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Tópicos (México)

versión impresa ISSN 0188-6649

Tópicos (México)  no.68 México ene./abr. 2024  Epub 08-Mar-2024

https://doi.org/10.21555/top.v680.2490 

Artículos

La unión de la lógica y la metafísica en Hegel: el problema de la escisión entre pensar y ser

The Union of Logic and Metaphysics in Hegel: The Problem of the Fracture Between Thinking and Being

1Universidad de Sevilla, España. aortigosa@us.es


Resumen.

Una parte del contexto actual en el que se interpreta a Hegel tiene un profundo sesgo kantiano. Por ello, es acuciante reivindicar la independencia y originalidad de Hegel frente a Kant. Con este fin, en este artículo explico la relevancia de la concepción de la metafísica y la lógica en Hegel. En un primer periodo en Jena es cierto que Hegel sigue las ideas de Kant, pero en Núremberg su Ciencia de la lógica marca la separación final entre él y Kant.

Palabras clave: Hegel; Kant; lógica; metafísica

Abstract.

Part of the current context in which Hegel is interpreted has a strong Kantian bias. Therefore, it is imperative to vindicate Hegel’s independence and originality with respect to Kant. For this purpose, in this article I explain the relevance of Hegel’s conception of metaphysics and logic. It is true that in the first period in Jena, Hegel follows Kant’s ideas; however, in the Nuremberg period the Science of Logic represents the final separation between Hegel and Kant.

Keywords: Hegel; Kant; logic; metaphysics

1. Introducción1

El Sr. Hegel da una extensión demasiado breve a la lógica, limitándose a yuxtaponer esa ciencia como lógica subjetiva, en una segunda parte junto con la ontología, a la que llama lógica objetiva, uniendo así a ambas de algún modo en una sola edición. Sólo que como para mí la distinción kantiana entre juicios analíticos y sintéticos sigue siendo determinante de la división de la filosofía en lógica y metafísica, esa idea no tiene para mí aplicación alguna (Fries, 1811, citado en Duque, 2011, p. 37).

Cuando la Ciencia de la lógica vio la luz en Núremberg, la cita anterior fue el comentario despectivo que Jakob Friedrich Fries, en una segunda edición de su obra, realizó sobre la de Hegel. La vigorosa raigambre kantiana de Fries no le posibilitaba ver más allá de Kant. No podía comprender que la lógica objetiva y subjetiva no son una “yuxtaposición”, sino que una se desprende de la otra. De hecho, como vemos, Fries distingue entre lógica subjetiva y ontología propiamente. Su kantismo no le permitía comprender la unión de ambas disciplinas, que no están unidas “de algún modo”, sino de uno muy particular. Eso le imposibilitaba concebir que la lógica y la metafísica no estuvieran separadas. En resumen, como Fries afirmó en la última línea de la cita anterior, su forma de ver la filosofía es plenamente kantiana y eso le impide atender a la complejidad del proyecto de Hegel.

Pues bien, parece que el problema se repite varios siglos después. Ya a inicios del siglo XXI, Kreines (2006) expuso que los intérpretes de Hegel consideraban dos líneas de interpretación principales: por un lado, la metafísica; por otro, la no metafísica. Como él mismo expuso, una característica principal de la interpretación no metafísica es dudar de la innovación de Hegel respecto a la filosofía de Kant. Para ellos, Hegel es un continuador de Kant.

Quizá, abruptamente, podríamos decir que estos intérpretes exponen y critican a Hegel pensándolo desde Kant. Esta interpretación se popularizó a finales de los noventa y ha sido muy extendida, especialmente en la primera década del siglo XXI. Es ya muy conocida la interpretación de Robert Pippin (1989) en su Hegel´s Idealism, en la que consigue realizar una exposición íntegra de la ontología hegeliana desde la lógica trascendental kantiana, precisamente para diferenciarlo de los filósofos precríticos y poner en valor la influencia de Kant en la filosofía de Hegel.2 También podemos encontrar las interpretaciones de Béatrice Longuenesse (2007) en su Hegel´s Critic of Metaphysics. Ahí, Hegel no es reducido a Kant, pero algunas nociones son criticadas porque Longuenesse ha considerado, por ejemplo, la noción de “reflexión” en la filosofía de Hegel solo como un tipo de actividad psíquica o mental, exactamente como la comprendía Kant.3 Aunque esta línea ha sido revisada, sigue teniendo defensores en la actualidad. Cabría mencionar a Friedrich Beiser (2020), quien ha defendido que Hegel se veía a sí mismo como el verdadero continuador del proyecto kantiano frente a otros, como Fries o Herbart, produciendo que una parte de la lógica de Hegel se desprenda de Kant como si Hegel fuese un continuador.

El comentario de Fries mostraba que su proximidad con la filosofía kantiana no le permitía concebir propuestas hegelianas, como es la unión de la lógica con la metafísica. Considero que este mismo problema ha sucedido y sucede en cierta medida con los intérpretes mencionados anteriormente. La unión de la metafísica y la lógica es un punto difícil de explicar, oscuro y poco comprendido. Quizá de ahí la necesidad de compararlo con el proyecto kantiano. Sin embargo, esta propuesta es una de las mayores innovaciones de Hegel. Por este motivo, creo que es interesante considerar la unión de metafísica y lógica desde las propias coordenadas de Hegel; esto nos permitirá entender la innovación de este filósofo respecto a Kant.

No obstante, hay una dificultad adicional. No basta con la exposición de la unión de la lógica y la metafísica porque Hegel no siempre la pensó de esta manera. Esta evolución intelectual ha sido ignorada por otros autores, que se han concentrado en el tránsito de la lógica a la metafísica en la obra del periodo berlinés de Hegel (Burbidge, 2014). Realmente, en el primer periodo de Jena, Hegel separa tajantemente lógica de metafísica. ¿En qué momento Hegel pasa de separar las dos disciplinas a unificarlas? Como trataré de argumentar, para poder comprender correctamente la unión entre lógica y metafísica en la filosofía de Hegel es necesario situarse en el momento y contexto en el que Hegel consigue unirlas. Como sostendré, es cierto que no se puede entender la lógica de Hegel sin Kant, pero tampoco sin la crítica a Kant.

Para realizar esta investigación, en la sección 2 abordaré el periodo en el que Hegel distingue la metafísica de la lógica. Como se verá, lo que ocurre es que Hegel se encontraba intelectualmente influido por el kantismo. En la sección 3 mostraré cómo Hegel concibe en su Ciencia de la lógica la unidad de la metafísica con la lógica, contradiciendo su periodo anterior. Esto se ve con claridad en el prólogo de la primera edición de esta obra. Es aquí donde considero que podemos encontrar los motivos por los que lógica y metafísica terminan por ser inseparables, una onto-logía, contradiciendo la división kantiana. Esto nos llevará al problema de escindir ser de pensar, lo cual es el trasfondo de la discusión, como se intentará mostrar a lo largo del escrito. Finalmente, en la sección 4 trataré de explicar las consecuencias de la unión de la metafísica con la lógica, y de la comunicación entre el ser y el pensar, para el sistema filosófico de Hegel.

