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Revista mexicana de investigación educativa

versión impresa ISSN 1405-6666

RMIE vol.19 no.60 Ciudad de México ene./mar. 2014

 

Investigación

 

Educación de los jóvenes de secundaria en el área metropolitana de Monterrey

 

Education of Secondary School Students in the Monterrey Metropolitan Area

 

Alejandro Francisco Román Macedo

 

Profesor-investigador del Departamento de Posgrado de la Facultad de Trabajo Social y Desarrollo Humano de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Av. Universidad s/n, Ciudad Universitaria, 66451, San Nicolás de los Garza, Nuevo León, México. CE: afroman@colmex.mx

 

Artículo recibido: 27 de febrero 2013
Dictaminado: 15 de julio de 2013
Segunda versión: 23 de agosto de 2013
Comentarios: 26 de agosto de 2013
Aceptado: 28 de agosto de 2013

 

Resumen

Este artículo analiza las características y los factores individuales, familiares y contextúales asociados con la continuidad escolar de los jóvenes de secundaria del área metropolitana de Monterrey, Nuevo León, México. La fuente de datos corresponde a una encuesta que se aplicó a jóvenes de secundaria con y sin certificado del área metropolitana de Monterrey en 2011. Entre los principales resultados se encuentra que un alto porcentaje de jóvenes que no obtienen su certificado es porque no han aprobado materias; asimismo, quienes enfrentan mayores riesgos de no concluir sus estudios son aquellos que muestran un bajo desempeño escolar (no asistir ni entender las clases ni realizar tareas), quienes viven en un arreglo familiar distinto al nuclear o monoparental, y aquellos cuyos padres tienen bajos niveles de escolaridad.

Palabras clave: educación media, abandono escolar, jóvenes, características del estudiante, factores familiares, contexto sociocultural, México.

 

Abstract

This article analyzes the characteristics and individual, family, and contextual factors associated with the continued presence in school of secondary school students in the metropolitan area of Monterrey, Nuevo León, Mexico. The source of data is a survey applied to secondary school students with and without diplomas in the Monterrey metropolitan area in 2011. The principal results are that a high percentage of young people who do not earn a diploma have not passed all of their subjects; and that students with the highest risk of not graduating are those who show low scholastic performance (absence from class, and failure to understand the subject and do the homework), those who live in a family organization that is not nuclear or single-parent, and those whose parents have a low educational level.

Keywords: secondary education, dropping out, youth, student characteristics, family factors, sociocultural context, Mexico.

 

Introducción

El capital humano derivado de la educación es parte fundamental para el desarrollo de un país. La población en México, comparada con la de otros países, tiene una baja escolaridad. Aunque en promedio los mexicanos cuentan con estudios de secundaria, todavía persiste un amplio sector con escolaridad inferior a ese nivel. Al ser la educación media básica y obligatoria, se esperaría que por lo menos los jóvenes la concluyeran y accedieran al siguiente nivel; sin embargo, la realidad es que un alto porcentaje de alumnos deserta y otros más no continúa estudiando. Las razones detrás de este comportamiento pueden ser diversas, entre algunas que se han indicado están: las características de los alumnos, de sus familias y del contexto en el que se desenvuelven. Todas ellas podrían no sólo afectar su salida de la escuela sino, también, no continuar en el siguiente nivel educativo.

En el país se ha observado que, según datos del censo de 2000, 13.7% de los jóvenes de 15 a 19 años tenía secundaria incompleta mientras que 28.3% había concluido estos estudios. Para 2010 estas cifras se incrementaron a 17.6 y 28.5%, respectivamente. Dentro del territorio nacional existen diferencias educativas entre sus entidades, por ejemplo, Nuevo León se caracteriza por tener altos niveles de escolarización en relación con otros estados; no obstante, esto no elimina el hecho de que exista un porcentaje importante de deserción escolar en los distintos niveles educativos. En el caso de la secundaria se hace necesario conocer qué hacen estos jóvenes neoleoneses y cuáles fueron sus motivaciones para continuar o no estudiando, pues corresponde a un nivel obligatorio en donde las tasas de abandono deberían de ser prácticamente nulas.

Ante ese panorama, el objetivo de este artículo es analizar los factores individuales, familiares y contextuales asociados con la continuidad escolar de los jóvenes del área metropolitana de Monterrey. Para ello, en primera instancia se hace una descripción general de la educación básica en México, en la que se señalan algunas diferencias a nivel estatal. Posteriormente, se presenta una revisión bibliográfica de los factores que generalmente se han asociado con la continuidad escolar. Enseguida se mencionan algunas características de la encuesta utilizada y se explica el método utilizado para analizar la información. Todo lo anterior es el preámbulo para el análisis de las características de los jóvenes de secundaria en el área metropolitana de Monterrey y los factores individuales, familiares y del contexto que inciden en la obtención de su certificado de secundaria.

