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Revista mexicana de investigación educativa

versión impresa ISSN 1405-6666

RMIE vol.28 no.99 Ciudad de México oct./dic. 2023  Epub 26-Ene-2024

 

Dossier

Los grupos de investigación educativa en el COMIE

Educational research groups at the COMIE

Sylvia Schmelkes* 

*Investigadora de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación. Ciudad de México, México, email: schmelkes@gmail.com


Fui investigadora del Centro de Estudios Educativos (CEE) desde 1970, siete años después de su fundación por Pablo Latapí Sarre, padre de la investigación educativa en México. El Centro de Estudios Educativos fue la primera institución en el país dedicada a la investigación educativa y a su cargo estuvo el primer diagnóstico de la educación nacional, publicado en 1965, así como las primeras investigaciones de carácter socioeducativo en el país. El CEE se fundó como un centro interdisciplinario y esta visión de la investigación educativa fue fundacional: la educación se entendió en el país como un fenómeno que solo puede ser entendido cuando se estudia desde múltiples perspectivas.

Pablo Latapí asumió una postura claramente política de la investigación educativa: el propósito de la investigación era mejorar la educación, distribuirla equitativamente, contribuir a su calidad y potenciar su eficacia frente a los problemas nacionales y especialmente en el logro de una mayor justicia social. Este impulso visionario de Latapí ha representado también una impronta en mucha de la investigación educativa que se ha realizado en el país y en América Latina desde esos primeros años, pues Pablo Latapí influyó también en el inicio de la investigación educativa en varios países de América Latina. El Centro de Investigación y Desarrollo Educativo, el CIDE de Chile, que ahora forma parte de la Universidad Alberto Hurtado, fue fundado por Patricio Cariola, sj, siguiendo el ejemplo del Centro de Estudios Educativos, y se iniciaron instancias similares en Argentina, en Uruguay y en Perú.

Pablo Latapí dejó el Centro de Estudios Educativos en 1973, pero lo dejó institucionalizado y el CEE pudo continuar su trabajo de investigación educativa siguiendo la orientación de su carácter interdisciplinario y de su búsqueda por una mayor justicia educativa y social, lo que permanece hasta la fecha.

Desde el Conacyt, Pablo Latapí dirigió, desde 1979, el Programa Nacional Indicativo de Investigación Educativa. Para entonces eran ya 20 centros que realizaban investigación educativa de calidad en el país, casi todos ubicados en universidades de país. Desde esta plataforma organizó el Primer Congreso Nacional de Investigación Educativa que tuvo lugar en 1981 y que sin duda fue un antecedente fundamental para la constitución del COMIE doce años después. En ese congreso se comenzó a constituir el campo de la investigación educativa, inició una cierta identidad compartida de las y los investigadores educativos, y fue posible reconocer, discutir y utilizar los resultados de las investigaciones realizadas por colegas en espacios diversos.

El Departamento de Investigaciones Educativas (DIE) del Cinvestav nace en 1971 bajo la dirección de Juan Manuel Gutiérrez Vázquez y se distingue en sus primeros años por una investigación de corte sociopedagógico que alimentó la reforma curricular de 1972 -especialmente en el área de Ciencias Naturales-, el diseño del modelo pedagógico del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) -Dialogar y Descubrir- desde su fundación, y el currículum y los libros de texto de la telesecundaria en la reforma curricular de 1993. El DIE se convirtió muy pronto en un centro de investigación educativa reconocido internacionalmente por su especialidad en las didácticas de las disciplinas, especialmente de la adquisición de la lengua escrita, de las matemáticas y de las ciencias sociales, así como en la etnografía escolar, respecto de lo cual hizo escuela en América Latina. Con el tiempo fue diversificando sus temáticas de investigación para incluir educación superior, alfabetización y educación de personas adultas, formación docente y desarrollo profesional, gestión escolar, entre otras. Tuve el privilegio de ser también miembro de la planta académica del DIE entre 1994 y 2001 y de experimentar el valor de vincular la investigación con la formación de investigadoras(es), ambos campos en los que el DIE es reconocido por su excelencia.

Ambas instituciones constituyeron los pilares del COMIE en su fundación y durante sus primeros años. El primer presidente del COMIE fue Eduardo Weiss, investigador del DIE, y su primera secretaria una servidora, entonces en el Centro de Estudios Educativos. Pero ya para esas fechas (1993) la investigación educativa en México se había diversificado. En la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) lo que fue primero el Centro de Nuevos Métodos de Enseñanza se transformó después en el Centro de Estudios y Servicios Universitarios (CESU), fundado en 1976. Adquirió gran prestigio, entre otras cosas, porque fue lugar de recepción de académicas(os) de la educación que llegaron exiliados de Chile y Argentina durante sus dictaduras. Fueron también sus académicas(os) importantes fundadores del COMIE. En 2006 el CESU se convierte en uno de los institutos de investigación de la UNAM, el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE), uno de los grandes pilares actuales de la investigación educativa en el país. Si bien la educación estaba muy centralizada en el entonces Distrito Federal por esas fechas, ya el COMIE inició con una representación nacional gracias a que se asociaron a él investigadoras(es) de otras ciudades importantes del país, como Guadalajara, Monterrey, Puebla y Aguascalientes. En un principio, la elección metodológica -los cuantis y los cualis- era motivo de divisiones y fricciones entre grupos de investigación, pero el COMIE, sobre todo a través de los estados de conocimiento, que fueron contundentes en mostrar la complementariedad de los diversos enfoques, disiparon estas muestras de inmadurez entre las y los profesionales del campo.

