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Política y cultura

versión impresa ISSN 0188-7742

Polít. cult.  no.45 México mar./jun. 2016

 

Consecuencias sociopolíticas de los riesgos y desastres

Prácticas de neoliberalización y desastre por inundación. El caso del municipio de Cuautitlán, Estado de México

Oscar Adán Castillo Oropeza* 

* Profesor de asignatura, Universidad Autónoma del Estado de México, Centro Universitario Zumpango y Unidad Académica Profesional Huehuetoca [oscaradan68@hotmail.com].


Resumen:

En este artículo se discute la relación entre prácticas de neoliberalización y desastre a partir de las inundaciones en el municipio de Cuautitlán, metrópolis de México. Se trata de la influencia de los grupos de poder (actores estatales y privados) en el cambio de uso de suelo. La actividad industrial e inmobiliaria provoca la vulnerabilidad socioambiental que, aunado a las amenazas naturales, posibilita un escenario de riesgo/desastre y la emergencia de múltiples actores sociopolíticos. Para dar cuenta de ello, se hace uso de una serie de entrevistas grupales, de la revisión de notas de periódicos, de documentos y datos oficiales.

Palabras clave: prácticas de neoliberalización; desastre por inundación; vulnerabilidad socioambiental; metrópolis de México; Cuautitlán

Abstract:

This article discusses the relationship between neoliberalization practices and disaster, from flooding in Cuautitlan, metropolis of Mexico. This is how powerful groups (state and private actors) influence the change in land use. Industrial and real estate, activity causes social and environmental vulnerability, coupled with natural hazards, possible stage risk / disaster and the emergence of multiple socio-political actors. To account for this, use of a series of group interviews, a review of newspaper reports, documents and official data is made.

Key words: practices neoliberalization; flood disaster; social and environmental vulnerability; metropolis of Mexico; Cuautitlan

Introducción

Las metrópolis desempeñan un papel importante en el desarrollo de la actividad económica industrial e inmobiliaria y concentran una gran cantidad de población; pero también transforman el medio ambiente y sus recursos naturales, y debilitan la capacidad de regeneración natural de los ecosistemas. Son escenarios de múltiples fachadas, de espacios interrelacionados. Algunos autores señalan que las metrópolis son o pueden convertirse en mosaicos de progreso a nivel global, pero también de pobreza, de miseria y de crisis ambientales.1 Ante esa condición de ambivalencia que las caracteriza, hay una problemática de extrema relevancia, como los mal llamados desastres naturales. 2

En este sentido, desde principios de la década de 1980 en la Zona Metropolitana del Valle de México3 (ZMVM) el crecimiento desproporcionado de la mancha urbana se manifiesta, principalmente, debido a la desconcentración industrial alrededor de la ciudad central4 y a los asentamientos exacerbados de la población. El desplazamiento de la población y la actividad industrial del centro hacia la periferia de la metrópolis y los mecanismos financieros dirigidos a la construcción de vivienda de interés social, expanden el mercado inmobiliario y la edificación masiva de unidades habitacionales, ocasionando un significativo cambio de uso de suelo y, simultáneamente, un proceso de mutación urbana-ambiental en los municipios aledaños a la ciudad central, como Ecatepec de Morelos, Cuautitlán, Naucalpan y Tlanepantla, entre otros. 5

Estos procesos económico-urbano-ambientales los entendemos desde lo que algunos autores han denominado "prácticas de neoliberalización", las cuales son una serie de transformaciones económicas en las ciudades del norte y sur global. 6 Así, el neoliberalismo, más que una ideología, es una serie de prácticas económicas y políticas que priorizan el funcionamiento de los mercados. 7

En ese sentido, el neoliberalismo como práctica requiere de cambios en el orden institucional y político. De ahí que la naturaleza geográfica de las prácticas de neoliberalización es multiescalar, de lo global hasta lo local. 8 Por lo que la neoliberalización se manifiesta de manera diferida en el espacio. Es decir, si bien a partir de finales del siglo XX dichas prácticas dinamizan el crecimiento de las grandes urbes, su desarrollo depende de procesos sociohistóricos y desiguales. 9 Por ejemplo, las prácticas de neoliberalización en la metrópolis de México (sur global), en relación con la actividad industrial e inmobiliaria, se presentan de forma diferente en cada uno de los espacios locales que la componen.

La producción sociomaterial de estos espacios, a partir de dichas prácticas, implicó la participación activa de manera directa e indirecta de grupos de poder (clase política local y empresarios). La urbanización metropolitana ha sido un proceso desarrollado en buena parte al margen de las normas y orientaciones establecidas en los planes de desarrollo urbano (municipal y estatal). Las fuerzas de las grandes industrias y empresas desarrolladoras (constructoras) han decidido hacia dónde y en qué condiciones crece la ZMVM, al recibir autorizaciones gubernamentales para centenas de loteamientos en los que se refleja una mínima disciplina urbanística, sin criterios de sustentabilidad10

El interés estrictamente comercial de este proceso y el desapego gubernamental para controlarlo permitieron que la urbanización adquiriera, de forma avasalladora, una gran mancha de asfalto y una amenaza para las áreas verdes que se utilizan y transforman para usos urbanos. La falta de acción estratégica estatal en la planeación de la metrópolis, ha permitido la privatización y el desorden en el que actualmente se encuentra.

En algunos municipios, la neoliberalización industrial e inmobiliaria coadyuvan al deterioro ambiental y a incrementar las condiciones de vulnerabilidad socioambiental, que aunado a la presencia de las amenazas naturales, posibilita la formación de escenarios de riesgo y desastre por inundación. 11 En cada municipio se construye, percibe y vive de diferente forma el desastre, razón por la que consideramos importante analizar la formación de los espacios locales a raíz de dichas prácticas de neoliberalización, su relación con la aparición de fenómenos sociales de este tipo y la emergencia de actores sociopolíticos con discursos y acciones propias.

En este texto se pretende dar cuenta de otros elementos sobre el análisis de las inundaciones, que van más allá de la construcción y percepción social del riesgo. 12 Se trata de poner a discusión, a partir de un caso concreto, las temporalidades del desastre (antes, durante y después) 13 desde sus múltiples dimensiones, es decir, los distintos componentes (económicos, políticos y socioterritoriales) que involucran. Nos enfocaremos en las inundaciones en el municipio de Cuautitlán, particularmente en las ocurridas en el Fraccionamiento Los Olivos I y II, en 2011, cuando fue declarado este lugar como zona de desastre por la Secretaría de Gobernación.

Para ello, se hace uso de una serie de datos obtenidos de la revisión de documentos oficiales como el Plan Municipal de Desarrollo Urbano (PMDU) de Cuautitlán, para analizar la dinámica industrial y de las inmobiliarias en este espacio local y su relación con la presencia de la vulnerabilidad socioambiental que, aunado a las amenazas naturales, posibilitan el riesgo y el posible desastre por inundación en este lugar. Asimismo, se utilizan algunas entrevistas grupales14 que se realizaron a informantes clave (personas afectadas y personal de Protección Civil) con la finalidad de comprender las distintas perspectivas y discursos de los actores sobre el desastre y así conocer las tensiones, demandas, acuerdos y acciones. Finalmente se revisaron notas de periódicos para contextualizar el escenario de la inundación y conocer también la dinámica de los actores involucrados.

