Preludio
Los comicios presidenciales suelen representar “el momento de mayor vulnerabilidad política”, ya que “a lo largo del proceso emergen todas las debilidades y fortalezas del régimen imperante, y las pugnas soterradas y durante algún tiempo contenidas entre los factores reales de poder, sobre todo los económicos y los políticos, salen a la luz y se enfrentan de manera pacífica o violenta”.1 Los periódicos de la coyuntura de 1920 no escaparon de las polémicas y confrontaciones surgidas durante el proceso electoral.
Dos años después de ocupar la presidencia, Venustiano Carranza comenzó a tomar precauciones con el objetivo de evitar un enfrentamiento para sustituirlo en la silla más deseada del país. Por ello, al iniciar 1919 don Venustiano dio a conocer un manifiesto en el que pedía a los candidatos que aguardaran algunos meses antes de iniciar sus campañas políticas. Los destinatarios de dicho texto eran claramente los dos generales de división con amplias aspiraciones presidenciales: Álvaro Obregón y Pablo González. No obstante, Carranza no inclinó la balanza hacia ninguno de ellos y optó por apoyar al ingeniero agrónomo sonorense Ignacio Bonillas, representante de México en Washington y prácticamente desconocido en México. “Flor de té”, como lo apodó la prensa, ofrecía lealtad absoluta a Carranza, a diferencia de los militares, quienes contaban con un capital político propio y gran ascendencia en el ámbito nacional.2
En aquel momento, los principales periódicos de la Ciudad de México eran El Universal, Excélsior, El Pueblo -que dejó de publicarse el 15 de mayo de 1919- y El Demócrata. El gobierno manejaba El Demócrata y El Pueblo -el primero, controlado por el secretario de Gobernación, licenciado Manuel Aguirre Berlanga-, y ambos rotativos se mostraron favorables a la idea de que el sucesor de Carranza debía ser un civil. El Universal de Félix F. Palavicini era el diario de mayor tiraje, imprimía alrededor de 35 mil ejemplares diariamente. Primero se mostró favorable al general González, pero después su postura fue neutral, al menos hasta mayo de 1920, cuando apoyó el triunfo del Plan de Agua Prieta. Excélsior, de Rafael Alducin, era el segundo órgano informativo de mayor relevancia y fue el máximo impulsor de la postura “civilista” para desprestigiar a los generales en su búsqueda por ocupar la silla presidencial. Su línea editorial fue cambiante, pero casi siempre significó una piedra en el zapato para los obregonistas.3
Cuando las campañas presidenciales estaban por iniciar, salieron a la luz nuevos periódicos electoreros: El Heraldo de México, México Nuevo y El Monitor Republicano. El primero fue creado por el general Salvador Alvarado, en abril de 1919, y reflejó sus aspiraciones presidenciales; pese al intento de crear una plataforma política que lo apoyara, Alvarado fracasó y, hacia marzo de 1920, apoyó directamente al grupo Sonora. México Nuevo apareció en el primer semestre de 1919 y su director fue Juan Sánchez Azcona; apoyó abiertamente al general Pablo González y a la Liga Democrática que lo postuló de manera pública en enero de 1920. Finalmente, en julio de 1919 apareció El Monitor Republicano, órgano de propaganda del Partido Liberal Constitucionalista (PLC) y objeto de estudio del presente artículo. Fuente, hasta ahora, poco revisada y analizada.4
La historia de los periódicos durante la lucha armada ha sido estudiada por varios historiadores en épocas recientes, sin ahondar en su uso como elemento propagandístico. Pese a que han aparecido estudios sobre el análisis de los procesos electorales de finales del siglo XLX e inicios del XX, con propuestas novedosas (con el uso de la prensa y otros documentos de primera mano(,5 no se han efectuado estudios similares que se dediquen al análisis del mismo proceso durante la década revolucionaria, mucho menos durante el lustro comprendido entre 1915 y 1920.6 Si bien existen investigaciones generales y algunas particulares respecto al periodo de la lucha armada y los primeros años de la posrevolución, el proceso electoral de 1920 ha recibido poca atención. La carrera del caudillo de Álvaro Matute se trata de la explicación más completa hasta ahora, en la que dicho autor utilizó la prensa de la época como fuente principal, sin darle el peso necesario a El Monitor Republicano en la campaña del general invicto.7
Dicha revisión historiográfica permite observar que existen diversos temas relativos a la Revolución mexicana que aún pueden ser explotados; uno de ellos es la historia de la propaganda y, no muy alejada de ella, la historia de la prensa y de los periodistas que escribieron en la segunda década del siglo XX. Por ello, este artículo tiene como objetivo estudiar el trinomio prensa, propaganda y elecciones, tomando en consideración que la prensa en dicha coyuntura sirvió como medio de difusión de proyectos y como herramienta de desprestigio entre quienes aspiraban a suceder a Carranza.
Pese a que el término propaganda se acuñó desde el siglo XVII, cobró mayor relevancia en el XX, principalmente después de la Primera Guerra Mundial; gracias a tres factores: el aumento de la población mundial; el desarrollo de las tecnologías comunicativas que consolidó a la prensa moderna, cuyos primeros pasos los dio en los últimos lustros decimonónicos, y, finalmente, el desarrollo de movimientos de masas, como el socialismo, en el que la ideología desempeñó un papel central en la justificación de la acciones políticas y de la guerra.8 Evidentemente, en el caso mexicano, los periódicos fueron el medio principal para llevar a cabo las estrategias de propaganda política.
Por otro lado, en el estudio de la prensa se pueden examinar múltiples factores que inciden en el proceso comunicativo y mediático, entre ellos el emisor, que es “la organización encargada de elaborar y difundir mensajes” propagandísticos; el medio o los canales a través de los cuales se difunden los mensajes; los contenidos y estrategias de los propios escritos, y “los efectos o repercusión de ese fenómeno propagandístico”.9 Este texto se concentrará en la revisión del emisor, así como en el medio por el que se distribuye el mensaje (el periódico) y en los contenidos de sus publicaciones.
Dentro del mensaje periodístico, tomando en cuenta que las estrategias propagandísticas casi siempre se entrelazan unas con otras, este texto se enfocará en el análisis de dos aspectos publicados de forma implícita en la prensa: I) la construcción del enemigo y del candidato, mediante la cual se ubica y establece un enemigo común -con un claro sustento maniqueo-, ya que no se pelea contra un grupo, sino contra un personaje perfectamente definido (Carranza e Ignacio Bonillas); en este sentido, el desprestigio vertido en las líneas periodísticas se logra mediante la anexión de ciertos valores que el público al que van dirigidas odia o teme; asimismo, la “construcción” del adversario y del proyecto contrario al que se defiende lleva implícita la creación mediática del personaje o causa que apoya el órgano de propaganda, y II) la exageración, omisión y deformación de las noticias: aquellas favorables al candidato en cuestión se engrandecen, y se descartan o modifican aquellas que denigran a la causa que se defiende, según las necesidades del momento. Los rumores y las mentiras son elementos comunes e importantes en esta estrategia propagandística.10
Pese al desarrollo de nuevas tecnologías de la comunicación en el transcurso del siglo XX (radio, televisión y, sobre todo internet), muchas de las estrategias de propaganda han cambiado poco; la censura y omisión informativa, la “creación” de enemigos, la legitimación de proyectos por medio del sentimentalismo son categorías que han atravesado los siglos y se mantienen vigentes.
