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Investigaciones geográficas

versión On-line ISSN 2448-7279versión impresa ISSN 0188-4611

Invest. Geog  no.109 Ciudad de México dic. 2022  Epub 29-Mayo-2023

https://doi.org/10.14350/rig.60661 

Reseñas

Woolf, V. (2022). Paseos por Londres

Daniela Jardón Santos* 

1*Posgrado en Geografía, UNAM

Woolf, V.. 2022. Paseos por Londres. Madrid: La línea del horizonte, 208p. ISBN: 978-84-17594-92-3.


La escritora británica Virginia Woolf (1882-1941) tuvo un particular gusto por el caminar urbano que quedó evidenciado en su obra literaria. Hija de Leslie Stephen (1832-1904), biógrafo y alpinista, heredó su gusto por las caminatas. Stephen dedicó su vida a recorrer a pie el campo y las montañas europeas puesto que, para él, caminar era la mejor manera de conocer el paisaje. En sus palabras: “caminar es el entretenimiento consustancial del hombre que no desea en absoluto reprimir su intelecto, sino colocarlo sobre las tablas para que interprete su papel durante una temporada. En consecuencia, todos los grandes hombres de letras han sido caminantes impetuosos” (Stephen, 2015, p. 112).

Esta relación del caminar con la escritura se identifica en la obra de diferentes autores británicos como Thomas De Quincey, Arthur Machen, Robert Louis Stevenson, William Hazlitt, Leslie Stephen y Virginia Woolf. La afición peripatética y la tradición literaria de los británicos reinventó la caminata, pues pasó de concebirse como un simple medio de locomoción a “una forma contemplativa y alerta de estar en el mundo” (Amara, 2015, p. 16). Entonces, por medio del caminar se transformó la conciencia y la percepción de lo cotidiano y surgió una forma de apreciar el azar y lo inesperado.

Bajo este contexto familiar, artístico y literario, Woolf le dio un lugar importante al caminar. En Paseos por Londres hay catorce de sus relatos, los cuales, tienen a dicha ciudad como escenario principal. Woolf nació y vivió la mayor parte de su vida allí, por lo que la conoció y recorrió, trasladando su experiencia urbana a las palabras. En su diario íntimo, el 31 de mayo de 1928, escribió lo siguiente: “Londres en sí mismo es perpetuamente atractivo; atrae, estimula, me ofrece una obra de teatro, y un cuento y un poema, sin tomarme la más mínima molestia, como no sea la de mover las piernas por las calles” (2022, p. 43).

A lo largo del libro, nos brinda un retrato del Londres de inicios del siglo XX; un mosaico de una ciudad caótica, contradictoria y con una diversidad de zonas y entornos sociales. En sus páginas indica el entorno físico de dicha urbe; señala la presencia de edificios, plazas, iglesias, abadías, cementerios, estatuas, parques y jardines. Asimismo, comparte sobre la vida urbana en las calles de Londres; menciona la presencia de personajes y caminantes, y los estímulos que reciben sus sentidos como los ruidos del transporte o los músicos callejeros. Sobre la música, menciona lo siguiente: “el organillo [...] a causa de su ritmo simple y enfático, hace que todas las piernas de los transeúntes caminen a un tiempo” (p. 174).

En el texto ‘Marea de Oxford Street’, Woolf apunta lo siguiente sobre esta calle: “es un criadero, un hervidero de sensaciones [...] Las noticias cambian más deprisa que en cualquier otra parte de Londres [...] La mente se convierte en una pegajosa plancha que recoge impresiones, y Oxford Street despliega sobre ella un interminable haz de imágenes, sonidos y movimiento cambiantes” (p. 77). Con la potencia de estas palabras es imposible no trasladarse mentalmente a una calle llena de vida y de actividad como Oxford Street.

Por otra parte, en ‘Casas de grandes hombres’, Woolf nos traslada a una colina para ofrecernos toda una vista de la ciudad: “enfrente de nosotros veremos todo Londres, extendiéndose a nuestros pies. Es una vista panorámica que siempre fascina, a todas horas y en todas las estaciones. Desde ahí se ve Londres en su conjunto, un Londres atestado de gente, vigías, sus chimeneas y agujas, sus chimeneas y agujas, sus grúas y gasómetros, y también con el sempiterno humo que ni la primavera ni el otoño logran disipar” (p. 71).

La vista desde la colina no es suficiente, por lo que más adelante. En ‘Vuelo sobre Londres’ comparte cómo sería sobrevolar en avión sobre la ciudad: “imposible imaginar algo más fantástico. Casas, calles, bancos, edificios públicos, costumbres, coles de Bruselas y corderos fueron barridos en largas espirales y ondulaciones en rosa y morado, como cuando un pincel húmedo remueve la superficie de la pintura” (p. 152).