La práctica industrial e inmobiliaria en un espacio urbano local: el antes del desastre

La construcción del espacio urbano en Cuautitlán, en relación con el proceso de industrialización y desarrollo habitacional, data formalmente después de la década de 1950. El inicio del proceso de urbanización se debió, en un primer momento, a la creación de la autopista México-Querétaro. Desde entonces, las obras de modernización en el ámbito vial emprendidas por las administraciones locales, estatales y federales han sido de vital importancia en la atracción de nuevas inversiones industriales en la zona.

Fue en el periodo de gobierno de Gustavo Baz Prada (1951-1957) que a partir de una política estatal se impulsó el asentamiento de industrias, lo que ocasionó un giro socioterritorial importante a nivel local, ya que comenzaron a pulular paralelamente los asentamientos urbanos, sobre todo de tipo irregular y algunos fraccionamientos autorizados por el gobierno. La dinámica urbana e industrial de la zona atrajo gente de otras partes del Estado de México, debido al auge de trabajo y a la oferta inmobiliaria.

En las décadas posteriores (1960, 1970 y 1980) se crearon varias fábricas en la zona como son: Textiles Iruña y Fábrica de Telas de Calidad, Altos Hornos de México, fábricas de fertilizantes y productos químicos, la planta industrial CO2 de México SA, la Ralston Purina de México SA y la planta de automotores Ford Motors Company, por mencionar algunas. Para principios de la década de 1990 se fundó el Conjunto Industrial Cuautitlán con más de 30 naves industriales, entre las que destacan: Fletes Avella, Industrias Mol SA de CV y, finalmente, Bodegas Carrefour. 15

De acuerdo con datos oficiales, para 1994 se tenían contabilizadas un total de 153 industrias. Con ello Cuautitlán se colocaba en la sexta posición en la relación de participaciones municipales dentro del producto interno bruto (PIB) estatal, con 2.39%, después de los municipios de Tlalnepantla, Naucalpan, Toluca y Ecatepec de Morelos. 16

Ahora bien, dicho proceso de industrialización no sólo estuvo mediado por la construcción de vías terrestres, sino también por el conflicto. La mayoría de las industrias se asentaron sobre terrenos ejidales y pequeñas propiedades agrícolas, lo que ocasionó tensiones entre las autoridades locales, los empresarios y los ejidatarios. 17

Pero es en 1961 cuando las autoridades municipales y estatales autorizaron a un grupo de empresarios permutar una superficie de 3 500 metros cuadrados, para la construcción de diversas industrias como: CO2 de México SA, entre otras; y con ello abrir paso a una serie de complicidades entre los grupos de poder y los actores privados. 18

A partir de esa misma década, el municipio es un importante receptor de población. Esta situación ocasionó la proliferación de asentamientos irregulares y unidades habitacionales y, por consiguiente, la falta de servicios como agua, salud, drenaje, electricidad, educación e infraestructura vial y urbana en general. No es casualidad que el proceso de fragmentación del ejido continuó y, por esas fechas, el gobierno estatal encabezado por Carlos Hank González (1969-1975), solicitó al Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización, la expropiación de 384 hectáreas del ejido de San Mateo Ixtacalco, 415.80 hectáreas de San Juan Atlamica, 1 172 hectáreas de San Sebastián Xala, 1024.57 hectáreas de Cuautitlán y, 206.40 hectáreas de Santiago Tepaclatepec. El "despojo legal" o expropiación tuvo como fin la creación del municipio de Cuautitlán Izcalli.19

A partir de 1956 y hasta 1974, el área urbana de la cabecera municipal estaba constituida por las industrias y dos tipos de fraccionamientos: aquellos que resultaron de promociones inmobiliarias dirigidos por el sector inmobiliario privado, y los otorgados por parte del gobierno estatal a los campesinos afectados por dicha expropiación. Aunque, al mismo tiempo, la gente que no tenía los recursos económicos necesarios para comprar una casa de interés social, siguió apropiándose de los terrenos aledaños a las fábricas, con la finalidad de conseguir un empleo e iniciar un porvenir.

Una década después, en 1983, el ejido de la colonia Lázaro Cárdenas fue "entregado" por las autoridades municipales a la empresa "Promotora la Esperanza", misma que edificó el conjunto habitacional más antiguo en el municipio, denominado "Nuevas Cumbres". Este fue el inicio de la creación de nuevas áreas urbanizables que se justificaron públicamente bajo el supuesto de que, entre 1980 y el año 2000, se necesitaría una reserva de 170 hectáreas para la creación de casas, industrias y comercios, por el aumento de la población. Asimismo, en esa misma década el desarrollo del capital inmobiliario de tipo privado, con un importante respaldo estatal y municipal, tuvo un fuerte despegue y las unidades habitacionales que se planeaban construir estaban destinadas tanto a las clases medias y populares. 20

Hacia finales de la década de 1990 y principios de este siglo, las unidades habitacionales se extienden en forma desorbitante. Por ejemplo, en 1998 se instaló la empresa fraccionadora "Casas Peña", cuyos socios principales, a decir de los ejidatarios, eran amigos o familiares del presidente municipal Prudencio Cano Hernández (1997-2000), de extracción priista. Hasta la actualidad resulta preponderante el papel de las empresas inmobiliarias privadas como "GEO", "Imcara" y "Casas ARA", de cuyo campo de acción, Cuautitlán es un excelente mercado. 21

A pesar de eso, hay dos tipos de vivienda predominantes en el municipio: la autoconstruida y la terminada. La primera se refiere a las viviendas que dependen de la capacidad económica de sus habitantes, se va ampliando cuarto por cuarto o, en su caso, de acuerdo con los criterios arquitectónicos de los propietarios de la vivienda. La segunda es resultado del mercado inmobiliario formal, se construye por medio de los desarrolladores privados y técnicamente siguen una normatividad en los materiales de construcción, imagen urbana, dotación de infraestructura, equipamiento y vialidad, además de que su valor monetario varía con relación en su estructura. La vivienda autoconstruida se localiza principalmente en la cabecera municipal, en los pueblos de San Mateo Ixtacalco y Santa María Huecatitla, los barrios de Santa Ana Tlaltelpan, San José Milla, Santa María Tlayacac, Puente Jabobero, El Nopalito, El Huerto, Tecoac Morales, El Carmen, Huayapango y Tlatelolco, entre otros. La vivienda terminada se ubica en los núcleos habitacionales denominados El Paraíso, Los Morales, Valle Cuautitlán, Los Morales secciones I y II, San Juan, Paseos de Santa María, Los Olivos I y II. 22

La actividad industrial e inmobiliaria son procesos paralelos que se desarrollaron de una forma vertiginosa. La población ha aumentado considerablemente,23 la industria sigue su curso,24 igual que el crecimiento de las unidades habitacionales y los asentamientos irregulares, así como el desarrollo de una economía de servicios acorde al contexto de las ciudades globalizadas. 25

Las decisiones de los grupos de poder (estatales y privados) han influido en el desarrollo de la actividad económica industrial e inmobiliaria, en beneficio de unos cuantos y perjuicio de muchos otros. Así, el manejo político y económico del ejido por parte de estos, es indispensable para entender la formación sociohistórica del espacio urbano local, a partir de la venta y el cambio de uso del suelo, así como las consecuencias que esto provoca en el ambiente.