El caso mexicano no es la excepción de la regla. La propaganda a través de la prensa fue una constante desde las luchas decimonónicas entre los diversos proyectos de nación, los cuales encontraron en las páginas de diarios como El Siglo Diez y Nueve y El Monitor Republicano el medio necesario para difundir sus ideas políticas. El vínculo de la prensa con los múltiples presidentes en turno fue una regularidad, basta recordar la creación del periódico El Imparcial durante la presidencia de Porfirio Díaz, cuyo objetivo fue terminar con la prensa ideologizada, y poner énfasis en el sensacionalismo y la vida cotidiana a un bajo costo para tener mayor impacto en el público.
Durante la Revolución mexicana, desde Francisco I. Madero hasta Álvaro Obregón, los líderes contaron con periódicos aliados. Incluso el caso de Madero resultó paradigmático para la historia de la prensa mexicana, ya que, mediante propaganda contraria a su gobierno, principalmente a lo largo de 1912, los periódicos mermaron su, de por sí, inestable gobierno. Francisco Villa y Emiliano Zapata, con Vida Nueva y La Convención, no se quedaron atrás. Carranza comprendió que no podía cometer los mismos errores que el “apóstol de la democracia”, por lo que puso especial atención en el uso de la prensa como propaganda durante su periodo como primer jefe (marzo de 1913-abril de 1917) y después como presidente.
Desde esta perspectiva, analizar la relación de la prensa-propaganda con las coyunturas electorales de la década revolucionaria, y, en general, durante el siglo XX mexicano, es una veta poco explorada. Las historias particulares, como la de El Monitor Republicano, posibilitarán la comprensión de las campañas políticas, de la propaganda, de las relaciones entre los actores en un periodo en el cual los partidos políticos estaban subordinados a los caudillos, pues el ejército todavía era el factor más significativo del naciente sistema político.11
Dicho lo anterior, cabe preguntarse: ¿cómo fue la relación entre periódicos, periodistas y partidos políticos en la coyuntura de 1920?, ¿por qué y para qué surgió El Monitor Republicano?, y ¿cuáles fueron las estrategias del periódico para apoyar a Obregón en su camino a la presidencia? El presente texto explica, en primer lugar, el nacimiento del periódico en julio de 1919 y hace un recuento de sus colaboradores; en segundo lugar, se estudia la campaña política de Obregón por medio de las páginas del rotativo, en donde se ven reflejadas las estrategias mediáticas del periódico; finalmente se analiza la desaparición del diario peleceano ante el inicio de la rebelión de Agua Prieta. Para la elaboración de este artículo se utilizaron principalmente notas periodísticas, pero también se echó mano de algunos documentos del Fideicomiso Archivos Plutarco Elías Calles-Fernando Torreblanca.
Génesis y conformación de El Monitor Republicano
El general Álvaro Obregón renunció el 1º de mayo de 1917 a la Secretaría de Guerra y Marina por cuestiones de salud y para emprender nuevos proyectos comerciales en su natal Sonora. Aseguró dejar el cargo porque su nombramiento como secretario de Estado había sido conferido con base en el Plan de Guadalupe y había “caducado” tras la promulgación de la nueva Carta Magna. No obstante, el argumento parecía un pretexto para alejarse de la política nacional y preparar su retorno al poco tiempo. De 1917 a 1919, Obregón fortaleció alianzas y analizó detenidamente la situación del país para arribar a la silla presidencial.12
Pese a que Obregón no se encontraba cerca de la capital del país, los obregonistas siempre se mantuvieron activos, sobre todo en las legislaturas XXVII y XXVIII, como representantes del PLC, y en otros puestos gubernamentales. El PLC había sido creado en octubre de 1916 para llevar a Carranza a la presidencia; sin embargo, una vez que se convirtió en presidente constitucional su cercanía con el partido comenzó a debilitarse. La ruptura se dio cuando el licenciado Jesús Acuña dejó de ser hombre de confianza de Carranza y abandonó la dirección del partido. Al mismo tiempo, esto propició que la prensa oficialista, dependiente de la Secretaría de Gobernación, tuviera relaciones tensas con el PLC.13 El general Benjamín G. Hill Salido, “sobrino segundo de Obregón, hijo de un primo hermano”,14 se volvió la cabeza del grupo, uno de los militares de mayor renombre en el país. Paulatinamente, el partido se convirtió en la oposición de las políticas carrancistas en las legislaturas XXVII y XXVIII.15
Durante los primeros meses de 1919, mientras los obregonistas se daban a la tarea de organizar la campaña de su candidato y continuar consolidando sus relaciones políticas, Carranza trataba de dividir a los sonorenses para limitar su influencia en los siguientes comicios. El ejemplo más evidente fue incluir en su gabinete al gobernador de Sonora, Plutarco Elías Calles, como secretario de Industria, Comercio y Trabajo, en sustitución del ingeniero Alberto J. Pani.16
Obregón develó sus intenciones el 1º de junio de 1919, desde Nogales, Sonora, en un documento de “larga y polémica” extensión que significó su ruptura con Carranza. La tregua electoral a la que había llamado este último fue rota con el Manifiesto de la Resaca.17 Entre todas las dificultades políticas que mencionaba Obregón en su manifiesto, la principal era la ausencia del sufragio libre; una vez resuelto éste se podría emprender la reconstrucción del país. El general invicto aseguraba, como una crítica directa al presidente en turno, que el error “tradicional” que cometían los “mandatarios” era creer “con más o menos sinceridad, que se sirve fielmente a la nación procurando crear un sucesor a quien entregarle el poder porque es el único capacitado para concluir su obra”.18
Según el manifiesto, Obregón no aceptaba ser candidato de ningún partido, debido a que sólo eran fragmentos del viejo Partido Liberal que debía reconstruirse; por ello, llamaba a organizar el Gran Partido Liberal, del que sería el virtual candidato. Desde ese momento, Obregón se ponía por encima de los partidos políticos, no al revés. El manifiesto terminaba con un llamado a los ciudadanos para que aceptaran sus propuestas y organizaran clubes políticos de apoyo a lo largo de la República.
Pese a que en el documento Obregón había decidido no aceptar su postulación a la presidencia por parte de ningún grupo político, era evidente (al menos en una primera etapa( que el PLC se convertiría en la base política que lo apoyaría en su búsqueda por arribar a la presidencia en 1920. Roque Estrada se dio a la tarea de aglutinar a los miembros del PLC, conseguir recursos económicos y fortalecer la plataforma política obregonista. Entre los planes de la campaña se incluía la necesidad de crear un órgano de propaganda, piedra angular para conseguir los objetivos trazados. Estrada unificó criterios para apoyar a Obregón y, con base en los postulados de un manifiesto del PLC, dado a conocer el 17 de julio de 1919, se difundió que su candidato presidencial sería Obregón. Se esperaban adhesiones de nuevas agrupaciones e incluso el apoyo del presidente Carranza.19
El control de la “opinión pública nacional por parte del PLC, era importante para definir posiciones y buscar el apoyo social para el obregonismo en su ascenso”.20 Desde noviembre de 1918, el diputado por Jalisco, Basilio Vadillo, quien desde meses atrás se había dado a la tarea de redactar algunas publicaciones del PLC, propuso a los líderes del Partido fundar un periódico que velara por los intereses de éste, labor que había llevado a cabo El Gladiador, cancelado año y medio atrás por el entonces primer jefe debido a las críticas constantes hacia su gobierno.21 Desde ese momento, los peleceanos se quedaron sin un órgano de propaganda y, al mismo tiempo, comenzó a gestarse un partido de oposición.
