especies vegetales de los agostaderos; así han procurado una alimentación variada y rica para los rebaños (Aguirre Rivera y Negrete Sánchez, 2017, p. 13; Echavarría Chairez et al., 2006, p. 206). Según Food and Agriculture Organization of the United Nations (FAO) (2019), se estima que en el planeta hay alrededor de 888 millones de cabras, de las cuales 90 por ciento se halla en los países en vías de desarrollo. En las regiones áridas de América Latina, la cría de pequeños rumiantes representa la principal fuente de ingresos para 995 000 familias. Personas de escasos recursos poseen aproximadamente el 81 por ciento de estos animales, 58.52 millones de animales entre ovinos, caprinos y pequeños camélidos (Íñiguez Rojas, 2013, p. 16).
La caprinocultura se ha posicionado como una actividad esencial y transformadora de los recursos existentes en las zonas áridas que ha posibilitado el desarrollo de elementos culturales. Al mismo tiempo, afronta condiciones adversas como incertidumbre productiva, escasez de tierra, cambio climático, agotamiento de suelos, depauperación de la economía campesina, migración del campo a la ciudad (Aguirre Rivera, 1982; Bartra, 1982; Boltvinik, 2009; Íñiguez Rojas, 2013). A estos contextos ambientales, sociales y económicos se suman las limitantes físicas de los pastores en función de su edad para trabajar (Mora Ledesma, 2013, p. 73), la aparición paulatina de la ganadería bovina tras el abandono de la caprinocultura (Maisterrena Zubirán, 2013, p. 112) y, el factor más importante, la relación asimétrica de los campesinos con el mercado (Arizmendi, 2016; Bartra, 1982, 2006; Boltvinik, 2009).
El fenómeno de la caprinocultura en el semidesierto potosino se ha estudiado previamente considerando variables culturales, geográficas, territoriales, rituales y de tradición oral; en particular, destaca la serie de trabajos recopilados por Mora Ledesma (2013). La caprinocultura en esta zona se ha analizado como un sistema de producción de ganado menor de carácter “relictual”, es decir, en vías de desaparición, porque los pastores tienen rebaños muy pequeños en comparación con las cifras de cientos de miles de cabezas que cruzaban el semidesierto en la época virreinal. Sin embargo, la caprinocultura actual se realiza en circunstancias del todo distintas a las grandes trashumancias de los siglos XVII-XVIII. Las condiciones socioeconómicas y estructurales que explican la actual situación concreta de estas familias no se han analizado con detenimiento, por lo que se pondrá especial énfasis en ellas en este trabajo.
El objetivo de este artículo es describir las condiciones de producción y trabajo familiar de 20 unidades domésticas1 dedicadas a la cría de cabras en una localidad del semidesierto del estado de San Luis Potosí (México), tomando en cuenta sus interacciones con el mercado y el ambiente natural. Todos estos elementos son aspectos de la economía campesina que se discuten a la luz de su relación con el mercado capitalista y los efectos que este tiene para las unidades domésticas dedicadas principalmente al pastoreo, la agricultura de temporal y la caza-recolección en condiciones ambientales de escasez e incertidumbre productiva.
Materiales y métodos
Área de estudio
El trabajo de campo se llevó a cabo durante 2019 y el primer bimestre de 2020 en la región conocida como el altiplano potosino, en particular en el ejido de Pocitos, ubicado en el municipio de Charcas, San Luis Potosí (23°11’15.5”N 100°58’43.3”W), con una altitud que va de 1 990 a 2 320 metros sobre el nivel del mar. El clima predominante es el seco templado BSk, con una temperatura promedio de 16.8 grados centígrados (Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI], 2007, p. 7). La región está enclavada en una porción de la Sierra Madre Oriental que se extiende por varias serranías y cordilleras, entre las que destaca la Sierra de Coronado (INEGI, 2007, p. 9). La distribución de los suelos se relaciona directamente con el tipo de roca madre y las condiciones climatológicas. Debido a la topografía predominantemente montañosa, la mayor parte de la región está constituida por suelos delgados, discontinuos y tendientes a la erosión, como los xerosoles, que presentan una coloración clara con agregaciones duras y bajo contenido de materia orgánica. Las comunidades vegetales son las propias del matorral desértico micrófilo (Granados Sánchez, Hernández García y López Ríos, 2012, p. 102). Por estas características edafológicas, la mayor parte del municipio de Charcas, 83.31 por ciento, está ocupado por vegetación de matorral; 4.56 por ciento, por pastizales; 0.66 por ciento, por bosque; y solo 11.3 por ciento de la superficie municipal se dedica a la agricultura (INEGI, 2003).
La fundación del ejido de Pocitos data de 1937, con una primera dotación de 2 820 hectáreas y 74 beneficiados. En la actualidad tiene una extensión territorial de 6 463.38 hectáreas, de las cuales 1 601.09 están parceladas y 4 752.03 son tierras de uso común (Padrón e Historial de Núcleos Agrarios [PHINA], 2020). En 2020, el padrón ejidal estaba compuesto por 120 ejidatarios, dos avecindados y dos posesionarios (PHINA, 2020). Las actividades principales del ejido son la ganadería caprina, la agricultura de temporal, la caza-recolección y distintos trabajos en la modalidad de empleo eventual.