De este modo, la falta de regulación por parte del gobierno municipal en el territorio, permite que muchos propietarios y desarrolladores realicen sus actividades sin ninguna perspectiva de sustentabilidad. 26 Es decir, ante la implementación de esas prácticas económicas en el espacio local, la vulnerabilidad socioambiental, el riesgo y el desastre se tornan como una realidad emergente. Discutámoslo a continuación.

Las consecuencias socioambientales de las decisiones políticas

La ocupación del territorio en Cuautitlán es mayor al 50.08% de su superficie y es destinado para usos urbanos: industrial y habitacional. 27 Los efectos negativos del proceso de urbanización a partir de esas actividades económicas colapsan el ambiente. Por lo tanto, la vulnerabilidad socioambiental se hace presente por la contaminación de los principales afluentes que atraviesan el municipio y la exposición de los desechos al aire libre. Esto representa un obstáculo en la regeneración de la naturaleza, por lo que, cuando las amenazas naturales se presentan es probable que sus efectos negativos se manifiesten.

En este municipio, la disposición de residuos de origen doméstico e industrial se depositan directamente en los cauces de los ríos de aguas residuales -como el río Cuautitlán que atraviesa varios fraccionamientos-, así como en lotes baldíos ubicados en las áreas periféricas de la zona urbana ocupada. En el territorio municipal existen distintos vertederos de aguas residuales: el río Cuautitlán y el Emisor Poniente y los arroyos Diamante, Córdoba, Chiquito y Molino. En el caso del río Cuautitlán nace en el Lago de Guadalupe (municipio de Cuautitlán Izcalli) y se une al Emisor Poniente en el municipio de Teoloyucan.

Según el diagnóstico realizado en el Plan municipal de desarrollo urbano, se descargan anualmente ocho millones de metros cúbicos de residuos líquidos de origen doméstico e industrial hacia los cauces de escurrimientos a cielo abierto como ríos, arroyos y canaletas de riego. Además se estima una producción de 1 255 toneladas por día de residuos sólidos, algunos son recolectados y enviados a rellenos sanitarios que operan en Cuautitlán Izcalli y Tultitlán, pero muchos otros se exponen al ambiente, haciéndolo más frágil. 28

Por otra parte, la erosión del suelo en el municipio comprende una superficie aproximada de 5.2 kilómetros cuadrados. 29 Estas áreas son las ubicadas principalmente en la zona sur y norponiente y aquellas que se encuentran cerca de los ríos, arroyos y canales de riego, generando una situación de azolve.

El crecimiento industrial y habitacional ha perjudicado el equilibrio natural del entorno, un ejemplo son las constantes inundaciones a las que se encuentra expuesta determinada población en algunos lugares, como las unidades habitacionales Fraccionamiento Los Olivos I y II.

Las únicas áreas verdes son las que rodean las zonas industriales y habitacionales que se encuentran alrededor de unos cuantos ejidos. La fragmentación de las áreas para la creación de las industrias y de las casas, supondría la pérdida de toda la superficie natural, ya que los daños ambientales y sociales de los desechos de las empresas y las zonas habitacionales repercuten en la población contigua a esos lugares, a parte de que se infiltran al subsuelo, especialmente en la época de lluvias, contaminando los mantos freáticos.

Las aguas residuales de las industrias que desembocan por los desagües, faltos de mantenimiento y deteriorados por la fuerte carga de químicos, paulatinamente envenenan la tierra que rodea a dichas conducciones. Son insuficientes las conexiones hidráulicas de las empresas para desaguar por completo sus residuos a los cárcamos municipales. Al respecto, el personal de Protección Civil expone:

Hay muchas industrias en el municipio, unas se conectan al drenaje principal y muchas tiran sus desechos a los caños de riego [...] Otras disque se conectan al drenaje [...] La verdad es que contaminan el agua [...] Cuando las lluvias llegan, sus aguas suben el nivel de los arroyos, ríos. 30

La contaminación del agua y sus repercusiones se agravaron durante los primeros años de la década de 1990, cuando a las aguas residuales provenientes de las fábricas se sumaron las aguas negras de los grandes fraccionamientos, que empezaron a verterse a los canales de riego y en general al río Cuautitlán. El desalojo de las aguas negras ha sido resuelto mediante su concentración en cárcamos de bombeo, que posteriormente esparcen su contenido en las zanjas de riego -los cincos canales que conducen aguas del río presentan este problema-, lo cual ha generado una paulatina contaminación de sus aguas, afectando de manera importante a los pocos campesinos que hacen uso del agua para sus cultivos. 31

Por otro lado, los desarrollos habitacionales a los cuales ha estado sujeto el municipio desde hace décadas se caracterizan por las deficiencias en la construcción de infraestructura urbana adecuada, en lo referente a las vialidades, áreas verdes, expulsión y suministro de agua. Esta última demanda ha sido resuelta mediante la excavación de pozos profundos por parte de los promotores inmobiliarios privados, con ayuda de las autoridades locales. Esto ocasiona la sobreexplotación de los acuíferos subterráneos, lo que en un tiempo más o menos corto, aumentará la crisis hídrica no sólo en lo referente al aprovisionamiento de agua, sino también en la aparición de las inundaciones en este lugar.

La falta de acciones y negociaciones transparentes entre el gobierno municipal y los dueños de las inmobiliarias ha permitido que estos últimos evadan de manera impune toda clase de normas que los obligan a dotar de servicios completos a los nuevos centros urbanos, principalmente en lo que se refiere al problema del abastecimiento y desalojo del agua. En relación con este punto el personal de Protección Civil menciona:

Alrededor del río Cuautitlán hay unos cuantos fraccionamientos [...] Por ejemplo acá en los Olivos, ahora con la inundación, se supo que no habían sido entregados por la empresa al municipio [...] Quién sabe quién dio los permisos para que se instalaran [...] Compraron las tierras a los ejidatarios, les dieron su buen dinero. 32

Este es el contexto en el que surge el problema de las inundaciones en el Fraccionamiento Los Olivos I y II, ubicado a orillas del río Cuautitlán y producto del auge inmobiliario privado que se presentó en el municipio a finales de la década de 1990 (Mapa 1). Fue destinado para las clases medias, con el concepto de ofrecer la oportunidad de adquirir una vivienda propia, a todas aquellas familias que lo pudieran pagar.

Fuente: elaboración propia con el apoyo de Iván Flores.

Ubicación del Fraccionamiento Los Olivos I y II. 

La mayoría de las personas que habitan este espacio no son originarias del municipio, llegaron de otras partes de la metrópolis, particularmente de la Ciudad de México y municipios aledaños. Desde su creación ha presentado distintos problemas con la infraestructura hidráulica, dado que la calidad de dichas construcciones se pone en cuestionamiento en relación al ahorro en costos por parte de dichas empresas.