En el nuevo periódico se podrían expresar las posturas de los peleceanos, contestar a las afrentas de los políticos “conservadores” y denunciar las “arbitrariedades” que los carrancistas cometían; entonces, los lectores podrían “valorar y comparar entre la oposición y el oficialismo”.22 Se necesitaba de un cuerpo importante de redactores a nivel nacional que llevará a cabo las labores propagandísticas del PLC. La ley electoral vigente asentaba que debían publicarse mínimo once números de un periódico dos meses antes de que se celebraran las elecciones primarias y “mientras tenían lugar las definitivas”.23
Durante la primera quincena de julio de 1919, el PLC celebró diversas reuniones en donde se discutieron los criterios para iniciar la campaña obregonista. En una de esas asambleas, se decidió crear el periódico El Monitor Republicano, con base en la propuesta hecha meses atrás por Basilio Vadillo para que el partido tuviera un impreso que “representara públicamente las posturas obregonistas ante la difícil, compleja y enfrentada opinión pública”, cuyas fuentes de información eran El Universal, Excélsior, El Heraldo de México y El Demócrata.24 Cuatro días después de que el PLC aceptara postular a Obregón, el 21 de julio, se decidió lanzar el primer tiraje del periódico que se publicaría cada cinco días.25 El rotativo fue financiado por el general Benjamín G. Hill, “uno de los principales interesados en el proyecto”,26 quien además lideró la Compañía Impresora Nacional S. A. para su publicación.27
Las oficinas de redacción, administración y talleres del periódico estuvieron ubicados en la 4ª calle de Medinas, número 83 (hoy República de Cuba), antigua sede de El Nacional, las cuales debieron comprar al viejo periodista Gonzalo de la Parra.28 Contaban con una rotativa capaz de imprimir 50 000 ejemplares por hora.29El Monitor Republicano publicaba de lunes a sábado ocho páginas y los domingos diez. Su precio en la capital fue de $0.05 centavos; en los estados, de $0.08, y los ejemplares atrasados, de $0.10.
El propio Hill mantuvo informado a Obregón sobre el plan de fundar un periódico; le aseguraba al manco de Santa Ana del Conde que la empresa editorial tendría un capital de 100 000 pesos para posicionarlo en el espectro periodístico, así como para llevar a cabo propaganda favorable al PLC y a su candidatura. Desde ese momento, adelantó que contaría con colaboraciones de Juan Sánchez Azcona, Jesús Urueta, José Inés Novelo, Luis Sánchez Pontón, Basilio Vadillo y otros intelectuales del PLC.30
Pese a dificultades económicas, El Monitor Republicano efectuó algunas mejoras en sus ediciones durante sus primeros meses de vida. El 7 de septiembre se publicó por primera vez un suplemento ilustrado con portada a “cuatro tintas, con profusión de grabados y selecto material literario”. También, desde la misma fecha, creció de 8 a 10 páginas, con información del país y del extranjero. El periódico mantuvo su precio de cinco centavos en el Distrito Federal y de 10 en los estados.31
A mediados de octubre de 1919, el PLC valoró la posibilidad de comenzar a publicar el periódico no sólo cada cinco días, sino convertirlo en un diario que sirviera para continuar expresando los ideales obregonistas y, principalmente, para impulsar la campaña del sonorense que iniciaría el 27 de octubre en su estado natal. “La infraestructura periodística en recursos humanos permitía el cambio, ya que se contaba con un poco más de cincuenta corresponsales en el país, quince en el extranjero principalmente en Estados Unidos y un cuerpo de colaboradores que sobrepasaba los cien”.32 Vadillo presentó la propuesta a Hill, quien apoyó la postura, pues consideraba que no debía perderse de vista ningún hecho relevante de la campaña.33
La estructura del rotativo no tuvo cambios notables durante su existencia. El periódico contó con pocos anuncios comerciales, pese a tener una página dedicada a ello. Su financiamiento dependía del propio partido y de sus correligionarios, quienes debían ser también buena parte de su público lector.
De agosto a diciembre de 1919 se publicó todos los días. La primera pausa en sus imprentas llegó los días 15 y 16 de enero de 1920 por el inicio de una huelga de los trabajadores de los talleres, debido a su bajo salario; para el 17 de enero reanudó sus labores de forma habitual.34 El presupuesto para mantenerlo no era tan boyante, por lo que existieron complicaciones para mantener al periódico y pagar puntualmente a sus empleados.
¿Quiénes eran los hombres detrás del proyecto periodístico? El general Hill consideró que el diario necesitaba un director completamente comprometido con el PLC y con el candidato sonorense. En un primer momento se pensó en Roque Estrada, antiguo maderista con amplia experiencia política; sin embargo, éste rechazó la invitación, posiblemente al recordar lo compleja que fue la campaña a lado de Francisco I. Madero en 1910, durante la cual fue encarcelado, y tuvo que partir a San Antonio, Texas, en donde participó en la redacción del Plan de San Luis. Habían pasado nueve años desde aquellos sucesos y Estrada prefirió tener un papel menos visible en la campaña: decidió ser sólo colaborador del periódico peleceano.
Ante la negativa de Estrada, Basilio Vadillo asumió la dirección.35 Hill había hablado con el jalisciense un mes antes, prometiéndole la dirección del mismo, “por sus cualidades periodísticas demostradas a lo largo de los años, su radicalismo a toda prueba y su ‘buena pluma’”.36 El director del periódico fue diputado federal en 1917 en la XXVII Legislatura, puesto que ocupó posiblemente gracias al apoyo del propio Obregón; en la Cámara baja dejó ver sus dotes de orador. Para 1919, Vadillo se había convertido en un político importante dentro del círculo obregonista.37
En el organigrama del periódico, con funciones no menos importantes de las que tenía Vadillo se encontraba el gerente, coronel Miguel Ángel Peralta.38 Peralta fue uno de los pilares de la campaña obregonista en la Ciudad de México, y se quedó en muchas ocasiones al mando de El Monitor, debido a los constantes viajes de Vadillo al occidente mexicano. El secretario de redacción, muy cercano al director Vadillo y al gerente Peralta, fue Luis Sánchez Pontón, quien se encargó de dar al periódico peleceano la dirección editorial necesaria para la campaña obregonista; el armado de las planas y el ordenamiento de la información dependían de él.39
En el indicador del periódico se incluyó la lista de sus colaboradores; prácticamente todos eran miembros del PLC, aunque se desconoce, en algunos casos, qué escribieron en el rotativo. Entre éstos se encontraban el presidente del partido, licenciado José Inés Novelo; el doctor Miguel Alonzo Romero, diputado de la XXVIII Legislatura; los licenciados Enrique Colunga y Roque Estrada Reynoso; el general y diputado Manuel García Vigil; el licenciado José I. Lugo; el licenciado Rafael Martínez de Escobar, quien había ocupado una curul en la XXVII Legislatura de la Cámara de Diputados; el profesor y diputado Aurelio Manrique Jr.; el general Francisco J. Múgica; el licenciado Eduardo Neri; el doctor Alberto Román, diputado en la XXVII Legislatura; el licenciado Federico Solórzano; el doctor José Siurob; el licenciado José María Truchuelo; el profesor Rafael Ramos Pedrueza, secretario del partido peleceano; el licenciado Enrique Sánchez Tenorio, y el ingeniero Luis L. León. Otros articulistas fueron Arcadio Zapata; el licenciado Rafael Vega Sánchez, diputado constituyente en 1916-1917, y el ingeniero Juan de Dios Bojórquez. Al iniciar 1920, colaboró con algunas columnas sobre cuestiones obreras el connotado miembro de la Casa del Obrero Mundial, Rosendo Salazar; su inclusión fue relevante, ya que, como se verá posteriormente, reflejó el pacto de Obregón con los obreros organizados.