Esta comunidad se eligió con el propósito inicial de estudiar la caprinocultura bajo el esquema de la trashumancia reportada por Mora Ledesma (2013). Resaltaban dos factores en particular: la cercanía del poblado con la sierra de Coronado y la ubicación del asentamiento humano en la parte baja de la microcuenca de Pocitos, lo que da lugar a dos pisos ecológicos aparentemente complementarios, de acuerdo con las particularidades señaladas por la misma autora. Sin embargo, en múltiples visitas a Pocitos hechas entre los años 2014 y 2019, se encontraron otras formas de practicar la ganadería extensiva de cabras, por lo que resultó de particular interés en función de su especificidad con respecto de lo señalado en textos previos sobre el tema. Se constató de manera empírica que las condiciones ambientales están muy limitadas: la ganadería no siempre se realiza con un manejo adecuado para asegurar la preservación de la vegetación aprovechable en los agostaderos o para favorecer la continuidad de los ciclos biogeoquímicos ahí presentes. A simple vista, es evidente la ausencia de pastos nativos y de vegetación leñosa de porte bajo aprovechable como forraje; el sobrepastoreo ha provocado el dominio de especies indeseables asociadas al disturbio de los agostaderos como la gobernadora (Larrea tridentata) y cactáceas como el cardenche (Cylindropuntia imbricata).
Por estas razones, se partió del principio de no desligar el entorno social del ambiente natural que lo contiene y lo soporta, pues son dos aspectos indisociables: “el estudio diacrónico de los cambios en la agricultura y en las sociedades agrícolas permite la comprensión de aspectos como la biodiversidad o la sustentabilidad, que incluyen aspectos ecológicos y sociales al mismo tiempo” (González-Jácome, 2003, p. 120). Pocitos, como una comunidad representativa, hace patente las claras relaciones de dominación por las cuales el capitalismo urbano subsume la forma de trabajo campesina, las familias y los sistemas productivos. En cada ciclo productivo, los caprinocultores se encuentran en una encrucijada para asegurar la subsistencia mínima de las unidades domésticas.
En este sentido, en este trabajo mostramos no solo que la caprinocultura está perfectamente integrada a la lógica de reproducción del capitalismo urbano, sino también que en esta integración están contenidas todas las manifestaciones del trabajo vivo encaminadas a la supervivencia de las unidades domésticas y la paulatina, pero incesante, degradación de los ecosistemas que limitan la reproducción social campesina.
Siguiendo a Méndez Ramírez et al. (1996, pp. 11-28), este trabajo es observacional, descriptivo-comparativo de efecto a causa y transversal. Observacional, porque, en el periodo en que se recolectó la información, se analizó el fenómeno de la economía campesina a partir de la caprinocultura sin modificar ninguno de los factores que intervienen en el devenir cotidiano de esta. Se abordó una población determinada en términos concretos, según una serie de categorías y variables, buscando asociaciones entre ellas, partiendo del efecto, es decir, de la forma en que se manifiesta empíricamente un fenómeno, con miras a encontrar las causas probables utilizando un enfoque sincrónico y diacrónico. Por último, es transversal porque las variables se midieron una sola vez (en un ciclo productivo) tomando como referente a una población que se segmenta de acuerdo con sus características sociales y económicas en relación con su ambiente.
El trabajo de campo se realizó en el ejido de Pocitos. Se aplicaron entrevistas semiestructuradas (Gillham, 2005, pp. 70-79) a familias de 20 unidades domésticas para obtener datos sobre las características de los medios de producción (véanse los cuadros 1 y 2). Las unidades domésticas fueron seleccionadas por muestreo no probabilístico, cuyo único criterio de inclusión fue que se llevara a cabo la cría de cabras.
Categorías de análisis | Variables | Valoración |
---|---|---|
Composición familiar | Hombres | Número |
Mujeres | ||
Niños | ||
Niñas | ||
Propiedad de la tierra | Ejidatario | 1 |
Avecinado | 2 | |
Propietario | 3 | |
Otro | 4 | |
Trabajo familiar | Trabajo parcelario | Sí/No |
Ganadería | ||
Agricultura | ||
Caza/recolección | ||
Trabajo extraparcelario | ||
Oficios desempeñados | Nominal | |
Apoyos económicos | Apoyos gubernamentales | Sí/No |
Remesas |
Fuente: elaboración propia con base en el trabajo de campo, 2019.
La muestra constituye aproximadamente una sexta parte del total, pues en Pocitos existen alrededor de 116 unidades domésticas. Con la información obtenida mediante los cuestionarios y las observaciones directas se construyó una base de datos de aspectos socioeconómicos, composición familiar, división del trabajo, ingresos, egresos y patrimonio pecuario (véase el cuadro 2). Se prestó particular atención a la propiedad de la tierra, a las formas de acceder a los recursos que hay en ella y al aprovechamiento local para el sostenimiento de las familias. Los datos se representaron de forma gráfica y tabular por medio de estadística descriptiva.
Categorías de análisis | Variables | Valoración |
---|---|---|
Tipo de producción | En serranías y majadas | 1 |
Trasterminancia | 2 | |
Traspatio/confinamiento total | 3 | |
Animales | Tamaño de rebaño | Número ejemplares |
Cabras hembras adultas | ||
Cabritos | ||
Sementales/macho cabrío | ||
Cabras cargadas | ||
Ovejas | ||
Vacas | ||
Cerdos | ||
Gallinas | ||
Caballo/burro | ||
Gastos en salud animal | Vacunación | Cantidad en pesos mexicanos |
Medicamentos varios | ||
Gastos en alimento | Suplementos alimenticios | Sí/No |
Complementos alimenticios | ||
Alimento comprado | Avena | Cantidad precio por kg |
Alfalfa | ||
Rastrojo | ||
Otro | ||
Total de gastos | Anual | Cantidad en pesos mexicanos |
Ingresos de pastoreo | Cabritos | Número de unidades |
Destinados al autoconsumo | ||
Precio de venta | Cantidad en pesos mexicanos | |
Peso | Cantidad en kilográmos | |
Venta de cabras de descarte | Cantidad en pesos mexicanos | |
Total de ingresos | Anual | |
Producción de quesos | ¿Hay producción de queso? | Sí/No |
Producción semanal | Número de unidades | |
Costo producción por pieza | Cantidad en pesos mexicanos | |
Quesos para venta | Número de unidades | |
Quesos para autoconsumo | ||
Precio de venta por unidad | Cantidad en pesos mexicanos | |
Total de ingresos | Anual |
Fuente: elaboración propia con base en el trabajo de campo, 2019.