2. Hegel como seguidor de Kant: periodo de diferencia entre metafísica y lógica

Para conseguir entrever cuándo Hegel deja de considerar la metafísica y la lógica como disciplinas separadas, comenzaremos por Jena. Es cierto que existen los escritos juveniles de Hegel, que abarcan principalmente los periodos de Stuttgart, Berna y Frankfurt. Sin embargo, son escritos que tratan cuestiones eminentemente de política y religión, y, por ende, ni de metafísica ni de lógica puramente. Además, en el invierno de 1801, antes de partir a Jena, el propio Hegel señaló en una de sus cartas el abandono de sus intereses juveniles; lo que ahora le interesaba eran la ciencia y los sistemas filosóficos. Normalmente, esta carta es considerada paradigma del cambio entre el Hegel pre-especulativo y el Hegel especulativo (cfr. Ripalda, 1978, p. 11), con lo que marca el inicio de su etapa de madurez filosófica. Por eso comenzaremos por Jena: ahí es donde comienza a aparecer este problema de la disyuntiva entre la metafísica y la lógica como consecuencia de los nuevos intereses de Hegel por los sistemas filosóficos.

Durante el curso de 1801-1802, su primer año como profesor en Jena, Hegel impartió una lección acerca de “Lógica y Metafísica”, que está recogida en los apuntes de I. P. V. Troxler. Como apunta Padial (2015, p. 112), en esta lección Hegel separa lógica y metafísica. La lógica es una disciplina preparatoria para la metafísica porque se ocupa de las condiciones de conocimiento de lo finito, o sea, del límite de nuestro conocimiento. Una vez que se conoce tal límite, la metafísica se encargaría entonces del objeto propiamente hablando. De esta manera, están bien delimitadas cada una como disciplinas separadas.

Al presentarlas de este modo, Hegel sigue claramente al pensamiento kantiano: lógica y metafísica son diferentes. Como apunta Caimi, Kant consideró que una cosa era la metafísica, que había tenido unas pretensiones excesivas al no cuestionarse la diferencia entre el noúmeno y el fenómeno, y otra muy distinta era la lógica: “la ciencia que estudia al entendimiento como facultad del pensamiento es la lógica; y la que estudia al entendimiento en la medida en que este es, mediante el pensamiento, una facultad de conocimiento de objetos, es la lógica trascendental” (Caimi, 2007, p. xxxi). Por consiguiente, encontramos que hay una disciplina, que es la lógica, que estudia las condiciones de posibilidad y límites de nuestro entendimiento. A su vez, la lógica alberga a la lógica trascendental, que estudia la facultad que nos permite el conocimiento de los objetos que mentamos. Ya otra disciplina, muy distinta, será la metafísica, que estudia propiamente esos objetos. Pero para poder estudiar propiamente esos objetos, necesitamos primero conocer los límites de nuestro entendimiento. Es por eso por lo que la lógica es una disciplina propedéutica de la metafísica. Tal y como hemos visto que ha recogido la diferencia entre una y otra el profesor Padial en referencia a los apuntes de Troxler, podemos afirmar que Hegel mantiene en esta lección que dio en Jena la diferencia kantiana entre lógica y metafísica.

También durante 1801-1802 fueron escritos los textos que conformarían lo que hoy llamamos los Janaer Systementwürfe II: Logik, Metaphysik, Naturphilosophie, escrito en el cual sigue constando una escisión clara entre lógica y metafísica. En él, la metafísica se aplica solamente a lo tematizado por la lógica, pues la lógica sigue siendo una disciplina propedéutica a la metafísica. Es decir, Hegel está siguiendo el mismo planteamiento que en su lección anterior, “Lógica y Metafísica”. Pero especifica que los temas que tratará la metafísica son los tematizados anteriormente por la lógica, que son los a priori: por una parte, Dios, alma y mundo, que aparecerán en la metafísica de la objetividad, y, por otra parte, el yo cognoscente, el actuante y el espíritu absoluto, que aparecerán en la metafísica de la subjetividad (cfr. Padial, 2015, pp. 112-113).

Sin embargo, hay otra diferencia clave con la lección de “Lógica y Metafísica”: Hegel comienza el escrito separando ser y pensar. La diferencia entre ser y pensar es la diferencia que subyace a la que hay entre metafísica y la lógica. El ser es la cuestión principal de la metafísica. El pensar es la de la lógica. Al ser dos nociones distintas, también la disciplina que se dedica al ser y la que se ocupa del pensar son distintas (cfr. Padial, 2015, pp. 112-113). Dado que debemos continuar el recorrido cronológico, baste por ahora con apuntar que esta diferencia será fundamental en su Ciencia de la lógica, como veremos a partir de la siguiente sección.

Unos años más tarde, en clases impartidas entre 1803 y 1805, Hegel seguirá manteniendo la distinción entre lógica y metafísica. En estas clases trató de ofrecer una visión general del conjunto de su sistema filosófico a la par que proclamaba la publicación de estos cursos orales en formato escrito. Es justo desde este periodo que se nos presentan ya las tres partes del sistema que albergará la Enciclopedia de las ciencias filosóficas desde su primera edición en 1817 hasta su última edición en 1830. Estas tres partes serían la lógica, la filosofía de la naturaleza y la filosofía del espíritu. Si bien es cierto que, en su Enciclopedia, Hegel toma una posición más madura y no separa lógica de metafísica, también es cierto que eso es a partir de 1817. En estas clases impartidas entre 1803 y 1805, aunque ya haya un primer esbozo de las tres partes de su proyecto enciclopédico, Hegel seguiría sin unificar lógica y metafísica. Prueba de ello es que, en sus esbozos de sistema, que eran los escritos previos a su Enciclopedia, el paso de la lógica a la metafísica se situaba en la teoría del silogismo. Pero este paso no era aún unificador, sino que mantenía la distinción de lógica y metafísica. Era, dicho sencillamente, un cambio de tema. Se realizaba en el silogismo porque era como tradicionalmente acababa la lógica formal antes de pasar a cuestiones de metafísica (cfr. Valls, 2005, p. 19). Por tanto, seguía habiendo una diferencia clara entre lógica y metafísica.

En resumen, en los primeros años en Jena, Hegel toma una posición partidaria de Kant en lo que respecta la distinción entre lógica y metafísica. Pero, como se ha expuesto, Hegel en estos años de Jena ha logrado ver que el fundamento de que la lógica no sea metafísica es que pensar no es ser, tal y como proponía Kant. Justamente, lo que considero que es el detonante de que se diluya la separación entre metafísica y lógica es que Hegel conseguirá mostrar que el ser no está escindido del pensar. Esto no es un paso atrás, un volver a una filosofía precrítica en la que hay un primado del ser sobre el pensar, sino que Hegel propondrá una inversión en la que el primado es del pensar respecto al ser, lo que produce comunicación en vez de incomunicación. Si esta distinción entre ser y pensar que fundamenta a cada disciplina se diluye en una sola, entonces estas disciplinas también deberán formar solamente una. Esto lo veremos con mayor rigor más adelante.

