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Convergencia

versión On-line ISSN 2448-5799versión impresa ISSN 1405-1435

Convergencia vol.13 no.40 Toluca ene./abr. 2006

 

Reseñas

 

Esquemas para el pensamiento en ciencias sociales

 

Elizabeth Bautista Flores

 

Arellano Sánchez, José (2005), Los esquemas metodológicos para la investigación social, S y G, 160 pp.

 

Universidad Intercultural del Estado de México. Correo electrónico: Bautistaliz@aol.com

 

Cuando el poeta español Antonio Machado escribió que "se hace camino al andar" no sólo habló del valor por seguir adelante y trazarse sus propias metas en la vida, sin saberlo, también hizo una referencia a la metodología, en la cual cada paso dado por el investigador es una experiencia de lo que está por conocer.

Son esos caminos del quehacer científico los que constantemente llevan a los estudiosos a cuestionarse si lo realizado tiene un sustento fuerte y lógico. Andar no solamente es encontrar otras personas, objetos o situaciones, sino incluso a uno mismo. Descubrirse en el camino de la ciencia, en estos tiempo globales, es mirar alrededor y notar que muchos otros están o han delineado su ruta muy cercana a la propia; lo cual evidencia una necesidad por compartir ideas, presupuestos e hipótesis, al tiempo que permite ubicar en dónde se encuentra uno.

De esa manera se anulan las ideas del investigador solitario, del próximo descubrimiento del agua tibia o la novedad en el lenguaje sonoro. Saber desde dónde puede comenzar el camino para llevar a cabo una investigación es un buen principio que nos posibilitará calcular las distancias y planear el recorrido de donde se pretende llegar.

Eso es lo que intenta hacer el doctor en sociología de la Universidad Nacional Autónoma de México, José Arellano Sánchez, quien en su libro Los esquemas metodológicos para la investigación social propone un interesante y práctico método para necios, que buscan consolidar sus actividades en cuanto a la investigación, con base en un perfil científico.

Sin duda, se han escrito muchos libros sobre investigación social y con diferentes perfiles, no han faltado incluso aquellos que sin más incluyen el tiempo de preparación de las tesis o bien se enfocan a la presentación exitosa de textos "científicos". ¿Para qué un libro más?, podría preguntarse el lector.

Si etimológicamente metodología se deriva de meto=fin; odos=camino y logos=conocimiento, y traducido sería el camino que tiene como fin el conocimiento, el doctor Arellano Sánchez esboza ese sendero ayudado de herramientas muy precisas: los esquemas, entiéndanse éstos como mapas conceptuales, diagramas, mapas mentales, organigramas o esquemas de secuencia, pues son una forma de representación gráfica de todas esas ideas que deambulan efímeras y sueltas por la cabeza de los estudiosos, sin que se alcance algo tangible o al menos coherente.

Utilizar los esquemas, dice el catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, es buscar las relaciones y vínculos entre las personas, situaciones u objetos, pues "no siempre son evidentes u observables o distinguibles a primera vista"; de tal manera que durante el proceso de investigación puede comprenderse como en la mitología griega con Jano: la teoría y la realidad se componen de un cuerpo con dos caras que nunca se ven, pero que están unidas, una de espaldas a la otra; se saben existentes, pues se escuchan sus voces, sin embargo no pueden mirarse a los ojos. Con la teoría y la realidad ocurre lo mismo, ya que evidencian la existencia de una dualidad que, sumadas, generan el conocimiento.

El uso de los esquemas, como estrategia cognitiva, no sólo ayuda a evidenciar el cómo conocemos, permite además que el presunto investigador evidencie las maneras en las cuales se ha dado ese proceso de construcción, a partir de un reconocimiento de lo que previamente sabe y lo que le interesa descubrir.

En esa generación de conocimiento es fundamental aceptar que el libro Los esquemas metodológicos para la investigación social recuerda la diversidad de formas que puede tomar el ser humano para construir la realidad. Si los esquemas son una representación tangible de lo que se percibe, por medio de las sensaciones, es necesario también precisar que tienen mucha relación con la imaginación, porque ello posibilita el pensamiento.