 

Panorama de la educación básica en México

México ha experimentado grandes cambios en la escolaridad; en la década de los cuarenta más de 50% de la población era analfabeta, para 1990 esta cifra se redujo a solamente 12.4% y en 2005 fue de 10% (Báez y González Tiburcio, 1989; Muñoz y Suárez, 1993 citados en Giorguli, 2002; INEGI, 2005). Si bien es cierto que el analfabetismo ha mostrado reducciones importantes desde el siglo pasado hasta el presente, en México la escolaridad promedio sigue siendo reducida, la mayor parte de la población cuenta con estudios de secundaria. Las razones detrás de los bajos niveles educativos pueden estar asociadas con la deserción escolar o con no ingresar al siguiente nivel educativo. Por ejemplo, para 2010, se ha indicado que 70% de los jóvenes entre 15 y 17 años tenían secundaria pero no habían avanzado al nivel media superior. En relación con el rezago educativo se ha señalado que, en el 2010, cerca de 41% de las personas mayores de 15 años no tenían educación básica (primaria y secundaria) (INEE, 2011).

Algunos indicadores de la educación básica, para 2006, muestran que la cobertura en educación primaria en el país es cercana a 100% (99.7) para el grupo de edad de 6 a 11 años, mientras que en secundaria es de 75% para la población de 12 a 14 años. Con respecto a la deserción escolar en primaria ésta se ha reducido a 1 o 2% y la eficiencia terminal alcanza 90%; en secundaria, estas cifras son de 70.8 y 80%, respectivamente (INEE, 2006).

En cuanto a los estados se observan diferencias en los indicadores educativos. Por ejemplo, para 2010, en Sonora, Sinaloa y Tlaxcala un poco más de 80% de los jóvenes de 15 a 17 años tenían educación básica; por su parte, en Michoacán, Oaxaca y Chiapas esta cifra era de entre 50 y 55% (gráfica 1). De la población de 12 a 14 años que sólo tenía primaria, destacan con los porcentajes más altos los estados de Hidalgo, Tlaxcala y Nayarit; mientras que con los menores se observan a Campeche, Guerrero y Chiapas (gráfica 2) (INEE, 2011).

En relación con la cobertura de la educación primaria por entidad, ésta es cercana a 100% en todos los estados. En secundaria se ha indicado que ésta es más alta en el Distrito Federal (94.6%) y Coahuila (86.2%); mientras que las más baja se presenta en Chiapas y Guerrero (alrededor de 60%) (INEE, 2006).

La deserción escolar por estados presenta algunas diferencias con respecto al conjunto nacional. En primaria, Colima, Chiapas, Chihuahua, Guanajuato, Guerrero, Michoacán, Oaxaca y Sinaloa presentan los mayores porcentajes en este rubro con respecto a la media nacional. Por su parte, una las entidades con menor deserción es Nuevo León (0.7%), el cual también se ha caracterizado por tener altos niveles de escolarización (INEE, 2006).

En secundaria, durante el periodo 2003-2004, los estados con mayores porcentajes de deserción escolar, superiores a la media nacional, son Guerrero y Michoacán (entre 12 y 13%); Nuevo León tiene 5.2%, y Coahuila, con 3.9%, es el estado con la más baja proporción al respecto (INEE, 2006).

 

Factores asociados con la continuidad escolar

Los factores que pueden incidir en el abandono o la no continuidad escolar pueden ser diversos. Diferentes investigaciones señalan que uno de los condicionantes del nivel educativo de los jóvenes es el estatus socioeconómico de la familia, mismo que determinan el tipo de colonia en la que viven, la calidad de la escuela a la que asisten y el grupo de personas con quienes se relacionan (Portes y Zhou, 1993; Zhou, 1997; Muñoz Izquierdo et al., 2004). A su vez, algunos estudios plantean que la composición familiar influye en la educación de los hijos, subrayan que la presencia de los dos padres propicia y alienta altos logros y aspiraciones educativos por parte de los hijos (Fitzpatrick y Yoels, 1992; Nan y McLanahan, 1994; Bogges, 1998; Rumbaut y Portes, 2001; Mier y Terán y Rabell, 2004). Asimismo, la escolaridad de los padres, su situación laboral y su origen social son factores que influyen en la formación de los hijos (Coleman y Husen, 1989; Schmid, 2001; Feliciano, 2005). El contexto escolar también ha sido señalado como un elemento que puede intervenir en el nivel educativo de los jóvenes (Kirkpatrick y Crosnoe, 2001; Gilbert, 2008).

Características individuales

En relación con las características de los estudiantes se ha indicado que las diferencias de género influyen en su nivel educativo de los jóvenes. Por ejemplo, algunas investigaciones muestran que las mujeres tienen mayores probabilidades de abandonar la escuela por razones familiares1 (Giorguli, White y Glick, 2003).