Esto ocasiona graves problemas en cuanto a la dotación de infraestructura urbana, muchos de estos complejos habitacionales carecen de los mínimos requerimientos en materia de desagües. En el mejor de los casos, existen redes de entubamiento de baja calidad, poco volumen y profundidad. Los tubos se encuentran localizados exclusivamente al interior del fraccionamiento y descubiertos a una distancia considerable del drenaje municipal. Los habitantes expresan:

Apenas nos dimos cuenta que el drenaje son unos tubitos delgados de PVC [...] Cuando compramos la casa nos dijeron que todo era de buena calidad, que no había problema con el río (río Cuautitlán). Se supo que iban a construir una pared alrededor de la unidad [...] Al final no hicieron nada [...] como unas partes de los tubos no han sido conectadas al drenaje hemos añadido por nuestra cuenta unos [...] Muchos vecinos los sacan al río. 33

En septiembre de 2011 se presentaron severas inundaciones en este lugar, dejando ver el estado de vulnerabilidad socioambiental en el que se encuentra el espacio urbano local y el fraccionamiento en particular.

Actores, discursos y acciones: el durante del desastre

El 1 de septiembre de 2011 la cantidad registrada de agua de lluvia alcanzó más de 30 milímetros en varios municipios de la metrópolis de México, entre los que se encontraba Cuautitlán. En ese sentido, la titular de Protección Civil federal, Ana Lucía Hill Mayoral, los declaró como zona de desastre, debido a las inundaciones provocadas por las fuertes lluvias, por lo que podían disponer las autoridades locales de recursos del Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden) para emplearlos en el apoyo a los afectados.

Enseguida, el presidente municipal de extracción priista, Francisco Javier Fernández Clamont, exigió ante los medios de comunicación la presencia, en el lugar de los hechos, del entonces titular de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) José Luis Luege Tamargo, para que respondiera por los incidentes que provocó el mal manejo de las compuertas de la presa Guadalupe, y resolver los daños a las familias afectadas. 34

A la postre, Ana Lucía Hill Mayoral señaló que se empezaban ha realizar "evacuaciones preventivas" de casi 500 familias. Afirmó que se habían activado, al menos, siete refugios en la zona con la ayuda del Ejército como parte del plan DN-III, personal de Protección Civil y de la Agencia de Seguridad Estatal (ASE). Los afectados se alojaron en iglesias, centros y casas de cultura, incluso en un centro comercial. 35 En relación con el suceso los afectados y el personal de Protección Civil declaran:

A muchos no nos alcanzaron a llevar a los albergues, estábamos muy desesperados [...] Dicen que daban comida y ropa pero también no alcanzó, la gente que atendía no se daba abasto, los que nos quedamos fue por nuestras cosas [...] Muchos otros vecinos hablaban por teléfono a sus familiares para que vinieran a auxiliarlos [...] Nunca nos dijeron o avisaron antes que desalojáramos las casas, todo fue a la mera hora. 36

En contraparte se dice:

Con los albergues hicimos lo que pudimos, los lugares no estaban acondicionados, sólo buscamos lugares amplios donde cupiera la gente, escuelas, gimnasios [...] La emergencia nos llegó tarde por eso no pudimos avisar con tiempo a las personas [...] Es difícil aceptar que la mayor parte de la gente no pierda sus cosas [...] Cuando llueve, llueve (enfatizó). 37

Por otra parte, como las respuestas de las autoridades eran insuficientes y focalizadas, más de 300 afectados, en particular del Fraccionamiento los Olivos I-II decidieron bloquear la autopista México-Querétaro a la altura de la caseta de cobro de Tepotzotlán. Paralizaron el tránsito de los automóviles, autobuses de pasajeros y camiones de carga, entre otros; exigiendo la presencia del ex gobernador Enrique Peña Nieto y del titular de la Conagua, dado que el agua seguía invadiendo sus casas.

El bloqueo terminó cuatro horas más tarde, fueron reprimidos y desalojados por la policía estatal y federal. Antes de que ocurriera la reprimenda, se presentó en un helicóptero de la Conagua el subgerente de abastecimiento de agua potable, Ramiro Gutiérrez, quien apaciguó a los manifestantes, prometiéndoles que el nivel del agua de sus casas empezaría a bajar, ya que él mismo cerraría las compuertas de la Presa Guadalupe para que el cauce del Río Cuautitlán no incrementara más. La propuesta del funcionario fue rechazada por los vecinos y por el alcalde de Cuautitlán, quien explicó que el boquete de 40 metros que se abrió en las paredes de dicho río no había sido reparado.

Sobre la movilización los afectados sostienen:

Estábamos desesperados porque el agua subía y subía por nuestras casas [...] con un grupo de vecinos al ver tal situación decidimos hacer algo, fuimos a pararnos a la autopista, así nada más, de repente, nunca organizamos antes nada [...] Queríamos una respuesta rápida [...] Estuvimos como cinco horas manifestándonos y pidiendo que viniera el gobernador para que tomara cartas en el asunto, lo que llegó fue la policía y a empujones y jalones nos sacó de ahí [...] Llegó un funcionario pero eso no impidió el avance del agua, estaban más preocupados por el tráfico que provocamos. 38

Mientras, el personal de Protección Civil estigmatiza la acción de la población afectada:

No entendemos porqué la gente hizo eso, sólo perjudican a las demás personas [...] Siempre hay gente alborotadora que causa problemas [...] Sí ya se les estaba dando la atención que querían [...] Eso está mal, mejor se hubieran ocupado de sus cosas. 39

Las autoridades locales y estatales desplegaron ese mismo día del desastre la ayuda para la población, se aplicaron 2 346 vacunas contra tétanos y hepatitis, así como se otorgaron sueros y antiparasitarios. Entre tanto, algunos vecinos fueron en lancha a sus hogares para recuperar algunas pertenencias que se encontraban en el segundo piso de sus viviendas, acompañados de autoridades municipales y estatales. 40

Posterior a la inundación se realizaron labores de limpieza en toda la zona afectada, en el Fraccionamiento Los Olivos I y II se limpiaron las calles, se destaparon las coladeras y, en ocasiones, el personal de Protección Civil municipal ayudaba a las familias a sacar los escombros que arrastró el agua. El Ejército, la policía y demás personas del municipio, se encargaron básicamente de reconstruir el cauce del río y hacer un perímetro de costales de arena para que la gente "no se pusiera en riesgo", según lo explicó la directora de Protección Civil federal. La limpieza oficial duró unos días en lo que la gente se calmaba y no decidía protestar de nuevo.

En estos sucesos, la percepción y las acciones de los actores involucrados en el escenario de desastre se presentan de diferente manera. Tal situación evidencia una serie de tensiones sociopolíticas, que van desde la forma de responder al desastre hasta la comunicación poco efectiva entre ellos.

Las autoridades locales por su organización, reflejan que el riesgo por inundaciones no se puede anticipar, al no tener la infraestructura hidráulica necesaria. No obstante, las autoridades y los afectados aseveran que las inundaciones son en su totalidad un problema técnico y natural. Aparecen por el exceso de lluvia, la falta de infraestructura hidráulica o el mal manejo de los cárcamos.