Además de los anteriores, colaboraron en el diario otros personajes no menos importantes. Laura Méndez de Cuenca fue la única mujer que apareció en el indicador y la de mayor edad dentro del periódico, pues tenía 66 años.40 En El Monitor Republicano, Méndez no firmó sus colaboraciones; no obstante, su apoyo a la causa obregonista quedó comprobado desde 1919, cuando escribió una biografía de Obregón.41
Otro articulista fue el médico tabasqueño Manuel Mestre Ghigliazza. Su caso es notable, pues fue un asiduo colaborador de El Universal, desde donde se inclinó por la causa obregonista. El tabasqueño dejó ver la forma en la que el periódico de Félix F. Palavicini incluyó en sus líneas a autores de diversas posturas políticas que le permitirían al diario alinearse al bando triunfador cuando fuera necesario.42
Es importante mencionar la labor de dos hombres que colaboraron en el diario, Antonio I. Villarreal43 y José Vasconcelos,44 quienes se encontraban exiliados en Estados Unidos al iniciar 1920. Su integración al periódico y a la campaña obregonista fue fundamental. Vasconcelos aseguró que Obregón los contactó -a Villarreal y a él- en Los Ángeles, California, para buscar la adhesión a su candidatura; a los dos les resultó una buena propuesta para regresar a México.45 El 9 de junio, el oaxaqueño escribió una carta desde Los Ángeles con destino a Nogales, Sonora, lugar en donde se encontraba Obregón. En ella, Vasconcelos alababa el manifiesto obregonista, lo veía oportuno debido al complejo panorama del “desgobierno” de Carranza, quien había sido incapaz de frenar a Félix Díaz y a Francisco Villa.46 A finales de septiembre, el 26, Obregón le envió un mensaje, en el cual le informaba que estaba enterado de que se había unido a su causa.47
En noviembre de 1919, el periódico de Silvestre Terrazas, La Patria, de El Paso, Texas, publicó que Villarreal se haría cargo de la propaganda pro-Obregón en Estados Unidos.48 Desde marzo de 1920, junto a Vasconcelos, colaboró en la columna sabatina “Al margen de los sucesos políticos”. Varios de sus artículos fueron reproducidos en El Monitor Republicano.49
El equipo del periódico peleceano lo completaban el fotógrafo y el caricaturista. Guillermo Huacuja fue el encargado de capturar las imágenes de la campaña que aparecieron en El Monitor Republicano. Huacuja laboraba en la Dirección General de Telégrafos bajo el mando de Mario Méndez, personaje muy cercano al presidente Carranza, por lo cual se llegó a dudar de su lealtad hacia la causa obregonista.50 El caricaturista del periódico durante toda su existencia fue “Escalpelo”; prácticamente en todos los números del rotativo se publicó una de sus colaboraciones. “Escalpelo” trabajó antes en La Risa, revista antimaderista en la que también colaboraron los Pruneda, padre e hijos, Santiago R. de la Vega y Rafael Lillo, entre otros. En El Monitor Republicano, este caricaturista se encargó de criticar las políticas carrancistas; también arremetió contra el ayuntamiento de la Ciudad de México y plasmó las dificultades de las futuras elecciones presidenciales. Las caricaturas de “Escalpelo” fueron el reflejo de los principales temas que se discutieron en los meses de la coyuntura electoral: se criticó a Carranza de autoritario y se señaló la política imposicioncita de Bonillas.
La campaña de Obregón en las páginas de El Monitor Republicano
Al iniciar 1919, los resultados de la pacificación del país eran evidentes y, debido a ello, el general Obregón podía llevar a cabo una gira política por buena parte de la República mexicana.51 El 23 de octubre de 1919, el itinerario de la campaña de Obregón estaba listo; se planeaba recorrer un camino similar como en el que había triunfado durante la lucha antihuertista seis años atrás; transitaría por Guaymas, Navojoa, Culiacán, Mazatlán, Acaponeta, Manzanillo, Colima, Ciudad Guzmán, Guadalajara y culminaría en la Ciudad de México.52 Después de despedirse de la población de Nogales, el 28 de octubre, inició su campaña.53 Dos días más tarde, El Monitor Republicano destacó su recibimiento en Hermosillo, en donde se dijo que más de diez mil personas lo esperaron con “gran entusiasmo”.54 La gira de propaganda de Obregón se extendería hasta abril de 1920.
Su campaña fue cubierta con lujo de detalle por el diario peleceano, pero se dio una gran difusión al arribo del sonorense a la capital del país ―después de ser detenido seis horas en Irapuato por los ferrocarrileros―, el 23 de noviembre, en la estación central de Buenavista. Desde ese punto, Obregón y su comitiva recorrieron diversos tramos del Paseo de la Reforma hasta arribar a la Plaza de la Constitución.55 Es importante destacar que el jefe de la Comisión del recorrido de Obregón, Miguel A. Peralta, llamó a los miembros de ésta a que se reunieran en la gerencia de El Monitor Republicano, para afinar los últimos detalles del recibimiento del general invicto.56 Ello permite comprender que las instalaciones periodísticas también eran importantes puntos de reunión de los grupos políticos de la época.
Obregón llegó a la Ciudad de México en medio de una gran recepción en la que estaban representadas “todas las clases sociales”. El Monitor Republicano aprovechó esto para “construir” y fortalecer la imagen que había divulgado del candidato sonorense meses atrás y lo mostró como un personaje aglutinador de los ideales necesarios para encauzar al país, era el “candidato del pueblo”, el de las mayorías.57
El 25 del mismo mes, el manco de Santa Ana del Conde presidió una asamblea del PLC para establecer el itinerario que debía seguir su campaña política, debido a la fuerte presión que comenzaba a ejercer el régimen carrancista para impedir su realización. Fue la primera vez que se planteó la creación de un organismo denominado Centro Director Obregonista (CDO);58 al final, se aplazó su formación para febrero del siguiente año, debido a la crisis en las elecciones de regidores del ayuntamiento de la Ciudad de México, en donde la fracción del Partido Nacional Cooperatista que apoyaba a Obregón había perdido frente al grupo liderado por Luis Coyula y Fernando Saldaña Galván, ambos inclinados por el arribo de Bonillas a la silla presidencial.59
El día que Obregón llegó a la capital, El Monitor Republicano comparó su campaña con los “trabajos de propaganda política” de Francisco I. Madero, al proponerse recorrer la República mexicana, “para ponerse en contacto con las masas populares, para conocer de cerca el sentir y el pensar de los ciudadanos, para afrontar personalmente los trabajos de la campaña política y para sembrar los postulados de nuestra política orgánica”. 60 Para el diario, Obregón debía concluir la labor iniciada por Madero.