Otra de las causas de deserción escolar que ha sido analizada es la incorporación laboral de los estudiantes. Es de esperarse que aquel que se integra al mercado de trabajo tenga mayores problemas para continuar estudiando. Esto se debe, según las investigaciones, a la dificultad para organizar el tiempo entre el estudio y el trabajo (Foote y Martin, 1993; McNeal, 1997; Eckstein y Wolpin, 1999; Entswile y Alexander, 2004; Rendón, 2004). De igual manera, algunos estudios han indicado que el trabajo doméstico tendrá las mismas implicaciones que el extradoméstico sobre la escolaridad de los jóvenes (Camarena, 2004; Mier y Terán y Rabell, 2004).

Diversas investigaciones han señalado que los estudiantes más comprometidos académicamente y los que se sienten parte de la escuela tienen mejores resultados educativos y presentan menores problemas de comportamiento y delincuencia. Entre los indicadores de compromiso escolar se señalan: trabajar arduamente en clase, participar en los eventos escolares, terminar las tareas, asistir y permanecer en clases y participar en actividades extracurriculares (Steinberg, Brown y Dornbusch, 1996; Kirkpatrick y Crosnoe, 2001).

Características familiares

En relación con la familia, algunos estudios (Mier y Terán y Rabell, 2004) encuentran que en la estructura nuclear (padre, madre e hijos), las probabilidades de que los hijos se dediquen sólo a estudiar son más altas. Asimismo, se ha observado que un factor importante en el bienestar económico y social de los niños es la presencia de ambos padres en los hogares (Rumbaut y Portes, 2001). Se ha documentado que los niños que crecen con ambos padres son más exitosos en la escuela que los que vivieron únicamente con uno de ellos (Fitzpatrick y Yoels, 1992; Nan y McLanahan, 1994).

Por su parte, otras investigaciones han mostrado que en las familias extensas,2 por lo general, hay más recursos provenientes de los adultos por niño que en otros tipos de familia, debido a que el número de niños es menor en relación con los adultos. Lo anterior genera que, en condiciones de escasez de recursos económicos, el costo de manutención de los hijos se reparta entre más adultos y los niños o jóvenes tengan más posibilidades de dedicarse a estudiar en vez de trabajar (Mier y Terán y Rabell, 2004).

El número de hermanos también tiene efectos sobre la educación. Se ha destacado que la probabilidad de que un joven estudie disminuye conforme aumenta el número de hermanos en el hogar (Vernez y Abrahamse, 1996; Bianchi y Robinson, 1998; Hofferth, Boisjoly y Duncan, 1998; Sander, 1999).

Schmid (2001) señala que los hijos de padres más educados, con trabajos de alto estatus y mayores ingresos tienden a alcanzar altos niveles de escolaridad. Es decir, los padres que tienen un nivel de instrucción elevado y una buena posición social están en condiciones de transmitir esas ventajas a sus hijos. Probablemente esto se debe a su mayor capacidad para alentarlos en los estudios y concientizarlos sobre las ventajas que pueden tener en el futuro al obtener cierto nivel educativo (Coleman y Husen, 1989; Feliciano, 2005).

Características contextuales

Algunos trabajos sugieren que el contexto donde se ubica la escuela influye en los logros educativos de los alumnos. De acuerdo con algunos autores, la inserción de los estudiantes a escuelas en donde conviven grupos sociales similares es un indicador de segregación educativa y socioeconómica que pueden impulsar o limitar la escolaridad de los jóvenes (Kirkpatrick y Crosnoe, 2001; Muñoz et al., 2004; Gilbert, 2008).

Ante el panorama descrito, se puede decir que existe una diversidad de factores que pueden afectar la continuidad escolar de los jóvenes. Como se mencionó, en Nuevo León hay altos índices de escolarización en relación con otras entidades del país, pero sigue existiendo un porcentaje importante de deserción en los distintos niveles educativos, todos ellos son de gran relevancia, sin embargo resulta fundamental analizar qué ocurre en la secundaria tanto para los que no obtienen su certificado como para los que concluyen los estudios, pues corresponde a un nivel básico y obligatorio. A partir de lo anterior es que en esta investigación se delimitó como eje principal: analizar las características de los jóvenes de Nuevo León con y sin certificado de secundaria, así como los elementos asociados con su obtención.