En ambos casos, las personas afectadas organizadas y las autoridades locales perciben al riesgo/desastre por inundación como un problema que surge en el momento, que requiere soluciones concretas e inmediatas. No subyace en otros aspectos como el cambio climático, el proceso de industrialización-ocupación. Es un asunto esporádico y como tal no es necesaria una organización conjunta para prevenirlo. Cada una de las partes inmiscuidas actúa por su cuenta e interactúan en el momento del desastre, en ocasiones en el después -para las labores de limpieza- y nunca en el antes.

En el escenario de riesgo se señala a los culpables. Los habitantes denuncian que las autoridades no realizan su trabajo correctamente, no avisan antes de la inundación, no informan, la ayuda otorgada es insuficiente, etcétera. De igual manera sale a la luz la controversia entre los niveles de gobierno -local, estatal y federal- en relación con las causas de la inundación.

Se destaca, por otra parte, la diferencia de recursos utilizados por los damnificados para reclamar apoyo gubernamental. Los habitantes recurrieron a la movilización social y a las autoridades locales, federales y municipales, de manera inmediata implementaron acciones para ayudar a los damnificados, se levantaron censos de afectados, se aplicaron vacunas, se destinaron refugios, pero todo fue insuficiente.

No existe un plan de prevención que tome en cuenta a la población, sus maneras de percibir el riesgo, las experiencias, su aprendizaje y, sobre todo, la estructura de vulnerabilidad en la que se desenvuelven. Aún se encuentran reconstruyendo la ruptura del río Cuautitlán e instalaron una unidad de protección civil cerca de donde tuvo lugar el desastre.

Las personas afectadas actúan por su cuenta, muchas de las veces alejadas de las respuestas institucionales y viceversa. Las soluciones por las autoridades han sido, en un largo plazo, la construcción de obras hidráulicas y el entubamiento del río Cuautitlán. Prevalece así una cultura del entubamiento, que incrementa el crecimiento del sistema hidráulico que durante siglos ha permitido la expansión de la ciudad, el deterioro del medio ambiente y contribuido también a la aparición de las inundaciones.

Los remanentes de la inundación: el después del desastre

La construcción de las casas en Los Olivos I y II fue en un suelo poco apto, además de que la mala calidad de la infraestructura hidráulica y la desacertada expulsión del agua residual de las viviendas hacía el afluente, contribuyó al crecimiento de su cauce provocando la invasión del agua en el lugar. Si bien habían ocurrido problemas anteriormente, nunca fueron de tal magnitud. Los afectados comentan:

Desde que llegamos a vivir aquí, se encharca el agua en las partes bajas de las calles [...] Unos vecinos incluso hemos vivido pequeñas inundaciones, no pasaba de que se nos metía tantita agua a la casa, la barríamos y ya [...] Pero nunca como la del año pasado, estuvo muy fuerte. 41

Las inundaciones, debido entre otras cosas, a la mala ubicación del fraccionamiento habitacional, propiciaron cuantiosas pérdidas económicas. Las inundaciones dañan severamente los inmuebles, los materiales de baja calidad con los que se han construido, los hace más débiles ante las irrupciones del agua en la temporada de lluvias, aun cuándo muchos de los residentes todavía no acaban de cubrir a la fraccionadora el costo de la casa. Al respecto los afectados relatan:

Aquí en la manzana, nosotros (señala a las personas integrantes del grupo focal, las cuales se encuentran sentadas a su alrededor) el año pasado perdimos todo, hasta los coches se descompusieron, no teníamos en qué movernos [...] Tuvimos que tirar todos los muebles, antes sólo se mojaban o humedecían [...] En esta última no, nos quedamos sin nada, pero eso sí, la fraccionadora nos las siguen cobrando (las casas). 42

Los colonos se emplean en las industrias, en los comercios o servicios que se encuentran en el municipio y en la vecina localidad, Cuautitlán Izcalli. En la mayoría de los casos los costos de las inundaciones provocan que la gente decida mudarse o contratar seguros para reponer lo perdido. Sin embargo, en la medida que aumenta el deterioro material de los hogares, se amplifica la cantidad monetaria necesaria para resarcir el daño. La idea de cambiarse de residencia supone poner en venta su patrimonio, asunto complicado debido a las malas condiciones en las que se encuentra su vivienda.

Los inmuebles en ruinas:

Las casas ya no van a servir, unas se humedecieron y a otras se les cuartearon las paredes [...] perdimos todo (su voz se muestra entrecortada) [...] Queda el segundo piso, pero no sirve más que para dormir, abajo estaba la mayor parte de nuestras cosas.

Muchos hemos decidido vender la casa o traspasarla, obviamente el costo es mucho menor por los daños que dejó la inundación, es complicado [...] Unos vecinos quieren contratar seguros, otros ya hasta se fueron y abandonaron el lugar. Desde que estamos viviendo aquí, la empresa nunca dio mantenimiento alguno al drenaje [...] Varios que llevan tiempo acá dicen que desde que les entregaron su casa nunca han vuelto [...] Te advierten que una vez que te entregan la casa es responsabilidad tuya de todo lo que le pase y no de ellos. 43

La empresa no se comprometió, al momento de la entrega de las viviendas, darle mantenimiento a la infraestructura del fraccionamiento. Después de las inundaciones se ha deslindado de su responsabilidad, optando por el no resarcimiento de los daños y adjudicando las responsabilidades a las autoridades locales. La gente afectada y el personal de Protección Civil comentan lo siguiente respecto de la demanda de la indemnización:

Según nos iban a pagar la mayor parte de lo perdido pero no fue así, ni la inmobiliaria, ni el gobierno [...] Dieron vacunas y comida, alguna ropa, nada más [...] Seguimos esperando que la empresa nos retribuya lo que hemos pagado de la casa o que el gobierno nos indemnice. 44

Sobre la responsabilidad de la empresa:

La responsabilidad de la inundación es únicamente de la empresa y no del municipio, como dijimos (recalca), no son casas entregadas al municipio y aún así les proporcionamos la ayuda [...] Todavía la gente nos reclama y nos exige, nosotros tampoco tenemos nada que ver [...] Si vieron que las casas estaban al lado del río (río Cuautitlán) y aún así decidieron comprar, pues es también su culpa. 45

Otra parte de los residentes, al observar la inacción del municipio y de la fraccionadora han decido abandonar sus casas, llevándose lo poco que les quedó. Su capacidad de reacción ante la pérdida de sus bienes se vio mediada por los familiares. Así lo mencionan:

Después de la inundación unos nos fuimos con nuestros familiares más cercanos, ya no se podía hacer nada, otros rescataron algunas cosas [...] Nuestras familias nos echan la mano, incluso a conseguir un trabajo, porque como en mi caso, me corrieron por haber faltado dos semanas [...] Trabajaba de auxiliar de contador en una empresa de alimentos, aquí en el municipio. 46

El tenue vínculo social entre los residentes que puede presentar la convivencia en una unidad habitacional, se vio desdibujado momentáneamente. La ebullición de la catástrofe permitió el surgimiento de una red de movilización para demandar a las autoridades apoyo y buscar solución a sus demandas. La espontánea solidaridad:

Nos conocimos hasta el día del desastre, al momento de ayudarnos, bueno, los que pudimos sacar algunas cosas [...] Siempre nos veíamos, cuando salíamos al trabajo, a dejar a los niños a la escuela, pero nunca hablábamos más de diez minutos, sólo nos saludábamos y, ve (se ríe) ahorita estamos platicando aquí contigo. 47

La justificación de la acción limitada:

Nosotros quisimos ayudar a todos por igual, pero desgraciadamente, nuestro equipo de rescate, como los elementos que conformamos el cuerpo de bomberos, somos muy pocos [...] La gente cooperaba, se ayudan unos con otros. 48

Finalmente los estragos que dejó la inundación aún se perciben y las personas tratan de encontrar soluciones por sus propios medios. Se han organizado, hacen reuniones y pláticas para prevenir otras inundaciones, primero se eligen a los representantes de manzana, luego se asignan responsabilidades a los integrantes, con el objetivo de que si se avecina otra inundación, estén preparados para reaccionar a tiempo y prevenir las pérdidas. Así describen la esperanza ante las otras posibles inundaciones:

Por lo que vivimos, es necesario que estemos organizados e informados [...] así como fuimos a protestar hacemos ahora reuniones entre nosotros, a veces es cada mes o quince días, es por manzana [...] Ahí el representante nos informa sobre la indemnización y lo que tenemos qué hacer en caso de otra inundación, son como clases (se ríe) [...] Esperamos que sigan para así estar prevenidos. 49

El pesimismo institucional prevalece:

Sería bueno que con la gente que quedó en el fraccionamiento hiciéramos algo para prevenir otra inundación [...] Bueno, habría que ver porque se necesitan recursos y mucho poder de convencimiento. 50

Los remanentes de las inundaciones en el Fraccionamiento Los Olivos I y II son múltiples. La organización de la población afectada no sólo toma en cuenta que las inundaciones son a causa de un problema en el desalojo de las aguas y el desbordamiento del río Cuautitlán, sino también un asunto que debe prevenirse mediante formas de organización alternas, las cuales no inmiscuyen a las autoridades locales. Al contrario, las señalan junto con la inmobiliaria como las únicas responsables del desastre.

Los afectados demandaron a la inmobiliaria y no han recibido respuesta alguna, aseguran que la empresa compró a las autoridades locales para que no siguieran con las acciones de indemnización. Sus pérdidas socioeconómicas fueron mediadas por la construcción de lazos de solidaridad espontánea y, generalmente por el apoyo socioeconómico que recibieron de familiares externos, los cuales radican en otras partes de la ZMVM o del país.

El acercamiento con los vecinos, si no es muy notorio, sirvió para que se reconocieran y pudieran entablar una discusión sobre la situación de riesgo en la que se encuentran, al estar cerca de las aguas del río Cuautitlán, que en cualquier momento en la época de lluvias puede desbordarse y provocar otra hecatombe.

Las acciones durante el desastre sirvieron de antesala para después edificar una organización social más sólida. Se construyeron grupos de vecinos por manzana que tienen como objetivo principal informar el seguimiento de la retribución monetaria por parte del gobierno y la empresa, así como hacer campañas de información sobre el cuidado del agua, y qué hacer en caso de otra inundación.

El aprendizaje y la duración de las acciones gestadas van a depender del esfuerzo de las personas por evitar las pérdidas socioeconómicas, en relación a la presencia del riesgo por inundaciones en dicho lugar. Ya que las acciones de los actores estatales se concentran en la atención del desastre, en la "solvencia" económica de las pérdidas, cuestión que se pone en tela de juicio por los habitantes, porque a unos años de lo ocurrido no todos adquieren los beneficios esperados.

Las autoridades desde una posición centralizada responden a la catástrofe de manera automática, sin ninguna intención de prevenir la inundación, se disminuye la importancia de las condiciones en las que se desenvuelven los afectados, el espacio y el ambiente en el que se encuentran situados.

Su prioridad no es atender la situación de riesgo que se vive en estos espacios locales, al contrario, intentan mitigar extemporáneamente el problema generando otros, como el descontento social, la desconfianza por parte de la población, el manejo político de la ayuda tanto en dinero como en especie, entre otros. Y afirman que la gente compra sus casas a las orillas de los ríos, sin tomar en cuenta el crecimiento de sus cauces en época de lluvias.

Conclusiones

En este texto se discutió la relación entre las prácticas de neoliberalización y el advenimiento del desastre por inundación. Se trató el caso de las inundaciones ocurridas en el municipio de Cuautitlán, metrópolis de México. Específicamente en el Fraccionamiento Los Olivos I y II, cuando en el 2011 fue declarado este lugar como zona de desastre por la Secretaría de Gobernación.

Se analiza cómo las prácticas de neoliberalización enfocadas al desarrollo industrial e inmobiliario son el resultado de un proceso sociohistórico -no precisamente de finales del siglo XX- en la producción del espacio urbano local, que data de principios de la década de 1950. Se evidencia que en la implementación de dichas actividades económicas han sido determinantes las decisiones de grupos de poder (estatales y privados).

Por lo cual, las acciones de estos grupos muestran una estrecha relación con el cambio de uso de suelo en este lugar. De ahí que también los conflictos por el ejido sobresalen como una constante en el proceso de urbanización, ya que esos actores negocian con las tierras perjudicado a los dueños y beneficiándose de manera particular, mediante acciones poco transparentes.

A partir de esas condiciones se presenta en el municipio un cambio socioterritorial importante. Por un lado, la proliferación de las industrias y, paralelamente, la edificación masiva de unidades habitacionales. Por el otro, una sobrecarga en el territorio que agudizó la vulnerabilidad socioambiental y que, aunado a las amenazas naturales, posibilitó la formación de escenarios de desastre y la emergencia de una multiplicidad de actores.

Así, las inundaciones en el Fraccionamiento Los Olivos I y II, no son simples eventos incontrolados de la naturaleza o producto únicamente de las fallas hidráulicas, son fenómenos socioambientales con un trasfondo políticoeconómico y de relaciones de poder de unos actores sobre otros.

Este acercamiento sobre las temporalidades del desastre desde esta otra perspectiva, nos permitió dar cuenta del desastre no sólo como producto sino como evento. De ese modo, como en el antes, en el durante y el después de la inundación, surgen tensiones sociopolíticas entre los involucrados, las cuales muestran percepciones y acciones divergentes.

Es decir, mientras las autoridades (locales, estatales y federales) responden de manera inmediata y desigual ante la catástrofe, los afectados tratan desde sus posibilidades de resarcir los daños ocasionados por el advenimiento del agua en sus hogares. Las autoridades en vez de prevenir el desastre empeoran las consecuencias. Los afectados al no encontrar respuesta optan por la movilización social, el desplazamiento o la autoorganización.

Finalmente, a partir de este análisis resulta pertinente preguntarnos en qué medida es posible hablar de la construcción de una geografía de las inundaciones en la metrópolis de México, desde sus distintas temporalidades, partiendo de cómo las prácticas de neoliberalización, por medio de la decisión de los grupos de poder, posibilitan el cambio de uso de suelo y transforman el medio ambiente, provocando condiciones de vulnerabilidad socioambiental y posibles escenarios de riesgo/desastre.