Además, se ofrece una discusión breve acerca de la necesidad y la pertinencia de la pluriactividad de las unidades domésticas campesinas, ya que sirve como elemento articulador para entender la persistencia campesina en las condiciones de precariedad y escasez que han afrontado los campesinos del semidesierto y que tiene su origen en una relación compleja con el mercado.
Resultados
Los indicios más antiguos de la cría de ganado menor en el altiplano potosino datan del siglo XVI. Se estima que los primeros rebaños que pisaron el semidesierto fueron introducidos entre los años 1591 y 1630 (Martínez Saldaña, 2020, p. 4). Garza Martínez (2001) refiere que el ganado lanar (y en menor medida el caprino) transitaba anualmente de Querétaro a Nuevo León y viceversa con un objetivo colonizador, ambiental y “pacificador”.2 A pesar de esta presencia anual, los ganados no se establecían de manera permanente en el semidesierto y, si lo llegaban a hacer, su alimentación no dependía totalmente de los agostaderos, sino que era posible que se aprovechara la infraestructura de las grandes haciendas como Los Charcos, Laguna Seca,3 Guanamé, etcétera. De tal manera que la ganadería se complementaba económicamente con otras actividades.
En la actualidad, la caprinocultura de esta zona se practica en un contexto de pobreza y pobreza extrema, por lo que hay una dependencia total de los recursos presentes en un ambiente ya perturbado, cuya degradación ha aumentado en los últimos cuarenta años a consecuencia de la urbanización e industrialización del país. Por estas razones, los pastores mexicanos han intentado modificar las características de sus rebaños en busca de cualidades más favorables a sus intereses y necesidades específicas. Por otra parte, como lo externan los productores, también ha habido una degradación en las características genéticas de los animales (Gómez y González et al., 2009, p. 15) a causa de una incorrecta selección genética derivada de los intereses económicos de los vendedores de razas exóticas de ganado. Reiteradamente se han introducido en las comunidades del semidesierto razas de cabras que resultan incompatibles para lograr su óptimo desarrollo y potencial zootécnico bajo las condiciones ambientales del altiplano potosino. Esto deja ver serias deficiencias en los procesos de transferencia de tecnología, tanto de instituciones gubernamentales como de emporios comerciales especializados en ganadería (Íñiguez Rojas, 2013, p. 22).
A partir de los datos recogidos en el trabajo de campo, y siguiendo a Gómez y González et al. (2009, pp. 11-26), se identificaron las razas empleadas por los caprinocultores de Pocitos. Los sistemas de producción locales son multipropósito: cuentan con animales encastados con diferentes razas para la producción de carne, cabritos lechales4 durante el invierno, y leche durante la mayor parte del año.
Como se puede observar en el cuadro 3, predominan las razas cuyo propósito original es la producción de leche. La leche constituye la principal forma de aprovechamiento de recursos obtenidos de la cabra (Gómez Ruiz, 2007, p. 6). Aunque la producción de esta varía en función del estado fisiológico de las cabras, aumenta durante la temporada de lactancia (de 100 a 120 días) y disminuye drásticamente el resto del año, es un recurso constante, si bien irregular, para la elaboración de quesos. Con la venta de estos se adquiere dinero a lo largo del año; incluso para algunas unidades domésticas es la principal fuente de ingresos. Por su importancia monetaria (véase el cuadro 4), es muy raro que en el interior de la comunidad se consuma la carne de cabras adultas o de cabritos lechales; se produce exclusivamente para la venta a acaparadores e intermediarios externos.
Razas identificadas in situ | Nombre local | Propósito original | Multipropósito local |
---|---|---|---|
Alpina | Alpina/lechera | Leche | Sí |
Criolla | Criolla | Leche y carne | Sí |
Murciana-granadina | Murcia | Leche | Sí |
Nubia | Pinta/Nubia | Carne y leche | Sí |
Saanen | Saanen | Leche | Sí |
Toggenburg | Toggenburg | Leche | Sí |
Fuente: elaboración propia con información de campo.
Formas de organización para la producción caprina en Pocitos
El pastoreo y los tiempos anuales de este determinan económica, social y territorialmente la organización de las personas dedicadas a la cría de cabras en el semidesierto. Por lo tanto, entender las características de la producción pecuaria requiere la comprensión de la forma y los ritmos de vida de las personas que habitan esta región.
En el ejido de Pocitos se han identificado empíricamente diferentes formas de producción caprina, cada una ideada de acuerdo con las capacidades y las necesidades de las unidades domésticas. Para el caso de Pocitos se propone esta clasificación: ganadería de majadas, ganadería trasterminante y ganadería de traspatio.
Ganadería de majadas
Esta forma de manejo se asocia con rebaños numerosos de cabras (más de 100 cabezas). Consiste en la movilidad territorial de los animales según la disponibilidad estacional de los pastos y forrajes espontáneos presentes en las zonas bajas (rancho de origen) y en las zonas altas de las laderas de la sierra de Coronado (zonas de majada). En teoría, implica el aprovechamiento de los picos de máxima vegetación anual de dos zonas distantes entre sí y que resultan ecológicamente complementarias a lo largo del año (Acuña Delgado y Ranocchiari, 2012, p. 2; Bendini y Pescio, 1999, p. 130; Garzón Heydt, 1993, p. 32; Mora Ledesma, 2013, p. 53). Dichos lugares de pastoreo están diferenciados por la altitud, las características de los suelos y el tipo de vegetación útil para la alimentación de los animales.