 

Fuente de datos y método

Para llevar a cabo esta investigación se utilizó una encuesta llevada a cabo, en el 2011, por la Secretaría de Educación de Nuevo León (SENL) y la Facultad de Trabajo Social y Desarrollo Humano de la Universidad Autónoma de Nuevo León (FTSyDH-UANL): Encuesta a jóvenes de secundaria con y sin certificado en el área metropolitana de Monterrey, 2011. Este instrumento es representativo para los jóvenes de tercer año de secundaria del área metropolitana de Monterrey (AMM); se aplicó tanto a quienes obtuvieron su certificado de secundaria como a los que no lo consiguieron, en ambos casos se incluyeron tres cohortes: 2007-2008, 2008-2009, 2009-2010. En cada cuestionario se consideraron las siguientes dimensiones:

• Características de los integrantes del hogar de los jóvenes (sexo, edad, escolaridad y condición de actividad).

• Características de los jóvenes al momento de aplicar la encuesta (sexo, edad, estado civil, trabajo, expectativas escolares y laborales, etcétera).

• Características de la vivienda cuando se estaba en la secundaria (material de construcción de la vivienda, tipo de piso, agua potable, luz, etcétera).

• Características familiares cuando se estaba en la secundaria (estructura familiar, escolaridad y ocupación de los padres, número de hermanos, expectativas de los padres sobre la educación de los hijos, etcétera).

• Características de la escuela cuando se estaba en la secundaria (ambiente escolar, relación con los compañeros y maestros, etcétera).

• Módulo de deserción escolar para los jóvenes sin certificado (razones de abandono, situación actual, etcétera).

• Módulo de continuidad escolar para los jóvenes con certificado (razones de continuidad escolar, situación actual, etcétera).

La encuesta se enfocó al AMM, que incluye los municipios de: Monterrey, Apocada, Escobedo, San Nicolás de los Garza, Guadalupe, San Pedro Garza García, Juárez, Santa Catarina y García. Del total de cuestionarios aplicados, 42% corresponde a jóvenes que no obtuvieron su certificado y 58% a quienes sí cuentan con él.

Para lograr el objetivo planteado en este artículo, en un primer momento se realiza un análisis descriptivo de los jóvenes de la encuesta. Posteriormente se ajusta un modelo logístico binomial para determinar las probabilidades de los jóvenes de obtener su certificado de secundaria (como variable dependiente) tomando en cuenta una serie de características individuales, familiares y de la escuela, como variables independientes. Este último procedimiento requiere de mayor explicación, pues consiste en lo siguiente: dada una variable dependiente dicotómica y un conjunto de una o más variables independientes cuantitativas o cualitativas, a partir de un modelo logístico binomial se obtiene una función lineal de las variables independientes que permite clasificar a los individuos en una de las dos subpoblaciones o grupos establecidos por los dos valores de la variable dependiente. Con este tipo de regresión se obtiene el incremento o decremento en la probabilidad predicha de tener una característica o experimentar un evento de acuerdo con las variables independientes que se incluyan (Agresti, 1996; Pampel, 2000).

A partir de (xip ..., xip), i = l,...n, muestra de n observaciones de las variables independientes X1,..., Xp, en los dos grupos de individuos establecidos por los dos valores de la variable dependiente Y, se trata de obtener una combinación lineal de las variables independientes que permita estimar las probabilidades de que un individuo pertenezca a cada una de las dos subpoblaciones o grupos. La probabilidad de que un individuo pertenezca a la segunda subpoblación, p, (Pérez, 2001) está dada por:

siendo Z la combinación lineal:

donde β0, β1,...βp son parámetros desconocidos a estimar. En particular, la probabilidad de que el i-ésimo individuo de la muestra pertenezca a la segunda subpoblación será (Agresti, 1996; Pampel, 2000):

La interpretación de las regresiones logísticas generalmente se basa en las razones de momios dadas por la siguiente fórmula:

Los resultados de ajustar modelos de este tipo arrojan β1X1, β2X2,...,βnXn y sus exponenciales eβ1X1, eβ2X2,..., eβnXn, por lo que el cálculo de las razones de momios se puede explicar por las variaciones (incremento o decremento) de la variable dependiente dado un cambio en una unidad de la variable independiente, lo cual se deduce de la siguiente expresión: Δ=(eβ - 1) (Pampel, 2000; Pérez, 2001).

 

Panorama de los jóvenes de secundaria en el AMM

Datos sociodemográficos

Entre los resultados de la encuesta se encontró que la distribución por sexo de los jóvenes sin certificado (SC) es: 54% hombres y 46% mujeres; para los que cuentan con certificado (CC) estas cifras son de 47.5 y 52.5%, respectivamente. Lo anterior indica que, aunque ligeramente, existe una mayor proporción de hombres que no obtienen el certificado. La distribución por edad no mostró grandes diferencias, ambos grupos están conformados por jóvenes entre 15 y 21 años, siendo la edad media de 17 años. En relación con su estado civil, lo que predominó es un alto porcentaje de solteros(as), 93.7% para los jóvenes CC y 84.1% para los SC, lo cual apunta a que un mayor porcentaje de quienes no cuentan con el certificado se encuentran casados o unidos.