Sirva como breve adelanto que esta diferencia entre lógica y metafísica como diferencia de ser y pensar es una consecuencia que extrajo Hegel del propio Kant. Para comprender esto, debemos remitirnos al célebre ejemplo de Kant (KrV, A599/B627) de los cien táleros. No es lo mismo cien táleros reales que cien táleros pensados, pues, aunque conceptualmente son iguales (son cien táleros), en la realidad efectiva son totalmente distintos: los cien táleros reales son utilizables, ocupan un espacio, un tiempo y son materiales, mientras que los cien táleros pensados son inútiles en la vida práctica y no ocupan ni espacio ni tiempo porque no son materiales. Kant alude a que son un quantum, es decir, que hay unidad numérica; lo que quiere decir es que esta unidad ayuda a conocer que hay cien táleros. Sin embargo, estos cien táleros, en el orden del ser, o como existentes, pueden ser monedas muy diferentes, de distinto valor, siempre que sumen cien táleros. En este sentido, hay una separación clara porque “estos significan en el concepto mientras que aquellos [significan] el objeto”, con el resultado de que “mi concepto no expresaría todo el objeto” (KrV, A599/B627).

En este ejemplo, Hegel considera que Kant está diferenciando el ser y el pensar. Si en el concepto cien táleros son lo mismo como unidad, ya sean mentados o reales, cuando se diferencia ser y pensamiento son totalmente distintos. Hegel lo comentaría años más tarde del siguiente modo cuando expone su visión sobre la filosofía de Kant: “para aclarar la distinción entre pensamiento y ser, uso el ejemplo de los cien táleros que con arreglo al concepto son cien, tanto si son posibles como si son reales” (Enz C, § 51N).4 Esta distinción entre ser y pensar que Hegel encuentra en el ejemplo de Kant es capital para entender la separación entre la lógica y la metafísica. Como se ha expuesto, la lógica es la disciplina que se ocupa de la facultad de las leyes del pensamiento, mientras que la metafísica se ocupa de los objetos contenidos en ese pensamiento. Es en este sentido que la separación entre lógica y metafísica es escisión entre ser y pensar.

Pero este planteamiento es de la Enciclopedia de 1830. Hay una distancia de veinticuatro años respecto de sus clases en Jena. Por eso urge preguntarse: ¿cuándo se fraguó este pensamiento de Hegel? Mi propuesta es que es en la Ciencia de la lógica donde encontramos la propuesta netamente hegeliana, y totalmente alejada de Kant, que es la unión entre la lógica y la metafísica, como se verá a continuación.

3. Cuando Hegel se volvió Hegel: el nacimiento de la Ciencia de la lógica

3.1 El diagnóstico de la lógica y la metafísica

Ciertamente, antes de la Ciencia de la lógica,5 Hegel escribió en 1807 su primera obra de prestigio, la Fenomenología del espíritu. Sin embargo, este libro no nos sirve para nuestra búsqueda de la unión entre lógica y metafísica. Hay tres motivos por los que la Fenomenología no nos sirve para esta investigación. El primero es que el propio Hegel explicita que en su Fenomenología ha aplicado el método que pretende exponer en su Ciencia de la lógica.6 Por tanto, considerar a la Fenomenología, que es un estudio de la conciencia, respecto a la unión de lógica y la metafísica es una tarea poco fértil. En su Ciencia de la lógica es mucho más explícito porque expone su método, lo cual incluye exponer la unión de la lógica y la metafísica.

En segundo lugar, la Fenomenología es una obra que ha ofrecido multitud de malentendidos para interpretar a Hegel. Félix Duque (2011, pp. 123-124) enumera varios de ellos. Uno es que esta obra causaba la sensación de poner un fundamento antropológico y psicológico a la lógica, como había hecho Fries. Por tanto, para cualquiera que sepa la relación de Fries con Hegel, es más que motivo suficiente querer alejarse de esta sensación. Otro es que la Fenomenología se refería solo a la conciencia. Esto causó que la filosofía especulativa fuese considerada solamente como una teoría de la autoconciencia, tal y como Heidegger la consideró. Un tercero es que se ha puesto en tela de juicio que verdaderamente Hegel consiguiera conectar su Fenomenología con su Ciencia de la lógica. De acuerdo con Hegel, su Fenomenología aplica el método de esta segunda obra; sin embargo, parece que la propia estructura de la Fenomenología no sigue este corpus teórico al pie de la letra. Al ser un texto que genera este tipo de malentendidos y que no trata de forma directa la unión de la metafísica y la lógica, tenemos aquí el motivo por el cual centrarnos en la obra que explicita su método.

En tercer lugar, la Fenomenología es una obra que resituaría el mismo Hegel durante su periodo de madurez berlinesa. Es cierto que, en la Enciclopedia de 1817 (su primera edición, en Heidelberg), Hegel seguía defendiendo la Fenomenología como introducción a su sistema, que continuaba con la Ciencia de la lógica. Esto era bastante novedoso porque lo normal era considerar a la lógica como leyes del pensamiento, como la disciplina preparatoria para un sistema filosófico en el que se piensan los objetos siguiendo esa lógica previa. Sin embargo, para Hegel, su Fenomenología era lo verdaderamente preparatorio porque cuando se trataba la lógica ya se estaba sumergido en el sistema. Sin embargo, transcurridos diez años de reflexión, Hegel consideró, en la segunda edición de su Enciclopedia (1827), sustituir su Fenomenología como escrito preparatorio para su sistema filosófico por los “Tres posicionamientos del pensamiento respecto a la objetividad” (cfr. Padial, 2015, pp. 116-117). Esto supuso que Hegel, en su madurez, apartase explícitamente a su Fenomenología como preparación para su sistema filosófico, resituándola dentro de la filosofía del espíritu; es decir, un cambio de orden en el sistema que inicialmente no estaba contemplado.7

Pues bien, aclarado este punto, pasaré a exponer la unión de la lógica y la metafísica en la Ciencia de la lógica, escrito publicado en 1812. Esta es una de las mayores obras de la metafísica occidental. Una de las ideas que se defiende es la conversión de la metafísica en lógica desde el prólogo a su primera edición. En este, la metafísica está integrada como corazón de la lógica. Como veremos en esta sección, esta misma concepción se mantendrá cuando Hegel redacte su proyecto final de la Enciclopedia de las ciencias filosóficas, obra que ofrece una visión unificada y articulada de su sistema. Por eso es tan importante pararnos en su prólogo y comentarlo detenidamente: el propio Hegel contextualiza la necesidad de esta obra en su época y el objetivo que perseguía con ella.8

Lo primero que hace Hegel en este prólogo es noticiar un claro avance de su tiempo: desde la Reforma protestante, la filosofía ha cambiado; se ha conseguido la “más alta perspectiva que la autoconciencia del espíritu ha alcanzado sobre sí en este período de tiempo” (Hegel, 2011, p. 183; GW, 11, p. 5). El comienzo es una alusión clara a su propia Fenomenología, en la que Hegel pensaba que había logrado demostrar esta altura de la autoconciencia en su época. Por eso, el propio Hegel consideraba, en la primera edición de la Ciencia de la lógica, que su Fenomenología servía como escrito preparatorio. Es decir, este proyecto se mantuvo en Núremberg. Dicho llanamente: la Ciencia de la lógica partiría de lo que había sido demostrado en la Fenomenología.9 Nosotros nos centraremos en la Ciencia de la lógica por rigor investigativo, pues, como señala el propio Hegel, la lógica constituye verdaderamente la metafísica: “la ciencia lógica -que constituye la metafísica propiamente dicha o pura filosofía especulativa- […]” (Hegel, 2011, p. 185; GW, 11, p. 7). Pues bien, siguiendo a Hegel, el alto grado de autoconciencia logrado por su tiempo ha “tenido hasta ahora poca influencia en la configuración de la lógica” (Hegel, 2011, p. 183; GW, 11, p. 5). Aunque su tiempo ha cambiado y se encuentran en el estadio más alto de autoconciencia, la lógica todavía no se ha adaptado a este nuevo panorama. ¿Cómo y por qué ha ocurrido esto?