La llegada del sonorense a la Ciudad de México cerraba la primera etapa de su recorrido iniciado un mes atrás en Nogales, Sonora.61 En esta fase, Obregón dejó “ver sus características de hombre conciliador, al mismo tiempo que inflexible con el enemigo. Por su lenguaje, se deja ver al hombre capaz de llegar a muchos oídos. Todo lo que es escasez de conceptos es abundancia de palabras fáciles, de saber llegar”.62 Al dejar la Ciudad de México, Obregón y su comitiva se dirigieron a Pachuca, Hidalgo, por la vía del Ferrocarril Central.63
Durante estos meses, de octubre a noviembre de 1919, el PLC mejoró sus métodos propagandísticos. En una circular del 13 de octubre, dirigida a los delegados e inspectores de la propaganda del Partido y a los presidentes de todas las agrupaciones políticas dependientes del mismo, José Inés Novelo, el presidente del PLC y sus secretarios, Claudio Tirado y Rafael Ramos Pedrueza, les solicitaron mantener una correspondencia activa, ya fuera con la dirección del PLC o con las instalaciones de El Monitor Republicano¸ para que informaran sobre los trabajos de los partidos, clubes y demás agrupaciones políticas, así como de los “ataques” o trabas que enfrentaran los obregonistas. La publicación de ese tipo de noticias ―según Novelo― además de ser benéfica para mantener en contacto a los obregonistas de todo el país y estrechar sus lazos de solidaridad, sería útil también para demostrar la fuerza que había adquirido este movimiento.64
El 1º de noviembre de 1919, El Monitor Republicano publicó la nueva mesa directiva del PLC, elegida un día antes en las instalaciones del partido. En ella había diversos elementos obreros, y varios miembros de la asamblea propusieron que fuera añadida la planilla inicial de junta directiva con varios de los más connotados representantes del movimiento obrero. Debido a la propuesta, se agregó como vocales a Ernesto Velasco, Severino Bazán, Adalberto Concha y Armando Salcedo.65
La reorganización del partido hizo visible una de las alianzas logradas por Obregón en estas fechas: el pacto con el movimiento obrero organizado. Desde antes de dar inicio su campaña, Obregón buscó obtener el apoyo de diversos sectores, entre los que se encontraban los campesinos y los obreros, a quienes prometió diversas reformas ―sin ahondar en detalles― en caso de que ocupara la presidencia. Las propuestas le permitieron acercarse a los zapatistas Gildardo Magaña, Genovevo de la O y al licenciado Antonio Díaz Soto y Gama, notablemente contrarios a la candidatura del general González, quien había tramado el asesinato de Emiliano Zapata un año atrás.
En 1919, el sonorense fortaleció la alianza con los obreros organizados, iniciada desde mediados de 1914 con la Casa del Obrero Mundial y retomada en 1918 con la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), liderada por Luis N. Morones. El 6 de agosto de 1919, Obregón rubricó un “pacto secreto” con Morones “en el que se comprometía a crear el Departamento del Trabajo, para reglamentar enteramente el artículo 123, y reconocer a la CROM como entidad que representaría los intereses de los trabajadores”.66 Como resultado, el 21 de diciembre del mismo año, Morones y otros líderes obreros fundaron el Partido Laborista Mexicano como “brazo político” de la CROM.67 El partido envío delegados a distintos lugares del país para “evaluar los posibles resultados de una campaña de propaganda combinada”.68 Entre el 3 y el 4 de enero, en la Ciudad de México, Morones, como líder del partido, apoyó públicamente la candidatura de Obregón.69
Asimismo, desde junio de 1919, diversos sindicatos y pequeñas organizaciones obreras de distintos estados del país habían mostrado su favoritismo por Obregón. Además, el Partido Socialista de Yucatán, con Felipe Carrillo Puerto a la cabeza, anunció su apoyo al general invicto.
El Monitor Republicano afirmó continuamente que estaba del lado del sector obrero y celebró la creación del nuevo partido.70 “El mismo Obregón se dedicó a hacer visitas a las fábricas y minas en cada lugar en donde se detenía para hacer su campaña, y en los programas de las reuniones en favor de su candidatura se mencionaba de manera prominente a los trabajadores”.71 El rotativo estuvo claramente dirigido a los simpatizantes del PLC; no obstante, también buscó crear un vínculo con los obreros al publicar diversas notas y artículos de su interés.72
Al iniciar el año de las elecciones, el 2 de enero de 1920, Trinidad W. Flores, telegrafista y espía obregonista, propuso que, para fortalecer la lucha periodística, se formara un “álbum de las fotografías” en donde se mostrara el arraigo popular del candidato Obregón. Según Flores, las fotografías publicadas en El Monitor Republicano ya habían ofrecido “un gran servicio a la causa, pues por donde llega el periódico se van desprestigiando las noticias que los gobiernistas transmiten mentirosamente. Se nos ocurre que en una edición especial de los domingos, se repitan las fotografías de la semana, procurando un trabajo llamativo”.73 Asimismo, planteó que sería conveniente que Obregón fuera acompañado de un representante estadounidense para que informara la “verdad” sobre la lucha electoral en el país vecino del norte.
Junto a la publicación de fotografías de los lugares a los que llegaba, también se reprodujeron los discursos del candidato sonorense. Una nota editorial publicada en enero destacó su labor como orador para el grueso de la población, elogió su personalidad y lo presentó como el mártir de la Revolución, como “el mutilado de Celaya”.74
En diciembre de 1919, las posturas anticarrancistas del diario peleceano se incrementaron. La primera semana del mes se publicó un editorial en el que reclamaban a Carranza por obstruir la campaña obregonista. Según el rotativo, don Venustiano había sido un “fiel guardián de la verdad y de los ideales revolucionarios”, pero su tiempo había pasado. Carranza era un “ingrato”, pues nada debía darle “al candidato popular gratuitamente, nada le pide, ni nada le pedimos sus partidarios, ni nada le pide la nación que los postula; todos requerimos justicia y la tendremos”.75
En este punto, cabe preguntarse ¿qué tan buenas eran las relaciones del PLC con Obregón? La propaganda y lo que ocurría en realidad era muy distinto, pues existía inconformidad y desconfianza hacia el partido del propio Obregón y de sus hombres más allegados. Resultaba riesgoso depositar todo el poder y el manejo de la campaña en el PLC, y en sus líderes, el general Benjamín Hill y el presidente del partido José I. Novelo; por ello, el grupo más cercano al sonorense tomó paulatinamente el manejo de la campaña; destacaron los generales Plutarco Elías Calles, Amado Aguirre, Enrique Estrada, el gobernador de Sonora Adolfo de la Huerta, el diputado Juan de Dios Bojórquez y el licenciado Miguel Alessio Robles, entre otros. Estos personajes hicieron su aparición con mayor fuerza en febrero de 1920 al conformarse el (CDO).