El rancho de origen es el lugar físico en donde residen los pastores y sus familias de manera permanente, y forma el espacio de socialización con otras unidades domésticas. Las tierras aledañas al rancho de origen han sido aprovechadas como agostaderos (tierras con vegetación natural y espontánea destinadas a la alimentación del ganado mediante el pastoreo) y, en menor medida, como zonas agrícolas si lo permiten las características del suelo y la disponibilidad de agua o de pendientes que propician el escurrimiento del agua pluvial. El territorio es administrado mediante acuerdos de carácter común tomados en las asambleas ejidales.
La majada es el espacio físico externo al rancho de origen que se ubica a varios kilómetros de distancia en las tierras de agostadero próximas a los cerros y serranías (Hernández Cendejas, 2013, p. 101). Las majadas son edificaciones rústicas hechas con materiales recolectados en el monte y otros que son transportados por los pastores (leños de mezquite, tallos apicales de lechuguilla, tallos de maguey, adobe de tierra, piedra, paja y lámina de metal). Se construyen cerca de cuerpos de agua intermitentes, es decir, charcos que se forman por la escorrentía pluvial, de manera que los animales puedan abrevar en ellos. En Pocitos, estas edificaciones se establecen, por lo general, entre seis y trece kilómetros5 de distancia del rancho de origen, y cuentan con una infraestructura muy elemental: un corral general, otro corral de manejo6 (ambos ocupan un espacio de más o menos 70 metros cuadrados) y una habitación donde pernoctan los pastores. Cuando las fuentes de agua intermitentes (charcos, bordos y jagüeyes)7 se agotan, los pastores deben acarrear bidones con el vital líquido desde las norias del rancho de origen en carretones tirados por equinos o en camionetas.
La ubicación, la construcción y la posesión de las majadas obedecen a distintos factores. Durante el trabajo de campo en Pocitos se encontraron diversas formas de trabajo de majada, en concordancia con lo establecido por Hernández Cendejas (2013, p. 101), quien documentó este mismo fenómeno en el ejido de Santa Isabel, en el municipio de Villa de Guadalupe (San Luis Potosí, México), donde hay mayor densidad de unidades de producción caprina.8
La primera forma es la majada improvisada o eventual, que obedece a la búsqueda urgente de forraje durante la época de secas en las tierras aledañas al rancho de origen. En estos asentamientos efímeros, los pastores permanecerán pocos días mientras sus rebaños consumen la poca vegetación disponible, y se moverán continuamente ocupando el mayor territorio posible para poder alimentar a los animales.
La segunda forma identificada corresponde a las majadas constituidas como propiedad privada que, aunque están edificadas sobre suelos comunales, los demás miembros de la comunidad las reconocen como una pertenencia ajena: no las ocupan sin la autorización previa del dueño y permanecen cerradas con cadena y candado. Estas majadas se ocupan en cada temporada de lluvias o de secas según las necesidades.
La tercera forma corresponde a majadas que, por su ubicación privilegiada en cuanto a recursos naturales como agua y vegetación, terminan eventualmente convirtiéndose en asentamientos permanentes en los que habitan pocas familias, es decir, se vuelven nuevos ranchos de origen; por ejemplo, Puerta la Verdolaga.
Durante la temporada seca (de febrero a mayo), los pastores se desplazan a diario desde sus hogares a las tierras de agostadero próximas al rancho de origen. Esto supone una mayor presión sobre el ecosistema, pues la demanda de forraje crece y es común que deban complementar la alimentación de los animales con otros tipos de vegetación como palma samandoca (Yucca carnerosana), maguey picado (Agave salmiana), nopal picado (Opuntia spp.), huizache (Acacia farnesiana) y mezquite (Prosopis spp.). Cabe señalar que algunos pastores siembran, además de maíz, sorgo y avena forrajera en sus parcelas asignadas, cultivos resistentes a la sequía que pueden reservarse para el estiaje.
Las dos temporadas altas de partos o “ahijamientos” (julio-agosto y noviembre-diciembre) están determinadas principalmente por dos factores: la presencia de las lluvias y la demanda de cabritos lechales en el mercado de los estados del norte como Nuevo León y Coahuila. Durante estas temporadas, los pastores, acompañados de sus hijos, deben llevar al ganado a las majadas en las faldas del cerro donde los picos de vegetación aprovechable comienzan a repuntar. Una vez que los animales se encuentran en la majada, dado que están a 13 kilómetros del rancho de origen, los pastores se desplazan en el medio de transporte que posean (bicicleta, carretón, motocicleta o camioneta) y llevan a la majada solo lo necesario. Cuando los partos de las cabras comienzan, los pastores suelen permanecer de guardia hasta 15 días en las majadas a fin de procurar que ninguna cabra tenga alguna complicación derivada del ahijamiento. Es importante señalar que no todos los integrantes de la unidad doméstica realizan estos desplazamientos, ya que en la casa y en el rancho de origen se llevan a cabo otras actividades económicas como el trabajo asalariado y la elaboración de quesos de chiva, en la que las mujeres tienen total protagonismo.
Como se puede ver, la estacionalidad es un aspecto fundamental para la actividad ganadera; de ella depende la disponibilidad del forraje que los rumiantes requieren para su desarrollo, pues no existe ningún otro tipo de infraestructura o tecnología para la producción pecuaria. Los ganaderos se desplazan con sus animales: en primavera y verano, el pastoreo se efectúa en las zonas bajas del rancho, y en la temporada fría (otoño e invierno) se desplazan a las zonas altas (majadas). Idealmente, las zonas bajas quedarían en descanso por algunos meses, lo que posibilitaría que los rebaños regresen de las partes altas de la sierra al rancho de origen para seguir alimentándose.