Todo ello por la necesidad de desarrollar análisis más detallados sobre este tipo de fenómenos, para ofrecer elementos que ayuden a repensar los distintos caminos hacia una gestión del desastre a partir de una mirada transversal en cuanto a la toma de las decisiones, la cual tenga antes como objetivo principal la prevención de la inundación y no sólo la acción en el durante y después, como hasta ahora.

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1Al respecto véanse Mike Davis, Planeta de ciudades miseria, Madrid, Foca, 2008; Peter Taylor, "La red de ciudades mundiales y el planeta de barrios pobres: acceso y exclusión en la globalización neoliberal", en Miriam Alfie et al., Sistema mundial y nuevas geografías, México, UAM-Azcapotzalco/UAM-Cuajimalpa/Universidad Iberoamericana, 2010; Saskia Sassen, The Global City, Princeton, Princeton University Press, 1991; y Edward Soja, Postmetropolis: critical studies of cities and regions, Oxford, Blackwell, 2000.

2Se entiende que los desastres son el resultado negativo de las acciones humanas en la transformación del ambiente. El desastre como fenómeno socioambiental y sociopolítico, lo concebimos como un proceso en el cual confluyen distintos elementos que van desde la presencia de las amenazas naturales, la construcción paulatina de la vulnerabilidad socioambiental, hasta la influencia de las decisiones de determinados actores sobre la producción material del espacio, por ejemplo las ciudades.

3La metrópolis de México o Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) es una vasta aglomeración urbana en la que habitan poco más de 20 millones de habitantes y es considerada una de las más grandes del mundo. Actualmente la integran la Ciudad de México y sus 16 delegaciones, 59 municipios del Estado de México y uno de Hidalgo. Secretaría del Medio Ambiente, Agenda ambiental de la Ciudad de México, México, Gobierno del Distrito Federal, 2007, p. 45.

4Entendemos por ciudad central al territorio conformado por la Ciudad de México y las 16 delegaciones que la componen.

5Al respecto véanse María Esquivel, Dinámica demográfica y espacial de la población metropolitana, México, UAM-Azcapotzalco, 1993; María Soledad Rodríguez: "Propiedad y suelo urbano en las delegaciones y municipios de la ZMCM", México, UAM-Azcapotzalco, Reporte de Investigación Serie II, núm. 194, 1994; y "Periferia y suelo urbano en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México", Sociológica, año 15, núm. 42, enero-abril, 2000, pp. 40-71.

6Para un mayor acercamiento a prácticas de neoliberalización véanse Jamie Peck, Nik Theodore y Neil Brenner, "Neoliberal Urbanism Redux?," International Journal of Urban and Regional Research, 37.3, 2013, pp. 1091-1099; Manuel B. Aalbers, "Neoliberalism is Dead... Long Live Neoliberalism!", International Journal of Urban and Regional Research, vol. 3, núm. 37, 2013, pp. 1083-1090; Manuel B. Aalbers, "Debate on Neoliberalism in and after the Neoliberal Crisis", International Journal of Urban and Regional Research, 37.3, 2013, pp. 1053-1057; Stijn Oosterlynck y Sara, González, "Don't Waste a Crisis': Opening up the City Yet Again for Neoliberal Experimentation", International Journal of Urban and Regional Research, vol. 3, núm. 37, 2013, pp. 1075-1082.

7David Harvey, A Brief History of Neoliberalism, Oxford, Oxford University Press, 2005, pp. 2-3. Sobre este punto véase también David Harvey, Espacios del capital. Hacia una geografía crítica, España, Akal Ediciones, 2007.

8Neil Brenner y Nik Theodore, "Cities and geographies of actually existing neoliberalism", Antipode, núm. 34, 2002, pp. 349-379.

9Al respecto véase Manuel B. Aalbers, "Debate on Neoliberalism in and after the Neoliberal Crisis", International Journal of Urban and Regional Research, vol. 3, núm. 37, 2013, pp. 1053-1057.

10Alfonso Iracheta, "Gobernabilidad en la Zona Metropolitana del Valle de México", Papeles de Población, vol. 9, núm. 36, abril-junio, 2003, pp. 211-239.

11Para más detalles acerca del incremento en el número de afectados y de eventos registrados por inundación durante el periodo 1940-2013 en la metrópolis de México, véase Desinventar, una base de datos elaborada por la Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina, con la finalidad de observar históricamente el comportamiento en cifras de los desastres más recurrentes en América Latina [www.desinventar.org].

12En los estudios sociales sobre los desastres prevalecen de manera general dos perspectivas: la primera, una "objetiva" o "macro", que discute el problema en términos de la construcción social del riesgo, o sea, asociándolo a la formación paulatina de la vulnerabilidad como condición per se (pobreza, marginación, segregación espacial, ubicación) de una población específica (aquella que vive en la precariedad). Los autores que analizan los desastres "naturales" desde esta perspectiva hacen una crítica al desarrollo, al que vinculan con los efectos ocasionados por acciones humanas sobre el medio ambiente, por ejemplo en las metrópolis de cualquier parte del mundo. La segunda perspectiva es "subjetiva" o "micro". En ella se discute el desastre en términos de la percepción social del riesgo, es decir, cómo perciben los actores sociales lo que es y no un riesgo. Del mismo modo, se problematiza sobre los tipos de organización social y las respuestas de los afectados, focalizando sobre los alcances y límites de las acciones de los grupos sociales ante algún tipo de emergencia, como las inundaciones. Véanse Óscar Adán Castillo Oropeza, "Mosaicos de ciudad en el agua. Riesgo por inundación y vulnerabilidad: el caso de dos municipios del Estado de México", tesis de maestría en ciencias sociales y humanidades, UAM-Cuajimalpa, 2013, p. 11; y Felipe de Alba y Óscar A. Castillo, "Después del desastre... viene la informalidad. Una reflexión sobre las inundaciones en la metrópolis de México", Revista Iberoamericana de Urbanismo, España, núm. 11, 2014, pp. 3-4.

13Felipe de Alba y Óscar A. Castillo, "Después del desastre... viene la informalidad...", op. cit., p. 5.

14Las entrevistas se realizaron el 9 y 10 de septiembre (grupo focal con personal de Protección Civil) y el 13 y 14 de octubre de 2012 (grupo focal con personas afectadas). Cada grupo focal fue integrado por cinco personas y realizado en dos sesiones de 60 minutos, respectivamente.

15Fernando Greene y Rubén Saldaña, "Poblamiento y medio ambiente en el Valle de México, el caso de los municipios del oriente del Estado de México", en Bazant Milada (coord.), 175 años de historia del Estado de México y perspectivas para el tercer milenio, México, Colegio Mexiquense, 1999, pp. 421-424.

16Véase Plan municipal de desarrollo urbano de Cuautitlán (PMDU), Gobierno del Estado de México/ Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda, 2009, p. 23.

17Desde 1937 se reconoció legalmente el ejido de Cuautitlán con una dotación de 2 110 hectáreas en beneficio de 247 ejidatarios, de las cuales alrededor de 1 200 correspondían a tierras de riego que eran abastecidas por las aguas del río Cuautitlán, a través de los canales El Molino y El Chiquito. En dicha superficie se sembraba maíz, frijol, trigo y verduras. Ibid., p. 20.