Hegel prosigue su prólogo señalando que lo que antaño había sido denominado metafísica, ya ha sido eliminada como ciencia. Que la metafísica haya sido eliminada como ciencia implica que no pueden ser catalogadas como tales la antigua ontología, la psicología racional, la cosmología, e incluso la teología natural. Y continúa su diagnóstico diciendo que “es un hecho que el interés por el contenido de la antigua metafísica, por su forma, o por ambas cosas a la vez, se ha perdido” (Hegel, 2011, p. 183; GW, 11, p. 5). Se ha vuelto un modo de pensamiento totalmente obsoleto tanto en contenido como en cuanto a forma. Por eso el diagnóstico de Hegel sobre su época consiste, primero, en señalar que la lógica es inadecuada al grado de autoconciencia de su tiempo, y que lo que se suele denominar “metafísica” es algo obsoleto.

Lo segundo que hace Hegel en el prólogo es delimitar el alcance de la filosofía de Kant. Para Hegel, en la filosofía kantiana, “al entendimiento no le está permitido sobrevolar la experiencia” (Hegel, 2011, p. 183; GW, 11, p. 5). En lo concerniente a lo teorético, el entendimiento y la experiencia alcanzaban un nivel de supremacía. Lo principal para teorizar correctamente es remitirse al objeto de experiencia y aplicar hábilmente el entendimiento humano. Esta propuesta kantiana relegaba a un papel absolutamente secundario a la razón, que se limitaba solamente a especular -en sentido peyorativo-. Por eso se ha producido una “renuncia al pensar especulativo” (Hegel, 2011, p. 183; GW, 11, p. 5) con la filosofía kantiana, renuncia con la cual Hegel no estaba de acuerdo.

El tercer tema que discute en el prólogo es la teología, que es vista como “custodia en tiempos pasados de misterios especulativos y de la metafísica” (Hegel, 2011, p. 183; GW, 11, p. 5). Esta también ha abandonado su antigua misión. Ya no hay nada especulativo en ella. Su rumbo ha virado. Ahora se ocupa de los sentimientos, de lo práctico para el pueblo y de lo erudito únicamente mediante la historia. Por tanto, hay un abandono tenaz de todo lo relacionado con la especulación.

En cuarto lugar, entra a reconsiderar a la lógica nuevamente. Esto es fundamental. Esta disciplina es vista como otra de las disciplinas en crisis. Es cierto que Hegel apunta que “a la lógica no le ha ido tan mal como a la metafísica” (Hegel, 2011, p. 184; GW, 11, p. 6). Pero que no le haya ido tan mal no quiere decir que haya salido airosa. En primer lugar, “no le ha ido tan mal” por su utilidad. Popularmente se consideraba que la lógica enseñaba a pensar, por lo cual se la considera de alguna manera útil y se la mantiene como ciencia que se aprende en la enseñanza pública. Mas Hegel no duda en mofarse de esto. ¿Aprender a pensar antes de pensar? Para Hegel suena ridículo, y es por esto por lo que en analogía dice que es “algo así como si sólo por el estudio de la anatomía y de la fisiología debiera aprender uno a digerir y a moverse” (Hegel, 2011, p. 184; GW, 11, p. 6). Ocurre lo mismo en el caso de la lógica: a pensar se aprende pensando. No se puede aprender a pensar antes de pensar. No hay una preparación sobre cómo pensar si no es pensada.

Por este motivo, Hegel subraya que el contenido que se enseña en lógica es el mismo desde hace siglos. Es un conocimiento antiguo y sin modificaciones; parece atemporal, pero en realidad solo es obsoleto. No puede ser que la humanidad haya alcanzado el grado más alto de autoconciencia jamás visto en toda la historia y que la enseñanza de la lógica siga sin tener ningún avance. Por eso, sentencia esta segunda crítica a la lógica de su época aludiendo a que “querer mantener las formas de la cultura anterior cuando en la forma sustancial del espíritu se ha dado otra figura es cosa, en definitiva, completamente vana; ésas son hojas marchitas que caen bajo el empuje de los nuevos brotes, ya nacidos en sus raíces” (Hegel, 2011, p. 184; GW, 11, p. 6).

Con estas críticas lo que Hegel está expresando es que la lógica debe cambiar y adaptarse a su tiempo. No es como los conocimientos de la antigua metafísica, que han quedado totalmente abandonados por su obsolescencia. La lógica no ha sido abandonada. Sin embargo, si el pensamiento de la época ha cambiado -y recordemos que Hegel considera que se encuentra en el mayor grado de autoconciencia jamás vivido-, parece necesario hacer una revisión de las enseñanzas de la lógica, que siguen siendo las mismas desde hace siglos. En consecuencia, tanto la lógica -entendida como las leyes del pensamiento- como la metafísica necesitan de una reelaboración; por ello, “la exigencia de tratamiento y configuración del material se hace entonces más urgente” (Hegel, 2011, p. 185; GW, 11, p. 7).

En resumen, Hegel ha considerado cuatro disciplinas, de las cuales nos interesan especialmente dos para esta investigación. Primero ha considerado que la metafísica está profundamente obsoleta: no causa ningún interés; en segundo lugar, que la filosofía kantiana se excede en su infravaloración de la capacidad de la razón. En tercer lugar, la teología también ha sido objeto de desprecio por buena parte del clima intelectual de su época, reducida casi a sentimentalidad.10 En cuarto lugar, la lógica, que ha sobrevivido mejor que la metafísica, tampoco ha tenido ningún cambio paradigmático; sigue exactamente igual que hace siglos y se toma como algo previo al propio pensamiento. Contrario al clima intelectual de su época, Hegel considera que, si verdaderamente están en un momento álgido de la historia en el que el grado de autoconciencia es superior a cualquier otra época pasada, entonces hay que tomar al menos a estas dos viejas disciplinas, lógica y metafísica, y adecuarlas al nivel de su tiempo, como veremos, precisamente anulando la separación que ha establecido entre ellas la filosofía de Kant.