Desde octubre de 1919, Calles, secretario de Industria, Comercio y Trabajo, alertó a Obregón sobre la actitud belicosa adoptada por el PLC en contra de Carranza, la cual, de no controlarse rápidamente, llevaría al “desastre” la campaña. Obregón contestó de manera afirmativa a la carta y se mostró comprensivo ante la posible molestia del presidente Carranza por los ataques a los que se enfrentaba.76
La ruptura total entre don Venustiano y Obregón había comenzado a gestarse desde junio de 1919, pero el PLC podía provocar conflictos innecesarios para la campaña de Obregón, pues las acciones del partido se encontraban lejos del ideal obregonista de llevar a cabo la unión de los diversos grupos anticarrancistas existentes en el país y en Estados Unidos, desde los miembros de la Unión Liberal Revolucionaria hasta los zapatistas, pasando por los felicistas y los hombres del general Manuel Peláez. Además, llegado el momento, también podía requerirse la adhesión de algunos carrancistas inconformes, unión que se antojaba imposible si el PLC continuaba atacando a Carranza. El partido de Novelo y Hill fue incómodo para Obregón, pues quería gozar de una independencia de acción difícil de controlar. Desde esos días se veían las futuras intenciones peleceanas: alcanzar un mayor equilibrio entre el ejecutivo y el legislativo.
La siguiente fase de la campaña inició el 1º de diciembre de 1919. La ruta marcada fue el centro del país: Hidalgo, una parte del Estado de México, Michoacán y Guanajuato. El objetivo era crear un grupo obregonista en cada localidad para fortalecer la red de apoyo a su candidatura. En términos generales, el desarrollo de esta fase no presentó dificultades.
En febrero se proyectó un nuevo recorrido por el Norte: Aguascalientes, Zacatecas, San Luis Potosí, un largo viaje por Coahuila que incluiría Saltillo, Monclova, Allende, Piedras Negras, San Pedro de las Colonias, Torreón, Parras, además de Nuevo Laredo, Tampico y Monterrey. No obstante, el itinerario fue detenido por el llamado que recibió Obregón para declarar en la capital del país sobre el “caso Cejudo”, como se explicará líneas adelante.77
Mientras tanto, en febrero de 1920, Ignacio Bonillas apenas estaba por iniciar su campaña. Los obregonistas emprendieron con mayor fuerza la promoción de su candidato y celebraron la Convención Nacional del PLC para discutir el programa de gobierno que éste debía seguir, organizada por el general Benjamín Hill y el licenciado Roque Estrada.78
El 2 de febrero de 1920 se inauguraron oficialmente las sesiones de la Convención en el Hotel St. Francis, en donde se encontraba hospedado Obregón, quien emitió un discurso para celebrar la labor que se emprendía.79 Como resultado de la Convención se creó el CDO, con el que se definió oficialmente la candidatura de Obregón a la presidencia de la República bajo una organización más depurada.80 El objetivo de la Confederación fue fomentar y fortalecer la comunicación entre los diversos partidos y clubes que apoyaban la campaña obregonista, y, de esta forma, unificar al movimiento y discutir lo relativo al programa de gobierno.
Antes de su conformación, dos colaboradores de Carranza presentaron su renuncia: el general Plutarco Elías Calles, dejó la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo, y el general e ingeniero Amado Aguirre, la Subsecretaría de Agricultura y Fomento.81 La postura de los dos miembros del gabinete carrancista fue celebrada por El Monitor Republicano, el cual destacó su “ejemplo de honradez política” y pedía a los otros miembros del gobierno que reflexionaran en torno a la postura que debían tomar.82
El Centro contó con comisiones de propaganda en cada estado de la República, las cuales, a su vez, debían organizar un centro estatal con el objetivo de unir a los partidos y clubes obregonistas dispersos en las entidades.83 Representó la consumación de la alianza de diversos grupos y partidos, como el Partido Laborista, de Morones; el Partido Socialista de Yucatán, de Carrillo Puerto; de un sector del Partido Cooperatista, encabezado por Jorge Prieto Laurens, y del Partido Revolucionario Sonorense, cuyo vínculo se consolidó gracias al general Francisco Serrano.84
Por esas fechas, El Monitor Republicano dio a conocer uno de los anhelos de sus miembros y una de las principales razones por las que Obregón no podía confiar en los partidos políticos: la creación del CDO significaba un paso importante hacia el régimen parlamentario. Para el PLC, el Poder Ejecutivo tenía “la obligación de amoldar sus procedimientos políticos a los dictados de las cámaras legislativas”.85 Desde ese momento, el partido y el general Hill mostraban independencia de acción que no era del agrado Obregón.
Sólo una semana después de la conformación del CDO la coyuntura electoral entró en un momento clave. De febrero a abril de 1920 se definió buena parte del curso que seguiría la contienda política. El gobierno de Carranza fortaleció sus ataques contra Obregón y sus seguidores. La persecución y aprehensión de obregonistas fue una constante. Un ejemplo de esta situación fue lo ocurrido en la capital de San Luis Potosí, en donde el gobernador Severino Martínez disolvió una manifestación y, según El Monitor Republicano, la policía arremetió a “garrotazo limpio” contra los obregonistas.86
Días antes de que Ignacio Bonillas llegara a la Ciudad de México, El Monitor Republicano hizo mofa de la difícil tarea del gobierno carrancista de hacer creer a la población que el ingeniero sonorense era el candidato idóneo para ser presidente y “construyó” la imagen del adversario. El diario peleceano aseguró que la popularidad bonillista era inexistente y agregó que dicho candidato tenía una personalidad de “bajos tonos” que reflejaba “todos los errores de un Gobierno en decadencia, todas las abominaciones de una casta voraz de políticos enriquecidos a fuerza de hacerse pagar en condescendencias, en cohechos, en ruindades lo que llaman servicios prestados a una Revolución que hicieron naufragar en charcas de inmoralidad”.87
Rafael Vega Sánchez, miembro del CDO, redactó un editorial titulado “Welcome, Mr. Bonillas”, en el que se burló de la carrera política del ingeniero y de su supuesto “origen estadounidense”:
¡WELCOME!
Al revolucionario de ayer; al modesto funcionario y al muy discreto embajador;
¡WELCOME!
Al hombre que sumó sus energías con las inmensas energías de un pueblo erguido frente a la usurpación y colérico al despotismo:
¡WELCOME!
Bienvenida efusiva y cordial al rectilíneo hombre de Estado que quieren agarrar, hoy, entre los tentáculos de su perfidia, los neo-científicos que corren tras de la impunidad; los pretorianos inseguros; los burócratas incorregibles; los acaudalados intocables; la masa informe de opresores de ambiciosos y de tránsfugas[…] para llevarlo a la silla presidencial por el lisonjero camino de una imposición, la más segura, la más definitiva y necesaria a los intereses de la maldad entronizada.88
Avisaba Vega a Bonillas que en cada esquina, cuando pasara su carroza, un cilindro callejero entonaría el pintoresco cuplé “Flor de Té”, con el que “vuestros mediocres y hasta inconscientes amigos han brindado al pueblo la oportunidad de burlarse de vos”. El editorialista le pedía al candidato que no llegara hasta la Ciudad de México y que regresara a Washington, pues la presidencia no sería para él. Otro editorial afirmaba que Bonillas no debía aceptar ser “un Ramón Corral”, ni ocupar la presidencia mediante la imposición.89 En resumen, los días previos al arribo del candidato, los periódicos dieron a conocer a sus lectores la escasa popularidad de Bonillas. La propaganda giró en torno a la negación de Bonillas a aceptar su candidatura y a la fractura en el seno gobiernista, principalmente entre Cabrera y Aguirre Berlanga.90
No obstante, la llegada de Bonillas el 21 de marzo de 1920 -y “su recibimiento con vivas a Obregón”- significó el momento más complicado para los peleceanos.91 Alrededor de doscientas personas agrupadas en las cercanías de la estatua de Carlos IV se organizaron y encaminaron a la estación Colonia. En vista de que la policía les impidió el paso, regresaron y el Inspector General de Policía, apoyado por numerosas fuerzas de caballería e infantería, disolvió la manifestación.92 Más adelante, en la avenida Juárez, el coronel Miguel A. Peralta y otros líderes del PLC organizaron otra manifestación en apoyo a Obregón, la cual fue detenida por gendarmes.