Sin embargo, esta condición no se cumple en la actualidad por diversos factores. Melville (1999) ha mostrado que, desde los tiempos novohispanos, el pastoreo sin control ni manejo degradó muchas zonas, y las consecuencias de esta degradación han persistido. Tras el reparto agrario, muchos ejidos solicitaron ampliaciones en virtud de que las tierras otorgadas no cubrían las necesidades de estos. En el caso específico de Cañada Verde (al suroeste de Pocitos), en 1937 se documentó que “las tierras de labor de dicho ejido [estaban] totalmente explotadas” (Departamento Agrario, 1938, febrero 3, p. 6). A estas condiciones históricas se añaden el envejecimiento de las pastoras y los pastores, la introducción de ganado bovino en los agostaderos aledaños al rancho de origen, la sequía y los bajos precios en el mercado agropecuario. Estos elementos han provocado progresivamente el incremento de la carga animal sobre las tierras, tanto de las zonas altas como de las bajas, lo que ha dado como resultado la expansión de suelos desnudos, erosionados y con poca o nula vegetación deseable para la ganadería, es decir, el sobrepastoreo.
Ganadería trasterminante
Esta forma de producción caprina constituye un punto intermedio entre la ganadería de majadas y el confinamiento total en traspatio. En Pocitos la realizan personas de entre 60 y 78 años de edad. Consiste en llevar a los animales a pastar en las tierras aledañas al rancho de origen, en un radio de poco menos de cinco kilómetros a la redonda. Esta forma ha sido pensada por los pastores cuyas capacidades físicas les impiden hacer grandes esfuerzos y desplazarse a través de grandes distancias.
El tamaño de los rebaños oscila entre 20 y 50 ejemplares. Es común verlos atravesar el pueblo durante la jornada, que va de diez de la mañana a cuatro de la tarde. La trasterminancia se rige por los mismos principios socioecológicos que la forma anterior, con la particularidad de que se lleva a cabo en escalas más cortas.
En la trasterminancia, la estacionalidad no marca una serie de pautas tan definidas como en los casos explicados anteriormente: no se aprovecha el forraje de las serranías para el apacentamiento del ganado y los partos se manejan en el traspatio de las unidades domésticas, no en las majadas. Por consiguiente, esta forma de caprinocultura involucra mayor cantidad de trabajo familiar, tanto de hombres como de mujeres de la unidad doméstica, aunque en términos económicos no se ve reflejado en los beneficios obtenidos (véase el cuadro 4).
Grupo | Tamaño del rebaño (cabezas) | Inver-sión total | Ingreso anual por venta de queso de chiva | Ingreso anual por animales de descarte | Ingreso anual por venta de cabrito lechal | Ingreso bruto anual total | Ingreso neto anual total | Ingreso neto mensual |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
1 | 184 | $7 000 | $9 100 | $15 984 | $12 900 | $37 984 | $30 984 | $2 582.00 |
1 | 145 | $3 600 | $5 200 | $8 640 | $6 300 | $20 140 | $16 540 | $1 378.33 |
1 | 135 | $3 600 | $6 500 | $10 800 | $9 900 | $27 200 | $23 600 | $1 966.67 |
1 | 133 | $5 500 | $10 400 | $9 720 | $9 000 | $29 120 | $23 620 | $1 968.33 |
1 | 104 | $5 300 | $10 400 | $16 200 | $12 000 | $38 600 | $33 300 | $2 775.00 |
1 | 100 | $3 200 | $6 500 | $21 600 | $12 600 | $40 700 | $37 500 | $3 125.00 |
1 | 97 | $3 200 | $5 200 | $6 480 | $5 400 | $17 080 | $13 880 | $1 156.67 |
1 | 73 | $500 | $6 500 | $6 720 | $4 500 | $17 720 | $17 220 | $1 435.00 |
1 | 61 | $3 900 | $6 500 | $11 880 | $9 000 | $27 380 | $23 480 | $1 956.67 |
2 | 50 | $1 150 | $5 200 | $3 240 | $3 600 | $12 040 | $10 890 | $907.50 |
2 | 43 | $1 150 | $5 200 | $5 400 | $3 000 | $13 600 | $12 450 | $1 037.50 |
2 | 35 | $700 | $3 900 | $0 | $3 600 | $7 500 | $6 800 | $566.67 |
2 | 34 | $0 | $0 | $3 360 | $2 400 | $5 760 | $5 760 | $480.00 |
2 | 33 | $700 | $1 300 | $1 920 | $3 600 | $6 820 | $6 120 | $510.00 |
2 | 28 | $400 | $0 | $1 620 | $2 100 | $3 720 | $3 320 | $276.67 |
2 | 22 | $0 | $0 | $1 890 | $900 | $2 790 | $2 790 | $232.50 |
3 | 13 | $ 500 | $0 | $0 | $1 200 | $1 200 | $700 | $58.33 |
3 | 10 | $ 700 | $0 | $0 | $900 | $900 | $200 | $16.67 |
3* | 10 | $ 500 | $0 | $0 | $250 | $250 | -$250 | -$20.83 |
3* | 4 | $ 400 | $0 | $0 | $750 | $0 | $350 | $29.17 |
*Estas unidades domésticas de animales en traspatio también reportaron actividades de pastoreo.
Fuente: elaboración propia con información del trabajo de campo, 2019.
Ganadería de traspatio
Este esquema de ganadería se desarrolla en el espacio contiguo a la casa, en instalaciones acondicionadas para tener pocos animales, pues, en este esquema, los rebaños rara vez superan los 15 ejemplares. Esta forma de manejo está asociada a dos perfiles definidos: personas mayores de 70 años que no pueden caminar largas distancias y familias con migración masculina; en estos casos, las mujeres se hacen cargo del manejo de los animales.
Al no haber pastoreo,9 las cabras se alimentan con nopal (Opuntia spp.) y maguey picado (Agave spp.), además del rastrojo de maíz. Estos insumos se producen de forma directa por la unidad doméstica cuando esta posee tierras cultivables; de lo contrario, deben comprarse o intercambiarse con otros productores. Por esto, aunque no se depende directamente de la vegetación de los agostaderos del ejido, sí se depende de la producción de forraje y rastrojo en otras unidades domésticas.