En el cuadro 1 se observa que, en comparación con los jóvenes CC, un mayor porcentaje del grupo SC trabaja en la actualidad. De los que no lo hacen, también una mayor proporción de quienes no tienen certificado han buscado empleo en comparación con los que sí cuentan con él, esta situación probablemente se debe a que estos últimos se encuentran estudiando (cuadro 2).

Las actividades laborales en las que se insertan los jóvenes SC se concentran en los servicios (26.3%), 31.5% en la industria (12.1% como operadores de maquinaria industrial y 19.4% como ayudantes, auxiliares y peones industriales), 12.1% como vendedores dependientes y 13.8% en el comercio, este último está muy asociado con participación o ayuda en el negocio familiar. Por su parte, los jóvenes CC se ubican principalmente en el comercio (41.6%), precisamente por el motivo anterior; 16.3% como ayudantes, auxiliares y peones industriales; 13.1% como vendedores dependientes, y 8.2% como operadores de maquinaria industrial.

Al indagar sobre el estatus actual de los jóvenes sobre si continúan o no estudiando se encontró que una mayor proporción del grupo CC siguen haciéndolo (64.4%) en comparación con los que no lo tienen (11.4%). De los jóvenes SC que estudian es interesante observar que 40.4% cursan la secundaria y 35.1% una carrera técnica. Este panorama dista de los que sí tienen certificado, dado que tienen mayores oportunidades de acceder al siguiente nivel educativo, 46.2% de ellos cursan la preparatoria y cerca de 34% la universidad.

Al preguntar sobre cuál es la actividad a la que se dedican la mayor parte del tiempo se presentaron algunas diferencias importantes entre ambos grupos. Por ejemplo, un gran porcentaje de jóvenes SC declaró dedicarse principalmente a trabajar (30.8%); esto contrasta con lo expresado por los CC, de los cuales el 47.4% dijo ocupar la mayor parte de su tiempo para ir a la escuela y estudiar (cuadro 3).

Las características sociodemográficas mostradas hacen referencia al contexto actual de los jóvenes, sin embargo dado el interés por conocer qué elementos podrían diferenciarlos para obtener o no su certificado de secundaria se exploró una serie de preguntas de tipo retrospectivo que permitiera dar cuenta de su contexto familiar y escolar al momento de estudiar la secundaria, a continuación se presentan los resultados encontrados.

Contexto familiar

La estructura ha sido tradicionalmente señalada en las investigaciones como un factor que puede motivar o limitar los estudios de los integrantes de una familia, en particular de los hijos(as). En este caso lo que se observa en el cuadro 4 es que una mayor proporción de jóvenes CC vivía en un arreglo familiar de tipo nuclear (mamá, papá y hermanos) en comparación con los que no tenían certificado. Otro aspecto que destaca es que 13% del grupo SC residía sólo con su mamá cuando estaba en la secundaria; mientras que este tipo de estructura familiar representaba 11% para quienes contaban con certificado. La composición de tipo extenso (papá, mamá, hermanos y otros miembros familiares o no) también concentra a una gran proporción de jóvenes SC y CC, siendo mayor para los primeros.

En términos del número de personas que residían en el hogar cuando los encuestados estudiaban la secundaria lo que se observa es que una mayoría de jóvenes CC vivía en hogares más pequeños, pues 63.1% de ellos se ubicaba en familias de 4 a 5 miembros. En el caso del grupo SC, una gran parte de ellos también residía en hogares de 4 a 5 miembros (49.4%).

En una pregunta sobre a quién o quiénes encontraban los jóvenes cuando regresaban de la escuela se observa que, para ambos grupos existe un predominio a encontrar siempre a su mamá, lo que puede explicarse por la tendencia general de las mujeres a permanecer en el hogar y hacerse cargo de las labores domésticas. Sin embargo, destaca que en los jóvenes CC hubo una mayor frecuencia en encontrar a veces a su papá en contraste con los que no tenían certificado (cuadro 5).

En relación con la escolaridad de los padres, se encontró que cerca de 25% de las madres de los jóvenes SC sólo cuentan con primaria completa, 38.5% concluyó la secundaria y únicamente 2.3% logró hacer estudios superiores; esto contrasta con las del grupo CC: 15.4% de las madres cuenta con primaria completa; 34.6% terminó la secundaria; 16.4% realizó una carrera técnica y 11.8%, estudios universitarios.

Los niveles de escolaridad del papá no son muy distintos a los observados en las mamás. Por ejemplo para los jóvenes SC el nivel de secundaria es el que más predomina (43.3%), seguido de primaria completa (16.9%). Para los que tienen el certificado se presenta algo similar, 34.5% de sus padres tiene secundaria completa, 15.2% bachillerato y el 16.6% estudios universitarios.