Al construir y relacionar los vínculos entre los diferentes elementos que se han seleccionado se puede "jugar" al diseñar el proyecto de investigación. Es poco probable que los mismos elementos seleccionados por varias personas puedan tener una construcción similar y, por ende, busquen o lleguen a un resultado igual. Todo se modificará, dada la manera en que uno piense y ordene sus esquemas, ya que las formas de representación, en cuanto a conformación de una imagen, dependen en buena medida del contexto de cada persona, así como de sus intereses.

En un primer momento, los esquemas de relación y caracterológicos son herramientas básicas para sustentar los ejercicios de exposición y argumentación; éstos últimos, si bien pueden ser arduos debido a la soledad en la cual se efectúan, forman parte del producto final en una investigación, y son el vínculo con el cual se puede comenzar el intercambio de ideas. Pero más adelante se discutirá este punto.

Es cierto que algunos autores, como Hannah Arendt, critican el uso de los esquemas debido a que son propios del pensamiento utilitario, pues son los únicos que se pueden "hacer"; empero, son el primer acercamiento para buscar relaciones, ordenar, clasificar, jerarquizar y sistematizar, así como para encontrar las secuencias que puede tener cualquier problema de investigación social. Después de todo son una estrategia de aprendizaje y, sin duda, involucran un procedimiento.

Cabe recordar que con los esquemas también se evita caer en las modas y frivolidades de la dispersión si no se tiene bien claro lo que se desea buscar y menos a dónde se dirige uno; particularmente, diseñar mapas mentales o conceptuales obliga a encontrar un sentido con base en una temporalidad que indica las modificaciones que ha sufrido alguno de los factores seleccionados, pues en ellos existe la construcción de la realidad.

Los esquemas posibilitan la búsqueda de características y cualidades como un primer acercamiento a la construcción del objeto que derivará luego en el concepto. Tales técnicas sirven para identificar y ordenar ese mar de ideas, desde las más simples y basadas en el sentido común hasta aquellas que, con base en la reflexión y la crítica, ayudan a formular hipótesis. Después de ello se tiene como resultado la conformación del marco teórico, ahí es donde se encuentra el sustento para llegar a una interpretación de acuerdo con los marcos de análisis y validez, sostiene el autor.

Para ello, primero habrá que ubicar los factores que serán parte de nuestra investigación a partir de ejes de relevancia; los cuales se fundan en lo que uno está interesado en saber. De ese modo es muy factible que se pueda hallar el tipo de relaciones que, entre sí, guardan cada uno de los elementos seleccionados, de tal suerte que el rompecabezas toma forma.

Lo anterior implica que no sólo uno mismo puede comprender lo que se necesita trabajar, sino que con los esquemas se pueden explicar a otros, no tan familiarizados con el tema, para que entiendan la importancia de realizar un estudio amplio en ciencias sociales. Por ello debe utilizar un lenguaje (escrito y/o oral) claro, preciso y conciso, con el fin de evitar cualquier tipo de confusiones e incluso contradicciones. Ahí radica la relevancia argumentativa del texto, porque se evitan absolutos y generalidades. El esquema implica un orden en la estructura de las ideas que podrán ser argumentadas, expuestas y defendidas en diferentes ámbitos y ante diversos públicos.

Lo fundamental en los esquemas, plantea Arellano, es que se deben alcanzar significados, esa será la segunda parte de todo lo que implica investigar: dilucidarlos, analizarlos y expresarlos en público, para que ante la diferencia se busque el diálogo. De poco serviría un esquema si únicamente se queda como simple representación de algo que evita la crítica y la confrontación de pensamientos, pues estos no pueden ser el fin, tan sólo son los primeros pasos, un medio para alcanzar la significación a un problema social.