La finalidad de esta forma de manejo es la obtención de leche para la fabricación de quesos para el autoabastecimiento la mayor parte del año y la venta de algunos cabritos lechales en junio, julio y diciembre, meses en los que llegan los intermediarios a las comunidades en busca de estos animales. Las cabras, al igual que en las otras dos formas de producción, son un “ahorro” familiar para la obtención de recursos monetarios cuando así se requiera.
Ingresos obtenidos de la actividad ganadera en 2019
De acuerdo con el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) (2020a), el inventario nacional de caprino en 2019 se calculó en 8 791 894 cabezas. La producción de leche fue de 161 901 263 litros y la de carne en canal de 39 937.116 toneladas. En el nivel municipal, los datos gubernamentales (SIAP, 2020b) le adjudican a Charcas 381 850 litros de producción lechera y una producción de carne en canal de 326.693 toneladas, a 73.81 pesos mexicanos el kilogramo. Sin embargo, esta última cifra no coincide con los datos obtenidos en campo: el precio pagado directamente al productor del altiplano potosino por cada cabra de descarte en pie fue de 27 pesos mexicanos por kilogramo; en el caso del cabrito, 300 pesos mexicanos por animal, con un peso entre diez y doce kilogramos.
A pesar de que los caprinocultores reciben por sus productos un precio de compra ínfimo, su actividad tiene mucha importancia porque se encuentra bajo el manejo de la población rural de alta marginación. En el semidesierto potosino, la agricultura y la ganadería intensiva no prosperarían; así que la caprinocultura hace posible la subsistencia de las sociedades campesinas de la región (Aréchiga, et al., 2008, p. 5). Cuando los productores no pueden costear los gastos relativos a la manutención de las cabras, optan por vender una parte del rebaño, por lo que se quedan solo con los animales que pueden sostener con los recursos disponibles, dando preferencia a cabras jóvenes, preñadas o las de dos partos como máximo. Dicha reducción de los rebaños es un mecanismo de ajuste temporal para adaptarse a la escasez estacional de forraje en los agostaderos, la poca disponibilidad de agua, la baja demanda de fuerza de trabajo y el flujo discontinuo de dinero que caracteriza a la temporada seca en el semidesierto. El dinero obtenido por la venta de animales de descarte10 se destina a la compra de insumos básicos e indispensables para la subsistencia familiar como maíz, frijol,11 arroz y demás productos que la unidad doméstica no puede producir.
En el cuadro 4 se muestra el desglose de los ingresos aproximados obtenidos de la ganadería en 2019. La población entrevistada (N = 20) fue clasificada en tres grupos según la forma de producir: 1 = majadas, 2 = trasterminantes y 3 = productores de traspatio. Se analizaron a partir del número de animales por unidad doméstica y el promedio de los ingresos de los tres productos: queso, cabras de descarte y cabritos lechales.
Discusión
Puede afirmarse que a mayor disponibilidad de tierra y fuerza de trabajo, resultan menores los costos de producción de la cría de ganado caprino, porque se tiene acceso al suelo ejidal. Si las condiciones del agostadero fueran de buenas a excelentes,12 disminuiría la necesidad de comprar alimentos y otros insumos para el ganado. La ganadería de majadas y la trasterminante (grupos 1 y 2) tienen la ventaja de permitir el manejo de rebaños más numerosos en función de la disponibilidad de la tierra y la capacidad de movilidad por parte de los ganaderos. En contraste, la producción de traspatio (grupo 3), orientada al autoabastecimiento, presenta una mayor dependencia de los insumos externos y un menor acceso al uso de la tierra comunal porque los caprinocultores son avecindados o no tienen la capacidad física para desplazarse grandes distancias. Cuando confinan a los animales, los costos de producción por cabra se incrementan; por eso los rebaños en traspatio son menores que los rebaños en pastoreo.
En el análisis de los ingresos brutos y netos se encontró que, en términos generales, la caprinocultura en el semidesierto potosino no es una actividad redituable porque el ingreso anual obtenido por familia en los grupos 1 (majadas) y 2 (trasterminantes) resulta insuficiente para satisfacer las necesidades básicas de estas. Además, este se percibe de forma estacional, es decir, el dinero derivado de la venta de cabrito se obtiene casi exclusivamente en los meses de julio y diciembre. La cabra de descarte puede venderse en cualquier momento del año, pero acaparadores e intermediarios pagan precios muy bajos.13 El grupo 3 opera con pérdidas monetarias; sin embargo, la actividad se sigue realizando porque la producción en traspatio es totalmente de autoabasto, basada en la extracción de leche de cabra y en la elaboración esporádica de quesos para el consumo en el interior de la unidad familiar y rara vez para la venta.
Es muy importante destacar que, en la mayoría de los casos, la caprinocultura y las actividades asociadas a ella no permiten que las unidades domésticas rebasen los indicadores de pobreza establecidos por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) (2020a). Para diciembre de 2019, la línea de pobreza por ingreso económico (LPI) correspondía a 2 056.85 pesos mexicanos. Como se constata en el cuadro 4, solo tres unidades domésticas del grupo 1 sobrepasan esta cifra. El resto de las familias podría valorarse de acuerdo con el otro indicador de CONEVAL, la línea de pobreza extrema por ingreso (LPEI), que para esa misma fecha se calculaba en 1 134.64 pesos mexicanos.14 Es tan crítica la situación de la caprinocultura que menos de la mitad de las unidades domésticas analizadas obtienen ingresos superiores a esta cifra.