3.2 El proyecto de Hegel: la renovación de la lógica

Hegel consideraba necesaria y acuciante una reforma de la lógica y la metafísica. Pero eso supondría marcar un nuevo comienzo, un camino totalmente distinto a los tomados anteriormente. Los bastiones de la antigua metafísica habían caído y la lógica se había quedado anclada en siglos anteriores. Si bien esta última era útil aún, decía muy poco sobre la realidad. Es entonces que Hegel decide cargar con un proyecto de magna envergadura, trazando un nuevo inicio para la filosofía. De hecho, esto ha llevado a pensar este nuevo proyecto de Hegel como post-metafísico por no corresponderse del todo con las coordenadas de su época.11 Esta “ser un proyecto post-metafísico” ha sido definido por Sandkaulen como: “el diseño de una onto-lógica científica, en la que el pensar -y no el ser- ha de hacerse cargo de la dirección” (Sandkaulen, 2015, p. 150). Esta lógica debe ser una ciencia libre, un conocimiento autónomo. Había que crear una filosofía especulativa que consiguiese un movimiento inmanente de sí misma y por sí misma; observar su propia latencia, no como algo puesto por nosotros en cuanto seres pensantes con una serie de facultades cognitivas, sino atendiendo al pensar mismo, a su propio movimiento. Dicho de otro modo, la propuesta de Hegel es volver a contemplar la realidad y teorizar sobre ella sin seguir los caminos prescriptivos de un pasado ya obsoleto. Hegel, en un pasaje que me permito citar in extenso, lo dice así:

[…] la ciencia lógica -que constituye la metafísica propiamente dicha o pura filosofía especulativa- se ha visto hasta ahora muy desatendida. En la introducción he indicado de modo preliminar lo que entiendo más precisamente por esta ciencia y por el puesto que le es propio. Aun cuando ni siquiera un trabajo de muchos años ha podido dar a este intento una mayor perfección, es de esperar que quienes lo enjuicien con equidad tengan en cuenta la necesidad que esta ciencia tiene de volver a ser iniciada desde el principio, la naturaleza del objeto mismo y la carencia de trabajos preparatorios que hubieran podido ser utilizados. El punto de vista esencial estriba en que hay en general que habérselas con un concepto nuevo de lo que sea el tratamiento científico. Si la filosofía debe ser ciencia no puede tomar prestado al efecto su método, según he recordado ya en otro lugar, de una ciencia subordinada, como es la matemática, ni tampoco darse por satisfecha con aseveraciones categóricas de la intuición interna o servirse de una argumentación raciocinante fundada en la reflexión externa. Aquí sólo puede tratarse de la naturaleza del contenido, la cual se mueve en el conocimiento científico, en cuanto que, al mismo tiempo, es esa reflexión propia del contenido la primera en poner y engendrar la determinación misma de éste (Hegel, 2011, p. 185; GW, 11, p. 7; mi énfasis).

Aunque no podemos detenernos a comentar concienzudamente la cita entera, nótese que aquí Hegel está denunciando nuevamente que hay una falta de atención a la lógica en su tiempo. Pero introduce el saber autónomo: si bien las ciencias suelen comenzar presuponiendo su objeto y su método, la lógica no puede permitirse eso. La lógica no es heterónoma, sino que es autónoma. Por ello, la lógica es “ciencia del pensar en general” (Hegel, 2011, p. 193; GW, 11, p. 15). Porque es justamente en el pensamiento libre, fuera de cualquier presupuesto, que la ciencia descubre cuál es su objeto y que se va desvelando su método o el camino que sigue. Pensar se hace pensando y no importando normas sobre cómo pensar antes de pensar. Por eso la lógica es autónoma: no necesita de una reflexión extrínseca que le diga cuál es su objeto de estudio y su método. Ella se lo da a sí misma. Esto hace que la lógica ocupe un lugar privilegiado entre el resto de las ciencias.

Si la lógica debe ocupar un lugar privilegiado, entonces debe tener su propio discurso. No puede importarlo de otras disciplinas. Por ello, Hegel apunta que “no puede tomar prestado al efecto su método”. Desgraciadamente, esto había sucedido con Spinoza y, muy especialmente, con Descartes, que habían tomado el método geométrico y lo habían aplicado a su filosofía, forzándola a entrar en unos parámetros que no eran verdaderamente los suyos, como observó Hegel (Ferrarin, 2019). Era una imposición heterónoma que no permitía al conocimiento realizarse autónomamente. Por eso la reivindicación de la lógica como saber autónomo, que no presupone absolutamente nada -ni objeto ni método-, es la característica principal que debe tener esta nueva lógica. Es la filosofía la que tiene que ir construyendo su discurso por su cuenta y no importar métodos u objetos previos al pensar puramente.

Hegel continúa el prólogo señalando que, dado que este saber autónomo no puede partir de presupuestos, lo cierto es que se suele caer en el error de partir tomando “el entendimiento por algo separado de la razón en general” (Hegel, 2011 p. 185; GW, 11, p. 7). La presuposición de que el entendimiento está disociado de la razón afecta cómo pensamos, pues provoca contradicciones en el propio entendimiento. Es el origen del problema: que se parte de presuposiciones. Además, si se disocia al entendimiento y a la razón, parece que la razón no tiene nada que decir respecto a lo producido por el entendimiento. Esto concuerda con la reducción de la razón que Hegel cree que comete Kant en el terreno teorético,12 lo que genera una primacía del entendimiento y la experiencia. Pero lo que hace esta primacía es desvalorizar a la razón como facultad cognoscitiva.

En contraste, para Hegel, lo que se tiene hacer es relacionar al entendimiento con la razón. La razón tiene mucho que decir sobre las relaciones del entendimiento; es más: “en su verdad […] es razón que entiende o entendimiento que razona” (Hegel, 2011, p. 185; GW, 11, p. 7). Por esto la razón logra negar lo simple, poner la diferencia determinada por el entendimiento, pero igualmente disuelve esta diferencia, generando así la dialéctica.13 Esto lo realiza un sujeto, un espíritu. Pero que sea producto subjetivo no implica que no tenga objetividad, pues esto sería darlo por presupuesto. El conocimiento racional del ser humano consigue penetrar en la realidad efectiva (Wirklichkeit) debido a que tiene la capacidad de acomodarse a los objetos de la realidad y aprehenderlos. De este modo, no hay una diferencia insalvable entre lo que es pensado y lo que es: no hay escisión imposible de superar entre ser y pensar porque nuestro pensamiento alcanza la realidad. Es decir, el pensamiento tiene alcance real al ser.14 Como comenta en su Ciencia de la lógica: “verdad es la concordancia del pensar con el objeto; y para producir esta concordancia -pues ella no está presente en y para sí-, el pensar, se dice, debe ajustarse al objeto y acomodarse a él” (Hegel, 2011, p. 194; GW, 11, p. 16). De hecho, intentar establecer esta separación entre pensar y ser es una forma de intentar posicionar una distinción irremediable entre la actividad del sujeto -el pensamiento- y el objeto -que es -, que no deja de estar presupuesta. Esto es, bajo la consideración de Hegel, uno de “los errores que, por obstruir el acceso a la filosofía, tienen que ser apartados con anterioridad a ésta” (Hegel, 2011, p. 194; GW, 11, p. 16). En pocas palabras: un pensar libre, autónomo, como es su proyecto en la Ciencia de la lógica, no puede partir de esta base.

Es en este sentido en el que el propio Hegel reconocía que la antigua metafísica era en cierta medida superior a la filosofía crítica. La escisión entre lo que se piensa y lo que se es terminaba por ser totalmente equívoca si se la entendía como un abismo infranqueable, pues la vieja metafísica había hallado el concepto más alto del pensar:

La vieja metafísica tenía, a este respecto, un concepto más alto del pensar que el que se ha hecho corriente y usual en la época moderna. Aquélla partía en efecto de la base de que lo conocido por el pensar en y de las cosas era lo único de veras verdadero en ellas; por ende, no en su inmediatez, sino elevadas primero a la forma del pensar: o sea, como cosas pensadas. Esa metafísica mantenía de ese modo que el pensar y las determinaciones del pensar no eran algo extraño a los objetos sino más bien la esencia de éstos, o sea que las cosas y el hecho de pensarlas (al igual que también nuestra lengua expresa una afinidad entre ambos) concordaban en y para sí, que el pensar en sus determinaciones inmanentes y la naturaleza de verdad de las cosas eran uno y el mismo contenido (Hegel, 2011, p. 195; GW, 11, p. 17).