El saldo fue un importante número de obregonistas detenidos ―alrededor de setenta― en las oficinas de la Inspección General de Policía y en la sexta comisaría, por lo que el presidente del PLC y otros miembros acudieron a estos lugares para iniciar las gestiones necesarias para su liberación. Entre los detenidos, destacó el director de El Monitor Republicano, Basilio Vadillo, además de los hermanos Alessio Robles, Vito y Miguel.93 Los partidarios de Obregón criticaron las detenciones arbitrarias y se dirigieron al gobernador del D.F., y líder de la campaña de Pablo González, Manuel Rueda Magro, para que los dejara en libertad. Incluso, Obregón envió un mensaje a Carranza para que liberara a sus simpatizantes y cesara de atacar los puntos en donde se reunían, pero don Venustiano hizo poco caso a la demanda del sonorense.94 Al final, los detenidos fueron puestos en libertad, en buena medida por la presión que ejerció el Legislativo.95
Para ese momento, el objetivo del gobierno carrancista era vincular al movimiento obregonista con crímenes y posibles levantamientos, con el fin de desacreditarlo. En el periódico peleceano se alertó sobre la posibilidad de que fueran “eliminados” los generales Benjamín Hill, Manuel García Vigil y el coronel Miguel A. Peralta, así como otros obregonistas, pues eran personajes relevantes en la campaña obregonista llevada a cabo en la Ciudad de México.96
A finales de marzo, Obregón partió a Tampico, se detuvo en un pueblo llamado Doña Cecilia y después se dirigió a la ciudad tamaulipeca. Cuando llegó al centro de la población, ésta se encontraba “prácticamente en estado de sitio”, y de inmediato los obregonistas se enfrentaron a problemas con el jefe de la policía, quien estaba bajo las órdenes de un viejo conocido de Obregón, el general Francisco Murguía, con quien no tenía una buena relación desde años atrás.97 Después de un discurso del candidato en el lugar, sus acompañantes de campaña, Aurelio Manrique Jr., Emilio Portes Gil, Manlio Fabio Altamirano y Rafael Martínez de Escobar fueron detenidos. Obregón fue rodeado por sus partidarios y no lograron aprehenderlo.98 Trinidad W. Flores aseguraba a los miembros del PLC que el sonorense se encontraba en una región peligrosa, por lo que era necesario que abandonara la zona y se dirigiera al centro del país, en donde estaría más seguro.99
El Monitor Republicano rechazó también los intentos de la policía capitalina por impedir que se conocieran los hechos de Tampico; aseguró que fue imposible distribuir un boletín en donde se daban a conocer los hechos, pues “varios agentes echaron mano a nuestros repartidores, llevándolos a las comisarías y confiscándoles nuestros impresos”.100 Además, afirmó que la Secretaría de Guerra, por mandato del propio Presidente, perseguía e impedía la propaganda obregonista con mayor ahínco.101
El director de El Monitor Republicano regresó a la Ciudad de México en marzo, proveniente de Colima ―a donde había viajado para consolidar el centro estatal en dicha entidad―, y se dedicó por completo a su labor dentro del diario capitalino. La tarea del rotativo resultaba fundamental en los momentos de crisis que atravesaba el país, pues no sólo había llegado Bonillas a la Ciudad de México, sino que también en Sonora la ruptura con el gobierno carrancista se hacía cada día más inminente.102 No obstante, como se mencionó, Vadillo fue detenido durante el arribo de Bonillas y la publicación del periódico comenzó a ser más vigilada por el gobierno carrancista.
El 4 de abril, en Monterrey, Nuevo León, llegó a su fin la primera campaña obregonista. Se pidió al sonorense dirigirse a la Ciudad de México para rendir declaraciones ante las autoridades por el caso de Roberto F. Cejudo, personaje vinculado con Félix Díaz y quien, se aseguraba, mantenía comunicación con Obregón para luchar contra el gobierno.103 Antes de partir, el Manco de Santa Ana del Conde ofreció un discurso en el cual afirmó que enfrentaría el juicio, criticó a los periódicos gobiernistas que lo injuriaban, pero aseveró que el “fallo de la justicia” sería en su favor y continuaría con su campaña rumbo a la presidencia.104
En un inicio, Obregón fue llamado a declarar sólo como testigo antes el juez militar, pero el día que se llevó a cabo la declaración en la prisión militar de Santiago Tlatelolco, se le informó que estaba acusado de conspirar contra el gobierno y de intercambiar correspondencia con Cejudo. Obregón negó los vínculos y aseguró que los documentos estaban falsificados.105
En esos días, el 11 de abril de 1920, en el jardín del restaurante de Chapultepec, Obregón se entrevistó con el otro candidato, el general Pablo González, y para darle amplia difusión al encuentro se citó a los periodistas de los principales diarios.106 Las posibilidades de un pacto no habían llegado a buen puerto en el verano del año anterior. No obstante, en diciembre de dicho año se dio a conocer que, “llegado el caso”, los obregonistas y gonzalistas se unirían para contrarrestar la “influencia oficial” favorable al “bonillismo”.107 En un primer momento, los acercamientos con Pablo González se complicaron, pero el general Jacinto B. Treviño, una de las personas cercanas a don Pablo, influyó para que se efectuara la reunión.
La “unión” de los generales causó “fuerte impresión” entre los hombres más cercanos a Carranza, como los generales Manuel M. Diéguez, Francisco Murguía y su yerno, Cándido Aguilar. Paralelamente, facilitó la adhesión de los militares cercanos a González con la causa obregonista y, posteriormente, aguaprietista, como fue el caso de Fortunato Maycotte. Este nuevo vínculo trajo consigo la unión de diversos cabecillas revolucionarios dispersos en el país.
El 13 de abril, antes de que se le enjuiciara, Obregón escapó gracias a la ayuda de Miguel Alessio Robles y Rafael Zubarán Capmany. Se dirigió a Guerrero en un ferrocarril, ayudado por el maquinista Margarito Ramírez; ahí fue apoyado por el general Fortunato Maycotte, jefe de operaciones de la zona, y por el gobernador Francisco Figueroa. Tras su peculiar fuga ―que incluyó disfrazarse de ferrocarrilero―, los periódicos ignoraban su paradero; se llegó a especular que se hallaba en los límites de Michoacán y Guerrero. En la capital del país su fuga causó una “inmensa sensación”.108
Paralelamente, el conflicto entre Sonora y el Gobierno Federal se intensificó, dando pie a que el 13 de abril de 1920 se decretara el Manifiesto de los Tres Poderes del estado. Esto aceleró el rompimiento total de la compleja relación, en gran parte por la decisión del Presidente de enviar a las tropas del general Manuel M. Diéguez a Sonora para apaciguar el conflicto.109 Dicha ruptura se concretó sólo diez días más tarde, con la promulgación del Plan de Agua Prieta.