Todo ello implica una reflexión profunda de lo que se hace. Pensar para luego decidir e investigar. Definir el objeto de estudio a partir de sus características y cualidades es el primer paso de lo que será la distinción de "lo simple a lo complejo", de lo abstracto a lo real, en el diseño de la investigación.

Lo anterior recuerda la propuesta del italiano Umberto Eco en su texto ¿Cómo se hace una tesis?, cuando se refiere a la honestidad del tesista antes de comenzar a trabajar; así se evitará muchos tragos amargos y dolores de cabeza en ese largo proceso.

En el caso de Arellano, la propuesta de esquemas muy pronto interroga al investigador acerca de lo que uno desea investigar y, en especial, para qué investigarlo. No se deben dar tantos rodeos, el método está trazado, solamente uno debe determinar de dónde partir, qué instrumentos elegir y hacia dónde se espera llegar en determinado tiempo.

Por lo anterior, el aporte del libro es estimular para que todas esas ideas tomen forma al ser plasmadas en el papel; es decir, que sean llevadas a la expresión máxima de la memoria al momento de ser escritas, que permanezcan y se perpetúen para, posteriormente, motivar la creación de otros estudios más amplios y diversos.

El libro Los esquemas metodológicos para la investigación social se compone de 14 apartados (introducción, doce temáticos y conclusiones). Se desarrolla desde el proceso de conocer en los seres humanos y cruza por el camino de la construcción de un problema de investigación, situación no fácil, ya que ese es el momento de planear la ruta a seguir, de decidir el camino, los tiempos y hasta de elegir las herramientas de trabajo.

Si bien de forma amplia y clara se abordan temas como el problema de investigación, la conformación del estado del arte, la definición de conceptos, los procesos cualitativos y cuantitativos, las estrategias de análisis, el discursos científico y la bibliografía, es de suma importancia mencionar que en todo este proceso un eje esencial es la argumentación de ideas, de lo que se ha encontrado, relacionado en esos meses de orden, clasificación, jerarquización y sistematización de información.

Sin embargo, el contenido de la obra podría disponerse en tres etapas: el proceso de conocimiento, punto fundamental si se piensa en la calidad humana de los investigadores y de la actividad metacognitiva, donde pocas veces se es consciente de las formas con las cuales aprehendemos y construimos la realidad. A ello se añade el diseño de la investigación, en el que la decisión juega un papel primordial para evitar las divagaciones, titubeos e incertidumbres. Decidir firmemente qué es lo que se desea investigar para luego plantear y justificar el problema de manera coherente y precisa. En ese paso, los esquemas son la base para el desarrollo de lo que será la investigación, ya que auxilian en la redacción del enunciado, con el fin de permitir la elaboración del estado del arte donde se integra un panorama amplio de la discusión actual, apoyado en la recopilación de fichas que incluyan datos acerca de qué, quién, dónde y cuándo se ha escrito acerca del trabajo de investigación en el ámbito nacional e internacional.

En segundo lugar se ubican las herramientas cualitativas de investigación para recopilar, seleccionar y depurar los datos que requiere la investigación. Es aquí donde se centra lo más novedoso del libro de Arellano, quien, también a manera de esquema o guión exhaustivo, ordena la guía de investigación a partir de una propuesta de G. Murdok, la cual enlista cada una de las necesidades y las organiza de forma secuencial y jerárquica, desde la abstracción hasta alcanzar la realidad, y viceversa.

En la guía, el investigador identificará los faltantes en información, pero sobre todo podrá orientar el trabajo "para que no se pierda en sus observaciones y registros en el campo y en las fuentes escritas"; por lo tanto, la guía es el instrumento de recolección de información que "se constituye como un proceso puente entre la teoría y la realidad".

Una situación similar se observa con la libreta de campo: es necesaria la habilidad y destreza del investigador para recopilar datos (observación, entrevistas individuales y colectivas, dibujo de lugares), pues posibilita la relación entre el sujeto que conoce y el objeto por investigar.