Así, Hegel no considera una separación incomunicable entre ser y pensar. Quiere rescatar este punto de la antigua metafísica y restaurarlo, aunque conociendo sus limitaciones.15 Para ello, defiende la relación del entendimiento con la razón, que lo ha llevado a afirmar que lo conocido por el pensamiento es lo que verdaderamente es. En consecuencia, no hay necesidad de diferenciar tajantemente entre ser y pensar cuando se trata de contemplar, pues no hay separación insalvable entre noúmeno y fenómeno. Dicho de otro modo: una diferenciación ontológica no implica una inaccesibilidad epistemológica.

Pues bien, esto nos conduce a que, si la lógica son las leyes del pensamiento y la metafísica es lo que se piensa acerca de un objeto, entonces no puede haber una propedéutica al pensar, porque cuando se piensa sobre el pensar -para así descubrir las leyes del pensamiento- ya se está pensando sin necesidad de haber descubierto previamente estas leyes del pensamiento que constituyen a esa antigua lógica.16 Visto así, intentar establecer leyes del pensamiento antes de pensar en los objetos es caer en un problema conceptual del que Hegel se percata: que para pensar las leyes del pensamiento tiene que pensarse, es decir, que hay simultaneidad. Y por eso, con cierta enjundia, señala que “la investigación del conocimiento no puede acaecer más que conociendo. […] Y querer conocer antes de conocer es tan insensato como el sabio propósito de aquel escolástico de aprender a nadar antes de echarse al agua” (Enz C, § 10N). Esta constituye justamente una de sus críticas a Kant, que pretende conocer las condiciones de posibilidad del conocimiento antes de conocer propiamente. Pensar sobre el pensar es ya estar pensando. Conocer antes del conocer es imposible, porque ya se está conociendo.

Es por esto por lo que la crítica de Hegel a Kant se vuelve obvia a continuación. Dicho de forma muy resumida, fijémonos en que diferenciar entre los que es y lo que se piensa es lo que lleva a una distinción entre noúmeno y fenómeno. En contraste, Hegel lo que va a apuntalar es que nuestra capacidad de conocimiento no se queda anquilosada en el fenómeno. Para él, el noúmeno es, en realidad, un vaciamiento de lo que la cosa verdaderamente es y de cómo se aparece en nuestra conciencia. El noúmeno se constituye después del fenómeno, pues busca el vaciamiento de este último para afirmar que es incognoscible. Pero este vaciamiento es ilusorio, no está en la realidad, sino que es impuesto por las categorías kantianas. De este modo, Kant, en vez de aceptar que el intelecto llega hasta la realidad, creyó que los fenómenos que se aparecen en la conciencia no se corresponden con lo que son verdaderamente (escinde así lo que se piensa con lo que el objeto es). Pero Hegel, que había entendido que podemos aprehender la realidad de los objetos mediante el pensamiento -y que había aplaudido en este punto en concreto a la vieja metafísica-, sentencia duramente y en consecuencia, sobre la filosofía de Kant, que “de lo único que hay que maravillarse es de haber leído tantas veces que no se sabe qué es la cosa-en-sí, [pues] nada hay tan fácil de saber como eso” (Enz C, § 44N).

Este vencimiento de la distinción entre fenómeno y noúmeno es la antesala del método absoluto. Se consigue penetrar en la objetividad tal cual es, dejando que se muestre, contemplándola. Esto es lo que Hegel denomina la contemplación del “desarrollo inmanente del concepto”, o lo que es lo mismo, el método absoluto:

Este movimiento espiritual, que en su simplicidad se da su determinidad y en ésta su igualdad consigo, siendo con ello el desarrollo inmanente del concepto, es el método absoluto del conocer, y a la vez el alma inmanente del contenido mismo. Afirmo que sólo sobre este camino, que se construye a sí mismo, es capaz la filosofía de ser ciencia objetiva, demostrada (Hegel, 2011, p. 186; GW, 11, p. 8).

Por extraño que nos suene, es el contenido el que se da a sí mismo su propio discurso. El conocimiento de la realidad es entonces autoconstituyente para el individuo que reflexiona: el filósofo solamente contempla, pero no hay nada de sí mismo en la filosofía. Solo trata de exponer la realidad tal cual es, anulando toda subjetividad que pueda interferir. Eso es filosofar verdaderamente. También es que el Concepto se desarrolle en su inmanencia, y no extrínsecamente, esto es, siguiendo su propia autonomía y no una heteronomía preestablecida.17 Si se desarrollase extrínsecamente, entonces el camino estaría delimitado, marcado y delineado de antemano por un individuo que lo piensa -recordemos, por ejemplo, que, para Hegel, Descartes y Spinoza habían partido de las leyes de la geometría como pautas a seguir antes de comenzar a pensar propiamente-. No sería un desarrollo libre, sino preestablecido; no habría autonomía del Concepto, sino heteronomía impuesta por el sujeto que piensa. Vencer este tipo de planteamientos es la propuesta de la Ciencia de la lógica.

Aunque esto sea así, esta podría ser una crítica de Hegel a Kant totalmente residual. Es decir, tal y como hemos enmarcado esta investigación, podría objetarse que la unión de la lógica con la metafísica no es tan acuciante y que, por ende, parece que interpretar a Hegel como un kantiano es en realidad asumible salvo por este punto. Para disuadir al lector de aceptar esta premisa, pasaré a continuación a exponer parte del alcance de la propuesta hegeliana que unifica a la lógica con la metafísica.

4. Consecuencias de la nueva disciplina

Detengámonos en cómo Hegel ha aunado metafísica y lógica en la Ciencia de la lógica. Comenzó realizando un diagnóstico de cada una de ellas: por una parte, el rechazo que había en su época de la metafísica y las cuestiones especulativas; por otra parte, la obsolescencia de la lógica, que no se adecuaba al espíritu de sus tiempos. La lógica había servido como propedéutica de la metafísica; así, la lógica no era otra cosa que las normas de pensamiento previas a pensar, idea que había sido descalificada e incluso ridiculizada por Hegel. La metafísica, por su parte, se había anclado en una serie de modelos, o métodos, que muy poco tenían que decir sobre el espíritu de su época. Hegel muestra que es imposible pensar antes de pensar: el acto de pensar -por ejemplo, el método a seguir o el objeto de estudio que tratar- ya es, en sí mismo, pensamiento. Por ende, no tiene sentido separar la lógica, o propedéutica, de la metafísica, o la especulación de la realidad; se “aúnan” porque verdaderamente no hay una diferencia real. La especulación de la realidad es, desde el pensar, la aprehensión de la realidad.

Fijémonos en si es importante esta unidad de ser y pensar, de metafísica y lógica, que lo que está en juego es una de las nociones principales de la filosofía de Hegel: el absoluto. Esto se debe a que, “si en lugar de permanecer en la reflexión externa, adoptamos el punto de vista especulativo, esto es, de la unidad de ser y pensar, es muy otra la comprensión de lo absoluto” (Cerezo, 2015, p. 76). Por tanto, el primer motivo para considerar la unión de metafísica y lógica como un punto capital de la filosofía de Hegel (y que lo distancia con Kant) es justamente que está de trasfondo en la noción de lo absoluto, a la cual se llega rechazando el presupuesto de que el ser es inaccesible para el pensar.