En 1994 Felipe Martínez Rizo se dio cuenta de que existía un cuello de botella para la formación de investigadoras(es) de alto nivel en educación en el país por el escaso número de doctoras(es) en el campo y en campos afines; ninguna institución contaba con un número de ellos suficientes para iniciar por sí misma un doctorado. Fue así como convocó a un consorcio de instituciones nacionales que juntas reunieron el número de doctoras(es) necesario para iniciar un Doctorado Interinstitucional en Educación con sede en su casa de estudios, la Universidad Autónoma de Aguascalientes. El propósito de este doctorado tutorial era formar a investigadoras(es) de instituciones de educación superior en el país, aunque estuvo abierto a quienes reunieran los requisitos. Formó a tres generaciones de doctoras(es) en educación, más de 50, a lo largo de sus 12 años de existencia, y ello permitió, como Felipe Martínez Rizo lo visualizó desde el inicio, crear doctorados en muchas más instituciones del país. Ello fortaleció de manera notable la investigación educativa en el país y aseguró la generación permanente de nuevas y nuevos investigadores.

Hace 20 años, en 2002, Carlos Muñoz Izquierdo fundó el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación de la Universidad Iberoamericana (INIDE) que, por quien lo fundó, le imprime la orientación comprometida con la contribución de la educación al cambio hacia una mayor justicia social que inició con el Centro de Estudios Educativos, en el que él colaboró a lo largo de 20 años. Tuve el privilegio de dirigir el INIDE entre 2007 y 2013, y al escribir estas notas me desempeño todavía como académica de este Instituto, y soy testigo de la investigación comprometida que han venido realizado sus investigadoras(es) y asistentes de investigación a lo largo de los años. El INIDE destaca por la alta productividad de sus investigadores e investigadoras y por su especial preocupación por comprender y generar conocimientos para transformar la educación de los sectores marginalizados de la población, como las y los indígenas, las y los estudiantes migrantes, las y los estudiantes y las y los docentes de escuelas multigrado, las mujeres. También insertos en una institución formadora de investigadores como lo es la Ibero, vinculan investigación con docencia y forman estudiantes haciendo investigación junto con ellas y ellos. Las universidades del Sistema Universitario Jesuita, al que pertenece la Ibero, fueron beneficiarias del doctorado interinstitucional creado por Felipe Martínez Rizo y de hecho copiaron su modelo para crear el Doctorado Interinstitucional en Educación del Sistema Universitario Jesuita, un doctorado generacional en el que participan la Ibero Ciudad de México, la Ibero Puebla, la Ibero León, la Ibero Torreón y el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), y que cuenta ya con diez generaciones de egresadas y egresados formados como investigadores de la educación.

Puedo dar cuenta de estos grupos de investigación de los que hablo porque en ellos participé de manera directa como investigadora, directora académica, miembro de comisiones dictaminadoras, profesora, en diferentes momentos de la historia de cada uno. Me ha tocado ver cómo crece, se desarrolla y se diversifica la investigación educativa en el país. He sido partícipe de diversos estilos de gestionar la investigación, desde la más colaborativa -en la que varias(os) investigadores de una institución, con diferentes niveles de experiencia y formación, participan en un proyecto- hasta la más individual, en la que casi todos las y los investigadores contratados son titulares y cada investigador titular tiene su proyecto. Me ha tocado, como mencioné, constatar el valor de la vinculación investigación-docencia. He tenido ocasión de hacer investigación cuantitativa, cualitativa, mixta y de intervención o investigación-acción.

Desde el COMIE, del que soy socia desde su fundación, he visto crecer en volumen y en temáticas los estados de conocimiento, así como el número de investigadoras e investigadores que colaboran tanto en su realización como en su redacción. También he podido constatar su valor como constructor del campo de la investigación educativa, sobre todo a través del gran impacto formativo -inesperado para mí- que tienen los congresos, en los que se establece el vínculo con muchas y muchos docentes de educación básica y de educación normal, así como con estudiantes de educación de muy diversas instituciones. La descentralización de la investigación educativa va siendo cada vez más real y los grupos de investigación que se consolidan o surgen en las diferentes entidades federativas -ya todas, creo yo- son muy esperanzadores.

Es con tristeza que constato cómo la política científica reciente ha golpeado la investigación educativa. La falta de apoyo del gobierno federal al COMIE y la interrupción, ojalá temporal, de su tradicional apoyo a los Congresos Nacionales de Investigación Educativa, la cancelación de los estímulos del Sistema Nacional de Investigadores a quienes pertenecen a universidades privadas, la disminución de las becas de posgrado y la proscripción de las instituciones privadas para obtener becas para sus posgrados, sin duda representa un revés al impulso creciente y constante de la investigación educativa y de la formación de investigadoras e investigadores en el país.

Confío, sin embargo, en que la fortaleza de nuestro “gremio” y la solidaridad que genera nuestra ya larga historia nos permita superar las consecuencias de estos tiempos difíciles.

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