Otra herramienta importante para el autor son las computadoras personales, los buscadores, las páginas en Internet y las redes, estas últimas tanto para el desarrollo de la investigación, como en el manejo de la base de datos que se crea a partir de lo indicado en la guía.

El tercer y último punto se refiere al análisis de la información y la redacción del discurso científico. En ese sentido el esfuerzo del autor es loable, ya que se muestra una serie de esquemas que incluyen los elementos que deben integrar cada uno de los textos (informe, protocolo, proyecto o diseño de investigación) por presentar una vez concluido el trabajo de investigación.

En este apartado es preciso hacer un alto para diferenciar lo que es el proceso de investigación y lo que corresponde a la argumentación, pues en muchas ocasiones se da por entendido y se asume que uno va al parejo de la otra.

Argumentar va en función del ejercicio solitario del pensamiento, a ordenar las ideas, situación que en pocas ocasiones se practica en un sistema educativo como el mexicano, pues la atención hacia las materias como redacción, ortografía, sintaxis, gramática y puntuación es mínima, lo que ocasiona una dificultad para escribir textos que puedan alcanzar el carácter científico. Si partimos de la idea de que la única constante en el estado cognitivo de las personas es su capacidad de cambiar, entonces podremos entender que se pueden modificar hábitos y vicios que se fomentaron en las aulas.

Cotidianamente se les exige a los alumnos escribir directamente en un papel sin antes hacer un ejercicio de organización de ideas. Sin más, los estudiantes deben enfrentarse a la página en blanco, ya sea de papel o bien del monitor de la computadora, con lo que se olvida que esta es una tarea compleja, pues el proceso de escritura, en sí mismo, implica una actividad de tiempo, creatividad y mucha paciencia a causa de las correcciones. Cabe recordar que todo texto impreso siempre será perfectible, aun cuando debe hallarse el momento en que se dé por terminado, pues tampoco puede ser infinito.

Si bien la escritura requiere de un procedimiento, es a través de la mirada donde se ubican los primeros elementos para entender la realidad. A ella se le da sentido y se organiza por medio de la palabra impresa, así se disuelve la necesidad no sólo de saber acerca de lo que nos rodea, sino de lo que somos en sí mismos.

Pese a ofrecer los esquemas en los elementos que componen el discurso científico, no queda clara la manera sobre cómo redactarlo. Es evidente que ese no es el propósito del Dr. Arellano; empero, dada la experiencia y habilidad en el manejo del método en las ciencias sociales, sería interesante que abordara el tema de la escritura como una actividad que implica una profunda soledad, pues en ese momento, sí se camina solo. Nadie acompaña al científico.

Esa soledad se compone de palabras dispersas y en ocasiones agolpadas, que también habrá que ordenarlas para darle sentido a lo descubierto; pero ¿cómo argumentarlo cuando el lenguaje científico requiere de un lenguaje por demás rígido o poco libre?

Por ello sería interesante que Arellano pensara en una manera de estimular también esas formas de escritura y argumentación en los discursos científicos que, por obligación, deben hacerse no sólo como una forma de permanecer en el tiempo, sino como el fin de ese camino que, después de todo, también puede ser el inicio de otro.

Por lo tanto, los procesos de organización, más que de estudio o de recopilación de datos, también implican un método en el orden de las ideas, con el fin de poder expresar nuestros intereses y, posteriormente, argumentarlas en diferentes ámbitos y abrir la discusión.

Con todo lo anterior, espero se haya dado respuesta a la pregunta de la pertinencia sobre este libro, ya que es apropiado para que el fu turo investigador reflexione, por segunda y hasta por tercera vez, antes de emprender el camino de las ciencias sociales.

 

Información sobre la autora

Elizabeth Bautista Flores. Doctorante en ciencias sociales y humanidades por la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. Actualmente labora en la Universidad Intercultural, Estado de México, en la División de Comunicación Intercultural. Sus líneas de investigación son: comunicación, política y tecnologías de la información y comunicación en comunidades originarias, desarrollo de las comunidades virtuales en la región del Istmo de Tehuantepec.

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