En la comparación de la información obtenida en el trabajo de campo con las cifras oficiales se hace manifiesta la importancia, y la necesidad, de la pluriactividad y de las dinámicas económicas basadas en los valores de uso. Es así porque, como se ha visto, la caprinocultura no solo no es redituable, sino que además, para llevarse a cabo, depende de una serie de condicionantes; por ejemplo, las productoras y los productores están obligados a cumplir con un programa de vacunación contra brucelosis para poder producir y comercializar sus quesos. Esta es una exigencia impuesta por instituciones gubernamentales, pero no siempre se cumple. Como los quesos se fabrican en el interior del hogar con las herramientas que se tienen a disposición (Gómez Ruiz, 2007, p. 150), no cuentan con un estándar sanitario óptimo y no se apegan a lo establecido en las normas oficiales NOM-243-SSA1-2010 (2010), sobre productos y derivados lácteos, y NOM-251-SSA1-2009 (2009), sobre prácticas de higiene para el proceso de alimentos.
El 100 por ciento de las unidades domésticas estudiadas se encuentra en un régimen económico de subsistencia. Se comprobó, en todos los casos, que es muy limitada o nula la capacidad de ahorro o de acumulación de capital de las familias, por lo que rastrear los ingresos derivados de la pluriactividad, excluyendo la ganadería, es una tarea difícil. Las actividades de subsistencia están encaminadas a la procuración y aprovechamiento de valores de uso, es decir, cosas concretas destinadas al consumo inmediato cotidiano, principalmente alimentos, y no existen registros empíricos de los ingresos reales de las unidades domésticas. Sin mencionar que, en algunas ocasiones, la subsistencia se logra gracias al trabajo comunitario, la cooperación entre unidades domésticas o al intercambio de bienes y actividades que con dificultad podrían cuantificarse monetariamente.
Para asegurar la subsistencia mínima en los meses en que son escasos o nulos los ingresos por concepto de la fuerza de trabajo pecuario, las familias de los tres grupos llevan a cabo actividades de caza y recolección,15 así como trabajo asalariado eventual dentro y fuera de la comunidad. La mayoría de las actividades extraparcelarias que se realizan en Pocitos están relacionadas estrechamente con la apropiación de recursos naturales de los montes y zonas de vegetación silvestre, y dependen, al igual que la agricultura y la ganadería, de los ciclos anuales que determinan la disponibilidad o la ausencia de ciertos recursos. En la figura 1 se muestra gráficamente la pluriactividad de las familias de Pocitos que les permite la reproducción social a lo largo del año.
Al contrario de lo que ocurría con los grandes potentados novohispanos cuyos ganados cruzaban el semidesierto potosino, los caprinocultores de Pocitos no tienen un segundo hogar ni tierras fértiles para obtener otros alimentos, ni riquezas producidas por la minería, ni arriendan 40 000 cabezas de ganado como lo hacían los dueños del ganado queretano (Super, 1983, p. 45). La economía campesina16 de los caprinocultores está determinada del todo por los factores de estacionalidad y secuencialidad de sus actividades (Boltvinik, 2009, pp. 29-31). Para comprender ambos conceptos, es necesaria una comparación, a manera de ejemplo, entre las actividades agropecuarias y las actividades industriales (véase el cuadro 5).
Industria | Agricultura | |
---|---|---|
Materiales | Inertes previamente extraídos y/o transformados. | Materia viva. Se estimula y cuida el crecimiento de plantas y/o animales. |
Tiempos del proceso | Dictados por el ser humano. | Sujetos a las etapas y los lugares de crecimiento de plantas y animales. |
Actividades del proceso | Pueden ser simultáneas. | Dependen de la estacionalidad y secuencialidad, así que rara vez son simultáneas. |
Ubicación de la materia de trabajo | Es trasladada hasta el trabajador o la máquina. | El trabajador y/o la máquina deben trasladarse al lugar en que se encuentra la materia de trabajo. |
Factores de incertidumbre | La producción no siempre está sujeta a factores ambientales, climáticos y ambientales. Hay menor incertidumbre productiva. | La producción está determinada por la variabilidad estacional, climática y ambiental. Hay mayor incertidumbre productiva. |
Productos | La mayor parte, no perecederos. | En su mayoría, perecederos. |
Fuente: Boltvinik (2009, pp. 28-29).
La estacionalidad y la secuencialidad determinan el ritmo de vida de los caprinocultores: se adaptan a los tiempos de crecimiento y desarrollo de la vegetación de los agostaderos y a la respuesta de los animales al consumo de esta, así como a la incertidumbre que acarrea. Los requerimientos desiguales de la fuerza de trabajo a lo largo del año han obligado a los caprinocultores a complementar los ingresos parcelarios (ganadería) con ingresos extraparcelarios que pueden expresarse en forma de mercancía-trabajo (MT)17 (Palerm, 2008, p. 296) o de valores de uso, mediante la caza y la recolección (véase la figura 2). Estos ajustes a los medios de producción pueden ser vistos como adaptaciones culturales que, como lo asienta Palerm, “operan por variaciones que tienen un propósito específico y se mantienen, transmiten, abandonan o modifican de forma selectiva y crítica” (2008, p. 274). Asimismo, Palerm (2008, pp. 275-276) establece que el mantenimiento o el abandono de estas adaptaciones están regidos por tres condiciones: 1) el control por parte de la unidad doméstica sobre la tierra como su principal medio de producción; 2) el control sobre la fuerza de trabajo de acuerdo con el contexto de cada unidad doméstica, y 3) que las formas de producción ideadas por la unidad doméstica presenten ventajas con respecto de las formas capitalistas de producción.
De tal manera, las unidades domésticas campesinas de Pocitos se vuelven las únicas responsables de garantizar sus medios de subsistencia y su fuerza de trabajo, incluso en las temporadas en que no perciben ingresos agropecuarios. Sin embargo, al entrar en interacción con el mercado capitalista, las condiciones descritas anteriormente se convierten en un mecanismo de extracción de valor (Arizmendi, 2016, p. 146; Palerm, 2008, p. 300). Es así porque las mercancías derivadas de la actividad ganadera tendrán contenidas en ellas el resultado de todo el trabajo cotidiano de manutención no solo de los animales, sino también de la familia campesina en su conjunto durante los 365 días del año. Este trabajo familiar invertido no será considerado en el pago que los caprinocultores obtendrán del acaparador de ganado; así la unidad doméstica se vuelve una fuente generadora de excedentes que no son gestionados ni aprovechados por la unidad doméstica, sino por las entidades comerciales con las que está obligada a relacionarse en términos monetarios. En breve, los caprinocultores nunca reciben el valor real de su trabajo.