En esta rica variedad de descripciones urbanas, Woolf muestra la reflexión que alcanzó con sus caminatas y deambulaciones por Londres. Como menciona Le Breton (pp. 174-175), al caminar en la ciudad se establece una relación afectiva entre el caminante y la ciudad, y se despliega una experiencia corporal. Además, al caminar surge una trama sensorial: “un fondo sonoro y visual acompaña su deambular; su piel registra las fluctuaciones de la temperatura y reacciona al contacto de los objetos o del espacio; su cuerpo atraviesa capas de olores infectos o placenteros” (p. 175). Esta trama sensorial está bien presente en los relatos de Woolf, por lo que la lectura es realmente enriquecedora.

Por otro lado, Woolf resalta los cambios en los espacios londinenses en las primeras décadas del siglo XX. Por ejemplo, destaca cómo el caminante al recorrer las calles encuentra los signos de la modernidad como los automóviles o los autobuses. Otro ejemplo, es el impulso por la construcción y demolición de inmuebles; en sus palabras, “el encanto del Londres moderno es que no ha sido construido para durar; ha sido construido para caducar [...] El nuestro [orgullo], parece deleitarse en demostrar que somos capaces de lograr que la piedra y el ladrillo sean tan transitorios como nuestros propios deseos” (p. 79). Renglones después, menciona: “a Oxford Street le resulta abominable el simple hecho de pensar en la edad, en la solidez, en la perennidad” (p. 80).

Además de los relatos de sus experiencias y percepciones personales, Woolf incluye historias con personajes ficticios. En ‘Retrato de una londinense’, la historia tiene como protagonista a la señora Crowe, una mujer que sin necesidad de salir de su casa, conoce lo que acontece en Londres. Woolf cierra el relato con lo siguiente: “para conocer Londres no simplemente como un espectáculo, un mercado, un palacio, un foco de actividad industrial, sino también como un lugar en el que la gente se da cita, habla, ríe, se casa, muere, pinta, escribe y actúa, gobierna y legisla, era fundamental conocer a la señora Crowe. Era en el salón de su casa donde los innumerables fragmentos de la extensa metrópolis parecían unirse y formar un todo animado, comprensible, divertido y agradable” (p. 102).

Otro texto es ‘Señora Dalloway’, en el que la protagonista exclama: “Me encanta pasear por Londres [...] ¡Es mucho mejor que pasear por el campo!” (p. 134). Clarissa Dalloway deambula por Londres y comparte algo de su geografía, pues recorre algunos lugares como el Big Ben, las calles de Westminster, el Arco del Almirantazgo, el monumento a la Reina Victoria, el Palacio de Buckingham, Kensington Gardens, Piccadilly, el palacio de Saint James y Bond Street. En conjunto, la protagonista transmite su experiencia sensorial al recorrer la ciudad, un día de junio, en la búsqueda de un par de guantes.

Sobre la edición madrileña de este libro, destaca que entre los textos se incluyen fotografías e información que dan contexto sobre la vida de Woolf, algunas de las actividades como la ceremonia del té, y algunos de los lugares mencionados en un intento de llevar al lector a esos lugares y completar la experiencia de la lectura. En definitiva, al leer los cuatro capítulos que componen Paseos por Londres la mente se traslada a esta ciudad en los primeros decenios del siglo XX. A décadas de publicarse estos relatos, la capital inglesa se ha transformado; no obstante, al pensar en el Londres del siglo XXI, se vienen a la mente sitios emblemáticos y referentes mencionados por la autora. Además del viaje literario por Londres, el libro es una invitación para caminar por nuestras ciudades, prestando atención a lo cotidiano para descubrir lo extraordinario. Como recalca Woolf, “hay lugar para toda clase de opiniones sobre Londres y, sin embargo, por más que camines por sus calles, siempre estarás recogiendo nueva información sobre ella” (p. 180). A semejanza de Londres, en cualquier ciudad hay una infinidad de información que podemos adquirir por medio del caminar.

REFERENCIAS

Amara, L. (2015). La orden andante (Avanzada inglesa). En El arte del paseo inglés. México: Tumbona, pp. 9-21. [ Links ]

Le Breton, D. (2020). Elogio del caminar, Madrid: Ediciones Siruela. [ Links ]

Stephen, L. (2015). Elogio de la caminata. En El arte del paseo inglés . México: Tumbona , pp. 103-138. [ Links ]

Woolf, V. (2022). Paseos por Londres, Madrid: La línea del horizonte. [ Links ]

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