La variable sobre participación económica de ambos padres permitió ver que 57.2% de las mamás de los jóvenes SC trabajaban cuando sus hijos(as) estaban en la secundaria mientras que para los CC, esta cifra es de 47.3%. La participación de los padres de ambos grupos es de 98%, es decir la mayoría se encontraba laborando cuando sus hijos (as) estudiaban la secundaria.

Las actividades económicas que realizan el papá y la mamá de los jóvenes se visualizan cuando se distingue el tipo de ocupación en la que se insertan. Ejemplo de ello es que las madres del grupo SC laboran principalmente en el servicio doméstico (24.7%), en actividades relacionadas con los servicios (13.8%), como vendedoras dependientes (10.2%) y sólo 0.5% como profesionista. Esto contrasta con los jóvenes CC, pues sus madres se concentran en el comercio (27.3%), el cual se compone principalmente de actividades por cuenta propia; sólo 11.7% de ellas trabajan en el servicio doméstico y 7.2% como profesionistas.

Sobre los papás de los jóvenes SC, 24.1% labora en actividades relacionadas con los servicios, 18% son conductores de maquinaria móvil y medios de transporte y 1.3% profesionistas. En cambio, para el grupo CC se observa que los padres trabajan mayormente en el comercio (27.9%) y 7.8% laboran como profesionistas.

Contexto escolar

Al preguntarles a los encuestados sobre su gusto por asistir a la escuela se encontró que a 13.5% los jóvenes SC no les gustaba ir a la secundaria, mientras que sólo representó 5.6% para aquellos con certificado. Para conocer algunos de los factores contextuales existentes en su vida escolar se consideró una serie de preguntas al respecto. Al indagar por qué sí les gustaba ir a la secundaria, una gran parte de ambos grupos respondió que era por estar con sus amigos(as) y otro porcentaje importante, por estudiar y/o aprender. En cambio, entre las razones por las que no les gustaba indicaron que los maestros o las materias eran difíciles: 17.4% de los jóvenes SC mencionaron este motivo en comparación con 9.1% de los del grupo CC. En general, los argumentos que predominaron fueron variados: levantarse temprano, la escuela era aburrida, no les gustaba o pleitos con los amigos (cuadro 6).

Para dar cuenta del desempeño escolar de los encuestados durante su vida escolar se analizó su puntualidad, la asistencia escolar, llevar el material necesario para las clases, hacer las tareas y las horas dedicadas a éstas. Al respecto se puede observar, en el cuadro 7, que 72.3% de los jóvenes CC casi nunca llegaba tarde a la escuela, mientras que para los SC fue de 55.8%. Faltar o no entrar a clases es más común entre el grupo SC, 7.5% declaró hacerlo de forma frecuente, mientras que para los jóvenes CC fue de 1.8%. De igual forma, llevar el material necesario para las clases se torna más frecuente entre la población CC, así lo declaró 84.2%, para los SC este porcentaje es de 66.2.

Realizar las tareas escolares es otro aspecto diferencial entre los grupos estudiados. Los jóvenes SC realizaban de forma menos frecuente sus tareas (36.5% seguido y 55.1% algunas veces), mientras que gran parte de la población CC indicó hacerlo siempre (72.6%). El tiempo dedicado a las tareas presenta algunas ligeras diferencias, entre 34 y 36% de los que tienen certificado y los que no lo tienen dijeron dedicar entre 4 y 6 horas a sus tareas; no obstante, destaca que una proporción importante de jóvenes CC dedicaran entre 10 y 12 horas (cuadro 7).

El apoyo que recibieron los estudiantes por parte de algún orientador, tutor o prefecto es mayor entre los jóvenes SC (55.2%) comparado con la población cc (41%), lo cual probablemente está asociado a que requerían apoyo en materias, faltas a clases u otro aspecto relacionado con su desempeño escolar.

Entre los principales apoyos del grupo Sc está la asesoría de materias (57%) y los consejos u orientación (20%). Para los del CC, este tipo de apoyos también fueron los que presentan los porcentajes más altos, sin embargo destaca que 12% de estos jóvenes recibía apoyo de otro tipo (cuadro 8), entre otros: problemas familiares, dudas de procesos administrativos y de pagos, problemas con profesores o faltas.

En relación con la percepción de los jóvenes sobre el desempeño de los profesores de secundaria, un poco más de 60% mencionó que éstos nunca o raramente faltaban a clase. Sobre maltrato hacia ellos por parte de sus maestros, 20% de los jóvenes SC indicó que algunas veces ocurrió, mientras que para los CC fue de 15.7%. Existe un consenso amplio entre ambos grupos analizados acerca de que sus maestros enseñaban bien, más de 70% lo declaró. Sobre la atención de los profesores hacia los alumnos, alrededor de 60% consideró que siempre se les ponía atención (cuadro 9). Es interesante observar las percepciones de estos jóvenes en relación con los que fueron sus profesores, porque al momento de la encuesta ya no tenían lazos académicos con su escuela y, a pesar de ello, la mayoría mantenía una imagen positiva de sus maestros.