18Joel Mendoza Ruiz, Cuautitlán a través del siglo XX, México, Ayuntamiento Constitucional de Cuautitlán/1997-2000, 1999, pp. 27-28.

19En esa época, en una conferencia de prensa Carlos Hank González, ex gobernador del Estado de México, aseguraba que el gobierno se había gastado cientos de millones en obras de infraestructura que se desperdiciaban lamentablemente porque los terrenos expropiados eran utilizados para mal sembrar maíz, del que se recogían cuando mucho mil kilos por hectárea. Pero como esos terrenos eran intocables por su carácter ejidal, se les propuso a los ejidatarios comprárselos. Antes ganaban cuando mucho dos mil pesos al año y como se les pagó un promedio de cien mil pesos, si solamente los invierten en Bonos del Ahorro Nacional, sacan de intereses más de diez mil al año, casi se vuelven rentistas, mencionó. Ibid., pp. 30-32.

20Ibid., pp. 40-43.

21Israel Sandre Osorio, "Entre industrias y fraccionamientos: el legado del desarrollo urbano-industrial en Cuautitlán", Boletín del Archivo Histórico del Agua, México, 2005, p. 7.

22Véase Plan municipal de desarrollo urbano de Cuautitlán, op. cit., p. 56.

23Según datos oficiales, hasta 2010 Cuautitlán cuenta con una concentración poblacional de 140 059 habitantes. En los últimos 55 años ha tenido un significativo crecimiento, en particular de 2005 2010 el aumento de habitantes en la zona fue de 29 714. Censo de población y vivienda, 2010 [www.inegi.org.mx], fecha de consulta: 23 de agosto de 2013.

24En 2009 se contabilizaron más de 250 industrias, entre grandes, medianas y pequeñas, con un promedio de 15.9 personas ocupadas por establecimiento. Actualmente existen dos corredores industriales: el primero se ubica al sur de la cabecera municipal, en una zona comprendida entre Tultitlán y Cuautitlán Izcalli, y el segundo se localiza al norponiente del municipio, en los límites con Teoloyucan y Tepotzotlán. Plan municipal de desarrollo urbano de Cuautitlán, op. cit., pp. 45-47.

25El municipio sustenta en su mayoría su sistema económico en el desempeño de las actividades industriales, sin embargo, el sector terciario presenta un despegue importante. Los grandes comercios, como los centros comerciales fueron extendiéndose después de la creación de Cuautitlán Izcalli. La llegada de la población a este municipio se extendió hacia Cuautitlán, por lo que ahora existe una confluencia de imágenes urbanas. Por un lado el amplio espectro industrial y, por el otro, los grandes comercios propios de las ciudades cosmopolitas. Véase Guadalupe Hoyos Castillo, "La periferia mexiquense en la apertura de la economía urbana de la ciudad de México", Papeles de Población, núm. 23, enero-marzo, 2000, pp. 71-92.

26Alfonso Iracheta, "Gobernabilidad en la Zona Metropolitana del Valle de México", op. cit., p. 213.

27Plan municipal de desarrollo urbano de Cuautitlán, op. cit., p. 30.

28Ibid., pp. 48-49.

29Ibid., p. 52.

30Fragmento de un grupo focal realizado el 10 de septiembre de 2012 con el personal de Protección Civil del municipio de Cuautitlán.

31Israel Sandre menciona que bajo estas condiciones de contaminación del agua en la entidad, la Junta de Aguas (asociación de campesinos y ejidatarios) empezó a tomar en serio el problema y a darle seguimiento formal, aprovechando su presencia y representatividad en los núcleos ejidales de la zona. La respuesta social ante la contaminación del agua del río Cuautitlán se mantuvo constante en las diferentes etapas de los procesos de desarrollo industrial y urbano de Cuautitlán. En 2003, ante la incesante contaminación de los canales de riego por parte de las industrias y las unidades habitacionales, se solicitó a la Comisión Nacional del Agua (Conagua) realizar una inspección ocular con el fin de constatar la existencia de descargas clandestinas en los canales de riego. Ese mismo año ingenieros de la Conagua en compañía de los integrantes de la mesa directiva de la Junta de Aguas, realizaron una visita a las partes del Río Cuautitlán que estaban siendo afectadas. De este hecho los expertos de la Conagua tomaron nota y se ofrecieron a apoyar de manera legal la demanda de los campesinos, pero nunca regresaron. Israel Sandre Osorio, "Entre industrias y fraccionamientos: el legado del desarrollo urbano-industrial en Cuautitlán", op. cit., p. 10.

32Fragmento de un grupo focal realizado el 10 de septiembre de 2012 con el personal de Protección Civil del municipio de Cuautitlán.

33Fragmento de un grupo focal realizado el 13 de octubre de 2012 con las personas afectadas del municipio de Cuautitlán.

34La Jornada, 12 de septiembre de 2011.

35El Universal, 10 de septiembre de 2011. Por otra parte, en una conferencia de prensa, el ex director de Conagua, José Luis Luege Tamargo, aseguró que ya todo estaba bajo control, que fue muy fuerte la lluvia y saturó todos los sistemas de desagüe. "Tuvimos al máximo el Emisor Poniente, además del Río de los Remedios, Tlalnepantla y Cuautitlán. Pero se tenía que dejar claro que los drenajes municipales también fallaron. En el caso de la dependencia federal, se abocará a reparar los daños ocasionados en bordos, canales y desazolve en algunos puntos de los emisores; el gobierno del estado estaría reparando los problemas registrados en las calles y en algunas casas". Milenio, 17 de septiembre de 2011.

36Fragmento de un grupo focal realizado el 13 de octubre de 2012 con las personas afectadas del municipio de Cuautitlán.

37Fragmento de un grupo focal realizado el 10 de septiembre de 2012 con el personal de Protección Civil del municipio de Cuautitlán.

38Fragmento de un grupo focal realizado el 13 de octubre de 2012 con las personas afectadas del municipio de Cuautitlán.

39Fragmento de un grupo focal realizado el 10 de septiembre de 2012 con el personal de Protección Civil del municipio de Cuautitlán.

40El Universal, 13 de septiembre de 2012.

41Fragmento de un grupo focal realizado el 13 de octubre de 2012 con las personas afectadas del municipio de Cuautitlán.

42Idem.

43Idem.

44Idem.

45Fragmento de un grupo focal realizado el 10 de septiembre de 2012 con el personal de Protección Civil del municipio de Cuautitlán.

46Fragmento de un grupo focal realizado el 13 de octubre de 2012 con las personas afectadas del municipio de Cuautitlán.

47Idem.

48Fragmento de un grupo focal realizado el 10 de septiembre de 2012 con el personal de Protección Civil del municipio de Cuautitlán.

49Fragmento de un grupo focal realizado el 13 de octubre de 2012 con las personas afectadas del municipio de Cuautitlán.

50Fragmento de un grupo focal realizado el 10 de septiembre de 2012 con el personal de Protección Civil del municipio de Cuautitlán.

Recibido: 31 de Julio de 2015; Aprobado: 24 de Febrero de 2016

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