La extracción de valor en la cadena productiva productor-intermediario-restaurantero-consumidor final (véase la figura 2) que sufre la unidad doméstica productora se manifiesta en los bajos precios de venta, que no cubren el valor real18 de los productos generados y en ocasiones son aun menores que los costos de producción. Al no cubrirse el valor real de los productos, los caprinocultores serán retribuidos no por el volumen de su producción, sino por la acción de producir, o sea, con el equivalente a un salario (Vergopoulos, 1975, p. 234), que será pagado solo en dos temporadas del año (diciembre y agosto), es decir, un salario estacional (Arizmendi, 2016, p. 146).
Este salario estacional obtenido por las unidades domésticas, aunque no es suficiente para permitir la reproducción social de estas, sirve para la obtención de aquellos productos que no pueden producir por sí mismas. En el intercambio monetario, el salario estacional obtenido se convierte en nuevas formas de valor extraíble. Estas extracciones de valor (véase la figura 2) explican las condiciones de pobreza en que se encuentran las unidades domésticas estudiadas, según los niveles de ingreso económico que se mencionaron anteriormente. Todo esto se contrapone con la afirmación de Maisterrena Zubirán (2013) acerca de que en el sistema pastoril “los sujetos en su pequeñez construyen sociedad, una sociedad distinta, autónoma por la domesticación de las chivas y al margen del capitalismo” (p. 111).
A fin de cuentas, el bajo ingreso económico percibido por los caprinocultores es consecuencia del sobrelucro que resulta de la intervención de un bien natural, la tierra, en el proceso productivo. Este sobrelucro, aprovechado por intermediarios y restauranteros, está compuesto, de acuerdo con Bartra, por dos elementos: la explotación del trabajo campesino, sin cuya existencia los animales no pueden ser producidos (plusvalía o ganancia convencional) y la apropiación de los recursos presentes en los agostaderos de los caprinocultores (renta) (2006, pp. 75-90). Debido a esto, tanto la familia caprinocultora como su ambiente se convierten en fuentes generadoras de valor extraíble.
Conclusiones
La caprinocultura ha permitido la reproducción social de grupos en espacios ambientalmente presionados. Tal es el caso del altiplano potosino, que se caracteriza por la escasez hídrica y la alta incertidumbre productiva. Faltan estudios históricos rigurosos sobre la caprinocultura en esta zona que comprueben si en realidad se trata de una ganadería relictual, es decir, que demuestren la permanencia ininterrumpida de los ganados en el semidesierto desde la época novohispana; o si, por el contrario, es una caprinocultura incipiente desarrollada a partir del reparto agrario posrevolucionario. Incluso, cabría la posibilidad de que las cabras sean el último recurso de los habitantes de esta zona, dada su resistencia al desgaste ambiental y la escasez de agua predominantes.19
Las condiciones actuales en que viven las comunidades caprinocultoras de este territorio, en particular la pobreza, son resultado de una serie de dinámicas interrelacionadas en las que confluyen el ambiente, la organización familiar y comunitaria y la subordinación de estos dos elementos a un ente mayor: el capitalismo urbano.
Las unidades domésticas de Pocitos operan con un evidente déficit. La persistencia de formas “no capitalistas” de reproducción social de la fuerza de trabajo campesina (caza, recolección, intercambio no monetario, trueque, etcétera) posibilita la generación de valores de uso para el autoabasto. No obstante, cuando estas estrategias de subsistencia se relacionan con la dinámica económica dominante, cuya piedra angular es la circulación de las mercancías campesinas del espacio rural al espacio urbano, se despliegan mecanismos de extracción y transferencia de valor basados en el despojo, la explotación y la sobreexplotación del único bien que poseen los campesinos, la tierra.
Históricamente, el semidesierto potosino ha sido menospreciado, pues se ha dado preferencia a lugares con tierras fértiles y aptas para la agricultura. Las únicas actividades que han prosperado económicamente, como la minería y la ganadería extensiva, se han realizado sin considerar las consecuencias en el futuro y buscando solo el beneficio inmediato. En este ambiente heredado y ya degradado, los caprinocultores de Pocitos deben asegurar su subsistencia. Se ve lejana la mejora de sus condiciones de vida, ya que requieren encontrar una sinergia entre las esferas socioeconómica y ecológica. El abandono institucional, la falta de acuerdos comunes en lo local para asegurar el manejo racional de los recursos de los agostaderos, los precios controlados por intermediarios externos, la falta de reemplazo generacional, etcétera, no podrán solucionarse únicamente con apoyos económicos. Las posibles soluciones que permitirán el aprovechamiento sostenible de los recursos presentes en los ecosistemas tienen que considerar forzosamente las características socioeconómicas y culturales de la cadena productiva, las condiciones físicas reales de los sitios de agostaderos20 y la relación de estos con los regímenes de tenencia de la tierra, las capacidades humanas y técnicas de los caprinocultores, entre otros aspectos.
Establecer a priori que las comunidades rurales viven en armonía con el ambiente natural invisibiliza las relaciones asimétricas entre el campesinado y la ciudad, mediante las cuales las unidades domésticas campesinas se convierten en generadoras de valor y plusvalor que serán irresistiblemente captados por el capitalismo moderno. En síntesis, las condiciones de vida de los caprinocultores de Pocitos contrastan con las posturas románticas que sostienen que la economía campesina y sus formas de vida “desafían al capitalismo”.