Al explorar la pregunta realizada a los jóvenes sobre qué hacían cuando no entendían algo en clase, 47.2% del grupo SC indicó que le preguntaba a sus maestros y 42.2% a sus compañeros; estas proporciones son distintas para la población CC: 56.2 y 32.7%, respectivamente.

 

Factores asociados con la obtención del certificado de secundaria

Además de las características observadas para los jóvenes SC y CC se hace necesario conocer cuáles son los elementos que ejercen mayor influencia para obtener o no su certificado. Bajo esta premisa, en esta sección se decidió ajustar un modelo logístico binomial que permitiera mostrar las probabilidades de tener certificado en función de una serie de variables de distinta índole (características de los jóvenes, de sus familias y de la escuela).

En relación con las características individuales, es decir con aspectos que tienen que ver con características o acciones de los jóvenes, se encontró que los hombres tienen menores probabilidades de obtener su certificado en comparación con las mujeres (gráfica 3).

Los que trabajaban mientras estaban en la secundaria son más propensos a no tener su certificado, sin embargo no muestran diferencias estadísticamente significativas con los que no lo hacían;3 es decir trabajar o no mientras estudian no es factor que marque la diferencia para obtener el certificado. Similar comportamiento se presenta para la frecuencia en la realización de las tareas domésticas, aunque las probabilidades de obtener el certificado son mayores para quienes hacen estos quehaceres algunas veces y raramente o nunca, estas categorías no son estadísticamente significativas, por lo tanto, no son diferentes de los que realizan estas tareas de forma más frecuente (gráfica 3).

En cambio, faltar a clases de forma frecuente es un elemento que sí marca diferencia para tener el certificado de secundaria, son menores las probabilidades de obtenerlo para aquellos que faltan a clase regularmente. Lo mismo ocurre con los jóvenes que dijeron entender pocas veces o nunca lo que se veía en clase cuyas probabilidades de no terminar la secundaria son estadísticamente significativas (gráfica 3).

Quienes no hacen sus tareas de forma frecuente son más propensos a no tener su certificado de secundaria en comparación con los que las realizan siempre y dicha categoría mostró ser significativa en términos estadísticos (gráfica 3).

En relación con los aspectos familiares que inciden en la escolaridad de los jóvenes, se observa que la estructura que marca una diferencia estadística es el que vivan en otro arreglo familiar (sólo padre, padrastro y mamá o madrastra y papá con hermanos, otros familiares). En particular se observa que quienes residen en este tipo de hogares tienen menores probabilidades de obtener su certificado en comparación con los que viven en una estructura de tipo nuclear (papá, mamá y hermanos). A su vez, el número de hermanos no es un elemento que incida de forma significativa para que los jóvenes obtengan su certificado de secundaria (gráfica 4).

La escolaridad de los padres4 es una variable de gran influencia en el nivel educativo de sus hijos(as), sobre todo en la madre, observándose que a medida en que ésta se incrementa, los jóvenes tienen mayores probabilidades de obtener su certificado de secundaria. Con los papás, el nivel que marca más diferencia para que sus hijos(as) terminen la escuela es contar con estudios posteriores al bachillerato (gráfica 4).

El que los padres o familiares asistan o no a las juntas de la escuela no es un elemento diferencial, en términos estadísticos, para que los jóvenes no concluyan sus estudios de secundaria (gráfica 4).

Por último, de los aspectos vinculados con la escuela, el único que mostró ser significativo en términos estadísticos fue recibir apoyo por parte de tutores u orientadores, siendo más propensos a no terminar la secundaria los jóvenes que sí lo obtuvieron. Por su parte, la frecuencia con la que faltaban los maestros no marcó diferencia en la obtención del certificado (gráfica 5).

El panorama mostrado sobre los aspectos que inciden en la obtención del certificado de secundaria de los jóvenes apunta a que el desempeño escolar (realización de tareas, asistencia a clases y entendimiento de las clases) mostrado por éstos es un elemento de gran relevancia para la conclusión de sus estudios, puesto que en la medida en que los profesores y padres de familia detectaran que constantemente los jóvenes faltan a la escuela, no atienden sus tareas y entienden poco de sus clases, se podría actuar para evitar un bajo desempeño escolar y con ello la no obtención del certificado de secundaria.

