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Problemas del desarrollo

versión impresa ISSN 0301-7036

Prob. Des vol.36 no.140 Ciudad de México ene./mar. 2005

 

Reseñas

 

Flexibles y disciplinados. Los trabajadores brasileños frente a la reestructuración productiva, Noela Invernizzi

 

Ángel Luis Rocha Aceves*

 

México, Universidad Autónoma de Zacatecas, 2004, 323 pp.

 

* Profesor de la División de Posgrado de la FCA Universidad Nacional Autónoma de México.

 

Noela Invernizzi analiza las formas de control y de descalificación de los trabajadores en la industria brasileña durante las últimas dos décadas del siglo XX, como consecuencia del proceso de reestructuración que enfrenta la manufactura en ese país.

Para ello presenta diferentes tipos de industria, con distintos grados de asimilación de nuevas tecnologías, pero con la misma logística de producción y uso del tiempo y de la fuerza de trabajo: a) la automovilística, a la cual considera de vanguardia y rejuvenecida, b) la de equipamiento para telecomunicaciones, que está completamente revolucionada en sus bases tecnológicas, c) la petroquímica, que es de proceso continuo y se incorpora al avance tecnológico, d) la metálica-electrodoméstica o madura, y e) las tradicionales de los sectores textil y calzado, cuya atención a la ola de transformaciones fue más tardía y limitada.

Opina que en este proceso de cambio estructural la fuerza de trabajo industrial ha sido sometida a una redefinición de su perfil técnico, comportamental y político para ajustarlo a la nueva relación entre el capital, el trabajo y el Estado, lo cual tiende a facilitar el uso flexible y desregulado de la fuerza de trabajo.

El análisis que realiza lo sitúa en el contexto de las organizaciones tayloristas-fordistas, cuyo objetivo era combatir el poder de los trabajadores calificados sobre el ritmo y la forma de realizar el trabajo en industrias poco mecanizadas que se han transformado, ahora desde el enfoque de la producción flexible —resultado de modificaciones en la división técnica y social del trabajo—, garantizando al inversionista la obtención del trabajo excedente.

Esta reestructuración ha exigido una transformación del perfil de las fuerzas de trabajo —tanto en la simple como en la calificada— para hacerla compatible con la nueva situación productiva y competitiva de las empresas, excluyendo a una parte significativa de desempleados ante jóvenes más escolarizados, dispuestos a atender todas las indicaciones y a realizar actividades polivalentes sin mejora salarial.

Invernizzi sustenta sus comentarios con aportaciones de diferentes autores y con la evidencia empírica. En este sentido presenta, entre otras, referencias de Salerno (1985) acerca del concepto calidad, que ayuda en la obtención del consenso. Al contrario de ganancia, carece de un referencial de clases. En el caso de Gorz (1997), recoge el sentir de las empresas que buscan obreros sin identidad de clase, jóvenes y sin pasado sindical. En el fordismo se reconocía el antagonismo de intereses entre capital y trabajo, lo cual exigía negociación. En el posfordismo, en nombre de la competitividad, se demanda disponibilidad total del trabajador, haciendo a un lado los derechos laborales y la asistencia social.

La estandarización se convierte en el primer principio innovador del modo de producción capitalista, pues se usa para controlar el conocimiento y reducir la dependencia con el trabajador, quien responde al ritmo de trabajo de las máquinas y a lo estipulado por las normas internacionales derivadas de las condiciones impuestas por los países desarrollados para facilitar el intercambio comercial.

De acuerdo con Nobel (1984), Invernizzi identifica el control fabril en la etapa de la producción flexible con la aplicación de técnicas estadísticas orientadas a medir y evaluar el proceso de trabajo, con una intervención humana en la producción cada vez menor. A esto se suman otros dos elementos situados externamente al proceso citado: a) el Estado, que asume funciones directas o indirectas para facilitar la valoración del capital mediante la legislación laboral, y b) el ejército de desempleados, que presiona a los asalariados para ser más dóciles y disciplinados, tanto en su actitud como en su remuneración.

Por último, destaca la transformación del perfil político de la fuerza de trabajo por el efecto del creciente desempleo y las políticas claramente antisindicales asumidas por los empleadores públicos y privados. Con ello impide a la clase trabajadora su organización y disminuye la capacidad para negociar en el proceso de reestructuración productiva, al establecer un nuevo tipo de relaciones entre el capital y el trabajo, lo cual no sólo fue una consecuencia de la reestructuración productiva, sino también una condición para su desarrollo.

Se considera que con estas modificaciones sustantivas en la clase obrera industrial, se puede hablar de una nueva clase obrera, cada vez más reducida por la contracción de la demanda de empleo debida al avance tecnológico y cada vez más heterogénea, con condiciones de empleo inestables y ausencia de mecanismos legales para su protección.

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