Para mostrar esta unión entre lo real y lo pensado, Hegel ha presentado batalla a la supremacía kantiana del entendimiento y la experiencia, que poco o nada se ajustan a la realidad. Pareciera que solamente hay conocimiento fenoménico, pero no nouménico. Por más que lo intentemos, la “ilusión trascendental” siempre acecha. Nada se puede decir de la cosa-en-sí. Pero, para Hegel, esto es incorrecto: solamente se produce porque Kant siente “ternura” por las cosas sensibles y experienciables.18 En este sentido, en su Enciclopedia, Hegel dice sobre Kant que “todo lo que tiene de profundo este punto de vista, lo tiene de trivial la solución; ésta consiste solamente en una ternura hacia las cosas mundanas” (Enz C, § 48N). Resumidamente, podemos afirmar que, para Hegel, no hay justificación del paso atrás, de ese retroceso hacia la experiencia que realizó Kant, de su actitud excesivamente precavida hacia lo trascendental.

El conocimiento humano llega hasta la realidad. De esta manera, aunque el sujeto cognoscente genere un conocimiento que es, de entrada, aparentemente subjetivo, este conocimiento es realidad. Penetra en la objetividad. Siendo así, la realidad es aprehensible para las personas. Por eso no hay contradicción entre ser y pensar. Esto supone no quedarse en la experiencia fenoménica: se busca contemplar la realidad tal cual es, sin que los condicionamientos o las creencias personales interfieran. Aprehender la realidad contemplándola, sin que el sujeto intervenga en nada: esto es el método absoluto. También es la contemplación del desarrollo inmanente del Concepto. Por consiguiente, el segundo motivo por el que se debe atender a la unión de metafísica y lógica es que es la base del método absoluto y de la inmanencia del Concepto; es decir, nos permite un conocimiento de lo trascendental, que no deja de ser real.

Esto constituye motivo más que suficiente para no desligar lógica de metafísica, pues, si la filosofía es la ciencia del pensar en general, es tanto el pensar de los objetos (metafísica) como el pensar de sus leyes (lógica). Es el pensar del pensar, o pensamiento que se piensa a sí mismo, y este pensamiento que se piensa a sí mismo no se queda anquilosado en el fenómeno ni se vuelve un vacío incognoscible (como el noúmeno); como hemos señalado, en realidad consigue penetrar en la objetividad y comprender la realidad. El ser está abierto al pensar, y no hay una escisión que posibilite la incomunicabilidad. Pero, para que esto sea así (y Hegel nos pone sobre aviso), no se puede forzar la realidad a entrar en unos parámetros de suyo preestablecidos. Estos parámetros habrían sido preestablecidos por la filosofía de la reflexión (especialmente Kant) y se basaban en el entendimiento por encima de la razón.19

La libertad del pensar es el no forzarlo a encajar siguiendo unas leyes preestablecidas, que sería análogo a aprisionarlo. La clave radica en que el pensamiento se dé libremente, tomándose a sí mismo como su propio objeto; es decir, pensamiento que se piensa a sí mismo: “hay que tomar al pensamiento como objeto del pensar. Sólo que eso es precisamente el acto libre del pensar: ponerse en la posición en la que es para sí y, por tanto, él mismo se engendra y da su objeto” (Enz C, § 17). Solamente así es verdaderamente libre el pensamiento, sin ponerle restricciones. Y es así como Hegel ha situado un nuevo proyecto que, i) comparte con la antigua metafísica el acceso del pensar al ser, ii) supera las escisiones kantianas entre pensar y ser, y iii) constituye de facto una nueva lógica -en el sentido en que es onto-lógica-.

5. Conclusión

Desde la óptica de Hegel, Kant había separado pensar y ser. Para ello, como vimos con el ejemplo de los cien táleros, existía la distinción entre fenómeno y noúmeno, que obligaba a tomar una posición precavida respecto a nuestro conocimiento: habría que determinar los límites de nuestro conocimiento antes de lanzarnos a pensar cualquier objeto; luego, delimitar, en función de lo primero, qué objetos son susceptibles de conocimiento. De este modo se evitaba la ingenua pretensión de ir más allá del conocimiento posible que tiene el ser humano. Hegel también sostuvo, durante el primer periodo de Jena, esta distinción entre lógica y metafísica, aplicándola a sus clases. Hasta aquí parecen correctas las interpretaciones de otros autores, ya citados en la introducción, que sostienen cierta falta de creatividad de Hegel respecto de Kant. Podría decirse que es, sencillamente, un seguidor de Kant.

Sin embargo, cuando Hegel publica su Ciencia de la lógica, entonces esta idea de continuidad con el proyecto kantiano desaparece. Hegel no es meramente un seguidor de Kant, sino también un crítico de Kant. Para comprender el sentido de la Ciencia de la lógica de Hegel, como hemos visto, hay que considerar que pensar y ser no son dos nociones inconmensurables -lo cual sería un presupuesto del que partir, cuando la filosofía parte sin presupuestos-, sino que hay una confianza plena en que nuestras capacidades cognitivas nos permiten aprehender la verdad; es decir: lo que pensamos es lo que es verdaderamente. De este modo, no solo es que Hegel sea crítico con Kant. Es todavía más: solo es posible comprender verdaderamente nociones hegelianas como el absoluto, la inmanencia del Concepto, el conocimiento autónomo, el método absoluto o la libertad del pensamiento partiendo de la unidad entre ser y pensar, o entre lógica y metafísica, suspendiendo toda división desde la que partir. En otras palabras, para comprender las propuestas de Hegel, hay que tomar una distancia de seguridad respecto de Kant. El idealista absoluto se habría propuesto superar las coordenadas de su época, realizando, como señaló acertadamente Sandkaulen, una onto-logía donde hay acceso del pensar al ser y, a su vez, primado de aquel.

En conclusión, parece que la interpretación de Hegel como un mero continuador del kantismo es un reduccionismo. El propio objetivo del proyecto de su Ciencia de la lógica es un enfrentamiento con la propuesta de Kant, en buena medida. Por eso decíamos al inicio de esta investigación que la historia parece volver a repetirse: en la actualidad, algunos intérpretes de Hegel parecen tenerl el mismo problema que Fries, que no conseguía abandonar su raíz kantiana para poder comprender la propuesta de Hegel. Ciertamente, lo que se concluye es que no se puede comprender a Hegel sin Kant, pero tampoco sin la crítica a Kant.

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2 Para una explicación de por qué la lectura de Pippin de la ontología hegeliana se realiza desde la lógica trascendental kantiana, cfr. Houlgate (2009, pp. 137-143).

3 Para una crítica y exposición sobre la noción de “reflexión” en Hegel y sus diferencias con la de Kant, cfr. Miller (2019).

4 Se cita la Enciclopedia de las ciencias filosóficas con la abreviatura común, es decir, Enz, seguido de la letra que corresponde a la edición (ce para la tercera edición de 1830), y luego el parágrafo al que se refiere. Como es costumbre, se marca con una ene si es la nota al parágrafo. No se añade la referencia explícita al Gesammelte Werke (20) debido a que son los mismos parágrafos, aunque han sido debidamente comprobados.