La desaparición de El Monitor Republicano
El 10 de marzo de 1920, el periódico quedó a cargo del coronel Miguel Ángel Peralta, debido a que el director del PLC, José Inés Novelo, envió en comisión especial al director del periódico, Basilio Vadillo, al estado de Jalisco para promover en los distritos electorales la “unificación e intensificación de la propaganda” peleceana e impulsar la fundación de nuevos clubes adheridos al PLC.110 Después de cumplir las órdenes de Novelo, Vadillo regresó a la capital, pero fue aprehendido durante las manifestaciones obregonistas por la llegada de Bonillas y llevado a la penitenciaría de Lecumberri. Al recuperar su libertad, el jalisciense continuó sus labores al frente del periódico.
¿Qué ocurrió con El Monitor Republicano entre finales de marzo y abril de 1920? Debido a la crisis que vivía el rotativo, se llevó a cabo una campaña para incrementar su distribución y mejorar sus ingresos. Se publicó una nota con el título: “¿Es usted obregonista? pues a demostrarlo”, que buscaba obtener nuevos suscriptores y, sobre todo, dinero para continuar con su publicación.111
En los albores de la rebelión de Agua Prieta, en abril de 1920, la impresión de periódicos de oposición al gobierno carrancista fue vigilada con mayor rigor. El Monitor Republicano hizo públicas las dificultades para continuar sus impresiones. Asimismo, las rutas de los correos, dependientes de la federación, se habían encargado de recoger los paquetes del periódico que se enviaban a Aguascalientes, Torreón, Nuevo Laredo y San Luis Potosí.112 También se habían dado órdenes para que los telegramas dirigidos a Obregón y sus correligionarios fueran detenidos, por lo que la comunicación se hizo prácticamente imposible.
Las dificultades económicas que atravesaba el periódico las hizo explícitas el 13 de abril. La “independencia del diario”, los pocos ingresos y las trabas gobiernistas parecían llevarlo a la ruina.113 Finalmente, con una primera plana intitulada “El Movimiento de Sonora no es separatista”, El Monitor Republicano vio la luz por última vez el 14 de abril de 1920, antes de ser clausurado por órdenes del subsecretario de Guerra, Francisco L. Urquizo, quien había consignado al rotativo con el Procurador General de la República.114 Un día después, sin el apoyo de Benjamín Hill y en medio de un ambiente hostil, el diario peleceano no se publicó.115 De esta forma, la primera campaña de propaganda obregonista llegó a su fin.
Entre el 19 y el 20 de abril, el ex director del diario del PLC, Basilio Vadillo, salió de la capital y se trasladó a Jalisco, “tan pronto como el gobierno de Carranza ordenó la suspensión del periódico”.116 En Guadalajara se encargó de llevar a cabo diversas labores de propaganda del Centro Director Estatal, dirigido por Camilo Pani, quien recibía apoyo del general Amado Aguirre.117
El 25 de abril, en el poblado de Santa Anna, Vadillo fue detenido y enviado a la cárcel de Escobedo; días más tarde, gracias a la presión ejercida por diversos diputados federales, fue liberado por la jefatura de operaciones militares del estado.118
Para cerrar
El trinomio prensa, propaganda y partidos políticos fue el elegido y el que permitió abrir una nueva brecha entre lo hasta ahora efectuado por la historiografía de la Revolución mexicana. El hilo conductor de esta historia ha sido El Monitor Republicano: su desarrollo, postura y transformación frente a la sucesión presidencial. Sin embargo, como se pudo apreciar en el transcurso texto, al tejer la trama del órgano informativo también fue posible indagar y encontrar explicaciones del contexto de la época, desde mediados de 1919 hasta el triunfo del general Álvaro Obregón en los comicios federales de septiembre de 1920. La historia de la propaganda y de la prensa debe ser también una historia política.
Frente a las posturas de los diversos periódicos capitalinos, El Monitor Republicano mostró su completo apoyo a la candidatura del general Álvaro Obregón. Sus líneas periodísticas difundieron la campaña y los postulados del sonorense, pero debajo de las mismas se apreciaron las tensiones entre el PLC, el candidato Obregón y su grupo más cercano. En este punto se observó lo que después propiciaría “la muerte” del partido: su intento de impulsar un régimen parlamentario en México. El Monitor Republicano surgió bajo la ley electoral vigente, y, tras su suspensión, en la compleja crisis de abril y mayo de 1920, reapareció en agosto del mismo año para concluir su misión: elaborar la propaganda obregonista para catapultar a su candidato a la silla presidencial.
En las páginas del periódico peleceano destacaron los discursos y las fotografías de su campaña; además, se difundieron los postulados sociales del general invicto, los cuales se fortalecieron con el paso de los meses. La imagen de Obregón fue de la mano de la del PLC, pues uno de los elementos fundamentales de la propaganda durante la lucha electoral fue ―y sigue siendo― vincular la personalidad del candidato con el partido: “Idealmente, una campaña debe sostenerse en la reputación del partido que la patrocina, en la confiabilidad del candidato y en la bondad de su plataforma electoral y sus proyectos políticos”.119 Mientras se construía la imagen del general invicto, se hacía lo mismo con la del ingeniero Ignacio Bonillas, candidato favorito de don Venustiano.
La conformación del Centro Director Obregonista en febrero de 1920, es fundamental para entender el liderazgo de Obregón y los inicios de las confederaciones de partidos, clubes y distintas agrupaciones políticas en la historia mexicana.120 Gracias al Centro se concretaron nuevas alianzas que fueron visibles a lo largo del segundo semestre de 1920 y durante gran parte de la década que apenas iniciaba.
Obregón ganó finalmente en las elecciones del 5 de septiembre de 1920, en gran medida por todas las relaciones políticas que logró tejer, pero también fue innegable que sus estrategias de propaganda no fueron utilizadas por los otros candidatos presidenciales, quienes no lograron tener un periódico que velara de la misma forma por su causa, como lo hizo el diario peleceano en el caso obregonista. El Demócrata, diario carrancista, no logró consolidar en sus páginas la imagen presidencial de Bonillas, quien además no contaba con las credenciales políticas suficientes para ocupar la presidencia; tras la salida de don Venustiano de la Ciudad de México, al iniciar mayo de 1920, el último bastión del periodismo carrancista se transformó y, después de algunas semanas, quedó bajo el control del grupo Sonora. México Nuevo tuvo escasa circulación y nunca se esforzó por consolidar la imagen del general Pablo González como el hombre idóneo para ocupar la silla presidencial, cuya campaña fue fundamentalmente silenciosa.
Por lo anterior, la campaña del general invicto no puede entenderse cabalmente sin el estudio de El Monitor Republicano. Sus posturas y escritos son testimonios vivos de los hombres que lo acompañaron en su camino rumbo a la presidencia. Este trabajo es, además de un acercamiento a la historia política del periodo 1919-1920, una propuesta para analizar a la prensa como un baluarte de la propaganda electoral, en este caso como bastión de la campaña obregonista.
Archivo
Fideicomiso Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca (FAPEC-FT)
Archivo Plutarco Elías Calles (APEC)
Fondo Álvaro Obregón (FAO)