De igual forma las condiciones familiares, sobre todo la escolaridad de los padres, tienen una gran incidencia en los logros escolares de los jóvenes, pues todo indica que cuando los padres tienen bajos niveles de escolaridad, los hijos(as) reproducen este patrón. Pero también con ello se reproducen las desigualdades sociales que entrampan a los padres y sus descendientes en un círculo vicioso de no ascenso en la escala social a través de la educación (Reimers, 2000).

Por último, llama la atención que del contexto escolar los jóvenes que reciben apoyo sean más propensos a no concluir sus estudios, lo que probablemente se explica porque ellos están recibiendo orientación o consejos a causa de su débil desempeño escolar. Este también puede ser un elemento a considerar por parte de autoridades educativas y padres de familia, pues cuando los jóvenes sean sujetos de este tipo de asistencia se debe de mantener constante comunicación entre familias y profesores, de tal manera que se haga un seguimiento de la evolución de su comportamiento y desempeño escolar.

 

Reflexiones finales

En la literatura especializada sobre los aspectos que inciden en la escolaridad de los jóvenes se ha indicado que el género, el trabajo doméstico o extradoméstico, el desempeño escolar, la presencia de ambos padres en el hogar, la escolaridad de los padres, el tipo de escuela y el lugar donde se ubica son elementos asociados con los logros educativos. Esta investigación buscó aproximarse a algunas de estas variables y verificar cómo se relacionan con la obtención del certificado de secundaria. Al respecto se obtuvieron resultados interesantes; por ejemplo, en cuanto al género, los estudios indican que las mujeres son más propensas a abandonar la escuela, en este artículo se observó que ocurre lo contrario, puesto que los hombres son quienes tienen menos probabilidades de obtener el certificado de secundaria.

La participación de los jóvenes en labores extradomésticas o domésticas mientras estudian también se ha señalado como un elemento que afecta la continuidad escolar; los resultados de este estudio muestran que para los jóvenes neoleoneses esta no es una variable que haya incidido para obtener su certificado.

Los aspectos que mostraron tener gran relevancia en la obtención del certificado de secundaria son los relacionados con el desempeño escolar de los jóvenes; observándose que no asistir a clases de forma regular, no entender nada o casi nada en las clases y no realizar tareas con frecuencia aumenta las probabilidades de no concluir los estudios. Este resultado es de suma importancia pues en la medida en que se atiendan estos aspectos (tanto por parte de los profesores como de los padres de familia) se podrá actuar para fomentar el mejor desempeño escolar de los jóvenes e impulsar su conclusión de la secundaria.

La presencia de ambos padres en el hogar disminuye los riesgos de que los jóvenes no concluyan la secundaria. De igual forma, el que la madre o el padre tengan mayor escolaridad es un elemento que promueve mayores logros educativos de los hijos (as). Este es un aspecto que vale la pena considerar, pues el menor acceso a la educación por parte de las generaciones actuales se verá reflejado en las posteriores, de tal manera que se debe pensar en estrategias que fomenten la permanencia en la escuela de los jóvenes en la actualidad.

Sobre las variables del contexto escolar hace falta pensar en estrategias que den cuenta de las diferencias entre escuelas (privadas, públicas, rurales y urbanas), así como atender las diferencias entre los grupos sociales que predominan en cada lugar. En esta investigación no fue posible aproximarse a estas dimensiones, pero valdría la pena considerarlo en estudios posteriores, pues todos estos aspectos son de gran incidencia en el nivel educativo de la población.

Por último, cabe decir que una de las limitaciones de este estudio es que el análisis se restringió a los jóvenes que llegaron a tercer año de secundaria y que obtuvieron o no su certificado; por lo que se debería de tener en cuenta, para otros análisis, un seguimiento escolar desde el ingreso a nivel secundaria, e incluso desde la transición de la primaria a la secundaria, pues de alguna manera quienes logran llegar al último año de este nivel corresponden a una población selecta y habría que considerar a todos aquellos que no lo hacen, de tal manera que se puedan conocer y atender los aspectos que inciden en el abandono de sus estudios.

 

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Notas

1 En ocasiones las jóvenes se encargan de cuidar a sus hermanos (as) pequeños u otros familiares, así como de realizar labores domésticas, incluso esto a veces es preferido por la familia en lugar de su asistencia a la escuela (Román, 2011).

2 La familia extensa hace referencia a las familias nucleares o monoparentales con otros parientes.

3 Cuando se habla de significancia estadística entre las categorías de una variable esto quiere decir que hay una diferencia con el resto de las categorías incluidas en la variable independiente para incidir en la variable dependiente.

4 En la escolaridad de los padres se presentó un gran número de casos de jóvenes que dijeron no conocer el nivel de escolaridad de su papá y de su mamá, así que para no afectar el ajuste del modelo se optó por dejar esta respuesta como una categoría más. En el caso de la escolaridad del padre se dejó a todos aquellos que declararon no tener papá también representaba un número importante de casos así que se dejó como una categoría.

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