5 De esta obra citaré la traducción de Duque (cfr. Hegel, 2011), y a continuación la localización del pasaje en los Gesammelte Werke (GW) seguido del tomo y página.

6 “Las precisiones sobre lo que pueda ser el único método de verdad de la ciencia filosófica caen dentro del tratamiento de la lógica misma; pues el método es la conciencia de la forma del automovimiento interno de la lógica. En la Fenomenología del espíritu he ofrecido un ejemplo de este método en un objeto más concreto, la conciencia” (Hegel, 2011, p. 202; GW, 11, pp. 24-25).

7 Hegel menciona explícitamente que su Fenomenología fue titulada en sus inicios Primera parte del sistema de la ciencia, pero este primer propósito -que la Fenomenología fuese la primera parte de su sistema- no se mantiene en su Enciclopedia, y de ahí el cambio de lugar de la Fenomenología, que en el escrito de 1830 ocupa §§ 413-439. En el § 25, en su nota, Hegel señala esto explícitamente: “En mi Fenomenología del espíritu, la cual, por esta causa, en su primera edición, fue rotulada como primera parte del sistema de la ciencia, se adoptó el camino de empezar por el primero y más simple fenómeno del espíritu, la conciencia inmediata, y de desarrollar su dialéctica hasta el punto de vista de la ciencia filosófica, cuya necesidad se muestra por este proceso”. Y señala en el mismo lugar que su nueva parte, los “Tres posicionamientos del pensamiento respecto a la objetividad”, ahora cumplen la siguiente función: “[l]a exposición se hace por ello más detallada y lo que pertenece a las partes concretas [de la filosofía] coincide ya parcialmente con aquella introducción” (Enz C, § 25N). Esta introducción sería la Fenomenología, que, como decimos, ahora es sustituida por los “Tres posicionamientos”. Para un desarrollo y una discusión sobre cómo se enraíza con un primado de la lógica en el sistema de Hegel, cfr. Ortigosa (2022).

8 En buena medida sigo parte de los comentarios que realizó el profesor Alejandro Vigo al prólogo de la Ciencia de la lógica en un seminario celebrado en julio de 2020. No hay grabación ni publicación de este seminario, por lo que no será citado propiamente en este escrito, aunque me gustaría hacer constar mi deuda intelectual con el profesor Vigo para poder realizar la tarea de este apartado.

9 Por motivos de extensión, no podemos detenernos a exponer estos resultados de la Fenomenología de los que debería partir la Ciencia de la lógica. Para un buen estudio general sobre esto, cfr. López (2015) y De la Maza (2015). Para otro estudio más específico sobre la circularidad, pero que también contempla una visión general inicialmente, cfr. Orsini (2021).

10 En esta investigación la teología no juega ningún papel, por lo que no nos centraremos en ella. No obstante, para un estudio riguroso sobre la crítica y revitalización de la teología que estableció Hegel en su tiempo y que puede llegar hasta nuestros días, cfr. Koltaj (2020).

11 Como se sabe, para este proyecto, Hegel hace en buena medida una reelaboración y crítica a la filosofía de Spinoza. Discutir esto, no obstante, nos alejaría del tema principal de esta investigación. Para este tema, cfr. Sandkaulen (2015); para la crítica a Spinoza, cfr. Ferrer (2015) y Aragüés (2016).

12 Esta idea es asumida por Hegel desde su escrito Creer y saber, de 1802, y se mantiene a lo largo de su filosofía. Especialmente, reprocha el formalismo kantiano, pues la razón había sido expulsada por Kant del terreno teorético, y en el terreno práctico solamente hay una razón formal: “con eso, la razón práctica no va más allá del formalismo” (Enz C, § 54). Ahora bien, también hay que decir que, para Kant, la razón tiene una función regulativa e incluso de “vigilancia” de otras facultades, como la imaginación (cfr. KrV, A770/B798), y es especialmente importante para generar hipótesis, cuestión fundamental también en su filosofía (Reyna, 2017). Probablemente el juicio de Hegel sobre Kant es poco justo, pero nos ceñiremos a la interpretación que da.

13 Esto había sido propuesto -que no desarrollado- en 1801 en su escrito Diferencia entre los sistemas de filosofía de Fichte y Schelling, pero fue una idea que hasta la Ciencia de la lógica no termina de aparecer en todo su esplendor. Para un buen estudio que abarca esta cuestión, cfr. Paredes (2015).

14 Esta confianza en la capacidad cognitiva humana sería expresada de manera clara y contundente en su “Discurso inaugural”, que fue pronunciado en la Universidad de Heidelberg el 28 de octubre de 1816. En este, Hegel declara que “El valor de la verdad, la fe en el poder del espíritu, es la primera condición de la filosofía. […] La esencia del universo, al principio cerrada y oculta, no encierra fuerza capaz de resistir al valor de un espíritu dispuesto a conocerla: no tiene más remedio que ponerse de manifiesto ante él y desplegar ante sus ojos, para satisfacción y disfrute suyo, sus profundidades y sus riquezas” (Hegel, 1995, p. 5).

15 Como se ha mencionado antes, siguiendo a Sandkaulen, esto es post-metafísica. Es decir, Hegel no propone un retorno a la filosofía precrítica, más bien pretende superar la filosofía crítica con su filosofía especulativa. No obstante, como es común en Hegel, aunque es crítico, también reconoce lo que le debe a los filósofos anteriores. No quiero decir que Hegel quiera rescatar toda la vieja metafísica, sino que el punto que reconoce y admira de esta es, precisamente, el que estamos tratando: no entender el ser como inaccesible desde el pensar.

16 Permítame el lector que me adelante a una posible crítica: esto que señalo podría verse como que la Ciencia de la lógica, como proyecto de Hegel, nos lleva a que las filosofías reales estarían contenidas dentro de esta. Todo sería reductible a la metafísica en este aspecto. Sin embargo, no es esto lo que defiendo. No apoyo que las filosofías reales sean reductibles a la lógica en la filosofía de Hegel, pero sí que ejercen un primado. En buena medida, esto lo sitúa Polo (2018, pp. 74-79) en la dialéctica y su relación con el concepto; siguiendo esta misma línea, este mismo primado ha sido defendido por otros autores (García, 2022; Ortigosa, 2022, pp. 67-77). Ahora bien, “primado” no quiere decir “reducción”.

17 Hay una explicación más extensa de esto en Ortigosa (2021).

18 Probablemente esta acusación es injusta para con Kant; dado que aquí seguimos atentamente a Hegel, sin embargo, la presentamos. Por lo demás, estoy de acuerdo con Reyna (2021) en que en realidad hay similitudes entre lo que aquí propone Hegel y lo que verdaderamente pensó Kant.

19 Sobre esta limitación de la filosofía de la reflexión debido al empleo del entendimiento (Verstand) en la filosofía teorética así como en la filosofía práctica, cfr. Ng (2020, pp. 279-286).

Recibido: 01 de Febrero de 2022; Aprobado: 23 de Abril de 2022

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El autor es miembro del grupo “El idealismo alemán y sus consecuencias actuales” (referencia PAI: HUM172). A lo largo del artículo se empleará “concepto” para referir al uso común del término, diferenciándose de “Concepto” (con mayúsculas), que queda reservado para la noción hegeliana de Begriff.

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